십구
Si hay una cosa en la que Seokjin tiene toda la razón, es en que sus bebés son muy inteligentes.
Jungsoo ha aprendido muchas cosas desde que su curiosidad prevalece la mayor parte del tiempo, además de lo atenta y observadora que suele ser. Y Jisoo, por más distraída que sea, toma en consideración todo aquello que le parece importante y le da su merecido puesto.
Es de esa manera que su buen equipo se forma.
El timbre del primer recreo del día es la señal de Jungsoo para ir por su hermana. Todos los niños salen de sus aulas y la mayor debe escabullirse fuera de la mira de sus maestras para dirigirse hacia donde está Jisoo.
La escuela es gigante y mientras ella está con niños un poco más grandes, Jisoo está junto a los más pequeños así que se guía por eso para no perderse una vez llega a tal nivel.
Jungsoo recuerda todas las veces que papi les ha dicho que no deben salir de la escuela sin permiso, sino hasta que él (o Yoongi oppa o tía Byul) aparezca para llevarlas a casa, y como nunca lo han hecho, Jungsoo tiene miedo.
Es por eso que le hizo prometer a Jisoo que no le diría nada a papi porque ella sabe que están desobedeciéndolo, y papá las regaña o las castiga cuando le desobedecen. Pero ahora no es lo más importante.
No hay nada claro en su mente más allá de la intuición que le hace pensar con rapidez, por lo que se mueve de esa manera. La Kim mayor ha visto en las películas de Ninjas cómo esconderse para que no la descubran. Pasa desapercibida entre la enorme cantidad de niños y cuando ve la inconfundible mochila de su hermana, no lo piensa antes de tirar de ella.
— ¡¡Jungsoo un-!!
— ¡Vamos, Jisoo! ¡No pueden vernos!
A partir de ahí, una muy confundida Jisoo sólo hace lo que su mayor le dice, sin permitirle decir algo en algún momento.
Jungsoo toma su mano y no la suelta por nada del mundo; corren por los pasillos haciendo que algo en la mochila de Jisoo resuene, por lo que se esconden detrás de las puertas cuando oyen pasos, hasta que por una de las ventanas de un salón vacío logran llegar a las afueras del lugar y ahora deben pasar el lugar más temido:
El gran portón.
Oh, y Kogi; el perro de raza pastor alemán que lo cuida junto al guardia uniformado.
Desde una de las esquinas de la escuela, las hermanas Kim miran con preocupación el gran trayecto.
—Jungsoo unnie... —dice Jisoo temblorosa, escondiéndose detrás de ella— No vamos a poder...
Jungsoo mira una vez más hacia el frente y, tomando aire, cierra los ojos.
—Jisoo —girando hacia ella, la toma por los hombros. Con ojos asustadizos su hermanita sube a verla—. Siempre hay que estar juntas, ¿sí? Papi dijo: "Jungsoo cuida a Jisoo, y Jisoo cuida a Jungsoo" y Jungsoo y Jisoo hacen, ¿sí?
Jisoo asiente repetidas veces.
—Siempre... —responde, aferrando sus puñitos a la chaqueta de su hermana. Jungsoo la abraza y vuelven a mirar al frente, pero por ahí no pueden ir; hay que buscar otro lado.
Ah... Yoongi oppa tendrá que recompensarles con muchas galletas cuando lo encuentren.
*
El inicio del día no sienta bien para Yoongi, incluso si se levantó decidido a recuperar aquello que alejó por imbécil y al llegar al trabajo, Hoseok lo recibió con un abrazo y una mirada comprensiva más que de reproche. El rubio supuso entonces que Namjoon ya había hablado con él, pues tampoco tuvo que darle explicaciones sobre algo. Hoseok le permitió disculparse y, como otras veces, las palabras estuvieron demás.
Namjoon se quedó anoche junto a él después de tanto tiempo y le hizo darse cuenta de lo mucho que lo necesitaba. También pensó en todo lo que quiere decirle a Seokjin. Nunca fue realmente bueno poniendo sus sentimientos en palabras, pero si se esfuerza, lo logra, así que entre tanto y tanto sólo intenta calmar sus tediosos nervios que por poco no lo dejaron dormir.
Y esa presión en su pecho de nuevo, esa que se instaura ahí como cada vez que presiente que algo malo pasará. La odia. Se dice que sólo es su ansiedad y negatividad queriendo intimidarlo, pero ya no va a permitirlo.
