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• Abrazo •

— Qué día —quejó aquel zorro portador de dos colas y pelaje amarillo intenso mientras ingresaba a su hogar, abriendo de golpe la puerta de su choza mientras avanzaba con pasos arrastrados hacia la sala—, siento que debemos hablar con Eggman, ésto ya no es divertido —agrega, estirándose hacia atrás, escuchando en el trayecto un pequeño crugido proveniente de su columna.

— No estoy seguro de cuántos golpes pueda soportar mi cráneo —lamenta aquel equidna de gran tamaño y de notable rojo, viéndose triste mientras agachaba la mirada hacia el suelo, completamente abatido por la jornada que les había tocado.

— Me duele admitir que ha mejorado —bosteza aquel héroe de bufanda marrón y espinas cobaltosas mientras se hacía un lugar en el sofá principal del salón, cayendo contra los mullidos cojines de aquel mueble verdoso situado en aquellos suelos de madera gastada—, en todo caso Amy y yo ya tenemos el plan para darle un "paro" a todo esto.

— ¿Tú y Amy? —inquiere con cierta duda la joven tejón de pelaje anaranjado con marrón, girándose hacia su compañera a su par para mirarla de forma incrédula— ¿No que últimamente no se habían visto? ¿¡O es que no eres la verdadera Amy!?

— Sticks, calma —habla la de orbes jades y vestido magenta, alzando sus manos hacia la altura de sus hombros mientras tomaba distancia de la más joven—. En todo caso, sí —se giró hacia el resto del equipo, encarando a todos—. Sonic y yo hemos hablado y ya tenemos un plan para cuando Eggman se exceda en sus maldades.

— Lo único que necesitaremos sería que ustedes sigan nuestras indicaciones y nos librariamos para siempre de él —agrega con cierto ánimo el líder del equipo mientras cruzaba sus piernas, reposando su tobillo derecho sobre su rodilla izquierda, recostando un brazo por encima del sofá, relajado.

— ¿Pero qué sería ese plan? —pregunta el vulpino, alzando una ceja mientras mira a su hermano de otra madre con inusual sospecha, sin verse convencido por sus palabras.

— Es algo moralmente incorrecto pero que podría salvar miles de vidas —explica rápidamente la de espinas rosadas mientras tomaba asiento en el sofá suspendido por cuerdas en el techo.

— ¿¡Tendríamos que matar a Eggman!? —chilla el de orbes zafiro, sobresaltándose de golpe mientras retrocedía, bajando drásticamente sus orejas.

— ¿Pero eso no es ilegal? —duda el de orbes violetas mientras rasca su cabeza, confundido.

— ¡¡Me gusta!! —grita a todo pulmón la tejón, sonriendo de oreja a oreja, sacando de su rústica falda dos cuchillos de filo notable— ¿¡Cuándo procedemos!?

— Calmense —interrumpe el de espinas azules, alzando su mano para llamar la atención de las masas—, el plan solo nos va a servir cuando Eggman atente contra la vida en la villa, hasta entonces tendremos que mantenernos neutrales como ahora.

— Ooohhh... —lamenta la joven de orbes celestes, inclinando la mirada mientras ocultaba sus armas nuevamente.

— Pero no es obligatorio ¿verdad? —inquiere el de rojizo mientras observa a la de espinas rosadas.

— Sería un acto por un bien mayor —suspira la de orbes jades, recostandose del respaldo del mueble mientras se balanceaba de adelante hacia atrás—, pero como dice Sonic, no será necesario hasta que pase.

— Realmente sería un poco extremo ejecutar un plan de ese calibre, pero... —habla el zorro más joven mientras posaba sus codos sobre la encimera de su cocina de madera— si es por un bien mayor sería lo justo ¿no?

— Ésto es demasiado confuso —solloza el equidna mayor, tomando asiento a la par del erizo de cobalto mientras se encorvaba hacia adelante, repasando sus mejillas sobre sus manos—, es difícil saber cuándo alguien merece morir o no.

— En algún momento aprenderás, Knuckles —mazculla entre dientes la tejón, mientras observa de reojo al mas fuerte del grupo.

La dupla de erizos se mira de forma cómplice, similar a cuando solo ellos sabían un secreto del que los demás no pudieran saber, siendo interrumpidos en su aura de paz solo por el pitido del intercomunicador de la fémina rosada.

— ¡Oh! —chilló la de orbes jade, levantándose de su lugar mientras veía la alarma programada— Creo que me debo ir...

— ¿Tan pronto? —inquiere con interés el de azul, levantándose de su lugar para así acercarse a su pareja.

— Sí, pero no pienso tardar mucho —contesta, mientras avanzaba hacia la puerta de la choza, siguiendo al mayor con la mirada.

— ¿Estás segura de que no puedo acompañarte? —insiste, abriendo la puerta para ella para posteriormente retenerla en la entrada— Incluso llegarías más rápido.

— No, Sonic —sonríe—. Estaré bien, ya nos veremos más tarde —asegura, palmeando su pecho mientras le regalaba una dulce sonrisa.

Todos en el equipo los observan en un atónito silencio, confundidos, intrigados y más que interesados. ¿Desde cuándo aquella dupla se llevaba tan bien? ¿Desde cuándo Sonic se preocupaba tanto por Amy y se ofrecía a ayudarla de forma desinteresada?

— Bueno —suspira con cierto ánimo de derrota el más alto, depositando un pequeño beso en una de las mejillas de la eriza más joven—. Cuídate ¿Sí?

— Seguro, ¡Hasta luego! —se despide, saliendo finalmente de la choza para encaminarse a su misión personal muy lejos de la villa, bajo la atenta mirada del héroe de tez melocotón quien la observa con una dulce sonrisa en su semblante, intrigado de hacia donde va y porqué, pero ilusionado de que vuelva.

Cierra la puerta tras perderla de vista, devolviendose hacia su equipo quien lo observa sin parpadear, esperando respuestas.

— ¿Y desde cuándo Amy y tú llevan en este plan, eh? —inquiere de forma demandante el más joven del grupo, cruzado de brazos mientras observaba de forma directa a su mayor, quien suspira de forma pesada, vaya tarde le esperaba de ahora en adelante.

❝ 🌴 ❞

La joven eriza trotaba a un ritmo constante en los senderos de aquella selva, moderando su respiración mientras rendía sus fuerzas tanto como podía, saltando las raíces que se atravesaban en su camino mientras evadía los troncos repentinos y atravesaba los arbustos altos y frondosos, guiándose por el mapa que tenía abierto en su intercomunicador, dispuesta a encontrar aquel pequeño tesoro que se había propuesto en ir a reclamar hoy.

En efecto, ahora traía todo lo necesario para su pequeña misión. Tras haber pasado por su casa y retirado su mochila verdosa llena de todo aquello que pudiera necesitar en caso de emergencias se encontraba más que preparada para la aventura y más que decidida para lograr su objetivo.

Lentamente fue disminuyendo su andar, deteniendose justo contra uno de los árboles a la par de su camino, respirando de forma honda, procurando recuperar su aliento mientras miraba hacia arriba, perdiéndose entre las frondosas ramas de los árboles que se enredaban en sus copas, moviéndose lentamente con el andar del viento.

Estaría bien, sin duda este era un lugar seguro e ideal para pasar el rato y pensar, a fin de cuentas estaba alejado del pueblo, estaba alejado de toda contaminación de la civilización, siendo de cierta forma un terreno desconocido en mayor parte.

Entre su relajación sus orejas se tensaron tras escuchar un ruido ligeramente inusual. No era el canto de un ave, no era el gruñido de algún animal, mucho menos era el murmullo de los pasos de algún ser vivo, no... Aquel ruido se asemejaba más a un grito lejano, un grito de dolor puro.

Todo su cuerpo se tensó y tras unos breves instantes el mismo sonido se repitió, sembrando en ella la intriga, el interés, la curiosidad de saber qué era y dónde estaba.

Miró hacia adelante, recordando el tesoro que había planeado reclamar como su propiedad para luego devolver su mirada hacia donde había provenido el ruido, desanimada, no podía con ambas misiones, sin duda alguna una debía elegir.

Suspiró de forma pesada, poniéndose en marcha rumbo hacia lo desconocido, siguiendo los quejidos y gritos de lo que fuera aquella criatura, entendiendo que solo ella sabía dónde se encontraba aquel tesoro de ruinas ancestrales y que por ende sería solo ella la que podría darle fama, ya iría a por él otro día.

Se abrió camino entre las raíces alzadas y troncos caídos enredados en arbustos, todo hasta dar con un pequeño claro rodeado pequeños pero frondosos árboles amontonados.
Gruñó en voz baja y rama por rama se fue abriendo paso, hasta dar finalmente con el individuo que menos esperaba ver.

