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⟣ᴛʀᴇᴄᴇ⟢

A pesar de todo, tuve mucha suerte. Al haber cerrado mis ojos lo suficientemente a tiempo como para evitar lesiones mayores, era cuestión de tiempo, reposo y muchos fomentos para que recuperara mi vista y las quemaduras de aquel veneno sanaran.

Según me dijeron, dicha sustancia tóxica no era lo suficientemente dañina como para causar graves quemaduras que dejaran marcas, más bien sólo provocaba ese gran ardor que incluso al paso de medio mes luego del accidente me seguía molestando.

Cuando llegamos a London, JiMin y yo decidimos comprar un pequeño departamento donde nos quedaríamos nuestros días libres y él aprovecharía y llevaría a sus amiguitas allí para divertirse mientras yo estaba de guardia vigilando a Sarah en las noches. Claro que, desde que a él se le asignó cuidar de Leiah y sus niños, ya no paraba por allí y yo menos dado que no me despegaba de Sarah. Tenía planeado quedarme allí durante el tiempo que mis vacaciones por enfermedad durasen, pero, y como ya lo iba previendo, Sarah no me dejó.

De hecho, ella se había tomado unas semi-vacaciones, ya que simplemente trabajaba desde casa y esto no era debido a su seguridad pues Leiah y los niños se estaban quedando en la mansión (la cual estaba custodiada por todos lados desde lo ocurrido conmigo y Sarah) y JiMin podía acompañar a mi chica a donde quisiera, pero todo se debía a mí.

Sarah quería cuidarme personalmente. Hasta había ambientado su habitación para ello y bueno...no me quedó más remedio que acceder, aunque me dolía muchísimo saberla durmiendo en el pequeño sofá de tres plazas de su habitación pues, además de que no quería molestarme (según ella), yo había vuelto aplicar esa ley del hielo entre nos.

Ajá. Yo sé que la preocupación me invadió y por ello en aquel momento la traté como el hombre enamorado que soy, pero no podía permitirme eso.

Aunque a ella eso parecía no afectarle pues seguía tratándome como si yo no me pasara el día entero ignorándola...por mucho que eso me rompiera el alma.

-Ahí viene el avioncito~

-JiMin, te juro que si no dejas las estupideces de lado, te corto un huevo.

Pero, como siempre, él sólo se rió de mis gruñidos.

Siendo mediodía, Sarah y Leiah habían tenido una pequeña sesión de ejercicios en la mañana y la rubia loca se estaba duchando mientras mi mejor amigo se encargaba de darme el almuerzo (ya que no querían dejarme hacerlo solo por mucho que les dijera que podía guiarme por mis sentidos) y bueno...por supuesto que no desaprovecharía la oportunidad de burlarse el muy hijo de puta.

-¿Cómo se supone que me vas cortar los huevos si no ves un carajo?

Con una ladina sonrisa, tomé el mango del tenedor que me extendía y en cuanto captó mis intenciones, se apresuró a detenerme, dejando el cubierto de vuelta en el plato.

No podía ver, pero sí oír, oler y sentir perfectamente.

-Ya, ya. Ya me quedó claro, James Bond-bufé ante su apodo y yo mismo me llevé la comida a la boca al no percibir ningún movimiento de su parte-. A veces se me olvida que tenemos el mismo entrenamiento y que eres hasta mejor que yo.

-Deja tu falsa modestia de lado, Park.

-La dejaré el día que tú dejes de ser un imbécil con Sarah.

Suspiré en lo que me acomodaba mejor contra el espaldar de cama.

-No quiero hablar de eso, JiMin.

-Claro. Se nota que no ves lo mucho que Sarah se está esforzando y tú ni siquiera le has dado las gracias por todas las molestias que se ha tomado contigo.

-Yo no...

-Cállate. No te justifiques más-ahora quien gruñía era él-. Sarah está haciendo todo tipo de cosas para distraerse y no pensar que la estás rechazando de la manera más cruel posible. Así que haremos un trato si no quieres que en la próxima te envenene la comida.

Echando mi cabeza hacia atrás, sabiendo que mi amigo tenía una buena y validísima razón para coronarme como el mayor de los imbéciles, escuché lo que tenía que decirme.

-No sé cuándo, ni cómo, pero tú jodidamamte le vas a agradecer a Sarah por tener que soportar a un pesado como tú y por estarte cuidando como si fueras un puto bebé ¿entendido?

A pesar de saber que si hacía lo que me ordenaba podía terminar cediendo ante mis propios deseos y derrumbando aquella pared que separaba mi yo real del escolta, asentí.

