Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO DOCE - DUDAS

Sábado, 22 de marzo del 2008

Nauzet cumplió diecinueve años el 6 de marzo y hemos decidido celebrarlo en Semana Santa, porque los chicos no podían venir antes a Tenerife.

El cumpleañero quería pasarse una semana con nosotros cogiendo olas, ya que necesitaba descansar y ver el sol. Mis amigos han estado estudiando como locos y están mucho más pálidos de lo que suelen estarlo en esta época del año, así que mi regalo fue alquilar una casita de tres habitaciones en la playa.

Gonzalo y yo compartimos cuarto y les hemos dejado una habitación a los demás, ya que ellos son los que no han salido por ahí desde Carnavales.

Desde el principio estaba cantado que Hugo no iba a utilizarla para llevarse a alguna chica, está coladito por Belén y no podemos hacer nada al respecto. Llevan quedando para estudiar siempre que pueden y, los fines de semana, Belén se pasa por el piso y suelen acabar en el dormitorio de mi amigo, aunque aún no hayan tenido sexo.

—¿Qué haces levantado a las seis de la mañana? —me pregunta Nauzet, cuando me ve sentado en el salón con el portátil en mi regazo y a oscuras.

—Quería hablar con una amiga que está en Nueva York sin molestar a Gonzalo que está durmiendo —le respondo y me hago a un lado en el sofá para que mi amigo se siente a mi lado.

—¿Y tú no duermes? —me riñe y yo me despido de Nicole, porque sé que esto va a durar un rato y en Nueva York es la una de la madrugada.

—Sí, pero no vamos a poder hablar en todo el día, eso de la diferencia horaria es una mierda.

—¿Es una especie de novia?

—No empieces a inventarte cosas, eso solo se lo permito a la Yeya y porque siempre le ha gustado emparejarme con todo lo que tiene dos piernas depiladas —le respondo con voz cansina.

—¿Entonces?

—Es una chica que he conocido en una BBS, un software de sistema de tablón de anuncios muy popular antes de que nosotros naciésemos. Me he creado uno propio. Hace unas semanas intercambiamos usuarios de Skype y ahora nos escribimos por esta vía todos los días —le explico a mi amigo para que no se haga ilusiones.

—¿Es guapa?

—No la he visto, pero es increíble todo lo que sabe de conexiones y sistemas de seguridad informática. Su madre es una eminencia en estos campos y solemos discutir, sobre todo, sobre el nuevo proyecto que he empezado después de Carnavales.

—¿Cómo es que al menos no se han mandado una foto? ¿Ella tampoco te ha visto?

—No, a ella tampoco le interesa saber si soy guapo o no. Vive en Nueva York y, posiblemente, no nos veamos en persona nunca. Gonzalo también se ha escrito con ella y tampoco se han intercambiado fotos —le digo a ver si me cuenta por sí mismo el beso que le dio a nuestro amigo o no lo recuerda de lo bebido que estaba.

—En Carnavales besé a tu amigo —se sincera por fin.

—También es tu amigo —le recuerdo.

—No, nosotros casi no nos hemos visto, no obstante, como se ha convertido en tu sombra, cada vez que te queremos ver, ahí está él —me echa en cara.

—¿Te molesta? —le pregunto para entender qué es lo que le pasa a Nau.

—He besado en la boca a un chico gay, incluso le he mordido el labio —me responde, aún enojado.

—¿Por qué lo hiciste?

—No lo pensé mucho, lo vi en el pasillo y lo besé —le quita mi amigo importancia.

—¿Y cuál es el problema? Nosotros no hemos besado muchas veces y no ha pasado nada.

—Joder, me ha regalado un maletín Balenciaga, que seguro que ha costado cinco veces más que el que utiliza mi padre para ir a la notaría.

—Ha sido por tu cumpleaños.

—Sí, pero yo nunca le he regalado nada y sé que no tiene mucho dinero. No quiero que se imagine que, por haberlo besado, va a pasar algo más entre nosotros.

—No te rayes, Nau. Si a ti te gusta una chica, le puedes hacer regalos, ¿no? Pues agradéceselos si a él le apetece hacértelos —le aconsejo.

—¿Tú crees que le gusto? —me pregunta Nau, avergonzado.

—Joder, te hace el café todas las mañanas, te invita a una copa cada vez que tiene ocasión, te dice lo guapo que estás en cuando le das una oportunidad. Yo diría que le gustas bastante —le digo, aunque mi amigo no contesta, solo se queda pensativo mirando la pared.

No tardamos en volver a la cama los dos. No habrá olas hasta las once de la mañana, por lo que nos despertaremos a las diez, pero tenemos que descansar.

***

Después de desayunar mis amigos se van a la playa con la tabla y Gonzalo y yo somos los encargados de ir a comprar lo que falta al supermercado.

—¿Por qué siempre somos nosotros los que vamos a comprar?

—Porque podemos disfrutar de las olas cuando queramos y los demás no podrán hacerlo cuando vuelvan a Madrid —le explico mientras pasa un coche a nuestro lado con Don't stop the music de Rihanna sonando en la radio.

—¿Podría aprender a coger olas yo también? —me pregunta Gonzalo.

—Claro, tenemos dos tablas de más y el día está ideal para aprender. En cuanto llevemos la compra a la casa, te puedes meter conmigo.

—¿Cómo te da tiempo para hacer todo? Estas últimas semanas has trabajado mucho más que en los proyectos anteriores, sales a correr por las mañanas casi todos los días, los sábados boxeas, coges olas todas las semanas y te pasas horas hablando con Nicole —se burla de mí.

—Sé que intentas molestarme por lo de Nicole. Ya te he dicho que es una amiga y tú mejor que nadie deberías creerme. Has estado presente muchas veces cuando hemos hablado o nos escribimos —le recuerdo.

—¿Pero no te gusta?

—Me encanta como amiga, es inteligente y me lo paso bien cuando me escribo o hablo con ella, sin embargo, no la he visto nunca y, aunque digan que el físico no importa, soy de la opinión de que es importante que una persona te atraiga físicamente para poder tener una relación con ella. Al fin y al cabo, el sexo es una parte fundamental en toda relación —le explico mi punto de vista.

—¿Por qué no le pides que te envíe una foto?

—Nos conocimos en una BBS, no en un bar. No pienso pedirle que me envíe una foto.

—Nunca te había visto babear por una chica —se mofa de mí.

—Yo no soy como tú, que le ha comprado a su amor platónico un regalo gastándose todo el dinero que te di por ayudarme en el último proyecto que acabamos —contraataco.

—No me gasté todo el dinero —se defiende Gonzalo.

—Es verdad, te quedaste con doscientos euros para poder invitarle cada vez que el señorito quiere algo.

—Creo que no le gustó mucho mi regalo —se sincera mi amigo.

—Le encantó, pero le pareció que te gastaste mucho dinero para ser solo amigos.

—¿Cómo lo sabes?

—Me lo contó esta mañana, además de que te besó en Carnavales.

—¿Te dijo que me besó? ¿Qué le pareció?

—No le pregunté, aunque si quieres saberlo, te aconsejo que se lo preguntes tú mismo. En lo que puedo ayudarte, es en cómo conseguir más dinero para que puedas comprarle regalos a tu amorcito —me meto con él.

—Eres un idiota —me responde, divertido, nada va a cambiarle el buen humor.

—Estoy pensando en montar una empresa de seguridad informática y quiero que seas mi socio. No tendrás que poner ni hacer nada y después de que acabe con este proyecto, podríamos comenzar a facturar con la empresa otros proyectos similares en los que podamos trabajar.

—Yo podría ayudarte en lo que quieras, al fin y al cabo, has sido el único que se ha preocupado por mí, además de mis padres, aun así', no quiero tener una empresa. Ya pasé por eso con mis padres cuando era un crío y acabó muy mal. Tu padre le planteó lo mismo al mío y le ha dado la misma respuesta que yo —me contesta para mi sorpresa.

—Podríamos hacer como Samuel y Colacho —intento convencerlo.

—Seremos como Samuel y Colacho, pero la empresa será tuya —me responde sin dudar.

No me queda más remedio que acatar los deseos de mi amigo. Por supuesto que no será lo mismo, sin embargo, pienso montar esa empresa en cuanto sea mayor de edad.

Gonzalo me cuenta que su padre acabó encerrado por delitos informáticos de hackeo, sabotaje informático y piratería informática cuanto tuvo la empresa. Estuvo cinco años en la cárcel, hasta que Gonzalo cumplió los seis años y, cinco años después, su madre se puso enferma y al año murió. Todo un drama.

También se compromete a trabajar conmigo siempre que lo necesite y eso me da fuerzas, no es lo mismo hacer algo con un amigo que te cubre las espaldas, que hacerlo solo.

Lo he estado hablando con Joaquín, mi abuelo, y me ha aconsejado que ponga a mi padre de administrador, para no tener que darme de alta como autónomo.

No deberé trabajar siempre, sino solo cuando tenga proyectos que me interesen y tenga el tiempo disponible, pero necesito trabajar para una empresa que no sea la de mi padre, aunque la mitad sea mía.

***

Gonzalo lleva meses yendo al gimnasio de casa conmigo y acompañándome a las clases de boxeo. Lo único que no he conseguido es que salga a correr por las mañanas, pero se nota que se está poniendo en forma y parece otro.

A pesar de que mi amigo está haciendo más deporte que nunca, se mete por primera vez a coger olas y le cuesta horrores, aunque le gusta. Se ha caído infinidad de veces de la tabla y solo una vez se ha mantenido unos segundos de pie sobre ella sin caerse.

—No lo has hecho tan mal —le digo, cuando salimos del agua y nos quitamos los trajes, quedándonos completamente desnudos, como hacemos siempre.

—Eso me lo dices porque quieres que vuelva a intentarlo para reírte de mí —bromea Gonzalo tímido, ya que se le nota que no se siente cómodo hasta que se pone los pantalones de deporte después de secarse.

—Si en verano te mantienes ya encima de la tabla sin caerte, puedo darte algunas clases —dice Nauzet para sorpresa de todos, creo que hasta para él.

—Te tomo la palabra —le contesta rápidamente Gonzalo, sin darle tiempo a retractarse.

Yo no digo nada, porque no quiero cachondearme y herir los sentimientos de Gonzalo. Sin embargo, no entiendo a mi mejor amigo. Esta mañana estaba preocupado porque había besado a Gonzalo y este se había gastado todo su dinero en un regalo maravilloso para él y, ahora, se está ofreciendo a darle clases de surf.

Nau siempre ha dicho que es mucho mejor con la tabla que nosotros y a Hugo y a mí siempre nos ha dado un poco igual, lo importante es divertirse porque lo bueno del surf es que no tienes que medirte con nadie, eres solo tú con el mar, sin embargo, nunca se había ofrecido a darle clases a nadie y que lo haga ahora con Gonzalo, me ha descolocado completamente.

***

Más que un almuerzo, preparamos una merienda-cena. Hoy será nuestra última noche juntos, porque mañana se irán mis mejores amigos de vuelta a Madrid.

Como siempre los voy a echar mucho de menos, aunque cada vez se acerque más la fecha en la que yo también me vaya y estoy convenciendo a Gonzalo para que me acompañe.

Como es nuestra última tarde, hemos invitado a algunos amigos y han traído algo de beber y una guitarra, por lo que estamos todos en la playa cantando y esperando a que anochezca.

—¿Por qué tienes esa cara de idiota? —me pregunta Hugo, cuando se sienta a mi lado.

—Está hablando con Nicole —se chiva Gonzalo, que está sentado a mi otro lado.

Yo no contesto, porque no quiero discutir sobre idioteces con mis amigos, pero despego los ojos del móvil.

—¿Quién es esa Nicole? —me molesta Hugo.

—Es una chica americana con la cual he discutido sobre los proyectos en los que he trabajado —le explico para que me deje tranquilo.

—¿Puedo escribirme con ella? —me pregunta Hugo que nunca pierde oportunidad de practicar su inglés.

—Claro, pero deja que le escriba que un amigo muy pesado quiere saludarla —le pido, mientras que, textualmente, le escribo esas palabras a Nicole por Skype en inglés.

Yo le paso el teléfono a mi amigo que se pone a escribirse con Nicole. No sé sobre lo que lo hacen, pero parece que mi amigo se lo está pasando muy bien.

—Esto te pasa por escribirte ahora con ella —me dice Gonzalo, cuando ve mi cara de fastidio después de cinco minutos.

—Sabes que hay cinco horas de diferencia. Si no nos escribimos ahora tendré que esperar hasta mañana —le recuerdo.

Unos minutos después, mi mejor amigo me devuelve el teléfono.

—Ha tenido que irse, pero te escribirá después y si no puedes escribirle o estás durmiendo, lo intentará mañana —me dice, dejándome un mal sabor de boca.

—No sabía que supieses tanto inglés —le dice Gonzalo.

—He estado aprendiendo desde pequeño, pero no lo hablo o escribo como ustedes dos. Sin embargo, me ha escrito en español —me sorprende Hugo.

—¿Español? —no puedo evitar preguntar.

—Una de sus abuelas es mexicana y me pidió escribirme en español para poder practicar un poco y no perder la costumbre.

No contesto, solo me molesto un poco porque sea con Hugo con el que quiera practicar español y no conmigo, al fin y al cabo, yo la conozco desde hace mucho más tiempo.

—No te pongas celoso, Gabi —me hace rabiar Hugo.

—Vete a la mierda —le digo para que me deje en paz, porque no estoy celoso.

Mis amigos se echan a reír, pero a mí no me hace ni pizca de gracia. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro