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38. Tarde con Diasomnia

El viernes después del primer día de su hermana en la escuela, Yuu se pasó por la biblioteca después de clase. El deseo de volver a casa en su antiguo mundo se había vuelto más serio, ahora que Yukiko estaba allí también con él. Pero no importaba cuánto buscara en los libros, no encontraba nada que pareciera información útil... 

Crowley tampoco había encontrado nada aún al respecto, pero a la pregunta de si el motivo era porque se le había olvidado o realmente estaba demasiado ocupado para ello, no había una respuesta clara... 

Después de buscar en tres libros diferentes, decidió rendirse y dejarlo por aquel día. De todas formas no sabía qué podría pasarle a Yukiko si regresaba a Chiba con magia inestable, así que podía tomarse todo el tiempo del mundo para investigar una forma de regresar a casa. 

Lo que no podía permitirse era dejar la preparación para los exámenes finales para el último momento, pero al ser incapaz de centrarse y memorizar la teoría, decidió abrir el grueso libro de Historia que le había llamado la atención momentos antes. 

—Oh, buenas tardes, prefecto. Ha pasado un tiempo desde que nos vimos. 

Yuu no había notado que alguien se había acercado a él por detrás, se sobresaltó y se cubrió la boca para evitar arruinar el silencio de la biblioteca. 

—Oh, vaya. Mis disculpas, esta vez no era mi intención asustarte —dijo el estudiante de Diasomnia en voz baja antes de reírse suavemente. 

—Oh, Lilia —susurró Yuu tras calmarse—. No te había oído venir. 

—Disculpa, a veces sigo teniendo la costumbre de caminar con sigilo —respondió Lilia antes de fijarse en los libros sobre la mesa—. ¿Es un mal momento? No hemos tenido oportunidad de hablar desde la ceremonia de entrada de tu hermana y había venido a saludar, pero veo que estás estudiando con diligencia. 

—Oh, no te preocupes. Solo estaba procrastinando —aseguró Yuu—. Es verdad, ha pasado un tiempo, ¿te gustaría sentarte? 

Lilia asintió y se sentó en frente de él. Se fijó en el libro en que estaba leyendo el joven humano. 

—Leí un poco de este una vez —dijo antes de reírse levemente—. Encuentro curioso que describas centrarte en un libro tan avanzado como "procrastinar"; información como esta te servirá para segundo y tercer año. ¿Tanto disfrutas de la Historia? 

—Sí, desde que era pequeño —respondió Yuu, cohibido—. Siempre se me ha dado muy bien y me encanta aprender más de estos temas. 

—Veo que tenemos algo en común —dijo Lilia antes de darse cuenta de algo—. Es raro verte solo. ¿Dónde está tu amigo Grim? No se habrá metido en problemas, ¿verdad? 

—No, no. Está ayudando a Yukiko entrenar con su magia en Ramshackle. Los fantasmas están con ellos, así que no habrá problema alguno... O eso espero. 

—Je, je. Qué amable de su parte. Hablando de tu hermana, precisamente quería preguntar por ella. ¿Cómo se encuentra? —preguntó con interés antes de desviar la mirada con algo de simpatía—. He oído que Vargas aún no le permite usar magia en sus clases, ¿es eso cierto? 

Yuu suspiró. 

—Se encuentra bien, pero sigue teniendo algunas... complicaciones. Es por eso que quiere entrenar tanto, para por lo menos controlarla lo suficiente y usarla en clase. 

Lilia se hizo una idea del tipo de complicaciones a las que se refería. 

—Nunca había visto antes un tipo de condición así, pero le aconsejaría que se lo tomara con calma. Una magia de ese calibre le llevará un buen tiempo dominar y el estrés no es bueno para combatir la producción de blot —dijo mientras pensaba inevitablemente en aquel fatídico momento en el servicio cuando la conoció. 

—Lo sabe, pero sigue siendo difícil para ella —asintió Yuu—. Siente que está muy por detrás de los demás estudiantes de primero y eso la frustra. Por eso quiere ponerse en camino cuanto antes. 

Tras pensarlo por un segundo, Lilia esbozó una leve sonrisa. 

—Es normal que se frustre, parece una joven muy determinada. Encuentro admirable su valeroso deseo de mejorar, pero no debe forzarse. Ocurrió lo mismo con Silver y Sebek, se esforzaban mucho para convertirse en dignos guardias para Malleus —reveló Lilia, despertando la curiosidad de Yuu—. Tardaron un buen tiempo, pero míralos ahora: unos muchachos fuertes, saludables y decididos. Y viendo la gran cantidad de apoyo que tiene Yuki, estoy seguro de que lo logrará algún día. Si aún no le he dicho todo esto y tienes la oportunidad, te pido que se lo transmitas de mi parte, que le deseo mucho ánimo. A ti también, por supuesto, la familia también tiene que esforzarse para apoyar a los que se esfuerzan. 

Yuu necesitó luchar para evitar que se le escaparan las lágrimas por aquel conmovedor consejo. 

—Gracias, por supuesto que se lo diré —dijo con una sonrisa enternecida. Decidió cambiar un poco el tema para evitar emocionarse demasiado—. Por cierto, ¿conoces a Silver y a Sebek desde hace mucho tiempo? 

Sabía que Lilia era el tutor de Malleus, y que Silver y Sebek eran básicamente los guardaespaldas de aquel príncipe, así que debían de conocerse, pero no se había imaginado desde cuándo y Lilia acababa de implicar que eran más cercanos de lo que se pensaba. 

—¡Ciertamente! Al igual que a Malleus, conozco a esos dos desde que eran muy pequeños, yo mismo los entrené para entonces —dijo Lilia con una gran sonrisa—. Enseñé a Silver y Sebek a luchar con una espada, a combatir cuerpo a cuerpo, sobrevivir en un ambiente hostil... 

—¿¡Cómo!? —exclamó Yuu de forma involuntaria, haciendo eco. Eso le recordó inmediatamente que estaba en la biblioteca y se encogió con vergüenza—. Perdona, pero eso suena un poco... 

—Tranquilo, sé como suena —suspiró Lilia, como si admitiera no haber tomado las mejores decisiones en el pasado—. No tardé en darme cuenta que estaba siendo demasiado duro con ellos, así que cambié mis tácticas de entrenamiento a dejarlos jugar mientras los vigilaba desde las sombras. Y tal y como puedes comprobar, funcionó a las mil maravillas. Deberías ver a Silver, él sigue entrenando cada mañana con el movimiento de la espada. ¿Qué te parece? ¿No soy un gran maestro? —Entonces entrecerró los ojos—. Je, je, je. Si estás interesado, podría entrenarte a ti también, ¿qué me dices? 

A pesar de lo majo que siempre le había parecido, Yuu tuvo un mal presentimiento con aquella mirada taimada y sintió un escalofrío. 

—Gracias por la oferta, pero me lo pensaré... —respondió, sabiendo bien que no la iba a aceptar nunca—. A propósito, ¿dijiste que habías leído este libro antes? 

—Tuve que consultarlo para un pequeño trabajo en grupo con Trey. Estabas leyendo sobre el Valle de las Espinas, por lo que veo —señaló Lilia al fijarse mejor en el texto de las páginas abiertas. 

—Sí. Justo estaba viendo una versión expandida del momento en que los secuaces del Hada de las Espinas estuvieron buscando sin éxito un bebé humano por años. 

Él mismo había sentido un horrible picor en el hombro izquierdo cuando había leído aquella parte por primera vez, pero no había vuelto a pasar ahora que la leía otra vez. ¿Sería que las sensaciones ocurrían solamente durante la primera vez al oír o ver algo? 

—Oh, ese es un clásico —dijo Lilia mientras sonreía involuntariamente—. Al parecer esos secuaces eran horribles buscando gente. Se dice que estuvieron buscando a una misma persona en todas las cunas... durante 16 años. ¿Te lo puedes creer? Se les olvidó que los bebés humanos crecen —Volvió a esbozar una sonrisa maliciosa y se encogió de hombros con aire resuelto—. Pero ¿quién soy yo para juzgarlos? Alguien de 16 años sería un bebé para mí también. 

—¡Ja, ja! Supongo que para alguien que es capaz de vivir por siglos, 16 años debe de ser muy poco en comparación —dijo Yuu, haciéndole gracia la idea de que un hada como Lilia lo comparara a él y a gente de su edad como bebés. 

Lilia se rió, pero se acordó de que debía de bajar el volumen de voz en la biblioteca. 

—¡Ja, ja, ja! Diría que sí, aunque no se puede decir eso en el caso de los humanos, así que... Un momento, ¿a qué te refieres exactamente con "vivir por siglos"? —le preguntó, sorprendiéndose de repente tras procesar aquel comentario. 

Yuu palideció. En su mundo las hadas eran supuestamente inexistentes, hablar de ellas allí podría ser completamente distinto a hacerlo en Twisted Wonderland, lugar donde se sabía de ellos de toda la vida. No había caído hasta aquel mismo momento que decir algo así sobre ellos podría ser algo ofensivo o poco apropiado. ¡Y encima lo había hecho delante del propio tutor de un príncipe heredero! 

—¡Oh, lo siento mucho! ¿Dije algo que no debía? No era mi intención, ¡lo juro! —dijo alarmado. 

—Oh, no, no. En absoluto. No has hecho nada malo —aseguró Lilia mientras le hacía gestos tranquilizadores y volvió a sonreír—. Pero tengo curiosidad, aún no está muy expandida entre los jóvenes la consciencia de que las hadas tienen una esperanza de vida mucho mayor que un humano común. Es cierto que no oculto mucho en que soy... en fin, mucho más mayor que un estudiante de tercero; y cada vez que se lo implico a alguien, les cuesta creerme o creen que estoy de broma, aunque admito que no les puedo culpar mucho de esto último, disfruto vacilar a otros de vez en cuando. Pero tú lo supusiste como si fuera algo bien sabido. ¿Seguro que no has conocido a un hada o a un fae antes? 

Yuu se calmó un poco al ver que se lo había tomado bastante bien. 

—No, pero de donde Yukiko y yo venimos se suelen representar a espíritus y seres considerados como fantásticos o legendarios en libros, leyendas y medios de comunicación como inmortales o capaces de vivir por muchos siglos, como es el caso de las hadas y otros seres míticos... Las versiones e interpretaciones suelen variar, pero nosotros dos conocemos unas cuántas. 

—¡Ya veo! Casi cuesta creer que hay tanta información avanzada sobre nosotros en otra parte, incluso si es considerada como un mito —comentó Lilia con sorpresa antes de hacer un gesto melodramático—. Vaya... Siempre me habían dicho que no tengo la edad que aparento, pero supuse que llegaría este día, ¡han descubierto que soy un anciano con un cuerpo joven y fuerte! 

Yuu no pudo evitar reírse un poco; en realidad no se había planteado del todo que Lilia podría tener una edad equivalente a la de su madre o incluso superior, pero decidió no decir nada al respecto.

—En fin, ¿era esa la información que te hizo suponer que he vivido por "tanto tiempo"? —cuestionó Lilia curioso.

—Bueno, es cierto que eso ayudó, pero otras razones son tu voz grave y tu forma de hablar, parecida la de una persona de edad avanzada; incluso te refieres a los estudiantes como "gente joven" a pesar de tu aspecto —confesó Yuu—. Trey y Cater mencionaron que a ellos también le hablaste de épocas pasadas como si hubieras vivido en ellas, pero no dejabas nada en claro, como si quisieras confundirnos. 

A Lilia le impresionó que el joven humano lograra descubrir esa característica suya basándose en información de su mundo original, en lo que había oído en boca de otras personas y en los pocos encuentros que habían tenido desde que se conocieron hasta los hechos previos al torneo de Magical Shift. 

—Es cierto que no lo oculto mucho, pero tú también eres un buen observador. Pues bien, como recompensa por tu perspicacia, te diré un secreto, de un amante de la Historia a otro. Mira esto. —Echó una mirada a su alrededor para asegurarse de que nadie estuviera cerca y usó su magia para mover las páginas del libro sin necesidad de tocarlo, sorprendiendo al joven—. Puedes encontrar una imagen mía en mi juventud justo... ¡aquí! 

Detuvo las páginas en una sección dedicada al Valle de las Espinas, volvió a acercarle el libro y señaló el retrato de una persona encapuchada con el rostro oculto por medio de una tenebrosa máscara de aspecto demoníaco y expresión tenebrosa... Lo único que indicaba que aquello era una persona eran los largos mechones de pelo negro con mechas rojas que sobresalían de la capucha y la larga cola de caballo que le caía por detrás de la espalda. 

—Este... ¿Eras tú? —preguntó Yuu, confundido—. Casi cuesta creerlo, nadie te reconocería así. 

—Sí, este soy yo en mis tiempos como general de la guardia real. Tras retirarme fui nombrado como el tutor de Malleus —respondió Lilia—. Para entonces tenía el pelo mucho más largo, y me he cambiado el color de las mechas tantas veces que ni me acuerdo. Puedes encontrar este mismo retrato en uno de los libros de texto, aunque no creo que nadie en la escuela me reconozca de esta manera. La artista era una de los mejores de la época, ella misma pintó más obras sobre el país y la familia real. 

—¿Nadie más sabe de esto? —cuestionó Yuu—. Lo de esta parte de tu pasado, me refiero. 

—Aparte de Malleus, solamente Silver y Sebek. Después de todo nacieron y crecieron allí. Y ahora que lo sabes tú también, te pido a cambio que guardes toda esta conversación nuestra de hoy en secreto, ¿prometes que no se lo dirás a nadie? 

Yuu se sintió como si le estuvieran confiando una información muy importante. 

—Eh... por supuesto. Tampoco es que sea mi lugar decírselo a otras personas, pero ¿por qué exactamente? Tú mismo dijiste que no lo ocultabas mucho. 

—Hm... Digamos que tengo motivos personales, pero también me encanta ver los rostros confundidos de nuestros amigos cuando sopesan si creer o no lo que les digo. Y también transmito así un aura de misterio, ¿no crees que eso me hace parecer más intrigante? ¡Je, je! 

Yuu suspiró con una sonrisa, aquel carácter travieso le recordaba un poco al de Yukiko y al de Grim. Aunque había algo que no le cuadraba del todo. 

—Si no es mucho preguntar, ¿cómo es que me estás contando todo esto, Lilia? No nos conocemos desde hace mucho, ¿está bien que me reveles algo tan personal? 

—Bueno, nos acabamos de hacer amigos, ¿verdad? Y no me has dado motivos para pensar que no debo decirte esto. Además, puede que esto ayude a que él se anime a fiarse más de ti. 

—¿De qué estás hablando? —preguntó Yuu, aún más confundido que antes. 

Lilia tuvo que aguantarse una risa y se preguntó cómo alguien tan observador como el prefecto no se había dado cuenta aún de que el conocido Malleus Draconia era el misterioso joven que paseaba por los alrededores de Ramshackle durante la noche. Pero tampoco podía culparlo, nunca lo había visto por la escuela y Malleus era muy secretista con él. Además, justo como él le había pedido a Yuu que no dijera nada de su pasado y su identidad, Malleus le había pedido a Lilia que no le dijera nada sobre él, deseando iniciar finalmente una amistad con alguien que no lo temía ni juzgaba por su título. 

—Nada, solo pensaba en voz alta —respondió Lilia, dejando a alguien con la duda una vez más—. Cambiando de tema, he visto que tu dormitorio está en proceso de mejora, ¿verdad? Tiene muchos años, así que tengo curiosidad de ver como queda. ¿Me enseñarás el nuevo interior cuando esté listo? 

—¡Por supuesto! No sé sobre Grim, pero a los demás nos encantará recibirte. Hablando de ellos, apuesto a que siguen entrenando en el jardín, es más seguro para Yuki. 

—Pues espero que les esté yendo bien. Eso me recuerda, Silver y Sebek deben estar por comenzar sus actividades de club. Ahora que pienso en ello, estoy seguro de que esos dos se llevarían bien con ella si se conocieran. 

Mientras hablaban, tal y como había supuesto Yuu, Yukiko estaba practicando con su magia en compañía de Grim y el trío de fantasmas del dormitorio en el jardín de Ramshackle. Pero sería una exageración decir que le estaba yendo bien... Llevaba un buen rato practicando hechizos de levitación y ya estaba jadeando tras superar su récord de cinco segundos con un pequeño pedrusco que Grim podría sostener con ambas patas. 

—¡Muy bien! La has podido levantar por diez segundos —la felicitó el fantasma grande mientras ella, vestida con su uniforme de deporte, blandía su pluma mágica con ambas manos—. ¡A este paso lograrás hacerlo por un minuto en un santiamén! 

—¡Hazlo otra vez! ¡Y después cambiaremos a la magia de fuego, que de eso soy un experto y te puedo enseñar mejor que nadie, sabes! —exclamó Grim con entusiasmo. 

—Pequeño Gri, recuerda que hoy solo iremos con levitación —dijo el fantasma delgado. 

—Sí, para ver si ayuda a que no se sienta tan mal al practicar el cambio de ropa con magia —le recordó el fantasma pequeño—. Así no tendrá que correr a cambiarse aquí o esperar a que los chicos salgan de los vestuarios para Educación Física. 

—Pero ¡solo un hechizo al día es muy aburrido, sabéis! ¿No podemos ir directamente a los hechizos guays tipo "baaam" y "pum, pum"? 

—Entiendo cómo te sientes, Grim, pero no quiero vomitar como ayer... —jadeó Yukiko—. Otro día, ¿ok? 

—¿Nos tomamos un descanso? —propuso el fantasma grande al verla tan cansada—. Podríamos continuar más tarde. 

—No, estoy bien —aseguró Yukiko mientras estiraba los brazos para continuar la práctica que apenas habían comenzado—. Continuemos... ¡¡Achú!! 

Aún sujetando la pluma mágica con aquel fuerte estornudo repentino, un afilado trozo de hielo salió disparado de la gema y se quedó profundamente clavado en el tronco del árbol más cercano. Yukiko dio un respingo al ver lo que había hecho, Grim dio un salto atrás y los fantasmas la miraron atónitos. 

—Bueno, eso ha sido lo contrario al fuego... —comentó el fantasma pequeño. 

—No te preocupes, Yuki. Ese árbol lleva muerto hace más de 20 años, así que nadie salió herido, ¡ji, ji, ji! —bromeó el fantasma delgado mientras se acercaba al grueso hielo incrustado en la madera—. Oye, este no se ve nada mal, ¡a lo mejor tu fuerte es la magia de agua! Solo tienes que tener cuidado en no estornudar mientras apuntas. 

—Es bueno oír eso, pero creo que deberíamos parar por hoy —insistió el fantasma grande e interrumpió a Yukiko cuando esta parecía querer protestar—. Sé que llevamos poco tiempo, Yuki, pero te recuerdo que debemos ir a pasitos de bebé. Haremos un poquito más para la próxima, ¿ok? 

Yukiko frunció el ceño y suspiró, sabiendo que no serviría de nada oponerse. Además, no podía negar que se sentía cansada y no quería ponerse enferma luego. Sustituyó la gargantilla blanca por la negra y, una vez en sus manos, le echó un buen vistazo. 

—¿Alguien ve algo dorado? —preguntó mientras la extendía ante sus compañeros de dormitorio para ver si ellos notaban algún cambio. También se agachó para que Grim pudiera verlo. 

—Está tan blanco y pálido como nosotros tres... —negó el fantasma pequeño—. Todavía tenemos un largo camino para que se tiña de dorado. 

—Por ahora descansa, asegúrate de beber suficiente —indicó el fantasma delgado mientras le tendía una botella de agua a Yukiko, que se bebió la mitad del contenido a grandes tragos para calmar la sed y apaciguar el calor corporal formado con el esfuerzo. 

Ya no se sentía agotada físicamente, pero entrenar su magia por menos tiempo del planeado la había desanimado. 

—Voy a dar una vuelta —avisó mientras se deshacía la coleta para soltarse el pelo y se dirigió a la verja exterior. 

—Espera, ¿a dónde vas? —la detuvo el fantasma grande. 

—Me iría dentro, pero siguen ocupados con la planta baja, ¿verdad? —dijo Yukiko mientras señalaba el edificio con el pulgar y prosiguió su camino—. Solo voy a caminar un rato por ahí, no tardaré en volver. 

—Pero ¿y si te da fiebre como el otro día? 

—Entonces regresaré en cuanto antes, no me alejaré mucho —aseguró ella antes de irse finalmente. 

—¡Espera, deja que vaya contigo! —dijo Grim antes de ser detenido por el fantasma delgado. 

—Déjala ir, Pequeño Gri —le dijo con calma y miró a sus dos compañeros—. Démosle un momento, chicos, creo que necesita estar sola para despejarse la mente... 

Aquello era cierto. Por mucho que la joven comprendiera que debía ir poco a poco, no pudo evitar entristecerse por la lentitud del proceso. Ella solo quería usar magia como todos los demás, pero no solo acababa de recibir su energía mágica, esta era inestable y le complicaba el proceso de aprendizaje en todas las formas posibles... 

Caminó un buen trecho hasta llegar a la calle principal, donde se levantaban orgullosas las estatuas de los Siete Grandes. Ya las había visto antes en su llegada y cada vez que había pasado por ahí, pero esta vez decidió echarles una mirada con más detenimiento y fijarse mejor en sus detalles. 

Así fue una a una hasta detenerse en la del Rey de las Bestias, el poderoso león que se hizo con el trono con ayuda de las hienas a cambio de darles más libertad y que ahora representaba su dormitorio oficial. 

Era curioso ver que dos de los Siete Grandes eran incapaces de hacer magia, pero seguían siendo representantes de una importante escuela de magia como el Night Raven College. Le habían explicado que a pesar de no ser mágico, se decía que los animales de la época del Rey de las Bestias tenían una inteligencia comparable a la de los seres humanos, hasta el punto de tener la capacidad de hablar y crear sus propias sociedades; se imaginó que eso lo habría ayudado a alcanzar ese pedestal en la calle. 

—Tú eres al que Savanaclaw admira, ¿eh? ¿No tendrás por casualidad algún consejo para darme? —le preguntó a la estatua tras asegurarse de que no hubiera nadie cerca y apoyó la espalda en una de las paredes del pedestal para sentarse en el suelo—. Los demás dicen muchas cosas buenas de ti; podrías ayudar a una "pobre seguidora", ¿no? Ruggie dice que lo hiciste en su momento con las hienas. Aunque por algún motivo, hay algo que no me cuadra... 

A quién iba a engañar, la estatua no iba a responderle como los cuadros de la escuela; solo lograría que la tomaran por loca si la pillaban hablando sola. 

Suspiró y hundió la cabeza en sus rodillas. Se quedó así por un minuto hasta sentir algo acercarse y notar un suave pelaje rozarse contra la parte descubierta de su pierna; se sobresaltó con el inesperado contacto. 

—¡Ah! ¿Grim? —preguntó, asumiendo que se trataba de su pequeño amigo. Sin embargo, el recién llegado era un adorable conejito que se apartó de ella de un salto por su repentino movimiento, pero siguió mirándola con sus curiosos ojos oscuros—. Oh, hola... ¿Te he asustado? Perdona. 

El animal volvió a acercarse y Yukiko lo miró con ternura. Los conejos habían sido uno de sus animales favoritos desde que era pequeña. Tuvo una etapa entre los tres y seis años en la que solía pedirle a sus padres que le regalaran un perro o un conejo, pero aquello nunca había llegado a ocurrir. 

—Debes de ser del bosque detrás de la escuela. ¿Qué hace una cosita tan mona como tú por aquí? ¿Te has perdido? —le preguntó—. Te daría caricias, pero no creo que quieras. 

Como si la comprendiera, el conejo contradijo sus palabras al acercarse a ella y subirse a su regazo de un salto. Volvió a mirarla y movió suavemente el hocico mientras le veía las manos. 

—¡Oh, qué cariñoso eres! —exclamó ella, estremecida por el contacto. Aquello era demasiado adorable para que ella pudiera resistirse—. ¿Puedo acariciarte? 

Era la primera vez que acariciaba un animal silvestre, no era fácil encontrarse con uno y siempre se escapaban con el primer humano que se acercaba. No paró de sonreír con la amabilidad de la criatura. 

—¿Has venido a animarme? —preguntó ella con suavidad mientras le acariciaba el lomo—. Si es así, lo has logrado. Me siento mucho mejor ahora. 

Habría jurado que el animal había cerrado los ojos como si se alegrara de haber cumplido su intención. 

—Mi amigo Grim es tan suave como tú, pero a él no le gusta que lo acaricien por mucho tiempo a menos que sea mientras lo tienes en brazos o le des latas de atún a cambio. Tú eres más majo. Oh, y puede que sea de Savanaclaw, pero conmigo estás a salvo. No permitiré que ningún cazador malo te haga pupa. 

De repente, la joven chica y el animal levantaron la cabeza al mismo tiempo al escuchar un alborotado piar procedente de dos adorables pajaritos, uno azul y otro blanco, mientras se acercaban a vuelo rápido por encima de ellos. El conejo se bajó del regazo y se acercó a los recién llegados. 

Yukiko se frotó los ojos para poder creerse lo que estaba viendo: era como si los animales estuvieran hablando entre ellos, o más bien el conejo parecía prestar atención a lo que le decían los pájaros. ¿¡Acaso aquello era posible!? 

—Madre mía, ¿qué está pasando aquí? —preguntó, atónita, en voz alta. 

Como si los pájaros se dieran cuenta de la presencia de la humana, se la quedaron mirando por un segundo antes de revolotear cerca de ella y piar de la misma forma. 

—¡Eh, eh! ¿Qué pasa? ¡No os voy a hacer daño! —exclamó, a pesar de que los animales voladores no se mostraban exactamente hostiles. 

Comenzó a pensar lo contrario cuando el pájaro blanco agarró la manga izquierda de su camiseta y el azul, la derecha, y tiraron de ella con todas sus fuerzas, que eran pocas pero insistentes.

—¿¡Qué hacéis!? ¡Parad! 

De no ser que eran pequeños y adorables, ella ya habría salido corriendo; ya sería un problema si se trataran de aves grandes como cuervos o águilas. Pero no tardó mucho en darse cuenta en que los pájaros pretendían llevarla a algún sitio y el conejo confirmó esto tras dar unos saltos para llamar su atención, como si quisiera ir también. 

—Oh, ¿queréis llevarme a algún sitio? Vale, ya voy. No hace falta que tiréis, ¿ok? 

O estaba soñando o aquellos animales eran lo suficientemente inteligentes como para comprenderla sin necesidad de hablar en su idioma. Le costó creérselo cuando le dijeron que Lenguas Animales era una asignatura esencial en la escuela y se servían de Lucius para practicar con maullidos, a Ruggie se le daba muy bien aquella asignatura y sabía hablar bien varias lenguas animales (Yukiko le había dicho que si decía eso en su mundo, lo tomarían por loco si no pensaban que estaba de broma; él casi se murió de la risa). 

Los pajaritos se hicieron al vuelo y Yukiko fue detrás del conejo por el camino que conducía a la biblioteca. Los pájaros desaparecieron detrás de un arbusto y el conejo se aseguró de que la chica estaba cerca antes de seguir tras ellos. 

Yukiko se adentró en el arbusto y se topó inmediatamente con alguien tumbado bocarriba en el suelo y con la cabeza apoyada en el tronco de un árbol. Al principio se alarmó, pensando que podría estar herido, pero se dio cuenta de que solo estaba durmiendo tranquilamente. 

Al igual que ella, estaba vestido con el uniforme de deporte. El color verde en su ropa y en su curiosa pluma mágica con forma de espada señalaba que era un estudiante de Diasomnia y el número 2—A22 en la etiqueta, que era de segundo año. No podía negar que le parecía bastante guapo: tenía buenos rasgos faciales, cejas y labios finos, y pelo de un bonito color plateado cuya longitud le alcanzaba el cuello. Debía de entrenar con frecuencia, porque sus brazos presentaban unos músculos bien formados. 

Antes de preguntarse cómo podría alguien dormir con tanta comodidad en un sitio como aquel, otro pájaro de plumas azules los recibió y los tres se posaron en las ramas del árbol. El conejo se detuvo delante del joven e intercambió miradas simultáneas entre Yukiko y él. 

—¿Qué pasa? ¿Por qué me habéis traído aquí? —preguntó ella en un susurro para evitar despertarlo. Uno de los azulejos se posó en su hombro y se esforzó en dar un par de fuertes saltitos en él, pero el humano ni se inmutó—. ¡Oh, ya veo! ¿Me habéis traído aquí para que lo despierte? ¿Es eso lo que queréis? —Lo miró con duda—. Eh... No sé, tal vez no deberíamos molestarlo—. Impacientes, los pájaros volvieron a piar con energía—. ¡Vale, vale! Lo haré. No sé cómo no se despierta con vosotros, pequeños ruidosos. 

No conocía aquel chico de nada, pero le habían advertido en un par de ocasiones que Leona odiaba que lo despertaran de la siesta, ¡incluso Yuu lo había descubierto de la peor forma posible! Pero aquellos pequeñajos se lo estaban pidiendo y parecían tener prisa... Al final decidió despertarlo, si él se quejaba ¡pues que se fuera a dormir en su habitación, que para algo existía! 

—Vale, aquí voy —suspiró ella antes de sentarse de rodillas y sacudirlo suavemente por el hombro—. Disculpa... 

El joven desconocido frunció el ceño como si la hubiera escuchado, pero aún no era capaz de abrir los ojos. Yukiko arrugó la nariz con frustración y decidió ser un poco más insistente: 

—¡Perdona...! —No ocurrió nada—. Eh, ¿despiertas o qué? ¡Despierta! 

Lo sacudió con un poco más de fuerza y el joven finalmente murmuró antes de entreabrir los ojos con lentitud, revelando ser de un hermoso tono violeta. Frunció el ceño y dirigió la vista hacia la joven; debía de tener la cabeza nublada por el cansancio, puesto que la miraba como si dudara estar soñando o no. 

—Disculpa, no me importa si quieres seguir durmiendo aquí —dijo Yukiko mientras sonreía con su pequeña victoria—, pero estos pequeñajos tenían prisa en despertarte, así que... 

Como si por fin terminara de procesar la situación, el joven terminó por abrir los ojos de golpe y dio un respingo. Se sentó en el suelo y se llevó una mano a la cabeza. 

—Me he vuelto a quedar dormido... —murmuró con bochorno, como si no fuera la primera vez que le ocurría por aquel día, y la miró—. Siento mucho si he causado algún inconveniente. 

Su semblante era serio y poco expresivo, pero estaba tranquilo y parecía aliviado por haber sido despertado. Aquello era precisamente lo opuesto a lo que Yukiko se temía. 

—Ah, para nada —aseguró ella con una sonrisa antes de señalar al conejito—. Ni sabía que estabas aquí hasta que tus amigos me trajeron aquí para despertarte, al parecer necesitaban ayuda. 

—¿De verdad? ¿Habéis intentado despertarme? —el joven le preguntó a los pájaros y estos piaron satisfechos—. ¿La primera persona que encontrasteis? Ya veo, buscasteis alguien para despertarme. Hoy me levanté mucho más temprano de lo usual, supongo que por eso no ha sido tan fácil esta vez... Os agradezco la ayuda. ¡Espera! ¿Qué hora es? —dijo apresurado mientras sacaba su teléfono móvil—. Vaya, las actividades del club ya han comenzado... Más importante, muchas gracias a ti también por despertarme, no sé cuánto tiempo me habría quedado soñando si no hubieras intervenido. 

—De nada —dijo Yukiko, alegrándose de finalmente haber hecho algo bien después de aquel efímero entrenamiento—. Me sorprende que puedas dormir ahí con tanta calma, yo sería incapaz. 

—Me suele pasar, tiendo a quedarme dormido con facilidad, así que debo tener cuidado —suspiró el joven antes de fijarse mejor en ella y reconocerla—. Un momento, tú debes de ser la nueva estudiante, ¿verdad? He oído mucho de ti, especialmente de padr... quiero decir, de nuestro více-líder de dormitorio, Lilia. Te llamabas Yuki, ¿verdad? Parece que os habéis hecho amigos. 

—Sí. Soy Yukiko Oshiro, pero al parecer mi nombre es difícil de pronunciar por aquí, así que todos me llaman Yuki —dijo ella—. Sí, Lilia es una de las primeras personas que conocí aquí en la escuela; pero a ti no te había visto antes, ¿cómo te llamas? 

—Oh, cierto. No me he presentado aún. Soy Silver, del dormitorio Diasomnia —dijo él serenamente antes de tenderle la mano abierta—. Un placer conocerte en persona, Yuki. 

Suponiendo que quería estrechársela en un apretón, Yukiko le tendió la suya. Sin embargo, el joven simplemente se la sujetó con delicadeza y le depositó un beso en el dorso. 

Yukiko dio un pequeño sobresalto sorprendido y se ruborizó un poco; aquello sí que no se lo esperaba de aquel joven tan serio. Primero Lilia y ahora, él. ¿Sería costumbre de los estudiantes de Diasomnia saludar con un caballeroso beso en la mano? Sin embargo, el ahora conocido como Silver se inquietó por su reacción y dio un paso atrás. 

—¡Mis disculpas! Juro que no era mi intención incomodarte —dijo él, avergonzado—. Mi padre solía decir que es importante saludar a las damas con un beso en la mano; pero él es de la vieja escuela y disfruta tomarle el pelo a la gente. Debería haber supuesto que no iba en serio, prometo que no volveré a hacer esto. 

—Eh, no te preocupes, no me has hecho sentir mal —insistió Yukiko para asegurarle que no le importaba—. Es cierto que me has sorprendido, pero admito que no está nada mal ser saludada así de vez en cuando. Solo ten cuidado para la próxima en caso de que a alguien no le guste esto, ¿ok? 

—¿De verdad? —cuestionó Silver, aliviado de no haberla ofendido. Pareció más relajado ahora que la tensión inicial se había disipado—. Es bueno oír eso, lo tomaré en cuenta. 

—Eso sí, fuera una broma o no, ese consejo no está tan mal —dijo Yukiko alegremente mientras se balanceaba sobre sus pies—. Tu padre parece un tipo majo. 

Que la joven dijera eso sobre su padre tras tomarse tan bien la situación hizo que Silver sonriera levemente. 

—Lo es. De vez en cuando tiene ocurrencias extrañas, pero es muy sabio y tiene un gran corazón. Él me entrenó desde niño en el Valle de las Espinas y me enseñó la mayoría de lo que sé hoy, como luchar con una espada. No estamos relacionados por sangre, pero no podría pedir un padre mejor. 

Y a su vez, escucharlo hablar tan tiernamente de su padre hizo que Yukiko pensara inevitablemente en el de ella. No importaba cuántos años hubieran transcurrido, seguía echándolo de menos... 

—¿Luchas con espada? ¡Cómo mola! —preguntó para evitar ponerse sentimental, justo antes de darse cuenta de que lo había estado reteniendo con la conversación—. ¡Eh! ¿No vas a llegar tarde al club? ¿En cuál estás? Supongo que en uno de los de deporte, viendo que llevas el uniforme de Educación Física. 

—En el de Equitación —respondió Silver, preparándose para irse—. Se me acaba de ocurrir: si no estás ocupada en este mismo momento, ¿te gustaría acompañarme al establo? Los caballos deben de estar activos en este momento, quiero enseñarte las actividades como agradecimiento por tu ayuda. 

Sorprendida por la oferta, Yukiko se lo pensó; no le había dicho a Grim ni a los fantasmas cuánto tardaría en volver exactamente, así que supuso que no habría mucho problema con eso. Además, aún no había tenido oportunidad de ver cómo eran los clubs de la escuela, así que podía empezar por aquel. 

—¡De acuerdo! —asintió—. Mi hermano me enseñó el sitio solo por encima, así que no he visto los caballos. 

—Muy bien, entonces acompáñame —le indicó Silver antes de ponerse en camino con ella—. Cierto, tu hermano es el prefecto de Ramshackle, ¿verdad? 

—Así es, ¿lo conoces? 

—Un poco. No hemos tenido muchas conversaciones hasta ahora, pero he visto que es amable y decidido —dijo Silver, antes de considerar si podía hablar de lo que le había estado rondando por la cabeza recientemente. No se lo había preguntado al prefecto la semana anterior porque había preferido centrarse en el contraataque contra Savanaclaw y el tema de su hermana inconsciente era aún delicado—. Él llegó a mencionar algo de que os podíais comunicar por medio de sueños, aunque no supo decir por qué. ¿...Habéis descubierto algo más? 

—Ah, es verdad. ¡Aquello fue una movida súper rara! —exclamó Yukiko, que ya apenas pensaba en aquel asunto—. Nah, no hemos descubierto nada nuevo y yo sé tan poco como él, pero creemos que fue un efecto secundario de viajar de un sitio a otro, ¿sabes? 

—Ya veo —respondió Silver, pensativo, pero poco satisfecho con aquella respuesta—. ¿Habéis vuelto a tener otro estos últimos días? 

—No, qué va. No hemos vuelto a tener otro desde que me desperté. ¿Por qué lo preguntas? 

—...Por nada, simple curiosidad —insistió él suavemente antes de volver a considerar otro tema que lo intrigaba—. Por cierto, también quería preguntarte si... Mejor no, al final no es tan importante. 

—¿Oh? Ok. 

Silver también quería decirle que, por algún motivo, sentía haberlos visto a su hermano y a ella antes en alguna parte, pero no sabía exactamente dónde ni cuándo... Pero al final decidió no hacerlo, si el prefecto le había dicho que no recordaba haberlo visto antes, seguramente recibiría la misma respuesta por parte de ella. 

Se escucharon relinchos y pasos de trote a medida que se acercaban al establo. Podían ver estudiantes caminando al lado de majestuosos caballos o montando sobre ellos con diligencia dentro de una parte del terreno cercada con vallas. 

—¡Hala! —exclamó Yukiko con admiración. Había pasado mucho tiempo desde que había visto caballos tan de cerca (vivir en una gran ciudad cercana a Tokio y apenas visitar las granjas o las montañas no le había dado muchas oportunidades, que digamos). 

Mayor fue su sorpresa al ver que la persona que los recibió al otro lado de la valla fue Riddle, acompañado por un gran caballo marrón oscuro; no sabía que el líder de dormitorio de Heartslabyul estaba en aquel club. 

—Llegas tarde, Silver —le dijo con severidad—. No es propio de ti, así que espero que tengas un buen motivo por esta demora. 

—Realmente lo siento, prometo que no volverá a ocurrir —suspiró Silver con arrepentimiento—. Me quedé dormido en el camino. Fue gracias a ella que no llegué aún más tarde, espero que esté bien haberla traído aquí. 

—Hola de nuevo, Riddle —lo saludó Yukiko—. ¿Todo bien? 

La expresión de Riddle se calmó al verla. 

—Buenas tardes, Yuki. Sí, todo bien —le devolvió el saludo—. No te olvides de nuestra reunión este fin de semana, llegaré lo más puntual posible. 

Por fin habían acordado verse en Ramshackle para poder hablar de aquellos encuentros extraños después de los incidentes de Overblot. Seguramente no encontrarían muchas respuestas, ya que Yuu y Riddle habían hablado un poco del tema antes sin lograr mucho, pero por lo menos podrían sacarse un peso de encima. Además, sería un buen momento para que Yukiko hablara con personas que habían pasado por lo que ella estuvo a punto y comprender su condición un poco mejor. 

—Tranquilo, eso no se nos olvida. Mañana es domingo, así que nadie trabajará en las reformas del edificio. 

—Muy bien —asintió Riddle—. ¿Has venido a ver las actividades del club? Me han dicho que quieres unirte a un club de deporte; si estás interesada en la hípica, puedes preguntarme todo lo que necesites. 

—Gracias, pero solo he venido a ver. No tengo ni idea de cómo montar a caballo. 

—¿Seguro? No hay necesidad de experiencia previa, puedes aprender de cero con nosotros. 

—Tiene razón. Viendo que se te da bien tratar con animales, estoy seguro de que lo dominarás en poco tiempo —dijo Silver, pensando en el encuentro con los pájaros y el conejo. 

—¿Es eso cierto? Si es así, podrías comenzar conociendo los caballos —intervino Riddle con interés y sujetó las bridas de su caballo para aproximarlo al cercado—. Acércate, puedes comenzar aquí saludando a Vorpal, mi montura usual. 

A pesar de la amabilidad de la oferta, Yukiko ojeó nerviosa al enorme animal con una oscura y penetrante mirada sobre ella. 

—¡Oh, no, no, no! No sé que fue eso de antes, Silver, pero créeme: aparte de perros y gatos, no he... hablado con muchos animales. ¡Y mucho menos con caballos! Creo que es mejor que los mire desde lejos, ¿sabéis? 

—No debes tener miedo, no te hará daño —aseguró Silver mientras la sujetaba de los hombros—. Ven, ve a conocerlo. Solo debes hablarle con suavidad y no hacer movimientos bruscos. 

—¿Qué? ¡No! —exclamó Yukiko y gimió nerviosa mientras era empujada suavemente hacia el animal. Trató de apartarse, pero era demasiado tarde; y en el fondo tenía algo de curiosidad por interactuar con él. 

Riddle se rio suavemente, Yuu había reaccionado exactamente de la misma forma cuando lo animaron a sujetar los erizos de Heartslabyul durante aquella Fiesta de No-Cumpleaños. ¡Se notaba que eran hermanos! 

Por cada paso que daba hacia el caballo, Yukiko apretó cada vez más los puños y los ojos. Cuando se colocó a unos pocos centímetros de Vorpal, Silver le levantó un brazo y le sujetó la mano para acercarla al rostro del animal. 

—¿Lo ves? No pasa nada —le dijo para calmarla—. Demuéstrale que puede confiar en ti, solo debes relajarte. 

Yukiko abrió un ojo y, habiendo llegado hasta tal punto, se animó a acercar la mano temblorosa al hocico del animal. Este se quedó mirándola por un momento antes de apoyar suavemente la cabeza en la palma; la chica se estremeció por el contacto, pero no se apartó en ningún momento y su inquietud se disipó lentamente. 

—Vaya... Esto no está tan mal —admitió en voz baja mientras Silver la soltaba y se alejaba unos pasos. 

—¿Ves? Le caes bien —comentó Riddle—. Tu hermano y tú decís interactuar poco con animales, pero se os da de maravilla. 

—Ya de por sí es mi primera vez estando tan cerca de un animal tan grande —asintió Yukiko antes de atreverse a acariciar a Vorpal en la cabeza—. Pero tú eres súper majo, ¿a que sí? ¡Qué buen chico eres! 

Aceptando el cumplido, el animal irguió las orejas y emitió un amistoso relincho bajo. 

—Bien, yo debería comenzar en cuanto antes. Iré a preparar mi caballo; acompáñame, Yuki, te enseñaré el interior de los establos —dijo Silver antes de ponerse en marcha, pero fue detenido cuando alguien se acercó corriendo en dirección al grupo. 

—¡¡¡Llegas tarde, Silver!!! —gritó a los cuatro vientos un estudiante realmente alto que Yukiko no conocía. Tenía aspecto fuerte y robusto, mirada fiera y cabello de color verde claro echado hacia atrás. El color verde de su pluma mágica y de las líneas de su uniforme de deporte señalaba que era de Diasomnia, al igual que Silver. 

Aquella ruidosa voz era poco soportable, especialmente para el pobre Vorpal y los caballos más cercanos, que se estremecieron ligeramente. 

—¡Sebek! Ya te hemos dicho que debes cuidar el tono de voz —lo regañó Riddle con voz severa y autoritaria—. Especialmente cerca de los caballos, ellos tienen un oído más sensible que las personas. 

—Es culpa de Silver por llegar tan tarde —replicó Sebek, no menos molesto—. ¡No me digas que has vuelto a quedarte dormido! 

—Lo siento... —suspiró Silver—. Me quedé hablando con unos pájaros en el camino y me dio sueño. Prometo que no volverá a pasar. 

—¡EXCUSAS! A este paso no serás digno de proteger al joven amo, ¡deberías avergonzarte! 

No sabía a qué podía estar refiriéndose, pero Yukiko miró al desconocido con desprecio. No solo estaba haciendo ruido, tampoco paraba de decirle cosas tan desagradables a Silver a pesar de haberse disculpado. 

—Basta ya, Sebek —le ordenó Riddle—. Puede que haya llegado tarde, pero ha asegurado que no se repetirá. Además, estás dando una mala imagen del club para nuestra invitada. 

—¿Invitada? —repitió Sebek, extrañado, justo antes de percatarse de la chica—. Tú no perteneces a este club, ¿quién eres? 

Yukiko se recompuso lo más rápido que pudo para evitar verse molesta con él; a lo mejor no era una mala persona, sino simplemente alguien con mala leche y valores estrictos. Se fijó mejor en sus ojos verdes, con las pupilas dilatadas como un reptil, similares a las de Lilia. Por un segundo supuso que se trataba de un hada como él, pero las orejas de aspecto humano se lo desmintió. O era mitad humano y mitad hada, o directamente no era humano del todo. 

—Yukiko, pero puedes llamarme Yuki —se presentó, aunque con menos energía que antes—. Solo he venido a ver, Silver me está enseñando el sitio. ¿Y tú eres...? 

—Sebek Zigvolt. Estudiante de primer año del dormitorio Diasomnia —se presentó él con indiferencia—. Y guardaespaldas oficial de nuestro ilustre lord Malleus, líder de dormitorio de Diasomnia y próximo gobernante del Valle de las Espinas. Que no se te olvide. 

¿¡Primer año!? Con aquel aspecto imponente, Yukiko habría jurado que debía ser de tercer año o como mínimo de segundo, pero no se le había ocurrido que podría ser de la misma edad que ella. 

—Fue gracias a ella a que no me demoré más, así que le ofrecí venir conmigo como agradecimiento —añadió Silver—. ¿Recuerdas que pad... que Lilia nos habló de ella? 

—Ah, sí. La chica inconsciente... —recordó Sebek antes de mirarla de arriba abajo y abrir los ojos como platos—. Un momento... ¿Significa eso que eres la nueva de Savanaclaw? 

No lo preguntó como si fuera algo bueno, parecía realmente alterado. Yukiko y los otros dos jóvenes reaccionaron acordes, con desconcierto. 

—Eh... ¿sí? —respondió ella—. ¿Pasa algo con eso? 

A lo mejor era la sorpresa inicial como la de tantos estudiantes por ver a alguien de aspecto benévolo y adorable en un dormitorio compuesto por la imagen contraria, pero vería inmediatamente que esta vez no era el caso cuando aquella mirada estupefacta se tornó en una furiosa. 

—¿¡Qué haces aquí!? ¿¡Acaso has venido a espiarnos!? Si es así, ¡ya te aviso que no lograrás sacar nada de nosotros! 

Yukiko dio un par de pasos atrás, confundida. ¿¡De qué narices estaba hablando este!? ¡Si apenas lo acababa de saludar! Además, había más estudiantes de su dormitorio en aquel club, ¿qué problema podría tener él con ella por lo mismo? 

—¡Sebek! ¿¡Qué bicho te ha picado!? —exclamó Riddle, tan confundido como ella por su comportamiento. 

Los caballos más cercanos se estremecieron por el ruido y muchos estudiantes se quedaron mirando la conmoción desde lejos, preguntándose qué estaba pasando exactamente. Pero prefirieron mantenerse al margen y continuar con sus actividades, temiendo meterse en problemas frente al líder de dormitorio de Heartslabyul. 

—¿¡Eres tú la causante de que Silver llegara tarde!? —continuó Sebek, ignorando la pregunta de Riddle—. ¡Lo lamentarás si esto afecta al bienestar del joven amo, humana! 

Con una acusación tan absurda como aquella, Yukiko perdió la paciencia y dio un paso hacia él. Lo único que los separaba era la valla del cercado, pero Silver intervino antes de que ella pudiera decir algo. 

—Sebek, ya basta. Ella no me retuvo, te acabo de decir que me ayudó —dijo con severidad antes de voltearse a la chica—. Lo siento, últimamente ha estado alerta con estudiantes de Savanaclaw desde el torneo de Magical Shift. A lo mejor ya lo has oído, pero Leona planeó un ataque hacia nuestro dormitorio, siendo lord Malleus el blanco principal... 

—¡Exacto! ¡No pienso permitir que se repita semejante crimen! —lo interrumpió Sebek—. ¿¡Cómo se te ocurre traerla aquí, Silver!? 

—Ella no tuvo nada que ver con el ataque —suspiró Riddle con exasperación mientras se llevaba una mano a la sien—. Recuerda que estaba inconsciente en la enfermería cuando ocurrió y ni siquiera tenía un dormitorio asignado. 

—Eso ya lo sé, pero no sería de extrañar si desean vengarse tras quedar en segundo lugar gracias al esfuerzo de nuestro poderoso líder, ¡y yo no voy a arriesgar a que planeen algo con ella para no levantar sospechas por ser nueva! No me extrañaría si ha venido para recopilar información sobre nosotros y comunicársela a su dormitorio. 

Incluso Vorpal rodó la mirada ante tales comentarios. 

—Eso es ridículo, ¿¡por qué iba yo a hacer algo así!? —replicó Yukiko, ahora más confundida que enfadada. 

Con los gritos que había pegado él, pudo percibir sus largos colmillos afilados, también parecidos a los de Lilia cuando este sonreía. Y se había referido a ella como humana; sus sospechas de que él no era del todo humano se acercaban más a resultar ciertas. 

—Cálmate, Sebek —le dijo Silver—. Y pídele disculpas, esa no es forma de hablarle a una dama. ¿Qué pensarían Lilia y lord Malleus si te vieran así? 

—¡¡A mí no me des órdenes, Silver!! A diferencia de ti, yo no arriesgo la seguridad de mi amo —exclamó Sebek antes de cerrar los ojos e inspirar profundamente—. Considérate afortunada, humana; si lord Lilia te tiene en estima, puede que no seas una prioridad para vigilarte. Pero te advierto una cosa: ¡mantente alejada de lord Malleus! ¡Como estudiante de Savanaclaw, sigues sin ser de fiar! ¡Ni se te ocurra acercarte a él! 

Yukiko abrió la boca para protestar por aquella estúpida orden, ¿quién se creía él para decirle eso? Pero se le ocurrió algo mejor y esbozó una sonrisa ladina. 

—Por mí bien —respondió con total indiferencia mientras se encogía de hombros—. Ni siquiera sé de quién me estás hablando, así que me da igual. 

Riddle y Silver la miraron sorprendidos por aquel tipo de respuesta, pero Sebek reaccionó como si hubiera oído algo escandaloso. 

—¿¡Cómo!? ¿¡No sabes quién es Malleus Draconia!? ¡Eso es imposible, debes de estar mintiendo! —exclamó. 

—No, de verdad que no lo conozco. He oído cosas sobre él, pero no lo he visto nunca. 

—Recuerda que viene de otra parte y asiste a la escuela desde anteayer, Sebek —intervino Riddle—. Sumando a eso que Malleus es alguien difícil de encontrar, no es tan extraño que ella no haya llegado siquiera a verlo de lejos.

—¡Esto es INDIGNANTE! ¿¡Cómo puede haber alguien que no haya visto la grandeza de nuestro señor!? —gritó Sebek. 

—O sea... ¿Quieres que lo conozca o que me aleje de él? No puedo hacer las dos cosas a la vez, ¿sabes? —preguntó Yukiko—. Así que decídete. 

Ese comentario sarcástico hizo que el caballo realizara unos fuertes relinchos que se asemejaban mucho a una alegre carcajada. Era más que obvio que se estaba riendo. 

—¿¡Vorpal!? —exclamó Riddle, pasmado por aquella reacción tan poco común en él. 

—¿Lo ves? Él lo pilla —dijo Yukiko con satisfacción antes de acariciar el cuello del animal. 

Sebek los miró aturdido, cuestionándose lo que acababa de ver. 

—Dime, Vorpal: ¿qué me dices de este tipo? —le preguntó Yukiko—. ¿Cuántas veces ha sido un plasta ruidoso? 

Antes de que Sebek pudiera decir algo por aquella ofensa indirecta, Vorpal bufó suavemente y comenzó a dar golpear lentamente uno de sus cascos delanteros contra el suelo de forma repetida, haciendo un recuento de las veces. Ni siquiera se molestó en parar a partir de cinco... Ahora sí que se podía decir que Riddle estaba flipando. 

Yukiko alzó las cejas y miró a Sebek de reojo. 

—¿En serio? Madre mía, no quiero ni imaginarme lo horrible que debe ser estar con él... 

—¡Basta ya! —gritó Sebek, perdiendo la paciencia—. Y respondiendo a tu pregunta: simplemente no te acerques a él, ya está. 

—Vale, ni siquiera sé quién es —repitió Yukiko con una sonrisa ladina. 

—¡No trates el nombre del joven amo con desdén, humana! 

—Sebek, ¿cuántas veces tenemos que decirte que dejes de llamar a la gente de esa forma? Estás dándole una mala impresión del club y atrasando su visita —lo regañó Riddle con seriedad—. Creía que ya habías aprendido a controlar tu actitud con estudiantes fuera de Diasomnia, ¿acaso quieres que vuelva a cortarte la cabeza? 

—Riddle tiene razón. Además, no olvides que tú mismo eres mitad humano —añadió Silver. 

—¡¡Te he dicho que no me digas qué hacer, Silver!! 

Al menos pudo comprobar su teoría como casi acertada al aprender que era mitad humano, pero Yukiko ya se estaba empezando a aburrir de aquel chico tan problemático. 

—¿Sabéis qué? Debería irme; creo que todos estamos perdiendo el tiempo —dijo mientras pretendía irse, pero Silver la detuvo. 

—Espera, acabas de llegar. ¿Qué pasa con la visita al club? 

—Ya lo sé, pero creo que tu amigo, el cocodrilo, no quiere ni verme aquí. 

—¡A dónde te crees que vas, aún no he acabado contigo! —exclamó Sebek antes de darse cuenta de que se estaba refiriendo a él—. Un momento, ¿has dicho "cocodrilo"? 

—Sí, me recuerdas un poco a uno por tus ojos, color de pelo, colmillos y por ser un bruto —respondió Yukiko sin vacilación alguna. 

Los tres jóvenes fueron pillados por sorpresa y Vorpal volvió a reírse con sonoros relinchos. 

—¡Menuda falta de respeto! —exclamó Sebek, enfadándose otra vez—. ¡Solo porque estés bajo la protección de Leona, no tienes derecho a hablarme de esa forma! ¡Te recuerdo que sigo sin fiarme de ti! 

—Vosotros dos, dejad de pelear de una vez —ordenó Riddle, perdiendo ahora la paciencia con Yukiko; ella era tan amable como Yuu, pero mucho más peleona y persistente que él. Aún no había considerado castigarla con su Magia Única, pero se preguntó si merecería la pena usarla en alguien que ya tenía su magia sellada por medio de su gargantilla. 

—¡Y quiero parar, pero este no me deja! —respondió Yukiko mientras señalaba a Sebek—. Y para tu información, yo tampoco me fío mucho de Leona por lo que le hizo a mi hermano, así que tranquilo. Aunque sea mi líder de dormitorio, no se me ocurriría hacer lo que me diga. 

—¿De verdad esperas a que me crea eso tan fácilmente? No hay garantía de que a ti no se te ocurra traicionar la valiosa confianza de lord Lilia por tu líder de dormitorio. 

—¿Y por qué no? Estoy viendo varios estudiantes de Savanaclaw por aquí; y que yo recuerde, Jack forma parte de ellos, pero fue importante para salvar el torneo. ¿Acaso sospechas de ellos también? 

—Es cierto que Jack hizo algo muy noble por la escuela y ya me he asegurado de que todos aquí ni se les ocurra repetir una fechoría similar, pero contigo aún no. 

—Ya es suficiente, Sebek. Si no la dejas en paz y regresas a tus actividades, serás decapitado —le advirtió Riddle con seriedad—. Ya te hemos dicho que lo que hizo Leona o Savanaclaw no tiene nada que ver con ella. 

—¿Acaso te gustaría que nos generalizaran a todos en Diasomnia porque un estudiante hiciera algo malo? —le preguntó Silver. 

—Exacto, ¿no te has planteado que podrías ser tú el que está causando una mala impresión de Diasomnia por estas acusaciones hacia un estudiante nuevo, especialmente a una chica? 

Aquella pregunta de Riddle hizo que Sebek se paralizara. Siguiendo aquella lógica, podría estar "manchando" el nombre de Malleus en aquel mismo momento. 

—Tranquilos, chicos. Gracias a Lilia y a ti, Silver, tuve una muy buena impresión de Diasomnia —dijo Yukiko con indiferencia—. Este cocodrilo es la excepción, pero a diferencia de él, no voy a generalizaros a vosotros ni a ese Malleus que no conozco. 

—¿¡Cómo te atreves a referirte al joven amo de esa forma tan irrespetuosa!? —exclamó Sebek, olvidándose de su preocupación. 

Y regresaban así al puesto de salida de aquella discusión, comenzando de nuevo... Yukiko volvió a perder la paciencia que acababa de recuperar y suspiró con exasperación. 

—A ver, dejemos claro una cosa, porque yo me quiero ir y tú no paras de dar la tabarra —gruñó —. Si el Malleus ese, digo, tu líder de dormitorio es tan poderoso como dices, ¿qué te hace pensar que yo podría siquiera tocarlo? Soy fuerte, pero ya de por sí no le he visto ni la cara y es uno de los hechiceros más poderosos del mundo, por lo que he oído. No tiene mucha pinta de que sea rival para él, ¿no crees? 

Riddle y Silver también creyeron que Sebek lo comprendería finalmente y dejaría aquella discusión. Y parecía ser el caso, porque Sebek parecía reflexionar seriamente sobre aquel último argumento. 

—Tienes razón, no eres rival para él —decidió. Tras oírlo gritar tanto, a Yukiko se le hizo raro escucharlo hablar con un tono de voz tranquilo. 

—¿Lo ves? Me alegra que hayamos llegado a un acuer... 

—Me han dicho que tienes una magia fuerte, pero no puedes ni mantenerla a raya sin ese choker que llevas puesto debido a tu débil cuerpo. Por otro lado, el joven amo es capaz de grandes logros, como cambiar el clima varios kilómetros a la redonda a su voluntad sin el más mínimo esfuerzo —la interrumpió Sebek con una sonrisa soberbia—. También he oído que no eres ni capaz de montar en escoba, ¿verdad? ¡Patético! Hasta yo pude dominarlo siendo apenas un niño. ¡Una mera humana que no puede realizar ni los hechizos más simples como tú no debería ni soñar en llegar al nivel de Malleus Draconia!

Incluso Vorpal chilló con espanto. 

—¡¡SEBEK!! —fue el turno de Riddle y Silver de gritar con furia ante aquellos insultos tan despectivos y desconsiderados. 

—¿Qué pasa? Solo estoy diciendo la verdad... ¿Eh? 

Se esperaba que la chica se le ocurriera como mínimo volver a decirle algo con soltura, pero se paralizó al darse cuenta de que ella se lo había quedado viendo con una mirada que dejaba en claro que, esta vez, la había herido profundamente con sus palabras antes de marcharse corriendo de ahí. 

—¡Yuki, espera! 

Sebek se quedó perplejo al ver la reacción de Yukiko y cómo Silver se apresuraba a seguirla. Vorpal le dirigió una mirada enfadada. 

—¿Qué...? No me esperaba que se lo tomara así... —comentó, atónito, un milisegundo antes de darse cuenta de que la cara de Riddle se había tornado tan roja como su color de pelo. 

—¿¡¿¡Y cómo esperabas que se lo tomara si no tienes ni idea de su situación!?!? —gritó el líder de dormitorio con furia. Él mismo había sufrido de primera mano las mismas consecuencias por las que Yukiko pasaría si no controlaba la producción excesiva de blot y comprendía lo duro que era para ella el proceso de recuperación, por lo que sabía bien lo horribles que habían sido esos insultos—. ¡¡Esta vez te has pasado de la raya, Sebek!! ¡SE ACABÓ! OFF WITH YOUR HEAD!!!!!

Su voz gritando su Magia Única hizo eco y se pudo escuchar desde la calle principal, estremeciendo a los estudiantes que paseaban por ahí. Mientras tanto, Silver logró alcanzar a la chica en medio del camino y la detuvo, preocupado. 

—¿Te encuentras bien? —le preguntó, a pesar de que la respuesta era obvio que no, no lo estaba en absoluto. 

Yukiko lo miró y se sorbió la nariz mientras luchaba por contener las lágrimas que amenazaban con caer. No se atrevió a decir nada; sentía que realmente se echaría a llorar si intentaba hablar. 

—Siento mucho lo que ha pasado —comenzó a decir Silver—. Sebek es de mente cerrada y tiene un temperamento fuerte, pero no es mala persona. Dice cosas abrasivas por impulso, pero no se me ocurrió pensar que sería tan grosero y desconsiderado. Juro que no era mi intención hacerte pasar por algo así al llevarte allí, realmente lo siento. 

—¿¡Por qué te sigues disculpando por él!? —respondió Yukiko con voz quebrada mientras se limpiaba las lágrimas—. Tú no tienes la culpa, el capullo es él... 

—Comprendo cómo te sientes, mas Sebek es muy terco cuando se trata de otras personas; primero tiene que reflexionar para admitir que lo que te dijo fue inaceptable —suspiró Silver, ignorando la palabra insultante—. Prometo que no haré la vista gorda ante esto, se lo comunicaré a Lilia y a lord Malleus. Seguramente Riddle hará lo mismo, haremos que Sebek se disculpe de forma apropiada. 

—¡Ahora mismo no quiero ni verlo! —replicó ella, sintiendo furia con solo pensar en él—. Es la primera vez que me dicen algo así por mi magia... Ya es bastante duro tenerla, ¿sabes? 

Por lo menos no le había dicho nada por ser una chica, eso ya sí que habría sido el colmo. 

Sabiendo que no podía dejarla con aquel mal sabor de boca, Silver no tardó mucho en encontrar las palabras correctas para hablarle en aquel estado. 

—Puede que no sepa como es tener tantas dificultades con magia como tú, pero siendo hechiceros o no, todos hemos llegado a tener obstáculos en el camino; como la heroína que salvó a su país. 

Yukiko lo miró con curiosidad. 

—¿A qué te refieres? 

—Es una historia que me contaban de niño, sobre una mujer joven que se hizo pasar por un hombre para luchar en la guerra en lugar de su padre enfermo. A pesar de los prejuicios y los desafíos, logró salvar el país entero y hoy sigue siendo reconocida por sus actos heroicos —explicó Silver con calma—. Me recuerdas un poco a ella: viviendo en un ambiente "masculino" y demostrando su fuerza ante aquellos que dudaban de ella; es incluso descrita con pelo liso y oscuro, como el tuyo. Estoy seguro de que si das lo mejor de ti acabarás llegando tan lejos como ella. 

Yukiko conocía historias similares de su antiguo hogar, pero aquella era la primera del estilo que escuchaba en Twisted Wonderland. No tardó mucho en darse cuenta de que le dijo todo aquello para animarla. 

—Nunca la había escuchado, es bueno saberlo. 

—Mi padre me la solía contar, siempre admiré la devoción de la heroína por el de ella —dijo él con una leve sonrisa antes de ponerse serio otra vez—. Lo entenderé si no quieres unirte al club de equitación, prometo que te compensaré este mal trago. 

—No te preocupes, yo solo quiero volver a mi dormitorio... —insistió Yukiko, que, en todo caso, ya se sentía mejor con aquella inspiradora historia. 

—¿Te gustaría que te acompañe? ¿O necesitas un momento sola? 

Antes de que Yukiko pudiera responder, una voz chillona empezó a llamarla. 

—¡¡Ehh!! ¡¡Yukiii!! —gritó Grim mientras corría sobre sus cuatro patas hacia ellos—. Por fin te encuentro, mi grandioso olfato nunca falla, ¿sabes? 

—Ah, eres tú Grim —lo saludó Silver. 

—¡Sí, el único e inimitable! Estabas tardando mucho en volver, Yuki, así que vine a buscarte antes de que los fantasmas se preocuparan demasia... Un momento, ¿¡estás llorando!? —exclamó Grim al darse cuenta de sus ojos enrojecidos—. ¿¡Qué ha pasado!? ¿¡Este tipo te ha hecho algo!? Si es así, ¡¡no te lo perdonaré, Silver!! 

—¡No, no! —exclamó Yukiko antes de que a Grim se le ocurriera echarle fuego encima por un malentendido—. Ya te contaré todo, pero él no me ha hecho nada. —Se dirigió a Silver una vez más—. Bueno, me tengo que ir. No puedo decir lo mismo de Sebek, pero ha sido un placer conocerte, Silver. 

—Lo mismo digo —respondió Silver con calma—. Siento mucho que no acabara tan bien, pero nos vemos luego. Cuídate. 

Tras despedirse, Grim acompañó a Yukiko de vuelta Ramshackle y no paró de insistir en que le contara lo qué pasó hasta que ella le prometió que lo haría cuando entraran al edificio. 

Cuando llegaron, los trabajadores de las obras ya se habían ido por el día y Yuu ya había regresado de la biblioteca. Se sentaron en el sofá de la sala de estar y Yukiko les contó a todos los residentes todo desde su encuentro con Silver hasta el comportamiento de Sebek. Cuando acabó, los tres fantasmas ya estaban echando humo. 

—¿¡Cómo se atreve alguien decirte algo así!? —gritó el fantasma delgado con furia—. ¡¡No se lo perdonaré!! 

—¡Le vamos a dar el susto de su vida! ¡¡Lo vamos a dejar pálido como el papel!! —aseguró el fantasma pequeño. 

—¡Chicos, parad! ¡Ya hablaremos de eso! —los detuvo Yuu antes de que se les ocurriera una locura y suspiró—. Sabía que Sebek era... poco amigable, pero jamás se me habría ocurrido que le diría algo así a alguien. ¿Estás bien, Yuki? 

—Ahora estoy mejor, pero no quiero volver a verlo —respondió ella, aún herida por lo ocurrido. 

—No te olvides llevarte el llavero para la próxima, así le harás devolverás todo el dolor que te causó con esa voz ruidosa —ideó el fantasma grande. 

—¡Oh, buena idea! —concordó el fantasma delgado. 

—Chicos, eso es solo para defenderse —les recordó Yuu con una ceja alzada. 

—¡Y sería defenderse! ¡De chicos malos que te atacan con sus palabras! 

—¡Yuki no necesita esa cosa infernal, ella solo necesita darle un puñetazo o tirarlo al suelo como a ese imbécil de Savanaclaw! —exclamó Grim con el ceño fruncido mientras alzaba una pata. 

—Grim, ya hemos hablado de esto —le dijo Yuu mientras se la bajaba—. Riddle estaba allí, me juego el cuello a que ya se ha ocupado de él. 

Logró animar un poco el ambiente con aquel chiste simple que se le acababa de ocurrir y con la satisfacción de tener en cuenta que el infractor no escaparía de las "cadenas de la ley". 

De hecho, el timbre de la puerta resonó por el dormitorio alrededor de una media hora después. Yuu se ofreció a abrir y regresó segundos después para avisar que eran Riddle y Sebek, que querían hablar con Yukiko. 

Los fantasmas insistieron que ellos hablarían en lugar de ella, pero Yukiko insistió y se dirigió a la entrada seguida por Grim, quien se rio a carcajadas al ver el collar de Riddle apretado en el cuello de un Sebek arrodillado ante la entrada mientras el líder de dormitorio se mantenía de pie con los brazos cruzados tratando de mantener la calma. 

Riddle fue breve y directo al decir que Sebek había venido a disculparse y así lo hizo este. Dijo que no había calculado lo hirientes que serían sus palabras, a pesar de tener una idea ligera de su condición mágica. Aún así, dijo que no se disculparía por tener la intención de proteger a su joven amo, que aquella era una de sus prioridades esenciales, sobre todo después de lo ocurrido en el torneo... 

Aquello hizo que el líder de dormitorio se enfureciera de nuevo, pero se detuvo al tener en cuenta que eso ya se lo reportaría a Lilia y a Malleus. 

—Es la peor disculpa que he oído en mi vida... —farfulló Grim mientras cruzaba los brazos con incredulidad—. ¿Qué vas a hacer, Yuki? 

No estaba claro si el castigo sería reducido si ella aceptaba su disculpa, pero la decisión era de ella. 

—¿Sabes qué? Ese collar te queda muy bien. ¡¡Deberías dejártelo un rato más!! —gritó furiosa antes de regresar al interior, dejando claro que no lo perdonaba.

—¿¡Yuki!? —exclamó Grim antes de ir tras ella, algo estupefacto, pues en el fondo creía que Yukiko aceptaría la disculpa como Yuu había hecho con Ace y Riddle, pero no había sido ni de lejos el caso. 

—Ya hablaré con ella —suspiró Yuu—. Pero creo que tardará un tiempo en aceptar la disculpa, así que... 

Sebek no dijo nada, no parecía importarle mucho si ella lo perdonaba o no. 

—Lo comprendo, supongo que no puedo culparla por enfadarse tanto —suspiró Riddle—. Me encargaré de todo a partir de aquí, así que no os preocupéis. Deberías comprobar que se encuentra bien. 

—Gracias, cuento contigo —dijo Yuu y se dispuso a volver adentro, no sin antes dirigirle una mala mirada a Sebek—. Y tú —le dijo con frialdad mientras lo señalaba—, vuelve a hablarle así a mi hermana y se lo reportaré al director. Y créeme, no te va a gustar. Ya tienes suficiente con que ella te odie. 

Le cerró la puerta en la cara cuando un aparentemente sorprendido Sebek estuvo a punto de decir algo al respecto y se llevó una mano a la cabeza, exhausto. En parte lo sentía por Lilia, que solo acertó con uno de los dos jóvenes que pensó que se llevarían bien con ella... 

Sacó de la cocina una lata de atún para dársela a Grim y pedirle que les dejara un momento para hablar solos. Encontró a su melliza en su habitación, tumbada bocabajo sobre la cama. 

—¿Todo bien? —le preguntó mientras se sentaba en el borde de la cama—. No hagas caso de lo que dijo Sebek, no sabía lo que decía. 

—Me da igual —farfulló Yukiko mientras levantaba el rostro de la almohada—. Pero me siento mucho mejor después de decirle eso, así sabrá lo que es tener algo bloqueándote la magia en el cuello. 

—No es su primera vez, Riddle me dijo una vez que usó su Magia Única en él poco después de empezar el año por pelearse con otro estudiante de Savanaclaw —comentó Yuu—. No es malo, pero tarda en aprender en ser más amable con personas poco familiares a él, o eso es lo que me dijo Lilia. 

—Se nota... Sea como sea, es de lo peor. 

—Pero por lo menos has conocido a Silver. Él es majo, ¿a que sí? —preguntó Yuu para recordarle la parte buena del día—. Hablando de Diasomnia: Lilia te envía saludos. Me encontré con él en la biblioteca y le va todo bien. 

—¿De verdad? ¡Qué bien! —dijo Yukiko, animándose lo suficiente como para sentarse a su lado—. Y sí, Silver es genial; hemos hablado de muchas cosas. Y no lo voy a negar, también es muy guapo. Es muy serio para ser mi tipo, pero seguro que sería muy popular en nuestro antiguo cole. 

—¿Verdad? Pero no he venido aquí para hablar de chicos, bueno, no de esa forma —dijo Yuu, logrando hacerla reír. 

—¿Y sabías que Silver sabe luchar con una espada? Al parecer su padre le enseñó desde que era pequeño, me llamó mucho la atención cuando me lo dijo. 

Yuu frunció el ceño, extrañado. Había algo en aquella información que no cuadraba. 

—¿Estás segura? Lilia me dijo que fue él quien entrenó a Silver y a Sebek en el Valle de las Espinas desde que eran niños, incluyendo luchar con espada. 

—No, Silver me dijo que fue su padre adoptivo, que lo acogió en el Valle de las Espinas y ahí comenzaron con la espada. También dijo algo de que le enseñó a saludar a las chicas con un beso en la mano, pero que también le gusta mucho hacerle bromas a la gente... ¿Eh? 

—... 

Antes de que Yukiko terminara esa frase, los mellizos se paralizaron y se quedaron mirando el uno al otro, estupefactos, al darse cuenta de que ambos perfiles encajaban a la perfección. Lilia y el padre de Silver... 

—...Un momento —dijeron ambos al mismo tiempo mientras se señalaban mutuamente, habiendo llegado a la misma conclusión.

[Publicado el 24/8/2023]


Nota de la autora: Lilia mencionando tener pelo largo de joven fue una escena que yo llevaba planeando hace mucho tiempo, ya que el headcanon de él con pelo largo en el pasado era muy popular, pero entonces salió el capítulo 7 y (spoiler) fue revelado como canon. Ahora siento como si esta revelación para nuestro protagonista quedó incluso mejor de lo planeado. ^^

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