-Aunque pierda la cordura, lo haré.

-Bien. Ahí está el macho cojonudo que conozco-dió unas palmaditas en mi hombro y luego lo escuché volver a traquetear con el tenedor y el plato-. Ahora, machito. Abre la boquita porque viene el avioncito~.

-JiMin, vete a la mismísima mierda.

Pero esta vez no fue él quien rió, sino Sarah. Al parecer ya había salido del baño y había escuchado esa última frase de mi amigo.

Aunque tampoco es como que ella estuviese muy lejos dado que su habitación es básicamente una parte (no muy pequeña como me gustaría afirmar) que corresponde a su cama, una mesita de noche, un tocador, un par de libreros y estantes, y el sofá que antes mencionaba; y ya lo demás era su armario con baño incluido.

Aunque...también está el hecho de que Park JiMin ni habla precisamente bajito.

-Gracias por cubrirme, Minie-no me gustaba eso de no ver y tener que imaginarme la sonrisa de mi chica-. De ahora en adelante me encargo yo.

-Bueno, Kookie-por el sonido de la tela de sus pantalones, supe que se había colocado de pie-. Tu tortura ha terminado. Recuerda hacerme caso o te enveneno la comida.

-Sí, sí. Ya vete-gruñí y apreté mis puños ubicados a cada lado de mis muslos.

Es que este hombre me saca la poca paciencia que tengo...Incluso Sarah, pero ella es, prácticamente, mi excepción para todo.

Mientras terminaba de darme la comida, Sarah me platicó de su caminata luego de hacer ejercicios con Leiah y de la cantidad de niños que se le acercaron para saludarla y darle las gracias por la donación que habían hecho ella y los Elders los últimos días a varias escuelas del país. Me comentó lo feliz que estaba por ver esas infantiles sonrisas y luego me pidió silencio pues debía estudiar un caso en el que estaba ayudando a su sustituto en el bufete.

Acaté órdenes y la habitación se sumió en la música baja de LP.

La claridad que sentía a través del pequeño antifaz con las motas de algodón empapadas que cubrían mis ojos, las cuales eran cambiadas cada una hora y media por Sarah, se fue disipando y ahora todo lo sentía oscuro.

-Señorita Cain...

-Sarah para tí.

No pude contener la pequeña risita que se me escapó.

-¡Vaya! Pero qué buen humor, amor mío.

Volví a reír, sintiéndola acercarse a mí, que estaba completamente acostado con la cabeza apoyada en la almohada. Me sobresalté cuando sentí su cabello hacerme cosquillas en la mejilla y el espacio a mi lado del colchón hundirse sutilmente.

Tragué el repentino nudo que se había formado en mi garganta ante su cercanía, y procedí a hablar.

-Sé que no lo había dicho antes, pero no significa que no lo sintiera-suspiré-. Yo...Realmente estoy muy agradecido por todo lo que ha hecho por mí, señorita Ca...

-Te dije que soy Sarah para tí. RaRah también si quieres.

-Sabe que no puedo tratarla así, señ...

-Entonces no acepto tu agradecimiento.

-Pero...

-Si era todo, entonces me voy.

Hizo el ademán de retitarse, pero alcé mi mano y atrapé lo primero que encontré, que luego identifiqué como su camiseta.

-Yo...En verdad te agradezco todo lo que haces por mí, Sarah...incluso seguirme amando.

Lo sabía, sí. Era consciente de su enorme sonrisa, pero lo fui más cuando pasó mi brazo bajo sus hombros y recostó su cabeza en mi pecho.

-Te acepto el agradecimiento sólo si me abrazas y me amas esta noche.

Era justo eso lo que no quería que pasara; que mi corazón latiera desenfrenado y le gritara a mi cerebro que lo dejara ser feliz aunque sea por un rato.

-Juro que si no me correspondes el abrazo, te parto las bo...

No lo pensé más, e interrumpí sus palabras apretándola contra mí como si mi vida dependiera de ello.

Es que había extrañado tanto abrazarla...

Los repentinos sollozos de Sarah me alarmaron, y la apreté más, sintiendo sus manos hacer puño mi camiseta.

-¿Por qué...?

-Estoy muy feliz-con voz gangosa, respondió a mi pregunta no formulada completamente.

Tanteando por su brazo y hombros logré llegar a su rostro y, guiándome por mi instinto, limpié sus lágrimas.

Me giré de lado, logrando que nuestras narices se rozaran, y casi que lloro yo también.

-Yo te sigo amando, RaRah...Mucho, mucho.

Moviendo su cabeza en círculos jugó con nuestras narices y escuché el suspiro de su sonrisa.

