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십일

La camisa de Seokjin queda junto a la suya en la entrada de su habitación, de camino a su cama. Estando en la habitación oscura a duras penas pueden ver algo con la luz que se filtra por la ventana. Encamina al mayor hacia la cama y hace que se siente al borde de ésta para subirse sobre él, besando con tanta parsimonia como su último ápice de cordura le permite.

Los ojos de Seokjin se nublan cuando embiste en falso por encima de sus pantalones, haciendo a sus miembros rozar y al pelinegro jadear en medio del beso.

Yoongi siente sus manos vacilantes tomarle el trasero antes de firmemente traerlo hacia él para sentirlo con más fuerza, al mismo tiempo que hunde su lengua en la boca del rubio. Yoongi gime, acaricia el pecho desnudo de su hyung y sube a tomar su nuca.

— ¿Estás nervioso? —Yoongi pregunta bajito cuando a éste le cuesta desabotonar su pantalón. Jin ríe, delatándose.

—Tal vez. Algo. Hace mucho no tengo un encuentro y... Es mi primera vez tocando a un hombre, lo siento.

—Está bien, tranquilo —besa su mejilla. Yoongi sonríe verdaderamente enternecido, nunca lo había visto comportarse así—. Te guiaré, no es difícil.

—Lo sé, lo sé. Confío en ti. Además, digamos que... Vi algo de porno, pensando en que esto podría darse.

— ¿Porno? —ríe, levemente sorprendido. Debido a la poca iluminación casi pasa por alto el sonrojo del mayor, son sus manos frías las que se percatan.

—Es estúpido, ya sé, el sexo nunca es como en el porno pero quería tener una idea y no decepcionarte —Yoongi lo besa, sin evitar sonreír y reír—. Eso, ríete, pero no pienso lastimarte tampoco.

— ¿Te importo lo suficiente como para no destrozarme como lo hacen en el porno?

Seokjin se separa un poco para mirarlo como hace unos minutos, sobretodo porque ésta vez sus labios forman un pequeño y lindo puchero y su voz se volvió más sumisa y sugerente. El mayor sonríe cuando cae en el juego al que el rubio quiere llevarlo.

—O podría olvidar el porno y enseñarte cómo creé a dos hermosas niñas.

Los labios de Yoongi se entre abren, llevando la mirada de los labios gruesos y brillantes por su propia saliva de su novio, a sus ojos que no dejan de observarlo como si fuese la última galleta en el frasco. Rozando de manera provocativa y gentil sus labios con los contrarios, dice:

— ¿Qué esperas?

Y es suficiente para generarle confianza al pelinegro, dejando de lado los nervios que pudiese sentir.

Las manos de Seokjin lo tocan sin vergüenza y su boca se apodera de su cuello para enloquecerlo. Yoongi lo acuesta sobre la cama lentamente, encargándose de llevarlos a ambos al centro luego, donde es él quien pasa a tener control de la situación.

El menor besa sus labios, bajando por su mandíbula y cuello, deteniéndose un instante en su pecho para escuchar a Jin suspirar. Una vez la lengua y labios de Yoongi acarician suavemente su abdomen y éste le ha dicho que no tiene que guardarse nada si así lo siente, el pelinegro ni siquiera lo piensa cuando deja salir su nombre en un débil gemido que se convierte en música para el rubio, la piel pálida de su novio erizándose con cada roce que su lengua da sobre ésta.

Incluso cuando ha quitado sus pantalones y sus dedos vacilan con la elástica de su ropa interior; el menor continúa besando y tocando, lo que logra desesperarlo más de lo que imaginó.

Si bien sus encuentros sexuales han sido pocos, ya fuese antes de sus hijas o Yoongi, Seokjin nunca ha sentido algo como ahora. Lo hace temblar, sentirse indefenso y ajeno a todas las sensaciones que se adueñan de su cuerpo a medida que Yoongi va avanzando.

Nadie nunca lo había tocado de esa forma, y tan pronto como recuerda que las manos que lo sujetan son las de Yoongi, saca de su cabeza cada prejuicio, cada comentario discriminatorio que alguna vez escuchó y gime a gusto el nombre de su precioso dongsaeng. Despeina su cabello y tira levemente de éste cuando el rubio, después de disfrutar torturarlo por un rato, baja la última prenda y besa.

Besa en su pelvis y muslos internos, besa los huesos que sobresalen de su cadera y en su miembro erecto y goteando antes de introducirlo en su boca, causando que el mayor arquee la espalda e inconscientemente embista en su boca. Éste último se encarga de cubrir toda su extensión y ahuecar las mejillas para hacer que su hyung disfrute del acto, primero lento y luego jugando con su lengua en su glande mientras masturba rítmicamente y con la otra mano masajea sutilmente sus testículos.

Seokjin pierde la cabeza.

En la boca del más bajo su miembro termina de endurecerse con las vibraciones que le brinda su garganta. Debe detenerlo cuando siente que no resistirá otra lamida más y lo trae hacia él para besarlo entonces.

Aunque no se corrió, restos de su pre semen aguardan en la comisura de Yoongi y se asegura de desaparecer cualquier rastro con su propia lengua.

— ¿Lo hice bien? —pregunta sonando algo agitado e inocente cuando Seokjin lo hace sentarse nuevamente en su regazo.

—Me encantas —murmura sobre sus labios antes de besarlo, desconociendo su tono de voz que se ha vuelto más grave—. Me vas a volver loco. Ven aquí.

Hace que se quite las únicas prendas que lo cubren antes de llevarlo a sentarse sobre él nuevamente, gimiendo cuando sus miembros rozan y se sienten completamente, sin ninguna tela de por medio y entrelazando sus lenguas para acallar cualquier sonido.

—Quiero verte —susurra el mayor en su oído. Yoongi jadea, tensándose y sintiendo las manos contrarias amoldarse a sus nalgas. Sacude la cabeza.

—No- no hace falta, Seokjinnie —intenta esquivarlo, pero Seokjin sabe lo que quiere.

—Por favor —toma su mandíbula, obligando al menor a verlo en la tenue luz.

—... ¿Prometes que no dirás nada?

Jin frunce el ceño.

— ¿Acerca de qué? No tendría por qué decir algo además de lo obviamente hermoso que sé que eres.

Yoongi suspira entonces, calmando sus repentinos nervios. Se aleja lentamente del pelinegro para ir a encender la pequeña lámpara a un lado de la cama, alumbrando así parcialmente el cuarto. No les cuesta mucho acostumbrarse, pero al regresar a su regazo, Jin nota lo que su novio quería decirle y hace a éste encogerse en su lugar cuando sus ojos le recorren el cuerpo entero.

Yoongi tiene ganas de salir corriendo al sentir las yemas de sus dedos rozar una de las cicatrices que yacen en su pecho y otra más abajo cerca de la costilla izquierda. La mirada de Seokjin se carga de confusión y preocupación, procesando su panorama.

Su mano reposa en la cicatriz que le parece más grande a simple vista en su abdomen y Yoongi se exalta, yendo a esconderse en su cuello.

—Deja de mirarme así, hyung —pide en un minúsculo murmuro.

— ¿Él tuvo que ver con esto? —la mandíbula del pelinegro tiembla junto a su voz. No hay respuesta— Yoongi, ¿ese chico te hizo esto? ¿Se atrevió a lastimarte?

Yoongi se sorprende cuando percata impotencia en el tono de su mayor, como si pudiese salir de ahí e ir corriendo a buscar a ese imbécil en donde quiera que se encuentre y darle una paliza por haber causado que él se lastimara de esa forma. Min ahora, en lugar de huir de ahí, quería llorar nuevamente, encantando por la manera en la que su novio parecía querer protegerlo de su pasado aún si ya no hay nada que pueda hacer.

—Él no me hizo nada, hyung —dice bajito, acariciando su cuello con su nariz—. Al menos no directamente. Sólo fui el adolescente estúpido que pensó que hacerse daño a sí mismo resolvería todos sus problemas y dejaría de ser el incomprendido, pero claramente no fue así.

Seokjin quita las manos de su abdomen para ir a abrazar su cintura y dejar un pequeño beso en el hombro del más bajo. De su pecho saca el aire que no sabía que estaba conteniendo.

—Escucha —besa sus labios, Yoongi le presta atención—, gracias a todas nuestras responsabilidades sólo tenemos esta noche para ambos, y... Sólo quiero que sepas que cada día me tienes más contigo, así que por nada del mundo creas que algo así me impedirá hacerte el amor hoy, todas las veces que sean necesarias hasta que nada de esto vuelva a tener relevancia en tu vida.

Yoongi, quien tiene los ojos cerrados y deja caricias con su nariz en la zona sensible de su hyung; sonríe y suelta una risita risueña, sintiendo a su pecho rebosar.

—Aunque me gusta la parte de hacerme el amor hasta que todo pierda relevancia; ya todo pasó, lo superé, ya no duele. No son más que cicatrices, pero estás haciendo que amarte sea fácil, Jinnie.

—Si es fácil, entonces dilo —le susurra—. No pienses más en que vamos rápido y sólo dilo, Yoongi-ssi.

El menor besa desde su cuello hasta su mejilla, llegando a rozar la oreja del pelinegro con sus labios antes de susurrar:

—Te amo.

Seokjin se estremece y lo abraza tanto como puede hacia él, añorando el suave tacto de sus pieles desnudas y cómo quizás la tensión sexual se había desvanecido para darle paso a su genuino y latente amor por el otro, pero conociéndose no les costará recuperarla.

—En verdad te amo —repite Yoongi juntando sus frentes y rozando sus narices en un beso esquimal. Jin sonríe, su cuerpo y alma haciendo exactamente lo mismo y sintiéndolo calar en todo él.

—Y yo a ti.

Lo besa, echándose lentamente hacia adelante para acostarlo y quedar sobre él, entre sus piernas y con sus cabezas en dirección a la puerta de la habitación. Prueba su lengua y deja marcas rojizas en el cuello de su dongsaeng que espera que desaparezcan mañana o estarían en problemas.

Y siente que es su turno de complacerlo.

Yoongi le indica que los condones y el lubricante están en el baño, Jin se para a buscarlos y se ríen cuando el rubio le da una nalgada, éste recibiendo una amenaza de su novio cuando regresa pero Yoongi sólo ríe y lo besa, jurando que no podría cansarse nunca de los labios gruesos y suaves de su novio.

Actúan como si tuviesen todo el tiempo del mundo y no piensan en absolutamente nada más que no sea el otro y lo preciosos que lucen en los ojos de cada quien.

Para Seokjin es la sonrisa de Yoongi, y para Yoongi son los ojos de Seokjin, que no se apartan de los suyos ni siquiera cuando comienza a embestir dentro de él, esperando cada cuanto para que el menor se acostumbre y recibiendo los rasguños y apretones necesarios hasta que obtiene el permiso para moverse tan rápido y fuerte como desea.

Besa los pucheros que forman los labios de su novio entre gemidos y leves lloriqueos que más que apetecibles se le antojan adorables. Jin entrelaza sus manos por encima de su cabeza, llegando a embestir tan fuerte que la cama rechina y Yoongi no puede guardarse sus maldiciones, más de una siendo ahogada por la lengua del abogado contra la suya.

Una almohada va a la espalda del menor para mejor ángulo, acomodándose ésta vez en dirección a la cabecera de la cama. Las mejillas de Yoongi están rosadas y Seokjin las besa antes de colocarse nuevamente entre sus piernas, el menor apartando de su frente los mechones negros que se pegaron por el sudor.

Con sus piernas sobre los hombros de Seokjin, su pene logra dar perfectamente contra su próstata ahora. Le hace echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos con fuerza y a sus gemidos escapar de su garganta por sí solos.

E intenta recordar la última vez que se sintió tan lleno como en ese momento y no puede, tal vez porque nunca lo hicieron sentir tan bien como Seokjin ahora mismo, quien baja una de sus piernas y sostiene la otra, asegurándose de besar y lamer todo lo que alcanza pero se centra en su cuello y el lóbulo de su oreja, e incluso sus pezones cuando Yoongi lo ruega en un hilo de voz, sólo para él.

Yoongi clava las uñas en su muslo derecho sintiendo el orgasmo formarse en la parte baja de su vientre y sólo basta con que Seokjin se lo permita para dejarse ir sin restricciones, e ignora la sobre estimulación para dejar que su hyung penetre en él hasta liberarse también. Jin intenta no aplastar al menor entonces, recostándose sobre él y dejándose abrazar. Yoongi besa el tope de su cabeza con párpados pesados y por un rato se concentran sólo en recuperar el aliento mientras sus corazones retumban contra el cuerpo húmedo y tembloroso del otro.

La segunda ronda llega luego de una tanda de besos y abrazos que ayudan a encenderlos nuevamente. Jin se levanta para deshacerse del condón usado, tomando otro al regresar.

Su dongsaeng favorito está limpio y listo, esperándolo de rodillas con los codos apoyados sobre el acolchado y dedicándole una mirada por encima del hombro al verlo aproximarse. Le hace sonreír enseguida; para Seokjin esa es una imagen que ciertamente nunca olvidará.

Besa su espalda y luego su mejilla y oreja, alineándose en su entrada antes de arremeter lentamente contra él una vez más. Y lo hace como a él le nace, no como vio en los vídeos porno, porque Yoongi vale mucho más que todo eso y con cada movimiento y caricia se lo deja saber, haciéndolo suyo y convirtiéndose en uno entre suspiros y besos desordenados hasta que el sueño puede más que ellos.

Y Seokjin se da cuenta de que es también la primera vez que se siente tan amado por alguien que no son sus hijas, deseando que para Yoongi no sea ni un poco diferente.

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