• Mientras La Masturba •
Era una cálida noche de verano...
La pareja de felices erizos se encontraban sentados en el sofá púrpura de la casa de la jovencita de espinas rosadas y orbes jade, observando una película en el televisor mientras se veían rodeados por la penumbra de aquel ambiente nocturno.
Habían tenido un excelente día.
No solo se había notado la ausencia de Eggman y sus macabros planes hacia la villa como era lo usual, también habían tenido la dicha de asistir al nuevo parque de diversiones que habían abierto a unos minutos del pueblo. Lo habían pasado increíble, se habían subido a la montaña rusal, al carrusel y a los carritos chocones, apreciando también los dulces y bebidas que tenía el lugar para ofrecer.
No habría sido la mejor de sus citas, pero sin duda había sido aquella en donde nadie los había notado y eso ya era suficiente para considerarlo un éxito.
Por ahora descansaban en la comodidad que ofrecía el hogar de Amy, con sus teléfonos e intercomunicadores apagados y encerrados en una gaveta situada en otra habitación, librándose de cualquier interrupción imprevista que pudiera arruinarles la pacífica velada que tenían.
Era agradable tomarse un tiempo fuera, desligarse de todas las creencias y límites dados solo por ser héroes y simplemente ser, comportándose como la pareja juvenil que eran, haciendo lo más perezoso y a la vez encantador que podían permitirse sin involucrar a terceros y eso estaba bien.
— En serio creí que ésta película sería mejor —quejó el erizo de espinas cobalto mientras frotaba uno de sus ojos, reteniendo un bostezo.
— ¿Qué tiene de malo? —duda la más joven, ladeando su cabeza en lo que se recuesta sobre su hombro— Creí que te gustaba...
— Me gustan las escenas en donde van en auto, pero... ¿Cuál es la necesidad de que la tipa de rojo no sepa con quién irse? —pregunta, apuntando hacia la televisión de forma acusadora— ¿David? ¿Denis? ¡Es obvio que tiene que elegir a Denis!
— ¿Por qué? —insiste, haciendo una mueca de notable confusión y rechazo ¿Cómo se atrevía a decir que David no era el indicado para Elizabeth?
— Literalmente es el más decente de los dos. Es fiel, intenta respetar los límites de Elizabeth y de por sí no la trata como una cualquiera a diferencia de David —explica, dando todo de sí en cada palabra y gesto para hacer que su novia entienda su punto—. Es que, vamos...
— Quizás solo está confundida —murmura, cruzando sus brazos en lo que se arrincona en el sillón, desviando su mirada—, no siempre es fácil elegir, hay chicas que simplemente les cuesta ¿Sabes?
El erizo de tez melocotón y orbes esmeraldas mantiene su silencio. La verdad no puede opinar o hablar por lo que puede o no estar bien para una chica en el área sentimental, a fin de cuentas no cuenta con un razonamiento femenino que le ilumine en ese ámbito, solo habla por lo que él sabe que sería mejor.
De todas formas a él no le convencía del todo el regirse por los sentimientos para decisiones tan importantes como, por ejemplo, elegir con quién se iba a casar.
— Elizabeth debió irse con Denis —insistió a secas, ganándose un qujido por parte de la rosada—. Ok. Si tu fueras Elizabeth ¿A quién escogerías?
— ¿Disculpa?
— Entre el chico malo y el tipo bueno ¿Con quién te casarías? —pregunta, rodeándola con su brazo desde la espalda para así acercarla a él, sonriéndole de forma cómplice.
La de camisa blanca holgada con shorts rosados suspira, esbozando una sonrisa tímida en lo que intenta pensar en una respuesta.
Claramente no sería difícil ponerse en en el lugar de Elizabeth...
— Sin duda me habría ido con el tipo bueno —sentencia con total seguridad, sumamente convencida de sus palabras.
— ¿Por qué? —indaga, alzando una ceja.
