40. El Mercader de las Profundidades
Había pasado mucho tiempo desde que Yuu había tenido uno de aquellos extraños sueños que comenzaban visualizando el espejo de su habitación; casi se había olvidado de ellos.
El espacio gris de aspecto infinito era el mismo que las últimas veces, y en esta ocasión también llevaba puesto un conjunto específico de ropa: una camisa blanca desabotonada en el cuello, unos pantalones azules atados con un cinturón de tela rojo y unas gruesas botas negras.
—¡Hola! —su hermana lo llamó con una notable combinación de alegría y confusión en su voz.
Supuso que estaba vestida igual que él, como en las ocasiones anteriores, pero al darse la vuelta para verla, pudo ver que estaba muy lejos de acertar esta vez.
—Hola. ¡Oh, estás muy guapa!
Yukiko estaba vestida con un sencillo, pero bonito vestido azul cuya falda le alcanzaba los tobillos; la parte superior era de color blanco, con mangas largas, y estaba acompañado de un oscuro corpiño azul marino. También tenía el pelo semi recogido con un gran lazo azul claro por detrás de la cabeza.
—¿Tú crees? Gracias, tú tampoco te ves mal —respondió ella justo antes de fruncir el ceño con un poco de chasco—. Aunque creía que íbamos a llevar lo mismo, ¡tenía ganas de verte con un vestido también!
—Pues por esta vez va a ser que no —replicó él entre risas.
Las imágenes del sueño no tardaron en llegar. Se agarraron de la mano al verse rodeados de una noche de tormenta en medio de la superficie del océano.
—Qué tormenta tan intensa... —comentó Yuu, estremecido.
—¡Mira, allí! —señaló Yukiko al gran catamarán que se estaba hundiendo por causa del caos que lo rodeaba.
—¡Se acerca una tormenta! ¡Agarraos! —exclamó la voz lejana de un marinero, justo antes de que el barco se incendiara y se destruyera aún más.
En medio del caos, pudieron ver cómo una hermosa joven pelirroja salía a la superficie, cargando en brazos a un joven que parecía inconsciente.
—Lo está salvando del naufragio —observó Yuu al ver que la chica luchaba contra la fuerza de las olas para llevarlo a un lugar seguro.
—¡Es una sirena...! —exclamó Yukiko con admiración al ver su gran aleta de escamas verdes sobresalir del agua mientras—. ¡Qué guapa es!
Ninguno de los dos tenía idea por qué, pero por algún motivo sabían los nombres de aquellas personas que no habían visto en su vida: la sirena se llamaba Ariel, y el humano, Eric.
Tras eso, las imágenes cambiaron a un escenario mucho más tranquilo: había amanecido, la tormenta había amainado y la joven estaba con el inconsciente humano en la orilla de una playa.
—¡Mira, respira! —exclamó Ariel, aliviada, y lo miró, encandilada—. Es tan... atractivo.
—Vaya, ya se nos enamoró a primera vista —comentó Yukiko, impresionada.
—No me extraña, es realmente guapo —opinó Yuu.
—¿A que sí? Esta chica tiene buen gusto. Un momento, ¡ese tipo está vestido igual que tú! ¿Te has dado cuenta?
Viendo que el joven estaba a punto de despertar, la bella sirena comenzó a cantar para ayudarlo a volver en sí, demostrando tener una voz preciosa que encandiló incluso a los gemelos al escucharla.
Cuando el joven abrió los ojos con debilidad, Ariel terminó de cantar y se apresuró a ocultarse en el mar y cuando escuchó los ladridos de un perro y la voz de un hombre llamando al joven.
—¡Príncipe Eric! —exclamó con alivio un hombre mayor de aspecto amable, al que reconocieron como Grimsby, mientras lo ayudaba a levantarse.
—Una chica me ha salvado... ¡Tenía... la voz más bonita que he oído en mi vida! —murmuró el joven, aún mareado por el accidente y encandilado por su salvadora, de la cual solo pudo mantener en la memoria su cabello rojo y, por supuesto, aquella distintiva voz. Se preguntó si podría volver a encontrarla con solo aquellas pistas.
—Veo que él también se enamoró —comentó Yuu.
El anciano supuso que solo estaba delirando por tragar demasiada agua de mar y lo ayudó a caminar de regreso al gran castillo que se asomaba por encima del acantilado. La sirena se subió a una elevada roca y los observó desaparecer en la distancia.
—Yo no sé bien cuándo será... Pero a su mundo he de regresar —siguió cantando Ariel mientras el viento le hacía ondear su larga cabellera—. Yo he de volver, quiero formar... ¡Parte de él!
Nada más terminar el último verso de la canción, las cristalinas olas chocaron y se levantaron en sincronía cuando ella se irguió sobre la roca, decidida a volver a ver a aquel humano que quería conocer mejor junto a su mundo...
Los mellizos miraron con admiración aquel maravilloso espectáculo, pero el sentimiento se transformó en preocupación cuando las imágenes se enfocaron sonbre un par de tenebrosas morenas de aspecto similar, conocidos como Flotsam y Jetsam, asomándose sobre la superficie del agua. Estas se rieron de forma siniestra mientras el ojo izquierdo de una y el derecho de la otra se iluminaban con un brillo dorado...
—¿Qué están haciendo? —preguntó Yukiko con desconfianza.
—No lo sé, pero no parece nada bueno... —respondió Yuu.
Aquellas nuevas imágenes les habían dado muchas dudas, pero el sueño se había terminado y las imágenes se desvanecieron paulatinamente en la oscuridad...
Yuu abrió los ojos con dificultad y se desperezó sobre el cómodo colchón de su cama.
«¿Un sueño sobre el océano...?» pensó, haciendo un esfuerzo mental para mantener detalles importantes y discutirlos después con su hermana. En su divagar, acabó por darse cuenta de que Grim no estaba durmiendo a su lado y dio un respingo involuntario. ¿Dónde podría estar?
—Hm, ya veo... —lo escuchó murmurar en voz baja—. Si las preguntas tienden a tener... más de una opción, debe de haber una trampa... Hmm...
Se frotó los ojos y lo vio sentado en el sillón, absorto en la libreta de notas con la que había estado estudiando para los exámenes finales durante la semana pasada; ni siquiera se había dado cuenta de que se había despertado.
—Buenos días, Grim —lo saludó Yuu.
—¡Ffgnya! —chilló Grim, sobresaltado por el inesperado saludo, y le dirigió una mala mirada, aún sintiendo el pelaje erizado y los fuertes latidos del corazón—. No me des esos sustos, vas a hacer que olvide lo que me he memorizado.
—Oh, perdona —se disculpó Yuu mientras se levantaba y observó a través de la ventana que todavía estaba amaneciendo, hora a la que se había acostumbrado a levantarse durante las últimas semanas para repasar para los exámenes finales—. Me sorprende que te hayas levantado tan temprano para estudiar... Un momento, qué ojeras tienes. ¿Has estado despierto toda la noche?
—¡Pues claro! ¡Hoy es el último día de los exámenes finales! —respondió Grim mientras esbozaba una sonrisa maliciosa—. Tú y yo contamos como un solo estudiante, así que no me hagas quedar mal.
—Lo dice el pequeño travieso que se queda dormido en clase... —replicó Yuu, divertido, mientras alzaba una ceja—. Voy a preparar el desayuno, y después acabaremos con esos exámenes.
Nada más abrir la puerta, se encontró de bruces con Yukiko, quien ya tenía la mano alzada con intención de llamar a la puerta.
—¡Oh, hola! —dijeron al mismo tiempo, sorprendidos.
—¿Qué pasa? —preguntó Grim y volvió a levantar la vista de su libreta—. Ah, hola, Yuki. No me hables mucho ahora, que si no me olvido todo.
—Eh, ¿vale? —respondió ella, atónita, mientras su hermano salía y cerraba la puerta detrás de él—. Le ha dado por ponerse en serio casi a última hora, ¿eh?
—Por lo menos está estudiando —suspiró Yuu—. ¿Y tú? ¿Cómo llevas el último día?
—Para más de un 60 tengo, por lo menos —admitió ella—. Menos mal que obtuve ayuda de ti y de los demás, aunque tuvimos que comprarle esos donuts Ruggie...
—Al menos le gustaron. Ni dudó en querer ayudarnos con Lenguas Animales cuando vio los donuts. —Ambos se rieron al recordar lo rápido que le habían arrancado la bolsa de las manos—. Voy a preparar el desayuno, ¿te vienes?
—Claro —asintió ella y señaló la puerta de su cuarto—. Por cierto, Grim sigue sin decirte de dónde sacó esos apuntes, ¿verdad?
—No dijo nada más aparte de que los obtuvo de un compañero de clase superior, me imagino que los copió para tenerlos más a mano. —Hasta a él le costaba creerse aquella suposición, pero sabía que no iba a lograr nada si lo presionaba con preguntas—. Supongo que a estas alturas no importa saber la respuesta.
—Hablando de aclarar las cosas, ¿quieres hablar de lo de anoche?
Yuu asintió y ambos se dirigieron a la cocina, donde se pusieron manos a la obra con la comida. Ya se habían acostumbrado a las renovaciones finalizadas del dormitorio; aún tenían problemas con las cañerías, la temperatura del agua y algunas zonas por las que aún resonaba el viento nocturno. Sin embargo, el edificio se veía mucho más decente y habitable que antes, incluso la corriente eléctrica funcionaba mejor.
—Estos sueños raros son distintos a la última vez —dijo Yukiko para romper el hielo—. Te veías bastante bien con la ropa, era exactamente como la de ese príncipe. Aunque no sé qué relación tendría mi vestido.
—A lo mejor fue por el color azul, era un sueño con el mar —caviló Yuu mientras sacaba el beicon de la nevera—. También creo que era ropa de la época, la Edad Moderna, a lo mejor. Pero tampoco hemos visto mucho del sitio, así que no lo tengo claro.
—Me parece extraño, las veces anteriores llevábamos exactamente lo mismo: primero el vestido azul, después la camiseta blanca... ¿Por qué es distinto esta vez?
—Ni idea, lo habrá decidido así el sueño. Pero lo que me da mal rollo fue el final...
—Eran morenas, ¿verdad? —cuestionó Yukiko, comprendiendo de inmediato a qué se estaba refiriendo—. Parecía que estaban tramando algo contra esa chica por quedarse mirando a ese Eric... ¡AAH!
La chica dejó las tazas en un lugar seguro y se llevó una mano al hombro derecho: una desagradable sensación de ardor similar al fuego se había originado así de la nada.
—¿¡Yuki!? —Yuu exclamó y dejó lo que estaba haciendo para socorrerla. Sintió una especie de deja-vú y supo de forma instintiva cómo actuar—. ¡Yukiko, mírame!
Con solo escuchar su voz, el dolor se disipó de inmediato, pero el susto aún prevalecía. Recuerdos nada agradables de su llegada regresaron a su mente como un fulminante rayo y se llevó una mano al cuello, alarmada, para asegurarse de que seguía llevando la gargantilla...
—¡Tranquila, tranquila! La llevas puesta —respondió Yuu mientras le sujetaba la mano con suavidad—. ¿Ves? Ya pasó...
Yukiko trató de controlar su respiración y se revisó el hombro derecho, viendo que la ropa seguía intacta.
—¿Qué ha sido eso? ¡Ni siquiera he usado magia...! —murmuró, tratando de no alzar demasiado la voz y alertar a los fantasmas.
—Tranquila, una vez me pasó lo mismo que a ti ahora —confesó Yuu, logrando que ella lo mirara con sorpresa—. Así que dudo que sea magia, o por lo menos no en hechizo...
—¿De verdad? ¿Cuándo ?
—Hace meses, no mucho tiempo después de comenzar las clases. Estaba en la biblioteca y leí una descripción que se parecía a la niña del primer sueño —comenzó a explicar Yuu, que se acababa de acordar de aquel lejano y efímero momento—. Mencioné su nombre en voz alta y me pasó lo mismo que a ti ahora, pero se me pasó cuando pensé en otra cosa.
Se había distraído gracias a Silver cuando este se fijó en su incomodidad y le había preguntado si estaba bien.
—¿Te refieres a Ali-? —Su hermano le hizo apresurados gestos para que no dijera el nombre en voz alta—. Ah, cierto. Entonces yo mencioné el nombre de... ese príncipe, y me ha pasado lo mismo.
—Era raro y solo me había pasado una vez, así que no se lo conté a nadie y me olvidé de ello. Sea lo que sea, está claro que estas marcas son la causa —refutó Yuu, casi convencido, mientras se acariciaba el hombro izquierdo.
Todo aquello era mucha información que procesar a primera hora de la mañana, especialmente para Yukiko:
—Siento que me va a explotar la cabeza...
Al decidir que discutir la relación entre las marcas y las imágenes oníricas tenía pinta de ser más delicado de lo que se imaginaban, ambos decidieron mantener aquel extraño fenómeno en secreto, por lo menos hasta que tuvieran una idea de lo que se podía tratar. A lo mejor lo más prudente sería contárselo por lo menos al director, pero ya tenían más que suficientes incógnitas que no sabían si tendrían acaso algún tipo de respuesta y aquella era fácil de evitar; tan solo debían evitar mencionar los nombres de las personas de los sueños.
Además, seguían teniendo asuntos del mundo real a los que debían prestar aún más atención: debían de tener las mentes preparadas para el examen de aquel día. Un despiste u olvidarse de algo que se habían estudiado durante días podía ser la diferencia entre un aprobado y un suspenso.
Desayunaron bien, Yuu repasó un poco de la teoría de Pociones con Grim y, cuando llegó la hora de la verdad, se apresuraron a irse a clase junto a Ace y Deuce, pues el profesor Crewel iba a tolerar menos que nunca un simple minuto de tardanza.
Aproximadamente una hora y media más tarde, la campana resonó por la escuela y los estudiantes de la clase 1-A se tensaron, sabiendo que ya no se podía añadir nada más a lo que se había escrito en el examen final.
—Se acabó el tiempo, cachorritos —anunció Crewel con firmeza—. Dejad los bolígrafos y entregad vuestras hojas como perritos obedientes. Con esto concluyen los exámenes finales.
Todos los alumnos en el aula celebraron con vitoreos y gestos victoriosos, alegres de que la complicada temporada de exámenes llegara a su fin.
—¡Sentaos! Es demasiado temprano para cantar victoria —demandó Crewel mientras sacaba su reconocido puntero de profesor—. Todo aquel mal chico que saque una mala nota tendrá que sacrificar sus vacaciones de Navidad para ir a clases de recuperación. Dicho esto, podéis iros.
Guardó los exámenes en una carpeta y se marchó de la clase, haciendo que los alumnos volvieran a sentir la alegría de haber terminado los exámenes.
—¡Ah, por fin hemos acabado! —celebró Ace mientras estiraba los brazos.
Yuu, por otra parte, no resistió la necesidad de apoyarse sobre la mesa, mentalmente agotado.
—Al menos aprobaré, pero este fue un poco complicado...
—Eh, ¿a dónde fue a parar la confianza de sacar un 100 que tenías hace poco? —cuestionó Ace.
—Decidió quedarse con el examen de Historia de la Magia de anteayer.
—Hicimos lo que pudimos, ahora solo queda esperar a los resultados —dijo Deuce con una sonrisa tranquila.
—¡Je, je, je! Este examen fue pan comido para mí —dijo Grim con una sonrisa maliciosa y Ace y Deuce lo miraron con curiosidad.
—¿Hm? Para alguien que siempre actúa como si fuera el fin del mundo tras un examen escrito, te ves bastante seguro —comentó Ace.
—¡Je, je! Esta vez será diferente. ¡Id preparándoos para llamarme el "Gran Genio Grim" y suplicarme para compartir mis conocimientos con vosotros!
—Pues siento decirte esto, pero estoy más que seguro de que voy a sacar una nota mejor que tú —replicó Deuce, confiado.
—¿Eso es algo que debería decir el que siempre llora como un bebé cuando saca malas notas? —cuestionó Ace con un tono de mofa—. Pero bueno, estos exámenes fueron facilitos, así que yo tampoco voy a perder.
No era raro ver a aquellos tres competir en algo, pero sí que estuvieran tan tranquilos por los resultados de los exámenes, como si estuvieran bien seguros de que iban a aprobar.
—Sí que habéis estudiado duro para estos exámenes, ¿eh? Antes nos costaba más —comentó Yuu, recordando las malas notas que habían obtenido en otras asignaturas.
—¿Qué podemos decir? ¡Estos fueron realmente fáciles! —insistió Ace alegremente mientras se encogía de hombros.
—Bueno, ya que hemos acabado con los exámenes, yo voy a volver al club de atletismo —decidió Deuce, que no iba desde que se había puesto a estudiar para los exámenes.
—Yo también tengo ganas de ir al club de baloncesto después de tanto tiempo, así que vámonos todos —dijo Ace mientras recogía sus cosas para irse.
—Yuu, volvamos al dormitorio —propuso Grim antes de bostezar y sentir que le pesaban los párpados—. Estoy cansado después de estudiar toda la noche...
Yuu recogió sus cosas y acurrucó al pequeño monstruo en sus brazos. A pesar del secretismo sobre aquellos apuntes, se alegraba de que por lo menos se había esforzado en estudiar.
—Venga, vámonos —suspiró—. Has hecho un buen trabajo Grim, te mereces un descanso
Era común que Yuu lo apoyara y lo felicitara por esforzarse, pero por alguna razón, Grim se emocionó más de lo habitual esta vez al saber que su secuaz estaba orgulloso de él. Pero su orgullo tampoco le permitía dejarse llevar y demostrar que se había emocionado.
—¡Pues claro! A fin de cuentas soy un gran hechicero —respondió mientras cruzaba las patas—. Espero que recuerdes tu promesa de hacer un montón de galletas, ¿sabes?
—Claro, pero no olvides que también debes portarte bien.
—Ah, entonces vete despidiéndote de esas galletas.
—¡Cierra el pico, Ace!
—Ahora que lo pienso, Yukiko también querrá ir a las actividades de hoy; no ha podido entrenar mucho su magia por los exámenes.
Tal y como Yuu había supuesto, su hermana no tardó mucho en ponerse el uniforme de deporte y reunirse con Ruggie y Epel, que la estaban esperando en la verja exterior del dormitorio.
—¡Hola, chicos! Gracias por esperarme —los saludó.
—¿Qué hay, Yuki? Es bueno ver que regresas al club tú también —la saludó Ruggie—. ¿Qué tal el examen de hoy? ¿Para un aprobado?
—No para un 100, pero diría que sí. Epel dijo algo similar.
—Así es —confirmó el aludido—. Rook fue de gran ayuda, especialmente con las partes de Alquimia y Pociones. Aunque debió de ser genial estudiar también con Ruggie.
—Lo fue, pero ¿qué pasa exactamente con ese Rook del que tanto habláis? He escuchado cosas sobre él, pero no lo he visto nunca —cuestionó Yukiko—. ¿Es cierto que es excéntrico?
Epel se rio algo nervioso.
—Digamos que sí...
