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Ø4 ≠ ¿Tråtº?

Maldito Itachi, maldito Kisame, maldito Sasori, malditos todos.

Deidara apenas volvió de la misión corrió a tomar su arcilla, pero Itachi la había escondido como castigo. El rubio creyó que olvidaría el accidente del lodo, pero no, este seguía furioso ya que Deidara no había sido capaz de limpiar ese desastre.

¿Conclusión?

El menor de los Uchiha decidió no devolverle su tan amada arcilla hasta que aprenda la lección y le pida disculpas, algo que sabía bien que no iba a ocurrir, Deidara era demasiado orgulloso como para admitir un error propio.

Intentó convencerlos a todos que lo ayuden, pero todos le dijeron lo mismo:

“Estás muy mayor como para hacer berrinches, debes resolverlo solo ”.

Maldito sea el día en el que lo obligaron a unirse a Akatsuki, maldecía ese día con todo su odio, Itachi lo había humillado y lo seguía haciendo. Todos los Uchiha lo humillaban.

Se encontraba en un árbol hablándole a una hoja sobre todo lo que odiaba a ese clan cuando Obito se acercó. Escuchaba divertido esa conversación.

— ¿Sabes qué es lo peor? ¡El muy estúpido no acepta dinero a cambio! Es decir, ¿Quien no aceptaría dinero? ¡Siempre funciona cuando Kakuzu me castiga! —protestó arrojando lejos una pequeña rama.— ¡Estúpidos Uchiha! —gritó con fuerza.

— Ya no eres un niño como para maldecir todo lo que te molesta. —susurró Obito tras suyo.

Deidara no supo cómo o cuándo este llegó ahí, pero lo dio un buen susto. Casi que se caía de la rama donde se había sentado.

— ¡Cierra la boca! —le gritó. Estaba muy molesto. — ¡Todos los adultos son iguales, te castigan, son aburridos, hacen chistes malos y se molestan por todo! —protestó haciéndose bolita y abrazando sus piernas.

El mayor suspiró y se sentó a su lado. Sabía por qué se molestaba, desde los principios de su adolescencia había vivido en esa cueva llena de personas mayores, era lógico que tenga ese concepto de “adultos” viviendo entre esos tipos y Konan.

— ¿Sabes que también eres un adulto? —preguntó.

— ¡Lo sé, pero no soy como ESOS adultos! —hizo énfasis en la penúltima palabra.— Yo sí soy buena onda, no como el imbécil de Itachi. —

— Entones... Dime, ¿qué hubieras hecho tú si hubieras estado en su situación? ¿Hubieras actuado con la calma con la que él actuó o hubieras hecho explotar todo? —

Deidara se quedó en silencio y bufó, como siempre. Obito había aprendido a leer a su compañero, sabía que muchas veces se enojaba por cosas estúpidas, pero lo hacía porque era una de las pocas formas que tenía de expresarse. Por que lo recordaba, nunca lo había visto carcajeándose o llorando, eso lo ayudó a deducir que fingiendo enojo o frustrándose por cada cosa era la forma más natural que tenía para expresarse.

— Solo quiero arcilla y ya, nada más. —se quejó dando vuelta su rostro al lado opuesto del mayor.

Tobi puso su mano en su propio mentón dubitativo pensando en qué podría hacer para no ver a su compañero así.

Sonrió ampliamente ante la primer idea que se le cruzó por la mente, ambos saldrían beneficiados.

— ¿Y qué si?... —solo pronunciado esas palabras se ganó toda la atención del contrario. — ¿Y qué si yo pudiera devolverte todo lo que te quitaron sin que Itachi se de cuenta? —sonrió.

El rubio, antes serio, sonrió con ese brillo especial en sus ojos.

— ¿Enserio podrías? —gritó lleno de felicidad.

— Claro que sí, soy su puto tío y tengo jutsus de espacio tiempo, ¿te crees que no lo conozco como para saber dónde esconde las cosas? Lo mismo le hacía a Sasuke cuando le quitaba sus kunai, todo un clásico. —canturreó.

Deidara cambió su sonrisa por una expresión sería.

Tontos Uchiha... —susurró. Antes de que Obito abra la boca para defender su apellido, el rubio volvió a hablar.— Sé que me vas a pedir algo, así que adelante, pídelo. —

Si que el chico era listo, esa era la parte que lo beneficiaria a Obito.

— Pues... —


— ¿Estás diciendo que por esta semana seré tu esclavo? —cuestionó un indignado rubio.

— ¡No! ¡Siquiera dije eso! —replicó el de cabellos negros.— Dije que por cada ración de arcilla que te dé me vas a tener que hacer un favor. Dios mío Deidara, ¿Qué tiene que ver eso con esclavitud? —

El rubio rodó los ojos, no iba a admitirlo, pero su nombre sonaba sexy cuando Obito lo decía, el tono de voz del mayor era sexy, estaba segurisimo de que hasta la palabra “gatito” podría sonar sensual.

— Está bien... ¿Trato? —extendió su mano al más alto, el que sin dudarlo le dio un apretón de manos, cerrando el trato.

¿Acaso se había metido en un mal sitio? Obviamente, ahora el Uchiha le podría pedir hasta que le chupe el pie y el no se podría negar.

Bienvenidos al cuarto capítulo de este libro, espero lo disfruten.
Tomen agua y aliméntense bien <3.

Perdón por no actualizar gente, estoy con unos problemas en el hígado que ni se imaginan 😥.

Cuidense gordis uwu.

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