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37. Segundo Primer Día

Tal y como había dicho Crewel, Yukiko recibió sus nuevos uniformes escolares al estar ya terminados el martes por la tarde. Ahora se estaba poniendo el uniforme principal para asistir finalmente a su primer día de clase.

—Vamos, Yuki —la llamó Yuu desde la puerta de su habitación—. Los demás nos están esperando para ir a clase.

La joven se miraba delante del espejo mientras luchaba para atarse la corbata.
—¡Ya voy, un segundo! Quiero intentar atarme la corbata como tú.

Sus uniformes siempre habían llevado lazos hasta ahora, nunca antes se había puesto una corbata como la de un traje y se le estaba haciendo difícil.

—No le des más vueltas, átatela como un lazo, como hiciste ayer —le dijo Yuu—. Hay muchos que lo llevan así, como Riddle y Lilia.

Yukiko no se lo pensó dos veces y se lo ató así en cuestión de segundos.
—¡Ahora sí! ¿Qué tal?

Ya se había probado el uniforme escolar que le había dado el profesor Crewel el día anterior y ahora lo llevaba puesto para asistir finalmente a clase. Bajo la chaqueta llevaba un chaleco amarillo y, en el brazo izquierdo, la banda a rayas negras y amarillas que representaba su dormitorio, y su pluma mágica estaba guardada en su respectivo bolsillo.

—¡Muy guay! —respondió Grim, demostrando que su opinión del día anterior no había cambiado.

—Sí, te queda muy bien —añadió Yuu.

Hacía tan solo un mes desde que Yuu se había imaginado a su hermana estudiando con él en el Night Raven College con muchos más chicos, una pequeña ocurrencia con diversos escenarios posibles que le parecía divertida. Pero ahora que la veía ahí, vestida con el uniforme y lista para comenzar su primer día allí, se sentía incluso más real que cuando Crowley había anunciado la noticia.

—¡Eh, no te dejes la pluma mágica! —le recordó Grim al fijarse que no la llevaba en su respectivo bolsillo—. Puede que no sea tan guay como mi gema mágica, pero la vas a necesitar para hacer magia, ¿sabes?

—Oh, cierto...

Yukiko recogió la pluma mágica que se había dejado en la cama y la miró con duda antes de suspirar y colocarla en su respectivo bolsillo de la chaqueta.

—¿Estás nerviosa? —le preguntó Yuu, sabiendo bien del esfuerzo que ella había tenido que hacer por algunas horas durante aquellos dos días para poder acostumbrarse a usar la gargantilla blanca. Si ya había sido difícil verla aguantar las náuseas y las ganas de toser, no quería ni imaginarse lo duro que habría sido para ella.

—Un poco —admitió ella, sintiendo un nudo en el estómago—. Quiero decir, quiero aprender a usar magia. Pero ¿¡pasando por lo de ayer!? Ya lo sé, la mayoría es teoría y los primeros hechizos son fáciles, que no debo preocuparme y todo eso, pero...

Era algo común que un nuevo estudiante se sintiera nervioso durante su primer día en una escuela nueva, pero recibir una magia inestable y comenzar inmediatamente en una escuela de magia era el colmo. Se suponía que aquello ocurría únicamente en libros y películas.

—Por lo menos ya no te hace tanto daño ponerte el choker blanco —le recordó Grim para animarla—. Ojalá tu magia no fuese tan mala contigo... ¡Pero sigo pensando que te ayudará a hacer hechizos más rápido, sabes! ¡Seguro que lograrás montar en escoba como una pro en un periquete!

Lo que más ilusión le hacía a Yukiko era poder montar en escoba, como las brujas de los cuentos y las protagonistas de aquel anime de chicas mágicas que solía ver con su Yuu cuando eran muy pequeños. Yuu era incapaz de montar y no se le había ocurrido montar una con la ayuda de alguno de sus amigos (Grim se había ofrecido, pero fue rechazado de inmediato por tener una escoba muy pequeña y se emocionaba mucho cuando volaba a gran altura.)

—Aún toca esperar para saber eso, pero es verdad: ayer lo hiciste genial. Recuerda lo que te dijeron el director y el profesor Crewel: pasitos de bebé, ¿ok? Nadie te está metiendo prisa —le dijo Yuu con calma—. Algún día me llevarás a dar una vuelta en escoba mejor que nadie, ya lo verás.

Recordando una vez más el gran apoyo que tenía, Yukiko inspiró y asintió.
—Tenéis razón —dijo antes de recogerse el pelo en una coleta—. Venga, vámonos. Dijisteis que nos veremos con los demás en la calle principal, ¿verdad?

Era bueno ver que había recuperado el ánimo. Se dirigieron finalmente a la sala de estar, donde los fantasmas del dormitorio los recibieron.

—¡Pasad un buen día en clase! —les deseó el fantasma delgado.

—¡Esperad! No olvides llevarte esto, Yuki —insistió el fantasma grande mientras le tendía algo de pequeño tamaño, acción que hizo que ambos mellizos suspiraran con exasperación—. Mientras tu magia no sea lo suficientemente fuerte, necesitarás algo más que fuerza física en caso de emergencia.

—Esto es una exageración... —resopló Yukiko.

—Vamos, vamos. No seas así —comentó el fantasma pequeño con una gran sonrisa—. Es solo por el primer día.

—Más bien por la primera semana —corrigió el fantasma delgado.

—¿Por qué arriesgar? ¡Que lo mantenga el primer año entero! —refutó el fantasma grande con ímpetu—. ¡Nunca se es demasiado precavido estos días!

—Sois iguales que el director... —farfulló Grim al recordar el horrible dolor de oído que había sufrido el día anterior con aquel aparato infernal.

Rindiéndose, Yukiko acabó por guardarse el objeto en el bolsillo trasero del pantalón.
—De acuerdo —suspiró—. Si os hace sentir más tranquilos, me lo llevaré.

—¡Buena decisión! —exclamó el fantasma pequeño—. Venga, no os detendremos más, id ya a clase o llegaréis tarde.

Así pudieron salir finalmente del dormitorio.
—Ya se les pasará. Espero —murmuró Yuu.

—Pero no lo entiendo. ¿De verdad se tienen que poner así porque eres la única chica en NRC, Yuki? —preguntó Grim.

—Lo sé, me parece absurdo —respondió ella—. Pero supongo que no podemos culparlos.

Solo sería cuestión de tiempo de que la noticia de una chica en una escuela masculina dejara de sonar impactante y que no se la quedaran mirando como a un cuadro de exposición, o al menos aquello era lo que le habían dicho.

—Por cierto, Yuu —dijo con seriedad mientras caminaban hacia la verja del exterior—. Recuerda lo que te dije: si nadie te dice nada pero vuelves a pedir asumir el castigo por algo que Grim hizo, te doy una colleja.

Grim desvió la mirada, nervioso por escuchar aquello otra vez.
—Eso ya pasó hace un mes... —farfulló en voz baja.

—Yuki, ya te dije que aquella vez estaba asustado. Y no quería meterme en más problemas por escaquearme de la responsabilidad —gruñó Yuu, que ahora sentía vergüenza cada vez que recordaba aquel comportamiento suyo cuando le habían asignado aquel efímero oficio como conserje.

—Ya lo sé, solo te aviso. Esto va por ti también por ti, Grim. Tú tampoco te salvas de una si lo metes en problemas.

—¡No! ¡Yo ya no meto a Yuu en problemas, sabes! Bueno, ahora menos que antes.

—Al menos lo admites —rio Yuu con suavidad.

Cuando llegaron a la calle principal, Ace y Deuce ya estaban esperándolos allí.

—¡Buenos días, Yuu y Grim! A ti también, Yuki —los saludó Ace antes de fijarse en la ropa de la chica—. Oh, pero si ya llevas el uniforme. Te queda bien. ¿A que sí, Deuce?

No desvió tanto la mirada para verla esta vez, pero Deuce necesitó hacer un gran esfuerzo para evitar tartamudear.
—Sí, te... Te queda bien —respondió rápidamente.

—Gracias. El profesor Crewel me lo dio justo ayer con un repuesto más —respondió Yukiko con una sonrisa—. Jamás me habría imaginado que tendríamos un profesor que se le da bien la costura. Me ofreció hacerme una falda también, pero a eso ya le dije que no.

—La mayoría de los colegios les hacen llevar falda a las chicas. ¿Es la primera vez que llevas un uniforme con pantalones? —le preguntó Ace, curioso.

—Sí, me dieron la opción y decidí probarla. Me gustan las faldas, pero creo que hice una buena elección, estos son muy cómodos —asintió Yukiko mientras estiraba las piernas para volver a comprobar la tela.

Deuce parecía aún más nervioso al escuchar su respuesta, pero trató de disimularlo y desvió la mirada.

—Deuce, tienes la cara roja —notó Grim.

—¡No, no la tengo! —insistió él, justo antes de fijarse en alguien que acababa de llegar y no desperdició la oportunidad para desviar la atención—. ¡Oh, buenos días, Jack! —lo saludó con un tono de voz más apabullado de lo que se esperaba.

—Hola —respondió él con calma antes de dirigirse a la joven—. Veo que ya te han dado el uniforme.

—Sí, ¿a que me queda bien? ¿Y tú? ¿También habías acordado venir aquí con nosotros?

—Qué va, me acabo de topar con vosotros por coincidencia —respondió Jack—. Pero tú y yo vamos a la misma clase, así que supongo que no me importará ir contigo hasta allí.

—¿De verdad? ¡Pues genial!

—Ahora nos toca Alquimia en el laboratorio, a las 8:00, ¿cuál es vuestra primera clase hoy? —preguntó Deuce, curioso por saber un poco más del horario de la clase B.

—Historia de la Magia —respondió Jack—. Será mejor que no lleguemos tarde o el profesor Trein nos reñirá.

Ya había podido ver más de la escuela cuando Yuu la había guiado por el lugar antes, pero Yukiko volvió a prestar atención a su alrededor para asegurarse de que aún recordaba el camino a su aula. Aquel sitio era enorme y no era buena idea volver a perderse por ahí. Los estudiantes no parecían fijarse tanto en ella esta vez, pero no era difícil pillar a alguien echando alguna que otra mirada curiosa.

—Vale, recuerda lo que te hemos dicho —le dijo Ace cuando estaban por separar sus caminos—. No te duermas o el profe te castigará con más deberes si está de mal humor.

—Dices eso a pesar de que tú eres de los primeros en bostezar —dijo Yuu.

Ace iba a protestar, pero Yukiko lo interrumpió riéndose suavemente.
—Está bien, lo tomaré en cuenta para no quedarme dormida como tú —bromeó, haciendo que Grim se riera, a pesar de que él se había quedado dormido en más de una ocasión.

—¿Qué dices? ¡Si ni siquiera me he quedado dormido aún! —exclamó Ace con una combinación de enfado y vergüenza, haciendo que Deuce se riera un poco—. ¡Y tú no te rías, Grim! Que a ti ya te han pillado antes.

—¿Aún? ¿Significa eso que estás en riesgo de hacerlo? —cuestionó ella con una sonrisa ladina.

Ahora fue el turno de Yuu de reírse con el comentario de su hermana. Por otra parte, Jack los miraba con sorpresa.

—¡Serás...! No tientes con la suerte del principiante. Si me entero que te has quedado dormida en tu primer día, ¡me reiré de ti en tu cara!

—Ace, no seas así con ella —lo reprimió Deuce con severidad.

—Nah, está bien —insistió ella mientras se encogía de hombros—. Él ya sabe que solo lo estoy fastidiando.

—Venga, dejad de hacer el tonto o nos quedaremos aquí sin hacer nada —los interrumpió Jack antes de hacer ademán de ir en dirección a su aula—. Vámonos, Yuki.

—Ya voy. ¡Hasta luego, chicos! Ya os diré qué tal fue —se despidió ella alegremente.

Yuu suspiró mientras la veía irse. Mentiría si dijera que no estaba preocupado por ella, pero era un gran alivio verla alegre y entusiasta en su primer día de clase después de tanto estrés. Confiaba en que ella no tendría problemas en adaptarse y desenvolverse en el nuevo entorno.

Con Jack a su lado, Yukiko se sintió más segura mientras caminaban hacia su clase de Historia de la Magia, después de todo ya había estado con él al visitar Savanaclaw.
—El profesor de ahora es el que tiene el gatito, ¿verdad? —se le ocurrió preguntar para romper el hielo—. No lo he vuelto a ver desde que llegué aquí.

—¿Te refieres a Lucius? Sí. No se calla con sus maullidos, pero el profesor Trein es incapaz de dar clase sin él cerca, así que tendrás que acostumbrarte a su ruido —respondió Jack.

—¿En serio? Oh, sí. Grim me dijo incluso que le dio un golpe en el hocico para despertarlo cuando se quedó dormido nada más empezar una clase. Bueno, no creo que eso me pase. Nunca me he quedado dormida y creo que le caigo bien.

—¿Tú crees? —cuestionó Jack con una leve sonrisa que no duró mucho al darse cuenta de algo—. Oye, te ves muy alegre. ¿Acaso no estás ni un poco nerviosa?

—¿Eh?

—Quiero decir, comenzar en una nueva escuela, encima siendo la única chica, la condición de tu magia... Debe de ser estresante solo pensar en todo eso.

Yukiko se detuvo por un momento y lo miró con una expresión pensativa. Tenía razón, pero no quería dejar que los nervios se apoderaran de ella nuevamente.

—Lo es, pero por lo menos no estoy sola. Estos dos días estuve estudiando con Yuu y los demás para conocer las materias y no parece tan difícil como me pensaba, excepto la parte de magia claro. Seguro que todo irá bien.

No era la primera vez por la que pasaba por una situación complicada, por lo que pudo decir todo aquello sin mucha vacilación en su voz. Jack fue capaz de disimular su impresión, ella no era solamente fuerte físicamente, también era decidida. Parecía una persona completamente distinta a aquella que tuvo que agarrar para poder salvarla de caer en Overblot. Al final, le dio una palmada en el hombro para transmitirle más confianza.

—Si tú lo dices, está bien. Demuestra que eres capaz de hacer eso realidad. No queda mucho para los exámenes finales, pero si prestas atención y haces buenos apuntes, no necesitarás perder tiempo con clases extras.

—Deberías estudiar con nosotros algún día, tener a Deuce, Grim y Ace lo hace más divertido, ¡jaja! Sobre todo Grim, se cree mucho, pero al final es igual que nosotros.

—Muy amable, pero prefiero estudiar solo... —respondió él antes de pensar en lo vivido la semana anterior—. Bueno, si no hacéis ruido y tengo tiempo, tal vez vaya con vosotros algún día. He dicho TAL VEZ.

—¿De verdad? ¡Genial! Prometo que no te arrepentirás. Bueno, por lo menos no conmigo, Grim es un poco revoltoso, ¿sabes? Pero bueno, las reformas en Ramshackle durarán una semana a partir de mañana, tendríamos que vernos en la biblioteca.

—Por mí no hay problema, el punto es que vamos a estudiar, nada más.

—Te ves súper serio, pero ¡admítelo! ¡Te caemos bien! —exclamó ella con una gran sonrisa.

—¡Baja la voz, que te van a oír! —respondió él, algo avergonzado—. ¡Y solo somos compañeros de clase que trabajan bien juntos, tampoco es que seamos amigos!

—Eso fue lo que dijeron Ace y Grim, y mira dónde están ahora.

—¡Para ya!

—Ok, ya paro.

Entraron finalmente al aula, se sentaron en el centro de una de las filas delanteras y algunos curiosos que les echaron el ojo encima comenzaron a susurrar entre ellos, preguntándose qué hacía el "prefecto" ahí si no era de aquella clase hasta que otro estudiante de Savanaclaw la reconoció como la estudiante a la que no debían hacer daño bajo advertencia.

—¿Chica? ¿¡Esos rumores eran ciertos!? —dijo con poca discreción un estudiante de Scarabia.

—Si tenéis algo que decir, hacedlo. Pero no os quedéis cuchicheando —dijo Jack en voz alta mientras les dirigía una mirada irritada que los calló rápidamente.

A Yukiko le pareció curioso que no la identificaran inmediatamente como "la chica". Se preguntó si recogerse el pelo en una coleta habría contribuido a eso, después de todo había visto estudiantes que tenían el pelo tan largo como ella y otros que lo tenían aún más largo.

Los demás estudiantes trataron de aguantar su curiosidad y evitar mirarla por mucho tiempo. No obstante, había uno en particular de ojos azules y pelo lila que le dirigió una mala mirada.
—Ni siquiera parece alguien de Savanaclaw... —susurró con amargura.

—Debe de ser un fastidio que se te queden mirando así —le dijo Jack—. ¿No te incomoda?

—Un poco, pero ya se acabará. Grim piensa que esa es una buena señal para ser popular, pero eso sí que no me interesa mucho, la verdad. Deberías ver lo mucho que se preocupa el director por esto de ser la única tía en un sitio lleno de tíos... —farfulló ella, harta.

—Ahora que lo dices, él trató de alejarte de los líderes de dormitorio en tu ceremonia de entrada y dejó bien claro que podías contar con él por lo que fuese —recordó Jack—. Pero también tienes la ayuda del líder de dormitorio y de los profesores, no creo que nadie tenga agallas para hacerte daño.

—No solo él, los fantasmas del dormitorio también son así y hasta me dieron ESTO ayer —continuó Yukiko mientras se sacaba el objeto que le habían dado antes de salir—. Me lo compraron y al director le pareció bien.

—¿Y eso qué es? —le preguntó Jack mientras ella revelaba en la palma de la mano un llavero ovalado de metal que tenía una especie de pequeño arnés anclado en uno de los lados.

—Un llavero de alarma —respondió ella con un suspiro—. Si le quito este seguro, soltará una alarma con un ruido horrible que se escucha a metros de distancia que no parará hasta que se lo vuelva a poner. Ideal para espantar a cualquier atacante o que la ayuda te escuche desde lejos. Ayer lo probé por un segundo y Grim casi se queda sordo. Pobre animalito...

Eso significaba que si era ensordecedor para un humano cualquiera, para la gente bestia y los animales debía de ser una tortura. O por lo menos aquello fue lo que concluyó Jack.
—¿No es eso una exageración? Estás en una escuela, no en una cárcel —dijo él antes de susurrar—: Aunque viendo que hay tantos maleantes por aquí, tampoco me extraña que se preocupen tanto.

—¿Dijiste algo?

—No, nada —insistió él y trató de cambiar de tema—. La clase va a comenzar en cualquier momento, estamos repasando el origen del uso de plumas mágicas en Sunset Savannah.

La clase se fue llenando con más alumnos y finalmente llegó el profesor Trein, quien comenzó la lección después de colocar a su querido Lucius sobre la mesa. Cuando se percató de la presencia de la nueva alumna, la saludó con un cordial gesto con la cabeza, aliviado de verla en buen estado después de aquel horrible incidente.

Nada más empezar, Yukiko fue capaz de comprender por qué la gente se quedaba dormida en aquella asignatura... ¡La voz del profesor era soporífera! Y no ayudaba nada que el pequeño Lucius maullara con un tono amargo cada vez que el profesor terminaba de hablar. ¡Yuu sí que debía gustarle mucho aquella asignatura para no pasar por lo mismo que Grim! Menos mal que le había echado un vistazo a aquel libro de Historia básica que le habían dado a Yuu y este le había resumido todo lo que había aprendido hasta ahora. Aunque ella fuera mejor en Educación Física que él, no podía decir lo mismo sobre aprender fechas importantes y no confundir momentos históricos con otros similares.

Aún así, fue capaz de prestar atención y no caer víctima del aburrimiento hasta que sonó la campana que indicaba el fin de la clase.

—Eso es todo por hoy, no olvidéis leer esta página para mañana —indicó Trein antes de hacer ademán de irse, pero Lucius se bajó del escritorio—. Lucius, ¿a dónde vas?

En lugar de regresar a los brazos de su amo, el animal se subió a la superficie de la mesa justo en frente de Yukiko y la miró tiernamente con ojos brillantes.

—Oh, hola —lo saludó ella, sorprendida, mientras hacía un esfuerzo para resistir acariciarlo—. Hace mucho que no nos vemos, ¿verdad?

—¿Te alegras de verla bien, Lucius? —preguntó el profesor con una leve sonrisa—. Eres muy amable, pero debemos dejar que nuestros alumnos se preparen para la próxima clase. Venga, es hora de irse

El gato gruñó y regresó con su amo a regañadientes para irse con él bajo la mirada sorprendida de los demás estudiantes.

—Sí que le caes bien —comentó Jack—. Suele ser distante con todos excepto con Trein.

—Ortho dijo algo similar —contestó Yukiko—. Yuu también me dijo que Lucius también se frota contra su pierna de vez en cuando. Curioso, ¿verdad? No es como si hubiéramos tenido mascotas antes. Pero bueno, ahora toca Alquimia, ¿verdad?

—Sí, y la clase de hoy tiene lugar en el taller de alquimia, así que tenemos que salir fuera.

Antes de irse, tres estudiantes de Savanaclaw se acercaron a ella y le propusieron unirse a ellos en caso de que tuvieran que hacer una actividad en grupo, incluso le ofrecieron ayuda si la necesitaba en cualquier caso. Jack tuvo la intención de decirles que la dejaran en paz, pero ella simplemente les dijo que se lo pensaría y continuó su camino sin problema.

Tras ver esto, el mismo estudiante de Pomefiore volvió a fruncirle el ceño y decidió adelantar al grupo, pero esta vez no pasó tan desapercibido.

—¿Me lo parece a mí o ese me ha mirado mal? —señaló Yukiko tras verlo irse.

—¿Epel? Lo conozco desde hace poco, pero ha estado actuando raro desde que le dije que estarías en la misma clase que nosotros —dijo Jack—. Pero no pierdas el tiempo pensando en eso, seguro que no es nada.

Aún así, oír eso la preocupó; ya se había imaginado que más de una persona no se sentiría cómoda con la idea de una chica en una escuela masculina, pero no creía que fuera a ocurrir de verdad. O por lo menos no hasta ahora.

Se dirigió al exterior de la escuela y tuvo que ponerse la bata de laboratorio, los guantes y las gafas de protección para aquella lección. Casi se sentía como una científica de verdad así vestida.

Era la primera vez que Yukiko tenía clase con el profesor Crewel y esperaba que no fuera tan aburrida como la de Historia de la Magia. Tampoco quería que se le hiciera demasiado dura, había visto en el índice del libro de texto un montón de nombres de plantas, hongos y términos que le resultaban desconocidos, pero eran oriundos de aquel mundo.

Afortunadamente, la clase de aquella vez consistía en aprender las diferencias en tres tipos de flores que tenían un gran parecido en aspecto y color, pero la forma de sus hojas y sus propiedades de uso eran ligeramente distintas. Crewel les impuso la tarea de ponerse en parejas y anotar las diferencias más visibles, añadiendo que las plantas eran completamente seguras y podrían examinarlas todo lo que quisieran con tal de no dañarlas. Los estudiantes de Savanaclaw de antes volvieron a proponer uno a uno a la única chica de la clase que se pusiera con él.

—Eh, sois muy amables, pero creo que me pondré con Jack —los interrumpió al notar que iban a discutir—. Bueno, si a ti te parece bien, claro.

—Es solo una tarea de clase, no me importa con quién sea —respondió Jack, a pesar de que él estaba por proponérselo a ella para evitar que sus compañeros se pelearan por ella como si fuera la última galleta del plato.

Aquellos compañeros de clase lo aceptaron rápidamente y buscaron otra persona para realizar la tarea, seguramente por una combinación de respeto por su decisión y temor por ser castigados por Leona por la mínima sospecha de no hacerlo. Esta atención continuada pareció irritar aún más al estudiante de Pomefiore, que al final tuvo que ponerse con alguien de Octavinelle al ver que Jack ya no estaba disponible. Yukiko lo miró al fijarse, pero este desvió la mirada rápidamente.

Era fácil encontrar detalles como que las hojas de una de las macetas de flores eran más lisas que otras, o que el tallo presentaba unas espinas diminutas en otra, pero Jack fue una gran ayuda al señalar las ligeras diferencias en el aroma con su desarrollado olfato. Eso facilitó mucho a Yukiko, con el trabajo en equipo podían añadir un poco más de información.

—¡Buenos chicos! Como se esperaba del olfato de la gente bestia —felicitó Crewel aquellos estudiantes con rasgos de animal que hicieron lo mismo—. Una mínima diferencia puede ser la clave para identificar una planta, que no se os olvide esto. Muy bien, ahora os explicaré los usos para cada flor. Solo necesitaremos una de cada, así que dejad las demás en el suelo.

Imitando a otros estudiantes que se pusieron a ello, Yukiko dejó cuidadosamente una en el suelo, pero al levantarse le dio suave un codazo a alguien que estaba haciendo lo mismo por accidente.
—Oh, perdón. No te había visto —se disculpó ella y supuso que la situación quedaría ahí.

Pero la persona a la que había golpeado era exactamente el mismo estudiante de Pomefiore que había estado mirándola con recelo. Como si el codazo involuntario fuera la gota que colmara el vaso, él fue incapaz de aguantarlo más.

—¿¡Pero cuál es tu problema!? ¡¡Déjame en paz!! —le gritó, llamando la atención de la clase. Pero su semblante se calmó inmediatamente al ver el rostro asustado de la chica y se acercó con horror una mano a la boca, ¡no era su intención alzar la voz!—. ¡Lo...! Lo sien-

—¡Eso debería preguntarte yo! ¿Cuál es TU problema? —lo confrontó con irritación otro estudiante de Savanaclaw en lugar de ella.

—¡Ya de por sí llevas mirándola mal desde esta mañana! —añadió otro.

—¡Ya te pidió perdón, fue sin querer!

—¡Be quiet, perros malos de Savanaclaw y Pomefiore! No vais a tirar a morderos en medio de mi clase, ¿verdad? —los reprendió Crewel mientras sacaba su puntero de profesor con aire amenazante—. Tengo una larga lista de castigos que se me podrían ocurrir para vosotros cuatro.

Los jóvenes se tensaron en silencio y asintieron nerviosamente ante la mirada del profesor antes de apresurarse en regresar a sus puestos. Yukiko hizo exactamente lo mismo; sintió su corazón latir aceleradamente por el susto que se había llevado, pero no quería mostrar que le había afectado.

—Muy bien, continuemos —indicó Crewel al ver que todo estaba en orden.

—Eh, ¿estás bien? —le preguntó Jack a la joven, sorprendido de que el generalmente tranquilo Epel se pusiera de aquella forma y sus compañeros de dormitorio se lanzaran a defenderla en medio de una clase.

—Sí, todo guay —insistió ella, ahora con el ánimo más bajo, mientras evitaba volver a cruzar la mirada con aquel chico, quien ahora la miraba con arrepentimiento. De no ser de que por lo menos él parecía tener la intención de disculparse antes de ser interrumpido, ella ya estaría organizando mentalmente el discurso enfadado para exigirle el motivo de aquel comportamiento. Ahora solo quería ignorarlo para centrarse en la clase.

Así continuaron hasta el fin de la clase. Sabiendo que la próxima lección eran clases de vuelo, Yukiko se apresuró a salir del taller.

—¿Eh? ¿A dónde va? El campo de deporte está por el otro lado —se preguntó Epel en voz alta, sorprendido.

—Se va a su dormitorio —respondió Jack, que se había acercado a él—. Como ahora estamos cerca, va a aprovechar para cambiarse allí y no tener que esperar a que nosotros salgamos de los vestuarios.

Entendía que ella tenía que cambiarse al uniforme de deporte, pero aquella elección de palabras le pareció extraña.
—¿"Su dormitorio"? —repitió Epel—. ¿Qué quieres decir? ¿No está en el mismo dormitorio que tú, Jack?

—Oficialmente, sí. Pero por órdenes del director, ella vive en Ramshackle con su hermano, el prefecto. ¿No lo sabías?

—Bueno, Vil había dicho algo similar...

—De todas formas, ¿a qué ha venido eso, Epel? —preguntó Jack, algo irritado por su comportamiento de antes—. Apenas ha salido de Ramshackle hasta hoy, no es como si ella te hubiera hecho algo para que la trates así, ¿o sí? ¿Acaso te molesta tener una chica cerca?

—¿¡Qué!? ¡Claro que no, lo juro! —insistió Epel, horrorizado de que pensaran algo así de él—. No sé lo que me pasó. Sé que ella no hizo nada, pero...

—¿Acaso estás celoso de ella? —lo interrumpió Jack.

—¿Qué?

—A lo mejor me equivoco, pero una vez mencionaste lo mucho que te gustaba Savanaclaw. Y hoy la miraste mal cada vez que esos tipos se hacían los amigables con ella. Una vez intentaste hablar tú con ellos y te dieron la espalda.

Epel se lo pensó por un segundo. Era cierto que le irritaba que el Espejo de la Oscuridad metiera a alguien con un aspecto similar a él en Savanaclaw, mientras que a él le había tocado el que menos le gustaba. Pero tampoco no conocía a la chica, debía de haber un motivo en su carácter y él ni se había molestado en pensar en aquella posibilidad. Se sintió como un completo hipócrita...

—Lo que sea, tampoco es que sea asunto mío —suspiró Jack—. Pero he visto que es rencorosa, no sé cómo se pondrá contigo a partir de ahora.

Eso lo hizo sentirse peor, pero Epel lo aceptó. Él también se enfadaría mucho si alguien lo tratara de la misma forma que él hizo con ella.

Volvieron a verla cuando esta llegó al campo de deporte nada más comenzar la clase, ahora vestida con el uniforme de deporte, consistido en mangas y pantalones cortos. Fue recibida por Vargas y su entusiasmo de hacer que los futuros hechiceros se hicieran tan fuertes como él. Eso sí, le recordó que no sería menos duro con ella solo por ser nueva y que esperaba buenos resultados de alguien que estaba en Savanaclaw.

Nada más ver al profesor, Yukiko sintió un ligero picor en el hombro derecho y una horrible sensación de repugnancia. Llegó a la conclusión que era por su imponente aspecto y esos músculos más grandes que su cabeza que ni tía Yoshiko desearía tener. Yuu le avisó que la marca haría algo así de vez en cuando si escuchaba o veía algo en específico, pero que aún no entendía por qué.

El "calentamiento" fue exactamente como Yuu y Grim le advirtieron: veinte vueltas alrededor del campo y después cien flexiones. Por suerte para ella, no fue demasiado difícil realizar todo aquello; siempre se le había dado bien el deporte, y estaba en buena forma tras visitar el gimnasio de su tía con frecuencia y asistir las actividades en su antiguo club de artes marciales. Esto llamó la atención de algunos compañeros de clase, que admitieron para sus adentros que alguien tan adorable y bajito se tomara tan en serio el deporte y se le diera bien. Epel se dio cuenta de que aquello había pasado antes con él y ahora lo estaban haciendo otra vez con ella.

Lo difícil llegó con la actividad principal de la lección: volar en escoba...

Se sacó la gargantilla blanca del bolsillo y la miró con disgusto, sabiendo que iba a pasar por fuertes incomodidades nada más ponérsela.

—Tienes que ponerte ese collar para hacer magia, ¿no? —preguntó Vargas, que ya estaba enterado de su situación—. Venga, vamos. No serás capaz de dominar tu magia si te quedas ahí quieta.

Sabiendo que no tenía tiempo que perder, Yukiko se quitó la gargantilla negra e inspiró profundamente antes de ponerse la blanca con un movimiento rápido. Sintió rápidamente un ligero flaqueo en las piernas, pero por lo menos no sentía náuseas aún.

—Muy bien. Esta es la primera vez que montas en escoba, ¿verdad? No es tan difícil, solo tienes que subirte a ella y visualizarte en el aire, ¿entendido? ¡Venga, hazlo! —le enseñó Vargas con entusiasmo.

Jack, el chico borde de Pomefiore y otros compañeros ya estaban a una gran altura, pero ver a otros teniendo dificultades para mantener el balance o incluso para elevarse del suelo calmó a Yukiko, pues le recordó que no era la única estudiante de primero a la que aún le quedaba mucho que aprender y todos cometerían errores con la magia.

—¡OAH! —chilló cuando su escoba se elevó rápidamente en el aire y sus piernas perdieron el contacto con el suelo.

Apenas se lo podía creer, ¡estaba levitando! Una fuerte combinación de nervios y emoción la invadieron por completo y se aferró a la escoba con todas sus fuerzas, a pesar de solo estar a unos 60 centímetros del suelo.

—¡Así es! Lo has logrado —la felicitó Vargas—. No necesitas agarrar con tanta fuerza, no te caerás si mantienes el balance. Muy bien, ahora trata de elevarte un poco más. Recuerda: visualízate en el aire.

Yukiko inspiró y se imaginó estar más alto. Sin embargo, esta vez no salió bien; sintió una incómoda presión en el pecho y comenzó a toser.

—¿Pasa algo? —preguntó Vargas con seriedad al ver que la escoba se estaba tambaleando.

Ella trató de mantener el equilibrio e intentó aguantar y resistir la tos. Aún así, perdió miserablemente el balance y un fuerte estornudo fue lo que la hizo caer de golpe contra el suelo.

—¿¡Estás bien, Oshiro!? —exclamó Vargas mientras la ayudaba a ponerse de pie—. ¿Estás herida?

Al incorporarse, Yukiko sintió su cabeza dar vueltas.
—¡Estoy bien! —insistió de todas formas y trató de recomponerse. Volvió a subirse a la escoba y logró elevarse de nuevo, pero se tambaleó inmediatamente y casi cayó de bruces al suelo. Ahora sí que llegaron las náuseas y resistió las ganas de regurgitar. El horrible recuerdo de la última vez que ocurrió aquello la hizo sacarse de forma involuntaria la gargantilla negra del bolsillo...

—¡Ya es suficiente! ¡Vuelve a ponerte el collar negro! —le ordenó Vargas con firmeza en ese mismo momento.

Yukiko obedeció rápidamente y sustituyó la gargantilla blanca por la negra, sintiendo un alivio inmediato y jadeó para recuperar el aliento.

Desde que la había llevado en brazos a la enfermería aquella vez, Vargas fue capaz de ver mejor la gravedad de su condición.
—Bebe agua y descansa un poco, Oshiro; no puedes hacer nada estando así. Continuarás haciendo abdominales normales —indicó mientras volvía a ayudarla a ponerse de pie. Pero antes de que ella diera muchos pasos, la detuvo con un brazo y extendió la palma abierta—. Primero dame ese collar blanco. Te lo devolveré cuando terminemos por hoy, pero no vas a seguir usándola en ninguna de mis clases hasta que domines mejor tu magia.

Aquella decisión la alarmó terriblemente.
—¿¡Qué!? ¡Pero la necesito para equilibrar mi magia mientras hago ejercicio! —exclamó ella, que quería seguir intentándolo y se negaba a entregar lo único que podía liberarla.

—Lo sé, y podrás practicar magia y entrenar con ella fuera de clase o cuando tengas la oportunidad. Pero un hechicero debe ser consciente de sus límites; así que hasta que te domines lo suficiente para que no se repita esto, harás las mismas sesiones de ejercicio sin magia que tu hermano. ¡Tengo que prestar atención al resto de la clase y tú no puedes seguir haciéndote daño! —respondió Vargas con severidad antes de darse cuenta de que varios estudiantes se habían quedado mirando—. ¡Vosotros centraros en lo vuestro a menos que queráis dar más vueltas!

Eso la desilusionó. Realmente esperaba que las clases de Educción Física la ayudarían a avanzar con más rapidez al combinar magia y deporte, pero por el momento no iba a ser así...

Apretando la mandíbula, Yukiko le entregó la gargantilla con resignación y se sentó en uno de los extremos del campo a descansar.

Cuando se calmó lo suficiente, miró con melancolía a Jack y al resto de su clase volar sin problema alguno en el aire. Se veía tan emocionante... Pero ella tenía que quedarse ahí, en el suelo.

Comprendía que Vargas se preocupaba por su bienestar y que su intención era ayudarla a mejorar. Sin embargo, no pudo evitar sentirse impotente; le habían dicho que tomara "pasitos de bebé", pero ahora sentía que hasta un bebé aprendería a caminar mucho más rápido que ella a equilibrar su magia. ¡Y ahora la ilusión de darle a Yuu su primera vuelta en escoba había quedado frustrada y en espera por a saber cuánto tiempo!

—¡¡J*der!! —maldijo en voz baja mientras arrancaba unas briznas de césped con chasco.

Pero se detuvo de inmediato, aún debía recuperar fuerzas para realizar los centenares de abdominales y flexiones que el profesor le mandaría hacer a continuación.

Tal y como Vargas le había dicho que haría, le devolvió la gargantilla blanca al final de la clase. Ya se le había pasado el enfado del inicio de clase, pero estaba agotada por el gran esfuerzo físico y jadeaba levemente. Sus compañeros de clase estaban susurrando cosas entre ellos mientras la miraban, seguramente hablando de su miserables caídas y su orden de quedarse al margen del vuelo. Lo único que quería hacer era irse de allí, pero aún tenía que guardar la escoba en su respectivo sitio.

—Eh, ¿te encuentras bien? —le preguntó Jack cuando se acercó a ella, seguido por el resto de estudiantes de Savanaclaw.

—He estado mejor —respondió ella con el humor por los suelos.

Jack no pudo evitar sentir algo de pena por ella; había comenzado la mañana con entusiasmo por su primer día solo para ver que las cosas fueron evolucionando a peor.

—Eh, no tienes que sentirte mal por ello, ¡ya lo dominarás! —dijo uno de los estudiantes de Savanaclaw para animarla—. A mí me costó cuando comencé hace años.

—Es verdad, es casi como montar en bici: al principio cuesta y te caes, pero acabas mejorando con el tiempo —dijo otro.

Aquellos comentarios la habrían ayudado de no ser por un pequeño detalle: ¡ella tenía una magia inestable que la hacía vomitar, ellos no habían tenido que pasar por eso! Aún así, lograron animarla un poquito de todas formas.

—¿Lo decís en serio o solo lo hacéis para quedar bien con Leona? —preguntó con una sonrisa ladina.

—¡Yo ni siquiera pensé en el líder de dormitorio! Es natural que los compañeros de dormitorio se ayuden entre ellos, ¿verdad? —insistió el de antes, haciendo que Jack le dirigiera una mirada llena de incredulidad.

Tras cambiarse en Ramshackle, Yukiko regresó a su aula, donde la próxima clase tenía lugar. La cuarta hora consistía en Matemáticas, que por suerte no era muy diferente de su mundo original y el tema que estaban dando era bastante fácil. O por lo menos lo era para ella, su tía había estudiado Economía para abrir su propio negocio y acabó abriendo su propio gimnasio, lo que la había inspirado a esforzarse en aquella asignatura y darse cuenta de que se le daban muy bien.

Finalmente pudo darse un respiro cuando finalmente llegó la hora de comer y se sentó con Yuu y los demás. Jack se unió a ellos, excusándose al decir que no había más asientos libres.

Exceptuando la parte del chico de Pomefiore que ella solo quería olvidar, Yukiko les contó todo desde el buen inicio hasta el mal trago en clases de vuelo.

—¿¡Cómo!? ¿¡Vargas no te deja usar magia en sus clases!? —exclamó Grim, incrédulo, mientras hacía un esfuerzo por no atragantarse—. ¡Jo, ese sí que es un entrenador demonio, sabes!

—En el fondo lo comprendo, no lograrás avanzar nada si solo te la pasas estornudando o sintiendo dolor —dijo Ace antes de llevarse un trozo de carne a la boca.

Yukiko frunció el ceño al volver a oír eso, pero Yuu, que estaba sentado a su lado, le sujetó una mano para intentar animarla.
—Lo lograrás algún día, ya lo verás. Lo importante es que no te hagas daño otra vez.

—¡Ya lo sé! Pero a este paso tardaré una eternidad —dijo ella con frustración.

—¿Entonces cómo podrás llevar tu magia a niveles normales si no usas el choker blanco en sus clases? —cuestionó Grim, pensativo.

—Hm... Podrías hacerlo en otras clases como Alquimia o Magia Práctica —dijo Ace—. Ya sabes, cuando toque hacer hechizos.

—También podrías madrugar para entrenar antes de clase —sugirió Jack—, yo suelo correr alrededor del campus si no hay exámenes cerca.

—También podrías unirte a un club de deporte —propuso Deuce, sintiéndose un poco más seguro para hablar con ella—. Aunque las admisiones cerraron hace tiempo, así que a lo mejor se te hará complicado.

—Ella es nueva, supongo que la dejarán entrar en uno ahora —respondió Ace mientras se encogía de hombros.

—Eh, eso no sería mala idea —comentó Yuu, convencido—. Cuando te hablé de los clubs, dijiste que te interesaría ir a uno de deporte, ¿verdad?

—Sí, aunque es una pena que no haya de artes marciales o uno parecido.

—No te quedes estancada con eso. ¡Aprovecha para probar cosas nuevas! —exclamó Ace alegremente—. Podrías unirte al club de baloncesto, por ejemplo. No nos vendría mal tener más miembros.

—Gracias por la oferta, pero creo que soy muy bajita para eso —bromeó Yukiko.

—¿Entonces qué tal el club de atletismo? Jack y yo estamos en él —dijo Deuce—. ¿Se te da bien correr rápido?

—Diría que sí, pero no sé yo... —respondió ella sin estar muy convencida.

—¿Qué te parece el club de Magift? Leona es el capitán y Ruggie está allí también. Si quieres hacer ejercicio y usar magia al mismo tiempo, sería tu mejor opción —propuso Jack, preguntándose si sería una buena idea decirle que Epel también formaba parte de aquel club.

Era cierto que Yukiko sentía intriga por aquel deporte. Aparte de voleibol, no había practicado muchos deportes de equipo, pero se veía guay y era tentador tener una oportunidad de equilibrar su magia de aquella forma.

—Oh, ¡pero si son nuestros adorables compañeros de primero todos juntos! —exclamó una voz familiar—. Y veo que Jack se ha unido a la pandilla, ¡qué bien!

—Oh, son Cater y Trey —los aludió Grim al reconocerlos.

—¿Unirme? ¡Ni hablar! Yo solo he venido por una excepción —insistió Jack como respuesta al comentario de Cater.

—¿Sigues siendo así de gruñón, Jack? Vaya, creía que nos llevábamos bien desde la semana pasada. No importa, ya trabajaremos en eso —respondió Cater alegremente mientras Trey y él se sentaban en la mesa justo al lado de la de ellos.

—Hola, chicos. ¿Qué tal el día? —los saludó Trey.

—Todo bien. ¿Cómo tiene la pierna, Clover? No tiene dificultades sin las muletas, ¿verdad? —preguntó Deuce.

—Riddle me preguntó lo mismo, pero no hay de qué preocuparse —dijo Trey, agradeciendo la preocupación de su compañero de dormitorio—. Ya me siento mejor, puedo apoyar el pie sin hacerme daño.

—Y déjame preguntarte, pequeño Yuu: ¿estoy viendo doble o me has copiado la Magia Única? Porque hay alguien igualito que tú sentado justo a tu lado.

—¿Qué? —preguntaron los mellizos al mismo tiempo, siendo Yukiko la que estaba confundida.

—¡Ja, ja, ja! ¡Cater, te dije que no hicieras eso! —se rió Trey—. Aunque es cierto que no nos hemos presentado a la nueva estudiante.

—Ah, cierto —dijo Yuu rápidamente antes de hacer las presentaciones—. Yukiko, estos son los compañeros de tercero de los que te hablamos: Trey y Cater. Chicos, ella es mi hermana melliza, Yuki.

—Hola, un placer —saludó ella, devolviéndoles la sonrisa. Por lo que había oído de él, ahora comprendía la broma de Cater.

—Un placer conocerte finalmente, Yuki. Yo soy Trey Clover —la saludó Trey con una amable sonrisa—. Tal y como el prefecto dijo, estamos en tercer año. Y al igual que Ace y Deuce, estamos en Heartslabyul. Se nota que sois hermanos; sois como dos gotas de agua.

Yuu sonrió al recordar que Trey le había dicho que de no ser por su pie herido, habría preparado una tarta o galletas para darle la bienvenida a Yukiko, suponiendo que iba a ser duro para ella comenzar tan abruptamente y esperando que el detalle ayudara un poco. A Grim le había parecido realmente una gran idea.

—¡Un placer, Yuki! ¡Yo soy Cater Diamond, a tu servicio! —exclamó Cater alegremente mientras formaba el signo de la paz con la mano izquierda a modo de saludo—. El otro día acompañé a Yuu para visitarte en la enfermería. ¡Déjame decirte que eres tan guapa y adorable como él! Me haría una foto contigo, pero los demás me lo han prohibido; qué penita.

Ese comentario lleno de desparpajo hizo que Yuu se ruborizara levemente y los demás se sobresaltaran escandalizados.

—Vamos, te dije que pararas con eso, Cater —murmuró Yuu con timidez mientras desviaba la mirada.

Por otra parte, Yukiko se rió con el piropo. Se acordó inmediatamente de que Ortho la había comparado incluso con una princesa de cuento, a pesar de que ella seguía sin verse para tanto.
—Eres muy amable, pero más te vale no decir eso delante de los fantasmas del dormitorio —le dijo con una sonrisa ladina mientras pensaba en el llavero de alarma—. Están siendo muy protectores, no quiero que te den sustos por nosotros.

—¿A mí? ¡Pero si yo nunca tengo malas intenciones! Los fantasmas son adorables, pero dan miedo cuando se lo proponen...

—Ya empieza Cater el ligón... —farfulló Grim con incredulidad antes de darle un mordisco a su bocata de ternera.

—No sé cómo se atreve a decirle eso, si acaba de conocerla —susurró Jack, atónito.

—No suele tener malas intenciones con esto, pero Cater suele ser así con todos —suspiró Ace en voz baja—. A veces se pone un poco plasta.

—Incluso el líder de dormitorio le prohibió ir a Ramshackle estos dos días para asegurarse de que no la molestaba —murmuró Deuce.

—Cater, vas a acabar incomodándola si sigues así —dijo Trey con una sonrisa nerviosa—. Discúlpalo, es un buen tipo en realidad.

—Sin problema, los demás ya me advirtieron de él —respondió con una sonrisa ladina—. Y si pensabas preguntármelo: no, yo tampoco tengo teléfono.

—¿¡Tú tampoco!? ¡Jo, quién se deja el móvil en otro mundo! —suspiró Cater con un exagerado tono melodramático—. Eso tenemos que arreglarlo, aún me queda pendiente llevar a Yuu a la tienda de móviles de la que le hablé. ¡Podrías venirte con nosotros!

—Primero tenemos que ahorrar para eso —respondió Yuu.

—Escuché que muchos pensaban que el Espejo de la Oscuridad te pondría con nosotros en Heartslabyul —comentó Trey—. Me imagino que fue una sorpresa ver que no fue así.

—Para mí lo fue, hasta Lilia esperaba que estuvieras en Diasomnia si no te ponían en Heartslabyul —dijo Cater.

—No te creas, es mucho más dura de lo que parece —comentó Ace.

—Fue capaz de tirar al suelo al mismo compañero de dormitorio dos veces —añadió Jack.

—Ojalá pudiera haber visto eso, ¿sabéis? —farfulló Grim, preguntándose si encontraría otra oportunidad—. Eh, Yuu. Ya me he terminado el bocata, ¿me das un poco de tu carne?

—No, tú ya has comido. Ahora te esperas —respondió él con firmeza mientras protegía la bandeja con un brazo.

—¿Conoces a Lilia? —le preguntó Yukiko a Cater, sorprendida, continuando la conversación anterior.

—¡Pues claro! Somos amigos y estamos en el club de música. Somos muy pocos, así que si estás interesada, te puedes unir. ¡Te recibiremos con los brazos abiertos!

También le habían hablado de aquel club. Cuando Yukiko le preguntó a Yuu por qué no se había unido a aquel cuando todavía sabía tocar la flauta desde la secundaria, él respondió que prefería centrarse en su papel como prefecto; después de todo era lo que le debía al director.

—¿Qué tal tu primer día de clase? No has tenido muchas dificultades, ¿verdad? —le preguntó Trey.

—No muchas, aunque me va a costar usar magia con Vargas. Es una larga historia —respondió ella antes de sentir que alguien la estaba observando—. Me están mirando por detrás, ¿a que sí?

Grim se giró sin discreción y Ace y Deuce le dirigieron una mala mirada a los estudiantes curiosos que se habían dado cuenta de la presencia de la chica, que se detuvieron con incomodidad.

—¿Llevan haciendo eso contigo todo el día? —preguntó Yuu, que había supuesto que aquello podría pasar.

—Ya ni caso les hago, se les pasará.

—Tres compañeros de dormitorio se acercaron a hablar con ella, pero... Pero nada más —dijo Jack, preguntándose una vez más si debería decir lo que ocurrió con Epel.

—Si algún día te hartas de los chicos, podrías amigar con Rosaria, la chica del retrato del ala oeste —le dijo Cater, interrumpiéndolo—. Es muy maja, seguro que le caerás bien.

—No había oído hablar de ella —comentó Yukiko, sorprendida.

—Grim, te he dicho que no —dijo Yuu con severidad mientras volvía a apartar las patas del pequeño monstruo estirándose hacia su bandeja.

—¡Necesito más energía! Yo soy el que hace la magia, ¿sabes?

—Menudo glotón —suspiró Deuce mientras negaba la cabeza con desaprobación.

Suspirando, Yukiko le dio el pan que estaba incluido en el puré de verduras que se había pedido.

—Anda, toma. No tengo mucha hambre, te lo puedes quedar —le dijo con una leve sonrisa—. Pero no le quites la comida a nadie, ¿ok?

—¿De verdad es para mí? ¡Entonces no me negaré! ¡Que aproveche! —exclamó Grim antes de comenzar a mordisquear el alimento.

—Espera, Grim. ¿Cómo se dice cuando alguien nos da algo? —preguntó Yuu con una ceja alzada.

Grim gruñó con impaciencia y se tragó su primer bocado.

—Gracias, Yuki... —dijo antes de volver a centrarse en el pan.

—Es por eso que sigue siendo como es, ¡no lo malcríes! —bufó Ace.

—Veo que a ti también se te da bien tratar con Grim —rio Trey suavemente—. Tú también ayudabas a vuestra madre en la guardería, ¿verdad?

—¡Claro! A Yuu y a mí siempre se nos ha dado bien. Antes era solo jugar con los nenes mientras mamá trabajaba cuando éramos niños, pero con el tiempo fuimos cuidándolos más en serio, así le echábamos una mano a ella y a los demás trabajadores. Veo que nos ha venido bien para asegurarnos de que Grim no la líe, ¿a que sí?

—¿Qué estás insinuando, Yuki? —preguntó Grim con molestia—. ¡Ya os he dicho que no soy un niño ni un bebé, sabes! Además, ¿vas a comerte solo eso? Me parece que ese puré es muy poco, te va a dar hambre después.

—Sigo sintiendo el estómago revuelto después de las clases de vuelo, así que prefiero no comer tanto.

—¿Te encuentras bien? —le preguntó Yuu, preocupándose un poco.

Ella aseguró que lo estaba, pero Jack no pudo evitar pensar en lo que le ocurrió antes en clase. De hecho, cuando terminaron de comer, notaron que su cara se había tornado roja cuando ella necesitó quitarse la chaqueta.

—¿Qué pasa? ¿Tienes calor? —le preguntó Trey, a pesar de que la temperatura de la cafetería parecía estar bien.

—Un poco —dijo ella mientras se ataba la chaqueta a la cintura y se desabotonaba los dos primeros botones de la camisa—. Y creo que la comida me ha dado sueño, pero estoy bien.

Pero su hermano dejó de estar convencido de ello y se acercó más a ella.

—Déjame ver —insistió antes de colocarle una mano en la frente y dar un suave respingo—. Estás demasiado caliente, podría ser fiebre.

—¿¡Qué!? —exclamaron los demás, inquietos por la repentina enfermedad.

—Pero ¿¡cómo!? ¡Si hace un momento estaba bien! —chilló Grim, confundido.

—Debe de haberse desarrollado desde que se puso el choker blanco —supuso Jack.

—No, apenas lo llevé un minuto. ¡Estuve bien después de eso! —respondió Yukiko, usando la energía que le quedaba para discutir.

—A lo mejor es el estrés por el cambio de ambiente —consideró Cater con calma—. Una vez me pasó de pequeño, cuando nos mudamos a otra ciudad.

—Sea como sea, deberías ir a la enfermería antes de que te pongas peor —aconsejó Trey.

—Pero tengo que ir a clase —respondió ella, que no quería faltar a ninguna asignatura en su primer día y mucho menos regresar al sitio en el que había estado inconsciente por casi una semana.

—Tranquila, aún te queda tiempo. Solo necesitas descansar un rato, hasta que te sientas mejor —insistió Yuu mientras la cogía de la mano—. Venga, iré contigo. Se lo explicaré todo al profesor si hace falta.

—¡Yo también iré! —exclamó Grim, queriendo asegurarse de que "sus estudiantes" fueran a la enfermería sin problema.

Sabiendo que no le quedaba de otra, Yukiko se fue con ellos a regañadientes, viendo que su primer día se había ido abajo por tercera vez en solo una mañana...

El resto del grupo los miró alejarse con un ligero pesar.

—Qué miedo... Su condición es más dura de lo que pensaba —suspiró Cater.

—Por lo menos es solo fiebre esta vez, seguro que no tardará en aliviarse —dijo Ace, tratando de ver lo menos malo de la situación.

—Eso espero —murmuró Deuce, preocupado por ella.

—Es fuerte, seguro que lo hará —dijo Jack en voz baja.

Ellos no fueron los únicos, algunos estudiantes que se habían dado cuenta del momento los miraron irse, incluyendo uno específico de Pomefiore que acababa de llegar y esperaba poder pedir disculpas a la chica por mirarla mal y levantarle la voz, decirle que no era su intención y había sido estúpido.

Estaba claro que aquel no era un buen momento, pero estaba preparado en caso de que no aceptara sus disculpas y realmente quería decirle que lo sentía de verdad.

[Publicado el 2/8/2023]


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