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십육

      Desde el primer momento en que Yoongi subió al auto nuevamente, Seokjin supo que algo no andaba bien.

Habían hablado con Chungseuk (o más bien Seokjin lo hizo, porque Yoongi sólo supo asustarse más). Al señor Kim le costó entender muchas cosas, llevándose regaños de su esposa todo el rato, pero él en verdad no buscaba juzgar a nadie, sino entender cómo "de la noche a la mañana" su hijo tenía gustos diferentes y si eso no afectaría a sus nietas.

Seokjin con mucha paciencia le hizo saber que no sería así porque tanto Jungsoo como Jisoo son muy inteligentes y todo iba a estar bien. Dudoso Chungseuk aceptó, pues era eso o ganarse reprimendas de su mujer por el resto de su vida. No exageraba; él sabe de negocios y Miyari de todo lo demás, así son las cosas.

Finalmente el matrimonio decidió que su hijo es un adulto lo suficientemente coherente como para tomar responsabilidad de sus actos y lo dejaron ahí.

Por otra parte, Seokjung no volvió. Sus padres comentaron lo genuinamente dolidos que estaban de que su hijo no haya confiado en ellos, por más que fuese, y no quisieron seguir hablando del tema. Creen que será algo que se resolverá con el tiempo. Aún así, a pesar de que las cosas en casa de los Kim terminaron bien, todo cambia una vez se dirigen a su siguiente destino.

La ansiedad no dejó dormir a Yoongi anoche y Seokjin es consciente de ello. El rubio no conseguiría organizar en palabras todos sus pensamientos, por lo que no se atreve a preguntarle; no quiere atosigarlo más de aquello que ya sabe.

El trayecto hacia Daegu es silencioso. Antes de salir de Gwacheon a las 9am Yoongi llamó a Geumjae para decirle que van de camino hacia allá, que al ser algo temprano probablemente la carretera esté despejada y quizás lleguen antes. Eso le hizo retractarse de no haber tomado el desayuno porque ahora el estómago no sólo le duele de los nervios sino del hambre también.

Simplemente nada se siente bien, empezando por el hecho de que tiene la mente tan enfrascada en su regreso a Daegu, que todas las cosas buenas dichas por los señores Kim se están nublando (para no decir que las está olvidando).

A medida que el camino se le hace conocido el miedo lo empaña, y en lo que la entrada de la ciudad se abre paso y un poco más allá cruzan la secundaria en donde estudió; ya no queda nada más en su cabeza que no sea lo inferior y débil que era cuando formaba parte de esos sitios. El tacto de Seokjin en su mejilla se siente lejano al igual que su voz y las manos regresan a temblarle pero se obliga a que dejen de hacerlo tras cerrarlas en puños.

E intenta recordarse por qué está haciendo esto y por qué no es la gran cosa: lo hace por Jungsoo, Jisoo y Seokjin, su familia, y no es la gran cosa porque no es nada que no haya superado antes. Así que sacude la cabeza y pestañea repetidas veces hacia Seokjin, quien lo ve con el ceño fruncido cuando continúa llamando su nombre y éste no le contesta.

— ¿Qué? —pregunta, viendo a su alrededor, desorientado— ¿P-por qué nos detuvimos?

— ¿Estás bien? —la mano del mayor acaricia nuevamente su mejilla, preocupado— Te dije que me dijeras cómo llegar a la casa de tus padres, y que es mejor que desayunes antes de llegar. Te compraré algo.

—Hyung, no hace falta-

—Yoongi, estás pálido, te sentirás peor si no comes.

—Siempre estoy pálido...

Seokjin suspira y sin hacerle caso baja del auto, están frente a una estación de servicio. Min repara en el tono de voz con el que su novio le habló y suspira con pesadez, bajando los hombros y yendo a restregarse el rostro. ¿Qué mierda le está pasando?

Sabe que el contrario entiende por qué está tan ajeno a su entorno, pero eso no lo hace más justo. Tiene que despabilarse y regresar a sus sentidos cuanto antes, no puede desconectarse del mundo ni dejar que el miedo lo controle de esa manera. Come silenciosamente el sándwich que Jin compra para él junto a su bebida, el semblante del mayor relajado después de recibir un beso y una disculpa por parte del más bajo al volver al auto. Es suficiente para entenderse.

Yoongi retiene el aire cuando se estacionan frente a la casa y percibe de inmediato los detalles familiares, como que la pintura sigue siendo la misma, aquél naranja opaco de trozos caídos por la lluvia junto a la madera desgastada de la escalera y baranda del estrecho porche.

Es más pequeña de lo que recuerda.

Desde donde está puede ver la ventana de su vieja habitación y cómo es la única que tiene la luz apagada. La primera impresión que le da es tristeza, el hecho de ver que a pesar del tiempo que se fue, todo sigue igual o peor.

Vuelve a respirar cuando nota que su hermano y cuñada los esperan sentados en las escaleras del frente, éstos levantándose cuando salen del auto.

—Yoongi-ah~ —alarga la bonita castaña con los brazos estirados, caminando hacia él hasta abrazarse a su cuello.

—No puede ser, pero mira nada más —Yoongi risotea y la abraza de vuelta, alzándola un poco en el aire. Minari se queja, pidiéndole que la baje—. ¿Cuándo regresaste, eh? ¿Por qué no me avisaron?

—Porque acaba de llegar —sonríe Geumjae luego de saludar a Seokjin—. Venimos de dejar el equipaje en su casa.

—Es increíble —la abraza un poco más, ella se ríe—. Ven, quiero presentarte a alguien —le dice, tomándola de la muñeca para acercarse al pelinegro—. Él es Seokjin, mi novio. Jinnie, ella es Mina, mi cuñada y amiga de la secundaria, estudiamos juntos.

—Uhh, sí es guapo. Bien por ti, eh —la castaña sacude la mano del mayor pero le susurra de forma nada discreta y ambos ríen.

—Hey —el rubio le da un leve codazo.

—Mimi, sigo aquí, ¿sabes? —dice Geumjae a su costado.

—Sí, tu hermano aún es un chillón —ella rueda los ojos.

—Tú fuiste la que quiso quedarse con él, yo te lo advertí —Yoongi alza las manos, riendo junto a ella. Geumjae resopla.

—Todavía sigo aquí.

—Y... —Mina mueve las manos— Bueno, ahora que estamos... ¿En verdad viniste a Daegu a... Hablar con tus padres?

Yoongi suspira, metiendo las manos en su chaqueta beige y mirando alrededor. El sitio continúa tan lúgubre como en su memoria, siente un escalofrío al recordar su propósito.

— ¿En donde están, por cierto?

—Adentro —exhala Geumjae—. Les dije que estabas por llegar pero mamá se quedó preparando algo en la cocina y papá...

—Ni siquiera sacó la vista de la televisión —continúa Mina dando una expresión indignada, bufa—. Yoongi, ese... Hombre, sigue siendo el mismo de cuando te fuiste, ¿eres consciente de ello?

El rubio presiona la mandíbula con la mirada en la casa.

—No le puedo tener miedo por siempre, Mina. No tienes idea de todo lo que mi vida ha mejorado, y de todo lo que yo he madurado. Ya no soy un niño.

Mina sonríe, posando una mano en su mejilla con afecto.

—Lo sé, confío mucho en ello —ladea la cabeza, mirando de reojo a Seokjin—. Pero tienes que saber que quizás estás perdiendo el tiempo. Las cosas por acá no han cambiado mucho.

—Estaremos contigo —le afirma Geumjae, encogiéndose de hombros—. Sabes que nunca justifiqué sus acciones o palabras, menos las de papá, así que puedes estar tranquilo.

Yoongi asiente, respirando profundo.

—Mejor entremos, ¿sí? —dice, dando pasos hacia Seokjin para tomar su mano, el mayor las entrelaza por instinto— Tenemos... Tampoco podemos tardarnos mucho aquí.

— ¿Sus niñas en Seúl, no? —la pequeña castaña cierra un ojo, alzando las comisuras.

— ¿Aparte de chillón, chismoso? —reprocha el rubio hacia su hyung.

— ¡Eh, no me culpes! Estoy a favor de tu felicidad, no me callaré al respecto.

Ninguno evita reírse ante la defensa del castaño, Seokjin se siente inmediatamente bienvenido. Piensa en que le alegra que su novio permanezca con personas como éstas en su vida que lo ayuden a sobrellevar situaciones así.

—Estoy muy feliz por ti, Yoongi-ah. Lo mereces —Mina pasa su brazo por el hombro del rubio y éste hace lo mismo, acercándose para besar el costado de su cabeza y agradecerle. La había extrañado un montón.

—Yoongi-ssi, espera —Geumjae lo detiene antes de que caminen hacia la casa—. Estaba pensando en que podríamos ir primero a la feria de comida que abrieron recién al lado del mercado, antes de... Ya sabes —apunta a la casa con su cabeza.

—Ya casi es medio día, de todas formas —Mina encoge un hombro—. Vayamos a almorzar. Nosotros invitamos.

—Créeme, mientras menos tiempo estemos por acá, mejor —su hermano palmea su espalda y entonces Yoongi asiente, ojeando la casa de nuevo y caminando hacia el auto de Seokjin.

*

Llegando a la feria caminan un rato por ahí, esperando a que se haga la hora. Seokjin y Geumjae van delante de Yoongi y Mina, hablando animadamente luego de descubrir que tienen un par de cosas en común como cocinar o ir de pesca. Los menores ríen y los dejan conversar. Mina codea su costado, llamándole la atención.

— ¿Cómo está Namjoon-ssi?

—Tan alto o más de lo que lo recuerdas —sonríe, ella abre los ojos.

—No me jodas, ¡me va a aplastar!

Ambos carcajean, Yoongi niega.

—Hace poco tuvo una cita con un amigo mío del trabajo al que venía echándole el ojo desde hace rato, diría que está muy bien.

—Woah... También lo extraño mucho, seguramente lo llame luego para molestarlo un rato.

—Está bien. ¿Qué tal Japón? ¿Cómo te va en la escuela de artes?

—Mejor de lo que crees, eh —se ríen—. No falta mucho para graduarme, estoy feliz. Me gusta estar en casa con mi familia pero agradezco mucho la paciencia de tu hermano, es increíble todo lo que ha hecho para que la distancia no se sienta.

—Ya imagino —sonríe—. Me alegro por ustedes, Mina-ssi.

—Sí, gracias... Ah... ¿Yoongi-ah?

— ¿Mm?

—Yo... Lo siento si... Me equivoco, pero... —Yoongi alza su vista hacia ella y la mira vacilar, abriendo y cerrando sus labios.

—Sólo dilo.

—Nada, es sólo... No tienes... Curiosidad de preguntar por... Ya sabes quién, ¿no?

— ¿Te refieres a Soohyun? —Mina asiente— ¿Por qué? ¿Hay novedades, acaso?

—Bueno... Se casó. Con una mujer. Invitó a todos y... No fui, pero me preguntó por ti.

— ¿Por mí? —ésta vez se ríe irónico— ¿Cómo para qué? Si vienes a decirme algo como que cambió o que se arrepintió y quiere buscarme para disculparse, puedes guardártelo, Minari, porque me importa una mierda.

— ¿Ya no sientes nada por él?

El rubio lleva la vista al frente, en donde Seokjin ríe sonoramente junto a su hyung.

—Muchas cosas han pasado desde Soohyun, Mimi. Crecí y dejé de tener la mentalidad infantil de preparatoria, y él se fue junto a eso. Mira, yo... Espero que le vaya bien en su nueva vida, así como me está yendo a mí en la mía. Es todo. Guardarle rencor es vivir con pesadez y no quiero eso.

Mina suspira.

—Vaya, es gratificante escucharte hablar así, ¿sabes? Estoy orgullosa de ti. Tienes toda la razón. Además, puedo ver lo feliz que eres con Seokjin y las niñas, como Geumjae-ssi me dijo. No dejes que nadie nunca te arrebate eso, ¿sí?

Yoongi suspira profundo, sintiéndola abrazarlo de nuevo. Se limita a asentir y regresarle el abrazo, tal vez imaginando la vida que debe estar llevando su primer amor justo ahora. No miente cuando dice que no le desea mal ni le guarda rencor, pero mientras se mantenga lo suficientemente lejos y no pretenda querer regresar a su vida de cualquier forma, todo va a seguir su tranquilo curso, como tiene que ser.

Una vez es medio día, Geumjae lo llama para hablar con él, dejando que Seokjin acompañe a Mina por la comida y así tienen un rato a solas. Se sientan uno frente al otro en una de las mesas y el castaño sonríe.

—Hasta que al fin tienes a alguien que vale la pena, ¿eh? —pellizca su mejilla, Yoongi frunce la nariz, yendo a molestarlo igualmente— Es genial que Seokjin-ssi y tú se hayan encontrado. Viéndolo bien, son el uno para el otro, definitivamente.

—Ah, ya cállate, suenas tonto —le despeina el cabello—. Ya mejor dime cuándo le pedirás matrimonio a Mina.

Geumjae abre los ojos, separando los labios.

— ¿C-cómo supiste que le pediré matrimonio? ¿Te dijo algo? ¿Ya sabe? Ash...

—Hyung, hyung, eh, calma —posa sus manos sobre las contrarias—. Lo sé porque es obvio, pero ella no me ha dicho nada, tranquilo.

El mayor suspira, viéndose aliviado y un poco desconcertado de que su dongsaeng haya descubierto la razón por la cual quería hablarle, pero le ahorró palabrerío así que está bien.

—Sí, sí, como sea. Es que... Tenemos planes, y quería comentarte de todo eso antes de hacerlo.

—Pues soy todo oídos.

—Me voy, Yoongi-ssi —le dice, mirándolo fijo. Yoongi alza las cejas levemente—. A Japón, con ella. Hemos estado reuniendo algo de dinero para establecernos allá y... Me llevaré a mamá.

Yoongi balbucea, tensándose en su puesto.

— ¿T-te la llevarás? Geumjae... ¿Por qué? Dime, ¿por qué? ¿Qué-?

—Es Dongsun. Me la llevo por Dongsun. Comenzó a beber de nuevo y por suerte no le ha hecho nada aún, pero tengo miedo.

—Maldito- —el menor golpea la mesa, un gruñido atorándose en su garganta.

—Yo no lo voy a permitir, Yoongi. Es algo que debimos hacer hace mucho. Nos agredió a nosotros, pero ella no más, ¿entiendes? A ella ya no más.

La mandíbula de Yoongi tiembla y las lágrimas no tardan en brotarle, al mayor igualmente. Geumjae se cambia de asiento para ir a su lado y abrazarlo, sintiendo la impotencia hacerlo estremecer.

—Ese desgraciado no va a salirse con la suya otra vez, ¿sabes, verdad? —Geumjae asiente— Llévatela lejos, hyung. Que pueda volver a estar segura de sí misma y su entorno, que vuelva a ser nuestra. Que recupere todo lo que ese tipo le hizo perder. Por favor, por favor, hazlo.

Geumjae besa el costado de su cabeza, como tantas veces hizo cuando eran niños y su madre los hacía esconderse para que su padre no les hiciera daño siempre que bebía.

—Lo haré. Lo prometo.

*

Yoongi detiene a Geumjae antes de que se adentren más a la casa.

—Hyung, ¿podrías... buscar a mamá? Quiero... Quiero verla primero.

Su hermano presiona la mandíbula y asiente, diciéndoles que esperen. El sol comenzaba a ocultarse cuando decidieron que era hora de ir a casa de los Min, Seokjin presionó su mano y le dio apoyo silenciosamente todo el trayecto de vuelta.

