Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥


      Yoongi sonríe al señor que toma su pastel y procede a atender al siguiente cliente. Hoseok alza una ceja, ¿está de buen humor? No debería sorprenderle eso. Siempre supo que Yoongi tiene un lado cariñoso y amable y que no es serio todo el tiempo, todos pueden ser así.

De cualquier manera, sea un día bueno o malo; siempre tienes que ser amable con el cliente si quieres mantener tu trabajo.

— ¿Estás bien? —pregunta Yoongi cuando captura a su compañero mirándolo por mucho tiempo, sonriéndole de vuelta.

— ¿Sí? —el pelirrojo deja salir una risita— Pareces estar de buen humor hoy.

Yoongi resopla una risa.

— ¿Por qué no estaría de buen humor, Hobi? —pregunta, Hoseok se encoge de hombros, sonriendo todo el tiempo como es él.

—Sólo me alegro, hyung —palmea el hombro de su compañero y procede a atender a la clientela también—. ¿Hay alguna razón en particular?

Yoongi está por contestar cuando se gira e inmediatamente se calla, presionando los labios, como en una sonrisa forzada. Hoseok lo nota pero está muy ocupado ahora como para prestarle atención al contrario. El rubio balbucea pero logra mantener la calma, tal cual siempre ese hombre viene a la cafetería. Aclara su garganta.

—Dígame, señor.

—Uhm, sí —el atractivo hombre sonríe de vuelta—, me da un-

—Un capuchino y tres panes dulces para llevar, enseguida —guiña, y tan pronto como se da la vuelta, se retracta.

¡¿Un guiño?! ¡¿Un jodido guiño?! ¿¿Está loco?? Santo Dios, ten piedad.

Yoongi sacude la cabeza sólo para dejar ir ese pensamiento.

Por supuesto que está de buen humor. ¿Cómo no iba a estarlo si lo primero que pensó al despertarse esta mañana fue que en ese hombre iría a la cafetería de nuevo y podría verlo ya que oficialmente lo movieron al turno de la mañana?

Si Hoseok y él fuesen más cercanos lo sabría, pero no es como si fuese el más hablador en el trabajo. O en cualquier lado, así que está bien. No todos tienen que saber lo mucho que le gusta ese hombre alto, pelinegro y con pintas de príncipe en un traje que usualmente va por un capuchino y tres panes dulces.

Yoongi toma la tarjeta de crédito del hombre y después de procesar sus datos, le entrega su orden con una sonrisa.

—Muchas gracias —y ahora el hombre le guiña de vuelta, girando para irse.

Su corazón se salta un latido y sólo se queda ahí, con ojos abiertos y apenas respirando. Un llamado de atención de la mujer que viene después en la fila es lo que lo despierta y tiene que seguir trabajando, pero su mente se queda con el hombre atractivo.

La ceja de Hoseok vuelve a alzarse. Ahora todo tiene sentido... El pelirrojo ríe para sí mismo. Su compañero es tan obvio que le avergüenza un poco.

Cuando se da cuenta de que algo está mal después de un rato, llama al rubio.

—Hyung —Yoongi hace un sonido con su garganta—, el hombre pelinegro de traje que atendiste hace una media hora.

— ¿Cuál? Han venido varios hombres pelinegros.

—Mm —Hoseok hace una mueca, esforzándose en recordar a la persona a la que se refiere para entregar detalles más específicos—. El de traje como empresario.

— ¿Qué pasó con él?

—Olvidó su tarjeta.

Yoongi deja de servir el chocolate caliente para mirar la tarjeta dorada que Hoseok le tiende, entonces la toma.

—Kim Seokjin... —susurra para sí, leyendo.

— ¿Lo conoces?

—Bueno, no realmente. Sólo-

—Sólo te gusta —afirma el menor con una sonrisa juguetona, moviendo sus cejas de arriba a abajo. Yoongi lo mira con asombro y tartamudea.

— ¿Q-qué? N-no. ¡No! Él s-sólo-

—Ah, vamos, hyung, no soy estúpido o ciego. Estás de buen humor hoy porque sabías que vendría. Y está bien si te gustan los hombres también. Personalmente prefiero a la chicas, pero eso no me da ningún derecho a juzgarte o lo que sea.

