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⟣ᴠᴇɪɴᴛɪsᴇɪs⟢

NamJoon, HyeJin, TaeHyung, Kaito y Yuto nos acompañaron gran parte de nuestro paseo hasta que decidieron tomar otros rumbos pues el mayor de los hermanos padecía ciertos problemas estomacales y no podía saltarse ninguna de sus horas de comida.

El principio de nuestro paseo fue el cementerio. MinKi estaba feliz, pero al salir de allí la nostalgia terminó ganándole, y para animar el ambiente, Sarah les contó a los niños de su embarazo, y la alegría se propagó rápidamente por cada rincón en el que estuviéramos.

MinKi permanecía a mi lado, a espaldas de Sarah, para imitar mi labor de protegerla, mientras Gaia bailaba a nuestro alrededor todo tipo de coreografías inventadas a las que su ahora hermano mayor terminó uniéndose inevitablemente.

Admito que cuidar de tres niños revoltosos a la vez (porque sí, a Sarah también hay que incluirla en ese paquete) fue un tanto difícil pues no dejaban de moverse de aquí para allá por todos los lugares de aquella feria que visitamos, que así como estaba repleta de tiendas y puestos de juegos, también lo estaba de personas.

Casi nos da un infarto a Nam y a mí cuando por unos milisegundos perdimos a las chicas y a los niños, que habían ido a una tienda de peluches sin siquiera avisarnos. Sólo salieron corriendo y ya.

Despidiéndonos de nuestros amigos, con la promesa de no dejar de frecuentarnos (que mantenemos hasta el día de hoy), seguimos nuestro rumbo por un pequeño parque cerca de la casa de mis padres. Allí habían unos cuántos aparatos para niños...a los cuales MinKi y Gaia nos obligaron a usar también...pero admito que fue increíble compartir con ellos de aquella forma.

También reconozco que tanto mi rubia loca como yo estábamos más que divertidos con la reacción de Timothy y mis padres.

"Lo tomo y me presto para el teatro, pero me ofende muchísimo que no me hubiesen avisado a otras horas más decentes, putos", decía Tim.

"Tú lo que quieres es matarnos de un infarto con esas ideas locas ¡Al menos avisa con tiempo y no cuando ya estás a treinta metros de la casa!",chilló mi padre.

"¡Tienen que esperar! Quiero ver a mis nietos ya, pero necesito poner bien en orden la casa ¡No coman nada en la calle! La cena va por nosotros, y no acepto un no por respuesta", esa era mi madre.

Y los demás, debido a la diferencia de horario, aún no leían los mensajes. A Tim tuvimos que despertarlo en medio de su gran sueño reparador para poder ponerlo al tanto de todo por los temas legales y demás, pero apenas colgó la llamada sabíamos que volvería a dormir.

-¡Miren!-MinKi llamaba nuestra atención, colocándose de pie en medio del césped que había en el espacio donde estábamos sentados-, puedo mantenerme en un solo pie sin siquiera temblar.

Alzando una ceja, me crucé de brazos.

-Te reto a que lo hagas por más de un minuto.

Pareció dudarlo en un principio, pero con una ladina sonrisa, aceptó.

-De acuerdo. Lo haré si tú también lo haces.

Riendo, me levanté e imité su posición de un solo pie. Gaia también se nos unió.

-¡Yo también quiero intentarlo!

Sarah estaba grabándonos con su celular.

-¡Yah! Esto es muy difícil-reía la menor del grupo, y nosotros con ella al ver que no podía mantenerse.

Las piernas de MinKi comenzaban a temblar pues ya era demasiado tiempo sosteniendo todo su peso así que lo hice pasar su brazo por mi cintura y el mío lo coloqué sobre sus hombros.

-Si ejercemos fuerza entre los dos, podemos mantenernos cuando alguno de los dos falle-le expliqué.

-¿Eso no sería trampa?-puchereó.

-Tarde o temprano alguno se cansará de todas formas-me encogí de hombros.

-¿Cómo podemos hacer que KiKi gane?-Gaia no tenía miedo de mostrar sus intenciones de hacer trampa en mi contra.

Y Sarah tampoco.

-¡Hay que hacerle cosquillas a JungKook!

Con mis ojos bien abiertos de asombro, intenté ponerme duro cuando hasta los dedos de MinKi se unieron al ataque de cosquillas por mis piernas, torso, brazos y cuello, pero mi caída fue inevitable cuando Gaia se trepó, con ayuda de Sarah, en mi torso, y comenzó a morderme las mejillas.

Sarah y MinKi fueron el remate pues hicieron presión y al final terminamos cayendo en el césped los cuatro en un extraño nudo en medio de un sonoro ataque de risa.

Eran cerca de las diez de la noche, y el parque estaba prácticamente vacío, por lo que el único ruido que se escuchaba era el nuestro...y el de mi celular que recién sonaba.

-Es tu madre-Sarah fue quien tuvo la generosidad de sacar el celular de mi bolsillo...y de paso tuvo que atender, pues Gaia y MinKi me tenían preso en un abrazo y no estaban dispuestos a ceder-. Espere, Sabrine, la pondré en altavoz.

Presionando el botón, permitió que la dulce voz de mi madre (nótese el sarcasmo) se escuchara clara para todos.

-¿Qué está siendo el gorila de mi hijo que no responde él?

-Estoy ocupado siendo un padre feliz-respondí risueño, incorporándome en el césped y llevándome a MinKi y Gaia conmigo, cosa que los hizo reír pues los estaba levantando también.

-Pues ven a ser un padre feliz aquí. Ya se hace tarde y todos ustedes, criaturas, deben comer. Tu padre y yo nos hemos esmerado en la cena de hoy.

-¡Hasta hemos puesto luces en el patio!-se escuchó el grito de mi padre algo lejano.

-Eso-confirmó mamá-. Así que dense prisa.

Y colgó.

Observando a los dos niños en mis brazos, ellos me regalaron una mirada nerviosa.

-¿Abuelos?-preguntó Gaia y yo asentí.

-Estoy nervioso-confesó MinKi por los dos.

-No hay razón para estarlo, mis niños-sonrió Sarah, ayudándonos a colocarnos de pie-. Sabrine y YoonGi, los padres de JungKook, son muy lindas personas, y ni siquiera los conocen y ya los adoran, así que no hay nada que temer.

-¿Y cómo pueden adorarnos si no nos conocen?-Gaia estaba llena de preguntas para el mundo.

-Porque ustedes son unos niños muy lindos que todos se enamoran de ustedes-respondí.

-¿Por eso nos llevaron con ustedes?-los ojitos de MinKi volvían a brillar.

-¡Claro que sí!-sonrió mi Sarah.

-¿Y por qué fueron a ver a los niños del orfanato?

Y luego de eso, se desató una lluvia de porqués por parte de ambos niños, y en ese vaivén de preguntas y respuestas, llegamos a casa, y al abrir la puerta...

-¡Bienvenidos!

Dos explosiones de confeti y muchas serpentinas comenzaron a volar sobre nosotros, y apenas pudimos ver a mis padres en el centro de la sala, que estaba decorada con una buena cantidad de globlos, con un gran cartel de: "Bienvenidos Gaia y MinKi a su nuevo hogar"

-¡Globos rosas!¡Globos rosas!-chilló Gaia.

-¡Confeti!-exclamó MinKi-¡Me encanta el confeti! Me divierto mucho haciéndolo y viéndolo explotar!

-Pues ya somos dos, jovencito. A este viejo le encanta inventar con explosiones de confeti-mi padre fue el primero en acercarse con un globo rosa en la mano y una de esas pistolas de confeti que él mismo había inventado-. Para usted, señorita-haciendo una reverencia, se inclinó ante Gaia como si fuera una princesa, y le extendió el globo-. Y este es para usted, apuesto jovencito-volvió a inclinarse ante MinKi, y le extendió la pistola.

Con una risita de por medio, ambos tomaron lo que se les ofrecía y le regalaron cada uno un beso en cada mejilla a mi padre.

Sarah apretó mi mano, haciéndome voltear en su dirección. Me estaba sonriendo tan ampliamente, que casi pude no darme cuenta de las lagrimitas acumuladas en su bello par de esmeraldas.

Ah, es que en serio estábamos felices ese día.

De hecho, tuvimos una noche algo larga, pues la cena en el patio de la casa se convirtió en una fiesta, con música, globos, confeti, dulces, y nosotros los adultos como payasos.

Aquella fue la primera vez que mis padres compartieron su tradición de pintar y practicar artes marciales con alguien más que no fuera conmigo. Ya estaba en sus planes hacerlo con Sarah, pero que se sumaran Gaia y MinKi sólo los motivó muchísimo más.

Para cuando la fiesta terminó, los seis estábamos cubiertos de pintura de pies a cabeza, y quitarnos las manchas fue toda una odisea, más cuando MinKi y Gaia no podían poner mucho de su parte por estar más dormidos que despiertos. Al menos eso nos dio un tiempo extra a Sarah y a mí para bañarnos, porque mis padres se habían quedado durmiendo en la sala pues no pensaban mover un solo dedo para ducharse o recoger el desastre que habíamos armado.

Dejando a los niños acomodados, y aparentemente dormidos, en mi cama, Sarah vino a mí. Por esa noche, el sofá-cama ubicado cerca de la ventana de mi habitación sería nuestra cama. No cabíamos perfectamente los dos, pero tampoco habría mucho problema dado que nos encanta dormir bien pegados.

-Estoy feliz, KooKoo-quedando finalmente acomodada entre mi pecho y el espaldar del sofá, sus manos comenzaron a juguetear con nuestras cadenas unidas.

-Yo también estoy muy feliz, RaRah-con una de mis manos mimando su cabello, la otra estaba acariciando su vientre-. Explicarlo con palabras...no podría hacerlo.

-Tenía tantas esperanzas de estar a tu lado...y ahora que finalmente nos amamos sin peros de por medio, me parece increíble que ya seamos padres, y se esté cumpliendo otro de esos tantos sueños que tenemos juntos.

-El próximo paso es nuestra boda en una discoteca ¿no?

Su suave risa me contagió, y vino acompañada de un corto beso en mi mejilla.

-Prepárate para soltar esos pasos prohibidos.

Preferí responderle con un buen beso, al cual le siguieron otros más, hasta que finalmente cedimos al sueño.

De todas formas, no pasó mucho tiempo hasta que volvimos a despertarnos...aunque no espontáneamente.

-Papá...

Al estar alerta hasta cuando duermo, con sólo ese llamado y el sarandeo a mi brazo, bastó para que abriera mis ojos y  volteara a ver a MinKi y Gaia de pie justo frente al sofá. Sarah, que había quedado sobre mi pecho, también se despertó por el movimiento, asustándose un poco.

-¿Ha pasado algo?

MinKi negó suavemente con la cabeza, mirando al suelo, donde jugueteaba con sus pies. Su manita sostenía la de Gaia (quien se escondía) y la otra su peluche.

-Es que...no podemos dormir. No es la primera vez que nos pasa, sobre todo a mí-claramente llevaba despierto buen tiempo, porque al menos podía formular oraciones coherentes, a diferencia mía que apenas me acordaba de otra cosa que no fuera proteger a mi familia en ese momento. Ni me acordaba de dónde estábamos ni de cómo hablar...por el momento-. Pero...queríamos saber si, ahora que los tenemos a ustedes...podrían dormir con nosotros...al menos por hoy.

Ya estando más despierto, pude sonreír ante su ternura, y esperé a que Sarah se colocara de pie primero antes de hacerlo yo.

-Claro que podemos dormir con ustedes ¡Todas las noches que quieran!

La felicidad de esos dos niños era tanta al escucharme decir aquello, que quise apretujarlos bien contra mí y no soltarlos nunca.

Cosa que de hecho hice...en parte.

Ambos estaban entre Sarah y yo, abrazados entre sí pero al mismo tiempo cubiertos por nuestros brazos.

MinKi, que era el que menos podía dormir, nos estaba platicando respecto a su peluche, el cual acariciaba con mucho cariño.

Entonces, Sarah se le unió contándole de la colección de juguetes que tenía de niña y que aún conservaba.

Por otro lado estaba Gaia, ansiosa por conocer al resto de su nueva familia, preguntándonos respecto al bebé que venía en camino.

Y luego estaba yo, disfrutando de todo aquello, muerto de risa en mi interior pues tanto Sarah como yo habíamos dejado nuestros celulares en silencio y sabíamos que tanto mis suegros, como JiMin, Leiah y los niños estaban vueltos locos con la buena nueva que les teníamos pues ninguno de los celulares dejaba de vibrar dentro de la bolsa de mi chica.

Lo sentíamos mucho por ellos, pero en ese momento nada era más importante que nosotros cinco.

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