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• Bajo El Agua •

Ser héroe tenía beneficios...
Muchos, en realidad.
Pero vayamos en orden ¿Sí?

Después de la fiesta en la playa la pareja de héroes decidió anunciar su relación en un evento público tres días después, justo cuando el alcalde los conmemoraba como grupo por sus labores heroicas tras una década.

Toda la plaza estuvo ahí, viéndolos bajo las luces de los reflectores instalados frente al escenario, en aquella noche despejada con la luna brillante sobre ellos.
Sin duda fue un poco extraño dirigirse hacia los pobladores de la villa sin la finalidad de reclamarles algo, de hecho el héroe de azul correspondió al apoyo y honores conferidos mientras la eriza de rosa sostenía el trofeo que simbolizaba ese aniversario haciendo el bien sin ver a quien.

Sintió mariposas en su estómago, pero después de anunciar que tenía una relación con aquella dulce y encantadora chica de alargadas pestañas azabaches y brillantes ojos de jade se sintió mucho mejor.
Tanto los invitados como su propio grupo de amigos se vieron enormemente sorprendidos, hubieron chillidos y jadeos de exaltación, la típica reacción de sorpresa exagerada que solo ellos sabían hacer.

Aún así no sucedió nada malo, tanto el alcalde como la villa en sí pareció apoyarlos, o no importarles mucho, al menos no tanto como el grupo de sus amigos quienes, tras reunirse con ellos en el taller de Tails discutieron arduamente toda la noche, interrogandolos como si fueran un par de criminales, con una lámpara sobre sus cabezas y todo, estos chicos realmente estaban locos.

Amy fue la que mejor se la pasó respondiendo todas sus dudas, no se guardó ni un solo detalle sobre cómo fue que supieron que se gustaban, sobre cómo fueron sus primeras citas y de cómo fueron sus primeros besos. Afortunadamente Sonic logró callarla a tiempo antes de que diera algún detalle íntimo sobre lo que hacían en la cama, la amaba, sí, pero no sería el tipo de novio que se sintiera bien sabiendo que sus amigos conocían como era su vida íntima.
Simplemente no.

Quizás el más problemático con la noticia fue Tails y es que, cómo podrían culparlo ¿Cómo te sentirías tu si, después de casi toda una vida con tu hermano de otra madre, de la nada, una noche, se supiera que guardó un gran secreto de casi dos años? Quizás no debería importarle tanto, a fin de cuentas había estado ahí, sospechando desde el primer día, pero ¿Por qué no le dijeron? ¿Acaso no confiaban en él? ¿Por qué tuvo que formar parte del grupo que conspiraba y teorizaba a sus espaldas en búsqueda de una verdad? No era justo...
Pero al menos ya había acabado, no habrían más secretos por revelarse... ¿Verdad?

Una vez que el sol salió por el horizonte la pareja de novios fue liberada de su cautiverio, partiendo juntos a la casa de la rosada en medio de la jungla, cansados...

Quizás fue esa caótica intervención lo que los llevó a planear una escapada especial, ya saben, esos retiros que muchas parejas acostumbran hacer cada cierto tiempo, donde huyen juntos a algún lugar especial sin el conocimiento de otros, tomándose un respiro para ser un par de tortolitos en un lugar donde nadie supiera quiénes eran.

Dicho y hecho, se pusieron manos a la obra para reunir lo suficiente y así pagarse un viaje de cinco días hacia una de las islas vecinas, con la rosada trabajando como mesera de lunes a domingo en ‘Meh Burger’, atendiendo a los clientes y obteniendo propinas por su servicio mientras que Sonic trabaja de seis de la mañana hasta las diez de la noche en una construcción cerca de la villa, viéndose a obligado a limitar su velocidad, haciendo más uso de su fuerza para mover las bolsas de cemento, manipular las herramientas para perforar el suelo y vérselas mal con los andamios que parecían atentar contra su vida cada que intentaba hacer algo con ellos.

Fueron tres semanas llenas de sacrificios y esfuerzos, pero lograron reunir por encima de lo que necesitaban para viajar.