Perplejo, el rubio observa a su alegre compañero, inconscientemente dejando salir una risa.

—Gracias, Hoseok-ah.

—De nada, ¿pero qué haremos con eso? —apunta a la tarjeta en su mano. Yoongi hace una mueca.

— ¿Esperar, quizás? Debe volver por ella en algún momento.

—Ha pasado casi una hora, espero que regrese.

—Lo hará —Yoongi mira la tarjeta y la presiona en su mano—. Lo hará.

A medida que las horas pasan y su turno termina, Yoongi y Hoseok van a la parte trasera de la tienda para almorzar, ambos dejando salir un suspiro cansado al sentarse uno frente al otro.

—Y no vino, hyung —dice el pelirrojo llevando algo de carne a su boca, Yoongi presiona los labios y asiente.

—Y no vino, Hobi.

—No creo que la haya cancelado aún, debió haber vuelto a la tienda para ver si la había dejado aquí. O al menos eso es lo que yo haría.

—Sí, yo también —el rubio suspira, empezando a comer igualmente. De pronto Hoseok respinga en su asiento, haciéndolo respingar también.

— ¡¿Y si lo buscas en Naver?!

—Naver- ¿qué?

—Sí, hyung, la gente busca a otra gente en Naver todo el tiempo. Quizás si lo buscas encuentres algún número al cual llamarlo, o incluso una dirección a la que puedas ir. Puede que funcione.

Yoongi piensa por un segundo.

—No lo sé, Hoseok-ah. No sería como... ¿Demasiado? ¿O extremo?

El bonito pelirrojo se encoge de hombros.

—Si quiere su tarjeta de vuelta.

— ¿P-pero y si espero hasta mañana? Puede que él regrese entonces.

Jung rueda los ojos.

—Sólo busca al bendito hombre, hyung. ¡En esta mesa no se sienta ningún cobarde! —deja caer su puño en la mesa causando un estruendo. Yoongi le da una mala mirada. El menor chasquea con la lengua— Ah, no me mires así. Me agradecerás luego. Y todavía es temprano, si te apuras quizás puedas verlo hoy de nuevo.

Min abre sus ojos gatunos sólo para parpadear repetidamente, asombrado.

— ¿Eres jodido cupido o qué?

Hobi sonríe.

—Nada de eso. Sólo un buen dongsaeng queriendo ayudar a su hyung. Se supone que eso hacen los amigos, ¿cierto?

Y continúa comiendo su almuerzo en silencio. Yoongi tampoco dice nada y decide terminar su comida también.

Amigo.

Su único amigo es Namjoonie, quien ha estado con él desde niños a pesar de la diferencia de edades. Y porque es su vecino. Pero ahora Hoseok lo llama "amigo" también, y se siente bien.

Un par de horas después, Yoongi no esperaba encontrar nada pero sin embargo halló una dirección primero que un número telefónico tras buscar en Naver el nombre de Seokjin, asustándole un poco lo fácil que eso fue. Ahora que tomó la valentía de ir, no hay vuelta atrás.

De hecho, el rubio esperaba llegar a una bonita vecindad pero Seokjin vive en un edificio cerca del centro de la ciudad, no muy lejos de donde él vive. Cuando llega ahí pregunta en recepción sólo para asegurarse, diciendo que es amigo del hombre de traje, agradece y sube. Luego de tocar un par de veces la puerta, escucha ruidos viniendo desde adentro que suenan desesperados y preocupantes, así que pregunta si todo está bien ahí.

— ¿Quién es? —pregunta el hombre desde el otro lado— No queremos comprar nada, gracias.

Yoongi se pregunta si debe decir su nombre o inventar algo, pero el hombre sonando desesperado le inquieta y lo pone nervioso también.

—Ab- ah- ¿Kim Seokjin?

—... Sí. ¿Quién es? —pregunta de nuevo.

—Ah... Min Yoongi, el chico de la cafetería..., dejó su tarjeta de crédito ahí hoy en la mañana.

Yoongi puede oír al hombre maldecir detrás de la puerta y dudar si abrir o no. El rubio sólo espera hasta que éste finalmente la abre y lo ve vistiendo simplemente una guarda camisa blanca y jeans, el cabello desordenado y respiración agitada. E incluso así, nunca deja de verse como un jodido Dios Griego o un ángel en tierra.

Después de que el hombre toma la tarjeta y le agradece rápidamente, Yoongi no puede dejarlo como si nada. Cuando el pelinegro está por cerrar la puerta Min lo detiene, recibiendo una mirada confusa de Seokjin.

— ¿Todo bien ahí adentro? —insiste, apuntando con la barbilla. El pelinegro continúa mirándolo, viéndose como un desastre con ojos abiertos.

—S-sí... —un fuerte llanto estalla desde adentro de nuevo, asustando a ambos hombres. Yoongi escucha al pelinegro quejarse y dejar salir un sollozo frustrado— Bueno... No realmente.

Y lo observa regresar hacia adentro.
La puerta se mantiene abierta una vez Seokjin corre devuelta al lugar y Yoongi duda en entrar o sólo irse. Pero los gritos se tornan histéricos y no puede solo quedarse quieto entonces.

— ¡Padre, pica, pica! —grita una voz diminuta, y por más que Yoongi quiere creerlo, no puede.

¿Padre? ¿Tiene una hija?

—Lo sé, bebé, lo sé, pero por favor déjame sacarlos, ¡tienes un montón!

—Papi, ¿van a matarla? —una voz un poco más grave resuena, y los ojos de Yoongi se agrandan.

¡¡¿Dos hijas?!!

— ¿¿Matarme?? —grita histéricamente la voz más aguda— ¡Padre! ¡Padre!

Yoongi no puede evitarlo, entra a ver qué está pasando, aún procesando el hecho de que hay otras dos pequeñas presencias ahí.

Lo primero que ve es una sala mitad limpia, mitad desastrosa, mitad juguetes y... ¿Piedras? Es sólo cuando va más allá que puede ver al pelinegro básicamente peleando con la cabeza de la niña, mientras que la otra observa algo aterrada desde la mesa del comedor a un lado.

— ¿Piojos? —Yoongi alza una ceja ante la escena, pero sólo recibe una mirada confusa por la pequeña sobre la mesa, un sollozo por el aparente minion piojoso y una mala mirada por el atractivo hombre, quien cepilla rudamente el cabello de su hija. A Yoongi le duele de sólo ver. De pronto Seokjin parece desistir, suspirando pesadamente.

—Esas cosas la han estado atacando por las últimas dos semanas, ¡pero ya no sé qué hacer!

—Papá, ¿quién es él? —pregunta la niña sobre la mesa. Seokjin observa al rubio, ambos balbuceando.

—Soy... Yoongi —intenta, ofreciendo su mano con una sonrisa de comisuras elevadas. La niña mira a su procreador, quien suspira de nuevo.

—Sólo sacude su mano y di tu nombre, bonita.

— ¡Uh, ¿amable?! —sonríe ésta, un pequeño espacio resaltando en su dentadura.

—Sí, amable —suspira Seokjin nuevamente, mirando a su hija hacer lo que dice.

— ¡¡Padre!! —dice la diminuta diminuta voz, rascándose la cabeza con fuerza y dejando salir otro sollozo. El nombrado solloza en frustración también.

— ¿Haz intentado el shampoo de avispas? —Yoongi, quien de alguna manera sigue ahí, pregunta.

—Avispas- ¿qué?

—Ah... Por favor, quédense aquí. Enseguida regreso, ¿de acuerdo?

Ni siquiera le da tiempo al otro de responder, sólo se va, dejando a Seokjin en confusión otra vez. Quince minutos después, Yoongi regresa con una botella plástica blanca que promete shampoo y... ¿Un peine raro?

—Báñala con eso cada tres días y sigue intentando sacar los piojos con este peine especial, la... señorita de la farmacia dice que es efectivo.

La niña sigue llorando, Seokjin la mira preocupado.

—Oh, y también calma la picazón por unas horas... Hasta que desaparecen por completo, supongo.

El pelinegro suspira profundo y asiente.

— ¿Puedes... quedarte en la sala? Voy... a... —apunta hacia atrás, mostrando la botella.

—Oh, ¡sí, sí! Por supuesto, sólo... ve.

—Gracias. Ah, y por favor —regresa cuando está por irse—, no robes nada.

— ¡No! Yo... —Yoongi muestra sus manos, sentándose lentamente en el cómodo sofá— Prometo que no haré nada.

Seokjin asiente y va por sus hijas.

—Ve a tu habitación y quédate ahí hasta que yo te diga, ¿bien? —la pequeña sobre la mesa asiente luego de que el hombre le da un beso en la cabeza y ésta desaparece por el pasillo. Una última mirada por el pelinegro y Yoongi se encuentra solo.

Mientras espera, se toma su tiempo para mirar el alrededor. El apartamento se ve algo pequeño pero cálido, a pesar del pequeño desorden obviamente causado por niños. Piensa que está bien para un hombre, dos niñas y... una posible esposa. El rubio restriega su rostro.

No puede creer que Namjoon tuvo razón al decir que es un perdedor. ¿Quién más puede pasar por algo así? Sólo el jodido Min Yoongi.

Sus esperanzas se van abajo tan rápido como subieron y lentamente trata de convencerse a sí mismo de lo obvio que todo fue.

—Al menos ahora sé para quiénes eran el cappuccino y los tres panes dulces —murmura, sacudiendo la cabeza y cacheteándose mentalmente.

Una pequeña cabeza se asoma fuera del pasillo, distrayéndolo de sus pensamientos. Le ofrece su sonrisa de encías a la niña que no escuchó a su padre y salió de su habitación sin permiso.

—Jungsoo, ¿no? —la bonita niña asiente— ¿Está todo bien? —ella vuelve a asentir. El rubio muerde su mejilla interna, buscando algo que decir mientras la niña sigue observándolo pareciendo asustada a pesar de que ya se conocieron— Ahm... ¿No deberías estar en tu habitación ahora?

—Sí —su diminuta voz sale—, es sólo que... Olvidé mi...

Los ojos de Yoongi van hacia donde el dedo de la niña apunta, entonces sonríe.

— ¿Tus colores y cuaderno de dibujos? —ella asiente— Oh... Bueno, puedes tomarlos si quieres.

La pequeña ni siquiera lo piensa y corre por sus cosas. Mientras más se acerca, Yoongi no puede creer el gran parecido que ésta tiene con su padre, desde el cabello hasta los ojos e incluso la nariz. Es como si Seokjin la tuvo por sí solo, sin la ayuda de nadie.

Sus pensamientos se interrumpen de nuevo con la manito de la pequeña posada en su cabello.

—Amarillo —dice bajito, empezando a acariciar tiernamente su cabeza. Yoongi piensa que puede estarse aprendiendo los colores, así que le asiente.

—Sí, amarillo —ella sonríe—. ¿Te gusta?

Jungsoo asiente, alejándose de él y posicionándose en la mesa del centro.

— ¿Sabes cuál es el color azul? —pregunta ella en una pronunciación muy clara, esparciendo sus colores por la mesa y entonces mirándolo a él.

— ¿Azul? —toma el color— ¿Éste?

La pelinegra sonríe, asintiendo y haciéndolo sonreír a él también.

— ¿Y cuál es el color rojo? —pregunta de nuevo. Yoongi decide bromear un poco tras dudar falsamente y tomar el color verde.

— ¿Éste?

Jungsoo estalla en risas joviales sacudiendo la cabeza de lado a lado, y Yoongi no es para nada un amante de los niños, pero no puede evitar derretirse de pura ternura mientras se ríe junto a ella.

— ¿De qué color debo pintar su vestido? —su pequeño dedo apunta a la Barbie en el cuaderno de dibujo. Yoongi hace puchero, mirando por encima.

— ¿Quizás púrpura? El púrpura es lindo.

—Púrpura —toma el color y lo mira con ojos brillantes. Yoongi asiente rápidamente, viéndola sonreír y sentirse orgullosa de que lo dijo bien—. ¿Y el perrito?

—Mhm... Bueno, mi perrito es marrón —toma el color para enseñárselo—, así que pienso que-

— ¡¿Tienes un perrito?! —exclama la pelinegra abriendo sus ojos. El rubio sonríe.

—Sí, su nombre es Holly y es un perrito marrón.

