36. Visitas
El domingo al mediodía, el timbre del dormitorio Ramshackle resonó por la sala de estar.
—¿Hm? El director ya se fue hace un buen rato, ¿quién podría ser? —preguntó Grim desde el sofá.
—Posiblemente Ace y Deuce, habrán venido a saludar —supuso Yuu mientras salía de la cocina y se dirigía a la puerta de entrada.
—Es el profesor Crewel, hace un minuto lo vi caminando hacia aquí —respondió el fantasma pequeño mientras señalaba la ventana.
—Vuestro devoto profesor de Alquimia, Divus Crewel —comentó en voz alta el fantasma delgado mientras ajustaba uno de los cuadros colgados en la pared.
—Ese demonio de profesor, ¿que querrá hacer aquí un fin de semana? —preguntó Grim con poco entusiasmo.
—¡Grim, te va a oír! —lo regañó Yuu con ímpetu.
El timbre volvió a sonar con más insistencia, haciendo que Yuu se apresurara en llegar a la puerta.
—¡Sí que debe de tener prisa! —dijo el fantasma grande, sorprendido, mientras se adelantaba rápidamente—. ¿Le abro la puerta?
—Sí, déjalo entrar —pidió Yuu.
Nada más girar el pomo de la puerta, el profesor no se hizo esperar y abrió de par en par el doble portón, de no ser que los espíritus podían atravesar objetos sólidos, el pobre fantasma habría sido golpeado en toda la cara...
—¡Prefecto, querido! —saludó el profesor Crewel alegremente mientras el fantasma le dirigía una mirada irritada.
—¡Oh, profesor Crewel! Eh... ¿cómo se encuentra? —lo recibió Yuu, nervioso, mientras Grim se escondía detrás de sus piernas.
—¡Aburrido, como de costumbre! Completamente hastiado —dijo el profesor con un buen humor que contradecía aquellas palabras mientras se abría paso a la sala de estar y su espeso abrigo de piel a rayas se movía al son de su andar.
—Esto... ¿sabías que Crewel iba a venir hoy? —preguntó Grim en un susurro ante la inesperada llegada.
—No... —respondió Yuu con el mismo volumen mientras seguía al profesor hacia la sala de estar.
Al llegar allí, Crewel frunció el ceño y miró a su alrededor con aire crítico, como si estuviera buscando algo.
—¿Dónde está? —preguntó con insistencia antes de entrar en la cocina y cerrar la puerta detrás de él—. ¿Dónde está?
—¿Dónde está el qué? No sabremos nada a menos que nos lo diga, ¿sabéis? —dijo Grim con impaciencia mientras intentaba seguirlo, pero Crewel salió rápidamente y Grim tuvo que echarse atrás para evitar ser pisado por su apresurado andar—. ¡Eh, cuidado! —exclamó antes de encontrar refugio en el sofá.
—¡Por todos los santos! ¿Dónde está ella? —preguntó el profesor.
—¿Quién, profesor Crewel? —preguntó Yuu, confundido—. No lo entien...
—¡La chica! Tu hermana —lo interrumpió el profesor, como si no fuera obvio.
—¿Yuki? —preguntó Grim, sorprendido.
—¡Ya basta de juegos! ¿Dónde está nuestra nueva estudiante? —demandó saber Crewel mientras sacaba su puntero de profesor, estremeciendo ambos residentes y los fantasmas decidieron irse para dejarlos hablar.
—Cobardes... —murmuró Grim al verlos desaparecer.
—Eh... Acaba de irse al servicio —respondió Yuu—. No deberíamos apresurarla en esto, ¿no cree?
Crewel se relajó un poco y bajó el puntero con una sonrisa.
—Prefecto, eres un encanto —dijo antes de fijarse en Grim y acercarse a él—. Oh, Grim. No te había visto ahí, no se te ocurrirá causar otra explosión imprudente en la clase de mañana, ¿verdad?
—¿¡Qué!? Eh, no. ¡Claro que no...! —insistió Grim, sintiendo el pelaje de punta—. ¡Soy un gran hechicero que aprende de sus errores, sabes!
—Eso espero, no quiero que más perritos revoltosos monten un desastre en el laboratorio, o en tu caso, gatitos revoltosos.
—¡No soy ni un perro ni un gato...! —farfulló Grim en voz baja.
—Disculpe, profesor Crewel —lo llamó Yuu—. ¿Podría preguntarle el motivo de su visita? ¿Necesita algo de Yuki?
Ahora fue el turno del profesor de mirarlo con sorpresa.
—Oh, pensé que el director os lo habría dicho, pero deduzco por vuestras reacciones que se le ha debido de olvidar —dijo—. Al informarnos de la condición de la nueva estudiante, fui yo el que pidió encargarme personalmente de su uniforme escolar.
—Ahora que lo dices, el director no mencionó nada de los uniformes —cuestionó Grim—. Pero ¿por qué te encargas tú de eso? ¿No le podemos pedir a él que nos los dé directamente, como con los libros?
—La razón es muy sencilla: si bien la escuela ofrece tallas de todo tipo, todas están diseñadas con proporciones masculinas. Cabe la posibilidad de que le queden anchas incluso las tallas más pequeñas, en tal caso sería necesario hacer modificaciones —comenzó a explicar Crewel—. Si ella va a destacar por ser la primera estudiante femenina en el Night Raven College desde hace mucho tiempo, quiero asegurarme como profesor de que se vea decente y que esté cómoda para que dé su mayor rendimiento en los estudios.
—¡Oh, eso es muy amable! —respondió Yuu, sorprendido—. Ella debería venir en cualquier momento, espere un poco.
Justo en ese mismo momento, Yukiko se asomó por la sala de estar, aún vestida con el pijama.
—He oído el timbre, ¿ha venido alguien? —preguntó antes de fijarse en el profesor.
—¡Oh, qué oportuno! Justo estábamos hablando de ti, segunda de los Oshiro —la recibió Crewel, satisfecho, mientras guardaba su puntero—. Normalmente me presentaría en clase, pero me han dicho que no asistirás hasta el miércoles, así que permíteme. Mi nombre es Divus Crewel, puedes llamarme Maestro Crewel. Seré tu profesor en asignaturas como Alquimia y todas aquellas relacionadas con ciencia. Siempre me complace ver nuevos perritos unirse a la jauría, ¡un placer conocerte!
La joven recordaba aquel nombre de las conversaciones de la noche anterior.
—Eh, encantada, señor... —saludó, sintiéndose tan sorprendida como el resto de residentes por su presencia allí.
—Qué bien poder verte en pie, ese choker que llevas puesto te queda muy bien, combina a la perfección con tu cabello, asegúrate de cuidar bien de ambos. Dicho esto, no me demoraré más —dijo el profesor mientras sacaba del bolsillo una cinta medidora de sastre, un bloc de notas y un lápiz—. Acércate, voy a tomar tus medidas, me aseguraré de que te sientas completamente bienvenida preparándote unos uniformes decentes.
—¿Eh? El director no dijo nada de eso.
—Nos ha dicho que a lo mejor te quedan grandes los disponibles, por lo que el profesor Crewel piensa hacer unos que sean de tu talla exacta —explicó Yuu mientras se sentaba al lado de Grim en el sofá.
—Oh, tiene sentido, supongo —dijo Yukiko mientras se acercaba al profesor.
—Buena chica —respondió Crewel, sorprendiéndose de decir aquello por primera vez en territorio escolar —. Extiéndeme los brazos, comenzaremos con la parte superior.
—¿De verdad vas a coser un uniforme entero para ella? —preguntó Grim con curiosidad mientras lo veía en su labor.
—Coseré prendas a su medida si es necesario, pero en un principio elegiré aquellas disponibles que sean de su talla —respondió Crewel mientras comenzaba a tomar notas—. Muy bien, creo que no habrá mucho problema con las chaquetas ni las camisas. Pero probablemente necesitarás un uniforme de deporte completamente personalizado, el del Night Raven College tiene la peculiaridad de estar formado por una sola pieza, por lo que si una de las mitades no te queda bien, tendrá un efecto negativo en la otra. Por ejemplo, si la parte de arriba te aprieta, también lo hará la parte de abajo, ¿entiendes lo que te digo?
—Sí, señor.
—Yo no —murmuró Grim, confundido—. De todas formas, ¿no sería mejor usar magia para cambiar la ropa de tamaño para que le quede bien?
—Es bueno saber que eres consciente de tus recursos disponibles, Grim, pero incluso un hechicero profesional sabe cuándo es mejor usar sus propias manos para hacer un buen trabajo —respondió Crewel antes de hincar una rodilla en el suelo y tomar medidas de la cintura—. Oh, antes de que se me olvide mencionar esto: nuestro uniforme escolar usa exclusivamente pantalones, pero es costumbre que las chicas lleven falda para ir a la escuela. Si prefieres usar falda, Oshiro, puedo hacerte una sin problema.
—Gracias, pero preferiría llevar pantalones, que creo que serán más cómodos —aseguró la joven sin necesidad de pensárselo mucho.
—¿De verdad? Entonces solo pantalones —asintió Crewel—. Ahora déjame medirte solo la longitud de las piernas y... Listo, hemos acabado.
—Vaya, eso ha sido rápido —comentó Yuu, impresionado.
—Calculo que tendré todo listo para el martes, para entonces os haré otra visita con tus uniformes listos —respondió Crewel mientras volvía a guardar sus pertenencias.
—¿¡Para el martes!? ¡Estamos en domingo! —exclamó Grim, estupefacto—. ¿Te dará tiempo terminar en tan poco tiempo?
—Por supuesto, se tratan de prendas sencillas de hacer y encontraré tiempo para dedicarme a ellas —afirmó Crewel—. Si me demorara por cualquier motivo, le daría a la joven Oshiro un uniforme temporal que le quede lo mejor posible.
—¡Muchas gracias! —respondió Yukiko. Le habían descrito aquel profesor de Alquimia como alguien severo tanto en lo académico como en el mundo de la moda, pero aquella primera impresión lo mostraba como un profesor considerado.
—Ni lo menciones, jovencita. Disfruto cosiendo y es lo menos que puedo hacer para ayudar a un nuevo perrito que está pasando por una situación tan complicada —respondió Crewel antes de volver a sacar su puntero y golpearlo contra la palma de la mano con seriedad—. Eso sí, lo que espero a cambio es que seas una buena chica en clase, des tu mayor esfuerzo en aprender y que saques buenas notas en los exámenes, ¡no quiero nada de suspensos, como los de tu compañero Grim!
Grim alzó las patas delanteras con alarma.
—¿¡Fgnaa!? ¡No hacía falta que me expusieras! —exclamó con vergüenza.
Y ahí estaba la parte del profesor de la que le habían advertido. No había empezado ni a ir a clase y ya le estaban avisando que debía aprobar...
—Daré mi mayor esfuerzo... —murmuró desalentada, imaginándose una vez más la gran cantidad de materia con la que tendría que ponerse al día.
—Así me gusta —respondió Crewel con aprobación—. Si lo necesitas, también puedo darte consejos sobre conjuntos y combinación de ropa. Pero que no se te ocurra descuidarte o tendré que disciplinarte severamente, tal y como hice con tu hermano hace poco.
—¿Qué?
—¡Oh no, ahora yo soy el expuesto...! —murmuró Yuu, y Grim tragó saliva.
—Te lo resumiré: hace no mucho antes de tu llegada, estaba conversando con el prefecto y descubrí el escandaloso hecho de que cuando no llevaba puesto el uniforme escolar, se vestía la ropa que se encontraba aquí, en el dormitorio —explicó Crewel con severidad—. ¿¡Lo has oído!? ¡La ropa que se encontraba en este edificio! ¡A saber cuántas décadas llevarían aquí guardadas, acumulando polvo y deteriorándose! Me sorprende que no hayan sido engullidas por polillas a estas alturas.
Avergonzado por aquella revelación, Yuu se cubrió el rostro con ambas manos.
—¿Es eso cierto? —preguntó Yukiko, que quería escuchar su parte de la historia.
—Aún no había buscado una oportunidad para comprar ropa, y antes de eso quería ahorrar dinero para la comida —explicó Yuu—. No pensé que sería un gran problema...
—Debido a sus circunstancias, la escuela es responsable tanto de la educación como del bienestar del prefecto, y yo, como su profesor tutor, no podía hacer la vista gorda ante tal negligencia personal —continuó Crewel—. Así que tras disciplinarlo debidamente, me lo acabé llevando al pueblo y lo hice comprarse ropa decente en las tiendas locales y un uniforme de repuesto en la tienda escolar, con una pequeña ayuda financiera del director, por supuesto. Y veo que aprendió su lección, ese pijama que llevas parece nuevo.
—Eh, sí. Yuu dijo que me lo compró mientras estaba inconsciente —respondió Yukiko y Yuu asintió en silencio para confirmar este hecho.
—Prefecto, te repetiré lo que te dije aquella vez: la simpleza y la humildad son virtudes de las que carecen muchos estudiantes en esta escuela, pero ¡ser cutre es una cosa muy diferente! Un cachorro debe mantener un mínimo de dignidad, más aún si le ofrecen ayuda.
—Sí, señor...
Pensando que a lo mejor estaba siendo demasiado duro con Yuu, el profesor suspiró.
—Comprendo que estás en una situación complicada, estando tan lejos de tu hogar, pero no debes conformarte con las ruinas de tu alrededor. No puedes considerar para siempre este horrible edificio como tu castillo encantado, ni esperar a que un valeroso caballero andante venga a tu rescate —dijo con firmeza—. Como prefecto, debes responsabilizarte de sacar tu dormitorio y tus estudiantes adelante, comenzando por ti mismo.
Estando de acuerdo con lo que dijo el profesor, Yukiko asintió.
—¡De hecho, eso es lo que vamos a hacer! El director nos ha dicho que vamos a mejorar el dormitorio —informó Grim de repente, llamando la atención del profesor.
—¿Es eso cierto? Me imagino que debe de ser una decisión nueva, aún no he oído nada de su parte.
—Sí, nos dijo que además de dejarnos participar en el torneo por investigar los accidentes, nos compensará ayudando a hacer reformas por aquí —explicó Yuu—. Aseguró que con parte de las ganancias del torneo y de los fondos de la escuela, podemos hacer arreglos estéticos, como cambiar el papel de las paredes en mal estado.
—Es bueno oír eso, así este sitio se verá algo más decente —asintió Crewel con aprobación mientras Yukiko se sentaba en el sofá—. Esto no es solamente bueno para vosotros dos, sino también para nuestra nueva alumna y su proceso de mejora.
—¡Pues claro! Este dormitorio acabará siendo el mejor de la escuela, ¿sabes? —exclamó Grim con orgullo—. Y Yuki se pondrá bien gracias a nosotros.
—¡Ja, ja! Entonces cumplid con vuestra palabra y dad vuestro mayor esfuerzo para lograrlo —dijo Crewel antes de fijarse en la hora—. Bueno, me encantaría seguir conversando con vosotros, pero no tengo tiempo que perder. Os avisaré cuando los uniformes estén listos. —Comenzó a dirigirse a la salida—. No os olvidéis de hacer los deberes, cachorritos, nos vemos pronto en clase.
Al escuchar la puerta cerrarse, Yuu se llevó una mano a la cabeza, se hundió en el sofá y suspiró agotado.
—Ya lo has visto Yuki, este profe es agotador, pero ¡es incluso peor cuando se enfada! —murmuró Grim, antes de tragar saliva—. ¡Incluso cuando no está dando clase, se pone de muy mala leche! Aún no se me ha quitado de la cabeza el largo sermón que le montó a Yuu por no comprarse ropa...
Yuu gruñó con amargura al recordar aquel momento.
—Tío, que ya hemos pasado por aquí —suspiró Yukiko suavemente mientras le acariciaba un brazo—. No puedes dejar lo que necesitas para el final.
Grim se sorprendió un poco al oír eso. Eso significaba que Yuu debió de comportarse de alguna similar por lo menos una vez en su antiguo hogar.
—Por favor, no vayas con eso tú también... —murmuró Yuu con cansancio—. Yo solo quería esperar a un momento adecuado para comprar ropa, no pensé que sería para tanto.
—Para bien o para mal, ese profesor te dio uno antes de lo planeado —respondió Yukiko antes de desviar la mirada, dudosa de formular la pregunta que tenía en mente—. Por cierto... ¿Lo que tenía era un látigo de verdad?
Yuu abrió los ojos de par en par y la miró en silencio por un segundo.
—Eh, no. Es un puntero de profesor... —contestó.
—¡Jo, ya decía yo! Menos mal... —suspiró Yukiko con alivio mientras se llevaba una mano al pecho.
—...pero suele usarlo como un látigo —continuó Yuu, terminando su frase.
Y así, el alivio desapareció inmediatamente.
—Siempre me resuena en los oídos ese ruido que hace, ¿sabes...? —comentó Grim—. Pero ¡el "látigo de amor" del director es incluso peor! Es como una cuerda súper larga y es capaz de golpearte y atarte desde lejos.
Sin que se lo esperaran, el timbre del dormitorio volvió a sonar.
—¿Quién podría ser esta vez? Ya me estoy hartando de tantas visitas, ¿sabéis? —gruñó Grim mientras se bajaba del sofá.
—Tú quédate aquí y descansa, Yuu, iré yo —se ofreció Yukiko antes seguir al monstruo hacia la entrada.
—¿Quién es? —preguntó Grim.
—¡Somos nosotros, Ace y Deuce! —se escuchó la voz de Ace desde fuera—. ¿Es un buen momento?
Al abrirse la puerta, los dos jóvenes se sorprendieron de ver a Yukiko recibirlos en lugar del esperado Yuu.
—¡Oh, buenos días, Yuki! —la saludó Ace—. ¿Qué tal todo? ¿Pasaste una buena noche?
—Hola. Sí, estuvo bien —respondió ella—. Hola, Deuce.
Deuce se sobresaltó al ser llamado por la chica y cerró los ojos con timidez.
—Bu... Buenos días —saludó suavemente.
—Grim, tienes mejor cara. ¿Ya se te pasó el disgusto por no tener una nueva alumna en Ramshackle? —preguntó Ace con una sonrisa malvada.
—No me lo recuerdes, ya sufrí bastante, ¿sabes?
—Nos hemos cruzado con el profesor Crewel por el camino, nos dijo que se ha pasado por aquí —se animó a decir Deuce.
—Sí, acaba de irse —asintió Yukiko—. Se va a encargar de mis uniformes para clase y vino aquí para hacerme medidas. Venga, pasad. Yuu está en la sala de estar.
—¿Tus uniformes? ¡Jo, qué bien! Eh, ¿ya te han dicho en qué clase vas a estar? —preguntó Ace mientras caminaban dentro—. ¿La misma que nosotros?