— Porque... los tipos buenos te quieren por lo que eres. No les interesa tu cuerpo, solo te aman por ser tú, por tu personalidad y carácter. No importa si eres chiquita o alta, o más o menos bonita que otras, el tipo bueno va estar ahí siempre, porque realmente te ama sin condiciones —analiza, desviando ligeramente su mirada hacia la escena de pelea en donde David y Denis luchan en un estacionamiento por el amor de Elizabeth.
— Interesante... —susurró el héroe de azul, sobando su mentón— ¿Y qué harías entonces si yo fuera un chico malo, eh? —ronronea, pegándose a su cuello, poniéndola progresivamente nerviosa— ¿Me escogerías a mi?
— Bueno —ríe, sintiendo las cosquillas dadas por el tono de su voz contra su cuello, sonrojandose—, si fueras un chico malo te elegiría a ti solo por ser tú. Quizás serías rudo...
— ¿Sí? —musitó, encimandose sobre ella.
— Rebelde...
— Ajá —posa su mano sobre el muslo desnudo de su pareja, sobandolo en lo que va separandolo de apoco para abrirse paso a su entrepierna.
— Muy, muy ardiente —jadea, mordiendo su labio inferior en lo que sutilmente va subiendo su camisa hasta su pecho.
— Continúa —susurra, acostandola en el sofá, acomodándose entre sus piernas, quitándose la bufanda en el proceso—, dime más —pide, viéndola con un brillo especial en su mirar, subiendo completamente su camisa por encima de sus sonrosados y redonditos pechos.
Amy ríe de forma pícara.
— También... creo que serías indomable, todo un macho controlador —sentencia, rodeando su cuello con sus brazos, alzándose ligeramente para decirle la última frase al oído.
El héroe azulado sonríe de forma perversa, le fascina la descripción que su novia a hecho de él.
Sí acepta que no es algo que pueda encajar con él en su día a día, sin embargo eso no es excusa de no poder adoptar esas cualidades y hacerlas suyas por una sola noche.
— ¿Así es como te gusta? —pregunta tras una risilla grave, quitandole el short junto a sus panties grises, haciéndolos a un lado para contemplar su encantadora vagina debajo de las tenues luces del televisor frente a ellos, tan deleitable y perfecta como siempre.
— Sí —musita, con sus manos cruzadas en medio de sus senos, sonriendole de forma lasciva mientras lo veía a los ojos—, así es como me gusta.
Sonic no se hace de rogar y rápidamente se lanza a sus labios con la intención de degustarlos y devorarlos con pasión y deseo, frotando su entrepierna con la de Amy en el proceso, estimulandose en lo que es correspondido, dándose tiene para que su erección se levantase por entre su pelaje cobalto, presionando así contra el clitoris de su pareja, haciéndola chillar en lo que esta empezaba a mover desesperadamente sus caderas de adelante hacia atrás contra él, deseosa, ardiendo en lujuria igual que él.
Retrocedió un poco, aprovechando la poca luz que tenía a su alcance para así medir bien la forma en la que iba a hacerlo.
Tomó su pene con una de sus manos y lentamente fue introduciéndolo en el interior de su chica especial, torturandose con la paciencia, con la idea de que ésto era lo correcto para evitar que se hiciera daño, oyendola jadear tras cada centímetro que se hacía con un espacio dentro de ella hasta llegar al fondo, haciéndola temblar en su lugar.
Poco a poco, reafirmando su mano a la par de Amy, comenzó a embestirla de forma lenta pero con ritmo, siendo notablemente mejor que la primera vez en la que tuvieron sexo, con una idea de cómo rendir y hacerla sentir mejor, respirando profundo en lo que gozaba de cada mínima sensación, con sus espinas exaltandose ante las pequeñas olas de placer que recorrían sus nervios a toda velocidad en un ciclo interminable.
La eriza de espinas rosadas ladeaba su cabeza, sintiendo su húmeda y estrecha cavidad irse expandiendo cada vez más a los estímulos que el pene de su pareja daba sobre ella, sonriendo de forma desvergonzada ante lo bien que se sentía notablemente más acostumbrada después de todos los encuentros sexuales que habían tenido.
El ritmo de las estocadas fue aumentando, aveces llegando más profundo y otras veces dejandolo a medio camino, pero siendo constante en todo momento, sin vacilaciones, sin nada que pudiera entorpecer el ritmo pactado por el que yacía encima de la de rosa.
Poco a poco un nuevo factor se fue integrando.
De una forma no tan sutil el erizo con vendas en sus guantes empezó a frotar el clitoris de Amy, intentando sincronizarlo con el ritmo de sus vaivenes dentro de ella, dándose cuenta de cómo esa estimulación ayudaba a humedecerla más, ampliando sus reacciones, maxificando su placer, multiplicando su libido.
— ¡¡So-Sonic!! ¡Ah! —gimoteó, con su cuerpo húmedo en sudor, rodeando las caderas del mayor con sus piernas en lo que lo miraba fijamente a los ojos, con su boca entreviarte— No pares... ¡So-Solo no pares! ¡¡Ah~!!
El héroe de orbes esmeraldas sonrió enternecido ante su petición, para él sería más que un honor continuar siendo el proveedor de su placer hasta el final de la noche.
Se unió a ella un dulce beso cálido y húmedo, sintiéndola lista para el siguiente nivel, dando rienda suelta a su potencial, moviendo sus caderas cada vez más rápido hasta casi igualar su velocidad habitual a la hora de correr, gozándolo, siendo ahora él el que estaba perdido en el placer, sin descuidar su labor de masajear activamente el clitoris de Amy, jadeando de forma ahogada en lo que sentía como su polla era cada vez más apretada por el interior de su amada, oyendola gritar su nombre, sintiendo como se aferraba a su espalda y hombros, intentando aferrarse a él, rasguñándolo en el proceso aún por debajo de sus finos guantes.
Los minutos pasaron y mucho después de que sus cuerpos se bañasen en sudor, de que sus bocas empezaran a secarse por los jadeos, gemidos y gritos que daban el uno por el otro, tras haber inundando la sala con el calor de sus cuerpos el húmedo sonido de sus dos pieles chocando finalmente llegaron al orgasmo.
Sonic se hundió por completo en el interior de Amy, corriendose en su punto "G", blanqueando sus ojos tras liberarse de aquella carga en lo que frotaba intensamente el clitoris de la rosada, haciéndola gritar mientras arqueaba su espalda y liberaba un squirt como prueba de su satisfacción.
Ambos erizos se quedaron respirando de forma pesada, con el más grande pegándose a ella en un cálido abrazo, besando sus mejillas en lo que la claridad iba regresando de apoco a su ser, notando algo extraño...
Haciendo a un lado lo bien que lo habían pasado, lo bien que se había sentido, ese sonido, aquel creado por el choque de sus pieles húmedas en un acto de placer, se parecía demasiado al que había oído hace unos días cuando llamó a Amy para saber cómo estaba.
Afortunadamente todos sus pensamientos se vieron interrumpidos por el invasivo beso de la de ojos jade hacia sus labios, beso en el que aprovecharía para colar su lengua y enredarla con la suya, acción que sería correspondida y seguida por el de espinas cobalto, quien haría a un lado todos sus pensamientos con tal de fijarse en lo que era ella en el presente, rodeando su cadera en lo que se salía de su interior lentamente, dándole tiempo para irse acostumbrando a la ausencia de presión en su pequeña cavidad hasta sacar su polla por completo, dejando que el semen puesto dentro de ella saliera a forma de una pequeña cascada blanca tiempo después.
La joven pareja se acomodó en el sofá que tenían, abrazados en lo que se acariciaban mutuamente, agotados, con sus respiraciones agitadas, viéndose fijamente a los ojos, intercambiando pequeñas sonrisas hasta ir cayendo lentamente presos del sueño, perdiendose por completo en una ausencia que los haría recuperarse y prepararse para día que seguía, olvidando por completo apagar la televisión, durmiendose plácidamente en la seguridad de los brazos del otro, ignorando la boda que había entre la protagonista y el tipo bueno que, a la final, había logrado vencer al chico malo.
Todo va a estar bien...
¿Verdad?
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