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04 : the stalker






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TWO YOUNG HEARTS
la acosadora
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La noche había caído y en el hogar de los castores se encontraban los cuatro hermanos Pevensie siendo atendidos por los dueños de la hermosa presa. Mientras ellos disfrutaban de la calidez del hogar, a las afueras se encontraban cuatro guardianes vigilando cada metro cubico al rededor, cubrían el perímetro esperando el momento para presentarse ante los futuros Reyes.

—¿Puedes hacer que escuchemos lo que dicen?— preguntó Nicholas a Zephyr

—No lo he dominado pero intentaré— la mayor cerró los ojos concentrándose en la brisa nocturna

Tras unos movimientos de manos a los oídos de los hermanos llegaron unas palabras Aslan, camino, profecía. Entonces supieron que los castores les contaban a los chicos sobre la profecía que salvaría a Narnia.

—¿A donde vas?— preguntó Zephyr al ver a su hermana alejarse cortando el intento de saber sobre la platica que había dentro de la presa

—Edmund se está yendo— señaló hacia una figura que caminaba lejos de la presa

—¡No puedes irte!— Oliver la tomó de la muñeca impidiendo que siguiera caminando

—Dijeron que los teníamos que llevar completos ¿No? Eso es lo que hago

—Ni siquiera sabes a donde va— Nicholas camino hacia sus hermanos

—Creo que lo sé, no dejaré que cometa un error— se giró pero nuevamente se lo impidieron

—Meredith ¡No!— exclamó Zephyr —sabes que es peligroso

—Te estás arriesgando mucho, déjame acompañarte— de ofreció Oliver

—Puedo sola Olive ustedes lleven a los otros— abrazó a sus hermanos

—¿Segura que puedes sola?— preguntó Nicholas al separarse de ella

—¿Desde cuando no he podido sola?— pregunto con una sonrisa juguetona





Tras unos largos minutos de caminata Meredith llegó cerca de donde estaba Edmund, a cada paso que daba el castillo de hielo se hacía más grande. Al tenerlo muy cerca un escalofrío recorrió su espina dorsal, se escondió detrás de unas rocas y vio como el chico se adentraba por las gigantes puertas.

—¿Qué estás haciendo?— habló para sí misma y miro hacia el cielo soltando un largo suspiro

En lo alto de un relieve se encontraba el resto de los hermanos Pevensie junto a un par de castores discutiendo sobre su hermano que se encontraba en peligro.

—¡Pelear no salvará a Edmund!— gritó la pequeña Lucy terminando la pelea de sus hermanos

—¡Miren!¡Allá!

El señor castor señaló una figura que salió corriendo detrás de unas rocas y ágilmente llegó al castillo, de detuvo unos minutos en la entrada observando la puerta.

—Es una mala idea— exclamó Meredith alzando su vista hacia las grandes puertas —definitivamente, es una terrible idea— dijo antes de entrar

El la cima de la colina todos se quedaron confundidos por el acto de aquel misterioso ser con capa.

—Tengo que ir por Edmund— dijo Peter apuntó de correr

—Ustedes no irán a ninguna parte— al escuchar una voz a sus espaldas se helaron

—¡Zephyr, Oliver, Nicholas!— exclamaron los castores

Los Pevensie se giraron encontrándose con otros tres chicos, parecían como los superhéroes que leían en las historietas, sus capas de invierno se ondeaban con el viento al igual que su cabello, eso impresionó más a los hermanos con abrigos

—Meredith se encargará de su hermano— dijo Zephyr

—Mientras ustedes tienen que llegar con Aslan los espera con sus tropas— le siguió Nicholas

A su lado se encontraba Oliver en completo silencio puesto que estaba realmente preocupado por su hermanita, él sabía que era peligroso que ella estuviera ahí, pero era Meredith de quien hablaba, de alguna manera encontraría la forma de salvarse, Oliver confiaba en su hermana y sabía que lograría salir ilesa de ese lugar.





Un escalofrío recorrió su cuerpo, sus bellos se pusieron de puntas y los nervios crecían en ella cada que se adentraba más al castillo en busca del chico.

Procuro no tocar nada y no llamar tanto la atención, siguió buscando y llamando al chico peli negro pasando de habitación en habitación hasta que llegó a una más grande que las demás, estaba llena de estatuas de piedra

—No puede ser— poso una mano en la mejilla de una estatua de centauro

No eran simples estatuas de piedra, eran criaturas reales. Un ruido la saco de sus pensamientos, llevo una mano hacia el mango de su espada y se escondió detrás de una estatua, asomó su vista sigilosamente y ahí vio al chico que buscaba pintando con un pedazo de carbón la estatua enfrente de el.

—No deberías estar aquí— salió de su escondite sobresaltando al chico —tampoco deberías hacer eso— señaló la estatua que tenía pintado unos anteojos y un bigote

—¿Por qué debería hacerte caso?— refunfuñó

—Créeme no quieres estar aquí, es por tu bien

—¿Por que a donde voy tú estás?

—¿Por qué a donde está Jadis tú vas?— recargó su peso en una pierna y cruzó sus brazos —¿Qué te prometió?— Edmund la miraba confundido tenía el ceño fruncido y una mueca, ella se acercó un poco a él —Lo que sea que te haya prometido sólo son mentiras— trato de que él entrara en razón

—¿Y tú como sabes? No te incumbe— respondió de mala gana

—Tenemos tiempo de irnos antes de que se entere que estamos aquí— Meredith tomó al pecoso del brazo

—¿Por qué iría contigo?— se zafó de su agarre bruscamente

—Escúchame bien niño— sus caras estaban peligrosamente cerca

—Tenemos la misma edad— se excusó dando un paso atrás, estaba poniéndose nervioso

—Tenemos que irnos— ordenó —¡Ahora!— dijo en tono firme

—No iré contigo— la ignoro

Edmund comenzó a caminar hacia una puerta que había al fondo de la habitación, Meredith se percató que un lobo, guardia real, descansaba en el suelo y se confundía con la nieve

—Edmund, vuelve aquí— susurró firme

—Ya te dije no iré conti...— tropezó con el bulto en el suelo

El lobo se abalanzó sobre el chico y Meredith se escondió detrás de una de las estatuas, llevó su mano hacia su espada y observó la escena desde lejos, unos segundos antes de que Edmund y el lobo cruzaran la puerta las miradas de ambos chicos se cruzaron

—No vayas— gesticulo las chica —ven acá— señaló a su lado

Sin embargo, el chico la ignoro nuevamente y entro junto al lobo, la chica se giró hacia su lado derecho encontrándose con otro lobo, se sobresaltó y llevó su mano hacia su espada pero esta ya no estaba

—No, no, no— un enano con una sonrisa repugnante apareció detrás de ella —suerte a la próxima

Soltó una risa y amarró ambas manos de la pequeña intrusa, la chica sabía defenderse perfectamente pero tenía que sacar a Edmund de ahí. Durante el camino no forcejeo ni se quejó simplemente dejó que la llevaran a donde fuera necesario.

Tras empujones y jalones llegaron a una sala donde habían cientos de escaleras empinadas que con el simple hecho de verlas a Meredith le causó fatiga.

—Sube— el enano la empujó por la espalda causando un traspié por parte de Meredith

La voz del enano comenzaba a irritar a la chica, de mala gana comenzó a subir las escaleras por cada escalón que dejaba detrás los nervios la consumían más y más.

—Encontramos a esta chica vagando por si castigo majestad, creo que le puede interesar— una vez que llegaron arriba el enano la empujó haciendo que cayera al suelo

La niña levantó la cabeza cruzando miradas con La Bruja Blanca, la mirada de la rubia estaba llena de furia y trato de levantarse pero uno de los lobos se posó encima de ella impidiendo que se moviera

—Hola, querida ¿Me extrañaste?— una sonrisa burlona apareció en el pálido rostro de la señora enfrente

Meredith se mantenía callada con su mirada seria clavada en la Bruja, ella mantenía una sonrisa de superioridad en su rostro.

Edmund veía sin entender la escena, lo único que quería el era las deliciosas golosinas que le había ofrecido aquella mujer y esa niña comenzaba a parecerle molesta.

—Levántala— el enano la alzó de tirón, una vez de pie se separó bruscamente —Dime querida ¿Donde están tus hermanos?

La niña soltó una risa sarcástica.

—¿Por qué crees que mis hermanos están cerca?— respondió bruscamente

—No dejarían a su pequeña hermana sola

—Eso no te importa— dijo borde

—No querrás que te haga daño ¿o si?— Jadis se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia la niña

—No querrás que te arranque esos horribles mechones de tu fea cabeza ¿o si?— sonrió sarcástica —Ni siquiera puedes acercarte a mi— rió —nunca te dire donde están

—Claro que lo harás

Dio una señal y los lobos se abalanzaron a ella, comenzaron a olisquearla

—Eso no funcionará— sonrió orgullosa —resulta que las fragancias de hace doscientos años son terriblemente olorosas— esta vez una sonrisa burlona apareció en su cara causando el enojo de la Bruja Blanca

—Supongo que Edmund es menos inútil que tú— comenzó a caminar de vuelta a su trono

—Una cosa— habló por primera vez el chico —podría darme unas golosinas— Meredith volteó a verlo con incredulidad

—Dale lo que quiere

—Adelante, voy a darles de comer

El enano puso una daga en las espaldas de ambos chicos pero antes de eso la Bruja llamó al lobo líder

—Mogrim ya sabes que hacer— una manada de lobos salió de diferentes lados del castillo

—Pero que hiciste— susurró al chico mirando la escena

Los hermanos de ambos corrían peligro al igual que el futuro de Narnia, la guardiana no temía tanto puesto que sus hermanos podrían defenderse perfectamente de una inútil manada de lobos pero llevaban consigo la salvación de Narnia y eso complicaba las cosas.

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