—Desgraciadamente, no —suspiró Yukiko—. El director nos dijo que es política de la escuela que los hermanos de la misma edad vayan a clases distintas, que así se animarían a interactuar y trabajar con más gente. Así que estoy en la clase 1-B.
—¿En serio? Vaya, es una pena —respondió Ace.
—¡A qué sí! ¡Qué norma tan estúpida! —exclamó Grim con amargura—. No está en Ramshackle, tampoco en mi clase... ¡Qué injusto!
—¿Clase 1-B? Si no recuerdo mal, esa es la misma que la de Jack —se animó a comentar Deuce—. Eso significa que seréis compañeros del mismo grupo.
—¿Ah, sí? Es bueno saberlo —respondió Yukiko con un tono de alivio en su voz, por lo menos una cara conocida ya estaba en la misma clase que ella.
—Buenos días, chicos —los saludó Yuu, aún sentado en el sofá, al verlos llegar.
—Hola —saludó Ace—. Vinimos a ver qué tal estabais, pero veo que el profesor Crewel ya te ha vuelto a dejar sin energía, ¿eh?
—No tanto como la última vez... —admitió Yuu—. Todavía queda té del que hicimos hace un rato para el director, ¿os apetece?
Tras ofrecerles asiento, Grim y los mellizos explicaron brevemente lo que habían aclarado horas atrás con Crowley.
—¡No tenía ni idea que esta escuela aceptaba estudiantes de transferencia! —dijo Deuce, sorprendido—. Así que van a tratar tu matriculación como una, ¿eh?
—Sí, dijo que se pueden hacer excepciones y que mi caso se podría considerar como eso —afirmó Yukiko—. Ya me han dado el horario y los libros que necesitaré para clase.
—Tiene sentido, incluso si no sabemos cómo, se supone que el Espejo de la Oscuridad te trajo aquí —comentó Ace—. Eso sí, ya llevamos un mes desde que comenzó el curso, tendrás que ponerte al día con muchas cosas.
—Lo sé... El director me dijo que puedo ir a clases de refuerzo si necesito más horas.
—Las de después de clase —reconoció Deuce—. Esas también se usan para aquellos estudiantes que han suspendido exámenes o que les cuesta terminar las lecciones a tiempo. Se ofrecen por las tardes y los fines de semana.
—Me siento cansado de solo oír esto otra vez... —suspiró Grim.
—¿Y qué hay de tu magia? ¿Habéis hablado de eso? —preguntó Ace.
—Sí, pero no ha sido muy diferente de lo que dijimos ayer —respondió Yuu.
—Que tenga cuidado y que no me exceda con la magia, también me he probado el choker blanco —continuó Yukiko, antes de sacarse el accesorio mencionado de uno de los bolsillos del pantalón y colocarlo sobre la mesa.
—¿Y qué tal? —preguntó Ace con intriga.
Yukiko tragó saliva antes de llevarse una mano al cuello.
—Sentí como si algo me estrangulara por dentro... Me lo quité inmediatamente.
—Molestias por la magia inestable —explicó Yuu con un hilo de voz—. El director decidió que comenzará a ir a clase el miércoles que viene para darle tiempo a adaptarse al sitio y a su magia.
—Ya empezamos con los problemas, ¿eh? —suspiró Ace—. Pero si practicas con eso puesto, se te pondrá mejor y no lo necesitarás más, ¿no?
—También si hago ejercicio, se supone que sí.
—Menos mal que la mayoría de los contenidos de primer año son de teoría, espero que no se te haga demasiado difícil —deseó Deuce.
—¿Hablasteis de algo más? —preguntó Ace.
Iban a decirle que le habían contado a la joven sobre los incidentes de Overblot ocurridos a los líderes de dormitorio, pero...
—¡Sí! ¡Por fin hemos descubierto lo de las voces que Yuki escuchaba!
Ambos mellizos se sobresaltaron cuando a Grim se le ocurrió interrumpirlos soltando aquello.
—¡Grim! —exclamó Yuu, alterado—. Dijimos que lo dejaríamos para otro día.
—¿Voces? Ah, eso que Yuki mencionó anoche, ¿no? —recordó Ace y se entusiasmó—. ¡Venga, contádnoslo ya! No podéis ocultar algo tan intrigante por tanto tiempo, ¿sabéis?
—¿Al final lo resolvisteis? —cuestionó Deuce, incapaz de ocultar su curiosidad—. ¿Al final qué eran, solo un sueño o...?
—Eh... ¿Lo decimos? —preguntó Yukiko, mirando a su hermano con duda.
El director les había dicho que cuanta menos gente lo supiera, mejor. Pero sabiendo que ahora no quedaba de otra que decírselo a Ace y Deuce, Yuu suspiró.
—Estoy seguro de que os va a asustar, pero el caso es que estuvimos hablando sobre eso con el director y descubrimos que...
Salvados por la campana, o más bien por el timbre de la puerta del dormitorio, la revelación fue interrumpida.
—¿¡Quién demonios será esta vez!? —exclamó Grim, harto de tantas visitas en solo una mañana.
—¿El profesor Crewel otra vez? —suspuso Ace, pensando que podría haber vuelto por cualquier motivo.
El monstruo y los cuatro jóvenes se dirigieron a la entrada y Yuu abrió la puerta, encontrando a Ruggie vestido con su uniforme de dormitorio al otro lado.
—Buenos días —saludó él alegremente—. Oh, pero si están también los dos novatos de Heartslabyul, ¿vengo en mal momento?
—No, no te preocupes, buenos días —saludó Yuu—. ¿Cómo te encuentras? ¿Mejor desde lo de ayer?
—Me sigue doliendo el abdomen, pero no tanto como antes —aseguró Ruggie—. ¿Y tú? ¿Algún efecto secundario por la torpeza de Grim? ¡Shi, shi, shi!
—¿¡Perdona!? —gritó Grim, ofendido.
—Todo bien —respondió Yuu mientras se levantaba el flequillo para mostrar la gasa en la frente.
—Menos mal —dijo Ruggie antes de volverse a Yukiko—. ¡Hombre, buenos días, Yuki! ¿Cómo ha pasado la noche nuestra querida novata?
—Hola. Todo bien aquí.
—¿Qué te trae por aquí? ¿Quieres pasar? —le ofreció Yuu.
—Muy amable, pero no voy a estar mucho tiempo —dijo Ruggie antes de señalar a la chica—. De hecho, solo vengo aquí por ti.
—¿A mí? ¿Qué necesitas? —preguntó Yukiko, curiosa.
—Me envía Leona, me ha mandado llevarte al dormitorio y mostrarte el lugar.
Todos liberaron un pequeño respingo, a nadie le gustaba mucho la idea de que Yukiko fuera al dormitorio donde habían sido emboscados días atrás, mucho menos después de que ella misma estuviera a punto de ser atacada por alguien de allí.
—¿Llevarla a Savanaclaw? ¡Pero si ella no vive allí, sabes! —exclamó Grim, preocupado—. ¿¡Para qué!?
—Que no viva allí no significa que no forme parte de él, ella tiene el derecho de caminar a sus anchas por su dormitorio —dijo Ruggie—. Tendrá que verlo al menos una vez, ¿no?
—Tiene sentido —comentó Ace—. Pero ¿por qué vienes tú? ¿No debería hacer eso Leona como el líder de dormitorio?
—Eso mismo fue lo que le dije, pero después del Overblot y del torneo de ayer, sumando que hoy es domingo, se ha pasado la mañana entera durmiendo y apenas abrió los ojos cuando me mandó buscarte —explicó Ruggie—. Además, me ha pagado extra por adelantado, ¡shi, shi, shi!
—¿Podemos ir con ella? —pidió Yuu, esperando que por lo menos estarían a su lado si ocurría algo.
—Por mí podéis, pero Leona solo ha pedido un tour privado para ella —bromeó Ruggie—. Y la cosa sigue caliente por el dormitorio desde la última vez que os pasasteis, así que no os lo recomendaría a menos que estéis dispuestos a otro partido de Magift.
—¿¡Cómo!? Pero ¡si ayudamos a salvar a Leona! —le recordó Grim con indignación.
—Lo sé, pero otros siguen irritados por quedar en segundo lugar y también os recordarán por desbaratar el plan de Leona —continuó Ruggie—. Pero no os preocupéis por ella, la advertencia de Leona no dejará de estar vigente y nadie que valore su vida se atreverá a ponerle un dedo encima. ¿Qué me dices, Yuki? ¿Tienes tiempo ahora o lo dejamos para otro día?
Pensando qué decir, Yukiko echó una mirada rápida a los chicos a su alrededor y asintió.
—De acuerdo, iré contigo —decidió, preocupando a los demás.
—¿¡Qué dices!? ¡Allí hay tipos con los que realmente no querrás meterte! —exclamó Ace.
—¡¡No vayas!! ¡Ese Leona da mucho miedo, sabes! —exclamó Grim, antes de darse cuenta de lo que acababa de decir—. Bueno, no es que A MÍ me dé miedo, ¿sabes? Pero ¡me preocupo por mi estudiante honoraria de Ramshackle!
—Está bien, chicos, quiero salir de esto de una vez y no pienso estar allí por mucho tiempo —insistió Yukiko—. Iré contigo, deja que me cambie primero.
—No hace falta, espera aquí —la detuvo Ruggie antes de sacar su pluma mágica y apuntarla alegremente hacia ella—. Déjalo en manos de tu compañero de clase superior. ¡Aquí va!
Un brillo originado en la gema se desplazó hacia la joven y ella apareció vestida con el uniforme de Savanaclaw en un abrir y cerrar de ojos. Llevaba puesto unos guantes de estilo motorista en las manos y un colorido collar de cuentas colgando del cuello, manteniendo la gargantilla negra, por supuesto. A diferencia de Ruggie, la camiseta no tenía mangas, dejando al descubierto la marca azul en el hombro derecho. Otros elementos sorprendentes eran que seguía guardando en el bolsillo el choker blanco y la goma de pelo que había guardado en el pijama, y que su pluma mágica, antes en su habitación, sobresalía ahora del bolsillo del pantalón.
—¿Ves? Perfecta para la ocasión —dijo Ruggie, satisfecho con el resultado de su hechizo y con las reacciones de los demás, quienes se olvidaron por un momento de la preocupación con el cambio de ropa.
—¿A verte? —preguntó Grim antes de acercarse más—. ¡Guau! ¡Qué guay te ves!
—¡Jo, mírate! Ahora sí que pareces una estudiante de Savanaclaw, estás genial —comentó Ace—. ¿No crees tú lo mismo, Deuce?
—¿¡Eh...!? —tartamudeó Deuce, nervioso, mientras desviaba la mirada—. ¡Te... Te queda muy bien! Como se esperaba de alguien de segundo, ¡qué habilidad...!
—Ni siquiera la estás mirando —susurró Grim, irritado—. ¿Y tú qué, Yuu? ¿Qué piensas?
Aquel era un estilo de ropa con el que Yuu nunca la había visto vestida, pero no podía negar que se veía muy bien con ella.
—Estás muy guapa, Yuki —dijo—. Pero... ¿estás segura de que quieres ir? Incluso si Leona dijo que nadie te haría daño...
Para intentar calmarlo, incluso si fuera solo un poco, Yukiko le estrechó una mano con suavidad.
—Estaré bien —repitió, antes de recogerse el pelo en una coleta y fruncir el ceño—. Él no me da miedo.
Tenía interés por conocer mejor aquel sitio y el hombre que lo lideraba, ambos temidos por su querido hermano. Antes de aceptar el hecho de que aquel era su dormitorio oficial, quería ver con sus propios ojos el tipo de gente que se había atrevido a ponerle las manos encima y preparar un sabotaje entero.
—No dices nada, ¿estás nerviosa? —le preguntó Ruggie mientras caminaban hacia la Bóveda de los Espejos.
—No, solo intrigada —respondió ella—. Es mi primera vez yendo por aquí.
—Claro, ayer fuiste por otro camino. Oh, antes de que se me olvide: incluso si el uniforme de dormitorio tiene una forma estándar, puedes hacerle cambios a tu gusto. Por ejemplo, la mayoría suele ponerse la bandana como un cinturón, como tú ahora, pero yo prefiero llevarla así en el cuello, como una bufanda. También puedes pillarte una camiseta con mangas o usar otro modelo de zapatos. Y si tienes dinero, te puedes comprar repuestos en la tienda escolar.
—Comprendo —asintió Yukiko mientras observaba en la distancia el edificio señalado.
—Puedes transformar tu uniforme con magia, pero es recomendable tener el tuyo propio, es más fácil de cuidar y no arriesgas que el efecto se deshaga cuando menos te lo esperas, por lo menos hasta que tengas un buen manejo con el hechizo —aconsejó Ruggie—. Ahora lo he hecho por ti, pero apuesto que no te costará mucho aprenderlo; es uno de los menos complicados.
Recordar el hecho de que tendría que ponerse aquella incómoda gargantilla blanca para poder usar su magia hizo que Yukiko tragara saliva de forma involuntaria.
—Eso espero —dijo, antes de quitarse aquel pensamiento de la cabeza—. ¿Es obligatorio llevar esta ropa por el dormitorio?
—No del todo, pero es el conjunto casual para estar por ahí y es bueno para identificarte a simple vista como miembro, los estudiantes de Savanaclaw somos un tanto territoriales, ¿sabes? —explicó Ruggie antes de estirarse la chaqueta—. Como podrás notar, nuestro uniforme es cómodo y perfecto para moverse sin problema, y no es demasiado elegante. ¿Qué te parece? ¿Te gusta?
—Sí. No es el tipo de ropa que yo habría elegido, pero me gusta —dijo ella mientras se miraba las manos enguantadas.
—Pues te la puedes poner cuando quieras, excepto en horas de clase, claro está. Oh, es aquí.
Ruggie la guió al interior de la Bóveda de los Espejos y señaló el espejo que los llevaría al dormitorio.
—Última oportunidad para echarse atrás, ¿te atreves a entrar?
No iba a darse la vuelta nada más llegar ahí y no había cambiado de idea; estaba determinada a ver qué tipo de sitio era aquel y, en el fondo, quería darle una oportunidad.
—Voy a pasar, pero ¿tan horrible es este dormitorio? —preguntó Yukiko, aún así, con una ceja alzada.
—Eso depende, ¿tú me ves horrible?
—Hm... Supongo que no.
—Qué maja, ¿y tú? ¿Crees que eres tan horrible como para formar parte de aquí?
—No.
—Entonces te irá bien. Venga, adentro que vamos.
Al adaptar la vista a la intensa iluminación solar del lugar, pudo ver finalmente el dormitorio.
—Bueno, pues ¡bienvenida a nuestra humilde morada! —presentó Ruggie con los brazos alzados.
Yukiko observó a su alrededor, impresionada por el ambiente de sabana. Era exactamente como se lo habían descrito: un edificio de roca parecido a una ciudadela, con la arena, y la sensación tosca y salvaje que lo acompañaba, en un ambiente donde no faltaban árboles, huesos de animal —a saber si eran de verdad o no— y el estandarte del dormitorio. Jamás se habría imaginado estar en un sitio así.
—¡Hala! Los demás tenían razón, este sitio es completamente distinto a Ramshackle —comentó impresionada—. Y mucho más grande, la verdad.
—¿Verdad que sí? Me gusta la vibra desolada que transmite el dormitorio Ramshackle, pero Savanaclaw es más de mi estilo —respondió Ruggie—. Ahora que formas parte de nosotros, puedo enseñarte cómo sobrevivir por aquí, si te apetece.
—¿Sobrevivir? —preguntó ella, extrañada por aquella elección de palabra.
—Sí, sobrevivir —repitió Ruggie sin rastro de duda en su voz—. Solo los más fuertes y listos pueden llegar a lo más alto en Savanaclaw, así de simple. Eh, ¿ocurre algo? De repente te veo un poco alicaída —preguntó al notar su cambio de humor.
A pesar de que había llegado con confianza y había dicho que no le tenía miedo a aquel líder de dormitorio, ¿qué sería de los demás estudiantes? Incluso si era capaz de tumbar al suelo a alguien más alto que ella por medio de la fuerza... ¿Acaso llegaría a la altura de aquellos que ya dominaban el uso de la magia?
—¿Qué? Ah, nada —insistió Yukiko—. Ya me imaginaba que las cosas serían difíciles por aquí, nada más.
A pesar de que intentaba disimular, Ruggie podía ver que estaba nerviosa, Leona ya le había avisado que la nueva alumna de Savanaclaw lo era también en el uso de la magia y aquella horrible experiencia no podría haber sido una peor primera impresión. La idea de comenzar abruptamente en una escuela de magia seguramente la asustaría, sin importar lo fuerte o alegre que aparentara ser... Así que le añadió a su tarea de mostrarle el lugar que no se sintiera demasiado incómoda.
Ruggie no pudo evitar preguntarse si su líder de dormitorio habría tenido aquel tipo de consideración con ella si se tratara de un estudiante cualquiera o si hubiera sido puesta en un dormitorio distinto; pero mentiría si dijera que no lo comprendía, él mismo había visto de primera mano lo mucho que se asustó la noche anterior, y tampoco se había olvidado de las veces en que Leona lo había ayudado con sus estudios el año pasado, cuando solo era un estudiante de primero con apenas conocimientos básicos. Incluso estando aún cabreado con él por lo del día anterior, sabía que no era tan extraño ver a Leona ayudar a aquellos estudiantes con más dificultades hasta que se hicieran más fuertes...
—Si eso es lo que te preocupa, puedo darte la primera lección de supervivencia ahora mismo —comentó.
—¿Qué?
—Presta atención, que aquí va: en primer lugar, no puedes distraerte y preocuparte todo el rato por lo que pueda ocurrir, lo más importante en la sabana es estar siempre alerta —continuó antes de colocarse detrás de ella sigilosamente y esbozar una sonrisa traviesa—. Si no lo haces... ¡Bam! —Le agarró los hombros repentinamente y ella chilló—. ¡...Te convertirás en la cena de alguien! ¡Shi, shi, shi!
Dándose cuenta de que aquel sobresalto había sido con intención humorística, Yukiko no pudo evitar reírse y las preocupaciones se disiparon un poco.
—Por fin una sonrisa en esa cara, ¡así me gusta! —exclamó Ruggie, satisfecho—. No sé cómo será tener una magia tan descontrolada como la tuya, pero tampoco es como si todo el mundo la pudiera dominar en un santiamén, así que vayamos poco a poco, ¿ok? Y lo primero es lo primero, tienes que conocer bien el lugar para poder localizar y cazar tus presas con éxito. —Yukiko asintió—. Eso sí, esta lección ha sido gratis, pero puede que pida algo a cambio para la próxima, ¿ok? ¡Shi, shi, shi!
