• Con El Pasivo Encima •
Finalmente había llegado aquel día especial, único una vez cada año, particular y colorido como ningún otro.
El amanecer de aquel día había sido sumamente alegre y colorido. Todos sus amigos la recibieron en la sala de su casa con un pastel recién horneado, decorado con crema blanca y fresas picadas en trozos, con flores de caramelo alrededor. La joven eriza de tez blanca y espinas rosadas no podía creer que realmente habían recordado su cumpleaños, un día que en años pasados había pasado completamente desapercibido por todos ahora parecía ser el más importante.
Fue inevitable no conmoverse hasta las lágrimas. La joven dama de rosa se encontraba al borde de llorar de forma tendida entre los brazos de aquellos que consideraba su familia, esto hasta notar que entre sus invitados no se encontraba el más importante: su novio.
Al principio pensó que podría ser algo trivial, quizás su amado de perfecto e ideal ser se había quedado dormido, no la sorprendería, bien sabía que ese chico tenía un esquema de sueño particular donde fácilmente podía dormir a pierna suelta hasta las cuatro de la tarde, o más.
Era la cosa viva más veloz del mundo, pero no se le conocía por ser el más trabajador o activo en el día a día.
Pasó el resto de la tarde rodeada de sus amigos, comiendo dulces, viendo vestidos para comprar y ya al final del día bailando y celebrando en la playa frente al taller de Tails, con música escogida a su gusto y placer igual que la comida para pasar el rato.
Veinte años. Era difícil saber cómo sentirse tras alcanzar ese número que creyó nunca llegar a vivir, siempre creyó que moriría a los dieciséis por la cantidad de peligros a su alrededor pero vaya, nada más alejado de la verdad.
Y pensar que apenas tenía dieciocho años cuando Sonic le pidió ser su novia, cuánto tiempo había pasado desde entonces, cuántas aventuras habían vivido juntos, cuantas cosas había hecho, cuántos secretos...
En todo el día su adorado novio jamás hizo acto de presencia, manteniéndose ausente en todo sentido. Ni sus amigos sabían decir el porqué, solo Tails tenía la pista de que había tenido una pijamada con él y Knuckles el día anterior pero que después de eso no tenía la menor idea.
Amy empezó a preocuparse. ¿Acaso su pareja había descubierto su infidelidad? ¿Se había enterado de sus malas acciones? ¿Se habría ausentado de su día especial para ir tras Shadow y darle como regalo la cabeza de este sobre una bandeja de plata? No, no, no.... Imposible.
Su novio era demasiado gentil, bueno y honrado como para hacer algo semejante, además ¿Qué necesidad habría?
Una vez que el día acabó la rosada se fue a su casa, despidiéndose de sus amigos no sin antes agradecerles por la maravillosa fiesta en el proceso.
Llegó a su casa, de cambió la ropa, cepilló sus dientes y se fue a dormir, creyendo que sería todo por hoy... creyendo mal.
A altas horas de la madrugada llegó de forma discreta aquel al que tanto había estado esperando, tocando su puerta en la espera de su despertar, esperando de forma paciente hasta que pudo verla del otro lado, luciendo un pijama de lencería blanca y panties transparentes de seda, siendo solo uno de los tantos regalos que se había hecho a sí misma por su día especial, maravillandolo bajo la encantadora luz de la luna sobre ellos.
No esperó por un saludo.
Simplemente la apresó entre sus brazos, besándola de forma desesperada, saboreando sus labios sabor a fresa para luego abrirse paso entre estos y llegar a su paladar, mezclando su lengua con la suya en una danza improvisada que la menor bien sabía cómo continuar.
Había esperado todo el día para ésto y ahora que la tenía a su merced no se iba a detener.
Ingresó a su hogar, cerrando la puerta detrás de sí, cargandola entre sus brazos, volviendo a juntar sus labios con los suyos, degustando el embriagante sabor de sus labios una vez más.
— Sonic —jadeó la dama de rosa, rodeando su cuello con sus brazos al mismo que aprisionaba su cintura con sus piernas— ¿Dónde estuviste?
— Quería esperar a mañana para darte tu regalo —gruñó contra su cuello, dejando caer de una de sus manos una bolsa azabache—, pero ya no podía más... Necesitaba verte —agregó, volviendo a aprisionar sus labios con los suyos, llevándola rápidamente al dormitorio.
La joven de orbes esmeraldas no hizo preguntas, correspondió gustosa hasta la súbita separación para ponerla sobre el colchón.
El héroe de azul se desajustó la bufanda avellana alrededor de su cuello, haciéndola a un lado en lo que recorría el cuerpo de su novia con besos y caricias suaves, urgido, con su erección creciendo entre sus piernas.
La cumpleañera no demoró en acariciar su cuello y espalda, invitándolo a que siguiera con sus atenciones, disfrutandolas tanto como podía permitirse, sintiéndose dichosa de tener a un novio tan apasionado como él, sorprendida de la diferencia que había en tenerlo como amigo a tenerlo como amante.
Era algo de otro mundo.
Con cuidado de no romper la delicada tela fue despojándola de su ropa interior, dejando al descubierto su vagina húmeda y sonrosada, haciéndola sonrojarse.
— ¿Qué se siente tener veinte, hmm? —musitó, separando sus piernas tras tirar a un lado sus panties.
— ¿Qué se siente tener veinticinco, uh? —pregunta, sonriéndole de forma traviesa en lo que acariciaba provocativamente su pecho desnudo.
— Genial —responde con un ronroneo sutil, apresando su cintura entre sus manos, besándola una y otra vez en sus labios y mejillas, bajando hasta su cuello y garganta, enloquecido por su aroma a vainilla con rosas frescas, con su erección palpitando sobre el coño de Amy.
Rápidamente la más pequeña empujó a su novio, aprisionandolo contra el colchón para así quedar encima de él, saboteando sus planes en lo que pasaba a tener el control.
— Pero... —titubeó el de azul, arqueando sus cejas, sin comprender lo que pasaba.
— Sshhh —susurró, posando su dedo índice sobre sus labios—. Es mí día especial, amor —llamó cálidamente, esbozando una pequeña sonrisa confiada—, merezco estar arriba.
El mayor de orbes esmeraldas sonríe pícaramente, acomodándose de mejor forma en lo que separaba sus piernas para tener un mejor apoyo, acatando las indicaciones de su chica especial.
— La cumpleañera siempre tiene la razón —respondió, posando sus dos manos sobre la cintura de la rosada, acariciandolos de forma gentil—, guiame.
La más joven ensancha su sonrisa, tomando al polla de su pareja, masturbandola mientras la encamina cerca de su vagina, frotandola contra su húmeda entrada hasta lentamente irla introduciendo dentro, metiéndola hasta el fondo, sintiéndola deslizarse sin mayor problema hasta dar con su punto G, haciéndola estremecerse en su lugar, con su interior apretándose alrededor de la polla de su novio.
Poco a poco empezó a dar pequeños saltitos, metiendo y sacando el miembro del héroe de azul, acostumbrándose, yendo cada vez más rápido, apoyando sus manos sobre los hombros del erizo mayor, gimiendo lentamente en lo que sentía su interior ensancharse y contraerse al ritmo de sus embestidas.
El héroe de azul gemía suavemente, ayudándola al también mover sus caderas en un vaivén rítmico hacia arriba, liberando una de sus manos para así ir estimulando su clitoris, logrando influirle más placer y por ende hacer que su interior se humedeciera más para él, agilizando las embestidas, provocando de apoco ese ruido húmedo de ambas pieles chocando una contra la otra, con el sudor apoderándose de ellos poco a poco, con el libido creciendo al igual que la temperatura en la habitación, sin que el frío inicial de la noche fuera alguna clase de impedimento.
La tenue luz de la luna llena que lograba colarse por la ventana de la habitación otorgaba a la escena de ambos erizos un aura mágica y pasional como ninguna antes, similar a una fantasía o un sueño, siento el escenario más romántico y excitante para los dos, con Sonic admirando el cuerpo de su amada de forma clara en lo que esta podía apreciar el rostro de su pareja bajo aquella luz de blanco y azul pálido, permitiéndole así ver su sonrisa de satisfacción al igual que el rubor sobre sus mejillas.
— Te amo —jadeó el erizo de azul, sonriendo de forma perdida con sus manos entrelazadas con las de su novia—, te amo Amy —repitió, acercándose a su rostro para besarla, callando momentáneamente sus gemidos para así unirse una vez más a sus labios.
La eriza de rosa tembló en su lugar, aferrándose a él, aprovechando la cercanía para frotarse contra su pelvis, haciendo movimientos circulares de un lado a lado, frotando indirectamente su clitoris contra la base del pene de su novio, gimiendo de forma desvergonzada ante ésto mientras otorgaba una sensación extrañamente nueva a su pareja.