Se trataba de aquel erizo azabache de vetas rojizas, tez bronceada, orbes rojos cual carmín, vello blanco en el pecho y brazalates de dorado esplendor, atrapado en lo que parecía ser una trampa puesta por cazadores.
Una de sus piernas se encontraba lamentablemente herida en lo que parecía era una trampa de caza aislada que perforaba directamente su piel, haciéndolo sangrar mientras gruñía y soltaba jadeos de dolor.

Vaya, sin duda era una escena a lo menos sorprendente.

El mayor de los dos rápidamente se fijó en la presencia de la eriza, siendo su única respuesta la de gruñir más alto mientras se arrastraba para alejarse.

— ¡¡¡Largo de aquí!!! —gritó, viéndola directamente a los ojos, con un enojo desmedido y voraz— ¡¡¡Aléjate!!!

— Estás herido —habla con suave voz, acercándose cada vez más al de azabache—, puedo ayudar-

— ¡¡No necesito ayuda de alguien como tú!! —queja, mientras arrastra la trampa con él— ¡¡Yo puedo solo!!

— Para ser la “Forma De Vida Definitiva” no eres lo suficientemente hábil para huir de algo así —afirma, avanzando cada vez más, siguiéndolo—. ¿Cómo pasó ésto?

— ¡¡No es tu asunto!! —insiste el de tez bronceada mientras reprimía con rudeza los alaridos de dolor.

— Se volvió mí asunto desde que logré escucharte a más de un kilómetro —espeta, posandose a su par mientras lo miraba con decisión—. Quieras o no te voy a ayudar, así es esto.

— ¡¡No te atrevas!! —amenazó, intentando dirigir un golpe hacia la fémina solo para darse cuenta de que no tenía fuerza ni mente para eso, cediendo al dolor y cansancio finalmente.

La más joven se quedó en silencio por un momento, quitándose su mochila verdosa de los hombros para así dejarla a un lado y de esa forma sacar todo lo que podría necesitar para ayudar al mayor.

Tomó la trampa y tras un largo momento de insistente esfuerzo logró abrirla, sacando aquellos filosos dientes de metal de la piel del veteado, alejándolo se él para posteriormente deslizarla lejos de los dos, dándole al de vello blanco en el pecho un breve instante para respirar, sintiendo así sus heridas mientras solo quedaban los residuos del dolor entre sus jadeos ahogados.

— ¿Cómo fue que pasó esto? —pregunta, tomando un pedazo de algodón para posteriormente mojarlo en alcohol.

— ¿Realmente te importa? —duda, para posteriormente verla con un semblante de desdén y cansancio, siendo esto suficiente para convencerlo de que, en efecto, sí le importaba. Suspiró— Estaba corriendo en las cercanías, debía reunirme con alguien para aclarar un malentendido. Supongo que no me fijé por dónde andaba, tropecé y caí en esta trampa.

— Es muy raro que alguien como tú no haya podido evadir una trampa de este estilo —responde, pasando el algodón de forma delicada entre las heridas, lavandolas y sanandolas con paciencia—. Creía que eras como Sonic en ese aspecto.

— Sonic no podría evadir una trampa de este estilo ni aunque tuviera carteles que así lo advirtieran —queja mientras hacía una mueca de desgano, alzando el mentón de forma altanera.

— Bueno —ríe la rosada, sin dejar de pasar el algodón sobre su lastimada piel—, él también es despistado en ocasiones, así que eso podría ser posible.

— ¿¡Posible!? ¡Ja! —sonríe— Es algo más que seguro. Yo al menos no tenía conocimiento de que aquí cazaban animales, pero él... —chasqueó la lengua rodando los ojos— Él es una bala perdida.

— Quizás, pero mí bala perdida —musita, hundiendo bruscamente el algodón sobre una de las heridas abiertas solo para observar al veteado contener un jadeo de dolor y ardor por su acción.

El silencio reina por un momento, teniendo a ambos distraídos en sus diversos mundos, con uno observando el cielo azul rebosante de nubes sobre su cabeza y la otra concentrada en limpiar y sanar tanto como pueda aquellas heridas tan inesperadas.
En efecto, era un momento más que extraño, a fin de cuentas siempre que se veían era para pelear o discutir, solo que esta vez el contexto era diferente, el momento era diferente, ellos eran diferentes.

— ¿Y... qué te trajo devuelta a la isla, hm? —pregunta, haciendo a un lado el algodón empapado de sangre para así cambiarlo por otro nuevo, mojandolo en alcohol.

— Eggman me llamó —responde—. Quería hablarme sobre sus planes para avanzar en su siguiente fase, quería mi ayuda para hacerle algo a la villa, pero... no lo sé —alzó y bajó los hombros de forma desinteresada, cerrando los ojos en el proceso—. No me convencían sus planes de destrucción a diestra y siniestra, sus motivos me parecieron patéticos y justo venía para dejarle en claro que si me volvía a contactar creyéndose mi amigo solo para utilizarme de instrumento de guerra realmente lo iba a lamentar.

— Ya veo —afirma, la más joven, alzando su mirada, dando directamente con aquellos resplandecientes orbes rubí—. ¿Y nada más...?

El veteado alza una ceja, confundido por aquella pregunta.

— Puede que me quede por un tiempo —afirma—, no tengo a donde ir por ahora a fin de cuentas y realmente me gustaría visitar el resto de la isla sin tener a la rata azul pisándome los talones —confiensa, divagando con la mirada.

— ¡Eso sería más que fantástico! —exclama con notable ánimo la más joven, haciendo a un lado el algodón para posteriormente tomar la cinta de vendaje— Yo podría servirte de guía, incluso podría llevarte a las cuevas donde he encontrado pruebas de otras civilizaciones, sin duda sería emocionante y puede que sepas algo que yo no —agrega mientras venda de forma cuidadosa la zona afectada en la pierna del de espinas azabaches.

— Podría ser. ¿Pero por qué no llevas mejor a Sonic? —duda, viéndola de soslayo mientras se cruzaba de brazos.

— Creo que él ya las ha descubierto por su cuenta, y no creo que sea de los que disfrute visitando un mismo lugar dos veces —explica con brevedad, agachando sus orejas en el proceso, dándose cuenta de que ese era uno de sus defectos.

— Ya veo... —murmura, mordiéndose la lengua para no acabar de decir lo que realmente piensa al respecto, sintiéndose extraño por dentro ante aquella afirmación, sin entender el porqué un tipo podría evadir el profundizar en locaciones de extraño ver.

— He terminado —sentencia tras apretar el vendaje y esconder una de sus puntas en uno de los pliegues, procediendo a guardar todos sus materiales devuelta en su mochila, levantándose—. Ven, levántate —anima mientras le extiende la mano.

El erizo de orbes carmín la mira confundido y tras un rato finalmente corresponde, tomándola de la mano para así ayudarse a poner en pie, recobrando su equilibrio momentos después.

Se encontraba notablemente sorprendido. Si bien el dolor no había desaparecido por completo ya no era tan intenso como antes y tras dar un par de pasos a los lados notó que su pierna en efecto podría seguir funcionando, dándole una agradable buena nueva.  

— En verdad gracias, Amy —habla, girándose a verla con un semblante neutral pero lleno de agradecimiento.

— No fue nada —sonríe, ruborizandose tras notar como aquel erizo azabache pronunciaba su nombre, dándole un pequeño escalofrío—, me gusta ayudar a los demás, aunque... claro —rió nerviosa, encogiéndose de hombros—. Si ves a Sonic no le digas nada de esto, ¿sí? Él no está siempre de acuerdo con esa idea.

— Hmph —gruñe, devolviendo su mirada hacia el frente, cruzándose de brazos—. Entiendo, no tienes por qué preocuparte.

Rápidamente siente un nuevo peso detrás y para cuándo se da cuenta tiene los brazos de la más joven rodeando su torso desde su espalda, confundiendolo.

— Fue un gusto volver a verte, Shadow —musita, tallando sus mejillas con la nuca del mayor.

El de vetas rojizas se siente extraño, como si algo que no fuera odio, rencor o tristeza se incertase en su corazón, agitando su alma de forma deliberada mientras sus mejillas ardían y su boca se secaba. ¿Qué era este nuevo sentimiento? ¿Y cómo fue que ella logró invocarlo?
Sin desearlo, aquel erizo empezó a agitar su cola mientras despedía un pequeño ronroneo, sintiéndose cómodo y extrañamente tranquilo con esta interacción, deseando en lo más profundo de su alma que jamás terminase.

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