⟣ᴠᴇɪɴᴛɪᴄɪɴᴄᴏ⟢
JᴜɴɢKᴏᴏᴋ
Sí. Era exactamente eso lo que había querido decir.
-Miren, como estamos en confianza, puedo hablar sin tanto rodeo-aclaré mi garganta, sintiendo las manos de Sarah apretar mis muslos. Sus preciosos ojos brillaban con esperanza-. Sabemos que hasta el momento Hye y Nam no han podido tener hijos, por un motivo u otro, y le tienen gran cariño a estos niños, sobretodo a los tres inseparables que se han convertido en sus ayudantes aquí dentro. Por otro lado estamos Sarah y yo, que aunque legalmente no estamos casados, dentro de unos meses seremos padres, y sin embargo, no hemos sido capaces de despegarnos de esos otros dos niños.
Todos nos miramos, y recibí sonrisas de aprobación, y una en especial de enorme euforia por parte de mi rubia loca.
-Esos niños merecen salir de aquí hoy ¿Y con quiénes mejor que nosotros? Ellos nos han robado el corazón y juro por la vida de ese frijol que mi chica tiene en su vientre que sólo tengo ganas de llevarme a esos dos chicos y darles de golpe todo lo que hasta el momento no han tenido.
Para aquel punto, ya Sarah estaba llorando sujetando la mano de HyeJin (quien también tenía sus ojos cristalinos) y NamJoon me miraba con una media sonrisa.
-Nunca he estado más de acuerdo contigo, mi amigo-suspiró, y eso me preocupó pues su sonrisa terminó desapareciendo-. En cuanto a mí y a Hye, no hay problema pues llevamos unos cuántos años de casados y tenemos una economía estable, etcétera. Sin embargo, ustedes no estan casados, viven en un apartamento bastante pequeño según lo que me comentaste, y hay ciertas leyes que cumplir para la adopción, amigo-eso me desanimó tanto, que mi corazón se oprimió al punto de atorarme un nudo en la garganta-. La ley estipula que al menos deben tener cinco años de casados para adoptar, porque lo demás son requisitos para asegurarse del bienestar y felicidad de los niños, y eso último ustedes lo cumplen muy biem y estamos seguros de que así sería.
-Nam-secándose las lágrimas, mi chica se sentó derecha y le sonrió con suavidad a nuestro amigo-. Yo ya estoy casada, y desde los dieciocho. Mi mejor amigo y yo nos comprometimos por asuntos de las empresas familiares y nos quedamos casados para sacar algunos provechos de eso, y creo que en esta ocasión servirá ¿No hay alguna posibilidad de que podamos pasar por alto algunos detalles como que los niños tendrían como figura paterna a JungKook y no a mi legalmente esposo? Por el espacio no hay problema, porque tenemos aún una mansión llena de cuartos y bastante espaciosa como para que vivan más de diez personas, que es la que comparto con mi mejor amigo de hecho.
NamJoon se mantuvo pensativo durante unos segundos.
-¿Y tu amigo estará de acuerdo con ser parte legal de esto?
-Seeeh-rió mi RaRah-. Me debe muchos favores, y sabe de mi sueño de ser madre, así que no habrá problema-su ceño se frunció. Una duda la atacó de repente, y con una mirada que me regaló supe de qué se trataba. Yo también tenía esa duda-. No habrá problema con que me divorcie en unos años y me case con JungKook ¿verdad?
Otra vez hubo silencio por parte de mi amigo, y comencé a sentirme ansioso.
-Puedo hacer la vista gorda con eso-terminó riendo, dejándome aliviado por completo-. Quizás deban enfrentarse a un pequeño juicio para que te cedan la custodia absoluta de los niños, o algo así-chasqueó la lengua-. Ya de eso ustedes se las arreglarán luego, pero ahora...
-¡Vamos a firmar esos papeles de una maldita vez!-aplaudió HyeJin, siendo la primera en levantarse.
A pesar de ya tener los papeles hechos, concordamos que debíamos preguntarle a los niños si querían irse con nosotros, así que Nam y Hye se llevaron a TaeHyung y los gemelos a un rincón del salón y Sarah y yo nos quedamos con Gaia y MinKi frente al gran reloj, pues la pequeña estaba muy entusiasmada aprendiendo a leer la hora.
Mas sí nos prestaron atención cuando nos sentamos igual que ellos en el suelo. Quedando entre mi novia y yo, ambos niños nos miraban curiosos.
A mí los nervios me tenían temblando con el papel de la adopción en la mano, y mi RaRah se estaba aguantando las náuseas desde hacía buen rato.
Miré a mi chica, y entendió que las palabras no eran capaces de salir de mi boca, así que sólo rodó los ojos risueña y se inclinó ligeramente hacia los dos infantes curiosos.
-Niños ¿Qué hora es?
-¡Las seis y media!-fue inevitable para mí reír por la respuesta de Gaia, pero su genuina emoción me llevó a acariciar sus suaves rizos. Evidentemente aún tenía que perfeccionar su habilidad con la hora.
-No, linda Gaia-sonrió MinKi-. Son las seis con cincuenta minutos-suspiró-. Ya casi se acaba el evento.
-Oh-murmuró la niña, compartiendo la triste sonrisa de su mayor.
-Precisamente porque el evento está a punto de acabarse es que queremos hablar con ustedes-con el canturreo de Sarah, quedaron un tanto más confundidos-. JungKook, muéstrale el papel. Veamos qué tan avanzados van con la lectura nuestros niños.
Haciendo caso de lo dicho por mi novia, le entregué el papel a MinKi, quien leía ansioso el documento y apenas dejaba a Gaia leer.
-¿Qué dice, KiKi? No entiendo casi nada-puchereó Gaia.
Pero MinKi sólo alzó su cabeza, y aún a través de todos aquellos cabellos largos y revueltos en su cara, pude notar sus ojos llorosos cuando me miró por unos segundos antes de hacer lo mismo con Sarah.
-¿Les gustaría irse con nosotros?-finalmente me armé de valor para hablar.
Los hermosos ojitos de Gaia se abrieron con sorpresa hacia mí.
-¿Tendremos papi y mami?-asentí ante su pregunta. Luego se giró a Sarah-¿KiKi será mi hermano?-ella también asintió, y aquello fue el detonante de una mini bomba de alegría dentro de Gaia, que se lanzó sobre MinKi a abrazarlo tan fuerte, que juré que casi lo ahoga-¡Tenemos padres, KiKi!¡Y ahora somos hermanos!¡Es genial!
MinKi asintió, finalmente dejando salir las lágrimas retenidas, y devolviéndole el abrazo a Gaia.
Mi RaRah fue la primera en unirse al abrazo, y luego le seguí yo, que los hice reír al rodearlos por completo con mis piernas y levantarlos del suelo como si fuera un mecedor.
No quería que aquel abrazo terminara nunca, pero del otro lado del salón, se esucharon unos ruidosos pasitos corretear en nuestra dirección, y Gaia fue la primera en separarse para ir a correr también al encuentro de los gemelos, y la enorme bulla que armaron mientras bailaban de alegría, era el sonido de fondo que nos acompañaba mientras Sarah y yo nos levantábamos para ir al encuentro con NamJoon y HyeJin, y así como yo tenía a MinKi aferrado a mi torso y abrazado a mi cuello, HyeJin tenía a Taehyung.
-Tenemos a un par de pequeños y hermosos llorones-jocosamente habló NamJoon.
-¡Yo no soy llorón!-saltó MinKi a defenderse, recibiendo el pañuelo de Sarah para soplarse los mocos-. Es que no me esperaba que esto pasaría.
TaeHyung alzó también su cabeza, y apenas logró secarse las lágrimas.
-Yo sí soy un llorón. No me da pena admitirlo.
Nos hizo reír y terminó contagiado.
Minutos más tarde, estábamos en la habitación que compartían MinKi y Gaia, recogiendo las cosas que querían llevarse.
-¿Puedo llamarte mamá?
