Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• Felación •

Jadeó asperamente tras sentir como aquellos dos pálidos brazos lo rodeaban desde sus espaldas, sobresaltandolo ¿Cómo demonios lo había encontrado? 

— ¿Qué haces aquí? —preguntó con cierta rudeza el erizo de espinas azabaches, viéndola por encima del hombro mientras intentaba que lo soltara.

— Los chicos y yo hemos venido a acampar y... quería verte —habla con notable suavidad mientras hundía su nariz en las espinas del de vetas azabaches, emocionada por poder percibir nuevamente aquel aroma a lavanda, cómoda con la idea de volver a verlo y tenerlo cerca después de tanto tiempo.

— ¿Y se puede saber cómo supiste que estaba aquí? —gruñe, tomando los brazos de la eriza, insistiendo en su misión de deshacerse de ella cuanto haces, basándose en la simple idea de que alguno de los tarados que tenía por amigos pudieran observarla con él, implicando de esa forma problemas con los que no quería lidiar ahora.

— Bueno —rió, asomando su cabeza por encima del hombro del más alto, posandose de puntillas mientras incrementaba su agarre al torso del azabache—, mientras veníamos hacia aquí te pude ver entre los árboles.

— ¿Y el inútil de tu novio no vió nada? —suspira, resignado a no seguir luchando contra algo que obviamente no lo soltaría, maldiciendo rotundamente no tener la capacidad para golpearla o verla como un enemigo igual que antes.

— ¿Cómo podría? Estaba distraído mientras discutía con Knuckles sobre el porqué no podría existir “Agua En Polvo”, lo que hizo que Sticks cuestionara cosas que realmente no entendí mientras que Tails perdía la cabeza e intentaba que los tres dejaran de hablar —explica brevemente.

El veteado sonrió de forma ladina, entendiendo lo patético de la situación, sintiendo el impulso de reírse a carcajadas ante la estupidez de aquel grupo más manteniendo la compostura para no ceder ante sus impulsos, manteniéndose a raya.

— ¿Y... cómo fue que lograste escabullirte para llegar? —pregunta mientras acariciaba las manos de la dulce eriza a sus espaldas, distrayendose tanto como podía.

— Bueno... Sonic, Tails y Knuckles empezaron una discusión sobre el orden para poner las carpas, luego se pelearon sobre quién tendría que dormir con quién y cuando me fui estaban peleando con las carpas de acampar —explica con cierto cansancio, reviviendo en su memoria la imagen de ver a su novio y amigos gritando mientras maldecían en lo que no lograban armar sus respectivas carpas, resbalandose y forzando de más las extensiones hasta hacer que todo se derrumbara.

— ¿Y la salvaje?

— Sticks se fue a cazar la cena —suelta su agarre lentamente, haciéndose a un lado para así verlo de mejor forma, notando como el veteado se resistía a soltar sus manos—, tardará.

El mayor de orbes carmín gruñó en voz baja mientras observaba a sus alrededores, fijándose con cuidado en los árboles de altas y frondosas ramas, moviendo sus orejas ante el tenue cántico de las aves cercanas, buscando algún sonido irregular entre toda la paz y quietud que obtenían bajo la densa sombra de aquellos árboles, desconfiado, tenso.

— ¿Y... por cuánto tiempo estarán aquí? —pregunta de forma divagante, mientras la observaba de soslayo, reparando en la angelical figura de aquella jovencita.

— Una noche, dos... Realmente todo depende de que tanto se aguanten —habla mientras lo veía a los ojos, cruzándose de brazos mientras procuraba ocultar el rubor que se asomaba por sus mejillas—. Aunque es probable que nos quedemos cerca, no lo sé... No estoy convencida de que Sonic tenga ánimos de practicar senderismo después de hoy —susurra, desviando su mirada hacia la copa de los árboles, dispuesta a hacer un poco más de tiempo.

