28 : feelings
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TWO YOUNG HEARTS
❝ sentimientos ❞
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Meredith caminaba detrás de todos, estaba cabizbaja y había evitado acercarse a Edmund a toda costa.
— ¡Mer, estas bien! —alguien la rodeó entre sus brazos
Ese aroma a cenizas de una fogata nocturna era irreconocible, rodeó el cuerpo de su hermano y lo estrecho fuertemente alegre de saber que se encontraba bien.
— ¿Zephyr? —preguntó la chica
— Está con Peter intentando calmarlo porque al parecer las cosas no salieron como quería —Meredith reconoció el enojo en la voz de Oliver.
Sabía que Oliver estaba tan enojado como ella por haber abandonado a aquellos Narnianos.
— Mis dones también están fallando —comentó el mayor—. Intente crear fuego para atrasar a los telmarinos, no funcionó
Un grito llamo la atención de ambos hermanos, al inicio de la fila. Caspian y Peter se apuntaban con la espada. Meredith corrió hacia el de cabello largo y tomó su brazo.
— Debes calmarte —susurró bajando el brazo de su amigo
Voltearon hacia un lado, Edmund llevaba en brazos a Trumpkin quien yacía inconsciente, rápidamente Lucy se acercó. Meredith aún se sentía anonadada por lo sucedido, varios habían perdido amigos, familiares y ella no había podido hacer nada para evitarlo.
Al voltear a su lado Caspian ya no se encontraba, seguramente había vuelto al refugio.
— Mery —la llamo Edmund tomándola del brazo delicadamente.
La chica lo apartó bruscamente y salió corriendo hacia el bosque. Edmund estaba listo para seguirla pero alguien lo tomó por el brazo.
— Es mejor que esté sola —dijo Oliver
Mientras Meredith caminaba por el bosque tenía el presentimiento de que debía estar en otro lugar. Tal vez tenía que estar con Caspian, se había alejado mucho de él, se había puesto del lado de Peter en lugar de estar de su lado.
Sus pies se movieron a voluntad propia, pronto se encontraba en la entrada del refugio, con la cabeza baja caminaba entre los túneles, no se había detenido a mirar las pinturas en ellos.
Al llegar a la tumba de Aslan se quedó estática en su lugar, había una pequeña lucha entre los hermanos Pevensie y unos narnianos, pero eso no era lo que le sorprendía, Jadis estaba en la sala tras una pared de hielo. Ordenaba a sus piernas moverse pero no hicieron caso, sintió su respiración detenerse dio un paso atrás provocando que cayera.
— Ella está muerta —susurró para sí misma arrastrándose por el suelo—, ella esta muerte
Una espada atravesó el vientre de Jadis junto a la pared de hielo, el corazón de Meredith reaccionó nuevamente, sintió el aire llenar sus pulmones y una fuerte opresión a su corazón. Tal y como los sentía cuando Jadis estaba viva.
— ¿Meredith, estás bien? —dijo Edmund arrodillándose a su lado
La rubia no se había dado cuenta que había lanzado un fuerte quejido cuando sintió el fuerte dolor en su pecho. Todos estaban a su al rededor.
— ¿Estás bien? —preguntó Lucy tomando su mano
— Lo estoy —aseguró intentando levantarse pero falló— ¿Te encuentras bien?¿No te hizo nada? —tomó el rostro de Caspian y lo miró de distintos ángulos para verificar que no estuviera lesionado
— Estoy bien, Meredith —le sonrío apartando sus manos con delicadeza
— No vuelvas a hacer algo así —lo estrecho entre sus brazos con fuerza
— ¿Qué fue lo que te pasó? —preguntó al separarse
— Estoy bien —mintió—, solo tropecé con mi vestido eso es todo —se colocó de pie y salió de la tumba
Camino hacia el bosque no muy lejos del refugio, había vivido y paseado cientos de años entre los árboles del bosque de Narnia pero después de más de mil años todo había cambiado. No quería perderse sin embargo dejó que sus piernas tomaran el control y la dirigieran a donde fuera.
Estar tirada en el suelo mientras se liberaba una pequeña lucha frente a ella la había hecho sentir débil. Su cuerpo no había reaccionado con rapidez y se había dejado llevar por el miedo, el tiempo la había hecho cambiar, regresar de la muerte también y no había sido para bien. Algo impedía que sus dones volvieran a funcionar, eso también afectó a sus hermanos.
Detestaba sentirse débil o que tenía que depender de otros.
— ¿Estás bien? —preguntó alguien a su espalda provocándole un susto
— ¡Estoy bien! —exclamó dando media vuelta— Solo tropecé, no es para tanto
— No me refería a eso —dijo Edmund acercándose a ella—, me refiero a todo esto, a la presión que sientes al no tener tus dones
Las facciones de Meredith se suavizaron por unos segundos antes de que sus puños se apretaran y su respiración se volviera más pesada.
— ¡Tú eres un egoísta! —le gritó caminando furiosa hacia él— ¡Dejaste que murieran solo para salvarme! ¡Por Aslan yo no puedo morir! ¡Preferiste que se perdieran cientos de vidas a que yo muriera! —exclamó de forma brusca— ¿En qué pensabas Edmund? ¡Debiste dejarme ir con ellos y dejar de ser un maldito imbecil! Ellos no merecían eso, solo espero que tú...
Edmund se canso de escucharla gritar, estaba desesperado, quería callarla y la única forma que se le ocurrió para hacerlo fue agarrarla con brusquedad y juntando sus labios formando un beso desesperado que inconscientemente ambos habían ansiado con que pasara.
Meredith dejó de lado sus emociones negativas para dejarse llevar por el momento, sus manos las colocó en los hombros de Edmund atrayéndolo más a ella mientras que el chico la abrazaba por la cintura con tal fuerza que sentía que si la soltaba se desvanecería con el viento dejándolo solo de nuevo.
Sus labios encajaban de una manera tan linda que lograba dejar de lado la presión que se ejercía en aquellos adolescentes que apenas iniciaban a descubrir esos sentimientos ocultados pro mucho tiempo.
El separarse en sus ojos se veía esa llama intensa de un amor inocente y sincero que había esperado por salir a la luz y ahora que habían dado el primer paso no esperaban esconderlo jamás.
— No se si estoy feliz o enojada —Meredith bromeo con una sonrisa aún abrazada del rey
— Tenía que callarte de alguna manera —Edmund respondió acariciando con sus pulgares la cintura de la rubia
— Lo siento —dijeron a la vez
No necesitaron más palabras para saber porque sus disculpas, cualquiera que los mirara desde lejos vería la conexión que tenían. El silencio que había entre ambos los hacía sentir en paz, les provocaba una sensación de cosquilleo en el estómago.
Los dos sabían perfectamente que había comenzado algo nuevo entre ambos, algo que los hacía felices pero también los lastimaría puesto que al final de cuentas Edmund Pevensie tenía una vida fuera de Narnia.
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