Por más interesante que hubiera podido ser la experiencia de ser tratados como personas normales, siguiendo órdenes de otros, sin poder usar sus habilidades heroicas y su estatus para sacar provecho de algo debían seguir avanzando hacia su meta inicial.

Tras renunciar a sus empleos se prepararon en la fase dos, comprando los boletos de avión en lo que buscaban no levantar sospechas, hasta finalmente irse de la isla durante la noche, sin despedirse, sin explicar nada, sin ser vistos, como dos sombras en la oscuridad, bandidos de la pasión, pillos de la noche, llegando a su paraíso soñado tras los primeros rayos del amanecer en el firmamento.

— No puedo creer que hayamos podido pagar ésto —exclamó la eriza de rosa, vistiendo un top blanco con shorts azabaches, con una chalina de seda carmesí rodeando su cintura, brillando al igual que las sandalias doradas que había comprado para la ocasión— ¡¡Solo mira el mar!! —añadió, precipitándose hacia el barandal del balcón, apreciando el panorama de la jungla a su alrededor, con la costa de arena blanca y aguas tan brillantes como el cielo, danzando hasta el infinito, en un fino marco de flores que crecían en los árboles cercanos.

— Solo mira el jacuzzi —musita el erizo de azul, cerrando la puerta detrás de sí, alzando sus lentes de sol, maravillado—, el mar lo podemos ver en casa ¡Pero ésto! Ésto es inusual.

La habitación que habían apartado para los siguientes cinco días era grande, con paredes tapizadas de rojo y suelos alfombrados de terciopelo, con una gran cama matrimonial con sábanas azabaches, almohadas rojas y cojines dorados, teniendo a cada lado de esta una mesa de noche con lámparas de luz amarilla ya encendidas para su llegada.
Frente a la cama de encontraba una pequeña cómoda con una reserva de tres botellas de alcohol y un par de copas brillantes. Encima de esta se encontraba una gran televisión pantalla plana, con esta brillando ligeramente por la luz que lograba entrar tras las puertas corredizas que daban hacia el balcón con suelos de madera y vista hacia la playa principal.

— Ojalá pudiéramos quedarnos aquí para siempre... —suspira la más joven, iniciando con una cara de perdida ilusión hasta recordar que, en efecto, no podría hacerlo por tener un compromiso secreto entre sus manos.

— Podríamos hacerlo —responde el erizo de azul, rodeándola desde atrás en un amistoso abrazo—, si vendo mi alma al Demonio, obtengo tres trabajos y me olvido de volver a dormir en mí vida podríamos comprar una casa aquí —bromea, depositando rápidamente un beso en su hombro desnudo.

— De todas formas no lo decía en serio —intenta corregir, sonriendo de forma tímida, escapando de sus brazos para así tener un poco más de distancia—. A fin de cuentas lo que me gustó fue la vista del mar y eso ya lo tenemos en casa...

— Claro, pero, al menos toma en cuenta la idea de tener uno así en nuestra propia casa —pide, tomándola de la mano, guiándola hacia el jacuzzi que había encendido antes de abrazarla.

— ¿Nuestra casa? —murmura, sonrojada ante lo que eso pueda significar.

— Bueno, en algún momento nos mudaremos juntos ¿No? —sonríe, desviando su mirada forma tímida— Algún día viviremos juntos, tú, y yo...

— Pero ya vivimos juntos —burla, desatando la chalina de su cintura, doblándola para hacerla a un lado.

— Si, pues, pero me refiero en un lugar que sea para ambos —aclara, quitándose la camisa verde con estampados de flores rosadas, desabrochando uno por uno los botones—. Ya sabes, un lugar más grande, donde podamos tener hijos, tal vez... Una mascota no estaría mal.

— ¿¡Disculpa?! ¿Qué fue lo que dijiste?

— ¿...Que una mascota no estaría mal? —dudó, quitándose los zapatos carmesí, desajustando sus vendas para así dejarlas a un lado de la puerta corrediza— No soy alérgico a los perros, así que podría ser una opción y-

— No hablo de eso ¡Lo otro! ¿Tú de verdad piensas en tener hijos? —pregunta, viéndolo con una mezcla de sorpresa e incomodidad, pasmada.