Los minutos pasaron y la eriza de rosa volvió a erguirse sobre la cadera de Sonic, volviendo a saltar una y otra vez sobre su polla, con el erizo de azul siguiendo el ritmo de sus senos saltando de arriba abajo, ayudándola tras sostenerla por debajo de sus glúteos, sincronizandose con ella, sintiéndose cerca de su límite, deseoso de más.
Las embestidas se hicieron más rápidas, de un momento a otro el erizo de tez durazno había decidido dar fin a la locura, penetrando con fuerza y velocidad el coño de su novia, haciéndola chillar mientras sentía como golpeaban su punto G una y otra vez, liberando un squirt en el proceso, volteando sus ojos, sintiendo espasmos por todo su cuerpo, alcanzando su límite antes de Sonic quien, tras sentir como la vagina de su novia aprisionaba ferozmente su polla no tuvo de otra más que eyacular dentro de ella, apretando su cadera para así presionarla contra su pelvis, arqueando su espalda, gimiendo de forma ahogada mientras sus piernas mientras se doblaban por lo bien se sentía todo ésto.
La joven de ojos jade se lanzó a besarlo, sintiendo como el semen de su amado llenaba cada rincón de su coño, enloqueciendola aún más ante la sensación espesa y caliente que le dejaba de por medio, sonriendo se forma atolondrada igual que su amado.
La respiración de ambos erizos se sentía pesada, incluso entrecortada. Aquella nueva posición había sido más demandante de lo que habían podido creer en primer lugar, pero fue genial de todos modos.
El de espinas azules arregló ligeramente las espinas de la menor, acomodandolas a un lado de su rostro, limpiando el sudor de sus mejillas y frente sin molestia, contento de haberle dado una gran noche.
La más joven movió sus caderas hacia arriba, liberando de una buena vez polla de su novio, con un hilo grueso de semen uniendolos de por medio.
Se echó de lado, abrazándolo con fuerza en lo que su cuerpo temblaba, sintiendo pequeñas punzadas en sus caderas, producto del esfuerzo irregular que había hecho con estas a lo largo de la velada.
Sonic la abrazó con cuidado, sobando su espalda mientras besaba su frente y mejillas, recuperando el aliento, con su polla temblando levemente, encogiéndose tras haber cumplido su función de placer hasta esconderse por completo.
— Vaya noche —comentó entre pequeñas risas la cumpleañera, dibujando pequeños círculos sobre el pecho de su novio, con sus piernas cruzadas—, jamás creí que podría hacer algo así.
— Ahora sabes que puedes, pero hey —la tomó del mentón, obligándola a verlo—, más te vale no acostumbrarte ¿Sí? Soy yo quien va arriba.
Amy liberó una carcajada, asintiendo hacia el comentario de su pareja.
— No planeaba competir de todas formas —responde, ganándose una sonrisa por parte del mayor quien ronronea juntando su mejilla con la de ella, sereno—. Aún así... ¿Por qué te ausentaste todo el día, eh?
— Tuve que viajar a las islas vecinas para comprarte algo —responde, limpiando su sudor con el dorso de su mano, sintiendo una gran pesadez sobre sus párpados, similar al sueño.
— Pero esas islas no están cerca, de hecho... —liberó un ligero chillido, sentándose rápidamente— ¿Madrugaste para viajar, por mí?
— Sorpresa... —susurró, cerrando lentamente sus ojos, listo para dormir.
— ¡¡¡Oh, Sonic!!! —exclamó, lanzándose hacia él, apresandolo agresivamente entre sus brazos, despertandolo de golpe— ¡¡¡Gracias, gracias, gracias!!!
— Pero- ¡Pero ni siquiera has visto lo que compré para ti! —queja el de azul, correspondiendo torpemente al abrazo, notablemente confundido.
— ¡¡No importa!! El hecho de que hiciste ese esfuerzo por mí es suficiente —afirma, besándolo en sus labios para acto seguido apresarlo nuevamente en un gran abrazo, aplastandolo contra su pecho en el proceso.
El héroe de azul no se queja, sonríe de forma tímida y se acurruca contra los senos de su novia, correspondiendo a su abrazo al rodear su cintura y pegarse más a ella, cómodo en donde está.
Aún en toda ésta paz, dentro de toda ésta velada ideal, la encantadora pareja no sabe que a lo lejos una sombra los observa, rabiando en silencio por haber perdido la oportunidad en aquel día tan curiosamente especial.
El que ríe de último ríe mejor, o eso dicen.
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