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Ghost Marriage (III)

Poco después de entrar en la tienda escolar y explicarle a Sam el nuevo plan, este les proporcionó a los chicos unos trajes elegantes y les ofreció el almacén para cambiarse rápidamente en privado.

Mientras tanto, Yukiko, Ortho y Grim se sentaron en el suelo a esperar y se dispusieron a leer un manga proyectado en las pantallas holográficas del pequeño androide. Eso también ayudó a Ortho a mantener la calma y no pensar que el tiempo se les escapaba de las manos.

Grim alzó las patas con estupefacción nada más llegar al final del capítulo que estaban leyendo; aquel giro de trama lo había dejado boquiabierto.
—¿¡Cómo!? ¿¡El príncipe era el malo todo este tiempo!?

—Así es —afirmó Ortho, que ya se lo había leído antes—. Si os dais cuenta, siempre lo fue. ¿Recordáis que al principio dijo que era el último en la línea al trono de su reino? Y parecía estar de acuerdo con todo lo que decía la princesa, como si quisiera ganársela cuanto antes para casarse con ella y ser rey. Y ahora que no va a ser posible porque ella se ha enamorado del protagonista masculino, está revelando su verdadera personalidad.

—Ya decía yo que parecía sospechoso —comentó Yukiko, también sorprendida—. Esa Eliza está empeñada en encontrar su príncipe perfecto, no quiero ni imaginarme si se encontrara uno como este.

Desde el mostrador, Sam comentó con una gran sonrisa:

—Como dicen por ahí: hay que besar muchos sapos hasta encontrar un príncipe. Y hablando de amor: ¿quieres hacer feliz a la persona que amas? ¿Quieres que tu pedida de mano tenga éxito? Pues entonces... ¡IN STOCK NOW! ¡Tenemos todo lo necesario para robarle el corazón! ...Y pensar que usted compraría todo lo que estaba en venta, director. Muchas gracias.

—Oooooh... Ahí va mi dinero —lloriqueó Crowley por la gran suma que había tenido que pagar por aquellos trajes elegantes de gran calidad. Incluso si se los podía permitir, uno solo costaba una fortuna y había tenido que adquirir cinco para llevar a cabo la misión.

Yukiko se rio nerviosa mientras Ortho suspiraba.
—Muchas gracias por esforzarse en salvar a mi hermano, director. Se lo compensaremos bien —murmuró el androide.

—Pero cuánto más alto el precio, aún más garantizado estará el efecto. Y estos trajes son los productos perfectos para ganarse el corazón de la fantasma —dijo Sam con ánimo, tratando de consolar al director—. Solo hay que esperar a que estos pequeños demonios se terminen de vestir con ellos.

Ajenos a la conversación del exterior, los cinco jóvenes estaban ultimando los detalles de su apariencia.

—¿Dónde debería colocar este broche? —sonó con duda la voz de Epel al otro lado de la cortina.

—Eso va en la solapa. Dámelo, te lo pondré yo. Así... —respondió Riddle con suavidad mientras lo ayudaba.

Ace, que nunca solía ataviarse tanto, no sonaba muy cómodo poniéndose el traje.
—Yo tampoco sé nada —se quejó—. Esto tiene un montón de accesorios, ¿acaso los estoy llevando bien?

—No hay de qué preocuparse, la cadena de bolsillo y la roseta están bien colocadas —le aseguró Rook. Aquello debía de ser cierto si  lo decía el detallista y meticuloso vice-líder de dormitorio de Pomefiore.

—¿Qué tal tengo el pelo? ¿Tengo los clips bien puestos? —cuestionó Yuu.

—Espera, los tienes un poco torcidos. Permíteme arreglarlo en un segundo —insistió Rook y se quedó en silencio por un momento—. ¡Listo! Te queda mucho mejor de esta forma.

Teniendo en cuenta el tiempo transcurrido y que los jóvenes parecían estar terminando, Ortho deshizo la pantalla holográfica y se puso de pie.
—Muy bien, chicos, salid si ya habéis terminado —apremió.

Los chicos abrieron la cortina que separaba el almacén de la tienda y salieron uno a uno. Yukiko sujetó a Grim en brazos y se acercó también al mostrador, anticipando con curiosidad el aspecto

El primero en salir fue Riddle, ataviado con un traje impecable de pantalones negros y una larga chaqueta carmesí de seda. El conjunto se completaba con una corbata amarilla, un chaleco oscuro con bordados dorados adornado con una cadena que ostentaba símbolos de la baraja francesa. También llevaba guantes blancos que contrastaban con el resto del atuendo, y se había metido algunos mechones de pelo detrás de la oreja izquierda, revelando parte del rostro.

—Siento la espera —dijo con serenidad mientras se aseguraba de que tenía la corbata perfectamente ajustada.

El siguiente en salir fue Rook, que pudo observar por primera vez el atuendo de Riddle en todo su esplendor.
Roi du Roses, te ves flamante. ¡Realmente beauté! —exclamó con admiración.

—Es verdad, te queda muy bien —concordó Yukiko—. Me encanta el rojo de la chaqueta.

Riddle sonrió levemente por los halagos.
—Muchas gracias. Como era de esperarse de un estudiante de tercero, su aspecto también es sobrio y clásico, Rook.

—Es verdad. El color y el corte del traje te quedan muy bien a ti también —añadió Yukiko.

Merci —agradeció Rook con una sonrisa complacida.

El vice-líder de dormitorio de Pomefiore se había quitado su característico sombrero de cazador para la ocasión y se había cambiado a un esmoquin completamente morado con un chaleco a rayas y una pajarita roja que contrastaba sobre la camisa blanca. En la solapa izquierda de la chaqueta lucían dos pequeños broches, uno con la famosa manzana envenenada y otro con un arco con flecha, símbolos que lo representaban a la perfección. Al igual que Riddle, llevaba guantes blancos.

Después se presentaron Ace y Epel. El primero se estiró la chaqueta con incomodidad.
—Bueno, creo que Rook y el líder de dormitorio se ven bien, pero... Este es un tipo de ropa que no suelo usar; es fresca, pero me siento rígido...

No supo si era por lo detallado que era o porque no estaba acostumbrado a verlo así (a lo mejor ambas cosas), pero el traje de Ace era el que le parecía más llamativo a Yukiko: era de un rojo vibrante a cuadros tartán negros, complementado con chaleco negro y una pajarita a juego. No llevaba guantes, pero de uno de los botones de su chaleco colgaba una cadena con un dije con forma de corazón, y en la solapa izquierda reposaba la roseta de cintas azules y doradas que Rook había mencionado. Otro detalle bastante curioso era que se había sujetado el flequillo hacia atrás con unas horquillas, dejando su frente al descubierto y haciendo que se viera aún más diferente de lo usual.

Sin embargo, Yukiko se quedó sin palabras nada más ver a Epel. Su amigo de Pomefiore, que no era muy fan de ataviarse, llevaba un conjunto compuesto por pantalones negros y una chaqueta blanca de solapas oscuras, con el pequeño broche de rosas blancas en la izquierda que Riddle le había ayudado a colocarse. Su chaleco lila presentaba un diseño a cuadros similar al traje de Ace y en el cuello de la camisa oscura se ataba una pajarita amarilla y estaba adornada con una cadena que se sujetaba con dos broches de la manzana envenenada.

Aunque su atuendo era un poco más sencillo en comparación a los anteriores, ella no pudo evitar quedarse mirándolo con admiración.
—Guau...

—¿Qué pasa? ¿Me... veo raro? —cuestionó Epel, desviando la mirada con algo de vergüenza al no escuchar una opinión inmediata.

Yukiko se apresuró a volver a la realidad.
—¡No, no! Te... Te queda... genial —aseguró, sin darse cuenta de que había ruborizado ligeramente. Incluso Ortho llegó a notar que su temperatura se había elevado un poco, pero no supo decir por qué.

—No os preocupéis, ambos transmitís atractivo y juventud. Os veis deslumbrantes —Rook elogió a Ace y a Epel.

—No sé si puedo tomarme tus elogios en serio, Rook... —murmuró Ace, siendo consciente de que el líder de dormitorio tenía la tendencia de encontrar belleza en todo lo que posaran su ojos, sin importar fallas o defectos—. ¿Qué opinas tú, Yuki? Todo un príncipe perfecto. ¿A que sí?

—Sí, y te queda muy bien —asintió ella y observó los detalles de su traje con detenimiento—. Nunca antes te había imaginado con algo así, pero debo decir que te queda genial.

—Bueno, si tú lo dices, supongo que será verdad. ¡Eh, Yuu! ¿Vienes o qué?

Yuu era el último y se estaba tomando su tiempo para salir del almacén.
—¡Un segundo! Me estoy atando mejor los zapatos. Ya está, ahora salgo.

El prefecto se unió al grupo vestido con un pulcro traje negro con corbata a juego. La solapa izquierda presentaba una bonita rosa blanca, un toque elegante que contrastaba con el color oscuro. Una pequeña parte del lado izquierdo de su pelo y del flequillo habían sido sujetadas hacia atrás con un par de horquillas blancas que Rook, siempre atento a los detalles, le había ayudado a colocarse.

Yukiko se acercó con Grim aún en brazos para verlo mejor.
—¡Hala, mírate! —exclamó, encantada—. ¿Hace cuánto que no te vestías así de bien? ¡Parece que te vas a casar de verdad y todo!

—Estoy de acuerdo, este tipo de conjuntos te favorecen —lo elogió Riddle.

—Siempre sueles vestirte de forma sencilla, casi como Deuce, pero tampoco te ves nada mal así —añadió Ace, dándole un amistoso codazo.

—Y te ves genial con colores oscuros como este —opinó Epel.

Yuu se alegró por los elogios y sonrió.
—¿De verdad lo creéis? ¡Gracias, chicos! Vosotros también os veis genial.

Ahora que todos habían terminado de prepararse, Sam, quien había estado viendo la escena con una sonrisa complacida, comenzó a colocar sobre el mostrador unas cajas adornadas.
—Este atuendo se denomina como "esmoquin del cortejo". Están impregnados con un poco de magia antigua; todo aquel que lo lleve será visto como alguien atractivo por los fantasmas —comenzó a explicar—. Y ya que todos os habéis hecho con uno, os lleváis este artículo especial de regalo. Os presento: el "ramo de consolación".

Los chicos se acercaron al mostrador y Sam les acercó a cada uno una caja. Al abrirlas, se encontraron con un precioso ramo de rosas, cada uno atado con una fina cinta de seda anudada en un lazo.

—¡Oh! ¡Es tan colorido y encantador! —exclamó Rook, maravillado, mientras sacaba con cuidado un ramo de rosas moradas que hacían juego con su traje, y recorrió con las yemas de los dedos los delicados pétalos, admirando su belleza.

Todos los ramos habían sido seleccionados para combinar con sus nuevos portadores: las rosas de Riddle eran de un color rojo tan intenso como su cabello y la seda de su chaqueta; las de Epel, blancas con algunas con un ligero tono azulado, se acompañaban con unos lirios que añadían un toque etéreo; las de Ace eran de un bonito color rosa que destacaban con el tono oscuro de su traje y las de Yuu eran de un azul marino que combinaba con sus ojos.

—¡Jo, qué bonitas! ¡Yo también quiero uno! —deseó Yukiko en voz alta como la amante de rosas que era.

—Lo siento, joven Yuki, parece que solo van incluidos con los trajes —respondió Crowley, que ya tenía bastante con comprar cinco trajes mágicos que costaban un ojo de la cara.

El dependiente continuó explicando:
—Estos son ramos especiales que florecen al ser expuestas a energías negativas, así absorberán lo que les da fuerza a los fantasmas: tristeza, odio, todo eso. Se los podéis dar como regalo o golpearlos con ellos, ¡así tenéis un dos por uno, pequeños diablos! —terminó con una sonrisa traviesa.

Satisfecho con la descripción de su nueva herramienta, Ace apretó su ramo como si fuera su propia pluma mágica.
—¡Esa novia se va a volver loca cuando nos vea con todos estos trajes y flores! —dijo con entusiasmo.

—¡Ahora sí que siento que puedo lograr una propuesta de matrimonio...! —exclamó Epel, sintiéndose más confiado él también. Por un momento, no pudo evitar mirar a Yukiko de reojo por un segundo, aunque no tardó en volver a centrarse en la misión.

—¡Todos tenéis mucho estilo! Pero no lo olvidéis, pequeños demonios: lo único que puede enviar a la princesa al Más Allá es el Anillo de la Separación que os di al principio —les recordó Sam y colocó sobre el mostrador cinco cajas pequeñas de terciopelo negro, cada una de ellas guardando el anillo en cuestión—. Todo depende de si podéis ponérselo o no.

Crowley observó a los jóvenes pretendientes guardarse los anillos en un bolsillo interior de la chaqueta y después revisó la hora en el reloj de pared de la tienda, con su tic-tac resonando.
—Con la hora de la boda acercándose, los guardias fantasmas deben de estar más alerta que nunca. Si no lográis ser el príncipe ideal, ni siquiera os dejarán entrar al salón de la ceremonia para ver a la princesa —avisó Crowley, aferrándose a la esperanza de aquella última oportunidad desesperada para salvar a Idia Shroud.

Todos los jóvenes volvieron a guardar silencio mientras la realidad volvía a golpearles, siendo conscientes una vez más de que el resultado dependía de ellos.

—No hay problema —respondió Riddle, rompiendo aquel silencio—. Aprovecharé el tiempo que queda para aprender cómo actuar como un príncipe... ¡Demostraré que soy el más indicado para ser el novio!

Rook alzó su ramo en alto.
—¡Haré todo lo que esté en mi mano para demostrar mi amor! Seguro que mis palabras le llegarán al corazón si le expreso mis sentimientos con sinceridad —aseguró con una voz impregnada con emoción.

Epel fue capaz de ignorar las cursilerías de su vice-líder de dormitorio al sentir por una vez la misma determinación que él.
—¡Estoy seguro de que ganaré el corazón de la princesa! —exclamó con convicción.

—¡Eso digo yo! ¡Yo seré quien haga esta propuesta de matrimonio un éxito! —dijo Ace, dejando en claro que no se iba a quedar atrás.

—Conquistaremos a la princesa y salvaremos a Idia, seguro que sí —dijo Yuu y le dirigió una mirada de promesa a Ortho.

Yukiko observó a los chicos expresando su determinación y dejó a Grim en el suelo.
—Buena suerte, chicos —les deseó.

Incluso Grim tenía confianza en que fueran a tener éxito.
—¡La Operación Propuesta será todo un éxito! —exclamó mientras alzaba la pata derecha por encima de su cabeza mientras pegaba un brinco.

Así, todos se pusieron en marcha y los estudiantes salieron al exterior de la tienda para trabajar una estrategia y evitar correr el mismo destino que los pretendientes anteriores.

—Muy bien, tenemos que trabajar para convertirnos en el "príncipe perfecto" que la Novia Fantasma anhela y pedir su mano en matrimonio —anunció Riddle—. Tal y como dijo el director, es nuestra última oportunidad para salvar a Idia; depende de nosotros presentarnos como maridos ideales.

—Entonces... Nosotros cinco somos los únicos que quedan para llegar al comedor y salvar a Idia... —comentó Epel, dándose cuenta de lo solitario que se veía el lugar sin Vil ni los demás.

—Todos los que lo intentaron fallaron miserablemente como unos completos inútiles —bufó Riddle con decepción.

—Eh, no seas tan duro con ellos —lo reprendió Yukiko—. Que le den a Sebek, pero no es culpa de ellos que esa princesa sea una caprichosa con tantos estándares específicos que no se pueden encontrar en una sola persona.

—Auch, esas sí que han sido palabras duras, ¿sabéis? —susurró Grim. Se preguntaba de dónde habrían sacado los mellizos aquella lengua tan afilada—. Pero ahí le has dado.

—Pero yo no tengo ni la menor idea de cómo ser un príncipe o un "novio" —intervino Ace.

—Yo tampoco... —confesó Epel, que solo se le ocurrían ejemplos a partir de lo que había visto en la tele y de las tediosas lecciones de etiqueta que Vil le imponía, y no se sentía exactamente cómodo con la idea de aplicarlas.

A pesar de lo decidido que se había demostrado en el interior de la tienda, Ace comenzó a arrepentirse de dejarse convencer por las mofas de su líder de dormitorio para el plan de rescate.

—Jo... ¿Por qué tuve que unirme a una misión tan complicada? Tampoco es como si Idia fuera popular. ¡Hasta tiene más dificultades para hablar con Yuki que Deuce!

Viendo a dónde iba a parar el estudiante de primero, Ortho frunció el ceño con ofensa.

—Cada persona tiene su atractivo y su propio lugar para brillar —objetó Rook, y Ortho asintió con aprobación por un momento—. En el caso de Roi da Chambre, él reluce mucho mejor cuando habla sobre sus propias pasiones y se centra en sus intereses en lugar de forjar amistades con muchas personas.

—En pocas palabras: es un recluido —resumió Riddle, recordando con cansancio los intentos en vano de mandarlo estar presente en la ceremonia de entrada junto a los demás líderes de dormitorio.

—¡Oui! Exactamente.

Ortho acabó perdiendo la paciencia y se negó a seguir tolerando comentarios negativos sobre su hermano.
—¿Podemos centrarnos en la misión y dejar de criticar el estilo de vida de mi hermano? Tenéis que pensar en cómo presentaros como pretendientes dignos.

Yuu repasó mentalmente los intentos fallidos de sus amigos y compañeros de clase, y se quedó mirando su ramo de rosas.
—Además de querer un príncipe, a esa princesa también le gustan mucho los detalles románticos, tal vez podamos comenzar por ahí —propuso.

Aprobando la idea, Ace asintió y señaló al vice-líder de dormitorio con el pulgar.
—En ese caso, Rook podría conquistar a la Novia Fantasma sin problema —esbozó repentinamente una sonrisa socarrona—. Hablando de eso, ¿qué es lo que piensas hacer para impresionarla?

Conociendo bien a uno de sus estudiantes más astutos y tramposos de su dormitorio, Riddle dedujo fácilmente que se estaba tramando algo entre manos.
—Ace, estoy seguro de que no planeas copiar la idea de Rook para hacer la propuesta, ¿verdad? —cuestionó con un tono de advertencia.

—¡Claro que no! Tan solo estaba pensando en tomarlo como referencia para la mía —insistió él tartamudeando.

Lejos de odiar la idea de que alguien usara una forma de propuesta similar al de él, Rook no tuvo problema en compartir su plan:
—Voy a recitar para ella una poesía llena de elogios.

Usar un poema para proponer matrimonio era algo que se le ocurriría perfectamente a un amante de las artes como Rook, pero no a los demás estudiantes.

—Un poema, ¿eh? Ahora que lo pienso, eso le gustará a una princesa propensa a la fantasía, ¿verdad? —cuestionó Ace, que no rechazaba la idea por completo y se le hacía similar a las canciones que esperaba la novia, aunque tampoco la aceptaba del todo—. Pero... Me cuesta mucho leer poemas o escribirlos fuera de clase.

—A mí también. Aunque soy bueno memorizando poemas de otras personas, jamás he escrito uno yo mismo —admitió Riddle.

—Ni yo, soy más de prosa —comentó Yuu.

—Sin embargo, me gustaría escuchar sus obras originales, Rook. ¿Qué clase de poesía tiene en mente para recitarle a la Novia Fantasma? —continuó Riddle, interesado, decidiendo tomar la palabra de Ace por una vez y para obtener referencias por parte de un experto.

—Veamos... —Tratando de elegir alguna obra de su repertorio que fuera adecuada para la ocasión, Rook se quedó en silencio hasta que se le ocurrió una—. ¡Oh! Esta debería servir, decidme qué os parece. Voy a comenzar.

Se aclaró la garganta y comenzó a recitar:

Las flores de junio, te enseñan amor.

La lluvia de junio, esconde tus lágrimas.

Aunque en julio desapareciste,

en julio te volví a ver.

Eres un pájaro libre, puedes volar con suaves alas.

Y yo no soy más que una mísera rama,

una que se balancea con solo tu calidez.

¡Oh, que no salga el sol!

¡Que esta bella ave nunca cese de refugiarse de la lluvia junto a mí!

—Fin —finalizó con una leve sonrisa aquella poesía que había recitado con sentimiento y emoción, especialmente en los últimos versos.

Cuando se quiso dar cuenta, Epel y Ace mostraban expresiones de absoluto horror y consternación.

—Nop. No pienso hacer eso... —declaró Ace con algo de vergüenza.

Rook no pareció sentirse ofendido o herido por el rechazo.
—Oh, ¿no os ha gustado? Supongo que aún le queda por mejorar. Pero no hay problema, ¡pensaré en algo mucho más bello para el evento principal!

—¡No me refiero a eso! Lo que quiero decir es que jamás haría un poema en el que compare a mi pareja con un pájaro —respondió Ace con energía.

—Si digo la verdad, me da vergüenza de solo pensar decir cosas así, creo —admitió Epel en un suspiro.

—¿Verdad que sí? Esto... Lo siento, Rook. Te pedimos que recitaras uno, pero no creo que estemos listos para componer poemas —finalizó Ace.

—¡Non, non! No se trata de estar preparado o no. La poesía se basa en la emoción, todo el mundo puede encontrarla en sus corazones. Y yo creo que lo más importante es decir lo que está en tu interior. Si no lo expresas nunca, jamás podrás decirle "Très Bien" o "Je t'aime" a la otra persona y no lo sabrá.

Epel volvió a echarle un vistazo rápido a Yukiko, teniendo cuidado de que nadie lo notara.
—Estoy de acuerdo en que es importante expresar tus sentimientos, pero... Soy demasiado tímido para hacerlo, me es imposible —confesó, cohibido, y cerró los ojos.

—Ya, recuerdo que a mí me costó un poco confesarme a mi primera novia —dijo Yuu, pensando también en el chico con el que solo había durado un mes por lo incómodo que se sentía este expresando afecto.

—Comprendo. ¡Entonces recitaré otro más para nuestros principiantes! —exclamó Rook, que ya se le había ocurrido un poema que consideraba más sencillo—. Aquí voy.

Y así, volvió a recitar:

Si no fuera por ti, yo no podría aquí estar.

Si no fuera por ti, no podría soñar.

Si no fuera por ti, ¡quién me podría guiar!

A los demás les gustó más aquella poesía, incluso Riddle asintió con aprobación.

—Eh, esta no tiene metáforas vergonzosas. ¡Y es mucho más fácil de decir! —interrumpió Ace, alegrándose de tener un ejemplo que lo ayudaría a hacer uno él mismo sin mucho problema.

Alborozado por la recepción positiva, Rook continuó recitando:

Cuánta gratitud siento al tenerte,

¡Mi querido director!

—Fin.

El consenso positivo del grupo se tornó inmediatamente en incredulidad y estupefacción, y todos y cada uno de los miembros se estremeció, incluido Riddle, que solo perdía la compostura cuando se enfadaba o cuando Floyd hacía alguna de sus travesuras.

—¡Espera...! ¡¿EL POEMA ERA PARA EL DIRECTOR?! —chilló Ace.

—¿¡No estaba dedicado a la Novia Fantasma!? —preguntó Epel en voz alta. Ni él había pensado que llegaría el día en que la extravagancia de su vice-líder de dormitorio llegaría a un nivel tan descomunal hasta aquel punto.

Sin tomarse a mal la reacción de sus estudiantes de año inferior, Rook explicó su poema con una sonrisa tranquila:

—Pensé que sería más fácil de entender para vosotros si se lo dedicabais a alguien familiar para vosotros.

Comprendiendo de alguna forma aquella peculiar forma de inspiración que no lo convencía del todo, Riddle suspiró:
—Ya me lo imaginaba. Es importante respetar al director, por supuesto. Sin embargo...

Se preguntó si su opinión sobre la idea sería una ofensa al estudiante de tercero, pero Ace adivinó lo que iba a decir su líder de dormitorio.

—Tal y como dijo Epel, eres capaz de alabar cualquier cosa, Rook —terminó Ace, siendo directo—. Pero... ¿Eso no parece muy falso? A mí no me gustaría si una persona que alaba todo me dijera cumplidos, no sería capaz de creérmelo...

Esta vez afectado por el comentario, Rook se llevó una mano al pecho.

—¡Es descorazonador que dudes de mí! ¡Yo jamás haría otra cosa que expresar mis verdaderos sentimientos! —dijo exageradamente antes de volver a sonreír de forma serena—. El mundo está lleno de belleza, yo solo amo todo de igual forma.

Aquella forma de pensar de Rook tenía un carácter romántico y era una buena filosofía para la vida, pero el tema le recordó a Ortho que la Novia Fantasma también se iba a enfadar si la adulaban de más:
—Tomemos en cuenta que es esencial que la Novia Fantasma se lo tome en serio; el señor Azul Ashengrotto lo hizo todo lo requerido al pie de la letra y ella no tardó en darse cuenta que era falso —puntualizó—. Hay que actuar románticamente, pero cuidaos de no andaros por las ramas hasta el punto de sonar sospechosos.

Todos lo tuvieron en cuenta.

—Yo, por mi parte, te dejaría a ti los poemas para la propuesta, Rook. Creo que eres el único ahora mismo que lo puede dominar —aconsejó Yuu, que tampoco se veía capaz de crear un poema romántico en tan poco tiempo.

—Estoy de acuerdo, también se vería extraño si todos tuviéramos la misma forma de propuesta; pero le agradezco que nos haya mostrado ejemplos, tal vez nos inspire a crear nuevas ideas a partir de él —dijo Riddle, estando de acuerdo en que él ejecutaría la idea mejor que nadie.

Le aliviaba que no había que pasarse de peculiaridades románticas en su propuesta, pero Epel seguía sintiéndose nervioso por tener que seguir tantas pautas para parecer el príncipe que aquella princesa soñaba encontrar en su vida y lo seguía haciendo tras su muerte. Seguramente era por el límite de tiempo, pero ni siquiera las indicaciones de Vil lo ponían tan nervioso como aquella imagen idealizada.

—Un príncipe ideal, ¿eh? —murmuró en voz alta.

Notando su desánimo, Ace lo miró de pies a cabeza.
—Yo diría que eres un buen candidato a uno, Epel —opinó, sorprendentemente sin malicia alguna.

—¿¡Qué!? —exclamó Epel, atónito, preguntándose si se estaba burlando de él.

—Dejando la altura de lado, encajas perfectamente con la vibra de un príncipe. Y con ese traje vas listo —aseguró Ace—. A lo mejor si te pones zapatos con plataforma, te irá mejor y todo.

—No pienso hacer eso... —se rio Epel de forma nerviosa.

Sin sentirse muy complacido con la mención de ser bajo como una desventaja para encontrar pareja, Riddle hizo contacto visual con Ace:
—Por otra parte, Ace, creo que nuestro mayor problema aquí es tu forma grosera de hablar; estás muy lejos de parecerte a un príncipe.

Ace esbozó otra sonrisa socarrona.
—¿Tú crees? ¿Y qué me dices de Leona? Él es igual.

—Lo sé, y te recuerdo que fue rechazado. Si vas a fingir ser un príncipe, podrías, por lo menos, hacer un mínimo esfuerzo en intentar comportarte como uno.

—Sí, líder de dormitorio —respondió Ace, ahora temiendo enfadarlo si fallaba y acababa como Leona.

—Bueno, teniendo en cuenta nuestra encomienda, nos queda mucho que preparar. Propongo que nos separemos por el momento —propuso Rook.

—¿Y eso? —preguntó Yukiko.

—Para ensayar nuestros papeles por separado; tenemos que aprender nuestras líneas.

—Ah, entiendo.

—De acuerdo —asintieron los demás pretendientes y todos excepto Yuu se marcharon en direcciones distintas con sus nuevos ramos.

—Yo volveré dentro con el director. Hace rato que no vemos cómo están las cosas en la escuela y quiero revisar las cámaras con él —decidió Ortho, esperando que no le hayan hecho nada imprevisto a su hermano—. Os deseo suerte, ¡y dadlo todo!

—Gracias, cuídate —se despidió Yuu antes de que el androide entrara nuevamente en el edificio.

Grim y los mellizos se quedaron en el exterior, escuchando la calma de la noche.

—Pues... ¿Qué tienes en mente para proponerle a la princesa, Yuu? —le preguntó Grim.

Incluso si era una propuesta falsa a la que se había ofrecido voluntario y no tenía arrepentimientos, Yuu se puso nervioso con solo pensar declararse a una fantasma que había hecho daño a sus amigos, secuestrado a Idia para casarse con él pese a su constante oposición y básicamente tenía la intención de matarlo en unas pocas horas.

—Para ser sincero, no estoy muy seguro —admitió—. Se me ocurre hincar la rodilla y enseñarle el anillo. Pero antes tengo que profesarle "mi amor", claro.

—Sácate cualquier cosa que hemos visto en películas —propuso Yukiko sin rodeos y, de repente, se le ocurrió una idea—. Eh, mejor aún. ¿Recuerdas ese grupo de chicos idol que solíamos escuchar en casa? Tenían un par de canciones especiales sobre bodas que sacaron en junio. ¿Qué te parece?

Yuu pareció considerarlo.
—Suena bien, esas canciones eran preciosas, y tenían muchas otras sobre amor. Pero no sé, sonará muy falso si me aprendo la letra de memoria y me sale como en una obra de teatro.

—No tienes por qué aprendértelas, solo crea algo inspirándote con ellas. No es como si fueras a hacer un poema como Rook.

—Esos poemas eran tan raros que me dieron ganas de reírme un montón —admitió Grim—, pero me daba miedo que Riddle se cabreara y me pusiera su collar en el cuello, sabéis...

—Porque reírse del trabajo de otras personas está mal, Grim —lo regañó Yuu con suavidad—. Podría trabajar con eso, será fácil. Bueno, o eso quiero creer...

Yukiko notó el nerviosismo de su hermano por su expresión y por la forma en que apretaba el ramo:
—¿Qué pasa? ¿Crees que la princesa te rechazará? O sea, peor que Idia no vas a estar y te mereces alguien mucho mejor que esa loca, ya tuviste suficiente con una —le dijo con intención de levantarle el ánimo y le dio un amistoso golpe en el hombro—. Si aún tiene un mínimo de cerebro y de buen gusto, verá lo perfecto que eres como pareja. Bueno, no es como si la conocieras, pero viendo que a ella no le importa eso, ¡ya le vale escuchar lo que le quieres decir! ¡Y encima con lo guapo que vas!

Yuu sonrió cohibido y se sonrojó por todas aquellas cosas buenas que su hermana había dicho sobre él, aunque lo hubiera hecho hablando de forma condescendiente sobre aquella fantasma. Ahora se sentía mucho más confiado para continuar con la propuesta.

—Gracias, Yuki.

—Ni lo menciones. ¿Quieres que te ayude a crear la propuesta? No quiero ni imaginarme estar en tu lugar y declararme a una secuestradora.

—No hace falta, gracias. Creo que ya lo tengo controlado —aseguró Yuu—. No me encanta la idea de proponerle matrimonio, por supuesto, pero tampoco es como si fuera a estar solo en esto. Es más, ¿por qué no vas a ver qué tal van los demás? Ellos también podrían necesitar ayuda.

Yukiko recordó que Ortho le había pedido que vigilara a los chicos para que no causaran problemas y ya tenía confianza en Yuu y en Rook, quien ya estaría trabajando en su poesía, pero le preocupaba que la rigidez de Riddle y la timidez de Epel les dificultara hacer sus propias propuestas. Y ya le costaba imaginarse a Ace consiguiendo novia, así que aceptó la idea y se puso en marcha.

—¿Seguro? Pues me parece bien. Suerte, ahora vuelvo —se despidió—. Grim, usa tus grandes habilidades de hechicero y protege a Yuu en caso de que vengan fantasmas malvados. ¡A quemar traseros!

Grim se jactó y se dio una palmada en el pecho.
—Eso no tienes ni que decirlo, ¡es mi responsabilidad proteger a mi secuaz con todo mi poder, sabes!

Yukiko se rio con lo adorable que era antes de correr hacia la calle principal de la escuela, justo por el camino donde había visto a Epel dirigirse.

No tardó en encontrarlo entre las estatuas de los Siete Grandes. Epel levantó la mirada de su ramo al escuchar pasos y se dio la vuelta para ver de quién se trataba.
—¿Eh? Oh, eres tú Yuki. ¿Qué haces aquí? —preguntó, con un deje de sorpresa.

—Acabo de ayudar a Yuu con su propuesta, así que estoy viendo qué tal van los demás. ¿Y tú, qué tal? Se te ve incómodo...

Epel se reajustó un poco la pajarita.
—En parte es este traje; no estoy acostumbrado a llevar ropa tan ajustada como esta, y es difícil moverse... Aunque a mi nana, digo, a mi abuela le encantaría verme con esto. Cuando todo esto termine, ¿podrías sacarme una foto?

—¡Por supuesto! Seguro que le encanta.

—Gracias, seguro que se preguntará si nos estamos vistiendo como novios para un evento de la escuela —respondió Epel entre risas, pero acabó cerrando los ojos y suspiró abatido—. Pero también sigo tratando de pensar cómo hacer una propuesta como un príncipe perfecto; ya me suelen decir que no soy un buen actor, así que me preocupa... Y teniendo en cuenta que incluso Vil y Leona han fallado, no sé cómo imitar lo que está buscando la princesa.

—Y no te culpo en absoluto, pero no pienses demasiado en eso; Vil es un actor profesional y el tipo más perfeccionista que conozco, y ni él ha alcanzado los estándares... Tal vez pueda ayudarte. ¿Hay algo que se te ocurra?

Epel se lo pensó por un momento, y una leve sonrisa se dibujó en su rostro al fijarse una vez más en su ramo de blancas flores.
—Bueno, estoy seguro que un príncipe ideal se declararía de una forma guay y llamativa. Ya sabes, como en un libro o en una película, cuando se arrodilla ante la princesa y le entrega una rosa...

Dicho aquello, hincó la rodilla en el suelo delante de Yukiko, sorprendiéndola, y le presentó el ramo con un gesto elegante:
—Y le dice algo como "¿Me concedes el honor de casarme contigo?" O algo así...

Aunque era consciente de que su amigo solo estaba emulando para describir la idea, Yukiko no pudo evitar abrir los ojos como platos y sonrojarse levemente. Epel se veía tan encantador... Y verlo con aquel deslumbrante traje no la ayudaba en absoluto a controlar aquella sensación en el pecho, como si la hubieran fulminado con una flecha.

Sin embargo, tras darse cuenta de lo que estaba haciendo, Epel palideció y se levantó rápidamente.
—¡No, no, no, no! ¡No puedo hacerlo! —chilló, retrocediendo apresurado—. Ese es el tipo de cosas cursis que haría Rook. ¡Pero a mí me estremece de solo pensarlo! —Se dio cuenta de la desconcertada reacción de Yukiko y se sintió incluso peor—. ¡Madre mía, cuánto lo siento, Yuki! Me dejé llevar y...

—¡No, no! Tranquilo, no pasa nada —aseguró ella con un apresurado gesto con las manos, sintiendo algo de pena porque no hubiera durado un poco más—. Estoy segura de que a la princesa le gustaría ver algo así, pero no es algo con lo que te sientas a gusto, ¿verdad?

Epel negó con la cabeza, aliviado al ver que, al menos, ella no se había sentido incómoda por su bochornosa acción. El problema ahora era que ya no se le ocurrían muchas más ideas para proponer matrimonio sin desear que se lo tragara la tierra.

—Sí que es difícil ser el príncipe perfecto... —murmuró con un suspiro.

Tenían que pensar en alternativas, lo cual podría tomarles más tiempo. Fue entonces cuando se escuchó un sonido de pasos firmes acercarse.

—Espero no interrumpir, ¿tenéis un momento? —preguntó una voz seria, pero tranquila.

Ambos compañeros de clase se dieron la vuelta y reconocieron rápidamente al estudiante de Diasomnia de pelo plateado.

—Ah, Silver —lo saludó Yukiko, extrañada por verlo ahí. ¿Acaso no estaba haciendo guardia en su dormitorio?

—Buenas noches, Yuki. Espero que hayáis tenido éxito en encontrar más voluntarios para llevar a cabo el plan de rescate.

—No te preocupes, lo hemos conseguido. Digamos que nos estamos preparando antes de ponernos en marcha.

La expresión de Silver apenas cambió, pero su semblante se suavizó un poco.
—Es bueno saberlo, os deseo suerte.

—Me acuerdo de ti, actuaste en la película de Vil aquella vez —lo reconoció Epel, que solo lo conocía de vista y vagamente por su interpretación de un jinete sin cabeza para colaborar, a petición del líder de dormitorio de Pomefiore, en el club de estudio cinematográfico. Nunca habría sabido que se trataba de él si no se lo hubieran dicho.

—Estás en lo correcto —respondió Silver, dirigiéndose ahora a él—. Tú eras parte de su dormitorio. Tu nombre era...

Silver tampoco lo conocía de mucho, pero le dio algo de corte no recordar su nombre a pesar de que Lilia lo había mencionado en un par de ocasiones.

—Epel —respondió el estudiante de Pomefiore, presentándose.

—Ah, es verdad. Epel. Siento la intromisión, pero estoy buscando a lord Malleus. ¿Alguno de vosotros lo ha visto? —preguntó, explicando el motivo de su presencia fuera del dormitorio.

—¿Malleus? No, no lo he visto desde que fuimos a Diasomnia para pedir ayuda —respondió Yukiko, negando con la cabeza.

—Yo tampoco lo he visto, lo siento. ¿Ha pasado algo? —preguntó Epel.

El estudiante de segundo se llevó una mano a la cabeza y suspiró, avergonzado.
—Aparté la vista de él por un segundo y se marchó del dormitorio. Soy incapaz de encontrarlo desde entonces —explicó—. Conociéndolo, estoy seguro de que no le pasará nada, pero nunca se es demasiado cauteloso. Cambiando de tema, parecía que ambos teníais mala cara. ¿Va todo bien?

Epel volvió a sujetar el ramo con suavidad.
—Estamos bien. Es solo que... Tengo que parecerme a un príncipe de verdad —murmuró, desviando la mirada al suelo.

—Ah, comprendo. Eres uno de los que van a proponerle matrimonio a la Novia Fantasma para salvar a Idia y a los demás, ¿verdad? Supongo que Yukiko estaba aquí tratando de ayudarte.

—Sí...

—Estamos tratando de pensar "cosas principescas" que le gusten a la princesa, pero es más complicado de lo que parece —explicó Yukiko.

Ya que no podía participar en el rescate debido a su deber, Silver se unió a la conversación para ofrecer ayuda, incluso si fuera solo un poco:
—Un príncipe, ¿verdad? Si tuviera que pensar en ejemplos, el primero que se me ocurre es lord Malleus.

—Por lo que puedo entender, a la novia le importa más la imagen que ella tiene en la cabeza que los linajes o los títulos —puntualizó Epel.

Silver asintió, comprendiendo que hacía falta ser más específico para lo que tenían por delante.
—Hmm... Había oído algo al respecto. Es un reto bastante complicado. ¿Pero sabéis? Cuando era pequeño, mi padre llegó a hablarme de requisitos que se consideraban necesarios en un príncipe perfecto.

Epel dio un respingo.
—¿¡De verdad!? ¡Dinos cuáles son, por favor! —le pidió, aliviado por la posibilidad de conseguir más ideas con las que trabajar.

A Yukiko le brillaron los ojos. ¡Pues claro! Lilia era un hada que había vivido por siglos y tutor de Malleus, debía de saber un montón sobre el arquetipo de príncipe que Eliza ansiaba más que nada.

Silver se llevó una mano al mentón, buscando en su memoria requisitos que pudieran servir:
—Creo que uno de ellos decía... Que "si una princesa comienza a cantar, el príncipe tiene que unirse y armonizar perfectamente con ella".

Yukiko pasó del entusiasmo a quedarse boquiabierta, y a Epel tampoco le gustó la idea en absoluto:
—¿Qué? ¿¡Cantar en dueto!? Incluso estando en el karaoke, ser arrastrado a cantar con alguien me sacaría de quicio... Ah, digo, me pondría de mal humor...

—Y algunos trataron de cantar con ella y no sirvió de mucho —añadió Yukiko—, así que espero que a la novia no le dé por cantar esta vez.

Silver continuó pensando.
—Otro requisito para un príncipe era... Que "sus dientes sean tan blancos que reflejen la luz solar".

Los dos estudiantes de primero se estremecieron nada más imaginárselo.

—¿¡Acaso existe una persona con los dientes así!? —chilló Epel, alarmado.

—No se me ocurre a nadie en absoluto, y creo que necesitas ir a un dentista para que te los dejen así de blancos —dijo Yukiko.

Silver no los culpó mucho por desaprobar aquella característica tan extravagante.
—Yo también lo encontré extraño. Estoy seguro de que las cosas son diferentes dependiendo de la época y de la cultura.

«Eso, o Lilia solo estaba bromeando», pensó Yukiko. Si Lilia había dicho algo más o menos normal para parecerse a un príncipe ideal, no parecía que Silver se acordara de mucho.

Se dio cuenta de que Epel tenía la mirada perdida en el edificio de la escuela, donde la boda estaba a punto de comenzar.
—¿Estás bien? —le preguntó en voz baja.

—Sí, me siento más tranquilo tras hablar con Silver —respondió él, susurrando con pesadumbre—. Al menos me ha hecho darme cuenta de que no valgo para príncipe.

Verlo tan desanimado le rompió el corazón a Yukiko; le recordaba mucho a cuando Vil lo regañaba o lo mandaba hacer algo que no le gustaba...

—Epel, no digas eso...

Ajeno al diálogo de los estudiantes de primero, Silver pensó un poco más y se le ocurrió algo:
—Ah, acabo de recordar otra cosa más sobre cómo ser un príncipe perfecto. Esta es extremadamente crucial.

Teniendo una buena sensación, Epel abrió los ojos y volvió a dirigirse a Silver.
—¿De qué se trata...?

—Casi me había olvidado lo más importante: un príncipe siempre aparece cabalgando un caballo blanco.

Aquella idea sí que le parecía más convincente. Epel recuperó algo de confianza para seguir adelante con la propuesta.
—Un caballo... Había un rancho cerca de mi casa, así que tengo experiencia por montar de vez en cuando. ¿Pero tiene que ser blanco?

Silver asintió con firmeza.
—Absolutamente, tiene que ser blanco. Aunque no sé cuál es el motivo detrás de ello.

—Apuesto que es porque un caballo blanco es más llamativo. Y también porque lo idealizan mucho por ser más "puro", "fulgurante", "clásico", "salido de ensueño" —respondió Yukiko, haciendo gestos cómicamente exagerados con cada adjetivo—. O por lo menos vimos algo así en clase de literatura, seguro que la princesa piensa algo similar.

A Epel le divirtió que ella se detuviera tan abruptamente tras imitar el comportamiento de Rook y algunos estudiantes de su dormitorio; lo ayudó a sentirse más aliviado.
—Tiene sentido... ¡Eh, espera! Estás en el club de equitación, ¿verdad, Silver? ¿Tenéis caballos blancos en los establos?

La supuestamente imperturbable expresión de Silver se tornó ligeramente incómoda.
—Tenemos uno...

—¿De verdad? ¿Me lo podrías enseñar? —le pidió Epel, con una nueva chispa de esperanza en sus ojos—. ¡Estoy seguro de que un caballo blanco me ayudará a parecerme más a un príncipe!

Por otro lado, Silver no parecía tan seguro por algún motivo, pero supuso que no pasaría nada por mostrárselo.
—De acuerdo, te llevaré a verlo. Pero recomiendo que vengas solamente tú. Sé que tienes buena mano con los animales, Yuki, pero este caballo en particular es realmente huraño y es mejor que se le acerquen menos personas para que no se ponga nervioso.

—¿De verdad? No hay problema, te paso el relevo para ayudar a Epel —respondió ella antes de dirigirse a su amigo—: ¿Lo tendrás todo controlado desde aquí?

—Creo que sí —contestó Epel, ahora mucho más animado—. Gracias por tu ayuda, deberías ir a ver qué tal van los demás, tal vez.

Yukiko se encogió de hombros en un gesto de modestia.
—Bueno, tampoco creo que haya hecho mucho aquí. Ha sido Silver quien te ha dado la idea.

—No, créeme. Me has ayudado mucho con solo estar aquí... —aseguró Epel con una sonrisa tímida—. Me ocuparé de todo a partir de aquí, ahora nos vemos.

Lo vio seguir a Silver por el camino hacia los establos de la escuela. Pero antes de que se alejara demasiado, Yukiko corrió para volver a acercarse.
—¡Espera, Epel! Una cosa más.

Los dos jóvenes se volvieron a dar la vuelta. Silver no se movió y esperó a Epel, suponiendo que a ella se le había olvidado decirle algo más a su compañero de clase.

—¿Qué pasa?—le preguntó Epel, sorprendido.

Yukiko dudó por un momento, pero no quería arrepentirse de no haberle dicho lo que pretendía desde hacía un rato.
—Solo quería decirte que... —tragó saliva—. No importa si te pareces a un príncipe o no, para mí sigues siendo perfecto tal y como eres. ¡Y si nadie más es capaz de verlo, están ciegos o no saben lo que se pierden! Esta propuesta te va a salir genial, estoy segura de ello.

Epel se la quedó mirando con los ojos muy abiertos, haciendo que ella se quedara de piedra. ¡Oh, no! Eso había sonado demasiado directo. Solo había dicho lo que pensaba de verdad, ¿pero y si a él le parecía demasiado cursi y lo incomodaba? ¿Se lo tendría que haber pensado dos veces antes de decir nada?

Para su sorpresa y gran alivio, las mejillas de Epel se enrojecieron y este se rio suavemente.
—¿De verdad piensas eso de mí? —le preguntó con un tierno tono de voz.

Yukiko inspiró profundamente, agradeciendo internamente que se lo hubiera tomado bien.
—Sí... Y por eso sé que te va a ir muy bien —repitió.

—No sabes lo mucho que me alegra oír eso. Muchas gracias, Yuki... ¡Oh, ya sé! —Examinó una vez más su ramo y, con mucho cuidado, sacó una pequeña rosa blanca y se la tendió—. Sé que te gustan más las rosas rojas, pero quiero darte esta; para que no seas la única de nosotros en no tener flores.

Yukiko dio un pequeño respingo admirado, pero no estaba segura si quedarse con la flor sería apropiado.
—¿Estás seguro? Tú la necesitas más para declararte a la Novia Fantasma.

—No te preocupes, tengo más que suficientes —insistió él—. Y no se me va a estropear el ramo por darte solo una, no se nota nada.

No queriendo rechazar el detalle, Yukiko sonrió y sujetó con ambas manos el tallo, al que ya le habían quitado las hojas y las espinas para hacer el ramo.
—Muchas gracias, la cuidaré bien. Bueno, ¡no te entretengo más! Ve a por ese caballo y, como diría Leona: prepárate.

—¡Ja, ja! Claro que lo haré. Nos vemos ahora.

Epel regresó al lado de Silver y ambos se dirigieron finalmente a su nuevo objetivo. Silver era consciente de que la relación de ambos estudiantes de primero no iba más allá de la amistad, pero si no supiera nada más, habría jurado que aquel momento que había presenciado había dado sensación de que había algo mucho más que eso...

Antes de irse ella también, Yukiko se quedó mirando el edificio de la escuela e inspiró el dulce aroma de la rosa que le acababan de regalar.

—Princesa Eliza, sé que tienes tu propio tipo; yo también tengo el mío —dijo en voz alta—. Pero como se te ocurra rechazar a Epel con una de tus bofetadas, te la devolveré yo con más fuerza aún —advirtió.

Era dudoso si podía ponerle la mano encima a un ser intangible, pero siempre podía contar con el uso controlado de su magia gracias a su gargantilla blanca, la cual pensaba llevarse encima por si acaso. Podría haber usado también el irritante llavero de alarma que le había dado el director si no fuera que se lo había dejado en Ramshackle antes de la invasión.

Pero usar la fuerza física no estaba entre las opciones, así que dejó de lado aquellas ideas y regresó rápidamente a la tienda de Sam. También habían regresado Ace y Rook; el primero estaba hablando con Yuu, y el segundo, revisando algo en un pequeño cuaderno de notas.

—¿Qué hay, chicos? —saludó al llegar allí.

—Hola, Yuki —Ace le devolvió el saludo—. Yuu y Grim me han contado que ibas a echarnos una mano con las propuestas. ¿Dónde estabas?

—Con Epel. Él ya sabe cómo hacer la suya, ya volverá. ¿Y vosotros, qué tal?

—Yo ya he finalizado mis poemas —anunció Rook—. Estos son nuevos, así que me pareció idóneo comprar esta libreta en la tienda para apuntarlos y regalárselos a la Novia Fantasma junto al anillo.

—Bien pensado. Espera, ¿has dicho "poemas"?

—¡Oui! La inspiración fluía como una catarata de aguas cristalinas, así que acabé escribiendo dos más. Esta vez voy a esperar a la propuesta para recitarlas en voz alta. Quiero que experimentéis escucharlas por primera vez junto a la Novia Fantasma.

Grim rodó los ojos y los tres estudiantes de primero soltaron una risa floja.

—Es bueno saber que te has esforzado mucho —comentó Yuu por decir algo.

—¿Y tú qué tal, Ace? —le preguntó Yukiko, cambiando de tema—. ¿Necesitas ayuda con algo?

—Gracias, pero no hace falta. Estaba hablando de ello con Yuu y Grim ahora, pero creo que ya sé cómo declararme.

—¡Genial entonces! ¿Qué vas a decir?

—No me liaré mucho, le diré algo de que lo pasaremos bien juntos, y que incluso si pasamos por peleas o malos momentos, nuestro amor será muy fuerte para superarlo. Algo un poco más realista, pero con romance. Así se sentirá confiada para cuando le ponga el anillo.

—No creo que esa Novia Fantasma sea muy fan del realismo, pero seguro que funciona —juzgó Yukiko con aprobación—. Entonces solo quedaría Riddle, ¿dónde está?

Era justo el líder de dormitorio de Heartslabyul quien más le preocupaba. Seguro que tenía una buena idea de cómo debía comportarse un príncipe y cómo se declararía uno, pero su carácter estricto e inflexible arriesgaban que la propuesta sonara poco afectuosa y recibiera una bofetada a cambio.

—Es verdad, no lo he visto desde hace rato, sabéis —comentó Grim, alzando las orejas.

—Al momento de separarnos, me fijé por casualidad que Roi des Roses estaba dirigiéndose a la bóveda de los espejos —indicó Rook—. Estoy seguro de que se ha ido a su dormitorio.

—Supongo que se concentrará mejor allí para ensayar —comentó Yuu.

No tan convencido de eso, Ace se dio una palmada en la frente; conocía demasiado bien a su líder de dormitorio.

—Eso, o le ha dado por querer seguir una de sus normas raras en el peor momento posible —farfulló—. Deberías ir a por él, Yuki. No es tan descuidado para olvidarse de la misión, pero puedo esperarme cualquier cosa de él. Cuando lo veas, dile que nos reuniremos en la entrada de la escuela, ¿vale? Nosotros tres ya estamos listos.

—Entendido, nos vemos ahí.

—Espera, ¿qué es eso que tienes ahí? —la detuvo Grim al darse cuenta de la rosa blanca que estaba sujetando.

—¿No es esa una de las rosas del ramo de Monsieur Manzana Silvestre? —reconoció Rook, abriendo los ojos como platos—. ¿Te la ha regalado él? ¡Qué detalle tan bello de su parte! En el lenguaje de las flores, las rosas blancas simbolizan pureza e inocencia.

Yukiko sonrió y les mostró la flor.
—Ah, sí. Me la dio para que no fuese la única sin rosas; creo que también fue para darme las gracias por ayudarlo. Pero bueno, será mejor que vaya.

Se fue corriendo en dirección al edificio donde estaban las entradas a los dormitorios de la escuela. Ace alzó una ceja mientras la veía irse.
—¿Soy el único que no cree que Epel le dio esa rosa solo por agradecimiento? —preguntó con picardía.

Comprendiendo a qué se refería, Yuu se rio suavemente. Había notado en Epel las típicas señales de un chico comenzando a desarrollar sentimientos por alguien.
—Bueno, Epel y Yukiko solo son amigos; no tiene por qué significar nada más —dijo, tratando de dejar la conversación hasta ahí.

—Vamos, has pasado tiempo con Epel, y Yuki es tu hermana. ¡Seguro que has notado algo entre ellos! ¿O acaso no has visto lo nerviosa que ella se puso cuando lo vio con el traje?

—¿Tú crees? Yo no los he visto actuar muy diferentes hasta ahora, sabéis —opinó Grim sin sentirse muy convencido—. ¿Seguro que no es pasarse decir que se gustan de esa forma?

Divertido, Rook se llevó un dedo a los labios y guiñó el ojo.
—Paciencia, chicos. Los sentimientos son como un pequeño capullo de flor: necesitan tiempo y dedicación para que puedan crecer y florecer con esplendor.

—¡Aw...! —exclamó Yuu ante aquella bonita comparación.

Por otra parte, Ace y Grim pusieron cara de asco.
—¡¿Tenías que decir algo TAN CURSI?! —chilló el monstruo.

—Jo, y encima tengo que hacer una propuesta como un príncipe. ¡Por qué digo nada! —exclamó Ace, arrepintiéndose de elegir el peor momento posible para meterse con Yukiko a sus espaldas.

Yuu fue incapaz de aguantar más y estalló riéndose de las reacciones de sus amigos.

Sin saber que estaban debatiendo sus posibles sentimientos, Yukiko llegó a la bóveda de los espejos y atravesó rápidamente el espejo que la llevaría a Heartslabyul.

Jadeó para recuperar el aliento tras aquella carrera mientras inspeccionaba el lugar con la vista. Era la primera vez en mucho tiempo que visitaba de noche aquel sitio que le gustaba tanto, y el sitio se iluminaba con las farolas de la calle y con las luces del edificio, indicando que había gente despierta.

Quiso entrar en el edificio para buscar a Riddle o para preguntar por él hasta que escuchó un repetitivo ruido metálico en el laberinto del jardín, justo detrás de ella.

«Suena como unas tijeras... ¿Qué estarán haciendo aquí a estas horas?», pensó antes de adentrarse entre las verdes paredes llenas de hojas.

Siguió el sonido hasta una zona amplia, suponiendo que se trataba de algún estudiante; si fuera el caso, podría preguntarle sobre el paradero de Riddle. Pero cuando se asomó a la pared, no se pudo creer lo que estaba viendo.

—Pero qué... ¿¡RIDDLE!?

Sobresaltado por el repentino grito, Riddle cerró de golpe las tijeras de podar.
—¡Por el amor de la Reina! No me des esos sustos, Yuki —exclamó mientras se llevaba una mano al pecho—. ¿Qué haces aquí? No alces la voz cuando estoy podando los rosales, ¿y si hubiera cortado algo de más?

Estaba podando un bonito rosal con forma de corazón en medio de la noche, encima con el traje elegante que se acababa de poner. Y a juzgar por todas las ramas, hojas y flores en una bolsa de basura medio lenna y las que estaban esparcidas alrededor de un rosal diferente, ya debía de llevar un rato en ello. Si era algo relacionado con las reglas del dormitorio, Ace había acertado de lleno.

—Vale, lo siento; no lo sabía. Pero ¿por qué estás haciendo eso ahora? ¿No deberías estar trabajando en tu propuesta? No nos queda mucho tiempo...

—Eso ya lo sé, y ya la terminé hace un momento —respondió Riddle antes de volver a fruncir el ceño y señaló su alrededor con las tijeras—. Y de acuerdo con las reglas de la Reina de Corazones, tengo que podar estas rosas antes de mañana. ¡Pero con toda esta tontería de la Novia Fantasma, no estoy ni cerca de terminar! —Regresó a su tarea y se subió a las escaleras para podar la parte superior del rosal con mal humor—. Ya estoy bastante ocupado ahora mismo. ¿¡Por qué tengo que ser yo quien las pode!?

Desató su frustración cortando unas ramas que sobresalían ligeramente de un solo golpe.

—¡Pues no lo hagas! —exclamó Yukiko, tratando de hacerlo entrar en razón—. Eres el líder de dormitorio, ¿no? Pídeselo a otro de tus estudiantes, no tienes porqué hacer esto tú. ¡Te vas a arruinar el traje nuevo!

—No te preocupes por el traje, tengo experiencia podando sin hacer un desastre. Pero en algo te equivocas, Yuki: como líder de dormitorio, debo hacerme responsable de mi dormitorio, y no tengo tiempo para buscar estudiantes que no se han ido a dormir aún —Sus cortes se volvieron más violentos y el metal de las tijeras, más sonoro—. Trey y Cater no deberían haberse dejado capturar tan fácilmente. ¡En cuanto regresen aquí, rodarán sus cabezas!

Terminó aquellas amenazadoras palabras con un fuerte corte y una rosa roja de escaso tallo cayó de golpe al suelo, acentuando su significado y haciendo que Yukiko se llevara la mano libre al cuello, nerviosa. La exasperación del líder de dormitorio era uno de los motivos por los que al final se alegraba de estar en Savanaclaw en lugar de Heartslabyul.

—Esas palabras han sido realmente inquietantes —sonó con interés una voz serena.

Yukiko se sobresaltó al sentir la inesperada presencia de Malleus, que estaba acercándose con paso tranquilo.
—¡Oh! Hola, Malleus —lo saludó—. Así que has decidido pasarte por aquí, Silver te estaba buscando hace un rato.

—Buenas noches, hija del hombre. ¿Silver me estaba buscando? Era cuestión de tiempo, me fui del dormitorio sin aviso alguno. Imagino que estará preocupado.

—Un poco, pero sabe que estarás bien. Otra cosa sería si fuera Sebek —respondió ella, aguantando las ganas de usar alguna de las variantes de "estúpido cocodrilo" que tenía reservadas para él.

—Por supuesto. Su voz llamando mi nombre estaría resonando con un eco constante si las circunstancias fueran diferentes. Aunque no me esperaba encontrarte aquí a estas horas, y menos escucharte gritar el nombre de Rosehearts casi tan alto como él.

—Vine aquí a ver si Riddle necesitaba ayuda con su propuesta, pero me lo acabo de encontrar aquí así.

También sorprendido por la visita, Riddle se bajó de la escalera, dejó las tijeras en el suelo y se ajustó la chaqueta para recibirlo.

—Vaya, vaya. Buenas noches, Malleus —lo recibió con una sonrisa y un tono de voz elocuentes que pasmaron a Yukiko—. ¿Qué le atrae el líder de dormitorio de Diasomnia por aquí? ¿No me diga que planea rociar escarcha sobre nuestras flores? Las pobres rosas están temblando de miedo.

—¿¡Eh!? —exclamó Yukiko. ¿Cómo podía decirle cosas así con tanta calma?

Malleus lo miró dubitativo.
—¿Escarcha? Ah, sí. Te refieres a esa clásica anécdota sobre el Hada de las Espinas, ¿verdad? —Esbozó una sonrisa tranquila—. Puedes estar tranquilo, no estoy aquí para hacer eso. Solo he venido aquí para darte las gracias, Rosehearts.

Yukiko se calmó; supuso que Riddle había hecho una bizarra broma que Malleus no se tomó a mal, pero estaba tan extrañada como el líder de dormitorio de Heartslabyul.

—¿Darme las gracias? ¿Por qué exactamente? —preguntó él.

Por algún motivo, Yukiko se sintió incapaz de participar en la implacable conversación entre los líderes de dormitorio. Se limitó a observarlos en tenso silencio como un partido de tenis: cambiando la vista entre uno y otro cada vez que estos tomaban su turno para hablar.

—Vas a salvar a Shroud y a todos los demás que cayeron cautivos, ¿cierto? Mis subordinados Lilia y Sebek se encuentran entre ellos.

A pesar de mantener un porte compuesto y tranquilo, la voz y la mirada delataban su preocupación por el estado de dos personas realmente importantes para él.

—Ah, comprendo. Aunque no hay necesidad alguna de darme las gracias, no voy a salvar a Lilia y a Sebek por su beneficio —respondió Riddle con solemnidad, llamando la atención de Malleus—. Como líder de dormitorio de Heartslabyul, es mi deber tomar iniciativa en caso de emergencia académica. Debo hacer todo lo que esté en mi mano para encontrar una solución.

El príncipe sonrió ladinamente.
—Rosehearts, apenas eres mayor que un bebé recién nacido y ya eres realmente maduro —dijo, apreciando su responsabilidad como líder.

Yukiko rio para sus adentros. Al igual que Lilia, Malleus también había vivido por lo menos uno o dos siglos y Yuu ya le había dicho que, al parecer, la edad de dieciséis años era una de bebé para las hadas.

—¿Es usted familiar con el concepto "la nobleza obliga"? —le preguntó Riddle a Malleus, haciendo que este se volviera serio de repente.

—Por supuesto.

Yukiko jamás había oído aquel término en su vida, pero no se atrevió a interrumpir aquella intrigante conversación por preguntar. De hecho, por un momento se sintió como si se hubieran olvidado de su presencia.

—Es una prominente línea de pensamiento con una larga historia en el Reino de las Rosas: "Aquellos con estatus y poder tienen la obligación de ofrecer ayuda a los débiles en proporción a su posición social." —explicó Riddle—. Simplemente me estoy limitando a cumplir ese precepto.

—Ya veo... —respondió Malleus, volviendo a esbozar su sonrisa ladina—. Ahora me pregunto si me estás juzgando. Eso significaría que, desde tu punto de vista, mi conducta de quedarme atrás es inaceptable como líder de dormitorio.

Yukiko se estremeció. ¿A dónde trataba de llegar preguntando algo así? ¿Acaso se refería al hecho de que, según aquella lógica, Malleus estaba fallando como líder por no participar en el rescate?

—No, yo jamás pensaría eso —declaró Riddle sin vacilación alguna—. Su posición como príncipe de su país viene antes que su posición como líder de dormitorio. Incluso si quiere correr a rescatar a sus subordinados, las circunstancias se lo impiden.

Finalmente, Malleus abrió los ojos como platos. Se esperaba que el estricto líder de dormitorio de Heartslabyul le dijera por lo menos algo por no cumplir con su responsabilidad escolar, pero acabó escuchando una respuesta comprensiva que sabía diferenciar prioridades.

No habiendo terminado de hablar, Riddle frunció el ceño con una combinación de frustración y determinación:
—Además, independientemente de si soy líder o no, solo soy el hijo de una familia ordinaria, y mi baja estatura está fuera de las condiciones que demanda la princesa.

—Cierto, ahí está lo complicado —respondió Yukiko, finalmente entrando en la conversación—. Es mejor que ella no lo sepa.

Malleus lo miró pensativo por un momento.
—Veo que estaba preocupado por nada —dijo, esbozando una leve sonrisa.

Riddle y Yukiko lo miraron con curiosidad.
—¿Qué quiere decir? —le preguntó el estudiante de segundo.

—Soy el heredero al trono del Valle de las Espinas. Como ya os podéis imaginar, no puedo proponerle matrimonio descuidadamente a alguien, incluso si es falso. Por esa razón fueron Lilia y Sebek en mi lugar, y todos somos conscientes de cómo acabó eso. Aunque asumo que no te entristeció mucho el destino de Sebek, Yuki.

Yukiko se encogió de hombros sin intención de negarlo.
—Pero sí que lo siento por Lilia; él y varios más fueron retenidos por razones absurdas.

—Así es. Mis subordinados acabaron presos por mi culpa, y me inquieta que no hay nada que pueda hacer para liberarlos —suspiró Malleus.

Riddle no se tomó aparentemente bien las preocupaciones de Malleus.
—Comprendo. Entonces usted ha venido aquí también para ofrecerme asistencia, puesto que estoy participando en la operación de rescate. —Su expresión se tornó desanimada y pasó la mirada entre Malleus y Yukiko—. Parece que os he dado la impresión de que parezco alguien incompetente.

—¿Qué? ¡Yo nunca he dicho eso! —replicó Yukiko con energía; le preocupaba cómo podría hacer la propuesta, pero no que fuera incapaz de hacerla bien.

Por otra parte, Malleus se rio con humor.
—No te desalientes de esa forma. ¿No acabo de decir que estaba preocupado por nada? He presenciado de primera mano lo mucho que te importan tus vasallos y tu determinación como líder —respondió con la calma y el porte noble del príncipe que era—. A pesar de que no has recibido tutelaje real, posees todo el conocimiento de un rey.

Yukiko dio un suave respingo lleno de admiración. ¡Un miembro de la familia real había reconocido la valía de Riddle!

Riddle se sintió realmente honrado.
—Malleus... —murmuró.

—Sin embargo, la apariencia externa podría ser mejorada. Tienes un porte lleno de gracia y dignidad, pero careces de... majestuosidad —opinó Malleus tras mirar su traje de novio de cabeza a los pies, conmocionando a Riddle y a Yukiko—. Si pretendes impresionar a la princesa nada más verte, deberías llevar algo que indique tu estatus.

—Tal y como he dicho, no formo parte de la realeza ni soy un aristócrata; no tengo ningún tipo de ornamento que indique mi estado social —replicó Riddle con molestia.

A Yukiko tampoco se le ocurría en que más podrían mejorar el traje, ya era realmente fastuoso de por sí.

Sin cambiar de expresión, Malleus observó la rosa en el suelo que Riddle acababa de cortar.
—Rosehearts, ¿me dejarías una de esas rosas podadas?

Hizo levitar la rosa en el aire hasta llegar a sus manos. Aparentemente había cambiado de tema así de la nada.

—No me importará si quiere una, pero... ¿Qué va a hacer con ella?

—Esto.

Esbozando otra sonrisa, Malleus se acercó a Riddle y le clavó con sumo cuidado la rosa en la solapa izquierda de la chaqueta.

«Guau...», pensó Yukiko mientras presenciaba el momento.

—Incluso si se trata de una simple rosa, al ponértela como adorno irradiará más poder que cualquier otra medalla —continuó el príncipe mientras arreglaba la hoja verde que sobresalía del tallo.

Riddle se quedó sin aliento al tener a Malleus tan cerca; aquellas palabras lo hicieron sentir como si lo estuvieran condecorando de verdad.
—Malleus...

Una vez finalizado, el líder de dormitorio Diasomnia dio unos pasos atrás.
—Si eres el rey de este jardín de rosas, tienes que ser como esta rosa: fuerte y noble —concluyó, más que satisfecho con el resultado.

Yukiko miró el nuevo accesorio con fascinación. Acabó por darse cuenta que Riddle era el único hasta entonces en no tener un accesorio en la solapa de su traje de novio; Yuu y los demás tenían broches.

Riddle examinó la rosa roja que adornaba su traje del mismo color, combinaba a la perfección con su traje rojo. Cerró los ojos al tener en cuenta el peso que conllevaba aquel reconocimiento.
—Si un príncipe de verdad me ha dicho eso, no puedo permitirme decepcionarle —murmuró, y se llevó una mano al corazón, justo por debajo de la rosa—. Juro por esta rosa que cumpliré con mi deber y rescataré a todos los estudiantes —juró con solemnidad antes de esbozar una sonrisa ladina similar a cuando llegó Malleus—. Por favor, siéntase libre de sentarse y tomar una taza de té mientras espera.

Tras dar un par de saltitos de emoción, Yukiko recogió con cuidado el ramo de rosas rojas que Riddle había dejado anteriormente para trabajar en los rosales y se lo entregó.
—Bueno, creo que se acerca la hora —dijo.

—Gracias. Sí, ya deberíamos reunirnos con los demás —asintió él mientras recibía el ramo, y así vio de cerca la rosa blanca que la chica tenía desde su llegada—. A propósito, ¿de dónde has sacado esa rosa blanca? Se ve diferente a las de nuestro jardín y dudo que quedara alguna sin pintar; o por lo menos eso espero por parte de mis estudiantes.

—¿No es de este dormitorio? Habría asumido que la habías recogido de aquí, Yuki —comentó Malleus, ahora curioso.

—¿Esta? No, me la dio Epel para darme las gracias por ayudarlo antes.

—¿Felmier, de Pomefiore? Entonces él también va a tomar parte en el rescate —comentó Malleus y se llevó una mano al mentón—. Tú también participas en la operación, ¿verdad, Yuki? No parece que estés ataviada para la ocasión, a diferencia de Rosehearts.

—No, solo los que van a proponer matrimonio necesitan el traje. Yo solo voy a acompañar y echar una mano.

—Eso es realmente una lástima, un bonito vestido o un traje elegante te habrían quedado favorables. Sin embargo, al igual que con Rosehearts, se me ocurre usar esa rosa que tienes para que te veas más condicionada para la misión, si estás interesada.

Yukiko intercambió una mirada interrogante con Riddle. No le hacía mucha gracia darle sin más la rosa que Epel le había regalado, pero se fiaba de Malleus y supuso que llevar la flor como accesorio sería más cómodo que llevarla todo el rato en la mano.
—Está bien —aceptó y se la tendió—. ¿Vas a ponérmela en la chaqueta también?

—Esto es algo diferente, acércate y ponte de espaldas a mí. ¿Tienes a mano la goma de pelo que sueles llevar contigo?

Extrañada, ella le dio el coletero que tenía siempre en el bolsillo para recogerse el pelo para hacer deporte o para luchar.

—¿Piensa atarle la rosa al cabello? —cuestionó Riddle.

Malleus no respondió inmediatamente y se limitó a cortar el tallo de la rosa blanca con su magia.
—Muy bien, no te muevas por un momento —le dijo a la chica y colocó la mano abierta justo por encima de su cabeza.

Yukiko cerró los ojos al sentir algunos mechones de pelo en ambos lados de su cabeza siendo levantados por una fuerza y notar cómo se trenzaban por sí solos, sin tirones ni movimientos bruscos.

Riddle observó el proceso, el cual no duró más de diez segundos, y admiró como aquel mundialmente reconocido hechicero usaba una minúscula porción de su poder mágico.

Tras terminar, Malleus sonrió satisfecho y materializó un espejo de mano para tendérselo a la chica.
—Obsérvate. No es muy elaborado, y no suelo usar mi magia para este tipo de cosas, pero creo que algo he aprendido de Lilia. ¿Qué te parece el resultado?

Reflejándose en el espejo y moviéndolo en diferentes ángulos para verse la parte de atrás, Yukiko vio que le habían hecho un sencillo pero elegante semirecogido trenzado y le habían insertado la rosa blanca en el centro, resaltando con el color oscuro de su cabello.

Su mirada se iluminó de inmediato.
—¡Es precioso! Muchísimas gracias, Malleus, me encanta —exclamó, aguantando las ganas de rodearlo en un abrazo (a pesar de que era un compañero de clase y se le permitía comportarse de manera más o menos casual con él, seguía siendo un miembro de la realeza que no estaba acostumbrado al contacto físico).

—Me alegra que te guste, asegúrate de cuidarlo hasta el final de la operación de rescate.

—Como se esperaba de un estudiante de tercero, sus resultados son impecables, Malleus —encomió Riddle—. También es la primera vez que te veo con un peinado de este estilo, Yuki; está perfecto para la ocasión y la rosa se ve bien en ti.

—Gracias —comentó ella, ruborizándose levemente. El regalo de Epel le había venido mucho mejor de lo que se esperaba.

Viendo que no quedaba nada más que hacer en aquel dormitorio, Malleus hizo desaparecer el espejo.
—Muy bien, entonces deberíais poneros en marcha; queda poco para la medianoche —les urgió—. ¿Podrías decirme dónde viste a Silver por última vez, Yuki? Regresaré a mi dormitorio junto a él.

—Se fue a los establos de la escuela con Epel, pero no sé si seguirá allí.

—Entendido, gracias. Si no hay nada más en lo que os pueda asistir, me despido por ahora. Os deseo suerte.

Dicho aquello, Malleus desapareció en un abrir y cerrar de ojos en su sitio, dejando un rastro de chispas luminosas que no tardaron en desvanecerse.

—Tal y como dice Ace, jamás me acostumbraré a verlo hacer eso —suspiró Yukiko, fijándose en las pequeñas chispas.

—Malleus tiene razón, deberíamos irnos cuanto antes —comentó Riddle antes de fijarse en los arbustos de rosas, aún sin podar—. Bueno, supongo que no pasará nada por solo romper una regla, estamos en una emergencia y aún podemos cumplir con la de servir el té, necesitamos a Cater.

—Tienes razón, así que vamos a por él —respondió Yukiko, sabiendo que no iba a detener su empeño en seguir las normas a rajatabla.

No se demoraron más y salieron de la bóveda de los espejos.

—A propósito, ¿qué hacen Silver y Epel en los establos a estas horas? —se aventuró a preguntar Riddle, otro miembro del club de equitación, mientras seguían el camino hasta la tienda.

—Es una sorpresa, pero te puedo decir que forma parte de la propuesta de Epel —la chica respondió alegremente—. ¿Y tú qué tienes pensado para la tuya, Riddle?

—Como líder de Heartslabyul, le propondré matrimonio a la novia de la forma más realista posible. Seré directo y escueto, para demostrar que no me ando con pura palabrería, y prometeré que la cuidaré y que jamás permitiré que le hagan daño.

—Ace tiene un enfoque similar, pero me preocupa que el realismo le quite el "ensueño" a esa princesa. El príncipe que ella busca tiene poco de realista...

—Tal vez, pero suponiendo que si se encaprichó con Idia nada más verlo, unas palabras que le lleguen al corazón deberían servir —caviló Riddle—. Hablando de eso, ¿no te parece que los requisitos de la novia para su príncipe ideal se centran demasiado en las apariencias? Yo creo que lo más importante es lo que está dentro.

—Y tienes razón con eso —asintió Yukiko—. Lo comenté antes con Ortho y Grim, que no quería imaginarme a esa princesa encontrándose con un príncipe malvado y queriendo estar con él solo porque es guapo. Lo siento por Idia, pero por lo menos él no es ese tipo de persona.

Y eso que ella tampoco lo conocía de mucho, aparte de las pocas veces que se había cruzado con él y de lo que Ortho le había dicho.

—Es que no entiendo por qué quiere casarse con alguien que acaba de conocer; supongo que será el tipo de persona que se enamora muy fácilmente —opinó Riddle—. Recuerdo leer que ocurrió con otras princesas en el pasado, pero, en algunos casos, ellas ya conocían a su príncipe de antes. Aún así, independientemente de la época o de la forma de pensar, es realmente descuidado casarte con alguien que apenas conoces.

—Pues claro. Mi primer novio se sintió atraído al verme, pero no me pidió salir hasta que me conoció un poco mejor escuchando de Yuu y otros amigos (era muy tímido para hablarme directamente). Y lo nuestro no se volvió oficial hasta que tuvimos tres citas.

—Ah, es verdad. Vosotros dos habéis tenido pareja antes —comentó Riddle, cambiando ligeramente la dirección de la conversación—. Supongo que algo de experiencia sobre el tema tenéis; seguro que eso le vendrá bien a Yuu para su propuesta.

Yukiko se encogió de hombros. Tampoco era hora de hablar de su relación fallida por culpa de una madre malvada y que Riddle ya había escuchado antes.
—Nuestras relaciones no acabaron exactamente bien, pero sí, tienes razón. Ya le vale a esa maldita princesa que se fije por lo menos en alguno de vosotros. ¡Es que hay que ver!

Riddle la había visto más enfadada antes, pero había algo en su declaración que le picaba la curiosidad.
—Ya lo habías mostrado antes, pero te ves bastante airada con la situación de Idia a pesar de que tampoco eres muy cercana a él. Aunque entiendo que te enfades de parte de Ortho.

—¡Pues claro! Y no solo por él, nos han echado de nuestra casa a patadas, han invadido la escuela, le han hecho daño a Deuce, a Jack, a Lilia y Leona... —exclamó ella, y se detuvo para inspirar profundamente y calmarse—. ...Y puede que Idia no sea el tipo más majo del mundo, pero él tampoco se merece eso. ¿Y sabes qué es lo que más me cabrea? Que Idia dejó BIEN CLARO una y otra vez que no quería estar con ella y aún así ella no quiere escucharlo —añadió tratando de contener su rabia—. O es tonta o realmente no le importa lo que le digan. ¿¡Acaso le gustaría que su querido príncipe hiciera lo mismo con ella!?

Riddle reflexionó sobre las palabras de Yukiko mientras caminaban. Con todo el tumulto, no había llegado a pensar en los posibles resultados de un matrimonio tan forzado.

—Viendo que la guardia real de la Novia Fantasma es tan protectora con ella, seguro que no permitirían que ese príncipe le hiciera ningún tipo de daño. Aunque, en el caso de Idia, eso acentuaría que sea más un prisionero que una pareja estable.

—¿Verdad? Me da miedo de solo pensarlo... —contestó Yukiko, ahora nerviosa. Primero capturaban a Idia, después lo forzarían a abandonar su vida y para estar junto a una loca por toda la eternidad—. Antes no me gustaba que el anillo la fuerce a olvidar sus penas por no poder casarse, pero ahora debemos detenerla como sea.

Hablando con el líder de dormitorio, la estudiante de Savanaclaw no se había dado cuenta de que ya estaban a varios metros de la tienda escolar. Desde ahí podían ver que los demás ya se habían ido en dirección a la escuela, dejando como único rastro de vida las luces encendidas del edificio, donde se refugiaban Ortho, Sam y Crowley.

No había más tiempo que perder, quedaba poco para la medianoche y era la última oportunidad para salvar a Idia. El éxito dependía de las propuestas y que se ganaran el corazón de la Novia Fantasma...


[Publicado el 31/8/2024]

Continuará...


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