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• En La Ducha •

Habían vuelto de su breve escapada hace un día.

Sonic se había ido directamente a su casa para descansar y así preparar una coartada para los dos en caso de que alguien viniera a reclamarles algo.

Amy por su parte había decidido quedarse en casa desde entonces, sin dar ningún mensaje o indicio de haber estado ausente por los últimos cinco días, emocionada de lo que era compartir un secreto con Sonic después de tanto tiempo.
Era encantador tener un “crimen” en común que pudiera unirlos aún más.

Curiosamente, Tails fue el primero en llamarla para pactar una reunión en ‘Meh Burger’, convenciendola para así animarse y arreglarse un poco antes de acudir al encuentro.

He ahí la razón por la que ahora se encontraba bañándose, sintiendo el agua caliente caer sobre ella, recorriendo con calidas estelas su cuerpo bien definido, brindándole la misma calidez que sentía cada que estaba en los brazos de su amado Sonic, con sus manos pasando la barra de jabón por los rincones de su anatomía, recorriendo sus pálidos brazos hasta sus pequeños y redondos pechos, siguiendo por sus finos muslos y vientre hasta elevarse nuevamente, ésta vez yendo hacia su rostro para limpiarlo de las manchas del cansancio, quizás sudor y otras suciedades.

Se sentía bien, segura, calmada. Tanto así que no tomó en cuenta la inesperada intromisión de aquel que era más que una sombra, de aquel a quien se suponía más amaba.

La puerta de su baño adornado por baldosas de rosa pastel sobre una base blanca se abrió silenciosamente, relevando la silueta de aquel erizo de espinas azabaches y vetas carmesí que, otra vez, había estado ansiando el momento de poder verla una vez más.

Cuidadosamente se aproximó hacia las cortinas de rosa intenso con estampados de flores blancas, deslizándolas suavemente hacia un lado, abriendo con sorpresa sus ojos al ver el cuerpo de su adorada tan indefenso, tan hermoso, tan limpio.

Se quitó los zapatos, retiró sus guantes y cuidadosamente se posó a sus espaldas, entrando a la ducha con ella, deslizando nuevamente las cortinas a un lado, como si nada hubiera pasado en realidad, sorprendiendola tras posar sus manos sobre su espalda, aprovechando el jabón acumulado para así irlo limpiando, ayudándola de cierta forma.

La más joven sonrió traviesamente, girándose de apoco hacia él, viéndolo de pies a cabeza, coqueta como era costumbre, sin verse mínimamente preocupada por su presencia.
El erizo mayor le devolvió la sonrisa, apreciando silenciosamente el no verse envuelto por una discusión o un reclamo por el simple hecho de estar ahí.

Era bien sabido que entre los dos no era necesario el uso de palabras, la conexión era especial, diferente, quizás demasiado perfecta para ser real.

La de orbes jades jaló agresivamente al más alto hacia ella, besándolo atractivamente en sus labios, siendo ella la que colase su lengua en su boca ésta vez, sorprendiendolo de buena manera.

Entre el murmullo del agua que caía de la ducha los dos amantes se retorcían gustosamente en los brazos del otro, con Amy trepando sobre los brazos de Shadow mientras este la sostenía por debajo de sus muslos, rozando su entrepierna con la suya, despertando una erección que más temprano que tarde logró endurecerse lo suficiente como para notarse vivamente entre los dos.

La joven de espinas rosadas rodeaba el cuello del mayor con sus brazos, sintiendo los besos de este sobre sus hombros y cuello, haciéndola ronronear por la agradable sensación que encendía su alma, además de la lenta pero excitante sensación de su pene entrando dentro de ella, con su interior expandiéndose gradualmente, dándole una cálida bienvenida hasta llenarla en cada uno de sus rincones.

Un ronco gemido emergió de los labios de la más dulce, haciendo sonreír al de vetas carmesí quien, después de tanto tiempo, tenía la dicha de volver a verla.

Ésto que sentía dentro de él iba más allá de ser solo un placer mundano obtenido por el sexo con ella. Ésto era algo más...
Sentía su alma regocijarse por su simple aroma, por el brillo más pequeño en sus ojos, por el roce más delicado de sus manos contra su pieza, de la risa más breve de sus labios, todo en ella inspiraba algo inexplicable dentro de él.

Ésto ya no era un juego.
Él no quería que siguiera siendo un juego.

Ambos adultos se unieron en un celestial beso en donde el ritmo se pactaba por el latir sincronizado de sus corazones.

El mayor de los dos empezó a embestirla suavemente, una y otra vez, moviéndose sus caderas adelante y hacia atrás, jadeando roncamente ante cada roce, ante cada estímulo, sintiendo como la jugosa y suave vagina de su dulce chica lo apretaba en los lugares correctos, haciéndole sentir débil de alguna forma.
Oh, estaba demasiado desesperado.

Mientras el cuarto se llenaba de vapor ambos amantes gemían vividamente los nombres del otro, sin pensar en nadie más, sin pensar en la vida que podían arruinar por estos instantes fugaces, sin importarles a quien podrían estar traicionando, a quien estarían matando lentamente, beso tras beso...

Sonic jamás la había hecho sentir así.

Mientras más rápido se movía dentro de ella más le suplicaba ella que no parase.
Quería ésto, quería la fuerza con la que solo él podía penetrarla, quería la voz que solo podía jadear de esta forma en su oído, quería al chico herido que era él, quería todo lo que Shadow era ante ella, lo quería más que a otra cosa en éste momento, más que al héroe que había arriesgado su vida tantas veces solo por su bella sonrisa.

El chapoteo entre las dos pieles, alimentado por la humedad de sus cuerpos gracias al agua de la ducha resonaba en toda la habitación, siendo indicio del poco tiempo que les quedaba en ésta aventura.

Incapaz de poder resistirse más eyaculó dentro de ella, llenandola con su esencia, aferrándose a ella como si su vida se tratase de eso, sin tener más fuerzas, cayendo de rodillas contra el suelo húmedo bajo los dos, sin soltarla ni por un segundo.

Amy jadeaba en busca de oxígeno, con su cuerpo temblando entre fugaces espasmos, con su mente dando vueltas, viendo de forma borrosa...

Ambos erizos volvieron a unirse en un cálido beso, temblando en los brazos del otro, sin miedo, sin arrepentimientos, sin sentirse mal por entregarse a sus placeres.

— Te amo —confesó directamente el erizo de vello blanco y orbes brillantes como la sangre—, te amo, Amy —repitió, tomándola fuertemente de ambos brazos, viéndola a la cara, decidido en sus palabras.

— Yo también te amo, Shadow —correspondió la de tez blanca como la porcelana, sonriéndole de forma amena, sin pena alguna.

No había porqué esconder el amor que sentían el uno por el otro. No debían sentirse incómodos por esto.
Era la verdad, a fin de cuentas.

Con la pareja preparándose para una ronda extra entre la intimidad de aquella habitación, allá en el pueblo, en el lugar donde el genio del grupo había pactado la reunión, esperaban todos impacientes la llegada de la eriza de rosa, con el héroe de azul siendo el primero en verse notablemente preocupado por su novia, sintiéndose desorientado, viendo insistentemente a sus espaldas y lados por la más mínima señal de su llegada, sin saber qué hacer.

Ojalá todo ésto hubiera sido un sueño.

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