[1]
Inicio de un verano tranquilo
(no tiene nada de tranquilo)
La primera vez que Harry tuvo un encuentro con el heredero Malfoy, fue a sus nueve años. Como cada año, los Potter siempre estaban invitados al almuerzo que Remus solía organizar por el cumpleaños de su padrino. Aquella vez, no fue la excepción, pero hubo algo distinto en la celebración: nuevos invitados.
Sirius había hablado con él, diciéndole que un niño de su edad estaría presente en la celebración. Como nuevos invitados estaban Narcissa Malfoy, prima de su padrino, y el hijo de ella. Para ese entonces, Harry había ignorado por completo la existencia de los familiares de Sirius, como su prima. Su padrino no era de los que solía hablar de otros miembros de la familia Black, siempre diciendo que los Potter y Remus eran su familia real.
Cuando los nuevos invitados llegaron, Harry se acercó a Draco Malfoy. El niño de cabello rubio había sido de su agrado desde el inicio y más cuando aceptó su invitación de ir a pintar en unas libretas que Remus le había dado, mientras los adultos conversaban sentados en el comedor. Había sido un momento agradable, Draco Malfoy pareció ser agradable, hasta que dejó de serlo.
-Tu madre - Harry levantó la mirada del dibujo de una luna que estaba haciendo, aunque creyó que se parecía más a un queso raro. -Ella es... tu sabes. Una sangre sucia.
Harry apretó los labios con fuerza de inmediato, como solía hacerlo su padre cuando se enojaba. Sin pensarlo, como siempre, tomó la hoja donde Draco Malfoy había estado dibujando y la rompió frente a su cara. Poco le importó la expresión dolida del otro niño, porque rápidamente se levantó y se dirigió hacia la cocina donde estaban sus padres y tíos.
Las quejas por parte de Harry habían llegado de inmediato a los adultos, donde una ruborizada Narcissa Malfoy había ido a buscar a su hijo, pidiendo disculpas a los presentes, desapareciendo de la casa de inmediato mediante la red flú. Harry poco sabía que ese era el único término que Draco había escuchado de su padre para referirse a los hijos de muggles. El pequeño niño rubio solo había querido preguntar si sabía algo sobre el mundo muggle que le causaba curiosidad.
El segundo encuentro que tuvieron, fue unos meses después. Los padres de Harry estaban de vacaciones, por lo que planearon una escapada a una playa por unos días. La mitad de la estancia estuvieron en un hotel muggle y luego en un hotel mágico, siempre obteniendo lo mejor de ambos mundos. Y como siempre, estando en el hotel mágico, Harry escapó de la mirada de sus padres por unos minutos.
Había estado con el cabello mojado tras salir del mar, una cicatriz con forma de rayo asomándose por su frente, cicatriz que su madre solía esconder al intentar peinar su indomable cabello. Malfoy, esa vez, al encontrarse, en vez de hacer un comentario desagradable sobre su madre, lo hizo sobre su cicatriz.
-Oye, ¿esa cicatriz es real o solo es un truco de maquillaje para parecer más interesante?
-¿Te gustaría comprobarlo? -Enojado, Harry respondió. -Podría darte una cicatriz real para que dejes de hacer preguntas estúpidas.
Le había enojado la forma en que Malfoy se había referido a su cicatriz, siendo algo que le causaba mucha inseguridad. A la anterior escuela muggle a la que asistía, varios solían jugarle bromas sobre su cicatriz y esa había sido la razón para esconderla bajo su cabello y que sus padres le cambiaran de primaria. No solo eso, sino que recordar que tenía una cicatriz, era el recordatorio vivo de que sus abuelos paternos habían dado su vida por protegerlo.
Tuvo más ganas de discutir en ese instante con aquel niño desagradable para su gusto. Pero un elfo apareció al instante, diciéndole algo a Malfoy que no logró escuchar y luego desapareciendo con el niño rubio en un plop. Si en ese instante, la criatura mágica no hubiera aparecido, habría sido posible que Malfoy terminase con un ojo morado por el puño que empezaba a temblarle a Harry.
¿Que se creía aquel niño? Haciendo preguntas estúpidas e insultando a otros.