Antes de poder siquiera darle las gracias, Yukiko pudo ver por sí misma aquella mezquindad de la que Yuu le había avisado la noche anterior, pero ya se había preparado mentalmente para cosas mucho peores en aquel temido dormitorio.
—Bueno, pues ya te están pagando extra por enseñarme este sitio, ¿continuamos? —apremió.
—Pues no nos entretengamos más. Te mostraré el camino a la sala de estar, no tiene pérdida.
—Espera, ¿a dónde llevan esas escaleras tan altas? —lo detuvo Yukiko mientras señalaba una gran escalinata que parecía conducir a lo más alto de una colosal plataforma que se levantaba por encima del propio dormitorio.
—Oh, me alegra que te hayas fijado. Eso lo dejaremos para el final, pero ahí arriba está el estadio de Magical Shift, uno de los orgullos del dormitorio. ¿Te acuerdas que ayer te mencionamos ese deporte? Pues tenemos nuestro propio terreno para entrenar.
Recordando lo que Yuu le había dicho antes, Yukiko no tardó mucho en comprender que aquel debía de ser el sitio donde los demás habían sido atacados...
Sin más preámbulos, por fin atravesaron la entrada del edificio. Por el camino se toparon con más estudiantes que no pudieron evitar cuchichear y echar algún que otro vistazo indiscreto a la mano derecha de Leona acompañado por una persona bajita y rasgos adorables que llevaba el uniforme de dormitorio, recordándole a la chica el desconcierto inicial que había causado con su llegada.
—Al final fue buena idea vestirte con el uniforme de dormitorio —comentó Ruggie—. Apuesto que estos te habrían confundido con una presa fácil si no estuvieras vestida como ellos, ¡shi, shi, shi!
—¿Por qué lo dices? ¿Nadie más sabe que estoy en Savanaclaw?
—Tu ceremonia de entrada fue una pequeña y solo se enteraron unos cuántos cuando anunciamos tu resultado; era tarde. Pero los rumores vuelan, será cuestión de horas para que lo sepan todos en la escuela.
Fuese rápida o no la difusión de la noticia, ya le habían dicho que la sorpresa de una chica estudiando en una escuela masculina se iría disminuyendo a medida que fuera asistiendo a clase. Se fijó a su vez en aquellos que se la habían quedado mirando, todos tenían aspectos similares a Leona y Jack: altos, corpulentos y expresión tenebrosa. Ahora podía comprender mejor por qué le decían que su aspecto era muy distinto al genérico del dormitorio y por qué se preocupaban tanto por ella...
Por otra parte, no se esperaba que el interior tuviera un aspecto mucho más llamativo y acogedor que el exterior. La sala de estar estaba bien iluminada y aireada gracias a los espacios abiertos, el suelo estaba decorado con alfombras tejidas con un diseño étnico, había tumbonas y pequeñas mesas de jardín colocadas alrededor de una alta catarata interior cuyas aguas resonaban al caer en un cristalino estanque, contribuyendo al ambiente natural —Ruggie le informó que el agua era potable, se renovaba constantemente y que era costumbre que los estudiantes se refrescaran con ella tras un día de arduo entrenamiento—. Había incluso plantas y pequeños árboles de aspecto tropical en la orilla y colocadas en macetas a simple vista.
El próximo sitio fue la cocina, que según el chico-hiena era el que debía conocer bien; después fue el turno de los pisos superiores, lugar donde se encontraba la mayoría de las habitaciones de los estudiantes y en el que Yukiko necesitó evitar mirar abajo para no sentir vértigo en aquellas pasarelas de madera, desde las que se podía ver el suelo a varios metros de altura.
—¿Qué ocurre? ¿Te dan miedo las alturas? —preguntó Ruggie al darse cuenta de eso mientras caminaban por uno de los puentes colgantes que conectaban ambos pasillos.
—No mucho, pero digamos que tampoco me fío mucho de estos puentes...
—No te preocupes, son resistentes y se puede caminar por ellos sin problema.
Para demostrarlo, dio un par de saltos bruscos sobre la madera, tambaleando el puente y asustándola.
—¡Eh, no hagas eso! —le recriminó ella mientras se aferraba a las cuerdas que lo sujetaban.
—¡Ja ja ja! Tranquila, que no se cae —se rio Ruggie antes de cruzar el resto del puente de un salto—. Por cierto, ¿ves ese pasillo? Al fondo se encuentra la habitación de Leona, te aconsejo que no te acerques por ahí cuando esté durmiendo a menos que sea una emergencia, se pone de muy mal humor cuando lo despiertan de la siesta.
—Eso he oído... —murmuró Yukiko, recordando lo que había oído del primer encuentro entre Yuu y aquel líder de dormitorio que aún no había visto en lo que llevaba de día y estaba perfectamente bien con ello.
Hablar del líder de dormitorio llamó la atención de alguien que coincidentemente caminaba por allí, la chica lo reconoció rápidamente como el chico—lobo de porte serio que había conocido la noche anterior.
—Buenos días, Ruggie —saludó Jack—. ¿Todo bien?
—Oh, mira por dónde, Jack. Todo guay, si has venido a preguntar por Leona, está bien, pero yo de ti lo visitaba más tarde. ¿Y tú qué, ya has acabado de entrenar?
—Sí, he corrido unas vueltas; estaba pensando en levantar pesas en mi cuarto —Jack se fijó en Yukiko, a la que no había reconocido a simple vista, y se sorprendió—. Un momento, ¿tú eres...? ¿¡Yuki!?
—¡Hola, Jack! ¿Pasaste una buena noche? —saludó ella con una sonrisa.
—¿A qué viene esa sorpresa, Jack? ¿El uniforme que le di es tan bueno que ni la reconoces? ¡Shi, shi, shi! —preguntó Ruggie con gracia.
—No... —trató de negar él, aún extrañado—. Pero ¿qué haces aquí? El director dijo que vivirías en Ramshackle, ¿verdad?
—Sí, pero Ruggie me está enseñando el lugar por orden de Leona. —El susodicho joven asintió para confirmarlo—. Debo admitirlo: es mucho mejor de lo que me imaginaba.
—Oh, comprendo —murmuró Jack—. Eso explica por qué tantos tipos estaban hablando de una "carita mona" caminando con Ruggie... Nadie se atrevió a molestarte, ¿verdad?
—Oh, ¿acaso te preocupas por ella Jack? ¡Qué buen compañero eres! —exclamó el chico-hiena con un tono burlón.
—No es que me preocupe por ella —farfulló él con insistencia—. Simplemente no quiero que esos vándalos vuelvan a acosar estudiantes de primero, nada más... Aunque supongo que no deberías tener problema con eso, estando bajo la protección del líder de dormitorio.
—Y menos ahora, estando a mi lado —señaló Ruggie, orgulloso—. A Leona le interesaría escuchar que han desobedecido su nueva norma absoluta de no meterse con ella, ¡shi, shi, shi!
«Veamos si será cierto», pensó Yukiko con excepticismo, sin estar a la labor de fiarse de aquel hombre y de aquella afirmación había oído tantas veces que ya había perdido la cuenta.
—Hablando de eso, cumplí con mi parte del trato ayer —continuó Ruggie, ahora con un aire más nervioso—. No le dirás a Leona nada de nuestro primer encuentro, ¿verdad?
—¿Qué? Ah, claro —asintió Yukiko—. Aquello fue un accidente y ya te disculpaste, no tengo motivos para pregonarlo por ahí.
—Vale, solo quería asegurarme...
—¿Y tú? ¿Cómo te encuentras? —le preguntó Jack—. ¿Algún problema con la magia?
—¡Oh, no qué va! Todo bien —aseguró ella, tratando de no pensar en el picor de aquella mañana—. Por cierto, he hablado con el director y ya me ha dado el horario. ¡Voy a estar en la misma clase que tú!
—¡Oh, no me habías dicho eso! —comentó Ruggie—. Entonces vais a ser compañeros de clase también.
—¿La misma que yo? ¿Clase 1-B? —cuestionó Jack, sorprendido—. ¿Cómo lo sabes?
—Los demás me lo dijeron. Admito que quería estar con mi hermano y sus amigos, pero parece que no va a poder ser...
—Lo suponía —suspiró Ruggie—. Esas ya son normas de la escuela, no se le puede hacer nada. Pero bueno, Jack, ¿qué te parece? ¡Vas a tener compi nueva!
Sin responder inmediatamente, Jack se quedó mirándola de arriba a abajo en silencio sin expresión alguna, incomodándola. A pesar de lo pacífico que le había parecido la noche anterior, Yukiko no podía evitar pensar en lo férreo y huraño que aparentaba ser. ¿Acaso le molestaba tener que estar en la misma clase que ella, después del gran desconcierto de saber que compartirían dormitorio? Jo, nunca antes había tenido que preocuparse por cosas así, ¡aquella escuela estaba pudiendo con ella!
—Bueno, puede que no estés con tu hermano, pero por lo menos no tienes que compartir clase con esa bola de pelo ni esos dos locos de Heartslabyul. Tienes suerte de que la clase 1-B es generalmente tranquila.
—¿Eh?
—Y no preguntes por qué, pero ahora que te veo con nuestro uniforme puesto, ahora sí que pareces parte de nuestro dormitorio —continuó Jack y esbozó una sonrisa tranquila—. A partir de ahora somos compañeros, hazte fuerte para no dejarnos en ridículo, ¿entendido?
Aquella le había parecido una forma un tanto extraña y dura de decirlo, pero tampoco era incapaz de comprender lo que quería decir.
—¡Por supuesto! —exclamó Yukiko mientras estrechaba su fuerte mano en un apretón; en el fondo le sorprendió lo grande que se veía en comparación a la de ella.
—Me alegra que hayáis amigado tan rápido, pero creo recordar que está en medio de una visita —dijo repentinamente una voz grave.
Yukiko se sobresaltó, no había sentido la presencia de aquella persona que acababa de llegar.
—Ah, ¡buenos días, líder de dormitorio! —lo saludó Jack con firmeza.
Se trataba exactamente del tipo que Yukiko había aconsejado tiernamente durante aquel extraño encuentro solo para después escuchar cosas poco agradables sobre él...
—No esperaba que te levantaras —comentó Ruggie con calma—. ¿Te sientes mejor?
—Nunca me sentí mal, solo agotado —respondió Leona, haciendo que Ruggie rodara los ojos—. Seguiría durmiendo más, pero me levanté para ir al servicio —Esbozó una leve sonrisa ladina—. Y ahora que os encontré aquí, me pareció poco cortés no darle la bienvenida a nuestra novata después de haber venido hasta aquí. ¿Qué tal? ¿Te está gustando la visita?
Ella tampoco se esperaba verlo, pero debería haberse imaginado que acabaría ocurriendo tarde o temprano. Pudo notar cómo el buen humor de hacía tan solo un momento se iba desvaneciendo...
—Sí, Ruggie es un gran guía —respondió ella secamente—. Me ha dado este uniforme y todo.
—Y bien que te queda, no me esperaba menos de él, tendremos que pillar uno para ti —comentó Leona, echándole un vistazo de pies a cabeza—. Si te parece un gran guía, puedo mandarlo a darte una vuelta por la escuela también.
—No hace falta, ya tengo planeado hacer eso esta noche con mi hermano—. Aquella afirmación había salido con una entonación más cortante de lo que pretendía, pero Leona solo se encogió de hombros.
—¿De verdad? Bueno, la oferta sigue en pie si cambias de idea. ¿Cuánto lleváis visto?
—Íbamos a dar otra vuelta por aquí y después al estadio —respondió Ruggie.
—Así que ya casi habéis acabado... —Leona los miró pensativo por un momento y esbozó una sonrisa siniestra—. Pues supongo que no me importará acompañaros en lo que queda, iré con vosotros.
—¿Qué? —preguntaron Ruggie y Yukiko al mismo tiempo, la segunda con un tono de voz más alto.
—¿Vas a acompañarnos? —cuestionó Jack, igual de sorprendido—. ¿No deberías continuar descansando, líder de dormitorio?
—Jack, ya os dejé en claro que no soy tan débil. Además, ¿qué clase de líder de dormitorio sería yo si no guiara personalmente a nuestros nuevos miembros? Aunque no parece que a ti te gusta mucho la idea.
Tal y cómo él había señalado, Yukiko no se molestaba ni en disimular que la idea de tener a Leona a su lado realmente la irritaba.
—Solo estoy sorprendida, no me esperaba verte hoy por aquí —se excusó rápidamente.
—¿Realmente pensabas que no te ibas a encontrar con el rey en su territorio? —inquirió Leona con una ceja arqueada y esbozó una sonrisa cínica—. ¿O lo dices porque esperabas no tener que verme la cara? Si es lo segundo, no se me ocurre qué podría haber hecho yo para caerte tan mal, apenas nos acabamos de conocer.
—Digamos que me han dicho varias cosas sobre ti —farfulló ella en respuesta, sin negar aquella suposición—. Y sé que trataste de atacar a mi hermano por un accidente.
Ruggie desvió la mirada para disimular que él mismo había sido testigo de aquel momento que solo había detenido para llevar a Leona a clase.
—¿De verdad? Bueno, admito que no fui exactamente amable con el prefecto cuando lo conocí —respondió él con apatía—. Pero admito que es mucho más competente de lo que parece, sería un desperdicio hacerme su enemigo. Puedes estar tranquila, no es como si tuviera más motivos para hacerle daño y me metería en problemas con el director y el "señorito rojo" si me atreviera. ¿Es por eso que ayer te negaste a obedecer mi norma absoluta?
Jack y Ruggie miraron a Yukiko para intentar analizar su expresión, que parecía estar en conflicto.
Apenas mostraba arrepentimiento, ¡incluso Ace y Riddle se habían disculpado por ser unos idiotas insensibles...! Realmente quería confrontarlo, pero ya le habían dicho que no se metiera en problemas, mucho menos cuando ni siquiera había comenzado a asistir a clase.
Además, ¿acaso merecería la pena? Al menos había admitido su hostilidad y no estaba buscando pelea con ella.
—Quiero volver a casa rápido; si quieres venir, vente —instó Yukiko con indiferencia, negándose a responder a su pregunta—. Tú mismo te has ofrecido.
—Lo consideraré como una tregua —respondió Leona—. ¿Sigues queriendo venir con nosotros, Jack?
—Ah, claro, líder de dormitorio —respondió él, aún sorprendido por las agallas que la chica había demostrado.
Era cierto que Yukiko estaba sorprendida de verlo más dócil de lo que se esperaba, pero tal y como le había dicho Ruggie, no debía bajar la guardia en aquel lugar. Echó miradas de reojo a Leona con desconfianza y se mantuvo alerta hasta llegar al estadio.
El número de escaleras era exactamente el mismo que se había imaginado, pero no el aspecto del campo de juego allí en lo más alto. En aquel lugar se veía una veintena de estudiantes entrenando y practicando Magical Shift, unos volando en escoba y otros, corriendo por tierra. También había algunos esperando su turno en el banquillo.
—¿Qué tal? ¿Impresionada? —preguntó Leona.
—Es más grande de lo que me imaginaba —comentó Yukiko mientras prestaba atención a los jugadores—. ¿Están jugando ese deporte mágico del que me hablasteis, el Magift?
—Exacto —asintió Ruggie—. Las reglas son muy sencillas: tienes que meter ese disco en la portería rival y defender el tuyo a toda costa. Este sitio es prácticamente exclusivo para nosotros, pero de vez en cuando pasamos las actividades del club aquí, como cuando se pone a llover en el exterior del campus.
—Lo mejor de este deporte es que puedes usar toda la fuerza que quieras sin sufrir represalias —dijo Leona con una risa grave—. ¿Y quién sabe? Cuando comiences a controlar un poco la magia, podríamos dejarte participar en las grandes ligas.
A ella no le disgustaba mucho la idea de ponerse a practicar aquel deporte, por lo menos una vez, pero sí el hecho de que lo haría bajo las indicaciones de aquel tipo.
—¡Oh, no! ¡CUIDADO!
Aquel grito procedente de los jugadores se levantó cuando uno de los voladores se equivocó al apuntar y el disco salió disparado en dirección al grupo. Yukiko se sobresaltó y se cubrió el rostro de forma instintiva con los brazos, pero Leona se adelantó y en un abrir y cerrar de ojos lo atrapó en el aire con su pluma mágica antes de que pudiera golpear a alguno de ellos, impresionándola.
También se dio cuenta de que Jack había colocado un brazo delante de ella, muy seguramente con intención de protegerla, y no sirvió de nada que él se apresurara en colocarlo detrás de la espalda para disimular.
—¡Lo siento mucho, líder de dormitorio! —se disculpó el estudiante que había lanzado el disco mientras el resto de jugadores se acercaban detrás de él.
En respuesta, Leona miró el disco que sostenía con su magia con ojo crítico.
—Admito que tienes un tiro potente —elogió secamente antes de devolvérselo con poca delicadeza—. Pero a ver si aprendemos a apuntar, podrías haber herido a nuestra nueva incorporación con tu torpeza, ya fue suficiente que su hermano se llevara una buena h*stia ayer.
—¡S-sí, señor! ¡No volverá a ocurrir!
—¿Nueva incorporación? —repitió uno de los estudiantes, confundido—. ¿De qué está hablando, líder de dormitorio?
—Sé que no todos están enterados, así que prestad atención: esta es Yuki, no vivirá con nosotros, pero desde ayer forma parte de Savanaclaw. Portaos bien con ella o no volveréis a ver la luz de otro día —advirtió Leona con severidad.
—¿No es este el enano que traspasó nuestro territorio el otro día? —cuestionó un estudiante en voz baja.
—Idiota, este es más bajo y tiene pelo largo —bufó otro con orejas de conejo.
—Espera, ¿ha dicho "ella"? —preguntó otro, extrañado.
—Sí, lo habéis oído bien: ella —farfulló Leona en respuesta a aquellos cuchicheos indiscretos, antes de mirar un estudiante en específico—. La misma persona a la que te atreviste a intentar ponerle la mano encima.
Todos se giraron con curiosidad y sorpresa hacia la persona aludida... Y Yukiko sintió su corazón paralizarse al reconocer aquel robusto joven con orejas de hipopótamo...
—¡Tú! —exclamó con una combinación de temor y furia.
—Oh no... —murmuró Ruggie tras tragar saliva.
Jack tampoco se había olvidado de aquel tipo que había intentado atacar a Yukiko estando ella vulnerable y aterrada, obligándola a defenderse y empeorar su riesgo de caer en estado Overblot...
El robusto estudiante miró asustado a su alrededor, preguntándose qué le iba a pasar ahora.
—Esperad, ¿de qué estáis hablando? —tartamudeó.
—¿Te estás haciendo el tonto o ese castigo que te di te afectó la memoria? —gruñó Leona—. Pues ella no te ha olvidado, mírala bien y usa el cerebro, si es que tienes alguno.
Tomando esto como una señal, Yukiko se deshizo la coleta, cayendo así su cabello sobre la espalda, inspiró profundamente para mantener la calma y le enseñó el hombro derecho.
—Imagínatelo con un brillo rojo —dijo con severidad—. ¿Te suena?
Aquella era definitivamente la misma persona con túnica y maquillaje arruinados de aspecto sospechoso con la que se había topado en el servicio... Se podía notar perfectamente el segundo en que la confusión había pasado a profundo terror.
—¡Tú...! —imitó, acorde.
—¿Ahora te acuerdas? Espero que también recuerdes que le debes algo —dijo Leona, antes de fruncir el ceño—. Hazlo. Tal y como hemos "practicado".
Él miró avergonzado a su alrededor, pero al ver la fulminante mirada de su líder de dormitorio exigiendo que se apresurara, tragó saliva y se echó al suelo de rodillas ante Yukiko, haciendo que ella diera un desconcertado paso atrás.
—Lo... ¡Lo siento mucho! —exclamó él, tembloroso—. ¡¡Siento mucho lo de aquella vez!!
Ella no pudo evitar un respingo, no se esperaba en absoluto una disculpa, y mucho menos una que era incluso más desesperada que la de Ruggie.
—¿Eso es todo? —preguntó Leona, lejos de sentirse insatisfecho—. Por lo menos podrías intentar decir tus motivos para actuar de forma tan estúpida, aunque tampoco es como si fuera justificarlo.
—¡Lo siento mucho, de verdad! ¡No sabía que eras una chica! ¡Y me asusté por la situación! ¡¡Siento mucho haber actuado sin pensar!!
Incluso si en el fondo agradecía que le pidieran perdón, aunque fuera inducido por el miedo, había muchas cosas en aquel tipo y sus formas que la mosqueaban.
—Comprendo que alguien se asustara al verme así, pero ¿de verdad tenías que atacarme? —preguntó ella con enfado—. Mi amigo y yo tratamos de explicarte la situación, pero te negaste a escuchar y levantaste el puño contra mí.
—¡Ahora lo sé! ¡¡Lo siento de verdad!!
—¿Y qué importa si era una chica o no? ¿Estás diciendo que me habrías atacado igualmente si fuera un chico? —preguntó Yukiko con severidad.
El estudiante, aún arrodillado en el suelo, se estremeció.
—Yo... ¡Por supuesto que no! —tartamudeó, pero ella le dirigió una mirada escéptica, después de todo se encontraba en el sitio donde habían emboscado a Yuu.
—No tienes que aceptar la disculpa —interrumpió Leona—. Puedes dejarlo así arrodillado o decidir si lo castigamos otra vez. ¿Qué piensas hacer, novata?
—Yo le daba una paliza —susurró un estudiante sin discreción.
Todos los ojos y oídos se fijaron en ella. Yukiko miró a su alrededor, a Ruggie y a Jack para ver sus reacciones, pero el primero se encogió de hombros y el segundo no sabía qué decir. Pero ella tampoco tardó mucho en decidir qué hacer.
Se acercó el joven arrodillado y este la miró con pavor, preguntándose qué iba a ser de él ahora.
—Levántate.
—¿Eh?
—He dicho que te pongas de pie —repitió Yukiko con serenidad mientras volvía a recogerse el pelo—. Venga, hazlo.
Algunas personas volvieron a intercambiar susurros, sorprendidos y extrañados por aquella aparente piedad.
—¿Lo está perdonando? —se preguntó Jack, sorprendido. Se había imaginado que ella aprovecharía aquel perfecto momento para vengarse, pero viendo que se trataba de la hermana melliza del tranquilo y pacífico prefecto de Ramshackle, a lo mejor era posible que ella fuera similar a él. Y no sería una sorpresa, ella ya había aceptado las disculpas de Ruggie la noche anterior.
Ruggie tenía una suposición similar, pero en el momento en el que el estudiante con características de hipopótamo terminó de ponerse de pie...
—¡Hi-ya!
...Cayó de espaldas contra el suelo cuando la chica, de un salto, lo atrapó por el abdomen con ambas piernas.
Los demás se sobresaltaron por aquel inesperado derribo, incluido Leona, que también había supuesto que lo iba a perdonar, pero esbozó una sonrisa orgullosa al ver de primera mano un ejemplo de lo fuerte que era la joven en realidad.
—¡Mi madre! Eso ha sido rápido —susurró un joven.
—Es mucho más fuerte de lo que pensaba, ¡con lo bajita que es!
—Casi como con Riddle Rosehearts y su magia.
—¡Oh, ni me lo recuerdes! Siento escalofríos con solo oír su nombre...
—¡Riddle Rosehearts!
—Uh... Hazlo otra vez.
—¡Riddle Rosehearts!
—Otra vez.
—¡Riddle Rosehearts, Riddle Rosehearts, Riddle Rosehearts!
—Eh, vosotros dos, que os están viendo.
Viendo esta extraña interacción con aquellos estudiantes, Yukiko se quitó al joven de encima para ponerse de pie y miró a Jack y Ruggie, que parecían tan atónitos como ella. De hecho, Leona se llevó una mano a la sien.
—Estoy rodeado de idiotas —murmuró él con desaprobación.
Ignorando a aquellos dos y la sorpresa que había generado, Yukiko se acercó al joven aún en el suelo para agarrarlo del cuello de la chaqueta y obligarlo a verla a la cara.
—No vuelvas a hacerme eso —advirtió—. Ni a mí, ni a nadie importante para mí.
El joven asintió rápidamente, sintiéndose abochornado por haber sido derribado por ella por segunda vez, pero prefería aquello antes que volver a ser castigado por Leona una sola vez más.
—¡No lo volveré a hacer, lo juro! —exclamó antes de ponerse de pie y marcharse corriendo de allí.
Jack se corrigió inmediatamente. No le había dicho que se levantara porque lo perdonaba, sino para poder volver a tirarlo al suelo. Ruggie pudo ver otro motivo para dar las gracias por haber sido perdonado por ella antes...
—La verdad, se lo merecía por imbécil —comentó un estudiante de Savanaclaw robusto, con brazos fuertes y un característico peinado en un estilo bob.
—Así que no era mentira cuando dijeron que ya lo había derrotado antes...
Incluso si algunos estaban impresionados, algunos de los estudiantes siguieron mirándola con escepticismo.
—Pero ¿es realmente fuerte o será que él es muy débil? —cuestionó uno.
—¿No se creerá mucho solo por estar bajo la protección del líder de dormitorio? ¡Solo es una novata de primero! Debería conocer su lugar, como todos los demás.
—¿¡Qué estáis diciendo!? ¿¡Queréis morir!? —susurró otro, aterrado por ser escuchado por Leona, miedo que se hizo realidad.
—¿Oh? ¿Tenéis algo que decir? —preguntó Leona con cara de pocos amigos—. No os cortéis, venid aquí y compartidlo con nosotros, si es que tenéis agallas.
—¡No! ¡No hemos dicho nada!
—Ya decía yo, todavía se me ocurren formas de castigo incluso peores que la de la semana pasada —amenazó—. Se acabó el espectáculo, volved al entrenamiento o largaos de aquí.
Los estudiantes no dudaron en dispersarse. Si antes no había quedado claro, los estudiantes de Savanaclaw supieron que tenían completamente prohibido hacer el mínimo daño de cualquier tipo a la nueva estudiante de la escuela, no solo ella era capaces de darles una paliza, el líder de dormitorio les daría una incluso peor.
Ahora quedaron en aquella zona los tres hombres bestia y la joven.
—Bueno, la venganza sienta bien, ¿no crees? —preguntó Leona, regresando con Yukiko—. Se trata de la supervivencia del más fuerte, así que no dudes en asentar dominancia si lo ves necesario.
Pero ella apenas le había hecho caso. Había sido más que satisfactorio darle una tunda mejor que la de aquella vez en una especie de combate unilateral y ser apreciada por ello. Pero también se sentía abrumada; no supo decir exactamente por qué, si era lo mucho que había llamado la atención cuando era lo que menos le apetecía o si fue haberse encontrado con aquel atacante y acordarse de aquel terrible suceso.
—Eh, puede que no seas buena con la magia —dijo Leona, interrumpiendo sus pensamientos—. Pero aprovéchate de tu fuerza física, que parece ser tu ventaja. Tengo ganas de ver tu máximo potencial algún día. ¿Y quién sabe? Puede que hasta me llegues a derrotar en un combate.
—Eso ya lo veo complicado, Leona, pero sería interesante de ver, ¡shi, shi, shi! —comentó Ruggie, tratando de aguantar una risa mayor por imaginarse al líder de dormitorio siendo empujado al suelo por la pequeña y adorable joven.
Eso sí que no se lo esperaba, pero escuchar aquello, incluso si ya se lo habían dicho más de una vez desde la noche anterior, escucharlo de él la hizo sentir con un poco más de esperanza, como si ser aceptada por el líder fuera lo que al final necesitaba. Pero se sentía en conflicto, ya que, al mismo tiempo, seguía sin fiarse de él. Incluso si no había sido hostil con ella, lo había sido claramente con sus propios alumnos de dormitorio.
—Si no recuerdo mal, tenías prisa en irte y esta era la última parada, debes de estar agotada —comentó Leona—. Ruggie, acompáñala a su dormitorio. En el que ella vive.