Iría al trabajo de Seokjin a la hora del almuerzo (rogando por que éste se encuentre en su oficina en ese tiempo) y las cosas saldrían bien. Jin lo escuchará y él pondrá todo su empeño en demostrarle que puede ser mejor que todo lo que ocurrió, y que está dispuesto a lo que sea con tal de ganarse su confianza nuevamente.
Hoseok, por su parte, aunque sabe que no es de su incumbencia, no puede evitar preocuparse de igual forma. Él ha visto lo importante que la pequeña familia Kim se ha vuelto para su hyung, y verlo perderse como hizo fue tanto preocupante como triste.
Piensa también en las pequeñas bebés, en todo el cariño que le tomaron a Yoongi y en cómo pudo haberles afectado el que éste desapareciera de la nada sin decir algo.
Y tal parece que él también las extraña un montón, porque al subir la vista hacia donde pequeños grititos resuenan, ellas están ahí, dando saltos y agitando los brazos hacia arriba para llamar su atención. Hoseok frunce el ceño, tildando la cabeza hacia un lado. Debe restregarse los ojos y pestañear para asegurarse, y cuando lo hace su respiración se detiene.
Abriendo los ojos va a tantear con ansias el hombro de Yoongi, quien está de frente a la máquina de café y de espaldas a la clientela.
—Hyung, hyung, hyung, hyung.
— ¿Qué, Hobi, qué? —se voltea. El castaño no sabe vocalizar, así que sólo apunta hacia donde están las niñas.
Yoongi al percatarse deja de hacer lo que sea que esté haciendo y con ojos abiertos recorre el lugar, buscando por Seokjin entre la multitud. Al no encontrarlo la preocupación se apodera de él.
—Mierda, Hoseok, no veo a Seokjin por ninguna parte.
— ¿Vi-vinieron solas?
—Iré con ellas, por favor, quédate aquí, ahora vuelvo.
Quizás se gane un llamado de atención por dejar su puesto de trabajo en pleno horario, pero esto no se trata de cualquier cosa. Las menores gritan su nombre con emoción cuando se acerca y Yoongi siente su corazón apachurrarse.
Se agacha para quedar a sus alturas y éstas ni dudan en saltar a abrazarlo. Las rodea con un brazo a cada una y recibe feliz los besitos que plantan en sus mejillas.
Dios, cuánta falta le hacían.
—Jungsoo, ¿qué hacen aquí? ¿En dónde está papá? —se dirige a la mayor por respuestas más rápidas— ¿Y por qué están sucias de... Tierra?
Jungsoo vacila.
—Ah... Jisoo y yo... Vinimos a buscarte, Yoongi oppa, porque... No sabíamos en dónde estabas y- y papi no dice y-
— ¿Buscarme? —balbucea, sacudiendo la cabeza— Esperen, ¿papá no sabe que están aquí?
Ambas menores se quedan en silencio. Jisoo sube los hombros.
— ¡Padre iba a decir no~! —chilla.
— ¡Y queríamos ver a oppa! —apoya la mayor.
—Dios... —pasando las manos por su cabello, Yoongi intenta tranquilizarse, pero falla terriblemente— Niñas, ¿cómo llegaron aquí?
— ¡Con esto! —Jisoo saca un papel (también sucio con marcas de sus manos) y se lo enseña con una sonrisa. Temblando, Yoongi lo toma— Es un... Mapa de' tesoro que hizo Jugsoo unnie e' la noche. Aquí tá la escuela —con su dedito apunta, como unnie explicó—, y aquí tá Yoongi oppa.
Yoongi siente que va a desmayarse con cada pequeña revelación dada por las pelinegras.
— ¡¿Vienen de la escuela?! —pregunta con ojos de espanto. Las contrarias asienten, ahora con cierto temor. El rubio revisa su reloj; efectivamente, deberían estar en clase después de receso, hace una hora.
Toma a la Kim mayor de los costados de sus brazos.
—Ju-Jungsoo, ¿có-cómo salieron de la escuela?
—Satamos por una mentana —le responde Jisoo—, y después Kogi dio mucho miedo y no fuimos po' la puertota.
— ¡Sí! —asiente Jungsoo— Le dije a Jisoo que había que trepar el árbol, y nos caímos mucho, ¡pero sí pudimos! Y caminamos para aquí porque me acuerdo.
—Tr-trepa-ron u-un... Caminaron... —cae de rodillas al piso, sintiéndose ligeramente mareado. Se restriega fuertemente el rostro con las manos.
Esto simplemente no puede estar pasando.
—Yoongi oppa... —temerosa, Jungsoo le habla— ¿Por qué ya no vienes a casa?
Yoongi quita las manos de su rostro para verlas, quedándose gélido ante la pregunta.
—Es que papi no dice cuando preguntamos —baja la cabeza.
— ¿Es poruque ya no nos queres? —pregunta Jisoo, tan bajito que si Yoongi no estuviese acostumbrado, no habría sido capaz de percibirlo. El temor a la respuesta que se transmite en su voz hace al corazón de Yoongi caer al suelo; devastado.
—Mis bonitas... N-no...
— ¡Te traimos regalos! —salta Jungsoo quitándose su mochila y ayudando a su hermana con la de ella— Yo te traje los dibujos que hice, somos nosotros con Holly en el parque y los patos —sonríe, dándole el par de dibujos.
Yoongi suelta el primer sollozo.
—Y yo... —Jisoo se acerca a él, llevando su mochila con un poco más de esfuerzo— Te doy mis piedras.
Yoongi jadea, viéndola sacar su caja pintada por ella misma en donde él sabe, guarda sus piedras más bonitas, y por lo tanto, sus favoritas. Jisoo tiende su caja hacia él sin vacilar, cuando muchas veces no dejaba ni que Seokjin la tocara para cambiarla de lugar.
—P-pero Jisoo... Son tus piedras...
La bebé mira su caja y suspira, como si estuviese tomando la decisión más difícil de su vida. Se encoge de hombros.
—Ya sé, pro te las regalo. Para que no te mayas, como mami.
La mandíbula de Yoongi tiembla, pequeños sollozos atorándose en su garganta. Deja los objetos en el suelo y las abraza, sin importar que su camisa blanca se ensucie.
—Siempre las voy a querer, ¿oyeron? —besa sus cabezas— Yoongi oppa las quiere mucho, mucho, mucho.
— ¡¿Entonces vas a volver?! —pregunta Jungsoo con entusiasmo, separándose para verlo con ojos brillantes.
—Sí, ya ven, es aburrido cando nostás —Jisoo arrastra sus palabras con fastidio—. Y extruañamos Holly.
A la mención del cachorro, Jungsoo asiente y el pecho del mayor se oprime.
—H-hay... Hay que llamar a papá primero, ¿okay? —se pone de pie, percatándose entonces de las miradas puestas sobre ellos. Por lo menos su jefe no salió a reclamar por su falta así como tampoco por el mal trabajo que está haciendo Hoseok debido a que está pendiente de ellos.
—Pero papá nos va a regañar~ —rezonga Jungsoo.
—Cuando padre rregaña, no hay galletas por muuucho tiempo —Jisoo hace puchero, viendo al mayor regresar a su mochila los regalos que eran para él. Luego se sube ésta al hombro, carga a Jisoo en un brazo y con el otro toma la mano de Jungsoo.
—Lo sé, pero lo que hicieron estuvo mal y papá tiene que saber.
Ellas se quejan y se dirigen hacia la trastienda, teniendo que pasar primero por donde está Hoseok siendo un desastre con la clientela.
— ¡Hobi oppa! —gritan casi al unísono.
— ¡¡Ah, Princesas Soo!! ¿Qué hacen aquí? Hyung, ¿qué pasó? ¿Y por qué tienen la ropa así?
— ¡Vinimos a buscar a Yoongi oppa! —contesta Jungsoo, sin desprenderse de su entusiasmo a pesar de todo. Jisoo es más rápida en asentir, sujetándose al cuello del rubio.
Hoseok abre los ojos a su mayor y Yoongi suspira pesadamente, sorbiendo por la nariz debido a su reciente ligero llanto.
—Jin no sabe que están aquí, Hobi, lo llamaré, no sé si ya sepa. Le pediré permiso al señor Choi para quedarme con ellas hasta que él llegue.
—Dios mío... —lleva las manos a su cabeza, torciendo su boina— ¡Bueno, ve, ve! ¡Yo te cubro!
—Gracias.
Y las lleva hacia adentro.
En verdad no se sorprenderá cuando decidan despedirlo un día de éstos.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro