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💍 OS: Mentía

Advertencia: Obsesión explícita y toxicidad. No se intenta romantizar ninguna de estas dos actitudes.

Inspirada en la canción de Mentía hecha por Miranda.

Un amor siempre deja huellas, por muy poco duradero que haya sido. Eso era algo que Hakkai tenía muy claro a la hora de tener que recibir un bofetón de realidad en el que iba a ser consagrado como el tercer mes en el que salía con Mitsuya, conociendo lo tóxica que se estaba volviendo la relación. Se quedaba ahí solo por masoquista, pero ya no aceptaba los tratos de mierda que le daba aquel muchacho. Lo callaba cuando hablaba emocionado de algo de ellos dos o incluso pedía que no lo dejara en vergüenza cuando hablara de su relación. Sin contar que él también se había empezado a comportar como un celoso total, creyendo que la indiferencia venía por un tercero. El ambiente era de pura desconfianza e insultos, por mucho que intentaran evitarlo y amarse. Ninguno de los dos estaba preparado para ser pareja del otro.

Entonces, el momento único empezó en el hogar de Mitsuya, el peor sitio en el que lo pudo citar para acabar con todo, porque estaban sus hermanas jugando detrás de ellos y se colgaban de las extremidades de Hakkai, pidiéndole que use una muñeca. Era un completo desastre y la tensión se había vuelto insoportable. Pero aquel que estaba por terminarlo todo lo hacía apropósito, para darle una mal imagen a todo ello y finalmente hacerle caer la ficha a quien tiempo atrás había sido simplemente su amigo o mano derecha.

-No estoy preparado para salir contigo... Realmente no me gustas, Hakkai -admitió sin sensibilidad alguna, rascándose la cabeza ante lo borde que se sentía-. No sabía cómo decírtelo, porque nunca me tomaste en serio cuando lo intenté, pero este es el fin.

Los tirones de las niñas y las palabras que le eran transmitidas lo quitaban de quicio, aunque hubiera querido acabar con ello por su propia cuenta. Pensar en que él era quien estaba terminándolo todo en un ambiente en el que no se podía llevar a cabo algo tan serio, lo hacía sentir igual que la nada. Se había sentido especial por ser tratado diferente a los demás, por mucho que a las noches notaba que no era algo bueno que resaltar de su querido novio.

Supo ocultar su molestia ante la situación y, por el contrario, sonrío con calma, intentando verse lo mejor posible y alzando a Luna con una mano. No parecía querer arrojar a la niña lejos de sí o tomar a aquel del cuello para pedirle una explicación, pero era lo que quería en el fondo de su mente, mientras admitía que se lo esperaba.

No sabía lo mucho que sorprendía a Mitsuya con su actitud pasiva, quien creyó conocerlo al idear que él se quitara de quicio ahí, justo para poder echarlo de su vida con una buena razón. Lo hizo sentir mal haber pensado en algo tan cansador solo para echarle la culpa y tiempo luego se lo terminaría admitiendo, recibiendo una falsa risa y unas cuantas palabras conmovedoras para su corazón.

-¡Quédate tranquilo, corazón! Nos separaremos en términos buenos. Vuelvo con mi vida, soy buen perdedor -confesaba casi con un canturreo que le sacó una sonrisa al contrario, quien le palmeaba el hombro.

-Me alegra que lo hayas entendido. Seguimos siendo amigos, si así lo quieres.

-¿Estás seguro?

-Nunca dejé de verte como uno -admitió, creyéndose en confianza y pensando que ambos habían captado que nunca hubo esa chispa.

Pero claro que Hakkai no pensaba ni parecido y, ciertamente, le dolía que admitiera que su noviazgo había sido para nada, porque seguía viéndose como un amigo para sus ojos. Su orgullo estaba en juego tras aquellas palabras, más por ser rechazado en un sitio que buscaba perturbar su mente. Todo lo malo le caía a él y debía de aceptarlo como si pensara que lo merecía cuando estaba sintiendo una gran molestia y el presentimiento bastardo de que ya se había buscado a alguien mejor con quien divertirse estaba allí. Después de todo, aquel estaba en su último año y disfrutaba todo lo que podía. Solo había sido un juego para experimentar.

Definitivamente sentía que debía de hacer algo cuando se despedía de ese hogar, luego de tener una charla tediosa al respecto de cosas triviales. Detestaba lo relajado que parecía Mitsuya con su confianza al admitir todo lo que le había estado molestando y aclararle que había una mujer bonita que le interesaba. ¡Ni que fuera su amigo tan rápidamente! Creía que las personas que se separaban se tenían un poco más de pudor para contarse las cosas. Qué equivocado estaba. Soltaba más palabras que cuando estaban a solas en una habitación, desnudándose para probar el tacto de sus pieles. Claro que nunca se habían amado de esa forma que muchos decían "románticamente" y eso era un detonante para que la actitud de Hakkai se volviera enferma.

Sabía que no lo amaba, pero quería creer una cosa diferente cuando lo veía, por casualidad, paseando por el mismo parque que él. Salía para correr como su horario lo indicaba y se lo cruzaba con una mujer bellísima, que charlaba con él entre risas y parecía reconfortada por tener su mirada. Se sintió atacado ante esa escena. ¿Quién demonios salía a pasear con una amante a las once de la noche en un parque con apenas tres faroles? ¡Nadie! Tenía su buena excusa para correr en ese horario, solo que no para entender la razón de esos dos. Incluso si no era ignorado, sino que más bien saludado con ánimo, no pensaba en nada más que la patética idea de que tuviera a una mujer a sus pies, como siempre, cuando se notaba lo muy atraído que estaba por los hombres.

Su corazón latía precipitadamente al verlo con alguien más, una persona que lo observaba con los mismos ojos que él, un supuesto enamorado que entraba en una etapa que poco le estaba gustando. Era horrible pasar por su parque favorito, en medio del sudor, y ver a una mujer recién maquillada, con gran personalidad. Fue tal la fuerza de su desilusión que tuvo que meter su cabeza en una fuente que estaba llena de agua helada y contaminada. Se obligó a quitárselo de la cabeza, a marearse lo más posible, y lo único que logró fue llamar su atención, ocasionando que con su cita se acercaran y lo quitarán de allí como si fuera un estúpido que no notaba los daños que se causaba.

-¡Hakkai! Mírate, te vas a resfriar con este clima -le decía mientras lo sacudía para llamar su atención. Pero solo miraba de mala gana a la mujer, que se asustaba y escondía detrás de Mitsuya-. ¿Hiro? ¿Sucede algo?

-Es un poco siniestro, ¿no crees?

-¿Él? En lo absoluto. Supongo que nunca pudo darme miedo.

-Qué maleducada tu nueva novia -soltó repentinamente, ante su malhumor.

-Solo terminamos hace dos semanas, no voy a tener a alguien tan rápido. Además, Hiro es un hombre.

Eso definitivamente molestó mucho más a Hakkai, quien sin siquiera saludar, se alejó de la escena, murmurando insultos para aquel tarado que salía con su ex. No podía creer la forma en la que había sido humillado ni mucho menos las gotas de agua que empezaron a caer del cielo, como si lo detestara. Quién diría que se volvería un hábito ofenderse de esa manera y humillarse.

Al día siguiente, cuando asistió a sus típicas clases y tuvo el suficiente tiempo para visitar a Mitsuya a su escuela -por salir temprano-optó por hacerlo, con la idea de disculparse por el malentendido de ayer. No se sentía culpable, pero algún tema debía de sacar para hablar con él. De camino a la escuela, vio a Hiro y se sintió molesto. Deseaba romperle los lentes que llevaba puesto o patear su figura femenina; solo porque estaba con quien seguía considerando de su pertenencia.

-Si hoy te veo con él, los mato a los dos -dijo en un susurro al pasar con la moto justo al lado del muchacho mientras extendía el brazo para saludar a su amigo-. Taka-chan, súbete y demos una vuelta.

Claro que como primera prioridad era un amigo antes que una salida casual, por lo que luego de lamentarse con Hiro, el muchacho se subió a aquella motocicleta bien cuidada, sin sospechar en lo absoluto de los celos. Rápidamente Hakkai se disculpó, agradeciendo porque no viera la sonrisa de triunfo que había en su rostro, y recibió una aceptación rápida, tras perder el rumbo de la conversación que el otro deseaba crear, hablándole de sus nuevos diseños y de cómo iba avanzando una serie de modelaje que veía. Proponía la idea de que fuera su modelo, provocándole una gran emoción. ¡Era necesitado!

