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➤ Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 02

Leah Hee Tuan;

     Después de esa rica lasaña, mis ojos pesaban indiscutiblemente y cambiarme de ropa e irme a dormir era más que necesario, estaba más agotada de lo habitual ¿Y cómo no estarlo? Había dormido solo tres horas el día anterior.

     Me acosté a dormir sin vacilar, pero aquella pesadilla me obligó a abrir con la respiración y el piso agitado, esa pesadilla se repetía una y otra vez en mi cabeza, como si me dijera con tiempo que podría pasar si tomaba la decisión equivocada.

     Giré mi rostro y ví mi reloj en la mesita de noche, cinco y media de la mañana.

     Sinceramente, no quería ir a la clínica hoy.

     Mark tocó la puerta segundo después de mi negación, ¿Qué como lo sé? Somos los únicos viviendo en el apartamento.

     —Debes levantarte, dormilona —Asomó su cabeza por la puerta, mientras le daba la espalda.

     —No quiero ir, ese doctor me detesta —Hice un leve puchero.

     Abrió un poco más la puerta, mientras yo me sentaba en la cama.

     —No te detesta, ¿Y si así fuera?, ¿Esconderías tu cabeza bajo la tierra como los avestruces? —Negué— ¿Entonces?, levántate de esa cama y ponte muy hermosa, aunque ya lo eres. —Se acercó a mi cama y se sentó a mi lado, acariciando mi mejilla con suma delicadeza_ Vales mucho, Hee. —Sonrió al igual que yo, su sonrisa era contagiosa.

     —¿Qué hice para tener a un hermano cómo tú? —Lo miré con admiración.

     Sonrió inconscientemente ante mis palabras nuevamente.

     —Soportarme y apoyarme, puede ser. —Tocó su mentón y cerró sus ojos pensando— Tal vez, necesitabas que alguien te recuerde lo valiosa que eres todos los días y que jamás te dejes pisotear por ese tipo. —Asentí y lo abracé— Jamás —Repitió.

     —Gracias.

Entré a la clínica con la cabeza en alto, ¿Qué pretendía el jodido Jeon? Jamás logrará pisotearme sólo por ser la novata, porque todos al principio de todo lo somos, ¿Por qué se empeña en dejar atrás? Soy lo suficientemente capaz y se lo demostraré.

Mala idea.

-Espero y hayan preparado sus corazones para la lección de hoy. -Rió sarcásticamente imponiendo su tamaño- No quiero ser el que tenga que salvarles la vida por un paro cardíaco -Rió aún más alto, como si fuese gracioso perder a un residente o paciente.

Su sentido del humor, apesta.

El profesor estaba en la sala de emergencia dando sus típicos discursos antes de entrar en acción, a veces era tan aburrido escucharlo.

-¿Quiere decirle algo a todos los presentes, señorita Tuan? -Todos me miraron fijamente ante la pregunta del Doctor Jeon.

Mierda, debo pensar en voz baja o sólo dejarlo en pensamiento.

-No, doctor Jeon, puede seguir con sus indicaciones -Dije como toda una maldita sumisa, ¿Por qué no le dije a la cara que sus clases aburren a cualquiera?

Bufé, una y otra vez.

Después de que diera todas sus indicaciones y de escucharlas los residentes comenzaron a caminar hacia sus lugares asignados, debíamos pasar las pruebas junto a las pasantías, hoy era mi día.

-Señorita Tuan. -Esa voz. Esa maldita voz. Giré lentamente y lo ví detrás de mí con su típico aire de superioridad- ¿Podemos hablar en mi consultorio?

Alcé una ceja un poco intrigada, curiosa y molesta, ¿Por qué quería citarme en su consultorio? No había hecho nada malo hasta ahora.

Caminé detrás de él casi cinco minutos; desde la sala de emergencias subimos al ascensor que nos dejó en el piso correspondiente, hasta llegar a su amado consultorio. Era muy grande con dos puertas más adentro, una era para un baño y la otra, ¿Qué podía haber detrás de ella?

-Es una habitación -Respondió él sacándome de mi transe, cerrando la puerta detrás de nosotros.

-¿Cómo sabe que pensaba en ello? ¿Lee las mentes ajenas? -Pregunté con mucha intriga.

A veces siento que pienso como una niña de diez años.

-Porque miraba con poca discreción hacia esa puerta, sólo lo deduje y la saqué de sus dudas, señorita Tuan.

Sonreí falsamente.

Tonta, tonta. Eres muy tonta, eso estaba más que claro.

-¿Por qué me citó en su consultorio? Ni pedí una cita, aún -Fui al grano.

Lo ví caminar hasta su asiento y se puso cómodo sin dejar de mirarme.

Imité su acción y me senté en uno de los sillones que habían adentro, crucé mis piernas con poco elegancia, lo hice fue con molestia, agradecía que me había puesto un pantalón muy ajustados negro, una camisa de escote en "V" blanca y unos tacones no muy altos, lo bueno era que no nos tocaba correr por los pasillos de la clínica; junto a un maquillaje un poco sencillo y mi cabello suelto.

Antes tenía pensado tinturarme el cabello amarillo como Mark lo tenía, pero decidí que no le haría tal daño al mismo y el ser pelirroja natural era la envidia de muchas chicas hoy en día.

-¿Vino a seducirme? -Abrí los ojos tan grande que se saldrían de mis órbitas, se los juro.

-¿Disculpe?, ¿Cómo se atreve a siquiera preguntarme eso? Es mi profesor y no lo vería de otra forma, Doctor Jeon -Me hice la ofendida.

No lo estaba del todo, sabía que estaba más arreglada de lo normal y eso a él le hizo mal entender la situación.

-Disculpe si la ofendí, sólo quería asegurarme de que no tuviese esas lagunas mentales en donde la alumna se acuesta con el profesor para subir sus notas, porque no soy ese tipo de hombre, señorita Tuan. -Sonrió y puso las manos entrelazadas sobre su escritorio- Lo digo por su aspecto, está algo cambiada. -Me examinó de arriba hacia abajo.

Gracias a Dios, no decidí ponerme falda.

-¿Y eso le incómoda, Doctor Jeon?

Él sólo negó.

-Las niñas que traten de pasarse de listas, me dan pena y lástima, no logran incomodarme -Dijo fríamente.

¿Cómo este señor puede ser tan frío, cruel y no tener remordimiento alguno de sus palabras o actos? No lo sé, tal vez sufrió en el pasado y lo convirtió en esta horrible persona.

Me quedé callada.

No sabía que decirle y menos que responderle a cierto ataque ofensivo.

-¿La dejé sin palabras, señorita Tuan? -Rió y sacó su bolígrafo de la gran bata blanca de doctor.

Jaló una gaveta y de allí sacó una hoja, la dobló por la mitad y comenzó a escribir en ella.

¿Qué escribía allí? No lo sé, tal vez consejos de como hablar o defenderme, eso no estaría tan mal, ya que no puedo decir todo lo que pienso, sé que se lo tomarían a pecho, los seres humanos somos muy rencorosos.

-No, se equivoca. El sabio siempre calla -Fueron mis últimas palabras.

-Me alegro que lo sepa, así no cuestionará mis métodos. -Me entregó la hoja, esa que se dedicaba a escribir mientras yo pensaba que responderle- Tome, espero y le ayude -Tomé la hoja y empecé a leerla.

En la hoja decía que me estaba suspendiendo por tres días, por mi mal comportamiento, además de faltarle el respeto.

Reí a carcajadas.

-¿Qué le parece tan gracioso? -Preguntó alzando una ceja.

-No sé si sabe, pero ya no estamos en la secundaria. Igualmente, vendré a la clínica por algo estoy pagando un gran porcentaje para que me instruya y me enseñe con sus conocimientos, Doctor Jeon. -Sonreí y me puse de pie. Empecé a rasgar la hoja de papel y los pequeños pedazos los lancé a su escritorio- Que tenga un buen día -Dicho eso, abrí la puerta y salí de su consultorio.

Te odio, te odio y te odio. Ni creas que tienes control sobre mí.

Saqué mi teléfono que estaba en la parte trasera de mi pantalón y marqué el número de mi hermano, lo necesitaba. Empezó a repicar y esperé a que contestara, ¿Por qué estaba tardando tanto?

-¿Hee, pasó algo? -Preguntó muy preocupado.

Tenía años que no lo llamaba, mientras estaba en mis horas de trabajo.

-Necesito... -Hice una pausa- Quiero verte, hermano, ¿Nos podemos ver en la cafetería que está al lado de la clínica? -Pregunté con cierto temor.

Mi hermano no salía de casa, a menos que sea realmente necesario.

-Hee, sabes que no salgo de casa desde el día que nuestros padres hicieron aquel escándalo. -Dijo desanimado- Pero ahí estaré, nos vemos en quince minutos.

-Gracias, Mark. Te amo y ahí nos vemos. -Sonreí inconscientemente.

-Yo también te amo, Hee. -Dicho eso, colgué la llamada.

A veces me pongo a pensar, ¿Cómo unos padres son capaces de arruinarle la vida a su único hijo y varón? La respuesta era más que fácil, por su reputación, pero ¿Qué le importaba a ellos que hiciera Mark con su vida? No era un asesino y menos un traficante de drogas, de trato de blancas o productos ilegales.

-¡Mark, no te rías! -Dije frunciendo mi ceño. Mi hermano siempre se reía de mis desgracias- Esto es serio, Mark.

-Hee, no puedes dejar que ese tipo te trate como quiere, ya te tiene en donde le interesa, -Hizo una pausa, ya que la mesera había llegado con nuestros pedidos- no puedes darle el gusto. Debes ser más inteligente. -Sugirió mi hermano, tomando de aquel café con leche que había ordenado.

En mi caso, había ordenado una malteada de fresa junto a un pancito dulce, era una delicia.

-No puedes dejar que ese tipo, te afecte, ¿No crees tú? -Él tenía un punto. Aunque yo tuviera mal carácter, me dejaba pisotear por los demás.

Rodé los ojos, mirando por aquel gran ventanal que tenía a mi lado.

Parejas pasaban felices tomados de las manos, mientras sus sonrisas de oreja a oreja adornaban sus rostros; como mataría por ver a mi hermano de esa forma o incluso, a mí.

Tenía bastante tiempo sola, aproximadamente unos cinco años, desde que salí de la secundaria; mi ex-novio, Alex, me había destrozado el corazón por completo, era la primera vez que me había enamorado y quizás también sea la última.

Jamás puedes enseñarle a una persona el cómo destruirte porque en la mínima oportunidad lo hará.

-¿Me estás escuchando? -Preguntó Mark.

Giré rápidamente mi cabeza hasta toparme con sus ojos, haciendo la conección mística para adivinar de que hablaba.

-Perdón, Mark. -Hice una pausa tomando de aquel delicioso batido- ¿No te has imaginado o soñado alguna vez a una persona a tu lado que te ame de verdad? -Me miró pensativo, poniendo expresiones extrañas- No viviéramos en tal miseria -Comenté con rencor.

-Hee, si lo dices por recordar al estúpido de Alex, olvídalo. Nosotros estamos bien como estamos. -Sonrió, mostrando su blanca dentadura- Además, ¿Para que quieres a una persona que te lastime? Siento que fue suficiente con lo que te hizo. -Hizo una pausa para tomar aire y fuerza, porque aunque lo negara profundamente, mi hermano diría a los cuatro vientos lo que me había pasado- ¡Casi te viola! -Algunos clientes del café miraron hacia nuestra mesa. Que pena- Como no lo logró porque llegué antes, te golpeó.

¡Segunda actualización de capítulo porque sí!

Gracias por leer❤️

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