Los ojos de la niña brillan en emoción, pero tan pronto como su emoción sube, sus hombros bajan junto a su sonrisa.

—Papá no nos deja tener un perrito, dice que este lugar es muy pequeño.

—Oh... —Yoongi piensa por un momento— Quizás a tu papá no le importaría si trajera a Holly en algún momento —encoge los hombros, y piensa que es precioso cómo los ojos de la niña vuelven a brillar enseguida.

— ¡¿En serio?!

— ¡Jungsoo! —ambos saltan en sus lugares ante la exclamación de Seokjin. La niña se para, mirando con disculpa a su padre quien le llama la atención— ¡¿Qué te dije sobre no salir de tu habitación hasta que yo dijera?! ¡Por favor, vuelve!

— ¡Sí, papá! ¡Adiós, oppa! —sacude su manito hacia el rubio antes de recoger sus cosas y correr hacia su habitación.

Yoongi sólo sonríe y sacude su mano de vuelta, y aún desde el sofá, observa al pelinegro cargar a su pequeña hija quien está envuelta en una toalla de cabeza a tobillos y rodeando el cuello de su padre, casi como escondiéndose.

Yoongi se levanta, sonriéndoles amablemente.

— ¿La pequeña se siente un poco mejor ahora? —habla directamente hacia ella y genuinamente cosquilleando su pie. Su diminuta risa le saca su sonrisa de encías, pero a pesar de que la hace reír, todavía se esconde en el cuello de Seokjin, hallando protección ahí.

—Sí, se siente mejor —Seokjin responde por ella dándole una mirada y también viéndose más aliviado. Ella asiente y Yoongi le sonríe de nuevo.

— ¿Padre? —dice ella en su diminuta diminuta voz— ¿Quién es él?

Balbucean, tal cual antes.

—Yoongi —dice el rubio—, sí, Yoongi.

—Él es el que trajo el shampoo, bebé.

— ¡¡¿El asesino de monstruos?!! —sus ojos se abren y básicamente salta de los brazos de su padre para arrodillarse en el suelo, hace una reverencia completa y luego salta para enrollar la pierna de Yoongi, haciéndolo tambalear un poco.

— ¡¡Gracias, gracias, gracias!!

— ¡Jisoo!

— ¡Padre, padre! ¡¿Le puedo dar una piedra, por favor?!

— ¡No, no, no! Ven aquí; deja al hombre tranquilo —la toma de los hombros, alejándola de él.

—De hecho está bien, no me molesta —Yoongi encoge los hombros, restándole importancia.

—Créeme, si no te deja, lo hará —asiente y se inclina para hablarle a ella—. ¿Puedes ir a la habitación con tu hermana, por favor?

La bebé sólo asiente y caminando hacia el pasillo sacude su mano hacia Yoongi y él sólo sacude la suya de vuelta. Cuando ambos están finalmente solos, Seokjin restriega su rostro y Yoongi sabe que sigue algo frustrado.

— ¿Pasando por una mala racha? —Min frunce la nariz. Por primera vez, Seokjin deja salir una risa que suena sincera pero exhausta, masajeando su cuello y negando.

—Ser padre la mayor parte del tiempo es difícil, pero esto estará bien, no te preocupes. Como sea, realmente te agradezco por... regresarme mi tarjeta y... matar a los monstruos de mi hija.

Ambos ríen.

—De nada —Yoongi se encoge de hombros—. Nunca he visto a alguien estar así de frustrado por piojos, pero lo entiendo.

—Sí... —hay un fino silencio entre ellos. Seokjin aclara su garganta— Así que... ¿Cuánto te debo por el shampoo? Quizás-

—No, nada. Es un regalo.

— ¿Qué? No. Me rehúso-

—No, aceptas.

Seokjin balbucea. Está muy cansado como para pelear por algo tan absurdo como eso, así que suspira de nuevo y asiente, haciendo que el rubio eleve su mentón con orgullo.