La diversión en sus respuestas era tan notoria que temprano cayó en cuenta de que se había creído el chiste. No lo necesitaba de modelo por ese momento, aunque admitía que estaría bien como conductor especial si es que llegaba a la fama. Claro que ese papel no le quedaba. Él no quería quedarse como alguien ajeno, deseaba estar en primera fila, ser lo más cercano posible, poder sentir sus manos recorrer su piel solo para tomar las medidas y posar con vestidos que lo hicieran dudar de su masculinidad. Quería todo lo que soñó y nunca pudo hacerse realidad, porque en la relación que llevó con Mitsuya, todo era oscuro, literalmente no había ni una pizca de diversión; aunque a veces se engañaba con que no había sido tan mala para no terminar deprimiéndose por la idea de nunca haberle llamado demasiado la atención más que como el tonto al pendiente de su boca.

Al menos como amigo, lo podía tener cuando quisiera. Se lo arrebataría a cada salida casual que tuviera y si debía de afrontar la humillación lo haría, después de todo, diferente a la situación de su hogar no era. Solo no había golpes, luego todo seguía su curso. En ese momento ya no eran pandilleros, por lo que podían disfrutar libremente de su vida, sin involucrar peleas a las que no deseaban participar. Incluso si era doloroso tenerlo cerca y a veces la notoria burla, le agradaba quedarse ahí, porque la costumbre le había dicho que era lo que se merecía. Merecía seguirlo a todas partes, fingiendo amistad.

La relación se había vuelto de lo más increíble para Hakkai, aunque habían cosas que le molestara. Salía a buscar en moto a Mitsuya cada día, a pesar de que eso causaba que se perdiera las clases particulares, y si era rechazado, lo seguía, con los ojos colorados de tanto rascárselos por su falta de sueño. Tenía una imaginación energética y ser tan cercano a aquel, le daba punto para poder seguirlo en cuanto decía que iba a salir con alguien. Estaba tan molesto de verlo besando a otros hombres que a veces le era imposible no lastimarse los labios de tanto morderse o los puños al golpear con tanta seguridad una pared cualquiera, agrietándola con el tiempo. No podía creer que él no le prestara ni la mínima atención que a aquellos, que no los dejara de lado como hacía siempre que estuvo en su relación. Siempre que tenía algo más interesante que hacer, cancelaba los planes y daba una disculpa vaga, huyendo de sus brazos, que intentaban traerlo una vez más dentro.

Era un buen mentiroso cuando de ocultar la verdad entre otras tantas palabras se trataba. Al menos con Mitsuya, a quien empezaba a importarle poco el verdadero Hakkai, tras encontrarse en su mundo de rebeldía y adolescencia en su máxima expresión. Se sentía de lo más genial en esa época, ocasionando que dejara de darle atención a esos detalles físico del muchacho que demostraban su pesar. Se veía bastante feliz a sus ojos, o al menos cuando estaba cerca era así. Y así era, pero cuando la soledad lo atacaba, volvía otra vez a decaer en medio de sus teorías sin saber dónde más buscarlo tras haber dado miles de vueltas por la ciudad.

-Dime, Hakkai, ¿tienes una novia o un novio llegado a este punto? No puedo creer que siempre estés libre para mí -otra humillación silenciosa a la que se sometía en frente de la laguna que alimentaba su pesar.

-No, estoy bien con tu simple compañía.

-Espero que te agrade la amistad que te ofrezco. Sé que aún puede resultar difícil.

«A ti te debería resultar de esa forma» pensó con asco, sin terminar de entender por qué no lo celaba en lo absoluto ni tampoco hacía lo mismo que él. Cuando se giraba al caminar con uno de sus compañeros hasta su hogar no se lo encontraba interrumpiendo ni tampoco "de casualidad" en un parque, el que fuera. Simplemente no intentaba acercarse de la misma forma y eso lo hacía pensar que quizás no estaba dejando las cosas muy claras. Tal vez debería observar más de cerca, entrometerse un poco donde no lo dejaba. «Quizás signifique que esto aún no terminó».

-Claro que me agrada. Es de las mejores que he tenido.

-Pienso igual. Al final, no funcionamos como pareja.

Y eso último era algo en lo que coincidía completamente, aunque a veces, cuando veía lo hermoso que se encontraba vestido y la sonrisa tan brillante, quería cambiar de idea. Fingir que lo quería tener otra vez, aunque sabía que lo dejaría, porque había algo que nunca aguantaría y eso era lo mismo por lo que se estaba empezando a acercar más, aclarando que la amistad era de lo mejor que le pudo suceder. Una amistad que no quería considerar como tal, a la que poco a poco le estaba empezando a guardar rencor.

Empezó a cambiar su estilo de vestir según lo que le decía Mitsuya que le gustaba, pero solo se ganaba elogios por su forma de combinar, no por su belleza, que llegado a ese punto había empezado a subestimar, tras enterarse de que ese tal Hiro se había vuelto el modelo principal de esas manos suaves que acariciaban a todos menos a él, por temor a renacer el sentimiento perdido. Claro, otras cosas lo hacían renacer y no de una forma especialmente bonita. Su mirada juzgaba cada vez que los hombres coqueteaban con él y sus palabras los lograban chantajear para que no se acercaran. Nunca usó la fuerza, siguiendo la principal ley que le había impuesto, porque a pesar de que no era un buen perdedor, tramposo tampoco. Solo en su imaginación estaba la imagen de narices destrozadas y ropas ensangrentadas, y ahí mismo se quedaría, en medio de la noche, cuando el sueño era pesado y el estudio había desaparecido de su mente. Después de todo, seguiría a Mitsuya.

Él se lo había permitido. Así que empezaría a tomar las medidas que quisiera, incluso si no le gustaba cómo se estaba volviendo. Su hermana estaba en otra ciudad, en la universidad, como para enterarse, así que se consolaba con la idea de que solo estaba un poco aferrado. A que en unos meses se le pasaría, aunque estaba por cumplirse un año de su separación y la idea de que cada vez fuera más independiente con su vida lo aterrara.

Nunca creyó que le podría pasar esa clase de obsesión, de la cual no se daba cuenta, tras creerse simplemente hechizado por su forma de ser y la manera de conllevarlo todo. Mentía tan bien que disimulaba para no tratarlo mal, incluso se mordía la lengua cada vez que aquel le resaltaba a otro hombre en su mirada o, en los casos más extraños, una mujer. Lo había hecho desconfiar de cada uno, ocasionando que sus miradas no fueran las únicas agresivas sino que también su actitud. Maltrataba a cada persona que Mitsuya le contara que le gustaba, y eso que le gustaban muchas personas. Se había vuelto un completo coqueto. No terminaba de entender su cambio, pero le encantaba, porque seguía tratándolo como un perro cuando deseaba y confiaba en él para emborracharse. Era un lujo tenerlo a sus pies, incluso si eso conllevaba tratar mal a su nuevo pretendiente, un traumado de la muerte: Chifuyu. Poco le interesaba cómo podía hacer sentir a los de su alrededor, ya que solo sabía que los ofendía y ya. Nunca se esperó hacer sentir tan mal a uno con tan solo palabras.

«Ya quisiera él que lo tratara mal de verdad, que le dijera todo lo que pienso en un instante» pensaba con frialdad al momento de ver al rubio, rogándole que deje de molestarlo.

-Estás metiéndote con algo que es mío, ¿qué quieres que haga?

-¡Ha pasado más de un año de su relación, podrías superarlo! -gritó en su quinta discusión de lo mismo, la única en la que finalmente había optado por no manejar filtro alguno-. No puedes controlar su vida, estás enfermo al creerlo así.

-No te equivoques conmigo, solo controlo sus amores. Ya sabes, él me lo permite, así que si no te gusta, te largas. De todas formas, eres igual de pasajero que todos. No he visto una sola persona que haya durado más de tres meses con él... Oh, sí, soy yo -contestó fingiendo simpatía.

Ambos se encontraban en el patio de un compañero de universidad. Para su mala suerte, habían optado por ir a la misma universidad que Mitsuya, uno sin saber que allí se lo encontraría y otro que estaba enterado incluso de sus actividades dentro del campus. Tenían un vaso en la mano, quizás eso es lo que los llevaba a ser un poco más agresivos: la amenaza de poder estallarle la cara con un vidrio o estar un poco ebrios y solos, por ser los únicos locos que se desgastaban con el frío.

Hakkai apretó fuerte el vaso, sin saber cuánto tiempo más lo retrasaría aquel tipo, desanimado por la vida, que al parecer encontraba un poco de compasión en Mitsuya, quien estaba presente charlando adentro sobre su diseños, demostrándole unas cuantas telas a unas mujeres. Se podía decir que solo iba a las fiestas para hacer promoción de lo que tenía.

-Él es bastante libre, sabe qué hacer... Y de cualquier forma, ¿por qué te metes conmigo? Háblalo con él, dile lo mucho que lo amas.

-No lo amo.

-¿Entonces por qué le cortas las alas? Creo que estás obsesionándote.

Esa palabra que también su hermana le había dicho, lo sacó de quicio. Podía no hacerle daño a Yuzuha porque era de su sangre y juró siempre proteger, pero esta vez estaba lo suficientemente cansado como para seguir viendo mover la boca a un imbécil. Apretó sus dientes, intentando no seguirle la contraria al pensamiento de su amigo, pero era imposible.

«Esta es mi forma de protegerte, Taka-chan» se dijo a sí mismo antes de partirle un puñetazo en la cara a aquel tipo, supervisando primero que él no lo viera. Pero estaba lo suficientemente divertido con sus cosas como para notarlo. Algo lo hizo sentir tranquilo. Hacía tiempo no comprobaba su fuerza contra alguien, porque desde que la ToMan se había disuelto, intentaba no crear conflictos que pudieran involucrar a su única familia. Pero ¿qué iba a hacer Chifuyu, si ya no era nadie sin su capitán? Solo podía romperle un vaso en la cabeza, haciéndolo sangrar, y motivándolo a desfigurarlo.

Seguro que si hacía que su rostro terminara lleno de moretones e inflado, lograría que finalmente Mitsuya opte por observarlo a él, porque era el único que al que conocía en todo ese sitio. Quería ponerlo en su lugar, aunque aclaraba en medio de cada puñetazo que no lo odiaba. ¿Cómo podía odiar a un tipo que tenía su mismo buen gusto? Le encantaría poder besarlo y pedir que admiraran a sus hombres juntos, pero no quería compartir con alguien que seguía al pie las leyes morales. Decía que estaba mal seguir a todos lados a su ex pareja, porque eso era considerado acoso, y él era quien se encontraba enamorado de un muerto, intentando reemplazar su recuerdo en otro hombre, solo porque se sentía solo. No podía ser más irónica la situación.

-¿Por qué mierda no me golpeas también? -preguntó al notar que aquel solo bloqueaba todo.

-Porque dudo que vayas a durar mucho tiempo de esta forma.

-¿Eh?

-Estás mareado y Mitsuya va a salir en cualquier momento.

-¡¿Qué mierdas dices?! A Mitsuya no le importas tú. ¡Ni que te vaya a salvar de esto! -lo tiró al suelo sin piedad algunas.

Y el próximo golpe que dio, le rompió la nariz al muchacho, haciéndolo gritar ante la molestia y contestar con un cabezazo que terminó de desconcentrarlo, haciéndolo tirar la cabeza hacia atrás, observando con mucha vagancia la figura de una persona que estaba de brazos cruzados, clavándole la mirada de la misma forma que él hacía con sus rivales amorosos. La sangre goteaba hacia al suelo y se mareaba más al observarlo acercarse.

Se sintió agradecido de que Mitsuya estuviera ahí, presente para hacerlo ver cómo había protegido su orgullo. Quizás solo se había protegido a él mismo, pero no lo había desobedecido, ¿cierto?

Sus labios se abrieron al verlo agacharse y finalmente su cuerpo cayó hacia atrás, justo en las piernas del muchacho, sin lograr terminar de enfocarlo. Se veía hermoso a pesar de que parecía tan enojado.

-Realmente esto ha llegado a muy lejos, Hakkai -comentó, antes de levantarlo y darle la patada de su vida, noqueándolo al instante, sin terminar de analizar su frase-. No puedo tener a mi lado a alguien que lastima a los de mi alrededor. En serio, lamento haberte hecho esperar tanto por esto... Creí que era parte de tu personalidad -murmuró con dolor, viendo la escena en frente suyo y sintiéndose desilusionado. No esperaba eso de su amigo.

Qué ciego había sido al no notar lo mal que se sentía y el daño que causaba. Al final, había resultado un buen mentiroso, que terminaría denunciando, como bien tuvo que hacer ante la primera señal.

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