[2]
De enemigos a vecinos
(bueno, enemigos y vecinos mientras Harry se siente miserable)
-Te vas a caer. - Y tal como lo predijo su madre, Harry se cayó a la entrada de su casa.
No era la primera vez que le pasaba, así que se puso de pie, cerró la puerta y fue a buscar su bicicleta guardada en el jardín. La tomó y se montó en ella, olvidándose por completo que su madre le había dicho que se ponga el casco para evitar algún accidente. Manejó por la ruta usual de siempre, en dirección hacia la única panadería del pueblo.
Amaba manejar su bicicleta, se sentía como volar en escoba pero de una forma distinta y única. Durante su tiempo en Hogwarts volaba en escoba y cuando estaba en el Valle de Godric volaba en la bicicleta.
Llegó a la panadería y estacionó su bicicleta donde usualmente la dejaba, amarrandola como su madre le había enseñado desde niño. Era gracioso cuando se trataba de su padre intentando manejar una bicicleta, que tras años de lecciones de su madre, se había rendido, diciendo que la escoba era lo que mejor iba con él. Por eso Harry también amaba a sus padres, porque gracias a ellos, tenía lo mejor de ambos mundos: el mágico y el muggle.
Compró el pan de siempre, saludando al viejo y amable panero que siempre atendía. Regresó hacia su bicicleta y manejó de regreso a casa. Estacionó la bicicleta a la entrada, buscó sus llaves en su bolsillo e ingresó a casa, dirigiéndose hacia la cocina.
-Lávate las manos. -Le recordó su madre. Harry hizo lo indicado y volvió a la cocina a ayudar a sus padres con el desayuno.
Los tres se sentaron en la mesa en un agradable ambiente que Harry había extrañado estando en Hogwarts. Su padre le contó algunas de sus recientes misiones como auror, mientras su madre presumía algunas de sus investigaciones como medimaga. A su vez, Harry continuó contando algunas anécdotas en Hogwarts, clases, sus amigos, escapadas nocturnas y Malfoy.
-Hablas mucho de Malfoy, ¿no? - Su padre le miró con extrañeza y Harry no entendió.
-Pues claro, si siempre anda molestando. Su presencia es abrumadora.
-Tal vez estás exagerando. -Rió su madre y Harry se puso serio. ¡No era una exageración!
-No estoy exagerando. Malfoy siempre anda metiendo su nariz donde no debe. Hizo que el caldero de Seamus explotara y que una de las gemelas Patil terminase con el uniforme mojado tras una lección de Hagrid.
-¿A Seamus y a la señorita Patil les importó lo sucedido? - preguntó su madre y Harry lo pensó por unos segundos.
-En realidad... digo no. Pero eso es porque no se percatan de lo mimado y molesto que es Malfoy.
-¿Qué te ha hecho a ti? Directamente. - preguntó su padre con la boca llena, recibiendo un regaño de su madre y luego volviendo a ver a Harry.
-Tiñó mi uniforme de verde, eso en la primera semana. ¡Se los dije! - Acusó Harry a sus padres, recordando haberles dicho por una carta. -Luego escondió mi libro de pociones por una semana, Snape casi me mata. Volvió a desafiarme a duelos, como siempre. Me tiró bolitas de papel cada vez que me veía por un mes entero. Empezó a decir que ninguna chica aceptaría ir al baile del torneo conmigo. ¡Él fue quien saboteó todo con Cho!
-Harry, ¿tú hiciste algo? - preguntó su madre con calma.
-Bueno... Fue casual. Teñí el pelo de Malfoy de rojo sin querer en una clase de encantamientos. Estábamos tratando de cambiar el color a algunas cosas. Y Luego, Malfoy tiño mi uniforme - Se quejó Harry. Al notar que sus padres seguían mirándolo con atención, continuó. -El libro... mm yo tomé casualmente una de sus tareas de transfiguración. Lo de las bolitas de papel les aseguro que no sé de dónde vino.
Sus padres se veían entre sí, como si compartieran información silenciosa fuera del alcance de Harry.
-Nunca nos dijiste que te animó a invitar a Cho Chang al baile. ¿Te gusta? - preguntó su padre, realmente interesado en saber más sobre su hijo.
-No me gusta. - respondió Harry con calma. - Es linda y buena persona, pero no.
-Entonces, ¿qué te animó a invitarla?
