이십일
[Un mes después]
Yoongi sonríe al entregarle la orden al cliente, siendo tan cortés como los días anteriores luego del llamado de atención de su jefe. Por un momento olvidó que si quiere mantener su trabajo, debe mostrarse amable con todos, aunque no lo sienta.
Las demás personas no tienen la culpa de lo que le pase, no puede ir por ahí dándole cara de muerto a todo el que se le ponga en frente. Se obligó a dejar el teléfono a un lado, la mala actitud en casa y centrarse en lo que le conviene. Ahora tararea una canción porque el día ha estado sorpresivamente tranquilo a pesar de ser inicios de diciembre y la calle parece un boulevard. En cualquier momento comenzaría a nevar y tendrían que adornar la cafetería con temática navideña.
Su espíritu nunca estuvo más roto, pero hoy amaneció con ganas de sentirse menos deplorable aunque fuese por un rato. A veces tener la mente en blanco es mejor.
— ¿Hyung? —llama Hoseok cruzándose de brazos frente a la caja registradora, dándole la espalda a la entrada— ¿Todo bien?
Yoongi eleva sus comisuras, mirándolo por encima de su hombro mientras limpia las máquinas aprovechando que su turno está por acabar y no hay nadie haciendo fila.
— ¿Por qué no lo estaría, Hobi? Hoy estuvo más vacío de lo normal. Hasta parece lunes en la mañana.
—Dicen que es por la panadería nueva de la calle de arriba —se ríe, Yoongi sacude la cabeza—. Nos están robando todos los clientes.
— ¿Te imaginas que nos pongan a atraer clientela afuera? —resopla una risa— Sería espantoso. Aunque tú serías bueno en eso, quizás si bailas se sientan interesados y entren a comprar.
Hoseok no le responde, hay un silencio. Lo escucha balbucear.
—Yo- yo... Claro, eh. Voy por... Algo allá dentro. Atiende si vienen más personas, por favor.
—Okay, no te preocupes.
Hoseok se adentra a la trastienda y Yoongi opta por terminar de limpiar rápido. No puede tocar mucho esas benditas máquinas, con cualquier cosa se dañan y aunque paguen-
— ¿Disculpa?
Yoongi detiene todo movimiento. La piel se le eriza al reconocer esa voz y tiene miedo de girar, pero lentamente lo hace y siente su pulso acelerarse gentilmente. Casi olvidaba ese cosquilleo desordenado también.
—Seokjin hyung...
El nombrado alza su comisura izquierda, pestañeando levemente.
—Yoongi-ssi.
Yoongi sólo sabe petrificarse en su lugar, con labios entreabiertos y ojos expectantes tras su inesperada visita.
El mayor lleva un abrigo largo encima de su traje de oficina, su bolso guindado al hombro, el semblante tranquilo y ahora su cabello es... ¿Púrpura claro? No tan bien teñido, si puede decir. Luce como una obra realizada en casa.
Tan precioso como siempre.
Las manos del menor tiemblan, al igual que sus pasos al acercarse. Muerde su labio, queriendo tranquilizar sus emociones para poder hablarle.
— ¿Qué tal... Qué tal todo?
Seokjin suspira profundamente, alzando las cejas.
—He estado mejor, seguramente. ¿Me das lo mismo de siempre, por favor?
—Ah- ¿Lo mismo d-de siempre? S-sí, por supuesto.
—Gracias, ¡pero-! —lo detiene cuando está por irse— ¿Te gusta el café?
Yoongi frunce el ceño ante la repentina pregunta que se supone, él ya sabe.
— ¿Sí?
—De acuerdo. Entonces que sean tres panes dulces para llevar y dos cafés negros para tomar aquí.
Yoongi se paraliza de nuevo con la mirada fija en su mayor, y pronto sabe lo que está haciendo.
Min lo recuerda tan claro que puede hacerle reír, e intenta traer de vuelta las palabras de esa conversación que tuvieron en aquél entonces. Pero ya no son los nervios lo que envía olas cálidas a su pecho, sino la nostalgia.
— ¿Quieres tomar café conmigo?
Una vez Seokjin se percata de que el contrario entendió lo que pretende hacer, su sonrisa se ensancha.
—Sí, ¿por qué no? Tu turno termina a las 4pm, ¿cierto?
El más bajo sonríe, mirando al suelo.
—Viniste quince minutos antes.
—Cinco, en realidad, pero no me molestará esperar.
Yoongi presiona los labios y asiente.
—Está bien. Voy enseguida.
Jin asiente y camina hasta salir del lugar.
Yoongi jadea, apoyándose del mesón frente a él y agradece a todos los cielos cuando ve a las chicas del siguiente turno entrar, porque significa que él ya puede retirarse. Aguanta los chillidos y abrazos de Hoseok cuando va a guardar su delantal y recoger sus cosas, y a éste pidiéndole que, por favor, ahora no lo arruinara.
Y es que no piensa hacerlo.
Cargando su mochila al hombro, sale de ahí luego de pagar los cafés y los panes. Seokjin lo espera sentado en una de las mesitas afuera y sonríe al verlo, haciéndolo parecer un lindo hámster.
Jisoo es buena comparando personas con animales, recuerda. Mientras Namjoon es un koala y Hoseok una ardilla, él es un gatito y papá es un hámster. No hallan fallas en su lógica.
Se sienta al mismo tiempo que deja el café y la cajita con panes frente a él, el mayor agradece en un murmuro y se mantienen en silencio. Yoongi se dedica a observarlo.
Verlo sereno y con la mirada pacífica nuevamente hace al menor suspirar con alivio, puesto a que no hay manera en la que el recuerdo de la última vez que lo vio se borre de su mente. Yoongi todavía se siente apenado por haber sido el causante de una crisis para el mayor.
Tuvo su tiempo para sentirse mal, pero luego de pensarlo mucho, llegó a la conclusión de que Seokjin tenía razón y fue normal que reaccionara de tal manera ante la agobiante situación. Acepta que mereció recibir esas duras palabras, pues todo fue su culpa.
— ¿Cómo has estado tú? —pregunta Jin, sacándolo de su trance. Yoongi ladea la cabeza, dejando su vaso a un lado.
—Intentando no pensar demasiado, ¿quizás? No... No han sido semanas fáciles —frunce la nariz, encogiéndose en su puesto—. Hyung, yo... Lamento haberte llamado tantas veces. No fue... Mi intención molestarte.
—Sí —da una risita—. Aunque dejaste de hacerlo hace semana y media. No iba a contestar por más que insistieras, ¿sabes?
El pelinegro suspira pesadamente y con una mano va a restregarse el rostro.
—Lo sé, soy un idiota. Nada más... Quería saber cómo estaban.
Seokjin asiente.
—Estamos bien, Yoongi-ssi. Te queda bien el negro, por cierto. Nunca te vi con tu color de cabello natural.
—Pues, así se ve —Yoongi remueve su mechones—. ¿Qué me dices de tu cabello púrpura?
—Agh, ni lo menciones. Fue un intento por animarlas, se quita con lavarlo. Valió la pena porque se divirtieron mucho, pero mi jefe no piensa igual —el menor ríe, subiendo y bajando los hombros—. Usualmente me llevo las miradas por lo guapo que soy, pero si me miran mucho...
—Te pones rojo, hyung.
—Yah, ¡un reconocido abogado también puede sentirse tímido, ¿sabes?!
Ambos ríen abiertamente, Yoongi mostrando sus encías y Seokjin dejando salir sus sonoras carcajadas que llaman la atención al estar rodeados de gente, pero siempre es lo de menos.
Sus risas minimizan y entran en otro silencio. Aún así, sus ojos no pierden el contacto.
— ¿Qué haces aquí, hyung? —pregunta por fin, con voz leve— Sí, te llamé varias veces porque quería hablar contigo luego de... Luego de todo, pero pensé que no quería presionarte más, así que sólo desistí. En verdad ya no quería molestar.
En verdad en el fondo tenía la esperanza de que el mayor quisiera verlo y tal vez, sólo tal vez, le diera la oportunidad de explicarse, aún si al final no servía de nada.
Recuerda haberle dicho cuando se besaron por primera vez que, incluso si algo entre ellos no se daba, que por favor no lo alejara de las niñas. Pero alejarse de ellos en ese momento no habría dolido tanto como ahora. Sólo Dios sabe lo difícil que sería para Yoongi el seguir adelante sin ellos si Seokjin decidía alejarse por completo, porque claramente él lo respetaría y no lo detendría.
Sin embargo, justo ahora luce como un sueño lejano frente a él y se pregunta si es una broma de mal gusto el que haya venido.
Seokjin acaba con su café y juega con el pequeño vaso en sus manos.
—Hoy es el cumpleaños de Jungsoo.
—Y mañana el tuyo, sí —el pelinegro asiente—. Lo recuerdo.
—Así es.
— ¿Piensas hacerle una fiesta también?
—No —suspira—, quiere mucho helado y pastel y que nadie más coma —ambos ríen—, así que nos quedaremos en casa. Le pregunté si está segura de no querer una fiesta en el parque como Jisoo y se negó rotundamente. Sólo quiere... Verte, y enseñarte sus nuevos juegos de vídeo. Ha mejorado en matemáticas. Me pidieron que considerara el subirla de nivel.
— ¿De nivel? ¿Cómo? ¿Directo a primer grado?
—Podría hasta segundo, incluso. Creen que se desenvolvería bien en un nivel superior. Le hicieron una prueba y verificaron que es más inteligente de lo que pensábamos —ríe, alzando las cejas—. Al parecer tengo una pequeña genio.
El menor sonríe. La noticia no le sorprende demasiado después de todo lo que pasó el día que ambas llegaron solas a la cafetería. Siempre han sabido que Jungsoo es muy astuta y hábil, pero ese día lo demostró y está feliz de que sus maestras hayan podido reconocerlo.
— ¿Y? ¿Aprobarás que la promuevan a otro grado?
—Pues, lo estuve pensando y... No, no lo haré. Quiero que ella viva cada etapa en su momento, sin presiones mayores que todavía no sabemos si sabrá afrontar. No quiero hacerle eso.
—Es una buena decisión —asiente Yoongi—. Estoy feliz y muy orgulloso de ella, en serio. También... Dijiste que lo del cabello fue para animarlas, ¿han estado tristes?
—Bueno... —suspira— He estado muy ocupado. A pesar de que ya no adelanto el trabajo, sigue siendo mucho. Moonbyul trabaja conmigo así que Yongsung se queda con ellas el tiempo que puede, pero... No es lo mismo. Te extrañan.
Min presiona la mandíbula y pone los codos sobre la mesa, tronando sus dedos. Seokjin observa sus manos; hay una quemadura en el dorso de la izquierda y... Los lados de sus uñas están rotos, delatando que retomó el mal hábito de comérselas.
El mayor aparta la vida, no le gusta saber que la ansiedad estuvo atormentando al más bajo hasta ese punto otra vez.
—Yo también las extraño mucho, hyung. No te preocupes, estaré ahí. Pasaré comprando su regalo antes.
—Está bien —asiente, poniéndose de pie lentamente—. Mi auto se averió y ahora tengo que ir caminando a buscarlas, me iré antes de que se haga tarde. Por cierto, ¿sí recuerdas lo que Jungsoo-ssi quería, verdad?
Yoongi ríe, poniéndose de pie igualmente.
—Los cinco pares de calcetines con estampados de animales, ¿cómo olvidarlo?
—Sí —ríe con él, cargándose de nuevo su bolso al hombro y tomando la pequeña caja con los panes—. Ah, y trae a Holly si puedes. No tienes idea de lo mucho que-
—Holly murió.
Seokjin se paraliza, mirándolo con labios y ojos abiertos.
— ¿Qué?
El pelinegro presiona los labios en una sonrisita, mirando al suelo y asintiendo.
—Sí, días antes de que... Las niñas se escaparan de la escuela. Su enfermedad empeoró y accedí a que lo durmieran. No tuve... No tuve chance de decírtelo, pero sí.
Jin presiona la mandíbula, sintiendo sus ojos empañarse y un nudo formarse en su garganta. Al tomar aire la mandíbula le tiembla y ladea la cabeza.
— ¿Y pasaste por eso solo?
Yoongi encoge un hombro.
—He pasado por muchas cosas estando solo, hyung.
Seokjin jadea. Asiente.
—Lo... lamento mucho.
—No es nada —sonríe, sacudiendo la cabeza—. Es sólo... Espero que ellas sepan tomarlo bien.