—Decir que Rook es excéntrico es quedarse corto, ¡es un tío raro! —exclamó Ruggie, pensando en los encuentros no tan agradables que había tenido con él—. Es un tipo alegre, pero a veces da muy mal rollete. No estoy exagerando, lo pillarás cuando lo veas. ¡Hasta Leona se irrita mucho con él!
—Aunque suele pasar mucho tiempo con nuestro líder de dormitorio —añadió Epel—. Al parecer se conocen desde hace un tiempo largo.
—Bueno, en lugar de cazadores sospechosos, mejor pensemos en el entrenamiento de hoy —insistió Ruggie con reticencia mientras se dirigía a la chica—. ¿Qué tienes pensado hacer hoy? ¿Te animas finalmente a jugar en el campo?
Yukiko frunció el ceño y suspiró abatida. Hasta ahora no había entrenado tanto como quería en las actividades del club, solo había podido asistir por una semana antes de centrarse en estudiar para los finales.
—No sé yo... Creo que mejor voy a practicar con la escoba hasta dónde llegue, a ver si puedo mantener más el balance; y después haré hechizos de levitación con el disco, que ya no se me dan tan mal —respondió mientras buscaba su gargantilla blanca.
—Me parece un plan sólido. Eso me recuerda: ¿qué tal el examen de Vuelo? —cuestionó Ruggie—. Dijiste algo de que te mandarían hacer un montón de ejercicio en el suelo, ¿verdad?
—Sí, como nos mandaron a mí y a mi hermano durante clase. —Sacó la gargantilla blanca y se la mostró a sus compañeros—. Pero claro, sin usar esto...
La gargantilla que supuestamente iba a arreglar su magia al llevarla puesta seguía sin mostrar la más mínima pincelada de color dorado, a pesar de sus esfuerzos. ¿Sería que tenía que esforzarse aún más?
—No exagerabais cuando dijisteis que el proceso era lento... —suspiró Ruggie, recordando lo que había dicho el director aquella noche.
—Aunque hiciste un buen trabajo, Yuki —recordó Epel en un intento de animarla—. A lo mejor el entrenador Vargas te deja hacer un examen de Vuelo completo para la próxima vez.
—A lo mejor —respondió Yukiko mientras volvía a guardarse la gargantilla en el bolsillo—. Pero hasta entonces tengo que seguir entrenando. Por lo menos estos exámenes me han salido mejor de lo que esperaba.
Al llegar a la calle principal, un par de estudiantes de Heartslabyul comenzó a murmurar cosas entre ellos mientras les echaban miradas de reojo.
—¿Qué pasa? Nos están mirando —comentó Epel en voz alta al darse cuenta.
—No nos están mirando a los tres, te están mirando a ti, Yuki —notó Ruggie y alzó las orejas para intentar captar algo de la conversación—. No creo que digan nada malo, pero parece que es sobre ti. ¿Quieres que haga el papel de hermano mayor y los espante por ti? ¡Shi, shi, shi!
—No hace falta, pero ya llevo un tiempo aquí, no deberían sorprenderse tanto en verme —comentó Yukiko, que ya se había adaptado al hecho de que era la única chica en la escuela y todo lo que podría conllevar.
—Más que sorprenderse, no sería de extrañar que alguien te eche el ojo encima. Quién sabe, con todos los chicos que hay por aquí, puede que te acabes echando un novio rico y todo. ¡Shi, shi, shi! —Ruggie se dejó de reír al ver que la reacción de la chica solo había sido un suspiro de desagrado y tragó saliva, nervioso—. ¡Ah, p-perdona! Solo estaba de broma, ¡no lo decía para ofenderte...!
—¡Oh, no, no! Pillé la broma —aseguró Yukiko para calmarlo—. Digamos que ya pasé por la experiencia del novio rico y no acabó exactamente bien.
—¿¡Saliste con alguien rico!? ¡Tía, qué suerte!
—Para ser exactos, no era exactamente rico, solo era de una familia con mucho dinero porque sus dos padres eran dueños de empresa y les iba bien—. Ruggie la miró fijamente, como si hubiera dicho un chiste malo—. ¿Qué?
—Rico, mucho dinero... ¿¡Cuál es la p*ta diferencia!? —exclamó él, indignado, sobresaltado así a ambos estudiantes de primero.
—Vale, vale, buen punto —respondió Yukiko entre risas nerviosas. Casi se había olvidado de que la situación económica de la comunidad de Ruggie era más que nefasta—. Pero el caso es que no duró mucho y no he vuelto a saber de él desde que me dejó —añadió mientras se encogía de hombros—. De todas formas ya lo superé hace tiempo, solo he hablado de él un par de veces con mis amigas. Os lo puedo contar a vosotros también, si queréis.
—¿Seguro? ¿Qué pasó? —preguntó Epel, intrigado.
—Os dejaré adivinar: fue por algo que ocurre mucho en comedias románticas, pero con final malo. Pensad en cualquiera y puede que acertéis.
—¿Te... puso los cuernos? —comenzó Ruggie—. Entonces la basura se sacó sola.
—Oh, no, no. Él jamás habría hecho eso.
—¿Decidió centrarse en sus estudios o se mudó a otra ciudad? —continuó Epel.
—Oh, esos dos son clásicos —asintió Ruggie.
—Nop, fue otro clásico.
—¿Cuál? —preguntó Epel, que no se le ocurrían muchas más ideas.
Ruggie chasqueó los dedos.
—¡Oh, ya sé! No le caías bien a su madre —dijo.
—¡Exacto! —exclamó ella—. Creo que ella tenía otros motivos personales que nunca llegamos a saber, pero su madre era clasista y conservadora, así que nunca le caí bien.
—Ah, el clásico clasismo... —farfulló Ruggie, ahora con veneno en su voz—. Te acabo de felicitar por salir con alguien con pasta, pero ese tipo de gente es de la peor escoria.
—Ya, pero lo más irritante era que siempre se olvidaba de mi nombre. Me llamaba de todo excepto Yukiko: Yukina, Yukiji, Yuko, Yana... Y otros más, pero ¡una vez incluso me llamó yakisoba!
Epel abrió los ojos como platos, pero Ruggie estalló inmediatamente en risas.
—¡Jajajaja! ¿Yakisoba? ¿Como los fideos? ¡JAJAJAJAJA! —Epel y Yukiko se lo quedaron mirando en silencio—. ¡Jaja! ¡Perdona, perdona! Eso sí que es cruel, pero...
—Nah, tranquilo. Era tan irrealista que hasta yo me río a veces —insistió Yukiko antes de regresar a la seriedad—. Pero al ver que íbamos en serio como pareja, le hizo elegir entre salir con la hija de un socio o seguir conmigo, pero no dejarlo irse a la ciudad de su padre por vacaciones, donde vivían sus mejores amigos y con los que tenía permitido comunicarse poco. No sé si sigue con esa chica, pero como podéis ver, él tomó su decisión.
—Debió de ser horrible, cuánto lo siento... —murmuró Epel.
—No te preocupes. La forma en que nos separamos fue triste y j*dida, pero ahora pienso que no habríamos durado mucho de todas formas: teníamos ideas y objetivos distintos. Ahora solo le deseo que le vaya bien en el futuro.
—Di que sí —dijo Ruggie, orgulloso de ella—. Así te buscas a alguien mejor y que no te dé una suegra malvada. Ah, y que tenga más dinero aún, por supuesto. ¡Shi, shi, shi!
—Eso nunca me ha importado mucho, solo quiero un buen tío con el que me lleve bien y con el que tenga por lo menos una o dos cosas en común, ¿sabéis?
—Creo que eso también es importante —opinó Epel—. Nunca he salido con nadie antes, pero me gustaría que mi pareja fuera alguien con quien pudiera contar, y que esa persona también pudiera contar conmigo, ¿tal vez?
—Oh, veo que los pequeñajos de primero están románticos hoy. Un poco más de estas charlas y parece que será la noche del amor, ¡solo os falta la parejita! —dijo Ruggie con un tono burlón, haciendo que Epel se sobresaltara y Yukiko se echara unas risas.
—So...¡Solo estoy hablando de forma hipotética! —tartamudeó el joven, tratando de controlar el rubor que se estaba empezando a formar en su rostro.
—¿Y qué hay de ti, Ruggie? ¿Tienes algún tipo? —preguntó Yukiko, curiosa.
—¿Yo? Meh, tampoco es que me haya parado a pensar mucho en eso, tengo cosas más importantes en las que centrarme —respondió Ruggie con desinterés mientras se encogía de hombros.
—¡Oh, vamos! Tiene que haber algo, por lo menos algo pequeño.
Ruggie suspiró; aquella juguetona curiosidad le recordaba mucho a la de un perrito revoltoso.
—Tanto vas a insistir, ¿eh? Bueno, si tuviera que pensar en ello... me gustaría que fuera alguien con quien me pudiera reír, que sea alguien trabajador y se esfuerce, o que por lo menos sepa que las cosas no se obtienen en bandeja.
—Oh, eso está bastante bien. ¿Y qué más? ¡Cuenta, cuenta!
—Pues... ¡Eh, eh! En vez de estar pensando en eso, tenemos un entrenamiento al que asistir —exclamó el estudiante de segundo, negándose a dar más detalles—. Y además, la gente se interesa más por los que sacan buenas notas para asegurarse un buen futuro. ¿Te has asegurado de aprobar todos los exámenes de este semestre con muy buenas notas, Yuki? ¡Shi, shi, shi!
—¡Eh, no cambies de tema! —se quejó Yukiko, que realmente estaba interesada en la conversación—. ¡Aguafiestas!
—Bueno, a lo mejor te diré algo más sobre mis intereses si participas ahora en un partido de Magift usando magia. ¿Qué me dices a eso?
—¡Sabes que eso ahora es imposible!
—Oh, cierto. Entonces ¿qué tal más de esos donuts tan buenos que comprasteis para los exámenes? Si son caseros, mejor que mejor.
Mirándolos, Epel no pudo evitar reírse un poco con el cómico momento; era agradable ver que dos estudiantes de Savanaclaw se llevaran así de bien y jugaran haciéndose bromas.
—Es cierto que nos deberían dar las notas en unos días —recordó, cambiando de tema—. Me han dicho que hacen una suma total de las notas finales y después exponen la clasificación de los 50 mejores puestos de la escuela.
—¿Ah, sí? —preguntó Yukiko, ahora sintiendo más curiosidad por eso que por el tipo de su compañero de dormitorio—. ¿Cómo funciona eso?
—Muy sencillo, si sacas un 100 en todos los exámenes, la puntuación máxima será un 500, y así con lo que tengas —explicó Ruggie—. Me pregunto quiénes serán los mejores este año.
Ese mismo interés lo sentían tres estudiantes de Octavinelle que en aquel mismo instante se encontraban en el interior del Mostro Lounge, el popular restaurante que el líder de dormitorio había fundado hacía tan solo un año antes cuando aún era un simple estudiante de primero.
El local no abriría sus puertas al público hasta dentro de unas horas, por lo que los únicos individuos que se encontraban allí presentes eran el propio líder de dormitorio, Azul Ashengrotto, y sus competentes asistentes, los gemelos Jade y Floyd Leech.
Azul estaba sentado con una pierna cruzada sobre la otra en uno de los grandes sofás que conformaban los asientos. Jade estaba detrás de él, tranquilamente de pie, y Floyd se encontraba tumbado despreocupadamente sobre otro sofá cercano, aparentemente mostrando desinterés.
—Dime: ¿por qué ignoraste mi convocación de ayer? —le preguntó Azul a un estudiante residente de su dormitorio con un tono tranquilo, pero lo suficientemente firme y serio para mostrar autoridad—. No parece que comprendas la situación en la que te encuentras.
El joven estudiante tragó saliva, nervioso, y miró a los tres presentes con miedo, como si estuviera tratando de pensar en algo.
—Yo... —comenzó a tartamudear—. Fue porque no me encontraba bien del estómago...
Sin embargo, sus tres superiores no caerían en una excusa que era obviamente falsa para ellos.
—¿De verdad? No te servirá de nada mentir —avisó el líder de dormitorio con una ceja alzada.
—¡No, lo digo en serio! —insistió el estudiante con una sonrisa nerviosa, comenzando a asustarse aún más—. ¡De verdad que me dolía mucho!
Viendo que no iba a poder sacarle la verdad por las buenas, Azul suspiró y se ajustó las gafas.
—Jade, ¿por qué no le das a nuestro amigo el empujón que necesita para ser sincero?
—Como desee —obedeció Jade de inmediato y se acercó lentamente al estudiante con un aire tan siniestro que lo hizo temblar y dar unos pasos atrás—. Oh, no te asustes tanto, no voy a hacerte daño —le dijo de una forma poco tranquilizadora con una sonrisa, revelando dos líneas de dientes afilados. Le sujetó el mentón suavemente para que lo mirara a los ojos, específicamente en el izquierdo—. Vamos, mírame... ¡Shock the Heart!
Antes de siquiera revelar el nombre de su Magia Única, aquel ojo dorado comenzó a materializar unas ondas hipnóticas que se acercaron al rostro del estudiante, paralizándolo y haciendo que cayera de rodillas.
—¿Qué...? ¿Qué me has hecho? —tartamudeó el estudiante, asustado.
Jade se limitó a sonreír tranquilamente y dar unos pasos atrás.
—Te repetiré la pregunta: ¿por qué ignoraste ayer la llamada de Azul?
—Porque... —comenzó a decir el joven antes de repentinamente tornar su mirada de miedo en una llena de desafío y arrogancia—. ¡Porque estoy harto de ser usado por este bastardo tramposo de Azul en sus estafas! ¡Obviamente fingí tener dolor de estómago!
Tras oírlo, Floyd apenas se movió de su sitio y la mirada de Azul se ensombreció tras oír aquella falta de respeto procedente de su estudiante, quien dio un respingo horrorizado y se llevó las manos a la boca.
—Eh... ¿¡Pero qué...!? ¡Mi boca se ha movido sola!
—Ya veo, así que eso es lo que de verdad piensas —dijo Jade tranquilamente mientras sonreía satisfecho por el resultado de su Magia Única y regresó al lado de su líder de dormitorio, que se limitó a suspirar con aire decepcionado.
—Ah... ¿Cómo puedes decir eso? Es desconcertante... Hice tu deseo realidad, tal y como habría hecho la benevolente Bruja del Mar —dijo Azul de forma melodramática, claramente fingida, antes de mirar al estudiante con frialdad—. Y aún así te atreves a... ¿llamarme un bastardo tramposo?
—¡Perdóname! —imploró el estudiante—. ¡J-juro que no lo decía de verdad!
—¡Es demasiado tarde para retirarlo! —exclamó Azul sin compasión alguna y se puso de pie para irse, no sin antes ver al otro gemelo—. Floyd, es tu turno.
—Ah, ¿ya habéis acabado? —dijo este con una sonrisa inquieta mientras se levantaba del sofá de un salto y volvía a ponerse el sombrero del uniforme de dormitorio—. ¿Puedo empezar ya a apretujarlo?
—Sí, adelante —asintió Azul, impasible—. Todo lo que desees.
—De acuerdooo~.
El estudiante sabía bien qué le iba a pasar y que no podría huir del temible Floyd Leech, quien se estaba acercando lentamente hacia él...
—¡NO, ESPERA! ¡Dame otra oportunidad...! —imploró con lágrimas en los ojos antes de ser arrastrado violentamente a otra habitación—. ¡¡¡¡¡¡AAAAAAAH!!!!!!
Contando con su hermano para que le diera un buen castigo por su desobediencia, falta de respeto e intento de no pagar su deuda a cambio del deseo, Jade siguió a Azul y se quedaron mirando el maravilloso acuario del restaurante, donde nadaban tranquilamente bancos de peces coloridos y otros tipos de seres acuáticos.
—Ah, madre mía. Cada vez hay más personas que intentan saltarse el pago —comentó Azul con decepción—. Paga lo que compras y devuelve lo que pediste prestado; esto no es más que sentido común.
—Sí, tienes toda la razón —asintió Jade y su líder de dormitorio suspiró.
—Tan solo espero que este año obtengamos clientes más decentes y prometedores...
Sabiendo bien a qué se refería, Jade volvió a sonreír malévolamente y se rio por lo bajo:
—Estoy deseando ver los resultados de los exámenes finales, va a ser la mar de interesante.
Una semana después, un furioso Ace perseguía a Grim por uno de los pasillos de la escuela.
—¡Para ahora mismo, Grim! ¡Esta vez sí que no te lo voy a perdonar! —exclamó mientras iba detrás de él.
—¡Ja, ja! ¡Pues haber escrito tu nombre si no querías que te lo quitaran, sabes! —se mofó Grim, dejando en claro que no demostraba remordimientos por lo que fuera que hubiera hecho.
—¡¡Serás...!!
Deuce y Yuu, que tan solo se habían ausentado un momento para ir al servicio antes de ir a clase, escucharon el alboroto y se toparon con aquella caótica escena.
—¿Y ahora qué ha pasado esta vez? —suspiró Yuu con incredulidad, ya acostumbrado a verlos pelear por cualquier cosa, por muy absurda o insignificante que fuera.
—Estos dos no van a cambiar nunca —se limitó a decir Deuce mientras negaba la cabeza, tan agotado como él.
—¡Ah, Yuu! —exclamó Ace al darse cuenta de su presencia y señaló a Grim, aún enfadado—. ¡Eres el prefecto, se supone que debes vigilar a tus residentes! ¡Este imbécil fue y me robó el pan que compré para la merienda, otra vez!
—¿Que lo robé? ¡Yo solo me comí lo que se te había caído en tu escritorio! —respondió Grim con una sonrisa malvada y traviesa mientras se escondía detrás de las piernas de Yuu, quien se llevó una mano a la cabeza y gruñó con exasperación.
—¡No digas que las cosas "se caen" cuando alguien las deja a posta en un sitio! —exclamó Ace y comenzó a agarrar su pluma mágica en la chaqueta—. Vale, tú mismo lo has pedido, ladrón cobarde. ¡Aquí viene mi magia de viento!
—Oh, ¿quieres pelea? Pues yo tengo mi magia de fuego preparada...
—¡Eh, ni se os ocurra! ¡Parad de una...!
Antes de que Yuu pudiera terminar su orden de que no se pelearan, el joven de Heartslabyul y el pequeño monstruo palidecieron y se detuvieron de inmediato.
—¡...Ah! —exclamaron los dos al mismo tiempo en un respingo.
—¿...Sabes qué? Será mejor que dejemos de pelear con magia —dijo Ace mientras se volvía a guardar la pluma mágica y esbozaba una sonrisa orgullosa que fallaba en ocultar sus nervios—. No quiero que me vuelvan a castigar limpiando ventanas, sería un fastidio.
—Je, je. Sabes actuar con cabeza de vez en cuando —respondió Grim con la misma y exacta expresión que él—. Sería muy inmaduro de mi parte ser el único peleando con magia, así que esta vez haré la vista gorda.
Deuce y Yuu observaron atónitos el repentino cambio de actitud de ambos; incluso Yuu necesitó pellizcarse para asegurarse de que no estaba soñando otra vez.
—Guau, eso ha sido rápido —comentó Deuce, acorde—. Es raro que dejéis de pelear por cuenta propia, normalmente es el director el que debe intervenir cuando ya habéis creado cenizas.
—Por favor, no me lo recuerdes... —suspiró Yuu, pensando en el vergonzoso incidente de la estatua que había marcado un antes y un después en su vida.
—Tampoco tengo tanto problema, sería estúpido pelearme con un mapache por solo un pan —se excusó Ace con indiferencia mientras se encogía de hombros.
—¿¡Cómo has dicho!? ¡Nunca sabes cuándo callarte! —exclamó Grim, furioso por ser llamado de aquella forma que tanto odiaba.
—Anda, dejad ya de pelear —mandó Yuu antes de agarrar a Grim y asegurarlo en sus brazos—. Lo siento por tu pan, Ace, te lo pagaré más tarde. Venga, vamos a clase antes de que llegue el señor Crewel.
Poco después de entrar al aula, el profesor Crewel se posicionó frente a su escritorio y golpeó su puntero contra la palma de la mano para imponer orden.
—¡Sentaos, cachorritos! La clase va a comenzar —exclamó—. Hoy os devolveré los exámenes finales corregidos.
—Llegó la hora —susurró Deuce con el corazón en un puño.
—¡Nya, ja, ja! ¡Los exámenes! —exclamó Grim, inquieto—. ¡Date prisa, profe!
—Cálmate, Grim. ¡¡Stay, stay!! —ordenó el profesor, no contento con su comportamiento, y sacó de una carpeta una gran cantidad de folios, los exámenes—. Muy bien, iré llamando a los alumnos por número de lista. ¡Número 1!
En menos de unos minutos, los cuatro amigos comenzaron a mostrar y comparar las calificaciones que habían obtenido.
—¡Toma ya! ¡He sacado un 92! —exclamó Ace como si hubiera cumplido con éxito una misión.
—¡88 puntos! Jamás pensé que llegaría a sacar más de un 80... —murmuró Deuce, emocionado de haber aprobado con una nota tan alta por primera vez.
Grim estaba tan emocionado que se levantó sobre la silla y casi le plantó a Yuu el folio por la cara al mostrárselo.
—¡Mira, Yuu! ¡¡¡He sacado un 85!!! —exclamó, tan orgulloso y emocionado que el prefecto no pudo evitar encontrarlo adorable.
—Enhorabuena, Grim —lo felicitó Yuu y le dio unas buenas caricias en la cabeza—. Estoy muy orgulloso de ti. Vosotros dos también, buen trabajo.
Yuu sabía que no iba a sacar una nota tan alta en Pociones como logró en Historia de la Magia, pero estaba contento por aprobar con un 65; ya sacaría mejor nota para la próxima.
—¡Gracias! ¡Esto significa que no tendré que repetir año! —continuó Deuce, deseando poder contarle la buena noticia a su madre cuanto antes.
—He aprobado, así que vas a hacer más galletas, ¿a que sí? —cuestionó Grim, sintiendo cómo se le hacía la boca agua de solo pensar en el aroma, a pesar de que se acababa de comer el pan de Ace.
—Por supuesto, te lo has ganado —respondió Yuu y miró a su alrededor para ver las reacciones de los demás. Se dio cuenta de que sus compañeros de clase estaban igual de contentos y orgullosos de sí mismos; parecía que nadie había suspendido.
Esto pareció notarlo también el profesor mientras hojeaba la lista de notas en un portafolios.
—Parece que habéis estudiado duro para este examen, estos resultados no se parecen en nada a los de los exámenes de antes —dijo con una sonrisa satisfecha que no tardó en convertirse en una expresión seria—. De hecho, es extraño que la media haya aumentado tanto.
El alegre ambiente de victoria por haber aprobado se tornó tenso, los estudiantes dejaron de hablar y miraron al profesor con desconcierto.
—¿Eh? ¿Extraño? ¿A qué se refiere, profesor? —preguntó Ace, tan nervioso como el resto de la clase, incluyendo Grim y Deuce.
—La nota media de todos los grados de este año es superior a los 90 puntos —explicó Crewel—. El profesor Trein expresó exactamente lo mismo sobre sus exámenes de Historia de la Magia.
Con aquella información, se levantaron respingos y sobresaltadas exclamaciones de confusión por toda la clase, incluyendo Ace, Grim y Deuce.
—¿¡Fgnaa!? —exclamó el pequeño monstruo, levantando ambas patas con espanto.
Yuu apenas se podía creer lo que estaba escuchando. ¿Estaba diciendo que un gran número de personas habían logrado aprobar con más de 80 o 90 puntos al mismo tiempo? O casi toda la escuela se había puesto de acuerdo en estudiar mucho para aprobar estos exámenes finales, o había algo que no cuadraba.
—Esto me da mala espina... —murmuró Ace, nervioso.
Yuu tampoco tenía un buen presentimiento, pero lo que encontraba más sospechoso era el comportamiento de sus amigos.
—¿Ocurre algo, chicos? —les preguntó, pero fue interrumpido cuando el profesor volvió a usar su puntero para ordenar a los alumnos que guardaran silencio y se calmaran.
—Los nombres de los cincuenta estudiantes con los resultados más altos estarán expuestos en el pasillo, esperadlo con esmero —dijo el profesor con una sonrisa tranquila, satisfecho de ver la disciplina de sus "perritos"—. Pero antes, tenemos una clase que dar. Sacad vuestros libros de texto.
Nadie pudo concentrarse mucho en la lección de aquel día, muchos estudiantes estaban demasiado nerviosos por ver el tablón del pasillo y solo deseaban que la última clase terminara cuanto antes. La espera se hizo infernal y casi todos se apresuraron en salir al pasillo en cuanto sonó la campana; hubo algunos que ni se molestaron en recoger sus pertenencias.
Cuando los cuatro amigos llegaron finalmente al pasillo donde se encontraba el tablón con la clasificación de los cincuenta mejores resultados totales junto a los nombres de los estudiantes que los habían obtenido, más de veinte estudiantes ya estaban allí buscando su posición en la lista.
—¿¡Estoy entre los 50 mejores!? —exclamó Grim, frenético, mientras se subía a los hombros de Yuu para ver mejor y se aferraba a su cabeza para ponerse de puntillas.
—¡Ten cuidado, Grim! Me vas a hacer daño.
—Tuve una media superior a 90, así que debo de estar en el top 50, ¿¡verdad!? —exclamó Ace mientras comenzaba a buscar desde el puesto más bajo.
Por otra parte, Grim estaba tan confiado que empezó a buscar desde arriba.
—Top 10... Top 20... ¡Na... Nada! —su emoción comenzó a bajar a medida que lo hacía su mirada—. 48, 49, 50... ¡No! ¡Mi nombre no está aquí! —exclamó aterrado mientras lágrimas comenzaban a aparecer en sus ojos.
—El mío tampoco... —murmuró Deuce, derrotado.
—Tranquilo, Deuce. Por lo menos has aprobado, eso es lo que importa —trató de animarlo Yuu.
—No, tú no lo entiendes...
Mientras buscaba sin su nombre sin éxito alguno en la lista, Ace acabó dándose cuenta de algo.
—Un momento, fijaos en los puestos más altos... —señaló, nervioso, y gritó—: ¡Todos los del top 30 tienen una puntuación perfecta con 500 puntos!
—¿¡Puntuación perfecta!? —gritaron Deuce y Grim al mismo tiempo. Una veintena de estudiantes que estaban ahí lo escuchó y reaccionó de la misma forma.
Yuu se fijó mejor y vio que era verdad: a partir del número 30 hacia arriba, la única suma de notas reflejada en la lista era de 500 puntos, lo que significaba que aquellas personas habían sacado un 100 en todo.
—¿¡Es eso posible!? —exclamó, atónito.
—¿¡Y eso qué importa!? —exclamó Grim y se bajó de los hombros de Yuu—. Si no estoy entre los 50 mejores, ¡estoy "rompiendo el contrato"!
Los tres jóvenes se lo quedaron mirando, Yuu con confusión, y los dos residentes de Heartslabyul comenzaron a temblar con lo que Grim acababa de revelar.
—¿Contrato? —repitió Ace, como si supiera de qué estaba hablando—. Entonces tú también...
—Ace... A juzgar por tu cara, significa que tú también... —tartamudeó Deuce.
El mal presentimiento de Yuu empeoró, Yukiko había mencionado algo sobre unos contratos, pero antes de poder preguntar nada al respecto, una pequeña luz comenzó a brillar en la cabeza de Grim, justo entre las orejas.
—¿Eh? No sé por qué, pero me pica mucho la cabeza —gruñó con molestia mientras se llevaba las patas al origen del picor.
—A mí también... —murmuró Ace mientras Deuce y él hacían lo mismo con las manos.
De repente, algo que parecía vapor comenzó a originarse desde la parte superior de sus cabezas, justo donde se habían formado los puntos de luz.
—¡Ace! ¡Te está saliendo humo de la cabeza! —señaló Deuce con una combinación de miedo e incredulidad, justo antes de darse cuenta del suyo.
—¡Chicos! ¿¡Estáis bien!? —tartamudeó Yuu, completamente preocupado, a pesar de que se veía que no lo estaban en absoluto—. ¿¡Qué está pasando...!?
Nada más formular aquella última pregunta cuando de la zona de la que originaba el humo, de las cuales surgieron unas plantas marinas de color azul que se degradaban en lila que parecían anémonas... ¡Unas anémonas habían crecido en las cabezas de Grim, Ace y Deuce!
Sin dilación alguna, los cuatro estudiantes emitieron un chillido de horror; Yuu casi se sintió como si hubiera pasado de estar viviendo en un mundo de fantasía a una película de terror.
—¿¡Fgnaa!? ¿¡Qué demonios es esto!? —chilló Grim, sintiendo como si el corazón se le fuera a parar con tan solo ver aquella repugnante cosa saliendo de su cuerpo.
—¿¡Tú también hiciste un contrato con él, Grim!? —lo recriminó Deuce—. ¡Cobarde!
—¡¡Lo dice el tío que también tiene algo en la cabeza!! —gritó Ace, ofendido, sin olvidar que a él también le había crecido una anémona.
—¡Solo tengo que quitarme esta cosa! —exclamó Grim con determinación antes de intentar arrancarse la anémona de la cabeza con ambas patas, pero se detuvo de inmediato al sentir un agudo dolor que hizo que se le escaparan algunas lágrimas—. ¡AU, AU, AU, AU! ¡NO ME LA PUEDO QUITAR!
—¿¡Se puede saber qué está pasando aquí!? —demandó saber Yuu y acabó por darse cuenta de que ellos cuatro no eran los únicos, pues casi todos los estudiantes que estaban allí también gritaban asustados y confundidos por la siniestra anémona que había crecido en cada una de sus cabezas—. ¿¡Hay más!?
En el tumulto, los cuatro amigos apenas se dieron cuenta de que alguien se estaba acercando detrás de ellos.
—Oye, ¿qué es todo este alboroto? —preguntó Jack y se fijó en los estudiantes de Ramshackle y Heartslabyul—. Ah, sois vosotros. ¿Qué estáis haciendo?
—¡Jack! ¿Tú también has hecho un contrato? —exclamó Deuce pensando que aquel era el motivo de su llegada, pero no había nada raro en él—. Un momento, ¿¡tú no tienes una anémona!?
—¿¡De verdad te tomas en serio tus estudios, a pesar de lo que aparentas!? —exclamó Ace, sorprendido de que un estudiante de Savanaclaw con mala leche como Jack tratara de ser un buen alumno.
—¿Ah? ¿De qué estás hablando? —cuestionó Jack, perplejo, pues no entendía nada de lo que estaba escuchando—. Además, ¿qué son esas cosas que tenéis en la cabeza?
—¡Eso es lo que estoy tratando de saber! —exclamó Yuu.
—Pues verás... —trató de decir Grim, pero fue interrumpido cuando su anémona se movió de forma brusca de lado a lado—. ¿¡Fgna!? ¿¡Ahora qué pasa!? ¡AH! ¡La anémona me está tirando de la cabeza!
No solo él, las anémonas en las cabezas de todos los estudiantes afectados comenzaron a moverse y estirarse en una dirección como si obligaran a sus portadores seguir el camino. Los gritos de confusión se tornaron en unos de dolor.
—¡AU, AU, AU, AU! ¡Me va a tirar de la cabeza! —exclamó Ace, tratando de combatir contra el arrastre.
—J*der, así que a eso se refería con "obediencia absoluta" —dijo Deuce entre dientes mientras luchaba contra el tirón, pero acabó cediendo al dar los primeros pasos.
En un último intento, Grim se agarró a la esquina del pasillo.
—¡¡No, no quiero ir!! —chilló, pero sus pequeñas garras no fueron suficientes para aguantar el tirón y acabó siendo arrastrado junto al resto de estudiantes.
Tras quedarse solos en el pasillo, Yuu y Jack vieron el extraño desfile desaparecer y compartieron un silencio incómodo.
—Menudo espectáculo tan ridículo —comentó Jack, incrédulo.
Yuu decidió llegar al fondo de aquella situación. Era su deber como prefecto reportar al director cualquier tipo de situación sospechosa en la escuela y realmente necesitaba saber qué le había pasado a sus amigos.
—No estoy seguro de qué ha sido eso, pero estoy preocupado por ellos —dijo Yuu—. Voy a ver qué pasa, ¿te vienes?
—¿Eh? ¿Por qué debería ir? Esto no tiene que ver conmigo —se negó Jack.
—Oh, tienes razón. Entiendo que no quieras ir, no sabemos siquiera a dónde van realmente —respondió Yuu, comprensivo—. De todas formas mencionaron algo de unos contratos, y Yukiko me habló de algo similar hace un tiempo.
La curiosidad que Jack sentía y no quería admitir acabó aumentando.
—¿Yuki? ¿Hizo un trato o algo así? —cuestionó.
—No. Me contó que dos estudiantes de Octavinelle le ofrecieron hacer un trato para ayudarla con los exámenes, pero ella les dijo adiós y dio media vuelta. No dijo mucho más, así que no sé si eso tendrá que ver con lo que les acaba de pasar —explicó Yuu—. Comprendo que no quieras ir, lo que hemos visto da bastante mal rollo y no muchos se atreverían a seguirlos.
Lo decía de buena fe, pero Jack sacudió las orejas, molesto.
—¿Me estás llamando cobarde? —gruñó—. No me subestimes.
—Yo no he dicho eso.
Aún así, la combinación de sentir su orgullo herido, la preocupación de que el prefecto se adentrara en algo sospechoso sin protección y el hecho de que su nueva compañera de clase casi se viera involucrada en aquel berenjenal provocó que Jack dijera algo que no se le habría ocurrido antes y chasqueó la lengua:
—Supongo que no hay más remedio, iré contigo por un rato —decidió—. Pero no te confundas, que sepas que solo hago esto por curiosidad; no lo hago por ellos ni nada.
—Seguro que no —respondió Yuu tranquilamente, no sabiendo decir si Jack lo decía en serio esta vez o si solo estaba comportándose otra vez como un personaje tsundere, como lo describiría su hermana—. Venga, vamos tras ellos.
Tras apresurarse, lograron localizar nuevamente a Ace, Deuce, Grim y los demás estudiantes con las anémonas implantadas en la cabeza. Estos no se habían dado cuenta de su presencia, pues las anémonas seguían tirando insistentemente de ellos, provocando que se tambalearan y dieran pasos torpes en un intento de no caer al suelo.
Jack y Yuu los siguieron hasta el exterior de la escuela, donde fueron llevados al interior de la Cámara de los Espejos, donde se podía acceder a todos los dormitorios de la escuela. Allí se encontraban más de treinta estudiantes, todos con una anémona arrastrándolos de la cabeza.
—¡Estaba tan seguro de que llegaría al top 50! —exclamó un adolorido estudiante de Heartslabyul.
—¡J*der, ese pulpo bastardo me ha engañado! —gritó furioso un estudiante de Savanaclaw.
—¡¡Esto arruinará mi vida escolar!! —se lamentó un estudiante de Scarabia.
Yuu y Jack observaron pasmados al gentío mientras todos eran arrastrados uno a uno a un espejo en específico. No esperaban encontrarse con aquel número tan alto de personas con la anémona en la cabeza.
—¿¡Pero qué!? ¡Hay muchos más que esos tres payasos! Hay incluso estudiantes de segundo y de tercero —exclamó Jack mientras miraba a su alrededor—. Todos se dirigen al espejo del dormitorio Octavinelle. Sigámoslos.
La corazonada de Yuu parecía ser cierta, a lo mejor todo estaba relacionado con lo que Yukiko había mencionado.
Una vez que entraron todos los estudiantes afectados, los dos jóvenes corrieron hacia la entrada de Octavinelle, cuya piedra presentaba esculpidas unos largos tentáculos de pulpo y dos criaturas de cuerpo alargado que parecían ser anguilas; la parte superior presentaba el emblema del dormitorio con la caracola de la Bruja del Mar y los escalones, decorados con corales, conchas y estrellas de mar falsas, estaban iluminados con unas lámparas en forma de caracola marina.
Al atravesar el portal, Yuu y Jack se encontraron inmediatamente sumergidos en agua salada. Temiendo lo peor, trataron de mantener la respiración, pero una burbuja de aire comenzó a materializarse y se formó alrededor de ellos, creando un espacio seguro con aire en el que podían respirar; incluso sus ropas se secaron de inmediato.
—¿Qué es esto...? ¿Una burbuja? —preguntó Jack, confundido, mientras se ponía de pie y verificaba que el suelo y las paredes de aire fueran sólidas y estables.
Cuando recuperó la calma y el equilibrio, los ojos de Yuu se abrieron como platos al ver el majestuoso paisaje donde se levantaba el dormitorio Octavinelle, sumergido en las cristalinas aguas marinas. Había bancos de peces nadando a su alrededor y columnas de burbujas ascendían a lo más alto. ¡Cómo se notaba que el sitio había sido fundado por una poderosa sirena como la Bruja del Mar!
—¡Mira, estamos bajo el agua! —exclamó, maravillado—. ¡Esto no se parece en nada a Savanaclaw y su aspecto árido!
Para su sorpresa, Jack tampoco se había molestado en expresar lo impresionado que estaba y su cola comenzó a menearse de forma involuntaria.
—¿¡Bua, en serio!? ¡Night Raven College es increíble! —exclamó mientras pegaba el rostro a las paredes transparentes de la burbuja, comportamiento que Yuu encontró realmente adorable. Pero al acordarse de que no estaba solo, carraspeó para recuperar la seriedad—. Ejem... Estamos entrando en territorio de otro dormitorio, así que no bajes la guardia en ningún momento.
—Claro... —respondió Yuu, que por un momento se había olvidado del verdadero motivo por el que estaban allí.
La burbuja comenzó a moverse sola y los llevó a la entrada del dormitorio, que tenía una extraña forma de lo que parecía ser el esqueleto de una siniestra serpiente marina gigante; desde lejos, se podía ver dos burbujas con un estudiante en cada una de ellas adentrarse en la boca del esqueleto.
Ver mejor aquella estructura hizo que Yuu sintiera un leve picor en el hombro izquierdo acompañado por una sensación de miedo, aunque no supo decir si esto último era causa de la marca o si solo fue su reacción natural.
El interior era un lugar seguro lleno de aire, la burbuja explotó en cuanto tocaron el suelo y siguieron a los estudiantes con anémonas a través de un pasillo abovedado de cristal que mostraba el exterior marino, recordando mucho a un acuario. Después atravesaron otro pasillo adornado con cuadros y retratos.
—¡Au, au, au! ¡Me está tirando del pelo! —se escuchó la voz de Ace desde lejos.
Siguieron la voz y encontraron a Ace, Grim y Deuce siendo arrastrados a las puertas de lo que parecía ser una habitación.
—¿Mostro Lounge? —leyó Jack en voz alta el gran letrero colocado por encima de la puerta—. Las anémonas los están llevando aquí.
Al entrar, se encontraron con un local enorme de dos pisos repleto de mesas y sofás bien colocados, iluminado con lámparas de mesa y candelabros formados por tentáculos y medusas colgantes, y un hermoso acuario conformaba la pared del fondo del local. Al lado derecho se situaba lo que aparentaba ser el mostrador de un bar.
—¡Cuánta gente...! —exclamó Yuu de forma involuntaria al ver el gran número de estudiantes con anémonas que superaba el centenar, muchos hablando frustrados y desconcertados entre ellos.
—Cien... No, debe haber por lo menos doscientas personas —calculó Jack, atónito, mientras inspeccionaba el lugar—. Pero ¿qué sitio es este? Parece como una cafetería o un restaurante... ¿Dónde están Ace y compañía?
Antes de que pudieran buscar a sus amigos, el sonido de un chasquido de dedos resonó por el lugar y se redujo la intensidad de la luz, confundiendo a todos los presentes.
—Vaya, vaya. Así que sois las pobres almas sin sol que no llegaron al top 50 en los exámenes —resonó una voz tranquila por el lugar y la luz de un foco iluminó desde el techo una figura elegante que se levantaba en el centro de la sala, como si fuera a comenzar un espectáculo.
Yuu y Jack reconocieron a aquel joven vestido con el uniforme de dormitorio de Octavinelle, acompañado por una larga gabardina gris, y sujetando un bastón con un mango en forma de pulpo que portaba la gema mágica como símbolo del líder de dormitorio que era. Azul Ashengrotto era un joven con aspecto sofisticado y servicial, con su curioso pelo plateado, sus elegantes gafas realzando sus ojos gris claro y su lunar bajo el labio inferior.
—Bienvenidos a Mostro Lounge —saludó Azul al grupo de estudiantes con formalidad—. Estoy seguro de que todos sabéis bien quién soy, pero permítanme presentarme de nuevo. Soy Azul Ashengrotto: líder de dormitorio de Octavinelle, dueño de Mostro Lounge y, por supuesto... —Su agradable sonrisa se tornó en una sádica— ...el hombre que será vuestro amo a partir de ahora.
Las luces regresaron a la normalidad y la tensión se levantó en el ambiente una vez más.
—¿...Cómo ha dicho? —susurró Jack, preguntándose si aquel joven estaba de broma, pero las expresiones del líder de dormitorio dejaban en claro que iba muy en serio.
—Todos vosotros me desafiasteis y habéis perdido —continuó Azul—. Según el contrato, a partir de ahora tenéis que trabajar para mí como sirvientes hasta que os graduéis.
Muchas personas, incluyendo Yuu y Jack, dieron un respingo ante este nuevo anuncio que se trataba básicamente de una condena.
—¡Un momento! ¡¡Esto es un claro fraude!! —no tardó en objetar Ace con un grito furioso.
Así, Yuu pudo localizar a sus amigos entre el gentío. Tal y como había hecho para rebelarse contra la antigua tiranía de Riddle, Ace no había dudado en protestar contra algo injusto.
No tan impresionado por la interrupción de su presentación, Azul le prestó atención con calma.
—Tú debes de ser Ace Trappola, estudiante de primero —lo reconoció—. "Fraude" me parece una palabra insultante. El cuaderno de notas que te entregué por nuestro trato tenía la guía de estudio perfecta para los exámenes; si lo hubieras seguido al pie de la letra, deberías haber sacado como mínimo un 90.
Yuu volvió a dar otro respingo, por fin lo comprendía todo: ¡el cuaderno de apuntes con el que Grim había estado estudiando todo aquel tiempo lo había obtenido haciendo un trato con aquel líder de dormitorio!
—¡Así es! ¡Saqué un 92! —respondió Ace.
—¡Maravillosa noticia! Me alegra haberte sido de ayuda —exclamó Azul, como si realmente se alegrara de que su trabajo diera buenos resultados.
—¡Pero nunca dijiste nada de entregar el mismo cuaderno a toda esta gente! —continuó Ace mientras señalaba al resto de estudiantes con la anémona en la cabeza.
—Ace tiene razón —lo apoyó Deuce—. ¡Es imposible que todos alcancen el top 50 si entregas tantos cuadernos!
—¡Si tantas personas sacan como mínimo un 90, yo con un 85 estoy igual que como si hubiera suspendido, sabes! —chilló Grim, furioso. Incluso si el mundo entero estudiaba mucho con toda la ayuda posible, el top 50 solo tenía espacio para cincuenta personas, ¡no para más de doscientas!
—¡Es verdad! ¡Esto es una estafa! —se escuchó entre el gentío.
Como si se esperara que todo aquel escándalo fuera a ocurrir, Azul suspiró con desgana y se ajustó las gafas.
—¿Os suena el término "confidencialidad"? —preguntó con ironía y alzó su bastón con la gema mágica, materializando de la nada un papel dorado que se desenrolló mostrando la palabra "Contrato" seguida de un largo texto en letra pequeña y lo extendió ante el público—. "Quiero aprobar los exámenes con facilidad", "No quiero que bajen mis notas", "Quiero pasarlo bien hasta el examen". Los idiotas... —carraspeó para disimular el insulto que se le acababa de escapar—, quiero decir, todo aquel que acudió a mí tenía sus razones, pero sea quién sea el que haga el contrato, sus circunstancias y lo que firme... todo eso forma parte de información privada, y yo jamás me atrevería a ir revelando y divulgando información de esa clase por ahí; soy un hombre muy honrado. Por lo tanto, los contratos tienen un acuerdo de confidencialidad que podéis encontrar detalladamente en la página 127. Yo solo estoy siguiendo esta política.
A pesar de que ofrecer a tantas personas firmar un contrato por la misma razón era un truco, los estudiantes no pudieron decir nada más al respecto por ser ellos mismos quienes aceptaron.
—¿E-entonces... qué pasa con mi magia de fuego que te di como colateral por el contrato? —preguntó Grim, nervioso.
La pregunta hizo que la preocupación se reflejara una vez más en los estudiantes, que se alteraron aún más al tener aquel nuevo asunto en mente. Jack y Yuu intercambiaron una mirada, comprendiendo que había algo más sobre los contratos que debían saber.
—Es verdad... ¿Qué hay de mi magia de agua? —tartamudeó un estudiante de Pomefiore.
—¡Devuélveme mi Magia Única! —imploró un estudiante de Scarabia.
—¿De verdad puede quitarle la magia a la gente? ¿¡Es eso siquiera posible!? —susurró Jack, incrédulo.
Azul ni siquiera se inmutó por los ruegos de sus nuevos trabajadores.
—Oh, vaya, vaya. Caballeros, ¿ya habéis olvidado los términos de nuestro contrato? —cuestionó antes de parafrasear en voz alta a lo que se refería—: "A cambio de los cuadernos para preparar los exámenes finales, tenéis que ofrecerme una habilidad de la que os enorgullecéis. Si sois capaces de llegar al top 50 de las mejores notas, os devolveré esa habilidad y os proveeré con cuadernos para estudiar todos y cada uno de los exámenes que tengáis hasta que os graduéis." —Esbozó una sonrisa malvada, ahora que iba a recordarles las consecuencias si fallaban—. "Sin embargo, si no lográis alcanzar el top 50... Me ofreceréis obediencia absoluta como sirvientes hasta que os graduéis." ¿Os suena familiar?
Todos se paralizaron, temiéndose lo peor una vez más.
—Según el contrato, todo lo que sois de cabeza a los pies me pertenece a mí, lo que significa que ahora es cosa mía si decido devolveros las habilidades o no.
«¡Así que fue por eso que Grim y Ace no pelearon con magia!» Comprendió Yuu, recordando la discusión de antes. Si Grim había entregado su preciada magia de fuego como habilidad atesorada, supuso entonces que Ace debía de haber entregado su magia de viento, en la que tan bien especializado estaba.
—Ya no lo aguanto más... —farfulló Jack mientras apretaba los puños con fuerza—. ¡EH!
Gritó con fuerza repentinamente para llamar la atención del líder de dormitorio; Yuu se estremeció y todos los estudiantes presentes se dieron la vuelta, sobresaltados.
—¿¡Jack!? ¿Qué está haciendo él aquí? —preguntó Deuce, finalmente percatándose de su presencia.
—¡¡Yuu!! —lo llamó Grim al verlo.
—Llevo un buen rato escuchando... ¡Pero no os aguanto a ninguno! —bramó Jack.
Sin sentirse precisamente contento por volver a ser interrumpido con tan poca educación, Azul lo miró de arriba a abajo.
—¿Hmm? ¿Y tú eres...? Veo que no tienes una anémona en la cabeza —observó—. Estamos en medio de una reunión de personal. No creo que esto te incumba, ¿te importaría irte?
—Grr... ¿Que no me incumbe? —gruñó Jack, enfadándose aún más—. He estudiado duro para derrotar a otros tipos que usaron sus cerebros de forma justa, pero todo se fue a la basura por tu culpa. ¡Esto tiene que ver conmigo!
Yuu tragó saliva al verlo tan enfadado, aquella situación sí que había dado con su gran sentido de la justicia, aquel que había presentado durante el dilema con Savanaclaw. Quería decir algo él también, pero esta vez no le salían las palabras. Le dio escalofríos pensar que Yukiko se había librado de una situación así...
Sin embargo, compartía con Jack su opinión sobre los cuadernos siendo usados para aprobar estudiando lo mínimo. Le pareció injusto para aquellos que se habían matado a estudiar.
—¡Yuu, Jack! ¿¡De verdad habéis venido a salvarnos!? —exclamó Grim, esperanzado.
Jack chasqueó la lengua como si le hubieran dicho algo estúpido.
—No os confundáis, no soporto a nadie en esta habitación; aunque admito que Yuu es un poco más tolerable —resopló—. ¡Pero no pienso hacer migas con estafadores codiciosos ni con aquellos que dependen de otros para que les hagan las cosas!
—¿Entonces por qué has venido aquí? —susurró Ace, incrédulo.
—No... Jack me lo ha hecho ver claro —interrumpió Grim, boquiabierto—. ¡Que lo hagamos nosotros! Lo cual significa... —Señaló a Azul—. ¡Que solo tenemos que quitarle esos contratos a Azul y destruirlos! ¡Así serán inválidos!
Muchos estudiantes dieron un respingo y volvió a levantarse el murmullo.
—¡Ah! Si lo pones de esa manera... —caviló un estudiante de Pomefiore, considerando la idea.
—¡Es verdad! Puede que no tengamos nuestra mejor magia, pero ¡todos lo superamos en número! —exclamó convencido un estudiante de Scarabia mientras alzaba su pluma mágica—. ¡Hagámoslo!
—¡¡A POR ÉL!! —gritaron muchos estudiantes mientras usaban sus plumas mágicas para alzar al aire todo lo que podían encontrar en aquel restaurante: lámparas de mesa, platos, tazas, utensilios e incluso sillas.
—¡¡Oh, venga ya!! ¿¡Por qué!? —exclamó Yuu mientras se llevaba una mano a la frente, harto de que los estudiantes del Night Raven College siempre recurrieran a la fuerza bruta para salir de sus problemas—. ¡Estos tipos no tienen remedio!
¿Cuántas peleas más tendrían que ocurrir en aquella escuela hasta que se detuvieran de una vez por todas?
En toda aquella revuelta que se había formado, Azul apenas se había movido de su sitio, incluso se había limitado a sonreír de lado cuando Grim saltó para abalanzarse y todos los objetos flotantes se habían lanzado a él...
Cuando aquellos proyectiles estaban por alcanzarlo, el contrato en su mano levitó en el aire y emitió una fuerte descarga eléctrica que lo protegió, repelió todos los objetos, destruyendo los más frágiles en el proceso, y lanzó a Grim al suelo.
—¡¡Fgyaa!! —chilló el pequeño monstruo por el fuerte impacto.
—¡GRIM! —gritó Yuu con preocupación e intentó correr para socorrerlo, pero Jack le bloqueó el camino rápidamente con un brazo.
—¿¡Acaso eres idiota!? ¡Tú también te harás daño si vas allí! —le espetó mientras lo hacía regresar sobre sus pasos.
Los estudiantes miraron petrificados el poderoso contraataque de Azul, a pesar de que este ni siquiera había movido un solo músculo.
—¿¡Ha rechazado los ataques!? —exclamó Deuce, estupefacto.
—¿¡Cómo ha podido protegerse de todo eso!? —exclamó Ace mientras observaba los objetos y los escombros en el suelo.
Aquello no fue motivo suficiente para que los persistentes estudiantes con anémonas se rindieran y continuaron con la pelea.
—¡M**rda! ¡¡Aún no hemos acabado!!
Pero seguía sin servir de nada, pues el dueño del restaurante se mantenía tranquilo e impasible con la protección infalible de su contrato, que seguía rechazando más objetos voladores y ataques físicos lanzados hacia él.
—Madre mía... Realmente no quería tener que llegar a esto —suspiró Azul, agotado, y golpeó su bastón contra el suelo—. Jade, Floyd.
Como si hubieran estado esperando aquella señal, los temidos gemelos Leech salieron de alguna parte del restaurante y, en un abrir y cerrar de ojos, se posicionaron delante de su jefe de forma amenazante, haciendo que los estudiantes se detuvieran de inmediato.
—Jugad con ellos por un rato —les ordenó Azul con un tono calmado que causaba escalofríos de solo escucharlo.
—Como desee —respondió Jade con una elegante inclinación.
—¿Significa eso que puedo apretujarlos a todos? Ah, ja, ja. ¡Qué bien~! —murmuró Floyd con una sonrisa perturbadora.
Sin más dilación, los gemelos corrieron hacia el grupo de anémonas, sacaron sus plumas mágicas y no tardaron en hacer que todos los estudiantes mordieran el polvo en menos de cinco minutos. Además de usar hechizos, lanzaban de vuelta los objetos de antes y Floyd llegaba incluso a recurrir a la fuerza física cuando lo encontraba conveniente.
Durante toda esta batalla, Azul no hizo nada más que sentarse en uno de los sofás y tomarse tranquilamente una taza de té como si el asunto no fuera con él. En todo caso usaba el mismo contrato dorado de antes para protegerse de algún que otro objeto volador.
Cuando acabaron, los únicos estudiantes que no estaban tirados al suelo eran Jack y Yuu, que no pudieron hacer más que presenciar la escena con espanto.
—Jo, menuda panda de debiluchos —farfulló Floyd, insatisfecho, al ver que habían detenido la revuelta más rápido de lo que se esperaba—. Ya no queda nada que apretujar.
—Es como si fueran un banco de alevines sin fuerza alguna —concordó Azul mientras observaba el desastre a su alrededor.
—¡Qué rápido han caído todos...! —murmuró Yuu.
—Pues claro, se han lanzado al ataque sin pensar —reprochó Jack mientras observaba a Ace, Deuce y Grim en el suelo, jadeando por el esfuerzo y el cansancio.
—¿¡Pero cómo puede ese Azul repeler nuestros ataques!? ¡Eso es trampa! —exclamó Ace con las fuerzas que aún le quedaban.
—J*der, ahora me doy cuenta de lo mucho que dependo de mi mejor magia... —murmuró Deuce, abrumado por haber perdido la batalla.
—Y si Grim no puede usar fuego, solo es un simple mapache —añadió Ace, tratando de aliviar un poco la situación.
—Ffnaa... No soy un mapache... Ah... —lloriqueó un adolorido Grim en respuesta.
—A decir verdad, tratar de quitármelo por la fuerza es bastante incivilizado —dijo Azul mientras se levantaba y volvió a extender el papel hacia el grupo—. Todos habéis firmado el contrato dorado; no puede ser destruido por nadie mientras esté en vigor. Y no importa el tipo de magia que uséis, no podéis ni hacerle un rasguño. —Se rio por lo bajo—. Así que mientras tengáis esa anémona marina en vuestras cabezas, no tenéis otra opción que obedecer mis órdenes. —Los estudiantes lo miraron con impotencia y desprecio, pero se limitó a sonreír de oreja a oreja—. Supongo que podéis empezar limpiando el local, después habrá que preparar la comida.
Para que no se demoraran en ponerse en marcha, Azul usó su gema mágica para que las anémonas tiraran de las cabezas de los estudiantes y forzarlos a ponerse en pie.
—¡Venga, daos prisa y a trabajar!
Una vez terminada la reunión, hizo desaparecer el contrato y se dispuso a irse para encargarse de otros asuntos. No teniendo de otra, los estudiantes comenzaron a barrer los destrozos, recolocar las sillas y recoger todo lo que aún estaba disponible.
—¡No me lo puedo creer...! —se quejó Ace, rindiéndose finalmente.
—Jade, Floyd. Os dejo a cargo del entrenamiento de nuestros nuevos empleados —les instruyó Azul.
—Entendido —respondieron ambos gemelos al mismo tiempo, Jade con formalidad y Floyd con una alegre soltura.
Antes de irse del lugar, Azul se detuvo una vez más para dirigirse a Jack y Yuu, que aún seguían ahí tras todo el escándalo.
—Vosotros sois Jack Howl, de Savanaclaw, y Yuu Oshiro, de Ramshackle... —los examinó y esbozó otra sonrisa elegante—. Ha pasado un tiempo desde que nos vimos en la ceremonia de entrada de la señorita Yuki Oshiro, ¿cierto?
Ambos se negaron a responder; Yuu sintió un escalofrío tras escuchar el nombre de su querida hermana en boca de aquel implacable líder de dormitorio que acababa de demostrar su poder.
—Es mejor que os marchéis por hoy —continuó Azul, que de todas formas no planeaba seguir conversando—. Pero espero que volváis aquí como clientes nuestros; seréis siempre bienvenidos.
Tras decir aquello, salió finalmente del restaurante.
—Gr... —gruñó Jack, furioso, mientras lo veía desaparecer a través de las puertas y trató de calmarse antes de hablar con el prefecto—. Oye, Yuu. Salgamos de aquí y pensemos en un plan.
—Pero ¿qué hay de Grim y los demás...? —tartamudeó Yuu mientras veía a sus mejores amigos siendo obligados a trabajar en el restaurante, odiando la idea de dejarlos ahí.
Jack lo sujetó suavemente por el hombro y lo instó a irse de allí con él.
—Ya has visto la pelea de antes; no lograremos nada sin estar preparados.
Sabiendo que estaba en lo correcto y que no quedaba de otra, Yuu asintió apesadumbrado antes de echar una última mirada atrás y salir del dormitorio...
[Publicado el 18/12/2023]
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