El pesar que sintió cuando llegaron a la ciudad vuelve a invadirlo, tal vez más leve, pero Yoongi sabe que está ahí. La sensación está cargada de mala vibra y no quiere estar ahí. Sobre todo por Dongsun. Geumjae se lo dijo: su padre tampoco lo quiere ahí.

Yoongi agradece que su hermano esté junto a él para manejar aquello aún si saben que, juntos o por separado, ese hombre les seguiría tratando igual de mierda que siempre. Sus recuerdos de cuando solía ser atento y cariñoso ya no existen y luego de acostumbrarse a no tener que vivir con eso, regresar es... Abrumador.

Intenta no fijar mucho la vista en el interior de la oscura casa; además de tristeza, le inspira nostalgia, pues fue donde creció. Sin embargo, se nota que dejó de ser un hogar después de que él se fue, y pensarlo le oprime el pecho, porque él realmente nunca quiso irse.

Leves pasos yendo hacia donde se encuentran lo distraen de su ensimismamiento. Su hermano es seguido por una pequeña mujer que al verlo se paraliza, Yoongi también lo hace, detallándola.

Cha Haewon nunca fue alta, de hecho, su estatura sigue siendo la misma que cuando tenía 20 años. Ella siempre supo que sus hijos serían más altos que ella, y no se equivocó. La pelinegra utiliza un delantal rojo del que seca sus delicadas manos, las tristes líneas de expresión en su rostro acentuándose cuando con ojos expectantes lo recorre de arriba a abajo.

Yoongi cree que se va a caer cuando con pasos pausados, mandíbula tiritando y ojos sosteniendo sus lágrimas ella se dirige a él, observándolo cautelosa como si el hombre parado en medio del pasillo no fuese más que una basta ilusión de su pequeño hijo al que vio marcharse cuando era muy joven y no tuvo el coraje de detenerlo.

Los tres adultos jóvenes presentes contemplan con detenimiento cada acción de la baja mujer y cómo ésta va a tocar el rostro de su hijo, casi sin poder creer que esté realmente allí.

Seis años es mucho tiempo.

Yoongi se estremece con el contacto, dejando salir el aire junto a sus lágrimas y un diminuto sollozo.

—Mamá...

Haewon jadea, soltando sus lágrimas también y sin vacilar se pone de puntas para abrazar a su hijo, posando una mano en la parte de atrás de su cabeza y la otra entre sus omóplatos. Yoongi va a rodearla igualmente y siente el delgado cuerpo de su madre estremecerse contra el suyo.

—Sabía... —su voz tiembla— Sabía que un día volverías...

Yoongi lanza una risita rota.

Alguna vez fue el niño de mamá, hasta hacía que su hyung se sintiera celoso en ocasiones. De eso han pasado 13 o 14 años y el alma se le va al piso al sostenerla así y al escuchar que a pesar de todo y de tanto, su madre siempre ha tenido fe en su regreso.

Se separa para limpiar su rostro y besar su frente, las comisuras de Haewon forman una sonrisita.

Mina abraza a Geumjae quien limpia sus lágrimas escurridizas y Seokjin se encoge en su lugar, solo observando. Hace mucho no presenciaba un encuentro tan melancólico. Geumjae no le avisa a Dongsun que están ahí todo el rato en el que Yoongi habla con su madre y se abrazan más, quizás llorando otro poco.

Haewon no recibe a Seokjin como la madre del mayor recibió a Yoongi, pero en ningún momento actúa indiferente hacia él sino que está concentrada en ponerse al día con la vida de su hijo menor y eso está más que bien, pues tienen mucho tiempo que recuperar.

— ¿Se puede saber qué pasa aquí?

Todas las cabezas se giran a la gruesa voz que proviene desde la entrada de la cocina. Yoongi conecta miradas con su padre al instante y el ceño del señor se frunce más ante ésta.

—Te dije que Yoongi vendría, papá —le dice Geumjae, posándose con la frente en alto delante del pequeño grupo alrededor de la mesa del comedor. Yoongi también se pone de pie y el resto lo sigue.

—Sí... Eso dijiste... —asiente Min padre.

—Hola, papá —dice Yoongi, su garganta secándose con esas palabras. Dongsun no deja de mirarlo con impasibilidad, mostrándose siempre indiferente a la presencia de su hijo menor.

—Hola. ¿Qué haces aquí?

El rubio detiene a Geumjae cuando quiere hablar, dándole a entender que puede defenderse solo.

—En verdad vine porque quería que conocieran a Kim Seokjin —tiende su mano al pelinegro, éste la toma y camina hasta posarse a su lado—. Es mi novio y las cosas están yendo bien entre ambos así que pensé en que presentarlo a ustedes era lo correcto.

—Mucho gusto, señor Min —Jin extiende su mano hacia el mayor, quien sólo lo mira igual y en ningún momento corresponde al saludo. Avergonzado Seokjin baja la mano y los hermanos Min presionan la mandíbula.

Dongsun toma aire y exhala sonoramente, como que reteniendo aquello que tiene el impulso de hacer o decir, o buscando esa paciencia que le está siendo arrebatada por las personas frente a él.

— ¿Kim Seokjin? —arquea una ceja— ¿De las famosas cadenas de bares, hoteles y restaurantes alrededor del país?

—Oh, de hecho —Jin ríe—, esos son mi padre y mi hermano mayor. Yo no pertenezco a los negocios familiares.

— ¿Entonces qué haces tú por tu vida?

—No es necesario-

—No, Geumjae-ssi, está bien —detiene al castaño cuando quiere intervenir, Yoongi tampoco parece estar de acuerdo al respecto pero lo deja hablar—. Ah... Yo me independicé y estudié derecho penal, actualmente trabajo en un buen bufete en Seúl y crío a mis dos hijas pequeñas en un apartamento cerca del centro. Conocí a Yoongi-ssi en la cafetería donde trabaja.

— ¿Dos hijas, dices? ¿Estás casado?

—Eh, no, señor, nunca... He estado casado.

—Quieres decir que son bastardas y ahora eres... Homosexual.

Seokjin suspira profundamente, ladeando la cabeza y sintiendo cómo la mano de su novio hace presión entre la suya. Yoongi respira con pesadez y se muerde la lengua para no decir algo de lo que pueda arrepentirse.

—Papá, ¿por qué tienes que-?

—Déjalo, Geumjae, tiene razón —le detiene Seokjin nuevamente—. Así es, señor Min.

—Hm, ya veo... —asiente ahora, una sonrisa burlona amenazándole con aparecer— Es una pena. Bueno, si van a estar por acá mucho tiempo déjenme decirles que los cuartos de invitados están ocupados.

—Ellos van a dormir en mi cuarto, yo puedo dormir en la sala —dice Geumjae antes de que Yoongi alce la voz, tal vez para preguntar por su propio cuarto. No le cuesta asumir que ese cuarto ya no es suyo y ahora está siendo ocupado por cualquier otra cosa—. No es problema.

—Como sea —suspira—. Ya es tarde. Haewon, no te quedes mucho tampoco.

No mira a su esposa pero ésta asiente con la mirada baja y de eso se percatan los menores. Yoongi gruñe cuando se va y murmura lo insoportable que su padre nunca dejaría de ser. Geumjae le pide disculpas a Seokjin por las palabras de éste y el pelinegro niega, diciéndole que no es necesario y que no vale la pena entrar en discusión con ese señor.

Pero puede notar lo pesado que el ambiente se torna a medida que su estadía en esa casa se prolonga y no regresa a cuestionarse el por qué Yoongi quiere salir corriendo de ahí, ahora siendo la razón más que obvia.

*

Lentamente Yoongi se levanta de la cama, cuidando de no despertar a Seokjin dormido plácidamente a su lado. No debe ser muy tarde pero las horas se han pasado como siglos, la cabeza empieza a dolerle. Decide que irá por agua.

Al bajar las escaleras Geumjae y Mina duermen abrazados en el sofá más grande de la sala y sonríe, extrañándose de que la luz de la cocina esté encendida. Se detiene cuando ve a Dongsun sentado en una de las sillas del comedor, con una botella de licor en frente y un vaso de vidrio en su mano, su vista fijándose en él al sentirlo entrar.