— ¿Y no crees que pueda preocuparse por ti y venir a buscarte? —espeta, cruzándose de brazos mientras la veía de soslayo, entendiendo que si aquel idiota se interesaba tanto en ella sin duda no esperaría mucho para ir y buscarla solo para mantenerla a su lado.

— Es por eso mismo que deseo que éste momento sea solo para nosotros —susurra de forma suave mientras se encaminaba hacia él, posando sus manos sobre sus brazos en lo que buscaba bajarlos, viéndolo directamente a sus ojos carmesí, sonriéndole de una forma traviesa.

El erizo veteado alzó una ceja, confundido ante el repentino cambio de actitud, retrocediendo para así recostarse de un árbol, sin alejar su vista de la más joven.

— ¿Amy? —llama mientras hacía una mueca de desagrado ante la notable cercanía que ejercía la rosada sobre él, teniendo varias ideas en mente para alejarla más no el deseo suficiente para llevarlas a cabo.

— Me gustaría regresarte el favor de hace unas semanas —musita, posando sus manos sobre el pecho del mayor, hundiendo sus dedos entre su vello, sobándolo mientras lo veía fijamente a la cara—, yo... no puedo evitar dejar de pensar en ello, además de que sería demasiado injusto no devolverte... ya sabes —titubea en lo que sus mejillas se encendían de un rojo vivo.

No mentía. En este momento sus labios eran incapaces de formular mentira alguna, y es que ¿como negar que después de aquel mágico y prohibido momento aquella joven eriza optaría por seguir el camino del pecado, en búsqueda de más? así fuera por esta vez, dispuesta a parar en algún momento que no fuera ahora.

El enemigo de su pareja la vió de arriba abajo, convencido de sus palabras pero sin sentirse del todo seguro, a fin de cuentas reconocía que su rival estaba cerca y que tan pronto tuviera un atisbo de preocupación por aquella chica no dudaría en buscarla y si la encontraba sin duda también lo encontraría a él, lo que sin duda daría paso a una pelea sin cuartel que solo tendría fin una vez que alguno de los dos deje de respirar o, lo más probable, se vean envueltos por una amenaza mayor.
Negó con la cabeza, no estaba dispuesto a abrazar al peligro el día de hoy, no, simplemente no fue ese su plan inicial desde que despertó en la mañana.

— Entiende, Amy —habló, manteniendo su mente en frío ante los acontecimientos que poco a poco hacían que su cuerpo fuera subiendo de temperatura—. Lo que hice lo hice con tal de que estuvieras tranquila y que haya llegado a más sin duda fue un error, no más.

— De igual forma quiero recompensartelo —insiste, aferrándose a él mientras le miraba de la forma más inocente que podía—. Te regresaré el favor y... haré que tú también estés tranquilo.

— No funcionará —gruñe, mostrando sus dientes a la defensiva mientras entrecierra los ojos, dispuesto a mantenerse firme ante la tentación.

— ¿Quieres apostar? —musita, para así juntar sus labios con los suyos en un frenesí inesperado.

Ambos labios se unieron en un tierno pero cálido encuentro, donde poco a poco dieron paso a algo más, abriendo sus cavidades para así permitir el encuentro de sus lenguas en sus paladares, degustando una vez más el adictivo sabor del otro mientras se juntaban cada vez más, con la de rosa posando sus manos sobre el pecho del más alto mientras que este rodeaba su cintura, deseoso de más, ansioso de algo que deseaba Sonic no hubiera obtenido antes.

Aquella de ojos de jade se fue separando con lentitud, bajando en lo que marcaba un camino de besos profundos y húmedos por su torso hasta llegar a la entrepierna del mayor, quien aún pese a verse embelesado por el beso dado no dejaba de permanecer alerta. 

Comenzó a frotar aquella zona en su entrepierna, ansiosa de ver el mismo efecto que había notado con su novio hace unas noches atrás, viendo como poco a poco se alzaba un pedazo de carne grande por entre su pelaje azabache, mismo que lentamente se fue irguiendo cada vez más hasta estar erecto por completo ante los atentos y cautivos ojos de la más joven.