-Yo lo sé, KooKoo.

Continúe evitando el llanto y preferí inclinarme más hacia adelante para volver a degustar esos labios que tanto amo, los cuales había extrañado a morir.

Un beso lento y profundo, con sus manos sobre mis mejillas y las mías acariciando su espalda y cintura.

-Mi amor...mi bebé grande-otra vez reía a causa de sus palabras, mas estas eran acompañadas de pequeños y cortos besos por todo mi rostro...o al menos las partes que estaban al descubierto.

Me jodía muchísimo no poder ver su preciosa carita en ese momento.

Sin embargo, ella me hizo olvidarme de ese pequeño detalle con tan sólo otro beso.

Tenerla en mis brazos, acurrucarla en mi pecho y besar su suaves labios sin descanso se sentía como probar el mismísimo paraíso luego de tanto tiempo.

Y así permanecimos, amándonos tiernamente, hasta que su lado enfermera salió a la luz cuando la alarma de su celular sonó.

-Ya hay que cambiarte esos fomentos.

-No te vayas-me sorprendí a mí mismo lloriqueando, buscando apretarla para que no se fuera.

-KooKoo, debo cambiarte los fomentos ¿No quieres mejorarte ya para poder ver mi brillante belleza?

-Claro que quiero, pero no quiero soltarte justo ahora.

-Entonces me acompañas ¿quieres?

-Si me dejas estar pegado a tí todo el tiempo, sí.

Ella sólo rió de mi insistencia, afirmando que parecía un niño, y me ayudó a levantarme y caminar.

Una vez con los nuevos fomentos y un tazón de agua fría en la mesita de noche (según me dijo Sarah lo pondría para la próxima ronda se fomentos), volvimos a lanzarnos en la cama, mas esta vez ella estaba sobre mí, lisonjando mi pecho con sus uñas y dándome muchos, muchos besos.

-Por cierto, JungKookie...

-¿Hum?

-Ya tengo el regalo de tu cumpleaños.

Inevitablemente fruncí mi entrecejo por mucho que me ardiese un poco.

-Pero mi cumpleaños es en Septiembre. Estamos a finales de Julio.

-Lo sé, pero me llegó antes-ya suponía que se encogía de hombros-. Quería dártelo este año, incluso sin ser novios. Digamos que era parte de mi plan de conquista.

-¿Quieres dármelo ahora? No podré verlo.

-Es mejor así para mí-aún sigo sin saber por qué tomó mis manos y se cubrió el rostro con ellas...pero la imagen mental me resultaba hermosa-. Me da mucha vergüenza, aunque no lo creas.

Mis comisuras tironearon en una sonrisa.

-Vale. Tráelo.

La sentí estirarse sobre mi torso, evidentemente rebuscando en la mesita de noche, y luego volvió a su antigua posición, colocando un sobre en mi pecho, el cual ella misma abrió.

-Son dos cadenas a juego-mi corazón quería salírseme del pecho al escucharla-. La mía es en forma de corazón y la tuya tiene forma de llama. Quise que tomaran la figura de lo que significas para mí; el fuego que encendió mi corazón y lo llenó de pasión y amor, de alegría y hasta tristeza. Desde que comencé a conocerte, despertaste en mí millones de emociones que no había explotado y me sacaste de una terrible monotonía que, tarde o temprano, acabaría conmigo.

Si antes me contuve, en aquel ahora no lo hice. A pesar del ardor, dejé que más de una lagrimita corriera por mis sienes. El antifaz no tenía las tiras lo suficientemente gruesas como para cubrir aquellas gotas saladas y por eso ella, con un beso, recogió dichas lágrimas y procedió a colocarme la fina cadena en el cuello.

-Son de plata, pero los dijes son un imán-inclinándose para estar a sólo milímetros de mi rostro, escuché un pequeño "tick"-. Juntos son un corazón en llamas. Cuando los mandé a hacer no sabía que me correspondrías, pero ahora que eres mi novio, tiene mucho más sentido. Quiero que la conserves siempre, porque el día que no la tengas, entenderé que ya has tenido suficiente de mí y finalmente me daré por vencida.

Negando sutilmente con la cabeza, la rodeé con mis extremidades superiores y halé de su nuca para finalmente hacer chocar nuestros labios.

Esa noche ella durmió completamente sobre mi pecho, teniéndome acariciando su cabello, rostro y espalda con dulzura.

Sabía que al día siguiente todo volvería a la "normalidad", pero esos instantes los había aprovechado como nunca.

Y esa cadena...jamás me la quitaría, no.

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