—Sí, señor. ¿Te vienes tú también, Jack.
Jack decidió ir con la excusa de asegurarse de que otros no la atacaran en represalia y los tres se dirigieron a las escaleras que conducían abajo.
—Oh, antes de que se me olvide —recordó Leona, quedándose en su sitio—. Recuérdale a tu hermano de mi parte que aún nos queda aclarar eso con el enano rojo.
Yukiko lo miró por un segundo con indiferencia antes de continuar caminando.
—¿A qué se refería? —preguntó Jack, extrañado una vez más por el misterio entre los mellizos y los dos líderes de dormitorio.
—Es difícil de explicar —se limitó a responder Yukiko, sabiendo que no era su lugar divulgar algo tan personal como los recuerdos trágicos de los dos líderes de dormitorio que habían sufrido lo que ella había estado a punto.
Los hombres bestia se hicieron la idea y no volvieron a preguntar sobre el tema.
—Oye, ¿estás bien? —le preguntó Jack cuando llegaron a la salida y la notó cansada.
—Creo que sí, pero no me esperaba un combate improvisado.
—Bueno, por lo menos has dejado en claro que nadie debe meterse contigo, con Leona o sin él —respondió Ruggie, tratando de levantarle el ánimo.
—Sí, realmente me esperaba que ibas a perdonar a ese tipo, pero no eres tan piadosa como Yuu —añadió Jack con una sonrisa.
—Pues claro, ¡tenía que devolvérsela por lo de aquella vez! Las artes marciales son para la defensa, pero no iba a perder una oportunidad así, ¿sabes?
Ruggie se rio al verla de mejor humor.
—Realmente eres de Savanaclaw, ¡shi, shi, shi!
Dejando a Leona y los demás estudiantes de lado, a lo mejor no iba a estar tan mal formar parte de aquel dormitorio.
Sus compañero de dormitorio se despidieron de ella en la verja exterior del jardín de Ramshackle y Ruggie la ayudó a deshacer el hechizo y devolverle su pijama.
Al entrar en el edificio, volvió a encontrarse con Yuu y los otros tres en la sala de estar.
—Bienvenida de vuelta —la saludó Yuu—. ¿Qué tal Savanaclaw?
—¿¡Qué pasó!? ¿¡Se atrevieron a hacerte daño!? —preguntó Grim—. ¡El poderoso Grim les dará una lección!
—No, no. Tranquilo. Ya os contaré, pero digamos que ha ido mejor de lo que esperaba —respondió Yukiko antes de sentarse junto al pequeño monstruo—. Jack y Ruggie envían saludos.
—Me alegro. Por cierto, lo saben. Se los acabo de explicar mientras estabas fuera.
—¿El qué? —preguntó Yukiko antes de fijarse en las expresiones de Ace y Deuce, que se habían tornado nerviosas—. Ah, ¿lo de las voces? ¿Cómo han reaccionado?
—Tan pasmados y confundidos como el director —respondió Yuu—. Pero lo acaban de procesar.
—Vale, ahora confírmanoslo tú —dijo Ace, que quería dejar las cosas claras—. Ya teníais claro que esos tatuajes raros que tenéis en los hombros establecen un vínculo entre vosotros dos para que os veáis en sueños, aún no tenéis ni idea por qué. Ahí todo bien, ¿verdad?
—Así es —asintió Yukiko.
—Vale, ahora acabáis de descubrir con el director que esas voces que tú supuestamente escuchabas a saber dónde era exactamente lo mismo que Yuu escuchaba hasta hace poco, cuando fuimos a buscar a Jack...
—Eso parece, fue el día antes de despertarme en la puerta.
—Eso significa que... —murmuró Deuce, cohibido, mientras luchaba por reducir el rubor causado por la vergüenza—. Todos los sonidos... No, todas las conversaciones que tuvimos con él fueron escuchadas por ti desde lejos.
Yukiko se rio, ahora nerviosa. Ella también habría sentido escalofríos si hubiera sido escuchada por un desconocido desde lejos.
—No es como si escuchara TODO. Pero lo siento, no era mi intención espiar a la gente.
Los dos estudiantes de Heartslabyul volvieron a intercambiar una mirada nerviosa, Se lo estaban tomando con más calma de lo que ella imaginaba, así que supuso que la verdadera acción pasmada ya debió de ocurrir antes con la explicación de Yuu.
—¿Y cuánto recuerdas exactamente de lo que has oído de nosotros? —preguntó Ace.
—No mucho, pero una de las primeras cosas que se me quedaron fue que alguien le dijo cosas horribles a mi querido hermano por no tener magia en una escuela mágica que no sabía ni que existía... —Frunció el ceño con molestia y su voz sonó mucho más grave—. Eso fue realmente estúpido y cruel, ¿no lo crees, Ace?
Al darse cuenta de la fría mirada azul fijada en ella, Ace sintió un escalofrío. A pesar de su adorable aspecto, había sido puesta en Savanaclaw por algo...
—Te dije que era rencorosa y que no te perdonaría si lo descubría —dijo Yuu rápidamente mientras desviaba la mirada.
—Espera. ¿¡Se lo contaste!? —preguntó Ace, sintiéndose traicionado.
—No paró de insistir —explicó Grim.
—¿¡Te gusta reírte de la gente con dificultades!? —gritó Yukiko, aparentemente furiosa—. ¿¡Te parte de risa que otros no tengan las mismas oportunidades que tú!? ¡Explícame la gracia detrás de ello, que lo quiero saber!
Deuce se estremeció en su asiento, era cierto que se enfadaba fácilmente.
—¡No lo decía en serio! —exclamó Ace, asustado—. ¡Y le pedí perdón después de conocerlo mejor! ¡No tenía ni idea!
Pero la chica resopló y estalló en una suave carcajada.
—¡Ja, ja, ja! ¡Deberías verte la cara! Tranquilo, que ya lo sé —exclamó, antes de calmarse y mirarlo con una sonrisa—. Además, él también me dijo que le diste un puñetazo a alguien que le hizo lo mismo, eso sí que te lo agradezco.
—¡Y bien que se lo merecía Riddle! —exclamó Grim.
—De todas formas él también me pidió perdón y estamos bien ahora —recordó Yuu.
Ace se sentía aliviado de no caerle mal a la chica de Savanaclaw, pero la miró con irritación por aquel susto.
—¡¿Cómo?! ¡No te creas tanto, acosadora indirecta! —exclamó—. Y claro que le daría un puñetazo, lo que dijo él fue incluso peor.
—Oh, eso me recuerda: dijiste que tú también podías escucharla a ella, ¿verdad, Yuu? —preguntó Deuce para ignorar a Ace—. Pero con menos frecuencia.
—Sí, pero creo que escuchar risas así de la nada es incluso peor que unas voces que apenas recuerdas...
—Me lo imagino, lo siento —rio Yukiko, a pesar de que sabía que no había tenido control sobre eso.
De la misma forma que Yukiko podía escuchar lo mismo que él gracias a la marca, resultó que las risas y la tos que Yuu se creía haber imaginado provenían de su propia hermana desde aquel sitio desconocido. Risas como reacción por lo que más gracia le hacía... Y tos causada al ponerse gradualmente peor por la influencia de la magia inestable que había obtenido...
Pero resolver aquel misterio solo levantó otros nuevos. ¿Significaba aquello que Yukiko ya había comenzado a desarrollar su magia antes de siquiera despertar en la escuela? ¿Dónde habría estado ella hasta entonces? ¿Qué tendrían que ver las marcas con los sueños extraños ? ¿Acaso descubrirán todas las respuestas antes de regresar a casa?
—Pero apenas recuerdas la mayoría y no has vuelto a escuchar nada desde que llegaste al Night Raven College, ¿verdad? —preguntó Deuce.
—Exacto. Y no os preocupéis, si habéis compartido secretos o cosas vergonzosas, seguro que no me acuerdo de eso ahora mismo —dijo Yukiko con un tono de voz travieso y vivaracho.
Los dos jóvenes de Heartslabyul desviaron la mirada con vergüenza, de hecho Deuce se ruborizó, y Yuu se rió. Aquella afirmación tenía algo de mentira, pues Yuu le había hecho recordar que Ace había bromeado en mostrar interés en salir con ella al preguntar si tenía novio.
—Eso era lo que nos importaba, así que te perdonamos el descuido —exclamó Ace, tratando de disimular su vergüenza con una fachada de irritación—. Pero que esto quede entre nosotros, ¿ok? ¡No quiero que más gente se confunda y nos hagan preguntas por vuestra movida de otro mundo!
En eso estuvieron de acuerdo.
—¡A mí me parece una habilidad genial! —exclamó Grim—. Si fuera capaz de espiar a la gente, podría escuchar a los profesores hablar de las preguntas de los exámenes finales, ¿sabéis? Es una pena que la hayáis perdido.
—Dudo que eso hubiera funcionado, y hacerlo aposta sería criminal —suspiró Yuu mientras negaba suavemente la cabeza, Grim no tenía pinta de cambiar esa característica travesura suya en mucho, mucho tiempo.
Habiendo aclarado lo más importante de aquel asunto, decidieron cambiar de tema y Yukiko compartió su experiencia en su dormitorio oficial, ganándose una felicitación por cobrarse su venganza y el respeto de varios estudiantes.
Aquella mañana había sido mucho mejor de lo que ella se esperaba, deseó que fuera así también con su primer día en clase.
[Publicado el 11/6/2023]
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