—Sí... Ya... Ya buscaremos la manera de decírselos. Mientras... Ellas realmente quieren que estés ahí más tarde, así que... Nos vemos.
—Ahí estaré, nos vemos.
Yoongi suspira, viéndolo alejarse entonces. Una silenciosa lágrima cae por su mejilla y el frío viento se encarga de quitársela antes de que él pueda. Se limpia el rostro y tomando nuevamente su mochila y vaso de café ahora tibio camina en dirección contraria hacia la parada del bus.
¿Así serían las cosas de ahora en adelante? ¿Con Seokjin tratándolo con cierta indiferencia y él perdiéndose de todos los logros importantes de sus pequeñas?
Sus pequeñas... Qué iluso fue al pensar que los tendría por siempre, que todo estaría bien y él seguiría formando parte de sus vidas. Sacude la cabeza, no puede pedir más por ahora. Tampoco ser un malagradecido, mucho menos adelantarse a los hechos.
Quiere pensar en que ellas quieren verlo tanto como él a ellas y que eso es lo más importante ahora, por lo que va por ese gran regalo de cumpleaños para su pulga mayor.
*
— ¡Papá! —se queja Jungsoo, intentando escapar del agarre de su padre— ¡Ewww!
—Uno más, uno más, uno más —insiste el teñido, presionando sus labios contra la mejilla de su hija que vuelve a chillar.
— ¡Puaj! —la menor se limpia con la mano— ¡Qué asco!
Yoongi ríe ante la escena, haciendo resaltar sus bigotes de gato pintados con marcador y recogiendo los papeles de regalo rotos en el suelo junto a ellos.
— ¡Unnieee! —grita Jisoo desde su habitación— ¡El castillooo!
— ¡Espera, espera, espera! —Jin retiene a la pelinegra entre sus brazos cuando está por irse de nuevo, ella gruñe con frustración— Siempre vas a ser mi bebé, ¿verdad?
— ¡Que sí papi, que siii! ¡Ya, Jisoo está con los legos!
—P-pero sabes que papá te ama mucho, ¿verdad? ¿Tú me amas mucho?
—Sí papi, te amo mucho —hace puchero, arrastrando sus palabras y quedándose quieta hasta que a papá se le ocurra soltarla— ¿Ya puedo ir a jugar con Soo?
—Si me das un abrazo —regresa el puchero. Jungsoo se gira para rodearle el cuello con sus bracitos y él le devuelve el fuerte apretón con los ojos cerrados. La pequeña deja un beso en su párpado cuando se separa—. Gracias, ya ve.
— ¡Sí!
La ven correr hacia donde su hermana la espera con un aparente castillo de legos y mientras Yoongi vuelve a reír sentándose en uno de los muebles pequeños, Seokjin separa y estira las piernas en el piso, suspirando pesadamente y encorvándose con el semblante decaído.
— ¿Te pondrás así de nuevo? —sonríe Yoongi, negando con la cabeza.
— ¿Así cómo? —arquea una ceja.
—Todo melancólico y ñoño.
Un estruendo se oye afuera y Seokjin respinga, empezando a escuchar las gotas de lluvia caer con fuerza contra los ventanales. Gruñe.
—Sí, sí, ya —sacude la mano, ayudándose con la otra a pararse del piso—. Di todo lo que quieras; lo acepto. Soy el padre sentimental que llorará en cada cumpleaños de sus hijas, cuando se gradúen, cuando se casen si es que quieren y cuando se vayan de la casa. Las voy a avergonzar en la escuela, en la secundaria, en la universidad y hasta en el centro comercial si es necesario, ¿sabes por qué? ¡Porque son mis bebés! Y así tengan la edad que tengan y me cambien por juguetes y videojuegos o lo que sea, van a seguir siendo mis bebés.
—Aish —el menor esconde el rostro entre sus manos, negando de nuevo—. Tendrán una vida tan complicada.
La ironía de Yoongi hace al mayor darle una mala mirada y bufar, ignorando los relámpagos para comenzar a recoger todo el desorden.
—Ah, Yoongi-ssi —deja salir un suspiro lamentoso, chasqueando con la lengua—. Es que... ¿Cómo es que el tiempo pasa tan rápido, eh? Ya ni siquiera le tienen miedo a los truenos —otro estruendo lo hace saltar y Yoongi ríe—. Ahora sólo yo les tengo miedo, ugh.
—Hyung, ya te he dicho que no las tendrás por siempre. Y tienes que dejar de pensar que te cambian por todo. No te cambian, son niñas. Por ahora sólo piensan en jugar y dormir temprano, pero después se enamorarán por primera vez, se escaparán de casa, tendrán sex-
— ¡Bien, ya entendí, no tienes porqué decirlo! —exclama exasperado. Yoongi carcajea, viéndolo portar ese puchero que cree, Jisoo le heredó—. Estuvo bueno, ya deja de reírte y ayúdame a limpiar todo esto, ¿quieres?
—Como diga, señor gruñón.
Entre risas y el ceño fruncido del mayor, acomodan el pequeño desastre de la sala y se dirigen a la cocina para encargarse de los trastes sucios.
La tarde pasó bastante tranquila; Jungsoo recibió todos los regalos, comió todo lo que quiso y chilló de felicidad al ver que no sólo Yoongi oppa estuvo aquí, sino que vino con los calcetines que tanto pidió. ¡Era como un sueño hecho realidad! A Seokjin y Yoongi les alegró ver cómo la pelinegra parecía ser tan feliz con tan poco. Para ella debió significar mucho porque nunca borró su sonrisa, así que desean que nada nunca le quite ese precioso brillo que emana.
Por suerte ninguna preguntó por Holly. Honestamente, Yoongi prefiere que sea Seokjin el que les dé la noticia porque, aunque él las conoce y sabe el tacto que hay que tener, piensa que nadie puede confortarlas mejor que su padre.
El ser recibido de buena manera por Seokjin también le hizo sentir nervioso, como las primeras veces que acudía a cenar sin la necesidad de quedarse. Quizás no ha sacado a discusión el problema que han tenido debido a que las niñas han estado con ellos todo el rato, pero ahora que están solos puede que la oportunidad se dé y se dice que debe tener en cuenta que si Seokjin quiere hablar, lo hará cuando esté listo o cuando sienta que es el momento, y eso está más que bien.
Yoongi echa un vistazo por la cocina, como una intuición de que algo no está bien y... Las fotos que Jin tomó ese primer día con Holly que yacían en la puerta de la nevera ya no están.
Lo toma como la primera desilusión del día y se queda mirando a un punto en blanco hasta que la voz del mayor lo llama.
—Yoongi-ssi.
El nombrado balbucea, sacudiendo la cabeza.
—Sí, dime.
—Ah... Yo... No te lo agradecí cuando hablamos más temprano, pero... Gracias por devolverle sus piedras a Jisoo.
—Oh...
—Sí, eh... Sabes lo importante que son para ella y... Me sorprendió mucho cuando me dijo que te las había regalado.
—Um... —frunce la nariz— ¿Te dijo si se sintió mal porque se las devolví?
—Hasta donde conversamos, no lo sé. Creo que... Ella más bien entendió que no hacía falta darte algo suyo para que te quedaras —encoge un hombro—. Tú dices que la quieres y pues... Ella te cree.
Yoongi suspira, mirando hacia abajo y moviéndose lento.
— ¿Qué les dijiste cuando preguntaron por mí todas éstas semanas?
—Que viajaste y que regresarías pronto —también mira hacia abajo, presionando los labios—. Con una mentira blanca a veces nos salvamos de muchas, ¿no?
El pelinegro exhala una risita, asintiendo.
—Sí...
Silencio, largo y tenso silencio.
Sentándose en una de las sillas altas de la isla, Seokjin toma aire.
—Compré una casa.
Min deja de fregar y sube la cabeza, pero no se gira. Con sorpresa, pestañea viendo hacia la pared frente a él.
— ¿U-una casa? Ah... ¿Fuera de Seúl?
Inconscientemente las manos y piernas comienzan a temblarle como su voz, sintiéndose torpe al enjuagar los trastes.
¿Se van?
—Sí, en Gwacheon, de hecho. Me ascendieron. Recibí una buena suma por adelantado y me dieron a elegir a dónde quería ser promovido, así que... Decidí hacer una buena inversión. Éste apartamento ha sido bueno mientras las niñas están pequeñas, pero eventualmente cada una necesitará su propio espacio y me gustaría dárselos. Quiero un lugar en donde se sientan más libres, cómodas y puedan crear un ambiente donde hagan recuerdos que valgan la pena. Y... La verdad, también me hace falta.
» Todo éste encierro ya no es bueno. Además, estaremos cerca de la casa de mis padres y también creo que les haría bien convivir con ellos. Será una nueva casa, nueva escuela, nuevo entorno de trabajo y mucho a lo que tendremos que adaptarnos pero es... Necesario... ¿Yoongi-ssi?
Kim arquea una ceja y estira el cuello para mirar al menor cuando cree oírlo soltar un casi inaudible sollozo. Yoongi sorbe por la nariz y con la camisa seca su cara antes de responder.
—Ah, sí, sí, continúa diciéndome, hyung.
—Mm... Bueno, eh, es básicamente eso. Esperaré a que las niñas acaben éste año escolar y entonces empezaré a planear la mudanza. Ojalá poder arreglar mi auto lo antes posible.
—Yah —ladea la cabeza, regresando a terminar su tarea—, me parece... Genial, Jin hyung —intenta sonreír, girando a verlo. Es cuando el mayor puede apreciar su nariz rojiza junto a sus mejillas, a pesar de que aún hay rastros de sus bigotes de gato.
—... ¿Genial?
—Pues, sí. Tienes razón, van a necesitar un sitio espacioso en donde no se tropiecen con la otra y puedan tener privacidad cuando quieran. Es bueno que hayas tomado esa decisión y me alegra que tu trabajo esté yendo bien también. Lo... Lo merecen.
—Uh, ¿de verdad? Es que no puedo tomar en serio a alguien con bigotes de gato hechos con marcador indeleble.
—Aigoo~ —se queja y pasa las manos mojadas por su cara, intentando sacarse la tinta y escuchando reír al mayor—. No me molestes y mejor guarda esos platos, por favor.
Todavía riendo, hace caso a su dongsaeng y va a guardar los platos, queriendo distraerlo.
Seokjin... Él ni siquiera sabe por qué está haciendo todo esto. O quizás sí.
Ese último mes se permitió pensar, reflexionar, reconsiderar las cosas y reorganizar sus prioridades, sus hijas estando siempre en el primer lugar.
¿Le sirvió para pasar el enojo? Sí. ¿Lo suficiente para escuchar a Yoongi?
Puede que también.
Como quiera que lo ponga, Min Yoongi es importante para sus hijas, y aunque él mismo pone en dudas sus sentimientos por los momentos, lo hace por ellas. Y porque cree haber sido un tanto (muy) duro e injusto con éste.
Tomando los platos ya secos que Yoongi puso a un lado luego de lavarlos, se mueve a la izquierda para ponerlos arriba en el gabinete que corresponde, quedando detrás del pelinegro a quien sin querer pisa y los hace tropezar a ambos.
Logra poner los platos en su lugar al mismo tiempo que Yoongi se disculpa y se da vuelta, quedando así frente a frente con él.
Y Seokjin sabe que tiene que alejarse, que esa cercanía no es buena, que debe ir a arreglar el cuarto de invitados porque con ésta lluvia torrencial Yoongi no se irá.
A su cabeza viene todo lo que tenía pensado decirle, cosas absurdas como que era mejor si sólo mantenían una amistad por las niñas ya que como pareja las cosas no se estaban dando, que tenían que comportarse como adultos responsables y conscientes y que lo suyo estaba siendo un juego tonto al que quizás no debían darle tanta importancia porque en cuanto ellos menos se lo esperaran, ya lo estarían superando.
Pero no es cierto.
Los ojos de Yoongi brillan al mirarlo directamente a los propios y su respiración se entrecorta, porque es ese brillo que sabe que le pertenece y enseguida lo abruma de éste sentimiento tan indescriptible pero tan familiar.
¿Cómo pudo olvidar ese detalle tan único, bello y puro? El pecho no tarda en dolerle cuando suelta el aire.
Lentamente sube la mano a la mejilla del contrario, y a pesar de que primero es el roce de sus dedos intentando remover la tinta de su piel, Yoongi se estremece al sentir su palma acoplarse a su rostro.
Min piensa: morir es fácil. Él viviría por ese simple toque que puede verse como nada, pero lo causa absolutamente todo.
Seokjin sigue sus movimiento con la mirada; lo ve removerse sutilmente contra su frío tacto que sobre su piel se vuelve cálido. Yoongi posa su mano encima de la propia y cierra los ojos, su nariz regresando a enrojecerse y sus pestañas reprimiendo el siguiente par de lágrimas.
La piel del mayor se eriza cuando el más bajo voltea levemente el rostro y esparce pequeños besos en su palma y muñeca, deslizando su mano temblorosa hacia su antebrazo para acariciarlo con añoro.
Y Seokjin no puede más.
Con la mano que aún descansa en el rostro de Yoongi, pasa a ahuecar el espacio bajo su oreja y de esa manera lo trae hacia él para besarlo.
Es un beso firme y fuerte, necesitado y conciso; expresa todo aquello que no han tenido la valentía de decir.
Jin toma la nuca del menor con ambas manos y su lengua se encarga de callar los diminutos sollozos que se le escapan. Yoongi cierra los ojos con ímpetu, empuñando la camisa del abogado a la altura de su pecho antes de pasarlas a sus hombros y luego a su nuca de igual manera.
Le da la oportunidad a Seokjin de tomarle la cintura con los brazos y apegarlo más contra sí, haciéndolo ponerse de puntas para quedar a su misma altura. Rodea su cuello con el brazo izquierdo mientras que con la mano derecha continúa acariciando su rostro.
Crean una posición cómoda para ambos, sin siquiera tener la necesidad de separarse por más de un segundo para tomar aire.
Es sólo entonces que Seokjin se da cuenta de lo imbécil que ha estado siendo por pensar que podría seguir un minuto más sin recibir el amor y sensación de llenura que sólo la persona que está sosteniendo ahora puede entregarle.
Es ésta, la única persona además de sus hijas, que puede hacer latir su corazón de ésta manera tan veraz y lograr que se sienta tan vivo, que los problemas pierden relevancia y se vuelven tan minúsculos que hasta la brisa se los lleva.
Y sabe que es aquí donde quiere estar, con él.
Yoongi jadea sobre sus labios al separarse. Ahora los pequeños besos que deja sobre éstos son húmedos debido a sus lágrimas y por más que quisiera parar su llanto, ya no puede.
—Te extraño... —le oye decir en un murmuro por encima de su voz quebrada, que si bien no busca romperle el alma, aún así lo consigue— Te extraño tanto...
—Yoongi-ssi...
—No, escúchame, por favor —suelta su cuello, regresando a su estatura. Seokjin junta sus frentes, la garganta le duele por el gran nudo que se forma—. Escúchame. Lo siento mucho. Fue mi culpa, fue mi culpa que las niñas corrieran ese peligro.
—Pero eso ya pasó, ahora-
—No, Jin, no —dice con firmeza, posando las manos en el pecho contrario y subiendo a verlo—. Tienes razón, se pusieron en peligro por mi culpa. Por Dios, incluso tuvieron que cruzar solas una carretera.
Con las manos se restriega el rostro, cada recuerdo volviendo a él y haciéndolo lamentarse aún si ahora Seokjin le resta importancia. Éste quita sus manos de en medio y lo trae hacia él para abrazarlo y besar el costado de su cabeza, intentado calmarlo, ¿pero de qué manera?
—Si les pasaba algo no me lo iba a perdonar jamás. Jamás. Merecía que me dijeras cada una de las cosas que me dijiste.
—No, Yoongi-ssi, claro que no —lo aleja para limpiar las lágrimas propias y las ajenas, apartando los mechones oscuros que caen sobre su frente—. Yo estaba muy molesto y en ningún momento medí mis palabras o me puse en tu lugar, al menos debí dejar que hablaras. No estuvo bien y lo siento.
— ¿Y te disculpas? —jadea— Hyung, yo fui el desconsiderado que se desapareció por dos malditas semanas sin darles una explicación porque el desgraciado de mi padre hirió mis sentimientos infantiles y les hizo creer que los abandonó cuando fue así. Jin... Yo no soy Hani, ¿está bien? Yo no me voy a ir. Cometí un error pero quiero estar en cada momento, cada logro, quiero ayudarlas a crecer, pasar sus enfermedades con ellas, apoyarlas, aconsejarlas y estar para ti en lo que necesites porque... —su mandíbula tiembla— Te amo. Y no puedes pensar en que alguna vez dejaré de hacerlo porque no lo haré, y tomaré el tiempo que sea necesario para demostrártelo.
Min intenta recuperar el aliento luego de decir todo eso y Jin ríe, volviendo a juntar sus frentes y rozando sus narices antes de unir sus labios en otro beso igual de profundo pero menos duradero.
— ¿Por qué te ríes? —Yoongi pregunta bajito, sintiendo la sonrisa de su mayor contra sus labios. Seokjin deja un besito casto en éstos y sujetando su cintura, va a esconder el rostro en su cuello.
—Porque también te amo, y no sé por qué pensé que yo sí podría dejar de hacerlo —confiesa por lo bajo—. Creí que todo el tema de la nueva casa y el trabajo me ayudarían a pensarte menos, pero no, Yoongi-ssi. En verdad lo intenté, pero no podía evitar preocuparme por ti, y me sentía enojado conmigo mismo después por hacerlo. Me sentía un idiota también por haberte dicho todo eso, sabes que no soy así. Podíamos resolver todo si lo hablábamos, pero creo que necesitábamos éste tiempo. Y después lo de Holly —jadea, retomando la postura—. En serio siento mucho que hayas tenido que pasar por eso solo.
Yoongi sacude la cabeza.
—Yo también creo que necesitábamos éste tiempo para pensar las cosas y darnos cuenta de muchas otras. No somos perfectos, hyung, fue nuestro primer problema al estar juntos y como muchas parejas no supimos manejarlo, pero está bien.
—Entiendo, no hace falta que lo digas, pero entiendo —con sus pulgares acaricia sus mejillas, Yoongi chasquea con la lengua.
—Sí hace falta. No miento cuando digo que quiero estar con ustedes y para ustedes. Son mi vida, Jinnie. Por favor, aprendamos de esto y sigamos adelante. Incluso... Incluso si se mudan a Gwacheon. Q-quizás en tren no dure tanto, podría ir los-
—Ven con nosotros.
Apenas Yoongi logra oírlo, la respiración le falla y lo mira estupefacto.
— ¿C-con ustedes?
—Dijiste que quieres demostrarme que no volverá a pasar algo como esto último, ¿no? ¿Qué mejor manera de enmendarse que viniendo con nosotros?
Min jadea por sus labios entre abiertos y piensa con rapidez: ¿qué tiene en Seúl, además de un viejo apartamento y un simple trabajo?
Nada. No tiene nada.
— ¿Estás s-seguro?
—Las niñas están bien ahora que es lo importante, Yoongi-ssi. Y también quiero que formes parte sus vidas como has venido haciendo y las ayudes a crecer conmigo.
—Oh... ¿Eso significa que... Somos novios de nuevo? —dice el pelinegro con voz mínima, como si tuviese miedo de preguntar algo tan estúpido a éstas alturas.
Pero Seokjin vuelve a reír y, tomándole nuevamente el rostro con sus manos, deja su beso en su nariz.
— ¿Tú qué crees?
Con un fuerte abrazo Yoongi le responde luego de un rápido beso, y con una sonrisa acepta repetidas veces el mudarse junto a ellos.
Jin ríe bajito, cerrando los ojos.
Pensaba en hacerse un poco el difícil, pero el genuino arrepentimiento y deseos del menor le hizo pensarlo dos veces.
Para su mala suerte, ha llegado a conocer muy bien a ésta asombrosa persona. Si todo lo que pasó hubiese sido intención de Yoongi, justo ahora no estuviese abrazándolo con fuerza, aceptando su error y dispuesto a recuperar lo que sintió perder por sus egoístas acciones.
Ha sido suficiente para ambos, así que Seokjin besa su mejilla, apretándolo más entre sus brazos y comenzando a prepararse mental y emocionalmente para esa nueva vida que le promete muchos retos.
"En donde hay esperanza, hay desesperación" recuerda haber leído por ahí no hace mucho.
Está seguro de que, a pesar de que tendrán tiempos de desesperación, la esperanza es lo último que se pierde. Por lo que con buen corazón se tomarán de las manos y se aferrarán a esa creencia, guiando consigo a sus bebés para entregarles siempre lo mejor de sí mismos.
FIN
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro