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43. Peligro Bajo el Mar

Durante aquella noche en la que los mellizos habían tenido que dormir en lugares distintos, ambos visualizaron el espejo de la habitación de Yuu. Lo atravesaron y se encontraron en aquel espacio gris con el que eran tan familiares. Ambos estaban vestidos con la misma ropa de la última vez: él con la camiseta blanca y los pantalones azules, y ella con el vestido azul y el lazo en el cabello.

—Yukiko. ¿Llegaste bien anoche? —le preguntó Yuu, no pudiendo esperar a la mañana siguiente.

—Sí. Esos dos ya se habían ido cuando llegué a casa.

El espacio gris se tornó negro como la noche y ambos se agarraron de la mano para evitar perderse.

—Nunca antes había estado tan oscuro... —comentó Yuu. Ni siquiera en la cueva de Scar había tanta ausencia de luz.

Nada más mencionar aquello, una luz apareció y reveló el largo pasillo de una caverna. Lanzaron un grito y se echaron atrás al ver que unas extrañas criaturas alargadas de aspecto tenebroso a sus pies y en las paredes tenían ojos y boca y emitían unos alaridos de temor.

—¿¡Qué son esas cosas!? —exclamó Yukiko.

—¿Animales? No... ¡¿Plantas...?! —juzgó Yuu a partir de sus cuerpos sin extremidades y que estaban ancladas al suelo

Pero aquellas criaturas no eran las únicas en aquel lugar, pues la hermosa sirena pelirroja que había salvado al príncipe acababa de entrar nadando, lo que indicaba que estaban bajo el mar, lo suficientemente profundos como para que la luz no llegara a alcanzar.

Ariel también observó con miedo y confusión a las plantas mientras se adentraba. Una de ellas se enrolló repentinamente alrededor de su muñeca y tiró de ella con miedo, como si tratara de detenerla de cometer un error (esto fue apoyado por el comportamiento del resto: unas se estiraron para intentar hacer lo mismo y otras negaban la cabeza con insistencia). Pero ella logró liberarse y apartarse.

—Adelante. Adelante, pequeña —resonó una misteriosa voz femenina que resultó ser una mujer de pelo blanco y piel lila que no habían visto nunca.

—¿Otra sirena? —comentó Yuu en voz alta cuando la vio a la luz.

Sabían de historias y leyendas que hablaban de sirenas de diferentes especies dependiendo de la parte inferior de su cuerpo. La nueva sirena, en lugar de las más comunes como Ariel que presentaban cola de pez, tenía ocho tentáculos fuertes de pulpo de color negro que daban la sensación de formar un vestido que se ondeaba bajo el agua.

—¿Por qué sé que se llama Úrsula? —cuestionó Yukiko, pero no había tiempo de cuestionarlo porque las imágenes continuaban hablando.

—A ver, así que estás aquí porque sientes algo por ese humano, ese... principito —continuó Úrsula.

Las imágenes dieron un aparente salto temporal y cambiaron a Ariel y Úrsula sobre lo que parecía una plataforma de piedra que resultó ser un oscuro caldero anclado al suelo submarino mientras las morenas Flotsam y Jetsam continuaban nadando cerca.

—Te prepararé una poción que te transformará en ser humano por tres días. ¿Entendido? Tres días —explicó Úrsula y comenzó a formar imágenes de luz que salían de su caldero, dejando en claro que sabía usar magia—. Antes de que se ponga el sol el tercer día, tendrás que conseguir que el príncipe se enamore de ti.

Las imágenes volvieron a dar un salto. Los mellizos no estaban seguros de qué podrían haber hablado, pero ahora Ariel se veía más incómoda y Úrsula creó un contrato dorado que a Yuu le recordó de una manera que no le gustaba nada al que acababa de firmar con Azul.

—Oh, aún no hemos discutido la cuestión del precio. Yo lo que quiero de ti... ¡Es tu voz! —exclamó Úrsula—. ¡No dudes más y has de firmar! ¡Tú, pobre alma sin sol!

Finalmente, Ariel reunió el valor suficiente para agarrar la pluma estilográfica y cerró los ojos con fuerza mientras firmaba el contrato. Por otra parte, Úrsula la miró con satisfacción mientras las morenas sonreían malévolamente.

Y los mellizos no pudieron ver mucho más porque las imágenes desaparecieron al segundo en el que el contrato se enrolló por sí solo y desapareció en el momento en que alcanzó la mano de Úrsula y todo se volvió oscuro nuevamente.

—¿Qué ha sido todo eso? —preguntó Yukiko, que había quedado bastante confundida y se tocó el hombro derecho, que debería estar brillando con una luz azul bajo la manga de su vestido—. ¿No te ha dado la sensación de que faltaban cosas?

—Un poco —admitió Yuu, pero había algo que lo confundía aún más y era el hecho de que todo aquel paripé se parecía mucho a lo que había vivido horas atrás con el líder de dormitorio de Octavinelle. El contrato, el bolígrafo usado para firmar e incluso la posición de los personajes le había sido familiar...

Pero fue incapaz de comunicárselo porque desaparecieron bastante rápido y, cuando abrió lentamente los ojos a la mañana siguiente, sintió que ya habían pasado horas desde aquel segundo sueño relacionado con sirenas.

No sabía qué hora era, Grim seguía durmiendo plácidamente en la cama a su lado, pero Yuyu se acomodó la manta con mal humor; acostarse tan tarde y tener dificultades para caer en el sueño con una cabeza llena de preocupaciones le había quitado horas de descanso y necesitaba volver a dormir.

Para su desgracia, la puerta de la habitación de Leona se abrió de golpe.
—¡Arriba! ¡Buenos días! —exclamó Ruggie en voz alta y dio dos palmadas—. Hora de levantarse, Leona. Vosotros dos también, Yuu y Grim. ¡Vamos!

Grim gruñó con cansancio y se frotó los ojos.
—Cuánto ruido... ¿Ya es de día? Un momento, ¡pero si aún son las 6! —exclamó al aclarar la vista y fijarse en la hora en el reloj que habían traído de Ramshackle.

Ruggie ya estaba vestido y parecía estar preparado para el día desde hace rato. ¿Por qué los mandarían a despertarse tan temprano?
—Tenemos entrenamiento mañanero de Magift en Savanaclaw. Si vais a estar aquí, tenéis que hacerlo vosotros también.

Yuu se paralizó. Realmente no deseaba volver a jugar aquel deporte desde que lo habían dejado inconsciente de un golpe en la cabeza.

—¿Entrenamiento mañanero? Yuki nunca dijo nada de eso —comentó Grim, curioso.

—Sip. Llevamos haciéndolo desde el torneo y Yuki no tiene que hacerlo hasta que le vaya mejor con su magia.

Leona, aún tumbado en su cama y malhumorado por ser despertado de repente, gruñó con molestia y se cubrió con las mantas.

—Hm... Cierra el pico... Gr... —gruñó mientras intentaba volver a dormir.

No contento con su actitud, Ruggie le quitó la manta de un solo tirón.

—¡Leona, vamos! ¡No te vuelvas a dormir! —le espetó mientras lo arrastraba de las piernas para sacarlo de la cama, pillando a los dos residentes de Ramshackle por sorpresa.

—Madre mía, Ruggie trabaja para él y aún así es capaz de tratarlo así —murmuró Grim.

—Sabía que tienes que ser duro para estar en este dormitorio, pero jamás me imaginé que tanto... —añadió Yuu, preguntándose si sería capaz de seguir el mismo ritmo que Ruggie en los próximos tres días; aunque veía imposible hablarle a Leona de aquella manera y salir vivo en el intento.

Leona gruñó y se estiró con pereza en el suelo, pero siguió negándose a abrir los ojos.

—¡¿Sigues sin levantarte?! ¡Espabila, que fue tu idea la de ponernos a entrenar! —exclamó Ruggie, incrédulo—. ¡Deja ya de hacer el ridículo!

—¿Sueles hacer esto todas las mañanas? —se atrevió a preguntar Yuu.

—¿Eh? Sí, a veces. Aunque últimamente ha sido más frecuente, teniendo que levantarnos aún más temprano. Como podéis ver, este es el tipo de persona para la que tendréis que trabajar por los próximos tres días.

Un líder de dormitorio difícil de tratar no solo por su personalidad susceptible e irritable, sino también por lo descuidado que podía ser. Ahora entendían por qué a Ruggie le gustaba tanto la idea de recibir ayuda por unos días.

Sin embargo, había algo que le preocupaba aún más a Yuu y era que acababa de comenzar la cuenta atrás.

"Quedan tres días para completar el contrato de Azul."

Solo quería ponerse en marcha cuanto antes para cumplir la misión y recuperar Ramshackle, pero tenía la sensación de que no los iban a dejar irse sin cumplir antes sus normas...

Tras cambiarse a sus uniformes de deporte, Leona, Yuu, Ruggie y Grim se dirigieron al enorme estadio de Magical Shift del dormitorio. Las temperaturas aún eran bajas al ser tan temprano por la mañana, pero el aire del ambiente desértico comenzaba a tornarse más cálido y los primeros rayos del amanecer se elevaban cada vez más en el horizonte.

Yuu volvió a tener malos recuerdos de la primera vez que puso el pie allí y de la batalla de Overblot. Por lo menos tenía la garantía de que esta vez nadie los atacaría ni a Grim ni a él.

Cuando llegaron allí, Jack y otros estudiantes del dormitorio ya estaban haciendo estiramientos para calentar. Este se sorprendió al ver a los estudiantes de Ramshackle ahí.
—Oh, ¿vosotros también os unís a la práctica de hoy?

—Buenos días, Jack —lo saludó Yuu antes de cubrirse la boca para bostezar.

—Queríamos seguir durmiendo, pero Ruggie nos mandó a venir aquí, ¿sabes? —se quejó Grim.

Ruggie, que lo había escuchado, se limitó a sonreír mientras comenzaba a calentar.
—Eh, ya que estamos todos aquí, ¿qué tal si jugamos un pequeño partido? —le preguntó a Leona—. Hagamos que estos de primero suden un poco.

Leona bostezó y volvió a desperezarse.
—Me voy a quedar dormido de pie si seguimos así. Empecemos de una vez.

—¡Mira a este bostezando mientras nos reta! ¡Será creído! —exclamó Grim, ahora dispuesto a derrotarlo en una partida—. Si tan cansado estás, será pan comido derrotarte.

En respuesta, Leona solo reveló sus colmillos con una leve sonrisa.
—Ja. Podría derrotaros incluso mientras duermo —se jactó.

—¡No les defraudaremos! —exclamó Jack, preparado para el juego.

Grim dio un salto decidido.
—¡Os voy a enseñar mis mejores movimientos! Eh, Yuu, cuando atrape el disco, presta atención para ver si alguien se me acerca.

—Y cuando eso pase, poneos detrás de mí. Yo me encargaré del ataque y os cubriré mientras corréis. Que no se os escape el disco —les dijo Jack mientras apretaba su pluma mágica para ponerse en marcha.

Yuu lo miró con sorpresa y asintió. Podía notar que algunos estudiantes del Night Raven College empezaban a aceptar trabajar en equipo y formar estrategias para conseguir un objetivo en común. Esperaba que Crowley se acabara fijando también y viera el desarrollo positivo que había deseado al principio del año escolar.

—Vale, pero si tengo la oportunidad de lanzar el disco de una manera guay, no la voy a perder, ¿sabéis? —insistió Grim.

—Venga, comencemos —indicó Ruggie—. ¡A vuestras posiciones!

Lanzaron el disco al aire y Grim no se demoró en atraparlo.
—¡Mío!

—¡Buena esa, Grim! —exclamó Yuu.

No tardaron en poner en marcha la estrategia planeada: Jack tomó la delantera y comenzó con ataques simples para alejar los rivales en el suelo y evitar que se acercaran a Grim. Después comenzó a crear pequeños escudos para evitar los ataques más simples y proteger a Yuu, que estaba tratando de no forzar demasiado para no cansarse antes de tiempo.

La cosa se puso más seria cuando hicieron aparición los jugadores voladores y dispararon haces de magia desde sus escobas, lo que hizo que Jack decidiera aumentar el tamaño de sus escudos.

Antes de que el próximo volador se hiciera al aire, Ruggie intercambió una mirada con él y se subió a su escoba de un salto, demostrando una vez más su famosa agilidad. Nada más situarse por encima de la cabeza de Jack, Ruggie se colgó boca abajo de la escoba con una sola pierna y creó una lluvia de disparos mientras su compañero se centraba en mantener el equilibrio, demostrando la misma acrobacia de la primera vez que habían jugado contra ellos hacía tan solo un mes atrás.

—¡Jack, cuidado! —exclamó Yuu, pero este ya se había apresurado en formar el escudo otra vez; tuvo que mantenerlo por más tiempo, ya que el estudiante de segundo se mantenía insistente en su ofensa.

Finalmente, Ruggie decidió bajarse de la escoba antes de marearse por estar tanto tiempo en aquella posición tan incómoda y aterrizó sobre sus dos pies con un fuerte golpe, levantando tierra en el proceso.

—Jack lleva toda la mañana corriendo sin parar —jadeó mientras Leona se acercaba a él—. Es agotador...

—No está nada mal para un estudiante de primero —admitió Leona y bostezó mientras observaba a los tres estudiantes correr y asintió con aprobación cuando Jack derribó al suelo un estudiante que había intentado atacarlos con un hechizo. Sin embargo, dudaba que fueran capaces de evitar lo que él tenía planeado hacer en cuanto el cansancio mañanero terminara de abandonar su cuerpo—. Ruggie, presta atención: quiero que vuelvas a realizar ese ataque tuyo y que aguantes el mayor tiempo posible.

El partido continuó. Yuu no estaba acostumbrado a hacer ejercicio intenso nada más levantarse y estaba comenzando a cansarse. Menos mal que no era el mismo caso que Jack, que apenas estaba comenzando a sudar.

—¡Grim, a tu izquierda! —gritó el prefecto al darse cuenta de que dos jugadores corrían rápidamente hacia él. El monstruo se alejó hacia el lado contrario de un salto y Jack los derribó sin problema—. ¡Jack, arriba!

El chico-lobo derribó a otro jugador montando en escoba, momento en el que Ruggie aprovechó su falta de atención para volver a colgarse de la escoba de su compañero y disparar otra lluvia de ataques.

Jack no tuvo problemas en mantener el escudo una vez más, pero justo al darse cuenta de que Ruggie estaba siendo más insistente que la última vez y no parecía querer parar pronto... Leona se interpuso en su camino de un salto y los derribó a los tres estudiantes de primero de un solo movimiento con su pluma mágica, lanzándolos al suelo de golpe, y les robó el disco.

Ruggie los había distraído para darle la oportunidad a Leona. El pobre Grim se mareó al impactar contra el suelo y Yuu trató de levantarse para poder aliviar el dolor del impacto. Jack fue capaz de ponerse de pie y jadeó cansado mientras miraba a sus dos compañeros de clase superior.

El líder de dormitorio esbozó una sonrisa ladina mientras los observaba en el suelo y Ruggie volvió a aterrizar en el suelo.
—Como podéis ver, por fin me he terminado de despertar —dijo mientras hacía girar el levitante disco de Magical Shift sobre la palma de su mano.

—Muy bien, eso es todo por el entrenamiento de hoy —anunció Ruggie mientras se estiraba y se guardaba la pluma mágica.

—¡Muchas gracias por el entrenamiento de hoy! —exclamó Jack, cansado pero orgulloso de sí mismo por haber mostrado su valía una vez más.

—¿¡Eh!? ¡Yo quiero seguir jugando! —se quejó Grim.

—Yo no... —musitó Yuu y acompañó a los demás a uno de los extremos del campo para sentarse a descansar.

Jack lo miró con una ceja alzada y le tendió una botella de agua.
—¿Ya te echas al suelo con solo esto? Con todo ese entrenamiento extra con Vargas en clases de vuelo ya deberías tener algo de estamina, ¿no crees?

—No es eso, es solo que no estoy acostumbrado a hacer este tipo de ejercicio tan temprano por la mañana —respondió Yuu antes de beberse el agua a tragos para calmar su sed. Se sintió mucho mejor con eso.

—Pues deberíamos hacerlo más a menudo, me siento genial tras entrenar a primera hora de la mañana, ¿sabes? —dijo Grim, más energizado que al inicio del entrenamiento.

Teniendo a alguien que comprendía lo mismo que él, Jack sonrió y se limpió el sudor de la frente con una toalla.
—¿Verdad que sí? Yo suelo levantarme una hora antes para salir a correr.

—Ah, es verdad. Lo mencionaste aquella vez cuando te pasaste por Ramshackle —recordó Yuu.

—Eso ya me parece demasiado —tartamudeó Grim, nervioso. Bebió un poco de agua él también y observó a los estudiantes de Savanaclaw que descansaban o continuaban haciendo estiramientos—. Entonces ya habéis comenzado a entrenar para el torneo entre dormitorios de Magift del año que viene, ¿verdad? ¡Seguro que os convertiréis en unos rivales muy fuertes! —exclamó con una sonrisa orgullosa y flexionó las patas como si quisiera mostrar los músculos.

Ruggie alzó las orejas con sorpresa al oír aquello.
—Ah, es verdad. Se lo mencionamos a Yuki antes, pero vosotros no lo sabéis aún, ¿verdad? —cuestionó—. Cada mayo tenemos un torneo aún más grande que el torneo entre dormitorios.

Yuu y Grim abrieron los ojos como platos ante aquella revelación.

—¿¡Fgna!? ¿¡Hay un torneo más grande!? —preguntó Grim mientras alzaba las manos, impresionado.

—La Competencia Interescolar —reveló Leona, uniéndose a la conversación.

—¿Significa eso que otras escuelas compiten entre ellas? —supuso Yuu, recordando que había más escuelas de magia en aquel mundo además del Night Raven College.

—Así es, se trata de un torneo de Magift entre diferentes escuelas —asintió Ruggie.

—Y la nuestra se enfrenta a Royal Sword Academy cada año —añadió Leona.

Las orejas encendidas con fuego azul de Grim se alzaron a reconocer aquel nombre.
—¡Oooh, nosotros hemos escuchado ese nombre antes!

—Es verdad, en Heartslabyul —dijo Yuu teniendo cuidado de no revelar el nombre de Che'nya por si acaso—. Nos dijeron que era el eterno rival del Night Raven College.

—Y te dijeron bien. Hay un montón de escuelas de magia diferentes por todo Twisted Wonderland, pero Night Raven College y Royal Sword Academy son tan prestigiosas que se las considera como "las dos grandes potencias" —explicó Ruggie.

—¿Qué tipo de escuela es la Royal Sword Academy? —preguntó Grim, curioso.

Leona esbozó una sonrisa ladina.
—Una llena de mocosos pomposos y principitos mimados —respondió sin tapujos, haciendo que Ruggie se riera.

—¡Shi, shi, shi! No podría decirlo mejor. Sus edificios escolares e incluso sus uniformes son innecesariamente llamativos.

—¿En qué sentido? —cuestionó Yuu.

—Por los colores claros y relucientes. Los uniformes son tan blancos que las manchas se notarían de lejos si se ensuciaran. Me da igual lo muy prestigiosa que sea, jamás estaría en ella ni aunque me lo pidieran —admitió Ruggie con un suspiro.

Yuu era consciente de que Ruggie era alguien que no desaprovechaba oportunidades para conseguir beneficios, así que su rechazo hacia aquella escuela debía de ser realmente grande si podía decir aquello sin vacilación alguna.

—Pero creo recordar que el Night Raven College ha perdido contra ellos durante los últimos 100 años en el torneo interescolar, ¿no? —intervino Jack, pensativo.

Por primera vez en lo que llevaban de día, Ruggie se sobresaltó y agachó las orejas, alterado.
—¿¡Qué!? Eh... ¡¡Solo hemos perdido 99 veces!! ¡Este año es el número 100 y definitivamente les daremos una paliza! —exclamó con insistencia.

Viendo una vez más la determinación ambiciosa de los estudiantes de la escuela para alcanzar sus objetivos, Yuu sonrió ladinamente.
—Sería realmente satisfactorio ver sus caras de derrota al ver que les habéis arrebatado su victoria número 100 para reclamarla como la primera para vosotros, la verdad.

Leona lo miró con algo de sorpresa. Se esperaría oír aquello en boca de Yukiko, pero había sido el herbívoro canijo que ahora trabajaba para él a cambio de ocupar espacio en su habitación. Entonces se acordó de que hasta los animales más pequeños eran capaces de usar sus garras y colmillos cuando lo veían necesario.

—¡Tú sí que entiendes! —exclamó Ruggie—. Ya me han dado ganas de ver cómo reaccionarán cuando tengamos la delantera.

Pero Jack no parecía muy convencido de eso.
—Al verlos jugar en la televisión, me dio la sensación de que los jugadores de la Royal Sword Academy eran buenos individualmente, pero... lo que más impresionaba de ellos era su trabajo en equipo.

Yuu suspiró con exasperación.
—Ah, y es por eso que no ganáis nunca... —susurró. Cada vez que escuchaba algo nuevo del Night Raven College y de sus alumnos, entendía aún más por qué el director encontraba esencial que aprendieran a trabajar en equipo. Había llegado hasta el punto de que la falta de empatía y cooperación les había costado la victoria por casi un siglo entero.

—¿Eh? Un momento —interrumpió Grim—. Si es interescolar, eso significa que otros dormitorios pueden jugar contra Royal Sword Academy y no solo Savanaclaw, ¿verdad?

—Exacto, se organizan pruebas para entrar y el equipo está compuesto por estudiantes de cada uno de los siete dormitorios —afirmó Leona.

—Y los equipos están formados por siete jugadores. Entonces es de esperarse que los estudiantes se tiren de los pelos para conseguir un puesto en ese equipo, ¿verdad? —suspiró Yuu.

En respuesta, Leona se llevó una mano a la cabeza y asintió, exhausto.
—El año pasado el equipó montó un pollo y se pelearon por la posición que querían, y ni siquiera había comenzado el partido.

«Cómo lo sabía yo», pensó Yuu con desdén.

Grim alzó las patas con un sentimiento competitivo.
—¡Eso sí me gusta! ¡Uno tiene que llevarse el puesto que quiere por medio de la fuerza, sabéis! ¡Seguro que a mí me eligirán para el equipo de la escuela!

—¡Grim! ¿Cuántas veces te he dicho que eso no está bien? —lo regañó Yuu.

—No, no. Se me hace raro decirlo, pero Grim tiene razón —intervino Ruggie—. Ya te lo tendrás figurado a estas alturas, pero uno no siempre consigue lo que quiere en la vida con palabras amables y siendo un buen chico. A veces tienes que usar la fuerza y salirte con la tuya si quieres hacerte camino, especialmente en esta escuela.

Yuu abrió la boca para decir algo y recordarle lo que ocurrió en el torneo, pero se detuvo. No quiso admitirlo en voz alta, pero no estaba en total desacuerdo con Ruggie. Ya era consciente de que la vida imponía retos y, si bien no era necesario tener que hacer daño a la gente para lograr lo que uno necesitaba, tampoco se podía quedar quieto y dejar que las oportunidades se le escaparan de las manos o fueran a parar a las de otra persona.

—No estoy muy seguro con lo que dice Ruggie, pero si lo que quieres es entrar en el equipo, Grim, tienes que entrenar duro todos los días para convertirte en un jugador principiante y demostrar de lo que eres capaz —dijo Jack mientras flexionaba un puño con determinación.

Para sorpresa de Yuu, Ruggie volvió a estar de acuerdo:
—Este campeonato está mucho más transmitido por la tele que el torneo entre dormitorios, ¡así que es una gran oportunidad para ser reclutado por las ligas profesionales! —exclamó entusiasmado.

—Si queréis derrotar a la competencia y haceros con un puesto en el equipo, ya estáis pensando en cómo hacerlo desde este mismo momento —avisó Leona en voz baja con una sonrisa ladina.

—Royal Sword Academy... —murmuró Yuu en voz baja, pensativo.

Hasta aquel entonces, no había escuchado mucho más de aquella escuela desde que la habían mencionado en la Fiesta del No-Cumpleaños aparte de la obvia rivalidad y la diferencia de ideas. Eso sí, casi se había quedado de piedra al mirar un mapa de la Isla de los Sabios, lugar donde estaba localizada la escuela, ¡y descubrir que estaba exactamente en el extremo opuesto de la misma, en el sur! ¡No quiso ni imaginar la tensión si dos grupos de ambas escuelas se toparan una con otra mientras paseaban por la ciudad o quedaban a comer en un restaurante!

Ahora con aquella nueva información que profundizaba más hasta dónde llegaba aquella rivalidad, no pudo evitar pensar en lo interesante que sería ver una batalla jugando en un estadio de Magical Shift, especialmente ahora que Savanaclaw se veía más determinado que nunca.

Tras dar por finalizado el entrenamiento por aquella mañana, todos se asearon y se prepararon para comenzar el día en la escuela.

Justo cuando salieron del dormitorio, se toparon con Yukiko corriendo hacia la Bóveda de los Espejos.
—¡Yuu, Grim! —los llamó entre suaves jadeos nada más verlos.

—Hola, Yuki. ¿A qué vienen tantas prisas? ¿Ha ocurrido algo? —le preguntó Grim.

—No, pero pensaba levantarme antes para veros y acabé dormida... —confesó algo avergonzada—. ¿Estáis bien?

—¿Dormiste más? Qué suerte... ¡Pero estamos mejor que bien! ¡Hemos jugado Magift y ahora nos vamos a desayunar, sabes!

—Oh, ¿habéis hecho el entrenamiento de Magift? ¿Qué tal os fue? —preguntó Yukiko, sorprendida. A pesar de que le preocupaba un poco lo brutal que podía volverse un partido, tenía ganas de ver el método de juego que Yuu y Grim tenían para participar usando la magia de este último. Tomó nota de no volver a quedarse dormida.

Ruggie dio un par de palmaditas en el hombro de Yuu.
—Como puedes ver, Yuki, los gatitos de Ramshackle siguen de una pieza. Nadie se los ha comido bajo nuestra vigilancia, ¡shi, shi, shi!

—¡Que yo no soy un gato!

—Será mejor que nos demos prisa, aún tenemos que ir a ese museo para cumplir el contrato con Azul —apremió Jack.

Leona sacudió la cola con molestia.
—Eso me recuerda: ahora que estáis en nuestro dormitorio, nos debéis unas cuántas explicaciones.

Al ser temprano por la mañana, todavía quedaban muchas mesas libres. Tras buscar su comida, Grim y los mellizos se sentaron juntos en un lado, y los otros estudiantes de Savanaclaw, en el otro.

Grim no tardó ni un segundo en engullir su comida.
—¡No hay nada mejor que desayunar después de entrenar duro! ¡Qué ganas tenía de comer carne! —exclamó encantado antes de juntar las salchichas y el beicon y zampárselas de un bocado.

—Mastica más despacio, te estás poniendo perdido —lo regañó Yuu mientras le pasaba la servilleta para que se limpiara los restos de comida del hocico. Aunque había una cosa con la que estaba de acuerdo con él: hacer ejercicio intenso nada más levantarse le había dado aún más hambre.

Ruggie se rió en voz baja, pues ver al prefecto ocupándose de Grim de aquella forma le recordó muchísimo a una madre ocupándose de su hijo revoltoso.

—Muy bien, ahora decidnos: ¿por qué narices habéis hecho algo tan estúpido como hacer un trato con ese pulpo bastardo? —gruñó Leona, yendo directamente al grano—. Ahora tengo menos espacio en mi cuarto.

Grim tragó con dificultad y Yuu desvió la mirada con incomodidad.

—El caso es que...

El prefecto les resumió a Ruggie y Leona todo lo transcurrido durante los dos últimos días que los había llevado a Savanaclaw, desde la petición de Crowley hasta la pérdida de Ramshackle al no tener otro colateral disponible.

Cuando terminó, el líder de dormitorio lo miró con total incredulidad y, para sorpresa de todos excepto Ruggie, resopló en un intento fallido de aguantarse la risa.
—¡Ja! ¿Hiciste un trato para liberar a todos los idiotas que firmaron contratos para aprobar los finales? —Se rió a carcajadas—. ¡Ja, ja, ja! ¡Esto sí que es bueno! ¡Se me ponen los pelos de punta y todo!

Grim dio un mordisco a su pan con vergüenza y Yukiko apretó el tenedor entre sus dedos.
—Esto no tiene ninguna gracia —le espetó ella con molestia.

—Había un rumor de que los cuadernos de notas de Azul eran lo mejor de lo mejor, así que es normal que tuvieran una demanda tan alta —comentó Ruggie.

Escucharlos una vez más expresar su rechazo a aquellos cuadernos de notas le recordó a Jack algo que le iba rondando la cabeza desde que comenzó el incidente de las anémonas.
—¿Entonces ninguno de ustedes hizo un trato para aprobar los exámenes? —cuestionó—. Yo me imaginaba que Leona tomaría la ruta más fácil... —Sintió que se estaba pasando de la raya y se detuvo inmediatamente—. ¡Oh! Eh... No he dicho nada.

—Idiota. ¿Quién en su sano juicio se atrevería hacer un contrato con ese bastardo tramposo por voluntad propia? —bufó Leona—. Es cierto que hice un par de contratos con él cuando la situación lo requería, pero las condiciones no eran tan locas.

Yukiko se acordó de una conversación aproximadamente un mes atrás, cuando estaba preocupada por los exámenes y el entrenamiento de su magia, y Leona le había advertido de los contratos de Azul.

—¿Y por eso le dijiste a Yuki que no lo hiciera? —cuestionó Grim.

—Le advertí a Yuki para asegurarme de que no se metiera en problemas. Pero no somos niñeras ni vigilantes, al final el que comete el error de consultar a Azul es aquel que toma la decisión de hacerlo.

Ruggie asintió y agachó las orejas, nervioso.
—Sí, Azul no es el tipo de persona en la que deberías confiar para buscar ayuda. Pero es un hechicero realmente habilidoso que hace realidad hasta los deseos más extravagantes como si fuera respirar —añadió en voz baja, pensando en aquella poción tan potente que le había permitido controlar una horda entera de personas con su Magia Única.

—Cuando él hace un trato, su intención es que la persona que desee algo se encuentre en desventaja —continuó Leona y fijó la mirada en Yuu—. Su truco consiste en que herbívoros caigan en la trampa y se pongan a firmar contratos sin pensar en las consecuencias, y tiene muchas formas de estafarlos.

Yukiko le apretó la mano a su hermano al notar que este había comenzado a temblar. Ya era suficiente que se sintiera culpable de haber perdido su dormitorio.
—Eh, eh. No te pongas nervioso, lo vamos a lograr —le dijo con calma.

—Muy bien, ahora dime: ¿cuáles son los términos de tu contrato? —cuestionó Leona, suponiendo que no sería gran cosa.

Las expresiones de Ruggie y Leona se fueron tornando de la serenidad al máximo desconcierto a medida que Yuu les contó qué debían hacer para liberar a los estudiantes y recuperar Ramshackle.

—Antes de que se ponga el sol del tercer día... —repitió Leona.

—Tenéis que colaros en el Museo Conmemorativo de Atlántica y sacar una foto de allí... —terminó de decir Ruggie.

Se los quedaron mirando por un momento en silencio, no sabiendo exactamente cómo reaccionar ante aquel reto tan complicado hasta que Ruggie decidió romperlo:
—Mis más sinceras condolencias...

Yuu comprendió que ya los tenía como un caso perdido y que no lograrían cumplirlo, lo cual le bajó un poco la moral.

—¡¡No digas eso cuando el juego acaba de comenzar, sabes!! —exclamó Grim, ofendido.

—Pero ¿no era que ese museo está debajo del agua? ¿Cómo planeáis exactamente llegar hasta allí?

—Azul nos dio una poción que nos dejará respirar bajo el agua.

—Cuando regresé a Ramshackle anoche, vi que nos dejaron una caja con varias botellas —reveló Yukiko mientras contaba con los dedos para recordar la cantidad exacta de unidades—. Conté unas 8 o 9, deben de habernos dado varias por si acaso.

—Aunque no sabemos si esa poción funcionará —dijo Jack con desconfianza. Azul era bueno engañando a la gente y podría haberles dado brebajes falsos o con un efecto distinto para sabotear la misión.

Recordando una vez más el potenciador de magia, Ruggie negó con la cabeza.
—Si la hizo Azul, funcionará sin problema. Dudo mucho que su orgullo le permita crear una poción de mala calidad.

Escuchándolos, Leona esbozó una leve sonrisa conspiradora y agarró su tenedor para seguir comiendo.
—¿Entonces a qué esperáis? Será mejor que os pongáis en marcha cuanto antes, el tiempo es oro —apremió.

Acordándose de que iban a contrarreloj, Grim se zampó de un bocado lo que quedaba en su plato y se puso de pie.
—¡Fgna! Es verdad, Yuu. ¡Vámonos a ese Museo Memorial de Atlántica ya mismo!

Yuu asintió y se terminó de un sorbo el zumo de naranja que se había comprado para el desayuno.

—Es verdad, solo tenemos tres días —corroboró Jack—. No podemos perder el tiempo.

Grim se echó a correr en sus cuatro patas para ir más rápido.
—Vamos a por Ace y Deuce, ¡en marcha!

—¡Esperad! Voy con vosotros —los detuvo Yukiko y se terminó el desayuno en unos bocados.

Jack se la quedó mirando dubitativo, apenas acababan de acordar que Ace y Deuce los acompañarían y no había considerado la posibilidad de Yukiko uniéndose a ellos.
—Creo que es mejor que te quedes. Ya somos suficientes y no sabemos qué podría pasar, podría ser peligroso —murmuró, intuyendo que no le iba a gustar aquella respuesta.

Yukiko se lo quedó mirando con incredulidad.
—¿¡Me tomas el pelo!? ¡Eso fue lo que literalmente me dijisteis anoche! —exclamó molesta, confirmando la suposición—. Y Jack, no soy tan débil, ¡no me voy a derretir bajo el agua!

Jack no supo qué responder. Aquella reacción también le recordó un poco a su hermana pequeña al querer acompañarlo a hacer alguna actividad en las montañas, solo que su enfado estaba más justificado.

Yuu comprendía la frustración de ser dejado de lado y odiaba la idea de dejar de lado la compañía de su hermana por segunda vez consecutiva. Estuvo por decirle que se fuera con ellos, pero el líder de dormitorio se le adelantó.

—Por mucho que odie decir esto, estoy de acuerdo con Jack —intervino Leona repentinamente—. Estoy más que seguro de que puedes con todo lo que se interponga en tu camino, pero necesitarás permiso para faltar a clase y me apuesto el pellejo a que ese cuervo irritante y sobreprotector te dirá algo similar que Jack.

—Además, si se trata de robar algo es mejor que el número de gente sea bajo para no atraer atención innecesaria a menos que alguien se ofrezca como cebo vivo para una distracción —añadió Ruggie, sabiendo de lo que hablaba.

—Y tenemos club esta tarde, seguro que eso será más productivo para tu magia que calarte hasta los huesos en las profundidades del mar.

—Y así te libras también del mal sabor, la última poción que me tomé sabía a rayos.

—¡Vale, lo pillo! No iré —chilló Yukiko con exasperación y se rindió, no sabiendo decir si solo dijeron todo aquello por molestar o si era realmente mejor que se quedara—. De todas formas me necesitáis para daros las pociones de Ramshackle, os seguiré en cuanto termine de beberme esto.

—De acuerdo, nos vemos allí —respondió Yuu y le dio una palmadita en el hombro. Quería decirle que todo saldría bien, pero le había dicho algo similar la noche anterior y acabó en la situación en la que estaba.

—¿Si habéis terminado de hablar, podemos irnos ya? —cuestionó Grim con impaciencia y todos se apresuraron en irse de la cafetería.

Viéndolos irse, Yukiko volvió a sentarse y se apresuró en terminar su botella de zumo, cuidando de no atragantarse.

Ruggie se aseguró de que los tres estudiantes de primero se alejaran lo suficiente antes de mirar a Leona con una ceja alzada.
—Yyyyyyy... ahí van. Eres bastante malvado, Leona —le susurró con tono maquinador.

Lejos de inmutarse, Leona se limitó a sonreír con aire sospechoso.
—No tengo ni idea a qué te refieres —respondió y continuó comiendo como si nada.

Yukiko levantó la mirada de inmediato y dejó la botella casi vacía sobre la mesa.
—¿Qué narices pretendes hacer, Leona? —cuestionó con voz grave.

Se suponía que no debía tener la guardia tan alta con él, ahora que estaba en términos más o menos normales con su hermano, pero tenía claro que no lo perdonaría si volvía a intentar hacerle daño.

—Tranquila, sé que no me dejarías ver la luz de otro día si le hiciera algo a tu querido hermanito. Incluso si se me ocurriera planear algo con él, me aseguraría de que no se le dañara ni un pelo de su adorable cabeza —aseguró Leona, sin cambiar de expresión.

Yukiko no estaba convencida en absoluto, pero por una vez decidió dejarlo pasar al ver que no obtendría una respuesta clara y se apresuró en irse.

Momentos después, una vez reunidos todos en Ramshackle, Yukiko acompañó a Ace, Deuce, Jack, Yuu y Grim a la legendaria Sala del Espejo. Era la primera vez que ponía el pie en aquel lugar desde que la habían nombrado estudiante de Savanaclaw.

Cada uno de los chicos tenía a mano una botella con forma de caracola llena con un brillante líquido verde (en el caso de Grim, este la sostenía bajo el brazo al ser demasiado grande para sus patas). A medida que caminaban por el largo pasillo que separaba decenas de bancos hacia el Espejo de la Oscuridad, se prepararon mentalmente para el reto que les esperaba.

—¿De verdad creéis que esta poción de Azul nos permitirá respirar bajo el agua? —cuestionó Deuce mientras estudiaba el aspecto de su botella con desconfianza.

Era normal cuestionar la eficacia de los efectos del brebaje, no sabían con qué ingredientes estaba hecho y había sido creado por la misma persona que los había forzado a trabajar. Por no mencionar que sus vidas realmente dependían de su funcionamiento, iban a ser transportados en medio del océano.

—Solo tenemos una forma de saberlo —respondió Jack mientras descorchaba su botella—. Tendremos que beberla y ver por nuestra propia cuenta.

Ace asintió e hizo lo mismo.
—Muy bien, pues hagámoslo a la de tres —decidió y todos se pusieron de acuerdo—. ¡Una, dos y...!

Todos tomaron un buen sorbo de sus botellas y tragaron lentamente. Nada más hacerlo, sus caras se contrajeron inmediatamente en expresiones de puro asco, tosieron, se llevaron las manos a la boca y se esforzaron en no vomitar. Grim llegó incluso a tirarse al suelo

—¿¡Qué pasa!? —preguntó Yukiko asustada y recogió el frasco de Grim en el suelo. Se acercó la boca de la botella por debajo de la nariz y la olisqueó, pero se la apartó de inmediato al notar un nauseabundo olor. Si el simple olor era asqueroso, no quiso ni imaginarse cómo debían sentirse los chicos tras tomar solo un poco.

—Este sabor... —fue capaz de musitar Deuce.

Se calmó un poco. Les habían enseñado en clase que era muy probable que las pociones tuvieran malos sabores en caso de que tuvieran algún ingrediente extraño, pero que era completamente normal. Había algunas que cuánto peor supieran, mayor era el efecto, como ocurría con algunos medicamentos. Ella misma lo había experimentado con una poción medicinal que le habían dado para que se le bajara la fiebre con más rapidez, pero aquella no sabía tan mal como para tener ganas de vomitar.

—¡Puaaaj! ¡Sabe a rana seca mezclada con setas podridas, sabéis! —exclamó Grim mientras se le saltaban las lágrimas.

Jack lo miró con incredulidad
—¿Qué clase de comparación es esa? ¿Acaso te has comido algo así? —cuestionó y tosió—. La verdad, es un sabor bastante fuerte...

Al final Ruggie tuvo razón al decirle a Yukiko que no irse con ellos en la misión la había librado de pasar por un momento de asco. Ya tenía suficiente con la posibilidad de tener ganas de vomitar con solo practicar magia.

Ace volvió a ponerle el corcho a su botella.
—¿Quién fue el idiota que decidió que las pociones debían saber así de mal? ¿Cómo es que los adultos no ven problema con esto? —se quejó y regurgitó con el regusto del líquido.

—El efecto es más importante que el sabor... —replicó Deuce y, dándole en el clavo, se llevó una mano al cuello y comenzó a jadear—. ¿Qué...? ¿¡Por qué cuesta tanto respirar!?

Yuu se asustó al sentir una presión originarse en el pecho y en la garganta, como si no se negaran a aceptar aire. Era el mismo caso con los demás.

—¿Será que nuestros pulmones se están adaptando al agua? —adivinó Jack entre jadeos.

Antes de que la situación se pusiera peor, Ace jadeó con dificultad y señaló el Espejo de la Oscuridad.
—J*der, esto sí que es malo. ¡Vayamos al océano de una vez! —exclamó con las fuerzas que le quedaban.

Yukiko ayudó a su hermano a sostener a Grim en brazos y se alejó lo suficiente para que no la transportaran por error.

—¡Espejo de la Oscuridad! ¡Llévanos al Mar de Coral! —comandó Jack.

La famosa reliquia de la escuela brilló con intensidad y los chicos se sintieron arrastrados por una fuerza que los hizo pasar a través de él.

Ahora sola en aquel inmenso lugar, Yukiko se quedó mirando el espacio donde había visto al resto desaparecer con una sensación de vacío en el corazón. Ni siquiera había tenido oportunidad de despedirse y desearles que les fuera bien...

Vio el frasco que Grim había dejado en el suelo; los demás habían tenido tiempo de guardársela en un bolsillo del uniforme, pero el pequeño monstruo no había tenido de otra que dejarla atrás.

La sujetó y consideró bebérsela para seguir a los demás, pero abandonó inmediatamente aquel pensamiento intrusivo y decidió dejarla en el dormitorio antes de ir a clase. Sopesó ponerse la gargantilla blanca para aprovechar la caminata y arreglar su magia, pero pensó en la posibilidad de sentirse mal y quería practicar un poco en clase de Alquimia durante el mediodía...

—Bueno, solo por un minuto —se juró a sí misma antes de sacar su gargantilla blanca y dirigirse a la puerta.

Nada más ser arrastrados por el Espejo de la Oscuridad, Yuu y los demás sintieron caer en las frías aguas marinas y ser envueltos por ellas.

Al perder la confusión y procesar la situación, Grim se alteró y se sacudió en un intento de mantenerse a flote.
—¡Blublublublú! ¡Nos han metido bajo el agua! ¡Nos vamos a ahogar! —chilló con voz cortada con burbujas de aire saliendo de su boca.

Sin embargo, los demás no sintieron que se encontraban en peligro con la falta de aire a su alrededor. Deuce fue el primero en darse cuenta y se llevó una mano al cuello.

—...Un momento. Me ha dejado de doler —notó. Pareciera que la asfixia que había sufrido hacía tan solo unos segundos no hubiera ocurrido nunca.

Grim dejó de moverse y comprobó que le pasaba lo mismo.
—¿Qué? Ah, es verdad —dijo sorprendido, y se calmó de inmediato.

A pesar de que estaban bajo el agua y tenían que desplazarse nadando, podían respirar perfectamente como si se tratara de aire gracias a la poción de Azul.

—¡Estamos respirando bajo el agua de verdad! —murmuró Jack, asombrado.

Una vez adaptados bajo el agua, observaron el lugar donde los habían dejado. Había un poco de oscuridad, pero estaban lo suficientemente cerca de la superficie para que la luz del sol alcanzara el terreno submarino y se viera todo con claridad. Se encontraban en un extenso arrecife rocoso con hermosas algas verdes de distintos tamaños, barreras de coral de variopintos colores y unas curiosas plantas azules que no podían reconocer. También podían ver su alrededor peces de brillantes escamas nadando en bancos o buscando comida entre rincones ocultos.

No muy lejos se podía divisar un barco hundido de aspecto antiguo que debía de llevar siglos ahí abandonado. Verlo hizo que Yuu sintiera una sensación cálida en el hombro izquierdo y que tuviera una repentina curiosidad por saber qué clase de tesoros podría encontrar en su interior. Explorar aquel lugar bajo el mar era una experiencia con la que jamás se le habría ocurrido soñar y ahora deseaba que Yukiko hubiera ido con ellos para verlo también.

—¡Guau, mirad este arrecife de coral! ¡Menudas vistas! —exclamó Ace, admirando el paisaje y formando un rectángulo con el pulgar y el índice de ambas manos—. Si Cater estuviera aquí, seguro que diría: "Esta va para el Magicam", y se pondría a hacer fotos sin parar.

—Y los peces de aquí también, son una monada —comentó Yuu al ver un banco de peces ángel nadando juntos y estos, como si lo hubieran entendido, se acercaron a él alegremente y giraron rápidamente a su alrededor en espiral, creando burbujas a su paso.

Si no hubiera estado bajo el agua, Yuu se habría tropezado hacia atrás por la sorpresa. Los demás reaccionaron boquiabiertos ante aquella asombrosa interacción animal.

—Hala... —murmuró Deuce.

—¿Los peces suelen hacer eso con los humanos? —preguntó Grim, curioso.

—¡Claro que no! ¿A qué habrá venido eso? —respondió Ace, completamente patidifuso.

—Eso da igual, no hemos venido a admirar las vistas ni a jugar con peces —les recordó Jack y nadó hacia delante—. Démonos prisa y vayamos a buscar nuestro objetivo.

Todos se pusieron en marcha nadando, pero Grim tenía dificultades en seguirles el ritmo y ya estaba empezando a cansarse.
—¡Fgnaa! ¡Qué difícil es moverse bajo el agua! —se quejó.

—Mueve las patas traseras también, así te impulsarás y nadarás mejor —le aconsejó Yuu al darse cuenta de que solo estaba usando las delanteras.

Grim lo escuchó y consiguió impulsarse con más facilidad.
—Eh... ¡Ya planeaba hacer eso, sabes! No es como si fuera mi primera vez nadando tan profundo —insistió de forma poco convincente y continuó nadando.

Aún no había señal del museo, pero si el Espejo de la Oscuridad los había trasladado allí basándose en su objetivo personal, eso significaba que debía estar cerca. Nadaron alrededor de unos diez minutos y divisaron finalmente la silueta de unas altas torres.

—Oh, veo algo —señaló Deuce.

Se acercaron aún más y se encontraron con un enorme edificio similar a un palacio con altas torres y rodeado por filas de pilares de diferentes alturas formando ondulaciones, dando una sensación a las olas del mar. 

—¿No es ese el Museo Memorial de Atlántica? —cuestionó Ace. Era la primera vez que visitaba el sitio, pero lo reconocía de haberlo visto en documentales en la televisión e imágenes de internet.

Grim señaló a unas personas con finas capas azules que nadaban alrededor del lugar, sorprendiéndose de su singular aspecto:
—¡Fgna! ¡Mirad, allí hay personas con cola de pez en vez de piernas!

—¡Sirenas! —exclamó Yuu tras un respingo maravillado. Incluso si lo había soñado antes con Yukiko, jamás se le habría ocurrido ver en persona aquellos seres que solo podía ver en cuentos, obras artísticas o películas.

—Sirénidos, ¿eh? No sabía que realmente hubiese gente bajo el agua —comentó Jack.

—¿No? He leído algo sobre sirenas en los libros de Historia; la Bruja del Mar era una, por ejemplo —comentó Yuu, extrañado. Era raro escuchar algo así en un mundo mágico donde vivían hadas, seres humanos con características animales y muchos más seres que no había visto aún.

—Una vez me contaron que no todo el mundo sabe mucho sobre las sirenas porque no es fácil viajar al fondo del mar —explicó Ace—. Necesitas pociones para respirar bajo el agua, como nosotros, o contratar un viaje turístico. O por lo menos eso es lo que sé.

Continuaron nadando en dirección a la entrada, pero antes de que pudieran acercarse mucho, dos alargadas sombras de aspecto amenazante nadando en círculo se proyectaron justo por debajo de ellos en el suelo, dejando en claro que los estaban acechando.

—¡Aaaaaah~ ~ ~ ! ¡Ya estáis aquí, Pequeña Gamba y compañía! —sonó risueña la voz de Floyd alegrándose de verlos.

—Saludos a todos. ¿Os está gustando el mundo en el fondo del mar? —la de Jade les dio la bienvenida con formalidad.

Los estudiantes de primero se detuvieron en seco, sintiendo un escalofrío y poniéndose alerta. Aquellas voces habían sonado justo encima de sus cabezas y parecían haberlos estado esperando.

—Esas voces... ¡Los hermanos idénticos! —los reconoció Grim y señaló hacia arriba.

—¡Así es~ ! —canturreó Floyd mientras se presentaba ante ellos junto a su hermano.

La sorpresa de que estuvieran allí se sustituyó inmediatamente por desconcierto ante el aspecto completamente diferente de ambos gemelos; todos reprimieron un grito.

A excepción del color completamente blanco y un par de marcas pequeñas sobre los pómulos, sus caras tenían el mismo aspecto de siempre. Pero en lugar de piernas, ahora cada uno tenía de la cintura para abajo una larga cola de pez que debía medir cerca de dos metros. La piel corporal de ambos era del mismo tono verde azulado que la de sus colas, ambos tenían un tonificado blanco torso al descubierto y presentaban cuatro marcas a cada lado de sus costados que se podían asumir como branquias. En lugar de orejas tenían dos aletas que se parecían a las dorsales de los brazos y a la de la espalda. Un detalle a mencionar era que tenían unas pequeñas membranas entre los dedos, los cuales acababan en largas y afiladas uñas...

—¡Sois vosotros! ¿¡A qué viene ese aspecto!? —tartamudeó Jack. Ni siquiera él se habría atrevido a imaginárselos así, más tenebrosos que de costumbre.

—¿A qué te refieres? Este es nuestro aspecto de siempre —respondió Floyd con una sonrisa inocente—. Después de todo somos tritones.

—¿¡Tritones!? ¡Pero si en la escuela tenéis piernas...! —se atrevió a cuestionar Yuu, pensando en todo lo que había visto en el Monstruo Lounge. ¿Significaba eso que nunca habían sido humanos de verdad?

Jade nadó un poco hacia arriba para mostrar mejor su cola.
—Usamos pociones mágicas para cambiar nuestras formas cuando estamos en tierra, pues sería imposible para nosotros caminar en terreno firme con nuestras aletas.

—¡Tío, qué largos sois! ¿¡Cuánto medís de alto, digo, de LARGO!? —preguntó Ace, apabullado. Si antes le intimidaba lo altos que eran en la escuela, ahora se aterraba de verlos con un cuerpo el doble de largo.

Deuce se dio cuenta de que tenían un aspecto mucho más distinto a los sirénidos que acababan de ver nadando por el museo y supuso que debía de haber más de una especie entre ellos.
—¿¡Sois serpientes marinas o algo así!? —se atrevió a preguntar, esperando no ofenderlo y hacerlo enfadar.

—Nop, somos morenas —respondió Floyd alegremente mientras rodeaba a su hermano con el brazo y ambos entrelazaron sus colas.

—No me importa qué seáis, ¿qué demonios hacéis aquí? —demandó saber Grim, impaciente.

Ambos gemelos sonrieron con maldad, como si hubieran esperado aquella pregunta.

—¡Ah, ja, ja! ¿Acaso no es obvio? Hemos venido a interponernos en vuestro camino —reveló Floyd.

—¿¡Cómo!? —exclamó Yuu. Estaba completamente seguro que impedirles que cumplieran su parte del contrato iba en contra de lo acordado. ¿O era eso a lo que se refería Azul cuando mencionó poner un desafío?

—Debería haberlo sabido —dijo Ace con el ceño fruncido.

—No podemos dejar que cumpláis vuestro objetivo tan fácilmente —repuso Jade.

Viendo que no quedaba otra opción que comenzar una batalla, Deuce no dudó en sacar su pluma mágica.
—¡Pues yo seré el primero! ¡Ven aquí, hielo! ¡Toma esta!

Optó por la magia de hielo al ser más efectiva y fácil de controlar bajo el agua. Creó rápidamente cuatro cristales y los disparó contra Floyd, pero estos se desviaron en direcciones distintas justo cuando iban a alcanzarlo.

—No podrás ni tocarme con ese hechizo —se mofó Floyd, que ni se había movido de su sitio.

—¡Serás torpe! ¡Mira dónde apuntas! —Ace le recriminó a Deuce y sacó su pluma mágica—. ¡Toma esta!

Creó un cristal de hielo de considerable tamaño y lo lanzó con fuerza hacia la cara de Jade, pero, al igual que Floyd, este no necesitó mover un solo músculo para evitarlo porque se desvió repentinamente al otro lado sin siquiera rozarle el brazo.
—Je, je, je. ¿A dónde estabas apuntando exactamente? —se burló Jade, impactando a Ace.

—¿¡Decías algo!? —Deuce señaló a Ace, devolviéndole la reclamación por no saber apuntar.

Petrificado por haber fallado miserablemente como su compañero, Ace examinó su gema mágica, tratando de encontrar algún motivo.
—No puede ser. ¿Cómo he podido fallar así...?

Perdiendo la paciencia, Jack chasqueó la lengua y nadó unos pasos adelante.
—Apartaos del camino, ¡lo haré yo! —Creó un cristal de hielo de considerable tamaño—. ¡Toma esta!

Lo lanzó con todas sus fuerzas hacia la cara de Floyd pero, como si una fuerza lo empujara de golpe, el cristal salió disparado hacia arriba antes de que pudiera siquiera lo alcanzara un palmo de distancia y explotó en pequeños fragmentos ante la confundida mirada de Jack. Esta vez era demasiado obvio que el fallo no tenía que ver con falta de puntería...
—¿¡Qué!? ¡¿Mi hechizo cambió de dirección justo antes de golpearlo. ¿Cómo...? —murmuró.

—Eeeh. Ya te has dado cuenta, Erizo de Mar —comentó un impresionado Floyd, confirmando que los desvíos no habían sido un accidente.

—Las bestias terrestres tienen buena vista, después de todo —añadió Jade.

Entusiasmado con su situación en ventaja y el desconcierto de sus oponentes, Floyd sonrió de oreja a oreja con aire siniestro:
—Os diré por qué vuestros hechizos no nos alcanzan: se trata de mi Magia Única, "Bind the Heart" —reveló—. Interfiere en vuestros hechizos y los hace fallar. ¿A que es díver?

—¡No, no es nada díver! ¡Eso es hacer trampa, tramposo! —chilló Grim, furioso.

Floyd nadó alegremente hacia otro lado, pero Jade cruzó los brazos y suspiró algo decepcionado:
—Floyd, no me gusta que divulgues al detalle todo sobre tu Magia Única a otras personas —le dijo con calma.

—¿Y qué más da? No es como si pudieran detenerme incluso si lo supieran —replicó Floyd sin darle importancia.

—Vale, vale. Es bueno ver que tu magia está funcionando a la perfección hoy. Si estás contento con eso, yo también lo estoy —respondió Jade, rindiéndose con una leve sonrisa y deseando inconscientemente que su hermano no cambiara nunca—. Aunque debo decir que es un tanto problemático, nunca funciona bien cuando no estás de humor

En respuesta, Floyd le devolvió la sonrisa alegremente.

Yuu habría encontrado enternecedor que los tétricos hermanos se llevaran tan bien como habían demostrado el día anterior de no ser de que estaban en plena batalla.

De hecho, Floyd lo vio y nadó hacia su grupo a toda velocidad.
—¡Rápido, corred mientras podáis! Si os atrapo, os envolveré con mi cola. ¿A quién debería apretujar primero? —se rio de forma amenazadora.

Los estudiantes de primero se alejaron rápidamente. Floyd había demostrado tener una gran fuerza física y no querían ni imaginarse cómo debería ser el resultado de combinarla con su velocidad bajo el agua.

—¡Estos solo están jugando con nosotros...! ¡Si seguimos así, nos darán una buena paliza! —farfulló Jack con frustración, sabiendo que no tenían nada contra dos seres marinos en su territorio y que encima no podían derrotar ni con magia ni con ataques físicos.

Comprendiendo la severidad del asunto y que necesitaban un plan para enfrentarse al nuevo peligro, Yuu agarró a Grim y lo urgió a nadar en dirección contraria.
—¡Chicos, retirada! —exclamó y todos se marcharon lo más rápido que podían en el agua que los rodeaba.

Viendo que habían cumplido el objetivo de impedir su entrada al museo tan rápido como planearon, los gemelos se detuvieron y los dejaron huir.

—¡Ajajajá! ¡No importa cuántas veces lo intentéis! Jamás podréis derrotar a unos tritones como nosotros con esas simples piernas —se rio Floyd mientras los veía alejarse.

—Esperaremos pacientemente vuestra próxima visita —se despidió Jade con una formal inclinación.

Grim echó una última mirada atrás y apretó la mandíbula, frustrado y humillado por haber perdido.
—¡Maldita sea...! ¡Nos acordaremos de esta! —chilló mientras continuaba nadando.

Siguieron el camino de vuelta hasta el lugar donde los había dejado el Espejo de la Oscuridad y regresaron a la Sala del Espejo, donde cayeron sin mucho cuidado al suelo. El efecto de la poción se deshizo nada más atravesar el cristal y volver a respirar aire.

Deuce se levantó del suelo con dificultad.
—¿Estáis todos bien? —preguntó entre jadeos.

—De alguna forma, sí... —musitó Ace con cansancio.

Tras sentarse en el suelo, Jack le dio vueltas al inesperado encuentro que habían tenido con los gemelos en sus verdaderas formas.
—Todavía no me puedo creer que esos dos fueran sirénidos todo este tiempo —murmuró.

—¡Es como si nos hubieran perseguido tiburones! ¡Es injusto que puedan nadar tan rápido, sabéis! —se quejó Grim, aún con el orgullo herido mientras la anémona en su cabeza se doblaba hacia abajo.

Ace asintió de acuerdo.
—Es imposible que podamos ganar contra sirenas debajo del agua...

—Pero necesitamos conseguir esa foto o ya le podemos ir diciendo adiós a Ramshackle —recordó Grim con pavor.

Yuu no sabía qué decir. El miedo de perder su dormitorio y ser forzado a trabajar se había vuelto más palpable ahora que este había dejado claro que no iba a cumplir su parte del trato por las buenas.

—Sea como sea, necesitamos una nueva estrategia —concluyó Deuce mientras se ponía de pie y se arreglaba el uniforme.

—Tienes razón, vayamos a preguntarle a Cater, que tiene muchísima información —propuso Ace.

Viendo que Yuu aún no tenía ánimos para ponerse en pie, Jack le tendió una mano.
—Venga, volvamos a Savanaclaw y preguntémosle también a Ruggie y a los demás —propuso.

El prefecto asintió y aceptó su ayuda para ponerse en pie.

Se puso a atardecer en el dormitorio Savanaclaw para cuando Jack, Yuu y Grim se habían sentado a la mesa a cenar con Yukiko, Ruggie y Leona. Les contaron todo lo ocurrido en el Mar de Coral, la emboscada y el inmediato fracaso en la misión.

Yukiko se quedó boquiabierta cuando revelaron la verdadera identidad de los gemelos Leech, pero Ruggie y Leona parecían atónitos por otro motivo.

—Un momento, ¿de verdad fuisteis al Mar de Coral? —cuestionó Ruggie como si fuera lo único que se hubiera quedado del relato.

—¿Cómo podéis ser tan idiotas? —suspiró Leona con desdén.

Jack y Yuu se sintieron apabullados por el repentino insulto mientras que Yukiko y Grim se alteraron con él.

—¿¡Perdona!? —chilló Yukiko.

—¿¡Fgna!? —exclamó Grim al mismo tiempo y señaló a Leona con una pata acusadora—. ¡Fuiste TÚ el que nos dijo que nos diéramos prisa y lo hiciéramos! —le recordó.

Leona resopló irritado por la aguda voz resonando en sus oídos.
—Nadie dijo que os fuerais de cabeza al mar como unos imbéciles —replicó—. Tenéis tiempo limitado, tan solo os dije que usarais la cabeza y pensar en alternativas para encontrar la mejor solución. Es imposible meterse en una pelea con sirénidos en su bajo el mar y salir victoriosos. Es como si os hubierais servido en bandeja.

Los estudiantes de primero intercambiaron una mirada confundida: estaba hablando como si no le sorprendiera en lo más mínimo que los Leech no fuesen humanos.

—Un momento, Leona... ¿Acaso sabía que esos gemelos eran tritones? —preguntó Jack.

—Algo así —respondió el líder de dormitorio con indiferencia mientras volvía a centrarse en su sopa.

—El verano pasado vi a Floyd en su forma original cuando nos tocaron clases de natación en conjunto, así que me puedo imaginar lo mucho que debió asustaros... —reveló Ruggie sintiendo un escalofrío con solo recordar aquel aspecto inhumano y la velocidad a la que se movía bajo la superficie—. Sería mi fin si algo así me persiguiera en el agua.

Yuu se enfadó con Ruggie y Leona por primera vez en su estadía allí: podrían haberles advertido de aquel riesgo y haberles ahorrado tiempo para pensar en cómo conseguir la fotografía.

—¡Por lo menos podrían habernos avisado de eso antes! —bramó Jack, adelantándose.

Leona se encogió de hombros y continuó comiendo.
—Fuisteis vosotros los que se fueron corriendo sin recopilar información. Si me hubierais preguntado, no habría tenido ningún problema en deciros todo en detalle.

Ruggie se acercó un trozo de pan a la boca.
—Exacto. Debéis andaros con más cuidado. ¡Shi, shi, shi! —se mofó alegremente—. Ya os lo había dicho: todo aquel que no planee su próximo movimiento, no durará mucho en la sabana.

Yukiko acabó perdiendo la paciencia. ¿¡Acaso iban en serio!?
—Oh, claro, ¿cómo no se nos había ocurrido? Os teníamos que preguntar así de casual: "Eh, chicos, ¿acaso Jade y Floyd son tritones y nos estarán esperando bajo el mar para atacarnos y no dejarnos ir al museo?" —dijo sarcásticamente antes de golpear los puños contra la mesa—. ¿¡Nos estáis tomando el pelo!? ¡Venga ya, j*der!

Ruggie casi se atragantó con el sobresalto.
—¡Eh, eh! Cálmate, ya lo pillamos —le pidió.

—Yuki tiene razón, sois tan malos como siempre —gruñó Grim. Yuu no dijo nada, pero por una vez sentía lo mismo que su hermana y su peludo amigo.

Jack se aseguró de que Yukiko se había calmado lo suficiente para continuar hablando.
—¿Entonces eso quiere decir que Azul ya tenía pensado interferir en nuestro objetivo desde el principio? —cuestionó algo inquieto.

—Obviamente —respondió Leona como si no estuviera claro desde el principio.

—Los hermanos Leech trabajan para Azul y son muy conocidos por reclamar los colaterales y las compensaciones de los clientes con los que hacen tratos —añadió Ruggie—. También se rumorea que se interponen en el camino de la gente y harán lo que sea para que no puedan cumplir su parte del trato.

Los estudiantes de primero volvieron a intercambiar miradas, esta vez con consternación e incredulidad.

Ahora fue el turno de Grim de golpear sus patas contra la mesa.
—¡Serán tramposos! —exclamó antes de que se le quebrara la voz—. Si Yuu pierde, ¿seguiré siendo esclavizado por Azul para siempre?

Yuu no sabía qué hacer, la situación se había vuelto mucho más complicada de lo que pensaba y ya se estaba temiendo lo peor.
—Encontraremos una forma... A lo mejor —se limitó a murmurar, pero en realidad no se le ocurría ni una sola idea.

Tras verlos así, Leona fijó la mirada en la mesa y se llevó una mano al mentón, pensativo.

—¿Pasa algo, Leona? —le preguntó Ruggie, extrañado de verlo tan callado de repente.

Leona se quedó mirando a Yukiko y después se dirigió a Yuu.
—La Magia Única de Azul se llama "It's a Deal" —reveló—. Si alguien firma un contrato especial con él, Azul podrá arrebatarle una habilidad; y si no es capaz de cumplir con los términos del contrato, estará sometido a darle obediencia absoluta indefinidamente.

Los mellizos abrieron los ojos como platos. ¿Leona los estaba ayudando de verdad?

—Es realmente bueno porque se trata de una magia muy difícil que requiere de una gran habilidad, pero... ese tipo es bastante turbio —suspiró Ruggie.

—¿En qué sentido? —inquirió Yuu.

—Azul sella las habilidades confiscadas dentro de los contratos y después las usa él mismo cuando le viene en gana —explicó Leona.

Pensando en las palabras "habilidades" y "él mismo", Jack se sobresaltó y pensó inmediatamente en todo lo que habían visto de Azul el día anterior: su hermosa voz cantante, su fluidez en lenguas felinas e incluso su capacidad de crear una poción que se daba en tercer año. Todo cobraba sentido...

—Entonces todas esas habilidades y hechizos realmente complicados que lo vimos hacer...

Yuu comprendió a dónde trataba de llegar y también dio un respingo.

—Probablemente serían colaterales que le robó a otras personas que firmaron —finalizó Ruggie.

Y ahora fue Jack el que se puso de pie y golpeó las manos contra la mesa, furioso e indignado. ¡No solo promovía que la gente evitara trabajar duro para mostrar su máximo potencial, sino que él mismo se aprovechaba de lo que robaba para parecer mucho mejor de lo que era!
—¡Será cretino! ¡¡No es más que un estafador y un fraude!! —gritó.

—Y dale con golpear la mesa... Pero en realidad no, el nivel de su Magia Única es bastante alto de por sí. Un mero estafador no planearía algo tan elaborado —repuso Ruggie.

—Nunca le he dado mi magia ni mis habilidades como colateral en nuestros contratos, así que no sé cómo funcionará eso —admitió Leona.

—Es verdad, mencionaste algo al respecto —recordó Yuu.

Jack se volvió a sentar y le dirigió una mirada curiosa.
—¿Entonces qué entregó como colateral para sus tratos?

Leona gruñó con fastidio.
—Grr... Eso no importa. Y no me lo recuerdes —respondió, negándose a dar detalles. Debía de ser algo realmente serio o irritante para él si decía aquello—. De todas formas, mientras él siga teniendo el contrato especial, este seguirá en vigor; por eso te engaña con las palabras para hacerte firmar.

—Y así va la cosa: te hace aceptar condiciones imposibles de cumplir —finalizó Ruggie.

—La única forma de derrotar a Azul es... no firmar un contrato con él en primer lugar —añadió Leona, sonriendo porque sabía que ya era demasiado tarde para eso.

—Qué consejo tan útil, muchas gracias —respondió Yukiko con sarcasmo.

—Fgna... ¿Entonces qué hacemos...? —lloriqueó Grim, desesperándose otra vez.

Yuu se llevó una mano a la frente.
—No podemos perder, necesitamos un plan y pronto... —murmuró.

Leona los miró con recelo.
—Idiotas, usad un poco la cabeza —Se llevó un dedo a la sien—. La clave para derrotar oponentes más fuertes que vosotros se encuentra aquí —Pinchó un trozo de carne con el tenedor y se lo llevó a la boca—. Sin embargo, si estuviera en vuestro lugar... Comenzaría buscando una manera de hacer trizas ese contrato.

Yuu parpadeó sorprendido con la idea, pero Grim se estremeció de solo pensar en la vez que intentó destruir aquel contrato en el restaurante solo para ser electrificado y perder miserablemente.
—Pero esos contratos son indestructibles... —gimió pensando en las duras palabras de Azul.

Y ahora Leona dio un largo suspiro indignado:
—Realmente os faltan neuronas.

—Sois realmente el tipo de persona que caería en una estafa o en alguien haciéndose pasar por otro —añadió Ruggie mientras negaba con la cabeza.

—¿¡Ffgna!? —exclamó Grim, petrificado por los nuevos insultos.

—Quiero decir, ¿por qué le creísteis a Azul cuando dijo que sus contratos son "completamente indestructibles"? —insistió Ruggie mientras hacía comillas con los dedos.

—¿Qué? Pero si nuestros ataques no tuvieron efecto en él —recordó Jack, pensando que ni una horda entera de estudiantes sedientos de libertad había sido capaz de siquiera rozar al líder de dormitorio y el papel dorado que sujetaba.

Ruggie sonrió de oreja a oreja.
—¿No habéis considerado la posibilidad... de que todo eso se trata de una simple actuación? —inquirió y enfatizó la última palabra haciendo manos de jazz.

—Toda magia tiene su punto débil —declaró Leona con serenidad—. Tomad como ejemplo a ese señorito rojo, incluso su famosa Magia Única de sellar magia tiene sus puntos débiles. No importa lo bueno que pueda ser un hechicero, la magia tiene sus límites. Así que la idea de que el "It's a Deal" de Azul siendo absolutamente invencible suena más bien absolutamente imposible.

Era cierto, "Off With Your Head" era un hechizo muy fuerte y avanzado, pero no era capaz de sellar ni resistir grandes cantidades de magia como cuando Leona estaba en proceso de desequilibrarse y caer en estado de Overblot.

—Si "It's a Deal" tiene un punto débil, eso significa que será mejor ir y descubrirlo aquí en tierra en lugar de enfrentarnos a los hermanos Leech bajo el mar. Eso es lo que quiere decir... ¿Verdad? —comprendió Jack, pero frunció el ceño con preocupación. Eso significaba que tendrían que conseguir el objetivo de una forma diferente a la acordada y sentía que se rebajaría al nivel de aquel tramposo trío de Octavinelle si aceptaba la idea—. Me huele a juego sucio...

Ruggie suspiró, comenzando a cansarse de verlo así.
—Jack, presta atención: es bueno que tengas principios, pero te recuerdo que fuisteis incapaces de derrotar a Azul incluso en tierra.

Jack se sobresaltó en respuesta y desvió la mirada con vergüenza.
—Es que...

—Esas sabandijas no dudaron en engañar herbívoros ingenuos y aprovecharse de ellos para quitarles sus posesiones. No tenéis ningún motivo para ser vosotros los que juegan limpio —puntualizó Leona y esbozó una escalofriante sonrisa malvada—. No importa si hacéis trampas o si vais en contra de lo acordado, la victoria será vuestra con tal de que se anule el contrato.

Aquellas palabras le recordaron a Yuu las de Ruggie aquella mañana sobre salirte con la tuya para lograr lo que querías... Sin embargo, esta vez se sintió capaz de dejarlo pasar. ¿Acaso se habían olvidado de lo del torneo?

—¡Uuuh! ¡Ese es nuestro Leona: podrido hasta la médula! —chilló Ruggie con emoción, orgulloso de su jefe y líder de dormitorio.

—¿¡Acaso no has aprendido nada de la última vez!? —le reclamó Yuu, por primera vez sin temer una reacción negativa por parte del líder de dormitorio—. Tu complot te hizo entrar en Overblot y te llevó a la enfermería, ¿recuerdas?

Leona se limitó a no darle importancia a la crítica.
—Ya te lo dije antes: yo siempre utilizo cualquier medio necesario.

—No me puedo creer que vaya a decir esto, pero estoy algo de acuerdo con eso —intervino Yukiko, sorprendiendo a los demás—. Si Azul tiene claro que no va a cumplir su parte del trato, entonces tampoco lo haremos nosotros.

Viendo que era la mejor idea que tenían y a él no se le ocurría nada más, Jack reflexionó en lo que acababa de decir su líder de dormitorio.

—Ojo por ojo y diente por diente... —murmuró y se acabó poniendo de pie con decisión—. Muy bien. Nos quedan dos días, ¡así que los dedicaremos a seguir a Azul y encontrar la oportunidad perfecta de destruir el contrato!

Yuu también se puso de pie.
—¡De acuerdo, hagamos eso! —exclamó.

Dando por hecho que no quedaba más que hablar, Leona también se puso de pie.
—Pues muy bien. Esforzaos mucho y pasadlo bien, novatos —dijo secamente y se dispuso a irse.

—¿¡Qué!? ¿¡Nos dices todo eso y no piensas ayudarnos!? —exclamó Grim con incredulidad. Riddle les había prestado su ayuda antes, tenía la esperanza de que otro líder de dormitorio (uno bastante astuto y fuerte) hiciera lo mismo.

Leona ni siquiera se volteó a verlo.
—¿Y por qué iba a hacerlo? Ya os di unas pistas bastante buenas, planead vosotros el resto. Nos vemos.

—Yo también debería irme. ¡Buena suerte a todoooos~ ! —dijo Ruggie mientras se levantaba él también—. No os olvidéis de recoger y lavar los platos; y después hay que recoger el cuarto de Leona.

—¡¡Malvados!! —chilló Grim con decepción al ver que no solo no los ayudarían, sino que también los volvían a mandar a trabajar.

Por otro lado, Yuu y Jack se veían bastante satisfechos con la información recibida. Solo les quedaba encontrarse con Ace y Deuce para crear una nueva estrategia.

Sin embargo, Yukiko tuvo un mal presentimiento y esperó a que los dos estudiantes de curso superior se alejaran lo suficiente antes de levantarse ella también.

—¡Eh! ¿A dónde te crees que vas, Yuki? —demandó saber Grim, aún exaltado—. No te escaquees tú también, no pienso lavar tu plato, sabes.

—Tranquilo, ahora vuelvo. Hay algo que me gustaría preguntarle a Leona... —aseguró Yukiko antes de irse despacio.

—¿Ocurre algo? —le preguntó Yuu.

—No es nada. Será rápido.

Los siguió hasta las pasarelas que llevaban a las habitaciones, cuidando de no hacer ruido con sus pasos en el suelo de madera. Las únicas luces eran las de las lámparas colgantes y la de la luna a través del inmenso cristal que daba una buena vista al exterior. A falta de esquinas, plantas y muebles tras los que esconderse, se acercó lo mejor que pudo y se agachó levemente en una sombra fuera de su vista para mirarlos desde lejos. Esperó que no se fijaran en ella.

—Eso fue bastante raro de tu parte, Leona —dijo Ruggie de repente, rompiendo el silencio—. No es propio de ti dar tantos consejos e información.

Yukiko dio un suave respingo, Ruggie también tenía la misma pregunta que ella.

—¿Qué? —cuestionó Leona con desinterés, fingiendo no saber a qué se refería.

Ruggie sonrió burlonamente.
—¿Acaso te has encariñado con esos adorables e inocentes chicos de primero?

Leona dejó de caminar y resopló en respuesta.
—Idiota. Como si eso fuera a pasar —dijo secamente antes de sonreír con malicia—. Si usamos esos novatos a nuestro favor, encontraremos la debilidad de ese pulpo bastardo sin levantar un solo dedo. Aunque tampoco me espero gran cosa de ellos.

Ruggie se lo quedó mirando en silencio antes de volver a reírse por lo bajo.
—Ya veo. No me esperaba menos de ti, Leona.

Había estado molesto con él por un tiempo después de verlo rendirse antes del torneo e inmediatamente después herirlo con su Magia Única, pero Ruggie acabó por sentirse aliviado de que Leona, el hombre astuto y maquinador que conocía desde el año anterior, seguía siendo el mismo incluso después de aquellas horribles experiencias.

Leona siguió sin moverse de su sitio y miró de reojo hacia una esquina.
—Y yo tampoco me esperaba menos de ti, Yuki. No has disimulado tus sospechas desde esta mañana.

Ruggie abrió los ojos como platos, miró a su alrededor y acabó fijándose en ella. Antes había escuchado pasos y sentido la presencia de alguien, pero pensó que solo se trataba de un estudiante regresando a su habitación. Sintió un deja-vú, ¿acaso iba a ser costumbre que alguien de primero tratara de escuchar sus conversaciones en secreto? ¡Ya iban dos veces!

Yukiko maldijo para sí misma y se agachó. Había sido lo más cautelosa posible y aún así la habían pillado.

—Vamos, sal de ahí —urgió Leona—. Ya te noté hace rato, el sonido de tus pasos es más ligero que el del resto de aquí y ya de por sí tienes poco en donde esconderte.

Apretando los puños y la mandíbula con vergüenza, la chica caminó hacia ellos, iluminándose con la luz de la luna.

—¡Shi, shi, shi! ¿Te gustó tanto la idea de espiar a Azul que decidiste hacer lo mismo con nosotros? ¿O estabas buscando la oportunidad de vengarte y asustarme a mí por la espalda? —se rió Ruggie, aunque le impresionaba el hecho de que hubiera sido capaz de seguirlos discretamente hasta ahí; ser bajito tenía sus ventajas, al parecer.

—¿Hay algo que quieras preguntarme? —inquirió Leona con calma—. Debe de ser realmente importante si no pudiste esperar a mañana. ¿Qué es lo que te intranquiliza esta vez?

Yukiko desvió la mirada y se tragó el orgullo antes de mirar a Leona a los ojos con aire desafiante.
—Lo he oído todo. ¿Qué pretendes hacer con Yuu y los demás? —demandó saber—. Y esta vez no trates de negarlo.

Leona se la quedó mirando con indiferencia antes de cruzarse de brazos y suspirar.
—Oh, me hieres los sentimientos, Yuki —dijo secamente—. Pensaba que a estas alturas ya confiabas un poco más en mí. Acabas de oír por ti misma la información clave que he compartido con vosotros.

Ruggie reprimió una leve risa, poniendo a Yukiko aún más de los nervios.
—¡Corta el rollo! Vale, ya has dejado claro que no te cae bien mi hermano; pero no voy a tolerar que le hagas daño, ya tiene más que suficiente con Azul. ¿Qué planeas ahora?

Por mucho que ella aceptara sus consejos para entrenar su magia y se esforzara en las actividades del club, Yukiko era más leal a su familia y sus amigos que al dormitorio Savanaclaw. Leona era consciente de aquello y sabía que no la haría cambiar de parecer ni de bando por muchas ofertas y ventajas que le ofreciera.
—Pues ya que sigues sin fiarte del todo de mí, no veo por qué debería compartir nada contigo —dijo con austeridad y Yukiko apretó los puños con frustración—. No te lo tomes a mal, pero no quiero que le soples lo más importante a tu querido hermanito nada más oírlo —Entonces suavizó la mirada, todavía manteniendo la firmeza—. Pero para que te quedes tranquila, puedo asegurarte que no tengo la más mínima intención de hacerle daño a nadie, ni siquiera a él ni a su mapache. Si tuviera la intención de hacerles daño, ya lo habría hecho antes.

Yukiko relajó su semblante, pero seguía sin sentirse muy convencida con aquella declaración.
—¿Lo... "aseguras"?

—Ya es cosa tuya si decides creértelo o no, pero tengo cosas mucho más importantes que pensar en cómo meterme con un par de herbívoros por pura diversión. ¿No se te había ocurrido? ¿O debo recordarte que al principio me negaba a dejarlos estar aquí?

—Además son bastante útiles. Ahora mismo he podido darme un respiro al dejarles el trabajo de lavar los platos. ¡Shi, shi, shi! —intervino Ruggie—. Sería una pena perderlos antes de tiempo.

Leona esbozó una sonrisa ladina.
—Así es, ya que tengo a dos "invitados" ocupando espacio en mi habitación, creo que estoy en mi derecho a aprovecharme de la situación y usarlos a mi favor para descubrir el punto débil de un maquinador como Azul, nada más. Así matamos dos pájaros de un tiro: ellos lo descubren y se libran de su trato, y así obtengo yo más información. Esa es la idea principal.

Al final no era tan serio como el sabotaje del torneo, pero había algo que seguía sin cuadrarle a Yukiko.
—¿Pero para qué te interesa tanto saber el punto débil de Azul? No es como si tuvieras deudas pendientes con él —cuestionó, ahora extrañada. No se le ocurría cuál podría ser su razón de querer derrotarlo.

—Ah ah. Ya te dije que no voy a compartir más detalles contigo —le recordó Leona tranquilamente—. Pero apuesto que estás más tranquila, ahora que he confirmado que no seré yo quien los envíe a la enfermería. Ya será cosa de ellos si se meten en líos.

Yukiko desvió la mirada por un segundo antes de volver a mirarlo fijamente.

—Vale, me queda claro que no piensas hacer nada más. Pero eso no quita que tuviera mis motivos para desconfiar de ti.

—Y supongo que no te puedo culpar mucho de eso, pero permíteme que te dé un consejo para la próxima vez —continuó Leona—: si de verdad los quieres proteger, en vez de emplear esa energía y esa desconfianza hacia a mí, deberías hacerlo con el estafador que convenció a tu hermano de firmar el contrato y que trató de hacer lo mismo contigo. Te será más productivo y así lograrás realmente tu cometido.

—¡Oh! Eso sí que es sabiduría —murmuró Ruggie, impresionado una vez más por su líder de dormitorio—. A decir verdad, es bueno que quieras proteger a los tuyos; lo entiendo perfectamente. Pero no deberías distraerte de vigilar tu territorio por estar detrás de una presa que ni siquiera merece la pena, acabarás perdiendo más que consiguiendo ventajas.

Ella los miró pensativa.
—Entendido —se limitó a responder.

—No me importa si le hablas de mis intenciones a los demás, no es como si fuera a cambiar las cosas. Pero bueno, si eso era todo, ¿algo más que preguntar? —le preguntó Leona y Yukiko negó en silencio con la cabeza—. Muy bien, entonces te deseo una buena noche.

—Hasta ahora, Yuki. Ten cuidado al volver a Ramshackle —se despidió Ruggie y dio media vuelta para continuar su camino con Leona.

Yukiko los miró en silencio por un momento, y cuando estaba por irse ella también, Leona se detuvo de repente y se giró a verla nuevamente.

—Antes de que se me olvide: ¿cuento contigo para las actividades de club de mañana si te sientes bien?

—Sí, líder de dormitorio —afirmó ella antes de palidecer y cubrirse la boca inmediatamente—. ¡AH!

Pillados completamente por sorpresa, Leona y Ruggie abrieron los ojos como platos.

—Espera... ¿Me lo ha parecido a mí o acabas de dirigirte a Leona como líder de dormitorio? —inquirió Ruggie mientras volvía a darse la vuelta lentamente y revelaba sus colmillos con una gran sonrisa socarrona.

—¡No, no lo hice! —insistió Yukiko en su miserable intento de negarlo.

Leona también sonrió con aire burlón.
—No trates de negarlo, lo he oído alto y claro; es la primera vez que lo dices. ¿Tan buena ha sido esta lección que ya comienzas a aceptarme como tu líder de dormitorio? Me siento orgulloso.

—¡No, no es eso! Se me debe haber escapado después de escucharlo de Jack tantas veces, ¡no significa nada!

—Algo me dice que se te da tan mal ocultar lo que piensas como él. Estás colorada y todo.

—¡No tengo nada que ocultar! ¿Sabéis qué? Ha sido un día muy largo para todos, ¡hasta luego!

Yukiko se apresuró en irse antes de darles la oportunidad de decir algo más; escuchó de lejos la suave risa de Leona divirtiéndose con la situación. No estaba tratando de negar nada, puede que respetara a Leona hasta cierto punto como príncipe y líder de dormitorio, pero estaba lejos de caerle bien y más aún de estar en la misma página que él.

Puede que confirmara no tener la intención de hacerle daño a sus amigos, pero todavía le costaba aceptar que necesitaban asistencia por parte de alguien con una actitud tan similar que aquellos idiotas miserables que los habían perjudicado a ella y a su familia en el pasado, como aquella bruja y aquella traidora...

Sin embargo, recordó el consejo de Leona y dejó de dedicarle tiempo a aquellos pensamientos para volver a centrarse en lo que importaba ahora. Los demás seguramente se estarían preguntando por qué le estaba llevando tanto tiempo y aún tenían mucho trabajo si querían destruir aquellos dichosos contratos.


[Publicado el 22/7/2024]


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