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Capítulo 5. 🎭

—La capitana Rose ha dado la orden. ¡Preparen los botes salvavidas! ¡Pero capitana, no hay suficiente espacio para todos! ¿¡Ah!? ¿Quién dijo que es para todos? ¡Primero salva tu trasero y después preocúpate por el de los demás! ¡Pero...! ¡Argh! ¿¡Quién demonios es este debilucho!? ¡Tírenlo por la borda! ¡Alto ahí, villana! ¡Pardiez, lo acompañarás si te atreves a importunarme! ¡Tranquila! ¿Acaso no me reconoces? Soy tu gran amor, ¡Sonic! ¡Aaaaaaaaaah! ¿¡QUÉ HACES TÚ AQUÍ!? ¡ESTE NO ES LUGAR PARA TI! ¡LÁRGATE, LÁRGATE, LÁRGATE DE UNA MALDITA VEZ! ¡VETEEEEEE!

*Toc* *toc* *toc*.

—¿Amy? ¿Podrías darte prisa, cariño? Tenemos visitas.

Amy chapoteó sorprendida provocando una feroz tempestad en la bañera. El barco con forma de pato de hule fue arrastrado violentamente y se perdió en el mar de espuma.
—Eh... ¿visitas a esta hora? —preguntó mientras buscaba la embarcación entre el agua.

—Sí. Por favor no tardes.

—De acuerdo. Ya voy.

Unos minutos fueron suficientes para alistarse y desocupar el baño. A continuación subió a su habitación para desenredarse el pelo, tomó una caja de brotes de bambú y se dirigió a la sala sintiéndose fresca y confortada.

—Buenas noches —saludó haciendo una cortés reverencia.

—Mira hija, quién vino a visitarnos. Apuesto a que lo has echado de menos.

Las palabras de su madre le borraron la sonrisa.
Vio a Sonic sentado en unos de los sofás con los brazos recargados sobre el respaldo y sintió que el corazón le dio un salto.
Sorprendentemente, no se sentía nerviosa ni molesta.

—Trajo presentes —dijo su madre en el acto de levantar una botella de vino—. Dice que su padre acaba de volver del extranjero.

—Eso es bueno. ¿Cómo se encuentra él? —preguntó Amy recargándose en el marco de la puerta.

—Perfectamente. Está muy feliz de haber regresado.

—Claro. No hay mejor lugar que el hogar —comentó la mujer mientras se levantaba y sacudía la falda—. Iré a preparles algo de té.

—Gracias pero no es necesario señora Rose —dijo Sonic—. En realidad solo vine a traerle los presentes e invitarla a cenar a mi casa. Es algo tarde pero a mi madre se le ocurrió dar una fiesta de bienvenida.

—¿A esta hora? —se llevó una mano a la mejilla—. Son casi las nueve.

Sonic se levantó y se paró frente a ella. Cuidadosamente, le retiró la mano de la mejilla y la colocó entre sus palmas.
—Por favor señora Rose. A todos nos complacería que asistiera —dijo con una mirada suplicante.

—Oh, Sonic. No hay manera de que pueda resistirme a eso—rió al tiempo que le tocaba la nariz con el índice—. Iré a arreglarme.

—¿Planeas convertirte en mi padre? —se mofó Amy tan pronto como se quedaron solos. No planeaba dejarse afectar.

—Si de esa forma puedo impedir que salgas con Shadow, sí.

Amy suspiró divertida.
—No pensé que actuarías tan rápido.

—Vamos, no iba a permitir que me arrebaten lo que me pertenece.

—¿Yo te pertenezco? —preguntó fingiendo inocencia, con un dedo sobre los labios.

—Está claro.

—Eso me hace sentir querida.

Sonic se acercó a ella pero Amy retrocedió de inmediato. Su mirada traviesa era una clara invitación a que la siguiera. Él accedió sin dudarlo y Amy retrocedió hasta que su espalda chocó con la puerta principal.

—Puedo hacerte sentir muchas otras cosas —dijo al tiempo que ponía sus manos a los costados de Amy.

Ella lo sujetó del suéter y se giró para intercambiar posiciones.
—¿Qué tipo de cosas? —inquirió con una amplia sonrisa.

—¿Por qué mejor no te muestro?

Lo siguiente que Amy sintió fueron las manos de Sonic tomándola por las caderas. Eran una manos fuertes y más grandes que las suyas. Estaban tan calientes que en un instante percibió su temperatura a través de la tela de la blusa. Esto le provocó un agradable cosquilleo. Su corazón se aceleró y su respiración le siguió el paso. Al notarlo, Sonic rió con suavidad en su cuello. Después separó los labios y depositó un apasionado beso. Ella alargó la mano para alcanzar el pomo de la puerta pero no consiguió girarlo. Tenía los ojos cerrados y la avalancha de sensaciones le impedía concentrarse en otra cosa que no fueran los movimientos de los labios de Sonic sobre su cuello.
Al cabo de unos segundos consiguió girar el pomo y la puerta se abrió llevándose a Sonic consigo. Él cayó sentado sobre el tapete. Se llevó una mano a la cabeza y al siguiente instante, en un acto reflejo, atrapó la caja de brotes de bambú que Amy pretendió lanzarle encima.

—Un presente por tu visita. Espero que no se repita —espetó antes de dar un portazo.

—¡Hoooola dulzuras! ¿Nos vamos a la fiesta? —preguntó su madre mientras bajaba las escaleras.

—Diviértete. Sonic te está esperando afuera.

Cuando le dijo eso no pensó que le tomaría la palabra. Ahora, luego de un rato, podía oír la estrepitosa risa de su madre proveniente de la casa de los vecinos, que se divertía con quién sabe quienes mientras ella se alistaba para salir.

🎭🎭🎭

Al otro lado de la ciudad, calzándose las pantuflas después de haber ignorando el timbre por casi un cuarto de hora, Shadow se dirigió al recibidor dispuesto a darle las buenas noches a quienquiera que hubiera decidido importunarlo.
Antes de abrir se crujió los nudillos. Esperaba encontrarse a Sonic pero en su lugar encontró a Amy, que rápidamente interpuso un pie entre la puerta y el marco cuando él intentó cerrarla.
—¡Buenas! ¡Buenas noches! ¡Espero no ser inoportuna! —saludó alegremente.

Shadow arqueó una ceja.

—Pasaba por aquí y se me ocurrió venir a saludarte —dijo empujando la puerta, tratando de impedir que Shadow la cerrara.

—¿A media noche?

—Supuse que era la hora perfecta. Después de todo pareces una de esas personas que duermen por el día y viven en la oscuridad..., ¿cómo se llaman? ¡Vampiros! ¡Sí! ¡Un vampiro!

—No tengo tiempo para esto.

—¡Espera! ¡Vine a negociar contigo! ¡Es sobre María!

Shadow dio un portazo y Amy tuvo que apartarse para evitar que le aplastara los dedos. Al cabo de unos segundos volvió a abrir y le indicó que entrara.

—¿Y tus padres? —preguntó sentada en un taburete frente a la barra de la cocina. Sabía que era descortés fisgonear de esa manera pero la opulencia de la casa la instaba a mirar en todas direcciones.

—Vivo solo —repuso en el acto de acercarle una taza de café.

—Gracias —dio un sorbo antes de continuar—. Supongo que te estarás preguntando qué pasó entre María y yo. Bueno, ella llegó cuando yo los estaba esperando afuera de la sala de profesores. Parecía muy nerviosa y me preguntó qué había entre nosotros.

—¿Y qué le dijiste?

—Que no estaba segura porque no me diste una respuesta.

Shadow cruzó los brazos sobre la barra y se recargó frente a ella. Su silencio era una indicación de que continuara.

—Por la forma en que reaccionó pensé que estaba enamorada de ti. Le dije que si de eso se trataba podía apartarme del camino pero ella se negó. Dijo que te veía únicamente como un amigo —mientras decía esto observó detenidamente su rostro. Él se había mantenido impasible hasta el final. Lo único que hizo fue fruncir el entrecejo de una manera casi imperceptible pero eso le dio esperanzas a Amy por lo que decidió presionar un poco más.

—Total, que si ella no sentía nada por ti pensé que no había problema. O eso creí hasta que te inquietaste porque hablé con ella. Porque lo hiciste, ¿cierto? Tu mirada me lo dijo todo. Te inquietó lo que yo le hubiera podido decir porque te importa —a medida que hablaba imitó la postura de Shadow con los brazos cruzados sobre la barra. Quería intimidarlo con la mirada pero él se la sostuvo por un largo rato.

—Es una estupidez —dijo finalmente.

—¡Es la verdad! ¡Ella te gusta y por eso reaccionaste así! ¡No querías que ella creyera que te gusta alguien más!

Sin dejar que terminara, Shadow la tomó por el brazo y la arrastró hasta la puerta. Amy no se molestó en forcejear. Se limitó a darse media vuelta y asirse al marco con ambas manos.

—Escucha. No tienes que confesarlo si no quieres. Sé lo doloroso que es. Solo, ayúdame y yo te ayudaré. Hagamos un trato, ¿quieres? Ayúdame a descubrir los sentimientos de Sonic y yo...

—Detente —la interrumpió poniéndole una mano en la cara—. No digas más.

Amy se quitó la mano de encima y lo miró a los ojos. Él se pasó la diestra por la frente en gesto de cansancio.
—De acuerdo. Te ayudaré con dos condiciones.

—Te escucho.

—No interferirás si en algún momento decido partirle la cara.

—Está bien. Siempre me he preguntado si aun así conservaría su fanclub —dijo encogiéndose de hombros—. ¿Cuál es la otra?

—Yo decidiré cuándo terminaremos.

—Eh, pero que no vaya a ser a la semana.

—Descuida. Seré considerado.

—Genial.

—En la primera, en caso de que interfieras le contaré todo a Sonic. ¿Entendido?

—¡Sí, capitán! ¿Algo más?

—No. Ahora, por favor... —señaló la puerta con impaciencia.

—Ya, ya. Te dejaré dormir tranquilo. Solo... aguarda un minuto —sacó un cuadernito de su bolso, escribió una dirección y arrancó la hoja—. Toma. Te esperaré mañana a las tres.

—¿Qué?

—¡Es una cita! —voceó desde la acera antes de irse corriendo.

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