Sarah casi chilló de emoción asintiendo y apretujando con ternura las mejillas de Gaia.
-Claro que sí, bonita. Ustedes llámenme como quieran-y le regaló un sonoro beso en la frente a MinKi antes de girarse por completo a Gaia para ayudarla a empacarlo todo.
Yo estaba con MinKi, buscando una manera de acomodar sus juguetes y la ropa, así como un peluche en forma de conejo algo viejo y grande. Era un regalo de su abuela y yo ya estaba planeando la manera de llevarlo bien empaquetado a casa para que no le ocurriese absolutamente nada.
Y cuando digo que estábamos buscando maneras, era porque ninguno de los dos sabía por dónde empezar, y estábamos parados frente a la cama llena de cosas sin mover un solo dedo.
Compartimos una mirada risueña y posé mi brazo sobre su hombro.
-Tampoco tienes idea de cómo resolver este desastre ¿verdad?
-Aunque suene raro, es Gaia quien se encarga de esto cuando la señorita HyeJin no puede hacerlo.
De nuevo volvimos a mirar a la cama y nos mantuvimos en silencio por un rato, hasta que MinKi llamó mi atención jalándome sutilmente de la camisa.
-Oye...¿papá?
Apreté mis labios para reprimir la risa. Me resultaba demasiado tierno.
-No estás obligado a llamarme así si no te sientes cómodo. Puedes hacerlo por mi nombre.
-Bueno-suspiró, sentándose en el borde de la cama-...Yo...realmente estoy nervioso, porque nunca conocí a mis padres, y mi abuela no podía hablarme de ellos porque ella sólo me había encontrado en la calle y me había criado-eso realmente no me lo esperaba, pues ni siquiera NamJoon tenía esa información-. Lo que quiero decir es que nunca he estado en una familia verdadera, y...tengo miedo de arruinarlo, de que se arrepientan de haberme adoptado.
Me arrodillé a un lado de sus piernas, y con ternura, estiré mi brazo y despeiné sus cabellos.
-No pienses que lo vas a arruinar antes de siquiera intentarlo-le sonreí ladino-. Yo casi pierdo a Sarah por pensar que le haría daño, pero terminé dándome una oportunidad para intentar hacerla feliz...y hasta el momento, sólo la veo sonreír.
Sus manitas atraparon una de las mías, y la observó mejor
-Prometo que me voy a esforzar mucho por ser un buen hijo y hermano...pero me gustaría pedir un favor-asentí, animándolo a seguir hablando-. Me gustaría visitar a mi abuela. Quiero mostrarle que soy feliz y prometerle que trabajaré duro para ser un buen hombre, como ella siempre quiso.
-Claro que iremos, cariño-interrumpió Sarah, llegando a imitar mi posición junto a Gaia-. Y también haremos un gran paseo por cualquier lugar que se nos ocurra esta tarde ¿les parece bien?
Todo estaba siendo muy lindo y muy emotivo, hasta que...
-KiKi, pero tú no has empacado nada.
Y entonces mi rubia loca entró oficialmente en su papel de madre y se levantó alarmada a recoger.
-¡Pero mira este desorden, jovencito! Tanta jutamenta con JungKook ya te tiene contagiado de su desorden.
Era increíble su capacidad de guardar tanta ropa y juguetes en una misma mochila. El peluche de conejo lo tomé con el permiso de MinKi y salí de la habitación a pedirle una bolsa a NamJoon para guardarlo mejor.
Desde fuera del cuarto se podían escuchar las risas de mis niños y la mujer de mi vida, y con mi mirada posada en aquel peluche, me fue inevitable sonreír por enésima vez aquel día.
Ya iba suponiendo que mis padres se quedarían de piedra cuando me vieran llegar con dos niños a casa cuando se suponía que sólo iba a acompañar a Sarah y ver a un amigo. Pero igualmente se alegraron pues ser abuelos es algo que siempre desearon.
Seh. Así son las increíbles vueltas que da la vida: casualmente casuales, como bien diría mi KiKi.
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