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26 : the promise


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TWO YOUNG HEARTS
la promesa
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En la tumba de Aslan los reyes de antaño, sus hermanos, el ejército y Caspian se encontraban explicando el plan a Meredith sobre atacar el castillo termarino.

— Yo iré —dijo muy segura

— ¡NO! —exclamaron sus hermanos y Edmund.

— ¿Por qué no? —cuestionó incrédula— Puedo desarmar a todos en esta sala, no soy una niña que necesita de la protección de todos —Se cruzo de brazos

La sala se inundó de un silencio incómodo.

— Bien, vayan a prepararse —ordenó Peter antes de salir del lugar siendo seguido por varios.

Meredith se quedó mirando un punto en el suelo, no sabía cómo iba a ayudar sin sus dones, había intentado de todo pero nada funcionaba para regresarlos.

— ¿Segura que quieres ir? —Meredith alzo la mirada encontrándose con las oscuras orbes de Caspian— No tienes que hacerlo si no quieres

— ¿Desde cuando he huido de una pelea? —sonrió fugaz

— Oye... —aclaró su garganta— aquella historia que me contabas sobre la chica que dio su vida para salvar Narnia

— Era yo —volvió a sonreírle—. Te enterarás de muchas cosas ahora que eres líder de un ejército narniano —golpeó el brazo del príncipe amistosamente

— No creo que me hagan mucho caso— Meredith suspiro aliviada al ver que había logrado desviar la conversación— Peter es el verdadero líder —dijo desanimado a lo que Meredith solo soltó una risa y camino a otro lado

No muy lejos de donde estuvo platicando con Caspian encontró a Edmund mirando seriamente.

— Deberías de disimular un poco tus celos —se burló la chica

— No estoy celoso —contesto el chico apartando la mirada

— Deberías decírselo a tu cara —toco la punta de su nariz y después se fue. Edmund no pudo evitar sonreír.

Le gustaba volver a estar rodeada de Narnianos aunque estuvieran apunto de ir a una guerra. Su tranquilidad no duró mucho puesto que tomaron sus dos brazos y la arrastraron a un lugar apartado del resto.

Cuando Meredith dio media vuelta se encontró con sus hermanos.

— Queremos que nos cuentes todo —ordenó Zephyr.

— ¿Todo? ¿Todo de que? —fingió desentender.

— ¿Cómo sigues viva? —cuestionó Oliver sin tacto alguno.

— Bueno —se quedó en silencio—. La marca que nos dejó el espíritu de mamá no sólo ayudó a mejorar nuestros dones, también nos quitó nuestro lado mortal, no podemos salir de Narnia, no podemos tener hijos, ni morir, nos quedaremos con este aspecto por el resto de nuestra vida. Aslan sabía lo que hacía —una pequeña sonrisa se asomó en su rostro—, al ponerme en el río quede dormida antes de tiempo y... —se quedó en silencio por un largo rato— desperté antes que ustedes.

Al terminar de hablar ninguno de los hermanos Brown dijo nada, Zephyr y Oliver compartían miradas intentando procesar la información que les reveló Meredith. Ambos sabían que no eran eternos, tenían un periodo de vida largo a comparación de los demás, en su niñez las sílfides les habían contado que al cumplir 2000 años morirían y ellos lo habían aceptado.

— Eso es... —Zephyr se quedó en silencio.

— ¿Cómo... donde estuviste todo el tiempo que... tú... —las palabras le fallaban a Oliver pero Meredith entendió lo que quería preguntar

Sabía que sus hermanos no juzgarían las decisiones que tomó en el pasado, pero le costaba contarles la verdad.

— Estuve en el castillo de los telmarinos —soltó sin pensarlo, Zephyr y Oliver soltaron un exclamo—. Mis dones no funcionaban y... sentía que no podía proteger a Narnia sin ellos, así que... decidí tomar el camino más fácil: huir. Estuve trabajando como mucama y es por eso que conozco a Caspian, se podía decir que fui su niñera. Cuando me entere que el tío de Caspian lo quería matar ayude a que escapara, no podía dejarlo solo —sus hermanos escuchaban con atención cada palabra—. Los busque por mucho tiempo, fui a Cair Paravel pero no quedaban más que ruinas.

— Oh, Mer —dijo Zephyr abrazándola con fuerza—. Tus dones aún no funcionan —Meredith negó con la cabeza

— Tal vez tengas que hacer algo para recuperarlos —propuso Oliver

— Intente contactar a Aslan para que me ayudara pero nada —soltó un suspiro pesado

— Lo resolveremos, juntos —Oliver la tomó de la mano

— También tenemos que resolver cómo convertir a Nick en una persona de nuevo —dijo Zephyr

— Había olvidado que teníamos otro hermano —bromeó Meredith haciendo reír a Oliver y ganándose una mala mirada de la mayor.

— Lo más importante ahora es recuperar el trono de Caspian

— ¿Creen que todo salga bien? —preguntó Meredith con un leve temblor en la voz — Tengo un mal presentimiento, tal vez deberíamos hacerle caso a Caspian y planear bien el ataque, la idea de Peter es algo impulsiva.

— Todo saldrá bien —animó Zephyr—. Tenemos que alistarnos, vamos.



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Faltaba poco para que se encaminaran a donde realizarían el ataque. Meredith había terminado de alistarse cinco minutos después de la plática con sus hermanos por lo que decidió salir al bosque no muy alejada del refugio. Tenía que recuperar sus dones, no se sentía completa sin ellos.

— ¡Maldita sea! —se quejó después de su décimo intento por absorber el agua de la tierra.

Se dejó caer sin cuidado al suelo, sus brazos le dolían por el esfuerzo. Se sentía inútil sin sus dones, pensaba que había sido un error haberse dejado ver por todos cuando no podía ayudar en nada. Temía que el plan fracasara o ella lo estropeara.

Entonces sin darse cuenta las lágrimas comenzaron a caer empapando sus pálidas mejillas, se sentía tonta por llorar.

El sonido de las hojas secas ser pisadas llamó su atención, en un ágil movimiento de puso de pie y desenvaino su espada apuntando al enemigo.

— Tranquila, soy yo —dijo Edmund levantando sus manos mostrando inocencia— Los siento por asustarte.

Meredith guardo su espada y se dio media vuelta intentando limpiar sus lágrimas de manera disimulada.

— ¿Qué pasa? —preguntó acercándose cuidadosamente a ella.

— Estoy bien —dijo con voz llorosa.

— Esa no fue mi pregunta y es obvio que no estás bien —Edmund colocó su mano en el hombro de Meredith—. Vamos Mery —la envolvió en sus brazos.

Y ahí fue donde Meredith no pudo aguantar más el llanto. Se aferró a Edmund con tanta fuerza que sentía como el corazón del chico latía. Edmund repartió caricias en la espalda de Meredith. Poco a poco los sollozos de la rubia cesaron y las lágrimas se secaron.

La chica no quería separarse de Edmund, se sentía segura entre sus brazos. Así que mientras lo abrazaba le contó lo mismo que a sus hermanos: como ahora era inmortal, el que había perdido sus dones y como había terminado en el castillo termarino cuidando de Caspian.

Al ver que Edmund no hablaba ni se movía Meredith se separó temiendo que el chico la quisiera lo más lejos posible de él.

— Lo siento, no debí contarte todo eso, son mis problemas no los tuyos y no tenia porque abrumarte con eso ahora que vamos a ir a una emboscada —hablo muy rápido que se tropezaba con sus palabras.

— Ey, tranquila —Edmund tomó el rostro de Meredith entre sus manos obligándola a que lo mirara—. Te agradezco que confíes en mi, no te disculpes por contarme tus problemas ¿de acuerdo? —Meredith asintió— Que importa si no tienes tus dones, eres mucho más sin ellos, eres la mejor espadachín que conozco, eres muy inteligente y capaz de lograr todo sin tus dones —una sonrisa apareció en el rostro de Meredith—. Tu me hiciste una promesa así que yo la haré contigo, estaré a tu lado pase lo que pase, en este y en otro mundo. Nunca te dejare sola

— ¿Lo prometes? —preguntó con ilusión la rubia

— Lo prometo —afirmó el chico uniendo sus frentes.

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