Deuce x ____
Advertencias
Ninguna, pueden leer con traquilidad
Hoy de nuevo volvía exhausto a casa, el joven Deuce Spade era el segundo hijo de una familia completamente normal, se esforzaba por ser uno más de la aldea, siempre se encargaba de ayudar a su madre y trataba de mantener una buena imágen. Después un agotador día el peliazul se tiró en su cama, sin cambiarse siquiera de ropa, necesitado de un sueño reparador. No pasó mucho tiempo hasta que cayó dormido en un profundo sueño.
Cuando abrió los ojos ya no estaba en su cuarto, si no en un bosque de ambiente cargado. Se levantó del árbol contra el que estaba recostado y echó un vistazo a su alrededor. A lo lejos distinguió la silueta de un castillo, que parecía ser el único lugar en el que refugiarse en las cercanías. Sin pensarlo demasiado se acercó a la construcción, revelando que esta estaba en mal estado, cómo abandonada. Definitivamente no había un lugar así en las cercanías de la aldea en la que vivía, así que el joven, asustado, dudó si acercarse. Aún así aquel lugar le producía una extraña curiosidad, cosa que lo llevó a empujar las grandes puertas, que cedieron con facilidad ante la presión del peliazul, como si esperaran por él.
Empezó a recorrer los pasillos vacíos y asomarse a las habitaciones desoladas, no había ningún rastro de vida humana. O eso pensaba, hasta que al girar un recodo del pasillo se topó con una joven. Era menuda, de rasgos dulces, aunque algo sorprendidos por el fortuito encuentro, sus cabellos eran morenos y los llevaba recogidos en un moño, aunque dejaba unos pocos escapar por delante. Vestía un ligero vestido blanco y no llevaba zapatos.
Al verlo la primera reacción de la joven fue darse la vuelta para salir de allí, pero Deuce la tomó del brazo antes de que pudiera alejarse mucho.
-Espera...- Cuando pudo verla a los ojos de cerca se quedó sin palabras, eran los ojos más hermosos que jamás había visto, aunque estaban teñidos de soledad y tristeza.
-¿Quién eres?- La joven se veía asustada, después de pensar un poco decidió simplemente decirle la verdad.
-Mi nombre es Deuce Spade-
-¿Cómo has llegado hasta aquí? No se supone que nadie pueda entrar a este lugar-
-Simplemente empuje las puertas, ni siquiera son pesadas...-
-No me refería a... Bueno, no importa ¿vienes de alguna aldea cercana?-
-En realidad no, no conozco este lugar, me desperté fuera, en el bosque- la sorpresa en los ojos de la joven aumentaba con cada palabra que pronunciaba. Deuce no era capaz de comprender el porqué de aquella reacción, pero sentía una enorme curiosidad por la chica.
-Per...- No dejó que la chica continuara. Quería ser educado con ella pero la curiosidad le pudo así que simplemente le preguntó de manera directa.
-No es justo que hagas tantas preguntas cuando ni siquiera te has presentado ¿no crees?- La mirada de ella se suavizó un poco.
-Soy ____ _______, y tú no deberías estar aquí- Deuce seguía sin comprenderlo ¿acaso había hecho algo malo al entrar por aquellas puertas? Si ni siquiera estaban vigiladas. Además aquella joven se veía tan solitaria, no entraba en su cabeza que ella realmente quisiera estar así.
-¿Porqué? ¿Realmente es tan malo que esté aquí?- La castaña sonrió amargamente.
-Depende de si consideras malo estar en un sueño maldito- Aquello pilló de sorpresa al chico ¿estaba maldito? ¿Porqué? Él no había hecho nada malo a nadie, ¿o si? Recordó algunas veces que se había metido en problemas en casa.
La chica captó la tensión en el rostro del peliazul y trató de explicarse mejor.
-No es culpa tuya, creo, el problema es mío- Procedió a explicarle todo sobre su maldición. Le contó que estaba condenada a dormir por 100 años, y que, si no lograban despertarla antes del plazo mencionado, nunca más podría hacerlo.
-Eso... Suena cómo un cuento de hadas-
-Y sin embargo es real, llevo sesenta años vagando por este lugar en mis sueños, sin poder cambiar, viendo cómo es abandonado hasta quedar en este estado. No puedo abandonar el castillo ni tampoco despertar por mi misma. Debo esperar un beso de amor verdadero-
A Deuce todo eso le sonaba a una historia inventada, pero no había rastro de mentira en los ojos de la chica. Sólo una enorme tristeza, que hizo que su corazón se estremeciera. Deseaba encontrarla y liberarla de aquella tortura, aunque aún no supiera cómo lo haría.
-____-
-¿Qué ocurre?- El peliazul tomó las manos de la joven y acercó su rostro al de ella, haciendo que esta se sonrojara.
-Voy a encontrarte, y cuando lo haga prometo que te sacaré de aquí- Estaba realmente decidido a lograrlo, no le importaba el tiempo que tomara o la distancia que tuviera que recorrer.
-Tú ¿Cómo vas a hacer eso? ni siquiera sabes donde estoy, además para despertarme... Bueno, ya sabes lo que es necesario para logarlo- De nuevo la joven se sonrojó, apartando su visita de él rápidamente para ocultarlo, pero él la obligó a mirarle a la cara.
-El tiempo y la distancia, nada de eso importa para mí ahora, he jurado que te salvaría, y no pienso echarme atrás- Dicho eso dejó un suave beso en los labios de la chica, por su mejilla corrió una lágrima.
-Deuce... ¿Porqué? Ni siquiera me conoces. ¿Porqué quieres ayudarme?- Él apretó aún más sus manos.
-Simplemente no puedo soportar la idea de que estés aquí, sola por siempre, eres realmente hermosa, y puedo ver que tienes un corazón bondadoso. No permitiré que todo eso quede encerrado en este lugar podrido y abandonado- Esta vez fue ella la primera en juntar sus labios en un beso tierno, más largo que el primero, y también más cálido.
Las lágrimas seguían corriendo por el rostro de ____ pero Deuce las secó todas. Pasaron el resto de la noche juntos, entre charlas, caricias y pequeños besos. Él trataba de hacerla reír, para que olvidara la soledad de las últimas décadas, y ella se dejaba llevar por el momento, olvidando que al amanecer él despertaría y aquél encuentro terminaría.
Y así la salida del sol llegó. Deuce empezó a sentirse somnoliento, sus ojos se entrecerraban y el cuerpo le pesaba, se sentó un momento, tratando de vencer aquella sensación, pero cayó al suelo y cerró los ojos. Cuando se incorporó de nuevo estaba en su cuarto, no había rastro de la hermosa joven ni de su castillo.
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Habían pasado tres años, desde el momento en que Deuce despertó aquel día no había dejado de buscarla. Dejó su hogar pocos días después, con lo justo y necesario para el viaje, y desde entonces estuvo vagando de un sitio a otro, preguntando a los habitantes de las ciudades y aldeas que visitaba sobre la joven princesa que había quedado maldita, pero nadie sabía hablarle de ella. Hasta que un día un anciano dijo reconocer aquella descripción. Tras hablar con el hombre descubrió que él había servido a la joven durante mucho tiempo cuando era joven, aún ahora, a sus noventa años, recordaba a la alegre joven. Aunque su memoria estaba ya ajada y le quedaba, seguramente, poco tiempo de vida.
Con las indicaciones del anciano Deuce pudo, por fin, encontrar el castillo donde dormía su amada. El camino para atravesar el bosque fue mucho más tortuoso que la primera vez que lo visitó en sus sueños, y la entrada estaba cubierta de espinos, pero tras un gran esfuerzo logró superarlo todo. Recorrió rápidamente las estancias hasta llegar al pasillo donde había conocido a la chica, y desde allí empezó a revisar habitación tras habitación hasta encontrarla en una de ellas. Estaba tumbada sobre una cama con dosel, completamente dormida, su pecho a penas se movía pero se podía oir el ritmo lento de su suave respiración en el silencio del lugar.
Se acercó a la joven que parecía dormir plácidamente y se sentó al borde de la cama, con el corazón latiendo como un caballo desbocado. Había imaginado muchas veces ese momento y, en el fondo, tenía miedo de no ser suficiente, de que su beso no tuviera el poder de despertar a su amada. Pero ahora que estaba de nuevo junto a ella los sentimientos de aquella noche volvieron a él con la misma intensidad.
Sin pensarlo demasiado se inclinó sobre ella y depositó un beso en sus labios, aferrándose a los recuerdos de aquella vez, cuando se enamorara de ella a primera vista. Se incorporó poco a poco, en silencio, esperando una reacción de su parte. Casi había perdido la esperanza cuando los párpados de ella temblaron y su corazón se colmó de dicha.
Por primera vez en sesenta y tres años la chica abrió los ojos y pudo levantarse de aquella cama que había sido su prisión maldita. Lo primero que vió fue a su amado, y parecía sonreír con alivio pero entonces su rostro se distorsionó y rompió a llorar, cayendo de rodillas al suelo.
-Lo siento, lo siento tanto...- La joven no dejaba de sollozar y Deuce quiso acercarse a ella y consolarla cuando unas sombras empezaron a surgir de la figura de la joven. La oscuridad empezó a envolverla mientras ella seguía disculpándose con su amado, pidiendo perdón por no haber tenido el valor de revelarle toda la verdad.
La razón del sueño de la joven no era otra que aquel demonio que había tomado su cuerpo, al que la gente trató de contener encerrandolos a ambos en un sueño maldito, con la esperanza de que este se desvaneciera con el tiempo, pero no fue así y ahora ese mismo demonio amenazaba la vida del hombre que ella amaba. Se levantó con sus últimas fuerzas, dispuesta a quitarse la vida antes que dañarlo, cuando sintió que a través de toda aquella maldad y oscuridad unos cálidos brazos a abrazaban por detrás. Deuce se había acercado a ____ y la abrazaba ahora, con la mirada triste perdida más allá del balcón. Entonces la tomó en sus brazos y corrió hacia el vacío, saltando juntos.
Mientras caían hacia una muerte segura, abrazados, Deuce susurró al oído de ____.
-Prometo que volveré a buscarte en otra vida, te buscaré las veces que sea necesario hasta encontrarte y poder hacerte feliz- Entonces ambos cerraron sus ojos y nunca jamás volvieron a abrirlos.
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150 años después
Un chico peliazul corría por las calles de la aldea, despistado, llegaba tarde a la cita con el herrero para entrar como aprendiz a su taller. Tan perdido iba en sus pensamientos que no se dió cuenta de que por otra calle se acercaba alguien.
Chocó contra la figura que salía de la esquina, cayendo al suelo y derribando también a la otra persona en el proceso. Rápidamente se levantó disculpándose y tendió la mano a la otra persona. Era una joven de cabellos morenos y hermosos ojos que vestía finas ropas.
-Perdone, de verdad iba despistado, debería llevar más cuidado por dónde ando, me disculpo de nuevo señorita...-
-Mi nombre es ____ _______, pero puedes decirme sólo ____- dijo ella riendo.
-Me alegro que no lo tomes a mal ____, encantado de conocerte, yo soy Deuce Spade-
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Este fue el primer one-shot que escribí y sinceramente estoy bastante contenta con el resultado, aunque es un poco corto en mi opinión.
Espero que os guste y hasta el próximo capítulo 😌
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