12
Él no iba a recaer por Kang TaeHyun.
Ni por nadie recaería, debía tener la suficiente fuerza de voluntad, la misma que ha tenido en esos dos años.
Yo mismo me ofrecí. Pensó caminando con una mochila en el hombro en dirección al hotel en dónde se encontrarían en menos de veinte minutos.
Sentía algo de ansiedad, quería ignorar el sentimiento de decepción propia que lo recorría, así que en cuanto llegó, encendió un cigarrillo, quedándose a las afueras del lugar.
Miró la calle con distracción.
Por lo menos te va a pagar, es una buena cantidad. Se convenció como lo había estado haciendo toda la noche, con un mal sueño y la misma ansiedad que lo acompañaba en ese momento.
Observó un auto negro, caro e impecable, parecía incluso nuevo de lo pulcro que estaba.
De él, se bajó Kang TaeHyun.
Su cliente.
—No sabía que fumabas —ese fue el saludo del alfa al llegar con él, dejando las llaves de su auto en manos del empleado que se encargaría de llevarlo al estacionamiento del hotel. BeomGyu lo observó, soplando el humo a un lado para arrojar el cilindro en el suelo, pisando el cigarro para apagarlo.
—Ahora lo sabes —contestó dándose la vuelta, TaeHyun lo siguió con las manos en los bolsillos, pareciendo totalmente relajado.
—¿Almorzaste? —preguntó el alfa mirando su reloj de muñeca al llegar al mostrador, BeomGyu se volteó a verlo conteniendo un insulto.
—¿Para qué quieres saber?
—Podemos comer algo, yo invito —propuso con amabilidad, BeomGyu tocó la campanilla de la recepción.
—No voy a perder tiempo contigo —chistó mirando con una sonrisa amable a la recepcionista.
Se encargó de pedir la habitación más costosa, y TaeHyun no lo detuvo.
—¿Por cuánto tiempo? —preguntó la mujer registrando los datos del alfa, BeomGyu sonrió un poco con burla.
—¿Cinco minutos? —preguntó antes de dejar al alfa sólo con la recepcionista para que terminara la transacción, caminando al elevador con una pequeña sonrisa.
Aunque por dentro se estaba muriendo de la ansiedad.
—Si sólo aguantas cinco minutos me hubieras pedido ir a un motel —habló TaeHyun llegando con él, una sonrisa que lo sacaba de sus casillas, odiaba ver a ese hombre tan relajado y fingiendo una amabilidad que no tenía.
Sí es amable... Opinó su lobo en su interior, algo atraído por el aroma a canela.
Mark también era amable, todos los hombres son amables cuando quieren algo. Recordó dejando a su lobo por completo en silencio, sabiendo que tenía la razón y que no había tenido ni una sola experiencia buena como para negar su opinión o cambiarla.
—Pedí aperitivos...
—¿Para qué?
—Quisiera hablar contigo...
—¿De qué? Yo no tengo nada que hablar contigo —negó estirando la mano a la manilla de la puerta de la habitación para abrirla, pero antes de llegar a ella, TaeHyun puso la mano, abriendo él mismo y dejándolo pasar primero.
Arqueó una ceja, mirando la habitación, era lujosa, brillante, estaba impecable.
Era hermosa, pero no se estaba tomando tanto tiempo en detallar algunas decoraciones por la ansiedad del momento.
—Pero yo sí —asintió TaeHyun tomando asiento con confianza en un sillón que había alejado de la cama, a un lado había otro y en medio una mesa de noche.
BeomGyu dejó su mochila a un lado, tomando asiento en la cama.
—Siéntate aquí —pidió el alfa señalando el sillón a su lado. BeomGyu cruzó los brazos y las piernas.
—No tengo sexo en sillones —negó, obviamente mintiendo. TaeHyun suspiró.
—Sólo quiero hablar...
—Desde aquí te oigo perfectamente —afirmó mirando que arriba de la cama había un espejo, arqueó una ceja.
Que perversión. Pensó mirando que alrededor del espejo habían luces LED.
El hotel al que habían ido era un hotel especialmente para parejas en lunas de miel, festejos de aniversarios y demás, así que las habitaciones tenían ciertos detalles que un hotel familiar no tenía.
—Servicio a la habitación —avisó alguien tocando la puerta, TaeHyun suspiró.
—Pase —ordenó mirando fijamente a BeomGyu, perdiéndose en sus pensamientos, mientras que el otro observaba al empleado del hotel dejar la bandeja con aperitivos dulces en la mesa de noche en medio del alfa.
BeomGyu miró al empleado irse, ni una palabra salió del alfa.
—Gracias —soltó antes de que el empleado se fuera, dándole una sonrisa amable antes de que cerrara la puerta.
TaeHyun parpadeó cuando el otro se movió, miró a su lado la bandeja de aperitivos, tomó una fresa con chocolate, mordiendo.
—Lo que tienes de rico lo tienes de maleducado —espetó BeomGyu sin vergüenza, TaeHyun frunció el ceño.
—¿Por qué eres tan arisco?
—¿Y tú por qué eres tan imbécil? —preguntó de vuelta con un tono de burla, alzó los hombros— Son preguntas sin respuesta —contestó mirando la bandeja de aperitivos, había galletas, fresas con chocolate, también algunos bombones.
¿Serán saladas o dulces? Se preguntó mirando una de las galletas, TaeHyun hizo un gesto, ofreciendo de la bandeja.
—Come, es de ambos —ofreció, mirando al otro dudar un poco antes de levantarse, mirando con suma atención la bandeja.
No les puso nada, vienen de mano del empleado... Pensó tomando una de las galletas, saboreando, sintiendo gusto al saborear que era dulce.
—¿Por qué eres tan arisco? Lo pregunto enserio —habló, dejando de comer, el otro siguió tomando de las galletas, quedándose de pié pero a una distancia prudente.
¿Por qué parecía querer evitar contacto cuando en realidad estaban ahí por y para tener contacto? TaeHyun no dejaba de preguntarse esas cosas.
Él era uno de los mejores en su trabajo, leía por completo el lenguaje corporal de su contrincante, adivinaba sus siguientes movimientos y podía reaccionar a cualquier acontecimiento.
Pero, ¿Y en su vida contidiana?
BeomGyu masticó la galleta, pensando en su respuesta.
—Cuando trabajas con hombres con más dinero que cerebro, ser dócil no es lo mejor —contestó, lanzando un insulto disimulado hacia el alfa que sonrió, mirando que las galletas ya se estaban acabando.
—¿Cuántos años tienes? —preguntó curioso, enserio interesado en saber, se veía joven, algo delgado pero sin dejar de tener un cuerpo envidiable.
BeomGyu masticó otra galleta, dándole una mirada de incredulidad.
—¿Por qué mejor no me dices que me desnude? —preguntó pensando y muy seguro de que esas preguntas eran de simple cortesía, un pequeño teatro para alivianar el ambiente.
—Porque no quiero eso, te estoy preguntando por tu edad, sólo eso —afirmó, suspirando cuando el otro se quedó en silencio, comiendo de una galleta— Yo tengo veinticinco años —habló, tomando una sola fresa, notando que las galletas ya se habían acabado.
—Ujum...
—Si yo te dije mi edad, ¿Por qué no me dices la tuya?
—¿Te preocupa que sea menor? —preguntó con broma, TaeHyun chasqueó la lengua.
—Carajo, obvio no eres menor —negó muy seguro de sí mismo, se veía joven, pero no tanto como para ser menor de edad.
—Uhm... Tengo diecinueve —mintió arqueando una ceja, mirando la reacción del alfa que frunció el ceño.
¿Cómo es posible? Pensó, sintiéndose aún peor por sus anteriores comportamientos.
—¿Eso cambia algo? ¿Cambia la manera en la que me ves? No lo creo —negó dándose la vuelta, se limpió las manos antes de quitar su playera. La dejó en el suelo.
—No puedes tener diecinueve —negó TaeHyun, BeomGyu volteó a verlo por sobre su hombro, con una sonrisa de burla.
—¿Por qué antes no te importaba mi edad y ahora sí? —preguntó desabrochando su pantalón, los dedos le temblaron un poco, aún así, lo quitó, quedando en ropa interior. TaeHyun tragó grueso, el bailarín se devolvió hacia él, tomándolo de una muñeca para jalarlo.
—Me estás mintiendo —afirmó, BeomGyu soltó una risa sarcástica. Era una risa de nervios que no encontraba como disimular.
—¿Y qué si lo hago? ¿Y si te digo que tengo treinta? ¿Va a cambiar algo? Puedo tener diecinueve, veintiséis o treinta, pero nada va a cambiar —explicó abrazándolo por los hombros, TaeHyun no evitó abrazar su cintura, era una piel suave que se erizó bajo su tacto.
Una respuesta de rechazo.
—Solo quiero saber... —explicó acercándose más al otro, percibiendo el aroma a fresas, muy lejano pero podía percibirlo.
—Así lo sepas o yo, a ti sólo te interesa lo que hay entre mis piernas —habló el otro acariciando su mentón, BeomGyu le sonrió— Así que no me hagas perder más tiempo de lo que ya lo he perdido —pidió ladeando la cabeza cuando el alfa empezó a besar su cuello, dando pasos hacia la cama, haciéndolo retroceder.
Esa era su vida, tarde o temprano terminaría en brazos de un tipo del que sólo sabía su nombre.
Porque por mucho que quisiera ignorarlo, él es de la mala vida.
Y una mala vida, no se puede tapar con un dedo.
¿Qué creen que pase en el siguiente?
The_Dark_Diamond04
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