Cuando cumplió diez, sus padres empezaron a llevarlo a las reuniones del ministerio que tenían. Aquellas fiestas donde todos iban bien vestidos y para las que su padre se demoraba una hora en hacer su nudo de corbata. En esas reuniones, para su mala suerte, Malfoy también asistía. Lo ignoraba la mayor parte del tiempo, decidiendo estar con Ron, Neville y Susan; mientras Malfoy se juntaba con otros niños con la misma apariencia desagradable que él.
Pero Harry debía conocer su mala suerte desde que había empezado a hacer magia accidental en la escuela, pintando el cabello de su profesora de color azul. Porque en el verano antes de su primer año en Hogwarts, Remus le había acompañado a comprar sus túnicas en la tienda de Madame Malkins del Callejón Diagon. Sí, nuevamente se encontró con Draco Malfoy.
Había ignorado las palabras de Malfoy mientras estaban en los taburetes y las cintas métricas mágicas se movían alrededor de ellos. Malfoy hablaba de Hogwarts, las casas, diciendo que estaría en Slytherin (buena casa para un niño tan desagradable como Malfoy, pensó Harry), de su gran escoba y otras tonterías que a Harry no le importaban. Hasta aquel comentario.
-Parece que a los gatos no le agradan a tu tío. ¿Has visto su rostro? Da miedo.
Y finalmente, luego de tanto tiempo de mantener su puño intacto, golpeó a Draco Malfoy hasta hacerlo tambalear. Remus, de inmediato notó su accionar y lo tomó del brazo, saliendo de la tienda mientras lo regañaba en voz baja.
Al final de la tarde, Harry había terminado sentado en medio de la sala en lo que parecía ser un interrogatorio por sus padres y sus tíos. Todos estaban en silencio, Harry tratando de no mirar a ninguno de los adultos hasta que su padre habló.
-La violencia es mala Harry.
-Prongs tiene razón. Él y yo jamás haríamos uso de la violencia de esa forma. -Continuó Sirius.
Su madre pareció atorarse con algo, mientras intercalaba su mirada entre su padre y su padrino, como si ocultaran algo.
-Pero ustedes atrapan a los malos de esa forma ¿no? -preguntó Harry, tratando de hallar alguna respuesta en la que los aurores no usasen alguna forma de violencia para combatir el mal.
-Usamos magia, hijo. - Explicó su padre con tranquilidad, pero su madre le dio un manotazo en el hombro y su padre soltó una pequeña queja.
-¿Quieres decir que puedo hechizar a Malfoy?
-No, Harry. No. - Su Madre respondió rápidamente y fulminó con la mirada a James y Sirius. -Creo que es mejor que Remus y yo nos encargaremos de esto. -Su madre volvió a ver con intensidad al par de aurores en la sala.
-Está diciendo que se vayan. -explicó Remus a los otros dos hombres. Quienes demoraron en entender pero finalmente salieron de la sala.
Al final de esa reunión con madre y su tío Moony, entendió que estaba mal pegarle a otras personas aunque fueran malas con él. Si algo sucedía, era mejor acudir a un adulto para solucionar el tema. Cabe recalcar que tampoco podía lanzarle un hechizo de piernas gelatinosas a Malfoy, pero si lo hacía, ningún adulto debía saberlo.
Oh, y claro que estuvo tentado a lanzar el hechizo de piernas gelatinosas sobre Malfoy cuando se lo encontró en el tren hacia Hogwarts. Había estado en el mismo compartimiento que Ron, Neville, Susan y Hermione hasta que Draco Malfoy apareció con sus secuaces.
-Un pobretón y una sangre sucia. Longbottom y Bones son tus únicas amistades rescatables.
Harry realmente tuvo que contenerse para no lanzar aquel hechizo, que ni siquiera había aprendido, sobre las piernas de Malfoy. Fue Susan la que se puso de pie y dijo algo a Malfoy en un susurro, lo que lo hizo retroceder y desaparecer del compartimiento con sus estúpidos secuaces.
-¿Qué le dijiste? - preguntó Harry intrigado una vez que Susan volvió a sentarse y Hermione le preguntaba a Ron que significaba "sangre sucia"
-Solo le dije que mi tía era capaz de despedir a su padre del ministerio. Pero realmente no puede hacerlo, creo.
-Ya sabes porque Malfoy no se mete con Susan y conmigo, nuestras familias tienen gran influencia como la suya. -explicó Neville. -Mamá y papá siempre dicen que es mejor mantenernos alejados de las familias sangre-puristas.
-Ese niño fue realmente desagradable. - Se quejó Hermione sacando un libro de su bolso. -Además, no entiendo como pudo saber que era hija de muggles.
Harry intentó entender durante el camino porque Malfoy también lo molestaba. Hasta donde sabía, su padre también tenía gran influencia en el Ministerio de Magia y sus abuelos eran reconocidos en todo Gran Bretaña por el sacrificio que habían hecho diez años atrás para derrotar al que-no-debe-ser-nombrado.
Durante el resto del año escolar, Malfoy y Harry se la pasaron gritando y peleando en los pasillos de Hogwarts. Lo que le había hecho perder la cuenta de la cantidad de veces que había acabado en detención por culpa del que había sido seleccionado en slytherin. Claro, que Harry estuviera en Gryffindor, la casa enemiga de la Malfoy, solo empeoraba las cosas.
Al igual que en el primer año, la rivalidad entre ambos solo había aumentado durante su segundo año. Cada carta que enviaba a su padres, siempre había algo relacionado a alguna queja sobre Malfoy a lo largo de los años. Sus padres parecían ignorar sus rivalidad desde tercer año, pero a Harry realmente no le agradaba aquel niño mimado que se creía lo mejor de todo.
Hermione y Susan siempre le recomendaban solo ignorarlo, hasta que fue Susan quien empezó a ignorar a Harry a mitad de cuarto año. La hufflepuff siempre paraba estudiando, en su sala común, en clases o con sus otros amigos cuando Harry tenía alguna nueva queja sobre Malfoy.
Mientras tanto, Hermione y Ron habían empezado a pasar menos tiempo en la sala común de Gryffindor cuando Harry necesitaba soltar sus quejas sobre Malfoy con alguien. Luego empezó a sospechar de que seguro estaban saliendo a escondidas o algo así y trato de ignorar lo que Remus le había escrito en una de sus cartas:
¿No te has puesto a pensar que tus amigos ya no quieren escuchar cosas de Malfoy? Háblales de ti, no de él. Enserio, Harry. Espero que tu próxima carta sea contándome tu semana y no tu queja semanal sobre Draco Malfoy. Te quiero.
A pesar de Malfoy como una constante molestia durante el año escolar, el cuarto año había llegado a su fin. Había logrado encontrar un compartimiento vacío junto a sus amigos. Así que Ron, Hermione y Ginny estuvieron jugando un juego de cartas mágico para matar el tiempo durante el transcurso del viaje.
-No les conté. Pero hoy en la mañana, Malfoy
-Harry, lo siento. -Ginny se puso de pie, dejando sus cartas a un lado. -Acabo de recordar que Luna me dijo que la busque en su compartimiento. -Rápidamente, la hermana menor de su mejor amigo, salió.
-Como sea. Como estaba diciendo. -Ron y Hermione intercambiaron miradas incómodas de las que Harry no se percató. -Empezó a decir que mi casa era un zoológico. Realmente Malfoy es la persona más detestable de este planeta, siempre se cree lo mejor con su estúpido cabello rubio y tonta sonrisa. Cree que todos están a sus pies y, en serio, ¿qué se cree?
El resto del camino, Hermione y Ron tuvieron que soportar a Harry quejarse hasta del nacimiento de Draco Malfoy.
:.:.:
Se despidió de sus amigos apenas llegaron a la estación. Caminó al usual lugar donde uno de los elfos de Malfoy Manor siempre le esperaba para aparecer en la mansión. Mientras caminaba, con su equipaje siguiéndolo por detrás, notó a Potter correr hacia los brazos de sus padres. Un sabor amargo apareció en su boca mientras veía la escena familiar, un recordatorio de que sus padres jamás lo recogían o llevaban a la estación, excusándose de estar ocupados con el trabajo.
Potter siempre hacía comentarios estúpidos diciendo que Draco lo tenía todo, claro, muchas cosas tenía, menos eso. Sus padres casi nunca estaban en casa durante las vacaciones de verano, pero al menos se encargaban de hacerle llegar todo tipo de regalos en reemplazo de su ausencia. Aquellos viajes familiares que, solían darse antes de que ingrese a Hogwarts, terminaban en Draco pasando el día solo en el hotel o casa en la que se quedaban, sus padres yendo a reuniones importantes en esos lugares.
Dejando de ver a Potter y a su tonta familia, Draco llegó hasta donde estaba el elfo del que no le importaba recordar su nombre. Apenas tocó al elfo, apareció en la gran sala de la mansión. Una sala vacía, hermosa, pero vacía como siempre. Sabiendo que los elfos se encargarían de llevar su equipaje a su habitación, se dirigió hacia esta. Aprovechó en meterse a la bañera y relajarse un rato, tratando de olvidar que era el único Malfoy en la mansión.
Escogió uno de sus atuendos para estar el resto del día en casa y luego empezó a desempacar sus cosas de Hogwarts. Almorzó solo ese día, extrañando el bullicio del Gran Comedor en Hogwarts, a pesar que también le molestaba. Pero profecía la bulla y los comentarios tontos de Crabbe y Goyle mientras comían, que el molesto silencio que le hacía sumergirse demasiado en sus pensamientos.
El resto de la tarde se la pasó leyendo, decidiendo qué haría su tarea de verano luego. Su lectura se vio interrumpida por uno de los elfos para avisarle que la cena estaba lista y que sus padres ya habían llegado. Draco arrastró los pies mientras caminaba hacia el comedor, perdiendo toda elegancia que usualmente mantenía. Pero antes de entrar al comedor, recompuso su postura, sabiendo que su padre le regañaría por no mantener el porte de un Malfoy.
Apenas la puerta del comedor se abrió, notó a sus padres sentados en sus usuales asientos sobre la mesa. Caminó en silencio hasta su lugar, sintiendo una extraña tensión en el aire. A pesar de los rostros indescifrables de sus padres, Draco sentía que algo no iba bien. Tomó asiento, saludando a sus padres a la distancia y recibiendo una respuesta de ambos.
-¿Cómo te ha ido en Hogwarts, cariño? - preguntó su madre apenas se sentó en la mesa. Su madre relajó su expresión y le sonrió.
-Bien, como siempre. Ver la última prueba del torneo fue la cosa más aburrida. -Dijo Draco por querer decir algo y llenar de palabras aquel silencio. -No entendía la necesidad de que nos obligarán a ver un laberinto por horas sin saber lo que hacían los jugadores en él. No sorprendió a nadie que Krum ganase.
-¿Krum fue el campeón final? - preguntó su padre y Draco asintió. -¿Qué tal tus calificaciones?
-Como siempre, las mejores. - Respondió y vio como sus padres se veían entre sí, la expresión de su padre tambaleando por un segundo.
Su madre tomó su mano y la apretó. Draco tuvo la intención de quitar su mano como respuesta a la muestra de afecto, pero cedió al contacto de su madre. Su padre se aclaró la garganta y tomó un sorbo de la copa de su vino, sus platos de la cena aún sin haber sido tocados. Sus padres volvieron a mirarse y Draco no entendía lo que estaba sucediendo. ¿Alguien le explicaría?
-Mira cariño. - Habló su madre, Draco casi creyó que su voz había temblado por un segundo. - Tu padre y yo hemos tomado una decisión importante sobre nuestro matrimonio.
-Hemos decidido separarnos. -Terminó su padre de explicar.
Draco soltó la mano de su madre y se levantó de su asiento sin romper su compostura, tratando de mantenerse lo más calmado posible. Internamente solo estaba gritando y un dolor desgarrador atravesaba su pecho. Nunca habían sido la familia perfecta, para lo que concierne a Draco, pero siempre habían logrado mantener las apariencias ante el mundo mágico. Separarse no sonaba como una idea inteligente que dos ex-slytherins tomarían.
-Draco, sé que esto debe ser difícil para ti. - Habló su padre en un tono más suave de lo que jamás en su vida había escuchado.
-No lo es. - Mintió Draco mientras apretaba con fuerza la silla frente a él.
-Debido a esta decisión, he decidido dejar la mansión. - Draco miró a su madre mientras hablaba y trato de ignorar el picor en sus ojos.
-Tu madre y yo creemos que lo mejor sería que te vayas a vivir con ella.
-Al menos pudiste fingir quererme un poco, ¿sabes? - Habló Draco enojado, pero sin romper su compostura. Su padre lo estaba tratando como un elfo, viendo a qué propiedad lo mandaría a vivir sin consultarle antes a Draco.
-Draco. - Llamó su madre y Draco volteó a verla.
-Es una decisión de tu padre y mía. Es lo mejor para tí dejar la mansión y venir conmigo.
Draco tuvo que contener sus ganas de reír histéricamente. -¿Acaso mi opinión no cuenta?
-Eres un adolescente, los adolescentes no toman las mejores decisiones. - Habló su padre.
-Parece que los adultos igual. - Draco alterno su mirada entre los dos adultos de la habitación, quienes parecían estar en una discusión silenciosa con sólo mirarse.
-Es por el bienestar de cada uno de nosotros. - Explicó su madre y Draco quiso gritar. ¿El bienestar? ¿Que había de bueno para él que sus padres se separen? Nada.
-Lo entenderás con el tiempo hijo. - Draco no le creyó a las palabras de su padre.
-Entonces, ¿nos vamos madre? - preguntó Draco con intención de salir del comedor. Su madre lo tomó del brazo y lo retuvo.
-Primero cenemos, ¿si?
Draco volvió a sentarse en la mesa, sabiendo que si se iba, la tensión en la mansión solo aumentaría y lo menos que quería en ese momento, era escuchar discusiones. Comió en silencio, al igual que los adultos, sumergido en una incomodidad inexplicable. De a ratos, lanzaba miradas hacia sus padres, ambos sumergidos en sus pensamientos y con la mirada sobre sus platos. Eso solo lo frustró más.
-¿A dónde vamos a mudarnos, madre? - Cuestionó Draco apenas terminó su cena, la cual parecía no haber tenido sabor alguno en su boca.
-Es una casa agradable y acogedora, sé que te va a gustar. - respondió su madre con una sonrisa cansada.
-¿Una casa? - preguntó Draco con indignación. ¿Una casa? Luego de haber vivido en una mansión toda su vida, ¿iban a rebajarse a aquel nivel? Al menos, Draco esperaba, que no fuese una casa muggle porque eso significaba convertirse en la burla de sus amigos.
- Sí, Draco. Una casa. - Habló su padre y Draco lo miró desafiante. -Tu madre ha logrado conseguir una acogedora casa en un pueblo de magos y muggles.
-¿Muggles? - Escupió Draco con asco. - ¿Es enserio? Te quedas con la mansión y, ¿a nosotros nos votas a un lugar repleto de muggles? -Draco miró con enojo a su padre, su mandíbula se tensó.
-Draco. Es un lugar seguro. - Habló su madre.
-¿Que me importa que sea seguro? - Draco se levantó de su silla, perdiendo la compostura que había tratado de mantener durante toda la cena. -¿Desde cuándo? ¿Desde cuándo habían tomado esta estúpida decisión a mis espaldas?
Apretó su varita que estaba guardada en uno de los bolsillos de su túnica. Por unos segundos, los platos se sacudieron, como si la magia de Draco tratase de demostrarle a sus padres lo enojado que estaba. Le molestaba que sus padres le dieran tal noticia como si fuera cualquier cosa que pueda ser hablada durante la cena.
-Draco, es complicado. - Su padre alzó la voz, firme y seria, como usualmente solía dirigirse a Draco para corregir algún comportamiento. -Irás a vivir con tu madre a esta nueva residencia y no quiero escuchar quejas. ¿Entendiste?
-¿Acaso traerás a otras familias a la mansión para no querernos a nosotros? -Draco, que usualmente pensaba antes de hablar o decir algo, se dejó llevar por el momento. De inmediato, su cabeza se llenó de pensamientos abrumadores. -No respondas, no quiero saber.
El resto de la semana Draco se la pasó encerrado en su habitación y empacando las cosas para mudarse. No le agradaba la idea de tener que dejar la mansión y sentía un sabor amargo en la boca cada vez que recordaba que sus padres se estaban separando. Lucius y Narcissa estuvieron más presentes esa semana, pero Draco siempre buscaba la forma de ignorarlos. ¿Porque sus padres se dignaban a querer pasar más tiempo con él los últimos días en los que los tres seguirán viviendo juntos?
Para el domingo siguiente, su madre y él llegaron a esta nueva residencia. La voz de su madre se escuchaba a la lejanía diciendo cual era su habitación y mostrándole algunos lugares de la casa. Lo único que supo al final de la noche, fue lo exhausto que estaba y que quedó dormido sobre su nueva cama en su nueva habitación.
Al día siguiente, al despertar, sentía como si todo hubiera sido un espantoso sueño. Pero al ver en lugar en el que se encontraba, sabía que todo había sido real. Su madre, como nunca lo había hecho, le llevó el desayuno hasta su habitación con una cálida sonrisa. Draco comió en silencio su desayuno en compañía de su madre, se sintió agradable, aunque sabía que muy pronto su madre volvería a poner excusas para no pasar tiempo con él.
Su madre salió de su habitación, animandole a explorar la casa mientras ella terminaba algunas maquetas que unos clientes habían pedido. Draco amaba a su madre y él sabía que ella también lo hacía, pero desde siempre le había molestado que su madre sea considerada como una de las mejores arquitectas mágicas de Europa, lo que la hacía invertir su tiempo en su trabajo en vez de su hijo.
Siguiendo la indicación de su madre, primero tomó una ducha en su nuevo baño. Agradecía que siguiera teniendo baño propio, aunque mucho más pequeño al igual que su nueva habitación. La habitación era del tamaño de su habitación en Hogwarts, que era del mismo tamaño que su baño propio en Malfoy Manor. Trato de ignorar eso, pero sabía que acostumbrarse a la falta de lujos que toda su vida había tenido, sería complicado.
Se puso un atuendo y salió de la habitación a explorar la casa. Resultaba que tenía dos pisos, para la incomodidad de Draco. Habían cuatro habitaciones en el segundo piso, la de su madre, la de él y dos que supuso que serían para invitados. Solo su habitación y la de su madre tenían baños. Esperaba poder tomar alguna para usarla como estudio, porque su nueva habitación no era lo suficientemente grande para eso.
En el primer piso, mientras tanto, estaba el estudio de su madre, la sala, un comedor, la cocina y un baño. Mientras seguía recorriendo la pequeña casa, para gusto propio, se percató que varios elfos de la mansión también estaban ahí, loq ue Draco agradecía. No iba a estar dispuesto a hacer tareas de elfos domésticos en esa nueva casa, iba a caer mucho más bajo de lo que ya había hecho.
Había un jardín trasero, lo suficientemente grande para volar en escoba, pero de inmediato recordó que vivían muggles a los alrededores. Todas las cosas que le gustaban implicaban hacer magia y debería abstenerse por culpa de vecinos que no habían sido bendecidos por la magia. Algo que le había sorprendido ver en el jardín, habían sido los pavos reales de su padre. Lucius amaba esas cosas más que a Draco, así que no entendía porque no se habían quedado esas tontas aves en la mansión.
Draco continuó explorando la casa, tratando de encontrar algo que le resultara familiar o reconfortante en ese nuevo entorno. Se topó con una pequeña biblioteca en la esquina del primer piso, con estantes llenos de libros muggles y algunos pocos de magia. Frunció el ceño ante la mezcla, preguntándose por qué su madre había decidido conservar esos títulos mundanos.
Aburrido, se sentó sobre un sofá que dejaba ver las calles del vecindario por una ventana. No había nada interesante que ver, ni siquiera había personas o algún animal pasando por la calle. Conjuro un tempus, curioso de la hora, percatandose de que serían las nueve de la mañana. ¿Acaso los muggles dormían todo el día? Quería ver a algún muggle hacer cosas tontas de muggles y burlarse desde la comodidad del sofá.
Tras unos minutos, algo sucedió. La puerta de la casa de al frente, se abrió, dejando salir a un joven que caminaba de espaldas. Draco pensó que se tropezaría con los escalones frente a la entrada de la casa, y así fue, el desconocido tropezó y de inmediato se puso de pie y cerró la puerta. El muchacho se movió entre el jardín delantero, sacando una cosa extraña con dos círculos que chocaban con el suelo.
El extraño se subió a la cosa extraña y Draco quiso morir en ese momento. ¿Las cosas podrían empeorar? Se había preguntado esa misma mañana y el universo acababa de darle una respuesta. Sí, las cosas podían empeorar si el muchacho de la casa del frente era el mismísimo Harry Potter. Ahora que lo pensaba, si se hubiera mudado a un pueblo lleno de muggles hubiera sido mucho mejor que tener a Harry estúpido Potter como vecino.
N/A: Aquí está el primer capítulo de esta nueva historia. Realmente espero que les guste leerla. Desde ya les voy comentando que será una historia relativamente corta y hay varias cositas muy distintas al canon que se seguirán explicando conforme avance la historia.
No olviden comentar que amo leer y responder sus comentarios :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro