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⟣ᴄɪɴᴄᴏ⟢

Cuatro días desde nuestra llegada. Cuatro días donde aún me parecía increíble que finalmente hubiese derrumbado, al menos la mitad, de la muralla tras la cual se ocultaba el verdadero JungKook.

Aunque, bueno, él también estaba algo...impresionado con mi nivel de...¿salvajismo dijo que era?

-Realmente no dejo de pensar en ello ¿cómo es que puedes andar tan campante con sólo un vestido y nada de ropa interior? La época de piedra ya pasó hace mucho por si no te habías enterado.

-Créeme que, si de mí dependiera, andaría desnuda, pero eso parece ser demasiado para tus vírgenes ojos así que no, no tiene nada que ver con las primeras civilizaciones.

Chasqueó la lengua y yo reí.

La situación era la siguiente: No estaba dispuesta a bañarme en la playa sólo para limpiar el desastre de mi menstruación (que ya se estaba yendo pero seguía jodiendo) pues el reguero de sangre sería inmenso, así que, con uno de los banquillos del pescador, me sentaba, alzaba mi vestido (que como bien decía JungKook era lo único que usaba encima), y con dos palanganas, una bajo mis pies y otra con agua, me aseaba, siendo el castaño, que se encontraba a mis espaldas, quien me pasaba el jabón y los tapones. Él era mi asistente cada día mientras yo hacía ese proceso, y yo fui la suya esa misma mañana cuando él decidió que debía depilar su entrepierna aplicando mi mismo método y yo pasándole la máquina de afeitar.

De hecho, en eso estábamos cuando él me lanzó aquella pregunta.

-Me gustaría saber por qué te depilas ¿sabes? Y más estando cerca de mí que sabes que soy capaz de violarte si me lo propongo.

Su risita se escuchó mezclada con el sonido de las olas y su espalda vibró.

-Lo hago porque no me queda más remedio. No soporto los vellos en esta zona y pican como el demonio, por lo que me resultan muy incómodos ¿Crees que voy a poder protegerte con picazón en las bolas?

-Hombre, pero existe algo que se llama depilación láser. Eso te dura casi la mitad de un año. Como a mí, que me la hago cada Enero y así es una preocupación menos que tengo mientras mi agenda está ocupada.

-Cuando salgamos de aquí consideraré la idea.

-¡Oh!¿Quieres saber algo más?

-¿Qué?

-Me encanta este lado tuyo-todo movimiento que hacía cesó y, aunque mi cabeza se mantenía hacia el frente, sabía que me estaba observando por sobre su hombro-. Igual de gruñón, pero juguetón, sarcástico, conversador, risueño...Lo único que me falta es comprobar que eres bueno en la cama para drogarte y hacerte firmar un acta de matrimonio.

Otra vez su risilla inundaba mis oídos y yo me deleitaba con eso.

Digo, no todos los días se escuchaba a este hombre reír.

-Entonces siéntete afortunada. Sólo JiMin conocía al verdadero JungKook cuando no está en su papel de escolta.

-Exacto, ya lo dijiste: conocía. En pasado. Ahora tu futura esposa también lo conoce, cosa que es muy conveniente, por cierto.

-Sigo sin entender por qué, de tantos hombres que te rodean, viniste a escogerme a mí.

-Bueno, primero que nada, tu forma de hablar el inglés es jodidamente sensual y cada día me alegro de haberte estado enseñando-sep, otra vez risas de su parte-. Luego está el hecho de que para mí luces como uno de mis tan preciados y deliciosos tarros de Nutella, y finalmente...compruebo todos los días de esta vida que eres tan similar como opuesto a mí y me encanta esa personalidad tuya...aunque no esté de acuerdo con algunas cosas como que me ignores o insistas en mantener una muralla entre nos.

-Profesionalismo se llama.

-Yo prefiero llamarlo tozudez.

-Ajá, claro. Habló la mujer que insiste en perseguir a alguien que no le conviene y le importa un carajo que la persigan para matarla porque ella lucha por la paz de un mundo altamente corrompido.

-Pues gracias a esta mujer y su labia se han evitado muchas guerras y cada día hay más personas escogiendo el camino de la paz y la comunicación e incluso enviando donaciones a los necesitados, y ya son casi más de la mitad del mundo, así que deberías agradecer mi existencia y la de mis compañeros-gruñí, aunque no estaba del todo molesta con él-. Y en segundo lugar ¿Quién dice que no me convienes?

-Yo ¿Quién mejor que yo mismo para decirte eso?