-Malfoy dijo que Cho era la chica con la que menos chance tendría de ir al baile del torneo de los tres magos. - Aseguró Harry con fastidio, no habiéndole agradado el desafió de Malfoy. -Supuestamente porque Cho prefería a una roca sobre mí. ¡Malfoy ya sabía que Diggory la había invitado primero!
-Oh Harry, cariño. Me alegra tenerte de vuelta. - rió su madre y vio como su Padre trataba de no reír fuertemente. Harry no comprendió qué era lo gracioso de la situación. -Tenías que ser un Potter. - Con eso, su madre se puso de pie, recogiendo los platos.
-Espera, ¿eso también iba dirigido a mí? - preguntó su padre ligeramente ofendido tras unos minutos de estar en la cocina y haber terminado de recoger la mesa.
Harry subió a su habitación, tratando de ignorar a sus padres, Solían ser muy raros a veces, bueno, la mayor parte del tiempo, pero los amaba tal y como eran. Sonrió al ver a Hedwig en su perchero y una carta de Neville sobre su escritorio. Le dio un dulce a Hedwig y tomó la carta en la que Neville le aseguraba que había regresado a Inglaterra tras pasar unos días de vacaciones con sus padres en Indonesia y que, sin problemas, asistirá al almuerzo en su casa esa tarde.
Ya por la tarde, sus amigos se hicieron presentes en su casa. Su madre había cocinado para ellos y todos disfrutaron de una deliciosa lasagna marca Lily Potter y una deliciosa tarta de melaza. Comiendo el postre, los adolescentes empezaron a hablar sobre su año en Hogwarts y planes para el verano. Primero Neville contó sobre su corto viaje la semana pasada junto a sus padres.
-¿Recuerdan cuando Harry correteó a Susan por todo el castillo? - dijo Ron divertido.
-Fue muy gracioso, a decir verdad. - Completó Hermione.
-¡No fue gracioso! -lloriqueó Susan. -Logré mantener una racha de tres semanas ignorándolo hasta que me correteo como si fuese un animal.
-¡Pensé que estabas molesta! - habló Harry y todos rieron, incluyendo a Susan.
-Creeme Harry, lo estaba. Hablabas siempre de Malfoy, realmente es molesto. Necesitaba un descanso de tus quejas.
Todos quedaron en silencio y todos sus amigos se miraron entre sí. Harry sintió que le ocultaban algo que Harry no sabía. ¿Por qué todos estaban en silencio?
-¿Pasa algo? -preguntó Harry.
-Verás Harry. - Habló Hermione tratando de sonar tranquila. -Te queremos mucho. Pero hemos tomado una decisión como tus amigos. -Todos volvieron a mirarse entre sí. ¿acaso querían que Harry deje de ser su amigo?
-Pues compañero. Siempre hablas de Malfoy, entendemos que se odien mutuamente o lo que sea. Pero todos tus temas de conversación son sobre Malfoy.
-No es cierto. - Harry negó las palabras de Ron porque no hablaba de Malfoy todo el tiempo. tenía otros temas de conversación. Quidditch, sus padres, clases, quejas de Snape, tareas y otras cosas más.
-Es que de alguna u otra forma siempre terminas hablando de Malfoy. - Volvió a decir Hermione.
-A veces pienso que te gusta. - dijo Susan y sus otros tres amigos la miraron con los ojos bien abiertos. - Digo, si. Es molesto que todas las conversaciones contigo terminan tratando sobre Malfoy. - Harry trató de ignorar el primer comentario de Susan.
-Lo siento. - Harry se sintió mal por sus amigos. ¿Realmente hablaba siempre de Malfoy? Era algo de lo que no se había dado cuenta. - Al menos a Nev no le molesta, cierto, ¿Nev? -Harry miró con esperanza a su amigo.
-De hecho. Llegó un punto en el que prefería que comiences con la boca llena para no escucharte hablar sobre Malfoy.
Harry se sintió un poco incómodo ante las revelaciones de sus amigos. No se había dado cuenta de que, de alguna manera, sus conversaciones se centraban tanto en Malfoy. Pensaba que estaba compartiendo anécdotas y experiencias, pero ahora veía que Malfoy era un tema recurrente. Se esforzó por cambiar de tema y desviar la atención.
-Bueno, hablemos de otra cosa. ¿Que planean para vacaciones? ¿Algún plan interesante?
Hermione fue la primera en hablar, comentando que sus padres habían decidido ir a Grecia este año. Entrando en detalles, Hermione dijo que solo se irían un par de días y tomaría su vuelo esa semana. Luego Ron comentó que su hermano mayor, Bill, estaría de visita en La Madriguera desde la próxima semana. Como cada año, los Weasley irían de campamento y luego, aunque no era algo asegurado, los padres de Ron planeaban ir a visitar a Charlie en familia. Susan también comentó sus planes, asegurando que viajaría a Dinamarca para la boda de una de sus primas. Por último, Neville aseguró que se quedaría la mayor parte del verano en casa de su abuela.
Cuando sus amigos se fueron, antes de que dieran las tres, porque tenían otros pendientes que hacer, Harry se encontró solo en su habitación, pensativo. Repaso la conversación con sus amigos, sintiéndose mal por haberlo puesto en una posición tan incómoda al quejarse con ellos siempre sobre Malfoy. Era algo de lo que no se habían percatado, pero ellos también debían entenderlo, Malfoy siempre andaba molestando y era imposible dejar pasar eso.
-Harry, cariño. ¿Todo bien? - Su madre se sentó en una esquina de la cama de Harry.
-Sí, solo estoy aburrido. - Grave error decir eso, porque al segundo, su madre le había obligado a ponerse de pie y ayudarla con algo en la cocina.
Su madre estaba haciendo un pastel de manzana, a Harry le encantaba. Pero su madre le había dicho que no comiera nada porque iba a ser un postre de bienvenida a sus nuevos vecinos. Nuevos vecinos que Harry no sabía que tenía. Mamá le explicó que la última semana de estadía de Harry en Hogwarts, llegó un camión de mudanza a ocupar la casa del frente, pero que no hubo nadie durante la semana pasada hasta hoy. En la que su mamá se había percatado que las luces de las habitaciones del frente, se prendían y apagaban de forma concurrente.
Harry asintió mientras ayudaba a su madre en la cocina, pero su mente estaba ocupada con la idea de tener nuevos vecinos. Se preguntó quiénes podrían ser y si se llevaría bien con ellos. Esperaba que hubiera algún chico o chica de su edad, en ese lado del pueblo habían pocas personas de edad y la única persona que vivía en esa calle, no era del agrado de Harry.
Finalmente, el pastel de manzana estuvo listo, y su madre le indicó que llevara una porción a los nuevos vecinos como gesto de bienvenida. Harry tomó la bandeja y caminó hacia la casa del frente. Mientras se acercaba, notó que las luces seguían encendiéndose y apagándose, como si alguien estuviera jugando con las luces.
Tocó el timbre y esperó nervioso frente a la puerta. Cuando esta se abrió, Harry tuvo que sostener con fuerza su agarre a la bandeja con el postre. Si eso era un sueño, debía ser el peor de todos. ¿Qué clase de chiste era ese?
-¿Potter? ¿Acaso una serpiente se comió la lengua?
-Malfoy. -Saludó Harry con la mandíbula apretada. Sus ojos verdes, mirando desafiante a los de Malfoy. Un millón de preguntas pasaron por su cabeza. ¿Malfoy era su nuevo vecino? Merlin quiera que no.
-¿Qué es eso? - preguntó Malfoy mirando con desdén el pastel de manzana que Harry sostenía.
Harry dudó por varios segundos si darle el postre a Malfoy o no. Supo que su madre lo regalaría de inmediato, sin dejarle explicar, si volvía con el postre a casa. Por otro lado, dudaba que Malfoy apreciara el exquisito postre de su madre si se lo daba. Oh, sus amigos iban a oír esto. De inmediato creyó que no sería buena idea.
-Traje un pastel de manzana como regalo de bienvenida. De mi madre. - Dijo Harry tratando de sonar lo más educado posible, a pesar de tener a Malfoy frente a él. Temía que su madre saliera de casa y lo viera lanzándole el postre sobre la cara de Malfoy o que la señora Malfoy viera que Harry era maleducado con su hijo.
-Bueno. Gracias. - respondió Malfoy de la misma forma que Harry y recibió el pastel entre manos. - ¿Dices que tu madre lo hizo? - Harry asintió. - Dile gracias de mi parte y de mi madre también.
Malfoy entró a la casa que había estado vacía por tanto tiempo y cerró la puerta al ingresar. Harry limpió sus palmas en su pantalón, sintiéndose nervioso por alguna extraña razón y cruzó la calle, dirigiéndose a su casa. Había sido lo más extraño que le había pasado hasta ahora, incluso más extraño que haber despertado un día con lo que parecían ser aletas por una broma de su padrino.
Apenas entró a su casa, buscó a su madre en la cocina, quien estaba terminando de limpiar el desastre anterior al haber hecho el postre. Tomó aire y dudó unos momentos en compartir la información con su madre. En primer lugar, ¿porque Malfoy se mudaría a un lugar con muggles a sus alrededores? ¿Acaso planeaba algo? Harry lo descubriría.
-Harry, ¿estás bien? -preguntó Lily, observando la mirada distraída de su hijo. Harry concentró su atención en su madre.
-Sí, mamá. Solo fue un encuentro extraño. Resulta que Malfoy es nuestro nuevo vecino.
-¿Malfoy? ¿Draco Malfoy? - Harry asintió y la expresión despreocupada de su madre se tensó. -Harry, espero que puedas llevar una convivencia pacífica con él. No quiero problemas entre vecinos. - Advirtió su madre con una mirada severa, de esas que decía "Si no haces lo que te digo, ya verás las consecuencias"
-Lo intentaré, mamá. Solo fue un poco chocante, eso es todo. Porque ya sabes, a él ni a su familia no le agradan los muggles. ¿Por qué se mudarían a un pueblo donde también habitan muggles? ¿Y la lujosa mansión de la que siempre presumía?
-Harry, cariño. Él y su familia deben tener un motivo para mudarse.- Suavizó su madre. - No te pido que seas su amigo, pero si te lo encuentras por el pueblo mantente alejado de cualquier pelea o discusión.
:.:.:
Se dirigió a la cocina apenas cerró la puerta de la casa. Dejó el postre sobre la mesa y se quedó viendo por varios segundos el pastel de manzana que Potter le había entregado. Dudó en si sería buena idea probar un trozo, podría estar envenenado o algo. De todas formas, ¿porque Potter se molestaría en llevar un postre a un vecino nuevo que ni conocía? Eso tomando en cuenta que Potter realmente no hubiera notado su presencia en la casa durante el día.
Llamó a un elfo y le pidió que le sirviera un pequeño trozo del pastel de manzana, lo probó con precaución. Para su sorpresa, el sabor era delicioso. Los ojos grises de Draco se abrieron ligeramente, y aunque intentó resistirse, no pudo evitar disfrutar del postre. Se obligó a sí mismo a no pensar demasiado en el gesto de la familia de Potter. Trató de no pensar en que la madre de Potter hubiera hecho ese postre pensando en él. La idea le resultaba absurda, pues no había forma que los Potter hubieran notado tan pronto su presencia en el vecindario.
Mientras saboreaba el dulce, su mente empezó a divagar sobre la situación. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo era posible que el mismísimo Harry Potter, su eterno rival, viviera frente a él? Draco se preguntaba si esto era alguna broma del destino o una extraña estrategia del universo para hacerle la vida aún más complicada.
Decidió dejar de darle vueltas al asunto y se sumergió en sus propios pensamientos mientras continuaba disfrutando del pastel. Se preguntaba si esto afectaría su tiempo en casa, si tendría que soportar la presencia constante de Potter en la calle y cómo explicaría esto a su madre. Además, ¿qué pensaría su padre al respecto? Un pinchazo en el pecho al pensar en su padre, recordando los recientes sucesos.
Caminó hasta su habitación, entreteniéndose con una lectura y luego yendo a dormir, ignorando por completo cuando su madre había vuelto a casa. Así que al día siguiente, por la mañana, su madre le preguntó por el postre que estaba en la cocina. Draco le contó a su madre sobre tener a los Potter como vecinos y Harry Potter le había dejado aquel postre ayer por la tarde.
-Que amables. Luego hay que agradecerles a ellos también. Podríamos invitarlos a una cena.
-¿Una cena? ¿Con los Potter? Debe ser la cosa más aburrida del mundo. - Dijo Draco. - Además estás ignorando por completo el hecho de que tenemos a los Potter como vecinos. -Narcissa observó a su hijo con una expresión de advertencia.
-Draco, no quiero escándalos ni conflictos innecesarios. Además, podría ser una buena oportunidad para mejorar tu relación con Harry Potter. ¿No querías ser su amigo?
Draco se burló ante la mención de Potter como su amigo. -Eso era cuando yo era un niño y cuando pensaba que Potter no era tan patético.
El desayuno continuó en silencio, Draco sin poder evitar recordar la ausencia de su padre y la nueva rutina que empezaba a formarse en ese nuevo lugar. Su madre, al finalizar de desayunar, le dijo que estaría fuera por el día por el trabajo y le incitó a recorrer el pueblo para no aburrirse en casa. Draco tuvo que contener sus ganas de decirle a su madre que si se aburría, podría divertirse con los pavos reales lanzándoles alguno que otro maleficio.
Una vez que su madre se fue, aunque el aburrimiento le consumió, no fue a jugar con los pavos de su padre. En cambio, se acercó a la cosa extraña de la pared y vió como la luz y la oscuridad de la habitación se intercalaban. Le parecía algo gracioso y etúpido de ver, sin comprender como los muggles podían iluminar sus casas sin hechizos, velas o candelabros gigantes.
Un toque en la puerta, detuvo su experimento muggle. Se acercó y al abrir la puerta se mordió la lengua al encontrarse con Potter. Pero de inmediato miró hacia sus manos, las que estaban vacías. El postre de la madre de Potter, a decir verdad, le agradó y creyó que al ver a Potter parado frente a su puerta, volvería con un nuevo postre entre manos..
-¿A qué se debe tu visita? Potter. - Pensó que sería divertido tentar un poco a Potter y así salir de su aburrimiento. - ¿Acaso tus amigos muggles se cansaron de ti?
-Cállate Malfoy.
-No quiero.
Un silenció incómodo y Potter se aclaró la garganta.
-Realmente estás viviendo aquí, ¿entonces? - Cuando Draco creía que Potter no podía ser más estúpido, hacía comentarios que desafiaban enormemente esa idea suya.
-No Potter. Solo que un día desperte y dije "Wow, que divertido debe ser vivir rodeado de muggles en un tonto pueblo lleno de estos" así que empaque mis cosas y decidí venir a esta tonta casa por un par de días. - Habló Draco irónicamente.
-Bueno, eso es un alivio. Creí que realmente serías mi vecino. - Comentó Potter más relajado. Realmente la estupidez de Potter siempre era capaz de sorprenderlo, era como si Potter compitiera consigo mismo para romper su récord personal de estupidez.
-Idiota, claro que me mude acá. Solo estaba siendo sarcástico.
-Oh. -Potter se le quedó viendo con la boca abierta, la imagen de un completo idiota frente a él. Draco rodó los ojos. La expresión de Potter le pareció tan ridícula que Draco no pudo evitar soltar una risa burlona.
-Sí, Potter, estoy viviendo aquí. ¿Te asusta la idea de tenerme como vecino?
-No me asusta nada que hagas, Malfoy. Pero ¿en serio estás aquí? - Draco se cruzó de brazos, observando con diversión la reacción de su eterno rival.
-Sí, aquí estoy. Y me parece que tendrás que acostumbrarte a mi presencia. -respondió Draco. Potter resopló y se rascó la cabeza, pareciendo incómodo.
-Bueno, supongo que... espero que no seas tan insoportable como en Hogwarts.
-No prometo nada, Potter. Pero si aprendes a no meter tu nariz en mi vida, podríamos llevarnos bien. ¿Quién sabe? -Draco se sorprendió a sí mismo con sus palabras. ¿Llevarse bien con Potter? Una tontería. Potter era el gryffindor menos tolerable de todos, siempre haciéndole la vida imposible a Draco desde su primer encuentro antes de Hogwarts.
-No espero llevarme bien contigo, Malfoy. Pero también tengo cosas mejores que hacer que lidiar contigo todo el tiempo.
-Oh, sí, claro. Tienes una vida tan emocionante entre tus amigos muggles y tus padres. ¿No extrañas volar en escoba?
-Eso no es asunto tuyo.
-Pero podrías enseñarme, ya sabes, ser tan tonto como un muggle. Es lo más emocionante que haces, ¿verdad? -Draco sonrió con malicia, molestar a Potter si mataba su aburrimiento. Potter gruñó en respuesta, pero Draco estaba disfrutando cada segundo de su desconcierto.
-Tonto tu padre. - Escupió Potter y aunque a Draco siempre le habían molestado los comentarios despectivos hacia su familia, Potter tenía razón.
-Estás en lo cierto. Pero no tanto como un muggle... o como tú. - Potter arrugó la frente y Draco le pareció graciosa su expresión. -Bueno Potter, ¿tu madre no te enseñó a no molestar a tus vecinos? ¿O es simplemente algo que los sangre sucia no saben hacer? Educar.
La cara de Potter se tornó roja como un tomate. Draco rió, pero sin esperarlo, Potter lo había empujado con fuerzas. La espalda de Draco chocó contra el suelo, y mierda, dolió. Potter estaba sobre él, sosteniéndolo de los hombros, imposibilitando que Draco pudiera moverse. Draco rió por la ironía, no solo en Hogwarts pelearían.
-No es gracioso. - Se quejó Potter.
-Tu madre, detrás tuyo.
Potter, con los ojos abiertos, se levantó de un brinco, expresión tontamente aterrorizada. Draco se puso de pie y sacudió sus prendas. Potter miró hacia su casa, buscando a su madre por alguna parte. Bueno, al menos Draco tendría algo con lo que divertirse, el temor de Potter a su madre.
-Ahora, si me permites. Largo. -Draco empujó a Potter por la entrada y cerró la puerta.
Unos segundos después, Potter estaba tocando la puerta nuevamente. Draco la abrió, esta vez con su varita en mano, previniendo alguna golpiza tonta de Potter.
-Por lo de antes... lo siento. - Draco miró a Potter como si le hubieran crecido cuernos en la cabeza. ¿Había escuchado bien? ¿Potter se estaba disculpando?
-¿Estás enfermo? Tú, ¿disculpándote?
-Si no quieres aceptar las disculpas, simplemente no lo hagas. - Se quejó Harry. -Además, tú también deberías disculparte.
-¿Yo? - Draco pareció indignado pero Potter asintió con la cabeza. -No fui yo quien empujó al otro contra el suelo. Idiota. - Potter rodó los ojos.
-Llamaste a mi madre sangre sucia.
-Lo es.
-La insultaste. - Aseguró Potter y Draco dudó sobre eso.
-No lo hice. Es un término que se usa y ya. Como sangre-pura o mestizo. No hagas un lío por eso. -explicó Draco exaltado.
Para su suerte, Potter decidió irse en ese instante y Draco cerró la puerta y se sentó en uno de los sofás de la sala. Miró al techo, percatandose que molestar a Potter era un hobby divertido para practicar en el verano si no iba a poder montar escoba por lo que quedaba del verano. Tontos muggles.
Los días siguientes, cuando su madre dejaba la casa, Draco se sentía cada vez más solo y aburrido. Así que en su segunda semana en el Valle de Godric, Draco había decidido finalmente hacer caso a la recomendación de su madre y salir a explorar el pueblo. Sabía que no era solo de muggles y tal vez encontraba a algún mago más interesante que Potter. Salió de su casa y recorrió las calles tranquilas. A medida que caminaba, observaba las tiendas y casas muggles con cierta fascinación y desdén al mismo tiempo. ¿Cómo podían vivir sin la magia que hacía todo más interesante?
Caminando por la plaza central, Draco notó una pequeña librería que le llamó la atención. La curiosidad lo llevó a entrar, y una vez dentro, se encontró con estanterías llenas de libros muggles. Frunció el ceño, preguntándose qué sentido tenía leer algo sin encantamientos o criaturas mágicas. Aún así, tomó uno de los libros y lo ojeo.
Pensó en comprarlo, pero rápidamente recordó que no contaba con dinero muggle. ¿Aceptarían galeones? Se acercó al mostrador a preguntar y la señorita solo se rió de él. Oh, los muggles realmente eran tontos así que terminó por salir de la librería con las manos vacías. Pero se detuvo en la entrada al ver como un anciano, con prendas de mago, ingresaba a la tienda. Draco lo siguió en silencio, entrando nuevamente a la librería.
-¿Algo de mí que sea interesante? - preguntó el anciano dándole la espalda a Draco. - Tengo la impresión de que es tu primera vez rodeado de muggles.
-¿Como-? - El anciano volteó y le sonrió. Por un momento le recordó a Dumbledore, pero este anciano no vestía como payaso y se veía mucho más viejo que el director de Hogwarts.
-Deberías tomar un libro muggle, conocer un poco más, joven Malfoy. - Draco retrocedió un paso. -¿Nunca te has topado con ancianos como yo? ¿Quienes lo saben todo sin explicación alguna? Cosas de magos, joven Malfoy. - El anciano le guiñó un ojo.
-Creo que sí. - respondió Draco pensando en Ollivanders. Aquel señor siempre le había parecido muy extraño y parecía que podía leerle la mente a pesar que Draco tuviera sus escudos de oclumancia bien altos.
-Te recomiendo un libro. - El anciano se acercó al mostrador y pidió amablemente un título del que Draco no pudo oír bien. El anciano pagó por el libro y se lo dió a Draco. -La Metamorfosis. Una historia compleja con un lindo significado.
-Tengo galeones, para pagarle, señor.
-Oh, no te preocupes. Tómalo como un regalo. -Draco dudó, pero volvió a salir de la librería con el libro en manos.
No queriendo volver a la soledad de su nuevo hogar, si podía llamarlo así, caminó hasta un parque donde se sentó en un banco. Abrió el libro y comenzó a leer. A medida que avanzaba en las páginas, se encontró cada vez más absorbido por la historia de Gregor Samsa y su transformación en un insecto. Aunque al principio le costó comprender la trama sin elementos mágicos, pronto se dio cuenta de la riqueza de la narrativa de la historia.
Mientras leía, el sol brillaba sobre el parque y el bullicio de los niños jugando y las palomas revoloteando creaba un fondo agradable. Draco se sorprendió al descubrir que estaba disfrutando de la tranquilidad del entorno, incluso sin la magia que solía rodear su vida, a pesar de extrañarla.
Una sombra tapó la luz del sol que le permitía leer el libro sin problemas. Levantó la mirada y se encontró con Potter frente a él. Cerró el libro y lo miró desafiante.
-Potter, ¿qué haces por aquí? ¿Perdido en el mundo muggle? - Draco soltó una risa sarcástica.
-No necesito una razón para estar aquí, Malfoy. ¿Y tú? ¿Leyendo algo muggle? Me sorprende.
-Poco me importa si te sorprende o no, Potter. ¿No tienes tu propia vida? Digo, porque siempre andas pendiente de mí.
-Jodete Malfoy.
-¿Y esa cosa? - preguntó Draco viendo la cosa metal que Harry sostenía. La misma que había visto cuando se percató que tendría a Potter como vecino. -Artilugio muggle supongo, se ve inservible.
-Es una bicicleta. Y no, no es inservible. - Aseguró Potter arrugando la frente. -Es más divertido que un libro.
-Si lo dices.
-Es cómo volar en escoba, solo que entre muggles. - Draco escuchó con atención pero volvió a abrir el libro, tratando de ocultar su interés. -Deberías intentarlo algún día.
-No tengo una de esas cosas y no pienso comprar alguna tontería de muggles. - aclaró Draco, a pesar de estar intrigado por un artilugio muggle que le devolviera aquella sensación de poder volar en escoba.
-Si quieres, algún día puedo prestarte una bicicleta y enseñarte a manejar. - Draco volvió a mirar a Potter, extrañado. ¿Acaso Potter estaba siendo amable con Draco? - Nos quedan meses de vacaciones, así que te puedo enseñar otras cosas más. -Potter pareció realmente incómodo con sus propias palabras. Como siempre, los gryffindors proponiendose a hacer cosas que no querían.
-Gracias por la oferta, Potter. - habló Draco tratando de sonar educado al recordar las palabras de su madre. -Pero no estoy interesado en saber sobre las cosas mundanas de los muggles.
-Realmente eres molesto, Malfoy. - habló Potter subiendo a esa cosa muggle, biliceta. - ¿No deberías volver a tu casa? ¿O es que tu madre tampoco te soporta?
-A diferencia tuya, yo no dependo de mi madre para mis actividades diarias.
-No es dependencia. Pero mi madre ha preparado un delicioso almuerzo, así que será mejor irme.
-Me importa poco, Potter. - dijo Draco con la mandíbula tensa y sus ojos sobre el libro del que había perdido la atención en leer.
Luego de que la presencia no tan molesta de Potter se había ido. Draco se dirigió hasta su casa, sabiendo que su almuerzo le esperaba gracias a los elfos. Un sentimiento incómodo se apoderó de él, sabiendo que mientras él comería solo, como casi siempre, Potter estaría disfrutando de la compañía de su madre durante el almuerzo.
N/A: Espero que hayan pasado una linda navidad. Acá les dejo el capitulo de esta historia, me haría feliz si la comparten en sus tableros y comentan la historia.
Nos leemos:)
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