⟣ᴜɴᴏ⟢
Aquel día decidí trabajar desde la oficina de mi casa, puesto que estaban siendo llevadas a cabo varias manifestaciones en las que JungKook y JiMin me prohibieron meterme, así que la mejor solución era hacerles caso.
Y...la verdad es que sí que tenía ganas de llegar a mi hogar. Estaba muy cansada.
Como siempre teniendo a JiMin al frente y a JungKook detrás, llegué a mi oficina, donde lo primero que me encontré fue a mi mejor amiga sentada en la silla de mi escritorio.
-Hola, Leiah-con un tono de desgano, la saludé y pasé de largo.
Importándome un bledo todo, metí mis manos bajo mi blusa y lancé mi ajustador lejos a la par que me quitaba los tacones y me lanzaba de cabeza al sofá, teniendo un poco de incomodidad con la falda de tubo tan pegada así que la alcé un poco.
Sintiendo las carcajadas de JiMin y mi mejor amiga, alcé la cabeza y me uní también a las risas al ver que mi sujetador había caído en el hombro de JungKook, inclinado hacia su cuello.
Y ¿cómo no? él mantenía su cara de mierda y sólo suspiró cuando quitó la prenda de su encima y se la extendió a Leiah.
-Perdona, JungKook-no podía dejar de reír aún si me estaba muriendo de cansancio-. Fue sin querer...bueno, más o menos. Puedo mostrate más si quieres ¿o eres de esos a la antigua que sólo le ven la muñeca y el tobillo a la novia hasta que se arma la verdadera fiesta luego del casamiento?
JiMin y Leiah ya estaban que lloraban de la risa, pero JungKook sólo rodó los ojos.
-Iré a revisar el correo-y se fue.
Normal. Ya me había acostumbrado a su mal humor y que me dejara con las palabras en la boca.
-Amiga ¿por qué no te rindes y buscas otro hombre?-junto a las palabras de Leiah, su cuerpo se sentó cerca del mío y sus manos fueron a mis pies para masajearlos.
-Eso le he dicho yo-asintió JiMin, que seguía manteniendo su cabello entre el gris y el rubio. Yo misma se lo teñía-. Le he dado muchos consejos pero JungKook no cede. Sarah merece avanzar. Han sido cuatro años intentándolo.
Ahm...sí. El plan de conquista se había estado alargando por cuatro años.
Pero...
-A mí me da igual que él sea así. Él es el hombre que me interesa, él es por quien suelto corazoncitos por los ojos y lloro brillitos, así que no me voy a rendir porque sé que puede llegar a corresponderme en algún momento.
-Ya, y estás esperando a que desarrolle el Síndrome de Estocolmo.
Aprovechando mis pies en su manos, le di una patada a Leiah, pero ella sólo rió.
-Yo no lo tengo secuestrado.
-Casi-y la otra patada iba a ser para JiMin de no ser porque JungKook abrió la puerta en ese mismo instante.
A ver ¿Cómo me pedían que dejara de pensar en un hombre que aparte de tenerlo todo el día a mi lado (o tras mi espalda más bien), no quitaba sus ojos de mí casi nunca y me regalaba esas miradas profundas que tanto amo?
¡Era imposible que mi mente y corazón lo dejaran de ver a él como el hombre perfecto para ser mío!
Sí, mío. Como si fuéramos animales.
La cuestión es, que llevaba cuatro años enamorada de un hombre que, por mucho que intentara seducirlo, o intentara llegar a algo más que simples clases de inglés (las cuales, para rematar, habían disminuido en número dado el gran avance que mis estudiantes presentaban), él mantenía aquel muro invisible.
Sin embargo, yo no soy una mujer que se rinda así de fácil, no.
¡Por favor!¡Se trata de mí!¡Que hice mi tesis en medio de mis estudios de varios idiomas y cumpliendo mis labores como miembro de los Elders!
Yo quería descubrir qué ocultaba ese chico tras su muro, y lo lograría...aún no sabía cómo, pero lo haría.
-Le ha llegado una carta del Centro de Menores Desamparados en el poblado de Kangu, en Australia. Quieren que ofrezca su apoyo con un discurso en la reunión que realizarán donde promoverán un evento de adopción y donación.
-¡Uy!¡JungKookie!¡Pero qué buen inglés estás hablando!-como si no pareciera un trapo estrujado, me levanté a la velocidad de un rayo, le dí un rápido abrazo y tomé la carta. Él y JiMin siempre debían abrirlas por mí en caso de que hubiese algo dañino en ellas. Hasta usaban guantes porque una vez me llegó una carta con veneno en los bordes-. Sé que me merezco un buen beso por ser tan excelente profesora, pero de eso hablamos luego-sonriente luego de verlo rodar los ojos, me centré únicamente en leer detenidamente la carta buscando detalles, y para ello me senté en la silla de mi escritorio-. Ohhh, quieren que esté allí con dos semanas de antelación porque aún están preprándolo todo por falta de recursos.
-Básicamente te están pidiendo que pongas tu dinero en eso-comentó JiMin.
-Shh. Calla. Para eso tengo dinero, no sólo para gastármelo en lencería para seducir a JungKook-sentí al rubio y mi rizada mejor amiga reír y el castaño simplemente se colocó tras mi silla, como siempre, y yo sólo terminé de leer la carta-. La fecha de mi llegada allí coincide con la de mi salida de la reunión con los Elders en una isla de Nueva Zelanda que no recuerdo el nombre pero en el pasaje está.
-¿Crees que te de tiempo?-tan preocupada ella.
-Seh-me recosté por completo en el espaldar del asiento y dejé la carta sobre el escritorio-. Son dos semanas de antelación. Por un día que llegue tarde no pasará nada. Y si se ponen a quejarse, pongo a JiMin y JungKook a que seduzcan a alguien con la mirada y calmen las aguas.
-Hablando de eso-con pícara mirada, JiMin se acercó y sentó en una de las sillas frente al buró-. En tu cumpleaños el año pasado me pediste que sedujera a la dueña del bar donde hicimos tu fiesta ya que ella no quería dejarnos estar hasta tarde ¿Qué me vas a pedir este año por tus veintisiete?
-Quiero que JungKook me haga un striptease. Pedirle un hijo ya es demasiada avaricia.
Yo sonreí, pero mis contrarios rieron...excepto el castaño que sólo sabía rodar los ojos o desviar la mirada.
-Amiga, pero qué vicio el tuyo de desear lo imposible-ahora era Leiah quien se sentaba a un lado de JiMin.
-Como sea-me encogí de hombros-. Hoy te veo muy solitaria ¿Y los niños?¿Cómo lo llevan?
Un año atrás, el esposo de mi amiga había fallecido de una leucemia avanzada que nadie notó debido a sus constantes viajes y él tampoco dijo nada. Los padres de Leiah también habían fallecido recién ella cumpliendo sus veinte, por lo que, además de mis escoltas, Tim y yo, los niños era lo único que le quedaba a la rizada...además de su agencia de modas, claro.
Por supuesto, al tratarse de niños, la ausencia de su padre les afectó al punto de que Leiah les lloraba de rodillas porque al menos comieran un poco...y tan sólo tenían cinco años.
Muy trágico todo...pero allí estuvimos todos para apoyarla. Incluso JungKook habló con los niños y dejó que lo abrazaran y lloraran en su hombro mientras le prometían que serían tan fuertes como él para ayudar a su madre.
Bonito ¿verdad?
Y aún así el muy cabrón no me quería dar hijos a mí.
Pero bueno, eso ya es otro tema.
-Ellos están bien. Lo han aceptado poco a poco y en unos días empezarán la escuela de nuevo. Vine con ellos hasta aquí pero Tim se los llevó a dar un paseo. Ya sabes lo mucho que Jeremy y Liam adoran los paseos con su tío Timmy.
-¿Y tú?
Ante mi pregunta, suspiró.
-Estoy bien. Sabes que mi matrimonio con Orland había ido en picada luego de que él se negara a mi embarazo. Desde ese día eliminé cualquier sentimiento por su persona. Sólo fingía por los niños.
-Es que a mí ese hombre no me gustó ni cuando lo conocí teniendo dieciocho-puchereé-. Ni JungKook es tan pesado como lo era él.
Se escuchó un suspiro del recién nombrado y yo volteé rápidamente para verlo y lanzarle un beso. Me gustaba fastidiarlo. Por lo menos así me hacía algo de caso.
-Entonces-la voz de JiMin me hizo sentarme correctamente-¿No piensas trabajar hoy?
Cruzada de brazos, puchereé.
-Hoy tengo las mismas ganas de trabajar que las que tenía de ir a la escuela.
-O sea, ninguna-terció mi mejor amiga y asentí.
-Exacto. Tengo tres juicios bien pesados esta semana y tengo que analizar cada prueba de la investigación para hacer una buena defensa. Luego ese mismo fin de semana tengo el viaje a Nueva Zelanda y seguido el de Australia, así que no estaré en casa por un mes...prácticamente. Muy agotador todo. Hoy sólo tengo ganas de dormir hasta que me despierte el beso de JungKook.
-Tranquila. Todo sea por la paz mundial.
No dudé en lanzarle un bolígrafo a JiMin, que hábilmente lo esquivó entre risas, al usar mis propias palabras en mi contra.
-Silencio, Park JiMin. Sigue el ejemplo de JungKook.
-Pero si vives quejándote de él por eso.
-Dije que silencio. Yo me quejo y tú te aguantas. Así funciona. Ahora, ve a mi cuarto y tráeme la ropa que está sobre mi cama. No voy a trabajar en casa con esta ropa.
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