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이십

Infierno. Un completo y jodido infierno.

Cuando Seokjin creyó que las cosas no podían empeorar, Moonbyul entra en plena reunión diciéndole que la directora del colegio de las niñas llamó, ¿y para qué? Para avisarle que Jungsoo y Jisoo se habían perdido.

Sí, así, sin más.

—Señor, p-por favor —pide la directora, nerviosa—. Necesita calmarse.

— ¡¿Calmarme?! ¡¿Me está pidiendo que me calme?! —grita con el rostro rojo en furia, haciendo respingar a la señora— ¡Mis hijas están extraviadas y parece que soy el único consciente de eso! ¡¿Cómo es que nadie las vio?! ¡¿Para qué mierda se supone que les pago, eh?!

—Ya- ya sé, p-pero-

— ¡Las dejé bajo su maldita responsabilidad!

—Seokjin, por favor —Moonbyul toma su brazo, igual de nerviosa—, ya pusimos la denuncia en la comisaría, tenemos que-

— ¡¿Y de qué me sirve, Moonbyul?! ¡¿Sabes todo lo que podría haberles pasado desde hace más de una hora?! —la garganta y la cabeza le duelen, su respiración es errática. Dando un paso firme al frente apunta a la directora, quien no deja de temblar como chihuahua.

—Si a mis hijas les pasa algo, juro que la demanda que les voy a meter por el culo no va a ser de Dios.

Y empujando y tirando la puerta sale de la dirección, sin importar a quién se lleve por delante. Moonbyul va tras él e intenta tranquilizarlo, pero no puede. No puede.

Seokjin restriega todo su rostro y se desordena el cabello, la chaqueta de cuero marrón asfixiándolo con cada respiro. Siente que en cualquier momento el corazón se le va a salir del pecho.

Moonbyul lo hace recostarse de una pared y pone las manos en sus hombros, pero las piernas le fallan y el llanto que se atoraba en su garganta, sale tras un doloroso sollozo. Moonbyul lo abraza hacia ella, permitiéndole entonces llorar desconsoladamente y acompañándolo en ello.

¿Cómo fue que pasó todo esto? ¿Por qué? ¿En qué momento?

Las autoridades se mueven en el colegio, ven a oficiales de policía recorrer los perímetros de un lado a otro pero no dan señales de haberlas encontrado. Y Seokjin no sabe hacer más que derrumbarse, aterrado e impotente por no poder hacer algo.

—Si les pasa algo me muero, Byul —solloza sonoramente en el pecho de su amiga—. Me muero...

—Lo sé, Jinnie, lo sé... —llora también la castaña, mereciéndolos ligeramente de lado a lado— Pero van a aparecer, por favor, confía en eso.

Y quiere creerlo tanto. Quiere entender, saber qué fue lo que sucedió, si es que ellas se fueron o alguien se las llevó. La segunda le aterra de sobremanera pero es una posibilidad que no hace más que matarle la cabeza.

Por Dios, ¿en dónde estarán ahora? ¿Cómo estarán? ¿Seguirán juntas? Seokjin reza a todos los cielos por que estén bien, en un lugar donde no sea difícil conseguirlas y lejos de quien sea que tenga intenciones maliciosas, muy muy lejos.

Su vida carecería de sentido si ya no las tiene, pues son la única razón por la que se despierta cada mañana con el propósito de seguir respirando y dar lo mejor de sí. No les puede pasar nada, no, a todos menos a ellas. A él, incluso, pero no a ellas.

Siente el teléfono sonar y vibrar en su bolsillo y rápidamente se despega de Moonbyul para sacarlo. Su corazón da un vuelco cuando ve el nombre de Yoongi en la pantalla y no duda en responder.

— ¡Yoongi! —chilla, su llanto aumentando en lugar de apaciguarse.

Hyung-

— ¡Las niñas! ¡Me llamaron del colegio y me dijeron que desaparecieron, Yoongi-ssi! ¡No saben en dónde están!

Jin, escúchame-

— ¡N-no sé qué pasó, y no las encuentran por ningún-!

¡Están aquí, hyung, están aquí! ¡Están conmigo, tranquilo, por favor!

Seguramente escuchó mal, pero el pelinegro se calla y jadeando entre sus labios temblantes intenta procesarlo.

— ¿Con-contigo? ¿C-cómo? ¿Cómo?

Sí, conmigo. Se escaparon de allá y vinieron a la cafetería. Están bien, no les pasó nada. Salieron... —suspira contra el parlante— Salieron por la ventana de uno de los salones durante el recreo y... Treparon un árbol al lado del colegio y saltaron la cerca, no sé cómo nadie se dio cuenta, pero Jungsoo se acordó del camino y lograron llegar aquí. Al parecer... Al parecer lo planearon ayer en la noche mientras dormías.

Seokjin se marea, viendo borroso y apartando el teléfono de su oreja. Moonbyul no tarda en tomarlo.

—Ab-ah- ¿Yoongi? —balbucea.

Moonbyul, las niñas están conmigo, se vinieron caminando hasta la cafetería, están aquí.

—Dios... —pasa la mano por su frente— Quédense ahí, ahora vamos, Seokjin está que se desmaya, le daré algo de alcohol para oler.

Yoongi vuelve a suspirar, preocupado.

E-está bien, los esperaremos afuera, por la parte trasera de la cafetería.

—Bien.

Con la ayuda de un oficial Moonbyul ayuda al pelinegro a pararse del suelo y una enfermera trae un botiquín, sacando algodón y alcohol para así regresarle algo de estabilidad. En lo que parece reaccionar se mueven enseguida hasta el auto del abogado.

Moonbyul le quita las llaves cuando no lo ve en condiciones de conducir, haciéndolo subir al asiento del copiloto. Podría sentir la ansiedad del contrario incluso estando del otro lado del mundo, no recuerda la última vez que lo vio así.

Al llegar a la cafetería, el rubio está parado en donde dijo con las dos pequeñas frente a él, y la castaña ni siquiera se ha estacionado bien cuando Seokjin ya está abriendo la puerta de su lado para bajarse. Apenas pisa la acera, cae en sus rodillas y tira de sus hijas para rodearlas en un fuerte abrazo, largándose a llorar nuevamente. Yoongi también lo hace, en silencio. Moonbyul baja del auto con más calma y posa su mirada apenada tanto en su amigo como en él.

Ninguno dice nada por el rato en el que Seokjin sólo abraza a sus hijas con añoro.

—Mis bebés... Mis bebés... —solloza, acunando sus cabecitas y esparciendo por sus rostros tantos besos como puede. Ellas se dejan, no les gusta cuando papá llora— No me vuelvan a hacer esto, por favor... No asusten a papá de esa manera...

Yoongi baja la cabeza, encogiéndose de hombros. Seokjin está vuelto un desastre, no quiere ni imaginarse todo lo que debe estar sintiendo justo ahora.

Por su culpa.

—Papi, no llores —le dice Jungsoo, separándose de él y subiendo sus manitos para limpiarle el rostro—. Y no regañes a Jisoo, todo fue mi idea —murmura, agachando la cabeza—. Yo le dije que fuéramos a buscar a Yoongi oppa.

— ¡Sí! —asiente la menor— Ira, ahí tá —sonríe, apuntando hacia el rubio. La mirada que Seokjin le da es sombría, nada parecida a las de sus hijas al verlo de nuevo. Yoongi quisiera encogerse más en su lugar.

El pelinegro suspira y besa las frentes de sus hijas una vez más antes de ponerse de pie, pasándose las manos por la cara y echando su cabello hacia atrás.

—Suban al auto con tía Byul, vamos a casa.

—Pero papi-

—Sube al auto, Jungsoo.

Pasan por alto los quejidos de las menores y mientras Moonbyul las ayuda a subirse, Seokjin mira a Yoongi.

Y esos no son los mismos ojos que hace tan solo un mes miraban al menor con afecto y amor, tampoco son los pacíficos y amables con los que despertaba en las mañanas y se aseguraban de hacerle saber, sin decir ni una sola palabra, lo mucho que el mayor lo quería.

Seokjin está furioso, dolido y decepcionado, y está en todo su derecho. Todo lo que Yoongi pensaba decirle se esfuma de su cabeza y simplemente tiembla ante lo imponente que es su presencia.

El mayor toma aire.

— ¿Puedo saber en dónde has estado?

—H-hyung, y- yo... Lo siento mucho...

— ¿Sí? ¿Lo sientes? Pues deberías, porque mira lo que pasó —abre los brazos y los deja caer pesados a sus costados—. Esto era lo que querías, ¿no? Poner a mis hijas en peligro. ¿Estás feliz ahora?

—No, hyung, yo- es que tú no- no entiendes. Mi papá me dijo-

—Espera, ¿entonces sí fue por lo que ocurrió con tu papá? —frunce el ceño, jadeando con incredulidad— Escucha, hay muchas cosas que no entiendo, pero hay algo que sí entiendo muy bien —da un paso hacia él, la respiración de Yoongi se corta—: te abrí las puertas de mi casa, te dejé... Acercarte a mis hijas, yo... Te llevé con mi familia, te conté mi historia, dormiste en mi cama, te dije cientos de veces que no me importaba lo que otros piensen y que te lo recordaría las veces que fuesen necesarias, ¡y es cierto! Te abrí... Mi corazón. Mierda, ¡compartí mi vida con un completo extraño!

—Hyung, no... —llora el menor. Seokjin jadea una risa rota, sorbiendo por la nariz.

—Pienso que es injusto, Yoongi. Y... Con todo y eso estaba dispuesto a escucharte, ¿sabes? A respetarte y entenderte, pero esto es el colmo.

—Jin, todavía podemos-

— ¡No, no podemos! ¡Mis hijas se pusieron en peligro porque te fuiste y se sintieron con la necesidad de ir a buscarte, ¿entiendes?! No podemos. Tú... —sube sus manos, las cuales tiemblan de la rabia, presionando la mandíbula al mismo tiempo que las hace puños frente al rostro del más bajo.

Exhala, bajándolas y ladeando la cabeza.

—Mira, haz lo que se te venga en gana, piérdete todo lo que quieras, no me importa. Pero a mis hijas las abandonaron una vez y no voy a permitir que lo hagan de nuevo, Yoongi. Es suficiente. Se acabó.

Se da media vuelta y camina hasta subir al auto. Entonces se van y el pequeño rubio queda con las palabras en la boca, su alma en el suelo y el mundo hecho trizas. Ni siquiera siente cuando Hoseok, quien escuchó todo desde su escondite detrás de la puerta, llega a abrazarlo y se queda para consolarlo, sin importar que todavía deban asistir a su trabajo.

Y Yoongi se odia aún más, porque el dolor en su pecho que le indicaba un mal presentimiento, fue acertado.










Mis panitas, quiero saber sus opiniones acerca de toda ésta situación en el au.

¿Creen que la reacción de Seokjin fue normal/justa/coherente? ¿O sólo exagera?

¿Merece Yoongi ser escuchado y perdonado?

¿Todo se puede arreglar y volver a ser lo mismo de antes?

Les leo 💜

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