-¿Y a tí quién te dijo que podías decidir por mí? Me convienes mucho ¿sabes? Porque sé que, cuando abras tu corazón al mío, encontraré lo justo y necesario para ser feliz. Spy consiente de lo irónico que es teniendo en cuenta que apenas formulas una mínima frase mientras cuidas mis espaldas, pero yo sé cómo ver a través de las personas.

-¿De veras?¿Y qué cosa tan extraordinaria puede haber en mí como para que insistas de esa manera?

Obligándolo a cubrirse con su toalla, me coloqué frente a él y le sonreí, encorvando mi espalda para quedar rostro contar rostro.

-Calidez. Pensar en tí me reconforta porque sé que alguien tan generoso y dedicado cuida de mí. En tu interior hay un hogar...y yo quiero ser parte de él.

No sabía si era el Sol o mis palabras los encargados de sonrosar sus mejillas, pero de igual manera, al verlo sin palabras, sólo me alejé sonriente, tomando la palangana con el agua ligeramente ensangrentada y la llevé al pequeño hueco en la arena donde JungKook y yo habíamos decidido desecharíamos toda esa agua sucia.

También, a parte de bañarnos en la playa, habíamos establecido un punto específico del bosque donde habíamos cavado otro hueco en la tierra que nos serviría como baño (que por prevención estaba bastante lejano para por lo menos tener privacidad en ese momento) y lo otro que hacíamos era sacar agua del lago para pasarla por un improvisado filtro hecho con medias de JungKook y luego rellenar las botellas de agua y refresco que teníamos, por suerte, en la maleta donde yo había decidido llevar toda esa comida y bebidas para repartir a los niños en caso preventivo de que el contenedor que había mandado no llegase completo a su destino.

Ajá. Nadie dijo que sobrevivir en una isla fuese tan fácil. Allí éramos más animales que personas.

Pero bueno...me relajaba un poco el hecho de estar tomándome un descanso...y más con JungKook al lado.

Es que alguien allá en el cielo me ama y quiso que dejara de hacer el ridículo arrastrándome a los pies de ese sexy, y gruñón, y generoso, y pesado castaño, y me concedió tan dichosa oportunidad.

Precisamente al lago era a donde nos dirigíamos luego de que él terminase con su asunto. Debíamos volver a rellenar las botellas.

El lago era hermoso, y, por lo que suponía, se alimentaba del agua subterránea. Siendo la única fuente de agua dulce que teníamos, sólo la utilizábamos para beber...o en casos extremos como cuando me tuve que lavar la cabeza e hice a JungKook cargar agua del lago a la playa pues yo primero muerta que con el cabello hecho un desastre por culpa del agua salada.

Detalles.

-Oye, JungKook ¿Qué harás de comer hoy?

¡Oh, sí! Se me había olvidado mencionar ese pequeño hecho. Jeon JungKook se estaba haciendo cargo de cocinar, e insistía en hacerlo por mucho que le dijera que yo también hacía deliciosos platos.

Hasta el momento sólo había hecho arroz y había cocido unas salchichas en lata pues debíamos comer según las reservas para que duraran y yo lo que llevaba en mi maleta no eran más que chucherías que sólo serían abiertas en casos extremos.

-Bueno...la lata de salchichas ya se ha acabado. Quedan unas cinco más, pero como no quiero cansarnos, abriré la lata de atún y seguiré haciendo el arroz del saco hasta que se acabe ¿te parece bien?

Su vista se alzó de la botella que estaba llenando a mí y yo, más que sonriente, asentí frenéticamente.

-¡Amo el atún!

Una sonrisa cerrada pero completa y orgullosa se dibujó en su rostro y juré que mis ojos estaban siendo bendecidos.

-Lo sé. Siempre que tienes la oportunidad comes tu adorado plato de atún frío mezclado con arroz caliente. Es tu comida favorita.

Por unos segundos me quedé en shock debido a que no me esperaba que se hubiese fijado tanto en eso, mas luego simplemente sonreí como la boba enamorada que soy y volví a retomar mi labor rellenando botellas.

-Y después dice que no quiere que me case con él-susurré, y aunque era consciente de que él y su súper oído me habían escuchado, un cómodo silencio se estableció entre nosotros.

Terminando con nuestra labor, retomamos el corto camino de vuelta al campamento.

Sin embargo, algo pasó, y pasó muy rápido.

Unos pájaros (que hasta el momento sólo habíamos notado su existencia gracias a sus chillidos y canturreos, en dependencia del tipo de ave que fuese) armaron un repentino revuelo y terminaron volando cerca de nosotros mientras se atacaban a picotazos.

Cuando su dirección era exactamente la nuestra, JungKook soltó la carga de sus brazos y nos hizo a un lado con rapidez.

-¡Agh!¡Joder!-su quejido en medio de un gruñido me colocó en estado de alerta.

Cuando los problemáticos pájaros se llevaron su pelea lejos, no dudé ni un segundo en dejar caer las botellas y obligarlo a voltearse por completo hacia a mí.

Al parecer se había raspado con la madera del árbol tras el que estábamos y el arañazo había sido lo suficientemente profundo como para raspar su camiseta y piel...aunque esta última no soltaba tanta sangre como para decir que era algo grave.

Sin embargo, yo no me fiaba.

-Ven-importándome un bledo su reacción, tomé su mano para arrastrarlo luego de tomar una de las botellas-. Tengo un remedio para evitar que eso se complique.

-Es sólo un rasguño-protestó, pero agradecía que no hiciera fuerza por soltarse.

-Déjame ser, hombre.

-Bieeen-luego de algún tiempo, lo volvía a ver rodando los ojos.

Pero ignoré ese detalle, como siempre.

Guiándonos hacia la pequeña cabaña, lo senté en su hamaca y tuve que deshacer mi cama para abrir mi maleta (como teníamos que hacer cada vez que necesitábamos algo de ellas) y de uno de los bolsillos saqué mi pequeño botiquín, el cual siempre llevaba conmigo en mi bolso.

-Cuando estábamos en Kenya, una de las curanderas me dió un buen puñado de extrañas hierbas medicinales a manera de agradecimiento-estando de pie frente a él, coloqué el botiquín abierto en sus muslos y le mostré una pequeña botella de plástico-. Me dijo que como siempre estaba expuesta al peligro debía llevar conmigo esas yerbas que todo lo curan así que yo accedí, pidiéndole que me las hiciera pomada para que me resultara más fácil, así que aquí está. Serás el primero en usar mi regalo, JungKook.

Sus ojos observaron el recipiente con curiosidad y asombro.

-Así que era eso lo que te habían dado-su expresión parecía la de un niño-. JiMin es el que se encarga de ese tipo de cosas cuando trabajamos juntos.

-Lo sé. Pero ahora, quítate esa camisa y vamos a curarte eso.

Volví a alegrarme cuando no prestó mucha resistencia e hizo lo que le pedí.

Con mis dedos en la abertura de la botella de agua que había llevado, mojé el rasguño para limpiarle la sangre viéndolo hacer extrañas muecas por la rara y molesta sensación. Luego apliqué la crema suavemente con mi dedo y di por terminado el asunto cuando coloqué sobre la herida dos curitas.

-¡Ya está!

-Umjun-volvió a colocarse la camisa-. Ya puedes ser enfermera. Con título de oro en exageracionogía y todo.

-Ja, Ja, Ja. Mira cómo me río-pero al final sí terminé riéndome pues la situación en sí era la que me causaba gracia.

Es que me encantaba su lado sarcástico e irónico.

Colocando de nueva cuenta todo en su lugar, me senté sobre la improvisada cama y me le quedé viendo acomodarse la camiseta y las curitas. Entonces reparó en mí y me regaló una sonrisa tan brillante que alteró todos mis sentidos en un santiamén.

¿Y cuál fue mi reacción?

Levantarme y abrazarme a su cuello, donde también escondí la cabeza a pesar de que literalmente su cabeza quedaba a la altura de mi pecho.

-Gracias por siempre salvarme, JungKook...hasta de lo más mínimo.

Casi que caigo al suelo cuando sus brazos me correspondieron y se enredaron en mi cintura. Entendía que era su manera de decirme un: de nada.

Estaba siendo un momento tan silencioso como precioso y deseado...al menos para mí.

Pero...

-Bueno, ya-con una burlona mueca, nos separó-. Demasiado contacto físico. Vamos a recoger las botellas que dejamos.

Por supuesto que tenía cara de póker.

-Si te pagaran por cagarla, ya serías millonario.

-No es mi culpa haber nacido así. Culpa a mis padres.

-Algún día, Jeon JungKook...Algún día no querrás dejar de tocarme.

Nuestros orbes no se apartaron en ningún momento y por un segundo pude notar el brillo de los suyos a pesar de la clara amenaza en los míos.

-Lo que tú digas. Pero mientras ese día no llega, podemos ir yendo a por las botellas.

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