—Por cierto —dice Yoongi, dando un paso adelante—, son realmente dulces. Digo... Mientras Jungsoo estuvo aquí me dijo que... no les permites tener mascotas por lo pequeño que es el lugar, así que quería preguntarte si puedo traer a mi perrito en algún momento, para que ellas-

—Oye, oye, voy a... —Seokjin jadea una risa—, voy a pararte ahí por un momento —Yoongi rasca la parte trasera de su cabeza con una mueca—. Estoy muy agradecido por todo lo que hiciste hoy, pero no soy de los que confían fácilmente. No te conozco y-

—No me dejarás acercarme a tus hijas sólo así —asiente Yoongi—. Tienes razón, lo siento, mi error.

—Exacto. Agradezco tu buena intención pero-

—Seokjin, está bien, yo tampoco dejaría a un extraño acercarse a mis hijos —sonríe—. En serio lo entiendo.

El pelinegro frunce el ceño.

—Espera, ¿Seokjin?

— ¿S-sí?

— ¿Cuántos años tienes?

Los ojos de Yoongi pasean por el lugar.

— ¿Veintiséis?

—Tengo veintisiete. Llámame Hyung.

—Oh, está bien... Seokjin hyung.

—Bien. Ahora, si no me dejarás pagarte por el shampoo, ¿puedo al menos saber cómo llegaste aquí si no te conozco?

—T-te busqué en N-Naver.

—Sin balbucear, por favor.

—Te busqué en Naver —dice claramente, Seokjin frunce—. Estaba buscando un número de teléfono pero todo lo que hallé fue esta dirección, así que vine.

—Ah... Está bien. No tengo teléfono ahora, ¿pero por qué no esperaste a que fuera a la cafetería? Quizás no iba a regresar hoy, pero mañana —observa a Yoongi bajar la mirada, sintiendo la incomodidad llenar la habitación—. ¿No crees?

—Bueno... —los labios del menor tiemblan— No somos responsables de lo que pase con cosas como tarjetas de crédito y usualmente no conocemos a los clientes, así que cualquiera pudo haber dicho que era Kim Seokjin y habría sido-

—Me salvaste el culo, ya veo —el mayor interrumpe, Yoongi suspira, asintiendo.

—Algo así.

—Bueno, gracias.

Silencio.

— ¿Debería irme ahora?

—Ah- Eso creo. Tengo que... —el más alto apunta hacia el pasillo.

—Por supuesto —Yoongi asiente, presionando los labios—. Un gusto conocerte a ti y a tus ángeles.

Seokjin sonríe, y el alma de Yoongi se quiebra en millones de pedacitos.
¿Cómo puede seguir pensando que el hombre es malditamente precioso después de todo lo que pasó hace una hora y media? Yoongi no puede creerse a sí mismo.

Ambos van hacia la puerta y se despiden del otro. Después de que Seokjin cierra la puerta, algo cruza su mente, pensando en lo que Jisoo dijo antes de que le dijera que fuese con su hermana. E inmediatamente se arrepiente de lo que va a hacer, pero no puede decepcionar a su hija así. No de nuevo.

Sin aliento llega al primer piso y afortunadamente Yoongi está por alcanzar la puerta principal del edificio. Llama su nombre y el menor se gira, abriendo los ojos a la vista del pelinegro casi desmayándose.

—Ten, aquí —dice Seokjin por encima de su respiración, tendiéndole una pequeña piedra con bonitos tonos azules—. Jisoo... Jisoo quería darte una de esas y... —se queda sin aliento, posando una mano en su cintura.

—Hyung, por favor respira —posa la mano en el hombro del mayor, conteniendo su sonrisa. Seokjin asiente recuperando su postura.

—Lo siento. Esta piedra..., son muy especiales para ella, así que... ¿Puedes tomarla, por favor?

Yoongi observa la piedra y recuerda lo que la pequeña bebé dijo antes de que fuese con su hermana.

—Claro —sonríe, cerrando el regalo en su mano.

—Gracias. Regresaré entonces.

—Toma el elevador esta vez, hyung.

—Buena idea —le apunta, caminando hacia atrás en reversa—. Te veo mañana.

Yoongi mira al mayor tomar el elevador y sacudir su mano hasta que las puertas cierran. Entonces sonríe, mostrando sus encías nuevamente. ¿Hace cuánto no sonreía tanto?

Mira hacia atrás antes de salir del edificio y acaricia la roca en su mano otra vez, sintiendo cómo su pecho se llena de aire lentamente.

Kim Seokjin es definitivamente un padre devoto también.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro