⟣sᴇɪs⟢
JᴜɴɢKᴏᴏᴋ
Estar enamorado es jodido, más cuando eres un escolta, pero la cosa empeora en el exacto momento en el que te enamoras de tu protegido.
Es realmente difícil pretender ser un hombre con el corazón de piedra ante la persona que amas sabiendo que es intocable...Pero ya estar enamorado de Sarah Millian Cain significa entrar en un juego con la máxima dificultad, en nivel legendario.
Con cada mínima cosa, ella buscaba seducirme y hacerme caer en sus redes...y lo peor es que lo conseguía.
¡Joder que sí!
Cuando empezé con mis entrenamientos para convertirme en un buen escolta, me autoplanteé la regla de no simpatizar con mis protegidos pues las consecuencias no serían del todo agradables...Pero entonces llegó esa rubia alocada a mi vida y mientras más la conocía, más cerca la quería tener.
Ahí fue cuando el muro que separa al escolta JK del JungKook real se hizo más grueso.
Moría por tocarla, por devolverle sus malos piropos, por besarla cuando se acercaba a mí con la intención de jugar conmigo, por dejar que mis pantalones se apretaran cuando ella se pegaba a mí a propósito y se restregaba casi que sin pudor...pero no me podía permitir nada de eso.
Sólo soy un escolta ¿Qué tenía para ofrecerle? Nada más que no fuera protección y reglas que se suponía no debía romper.
O al menos eso siempre pensaba hasta que el destino nos dejó atrapados en esa desierta isla y, sabiéndonos lejos de toda la sociedad y sus prejuicios, me permití mostrarle una parte de mi verdadero yo, derrumbado la mitad de mi muro.
Pero no esperé que el resto también se viniese abajo poco a poco.
Quería descansar pues tantas noches en desvelo me estaban pasando la cuenta, pero entre el pensar en todo lo que Sarah me estaba provocando y ella que no dejaba de moverse de aquí para allá en su cama no me dejaban cerrar los ojos y reposar como era debido. Ni siquiera mecerme en la hamaca me ayudaba.
Serían la una o las dos de la madrugada cuando nos acostamos a dormir (puesto que no estaba dispuesto a dejarla andando sola por ahí por muy solos que estuviéramos), pero ella llevaba casi dos horas meneándose de aquí para allá sin encontrar una posición fija.
-¿Qué ocurre?-parecía un zombie de lo lento que me movía y hablaba. Casi me tomó un minuto sentarme en una esquina de su cama a su lado.
Realmente estaba cansado.
-No es nada-sonrió, pero verla apretando y frotando sus muslos me hizo enarcar una ceja.
-Dime qué pasa.
-No es nada, en serio.
-Dime, Sarah. Estoy muerto de cansancio y no tengo precisamente el mejor humor, así que lo mejor es que hables.
Suspiró con cansancio y acomodó mejor la almohadilla bajo su cabeza. Era la que siempre llevaba para dormir cómodamente en el avión.
-El probelma es mi menstruación. Cuando ella se está yendo, siempre me deja las hormonas todas revueltas y pues...justo ahora mi cuerpo me exige a gritos que me reproduzca...¿Ya te vas haciendo una idea?
-Umjun-asentí-¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?
-Dudo que quieras y puedas acostarte conmigo justo ahora-rió-. Estás demasiado cansado y además, tus "principios" como escolta no te lo permitirían.
-Pero no quiero verte así-cuando menos me lo había esperado, había puchereado.
No entraba mucha luz pues la fogata poco a poco se estaba apagando, pero pude verla morderse los labios y la escuché lloriquear.
-No hagas eso, por favor. Te me haces tan besable ahora mismo que comienza a doler.
-¿Eso quieres?¿Un beso?
Sus ojos repentinamente brillaron.
-¡Uno, dos, tres y hasta cuatro!-otra vez rió y se sentó para quedar cara a cara-¿Me besarás?
Lo poco que me quedaba para perder por completo la cabeza por esta mujer, fue haberme atrevido a besarla.
Se sorprendió tanto que ahogué más de un jadeo suyo en mi boca.
Estaba amando tanto estar en sus labios que mi cuerpo, casi que involuntariamente, se fue cirniendo sobre el suyo al punto de quedar entre sus piernas, acariciando sutilmente sus muslos y brazos.
Labios suaves y carnosos, deliciosos al morder suavemente, lengua juguetona y gran habilidad al chupar.
En el cielo me tiene esta mujer.
Sus manos sobre mis mejillas ayudaron a profundizar aquel beso donde estaba depositando todo el deseo acumulado durante cuatro años y la falta de aire fue quien nos separó poco a poco.
Nuestros orbes encajaron en medio de la escaza luz y me di el lujo de perderme en su mirada.
-Tú-balbuceaba-...Será mejor que descanses-sonrió de lado-. Creo que me has ayudado demasiado aunque...¿Sería mucho pedir que te quedaras justo como estás? Juro que puedo con tu peso y no intentaré violarte ni nada de eso.
En medio de mi somnolencia dejé escapar una risilla ronca e hice caso a sus palabras. Mi cuerpo cayó despacio y por completo sobre el suyo y mi cabeza buscó refugio en su cuello mientras mis brazos se mantenían a cada lado de los suyos sobre la sábana.
-Descansa, Kook. Te lo mereces. Has cuidado mucho tiempo de mí y creo que ahora llegó mi turno de velar tu sueño...aunque sea por esta noche.
Y aquello fue lo último que escuché antes de ceder al sueño siendo rodeado por los brazos de Sarah y acariciado por sus dedos.
¿Barrera?¿Muro?¿Pared?
No, ya no existía nada de eso.
La máscara se había terminado de esfumar junto a mi cordura.
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