— ¿Tú no? —sonríe pícaramente, metiéndose al jacuzzi lentamente, sintiendo las burbujas golpear contra su piel entre las altas temperaturas— Admítelo, sería adorable tener a un niño que se parezca a ti, o una niña que se parezca a mí.

— No sé si estés listo para algo así —habla, agachándose para quitarse sus sandalias—, no creo que tengas lo necesario —añade, sonriéndole de forma provocativa, metiéndose en el jacuzzi también, acercándose a su novio.

— ¡Oye! Sé cómo mantener a un bebé vivo —espeta, sacándole un par de risillas a la menor—. Por algo se empieza ¿No?

Por más cómica que pueda parecerle la posibilidad de tener un hijo con el amor se su vida debe decir que también es algo que la asusta mucho.
No le aterra el embarazo, no le aterra la idea del parto, mucho menos la aterra la idea de tener que cambiar pañales y alimentar día y noche a un ser que llorase y gritase por su atención, no, no le tenía miedo a nada de eso, es más, era algo que le emocionaba experimentar, cada experiencia materna era diferente y había escuchado suficientes historias para tener una idea de cómo hacerlo bien...

Lo único a lo que le tenía miedo era a Shadow. Su amante.
Sí tenía un hijo con Sonic sería como cerrarle la puerta en toda la cara, sería como un insulto, una catástrofe precipitada de algo que apenas estaban desarrollando.
Ese erizo azabache podría no tomarse bien la idea de verla embarazada de Sonic, quizás no la lastimaria ella, quizás no aprobaría al bebé, pero si era sumamente probable que se fuera en contra de Sonic, podría ir y cazarlo hasta deshacerse de él y, quizás, tomar su lugar en la familia, reemplazando a su novio, al padre de su hijo...

O solo estaba pensando de más.
Ésto era lo terrible de escribir obras dramáticas, aveces desarrollaba tanto las cosas que era inevitable no pensar en el peor escenario posible.

Si tan solo pudiera decidir de una vez con quién estar y así evitarse peleas o dramas innecesarios todo sería más fácil.

— Cuidado, no querrás que tu bufanda se moje ¿O sí? —sonrió quitándole la bufanda de su cuello para luego dejarla fuera del jacuzzi.

— Mi héroe —rió, quitándose los guantes junto a las vendas de sus manos—, gracias. Fue la única que traje.

— Es la única que tienes —corrigió, quitando sus guantes para solo quedarse con sus brazaletes de oro.

— Es la única que necesito —musitó, rodeándola por la cintura, acorralandola entre sus brazos, bajando el tono de su voz para que solo ella pudiera escucharlo.

Claramente ya no se refería a la bufanda.

La pareja de novios se unió en un dulce y tierno beso, con Amy posando sus manos sobre el pecho del azulado, intentando olvidarse por un momento de Shadow, degustando los labios con sabor a coco de su pareja.

Ya conocían el proceso, pero bien que amaban tomarse su tiempo en las muestras de afecto.

Los roces fueron descendiendo cuidadosamente, con las ágiles manos del mayor deslizándose hacia la zona íntima de su adorada, colando sus dedos por debajo de sus shorts, abriéndose paso entre sus panties rojas, rozando su clitoris, tanteando sus sonrosados labios, dedeandola con cuidado de no ser brusco, había pasado tanto tiempo y estaban teniendo una tarde tan maravillosa que no quería arruinarlo con un disgusto así.

Amy gemía gustosa, abriendo sus piernas para darle mayor accesibilidad, besando lentamente su cuello.
La calidez, la sensación de ser incondicionalmente amada se sentían bien, era tan relajante, tan perfecto, tan... diferente a Shadow.

La más joven se giró hacia su pareja, haciéndose un lugar sobre su regazo, sentándose en horcajadas sobre él, sonriendole de forma traviesa mientras apoyaba una de sus manos sobre el hombro de su novio, utilizando su mano libre para ir desplazando a un lado la tela que cubría su vagina.

El erizo de orbes esmeraldas sonrió juguetonamente. Su querida y amada novia había ido dos pasos por delante de él y eso era emocionante. Pocas veces podría verla teniendo iniciativa ¿Qué tendría entre manos?

Jaló parte de sus shorts hacia abajo, liberando su polla que yacía erecta desde hace unos minutos antes. Rose despidió una suave risilla, masturbandolo hasta asegurarse de que estaba completamente duro.

Sucedió como siempre.
Lentamente rozó la punta de su miembro contra su clitoris, una y otra vez, despertando sus más profundos sentidos, invocando los deseos carnales de ambos hasta finalmente dejar que su verga se deslizara ágilmente en su interior, llenándola. Un gemido volvió a huir de sus labios, emergiendo desde su garganta hasta manifestarse en la oreja de su adorado quien, tras escucharla sintió un escalofrío recorrerle la espalda.

Su voz era tan encantadora...

Rodeó su cintura con sus brazos y poco a poco empezó a mover sus caderas de arriba abajo, relajándose, escuchando los pequeños chapoteos mezclados entre los burbujeos del jacuzzi.

Abrazados y entregados a la pasión que inundaba sus almas, olvidándose de todo cuanto los rodeaba, se hundieron en sus deseos, uniendo sus labios en besos entrecortados por sus jadeos, con sus cuerpos respondiendo ante los estímulos del placer en sus sexos.

No importaba si alguien los escuchaba, estaban demasiado lejos de cualquier lugar. No importaba si alguien los veía, bien podrían quedarse a ver cómo era el amor de verdad y aprender un par de cosas. No importaba si hubieran uno o dos secretos entre los dos. En este momento, en este preciso instante no había nada en el mundo capaz de destruirlos o desanimarlos.

El pacto, la alianza con la muerte estaba hecha y no había temor a nada, nada más que el propio final de este inevitable sentir.

La velocidad de sus embestidas fue aumentando. La forma en que la polla del mayor se frotaba de arriba hacia abajo en el interior de su vagina era espectacular, había tenido tiempo suficiente para conocerla a ella, sus gustos, sus preferencias, la forma en la que le gustaba ser tomada y amada.
Sabía qué hacer para que su corazón se acelerase tanto como el suyo cuando estaba a su lado.

La eriza de espinas rosadas no podía evitar gemir el nombre de su adorado de azul, temiendo por instantes exclamar el nombre equivocado, olvidándose de eso al momento de sentir como la punta del pene de Sonic golpeaba su punto G con tanta certeza que parecía irreal.

Los minutos fueron pasando, y ambos cuerpos ya humedecidos temblaban en cansancio y éxtasis, con el héroe de azul dándose prisa para acabar, sintiendo los besos de su novia llenar su cuello y mejillas, haciéndole sentir mariposas en el estómago con un grave ajetreo en su corazón.
Este día era perfecto, tan perfecto que ojalá pudiera ser eterno.

Rápidamente se hundió completamente en su interior, jadeando de forma ahogada, clavando sus uñas sobre la suave piel de la más joven, quien imitó su acción clavando sus uñas sobre la espalda de su pareja, gimiendo agudamente en lo que agitaba su cola de lado a lado.

Lo que para algunos puede ser una cuestión de minutos para ellos siempre se trataba de una eternidad finita y especial hecha solo para los dos.

Ambos jadeaban, agotados por el esfuerzo, húmedos tanto por el agua que los rodeaba como por el sudor que emanaba de sus pieles.

— ¿Y? —rió Sonic, alzando y bajando sus cejas, observando fijamente a Amy— ¿Otro round?

La eriza suelta una breve carcajada, separándose de él tras empujarlo, levantándose de a poco, hasta salir del jacuzzi, cubriéndose con las manos bajo la atenta mirada de su héroe de azul, quien sonreía embobadamente, viéndola irse, soñando despierto con la idea de una rutina similar a esta cada día de su vida.

Infló su pecho con una profunda inhalación, soltando suavemente el aire en lo que observaba pacientemente el horizonte a su lado.

Algún día todos sus días serían así.
Algún día...

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