Yoongi infla sus pulmones y lo ignora, siguiendo su camino hacia la nevera para servirse un vaso de agua. Ninguno dice nada sino hasta que él se dirige nuevamente a la puerta para retirarse, que es cuando Dongsun lo llama y por instinto gira a verlo.

—Sigues siendo el mismo niño inmaduro e insolente que cree tener la razón en todo, ¿cierto?

Yoongi sonríe, jadeando una risa y ladeando la cabeza.

—Ya te habías tardado en decirme algo, ¿eh? Hazlo, vamos. Desahógate. Sé que quieres.

Dongsun también sonríe y ríe, dándose cuenta de que acertó. Yoongi no se le quedó callado antes, por supuesto que no lo hará ahora. El mayor toma todo el contenido en su vaso antes de ponerse de pie, tambaleándose.

—No creciste nada. Eres un cobarde que utiliza a Geumjae para hablar porque depende de otros, y también un traidor. ¿Qué pretendes hacer al venir aquí? ¿Que te abracemos y digamos que te queremos? ¿Que no tienes la culpa de nada? Qué incrédulo, Yoongi-ah. Aquí nadie piensa en ti, nos abandonaste.

— ¿Los... Abandoné? —balbucea— ¡Tú me botaste! Deja de hablar como si yo maté a alguien y tú eres la puta víctima. ¡Yo no hice nada!

— ¡Te boté para ver si recapacitabas pero eres un maldito descarado y nos avergonzaste! —masculla, lo suficientemente alto para que el menor lo escuche pero no para que salga de la cocina.

Yoongi empuña las manos, presionando cada músculo para mantenerse en su lugar.

—Pues tú eres un maldito alcohólico y no pienso discutir contigo en éste estado. Me tienes harto.

— ¿Estás con ese tipo por el dinero, cierto?

Yoongi para su caminar, girando lento hacia su mayor, quien lo mira con una sonrisa socarrona.

— ¿Disculpa?

—Ah, Yoongi-ssi —suspira Dongsun—. Debo admitir que te respeto, podrás ser un marica pero eres inteligente. Quiero decir, siempre me pareció jodidamente asqueroso que te dejaras follar por otros tipos pero éste te conviene, ¿no?

El ojo de Yoongi tiembla, traga el nudo en su garganta.

— ¿Insinúas que estoy con Seokjin por... Dinero?

—Ja, ¿por qué más sino? ¿Porque te gusta? ¿Porque quieres a sus hijas? Por Dios, Yoongi, no te engañes. Esas niñas no te importan.

—No es cierto.

—Sí lo es.

—Cállate. Tú no tienes la menor idea de nada. Cállate.

—Es que es así —sonríe—. ¿No lo has pensado? Se nota. Las estás confundiendo, traumando, enfermando. Les hacen daño y es tu culpa. Eso es peor que fingir que te gusta alguien por interés.

Yoongi se estremece de la impotencia, rehusándose a bajar la cabeza. ¿Por interés? Nunca ha visto a Seokjin como una fuente de ingresos. ¿Y hacer daño? ¿Le está haciendo daño a Jungsoo y Jisoo? No... Él las quiere, nunca podría lastimarlas...

—Sabes... ¿Sabes qué? —tartamudea con respiración errática— P-piensa la mierda que quieras, Dongsun, no tienes la razón. No sabes... No sabes lo que dices, estás borracho.

— ¿No es que los borrachos dicen la verdad? —sonríe— Fuiste a arruinar la vida de esas niñas y ese hombre, sabrá Dios qué le habrás dicho para chantajearlo, pero yo no soy imbécil. Te conozco, quieres hacerte el fuerte, pero te dejas pisotear por cualquiera.

La mandíbula de Yoongi vuelve a tiritar, la vista nublándosele con lágrimas, se siente mareado. El nudo que se forma en su garganta le prohíbe emitir algún sonido, por lo que sólo se limita a seguir escuchando.

—... Aunque pobre Seokjin —continúa Min, chasqueando con la lengua—. Tener que mantener a un jodido inútil como tú no debe ser fácil. Pensé que te habías ido de aquí para "tener una mejor vida", pero incluso sigues trabajando en la misma mísera cafetería en donde no debes ganar nada, pero para eso se la chupas al abogado, ¿verdad? Es más fácil ser una puta que trabajar para tener un sueldo digno.

A ese punto la sangre de Yoongi hierve con tanta rabia que los sentidos se le entumecen y se pierde a sí mismo. Un grito desgarra su garganta y lo próximo que sabe es que está tirando a Dongsun al suelo y subiendo sobre él para propinarle golpes en donde sea que caigan, ya no ve.

El hombre intenta defenderse pero Yoongi no se mide ni mucho menos piensa, hace lo que tiene toda una vida deseando hacer. Oye gritos detrás de él y sabe que son Geumjae y Mina. Su hermano intenta separarlo pero no lo logra, Yoongi agarra el poco cabello de Dongsun para sujetarlo en su lugar y con el puño dar tres fuertes golpes en su nariz, sacándole sangre al segundo.

Más gritos, más jalones, más sangre.

— ¡Yoongi!

La voz de Seokjin lo paraliza y entonces Yoongi cae en cuenta.

La habitación queda en completo silencio y el rubio sube despacio la vista a su mano izquierda, la cual sostiene la botella de vidrio que anteriormente Dongsun había dejado en la mesa.

Estuvo a punto de estrellarla contra su cabeza.

Yoongi solloza con fuerza, dejando caer la botella a un lado de su padre con un estruendo. Suelta lentamente el cuello de su camisa que empuñaba con la otra mano y siente los brazos de Seokjin rodearlo, levantándolo de encima del cuerpo de Min padre para sacarlo de allí.

Su novio lo lleva al auto, encerrándolo ahí un largo rato en el que no deja de sumirse en duro llanto que le hincha y moja el rostro, la presión siendo tal que la cabeza le punza dolorosamente junto al vacío en su pecho que le impide respirar.

Seokjin tira los bolsos de ambos en los asientos de atrás y se apresura a subir al lado del piloto, poniendo el auto en marcha tan rápido como puede. No sabe cómo hace para ponerle una manta encima, pero lo hace y Yoongi se queda dormido el resto del trayecto, sollozando cada vez más bajito y encogiéndose tanto como logra en su asiento.

—Yoongi —lo sacude sutilmente, sin querer espantarlo—. Yoongi-ssi, despierta, ya llegamos a casa. Bajemos, por favor.

Al menor le cuesta enfocar la vista una vez abre los ojos, tiene la cara caliente y su cabeza todavía punza con dolor. Por la ventana ve el edificio en donde vive el pelinegro, y niega.

—No. No. Quiero... Llévame a mi apartamento, Seokjin. No quiero q-que las niñas me vean así.

Lágrimas le brotan y humedecen el rostro nuevamente. Logra percatarse de que Seokjin también estuvo llorando y eso le hunde más. ¿Por qué llora? ¿Dongsun tiene razón? ¿Sí les hace daño? Pero...

—Las niñas no están aquí, amor. Vamos, es tarde, necesitas descansar.

—No —sacude la cabeza de nuevo, hipando—. Quiero ver a Holly, llévame a mi casa. No quiero estar aquí. Quiero estar solo.

Seokjin presiona la mandíbula, sin molestarse en limpiar sus propias lágrimas debido a lo angustiado que se siente por ver a su novio así. Le hace caso y conduce hasta su edificio. Cuando llegan le sorprende la rapidez con la que Yoongi baja del auto y saca su bolso de la parte trasera, sin siquiera darle oportunidad de despedirse o decirle algo más.

Yoongi se adentra al edificio y desaparece, y Seokjin no tiene el valor de ir tras él ya que éste ha dicho que quiere estar solo, así que lo respeta y deja tranquilo.

Mañana será otro día.

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