La fémina soltó un jadeo ahogado, emocionada ante lo que observaba frente a ella, sin tener la más mínima idea de que aquel erizo estuviera escondiendo aquel tesoro.
Relamió sus labios, deseosa de probar.

Empezó dando pequeños pero profundos besos a lo largo de aquel pedazo de carne, sintiendo como este temblaba por debajo de sus labios, casi tan impaciente como ella.

De forma lenta pero segura metió la polla del de espinas azabache dentro de su boca, arrebatándole así un jadeo imprevisto. Aquel de vetas rojizas sentía como su miembro de veía rodeado por una sensación de calidez y humedad jamás antes sentida, obligándolo de esa forma a resistir el total impulso de jadear o de dejarse llevar por aquello que sentía, por aquello que lo hacía sentirse bien, por aquello que apenas estaba conociendo aún después de tantos años.

La más joven chupaba y lamía con fervor aquel caliente pedazo de carne, sintiéndolo palpitar en su paladar, emocionandola de una manera que su novio jamás hubiera podido hacer con anterioridad, excitandola de alguna forma entre los vaivenes que ejercía de adelante hacia atrás con su boca, todo con el fin de dar lo mejor de sí misma por aquel que había dado lo mejor de sí mismo por ella.

El mayor de los dos jadeaba de forma ronca, cerrando sus ojos en lo que posaba una de sus manos sobre las tersas espinas de la más joven, disfrutando de aquel singular momento que nadie podría arrebatarle aún en un millón de años.

Se sentía bien.
Su cuerpo ardía en placer ante la suavidad y estímulos de la lengua de la más joven contra su falo y glande, amenazando con llevarlo a la locura en vida, apreciando de forma celosa aquella sensación que deseaba fervientemente que su enemigo jamás sintiera, con el simple fin de negarle no solo a su amada, si no también la divina sensación que esperaba solo fuera suya.

La joven eriza gemía de forma ahogada en lo que continuaba succionando la polla de su amante, disfrutando de aquella adrenalina que recorría su cuerpo de pies a cabeza debido a esta aventura, a esta travesura, a este pecado.

El de tez bronceada llevó su mano libre contra su boca, reprimiendo un jadeo ronco tras sentir su clímax aproximarse, tras sentir aquella sensación de placer intenso sobrevenirle como una gran ola que amenazaba con aplastarlo a él y su alma.

La más joven abrió sus ojos con asombro y miedo tras sentir como el más alto eyaculaba dentro de su boca, llenándola con su esperma a un punto donde desbordaba por las comisuras de su boca, ahogandola.
Aquella eriza de tez pálida se separó rápidamente, tosiendo mientras intentaba tragar el semen que había recibido, aturdida, con sus mejillas encendidas de rojo. Oh Dios ¿Qué había hecho?

— Wow... —jadeó el más alto mientras pequeños espasmos recorrían su cuerpo en lo que respiraba de forma profunda, recuperando el aliento, dando poco a poco con la mirada de aquella tierna y coqueta doncella que le había dado una probada del mismo cielo— Eso fue... —murmura, esbozando una perfecta y ladina sonrisa hacia ella.

La de orbes jade lo observa por igual, limpiando sus labios tanto como puede mientras agacha sus orejas, asustada pero contenta de que su esfuerzo hubiera dado frutos en quien más deseaba, devolviéndole así la sonrisa en lo que se iba levantando, espectante a sus palabras.

— ¡¡¡Amyy!!! —grita en las lejanías aquel héroe de azul.

La dupla se ve interrumpida en su sagrado momento por el novio de la más joven. El veteado suelta un siseo agrio, rodando los ojos en lo que se giraba a un costado del árbol más cercano, dispuesto a irse cuanto antes de aquel lugar.
La heroína de vestido magenta suspira decepcionada, triste, con el deseo de haber escuchado las palabras que su adorado hubiera podido decirle.

— ¡¡¡Amyyy!!! —repite el de tez melocotón mientras se habría paso entre los arbustos de verde frondosidad, viendo de lado a lado los alrededores de aquel denso bosque, preocupado por su adorada, por su chica ideal, por su ángel de bello esplendor.

La joven eriza gruñe en voz baja en lo que terminaba de limpiarse la boca y mejillas, dando todo de sí misma para lucir normal, tal cual estaba antes de cometer aquel dulce pecado, un poco cansada de escuchar a su pareja gritar su nombre mientras más se acercaba ella, desdichada de que su momento aparentemente eterno se hubiera visto interrumpido de esta vil forma.

Más temprano que tarde avanzó por la senda que le marcaba la voz de su novio, deteniéndose de vez en cuando para así volver a escuchar el llamado y continuar, atravesando arbustos, rodeando troncos y evitando ramas alzadas en lo que poco a poco reconocía la figura de su galante héroe, arrebatándole un extraño suspiro de alivio y cariño.

El de orbes esmeraldas suspiró como si se hubiera liberado de una gran carga tras verla aparecer tras los árboles, esbozando así una amplia sonrisa en lo que caminaba hacia ella, alegre de verla sana y salva aún después de lo que pareció ser una eternidad separados.

— ¡Finalmente apareces! —exclama en lo que atrapaba a la más joven en un cálido y fuerte abrazo, haciéndola chillar— ¿Dónde estabas? Me tenías preocupado —agrega, separándose para así verla a la cara.

— Cálmate ¿Sí? —sonríe, viéndolo directamente a la cara sin mayor remordimiento— Me alejé para así investigar por mí cuenta y ver si había alguna cascada o laguna en la que pudiéramos pasar un rato divertido —explica con naturalidad, evadiendo por completo la verdad de su ausencia.

— ¿Y... pudiste encontrar algo? —inquiere con cierto ánimo, ladeando su cabeza mientras sonreía de forma ladina.

— Hasta el momento nada —afirma mientras negaba con la cabeza, aparentemente dolida por lo que no pudo ser su hallazgo.

— No te preocupes, linda —consuela de forma dulce mientras rodeaba su cintura con su brazo, reanudando el paso a su par rumbo al campamento—. En unas horas podemos ir y buscar juntos, ¿Sí?

— Suena bien... —murmura, cruzándose de brazos mientras divagaba con la mirada— ¿Y cómo les fue con las carpas? —pregunta, devolviendo su mirada hacia él, interesada— Temo que tú interés en buscarme no haya sido del todo gratis.

— Oh... —chilla, sobresaltándose en su lugar, soltándola para así rascar su nuca con algo de pena— Pues... realmente necesitamos tu ayuda. Verás, Tails fue el único en armar su carpa y... bueno, Knuckles y yo tenemos problemas con eso, así que... como tú tienes más experiencia, pues... queríamos a una profesional —explica, siendo enteramente dominado por la pena de no haber sido competente para armar una simple tienda de campaña.

La joven de rosa ríe de forma pícara, halagada de que su perfecto novio no pudiera con algo tan básico y que sí o sí tuviera que recurrir a ella en búsqueda de ayuda, viéndolo adorable y atractivo a la vez, notando así cierto paralelismo con lo que era en un pasado con lo que es ahora.

— En ese caso hiciste bien en buscarme, sin duda podré ayudarlos —afirma mientras se aferraba al brazo del mayor, sonriéndole de forma juguetona en lo que recargaba su cabeza en su hombro—. Aunque... ¿No deberíamos montar una carpa para Sticks también?

— Creo que ella prefiere dormir “Al Natural” —comenta mientras le devolvía la mirada—, aunque quizás sí podríamos prepararle una hamaca entre unos árboles, sí —sugiere, sonriendo con cierta decisión en su mirar.

La joven eriza sonríe igual ante la decisión, dispuesta a ayudar en lo que pueda con lo que será esta experiencia grupal, avanzando junto a su novio rumbo al campamento, siendo seguida a la distancia por la profunda mirada de carmín que aún pese a saber que no es su territorio se ha quedado deseoso por más.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro