🪐⠀⠀ ⠀⠀𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞.
𝐩𝐫𝐨𝐥𝐨𝐠𝐮𝐞.
calling from the darkside
📌 EL SANTUARIO, Ubicación Indefinida.
tierra 616 ── 2010
EL ECO DE PASOS APRESURADOS RESONABA EN LOS PASILLOS OSCUROS DEL SANTUARIO, UN LUGAR QUE UNA VEZ HABÍA SERVIDO COMO UN REFUGIO SEGURO. Las paredes de piedra, impregnadas de siglos de magia e historia, vibraban con una energía inquietante, como si presintieran el peligro que se avecinaba. El silencio envolvía el ambiente por momentos en un manto que iba acompañado por el susurro del viento; sin embargo, la paz que proporcionaba solo hacía que el sentimiento de inminencia acrecentara.
Pilar, de tan solo siete años, se encontraba oculta en un pequeño compartimiento detrás de una estantería llena de libros antiguos y pergaminos. El compartimiento estaba sellado por fuera, impidiendo que pudiera abrir accidentalmente la pequeña puerta que la separaba del exterior. En sollozos ahogados, abrazó sus piernas cerca del pecho esperando que la amenaza que había irrumpido en el santuario retrocediera en dirección a las sombras de las que había nacido.
──Quédate aquí, Pilar ──le había indicado su madre con un tono de voz firme, pero cargado de ternura──. Pase lo que pase, no salgas hasta que yo vuelva.
Pilar, aún en plena confusión y con el corazón palpitante, asintió obedientemente antes de ver como su madre cerraba el pequeño cubículo. Aunque comprendía poco de lo que estaba ocurriendo, sabía que algo estaba terriblemente mal, pero confiaba en su madre más que en cualquier otra persona en el mundo. Sus sentidos se agudizaron con el pasar de los minutos, su oído siendo el más afilado, pero el más traicionero. Un fuerte golpe le arrebató un jadeo de los labios, obligándola a taparse la boca con ambas manos. Reconoció que aquel ruido eran pisadas que, con el pasar de los segundos, se acercaban a la zona donde ella se encontraba.
Pilar sabía que lo que fuera que estaba del otro lado, no era humano. El sonido de pasos arrastrados, mezclado con un gélido susurro que parecía deslizarse por las paredes, aumentó su miedo. Pilar, en su escondite, podía sentir el aire cargado de una oscuridad tangible. Cerró los ojos con fuerza, intentando contener las lágrimas que amenazaban con delatar su presencia. Recordó las palabras de su madre, repetidas una y otra vez en su mente como un mantra que debía seguir a toda costa.
El frío del compartimiento la envolvía, intensificando el temblor en su pequeño cuerpo. Apartando la mano de su boca lentamente, tomó con la misma aquel amuleto que su madre le había dado, esperando que le proporcionada alguna forma de consuelo. Aquel collar, el cual contenía una pequeña joya dorada incrustada, parecía vibrar al ritmo de su agitado corazón.
Los pasos se detuvieron repentinamente, haciendo que Pilar contuviera el aliento y cerrara los ojos como un mero reflejo de supervivencia. El silencio era aún más aterrador que el sonido.
Su mente clamaba por la presencia de su madre, deseando que regresara justo a tiempo. Intentó escuchar atentamente algún otro ruido proveniente del exterior, pero sólo podía escuchar su propia respiración. No obstante, le bastaba con su propio instinto para saber que del otro lado del escondite, alguien estaba esperando por un descuido de su parte.
De pronto, un murmullo gutural resonó, escalando en volumen cada vez más. Las palabras, parecían provenientes de un idioma antiguo que Pilar no entendía, pero que instintivamente, sabía que no traían nada bueno. Aún en posición fetal, Pilar cerró sus ojos con fuerza deseando apartar su mente de lo que sucedía, esperando que el momento terminara lo más pronto posible y aquella criatura se alejara sin encontrarla.
Un destello de luz se filtró a través de las rendijas del compartimiento. Una especie de luz morada y negra que, parecía proveniente de lo que fuera que estuviera al otro lado del escondite, terminó por alertarla haciéndola encogerse aún más en un costado del cubículo, intentando hacerse invisible.
Fuera del escondite, la figura monstruosa avanzó lentamente, su presencia llenando la habitación con una aura de maldad palpable, mientras una bruma de color oscuro envolvía la biblioteca del santuario. Pilar sintió una punzada de dolor en la cabeza, como si algo estuviera tratando de penetrar en su mente. La figura se detuvo frente a la estantería, alzando una mano envuelta en sombras. Los libros y pergaminos comenzaron a temblar, como si respondieran a una fuerza invisible. Pilar cerró los ojos, aferrando su mano con más fuerza a su collar a la vez que la energía en la habitación se intensificaba y el aire se volvía más pesado y denso.
La voz proveniente de la criatura ahora parecía escucharse dentro de su mente, repitiendo un mantra que Pilar no podía descifrar. Justo cuando Pilar pensó que no podía soportarlo más, una explosión de luz dorada iluminó el santuario. Un gruñido de frustración escapó de la garganta de la criatura, haciendo que Pilar abriera los ojos cuando la puerta del compartimiento se abrió y la figura de su madre apareció frente a ella, rodeada por un halo de luz.
Aturdida por lo que estaba sucediendo, Pilar divisó como su madre le extendía su mano, tomándola con fuerza del antebrazo ──intentando no lastimarla──, para sacarla de la seguridad de su escondite. La habitación del santuario estaba iluminada por un haz de luz que encandiló a Pilar cuando abandonó el compartimiento. En una esquina de la habitación, una criatura que les doblaba el tamaño se protegía de la luz rodeado por un torbellino de sombras.
──¡Rápido Pilar! ──dijo su madre con urgencia en la voz──. No tenemos mucho tiempo. Debemos irnos ahora.
Pilar, todavía temblando, tomó la mano de su madre y salió del compartimiento. Su mirada se desvió en dirección a la criatura de piel rojiza, su tamaño imponente, con múltiples ojos y cuernos la hizo estremecer. Un grito gutural escapó de los labios de aquel monstruo y Pilar sintió como su madre la alejaba con fuerza cuando el campo de luz brillante empezó a perder poder sobre la criatura. La oscuridad opacada por la luz de pronto se fusionó en una explosión de energía que lanzó a Pilar y su madre hacia atrás. El estruendo sacudió el suelo bajo sus pies, lanzando escombros y polvo al aire. Ambas cayeron pesadamente al suelo, su madre fue la primera en levantarse, buscando desesperadamente con su mirada a su hija en la penumbra.
──¡Pilar! ──gritó su madre. La pequeña se incorporó con cuidado, sólo para descubrir que se encontraba bajo la atenta mirada de la criatura.
La criatura comenzó a avanzar en dirección a la pequeña, sus múltiples ojos brillaban con una malicia palpable mientras el eco de sus pasos resonaban en los pasillos una vez más. Su madre se apresuró a arrodillarse a su lado, cubriéndola con su cuerpo para protegerla a la par que la ayudaba a ponerse de pie precipitadamente para empezar a correr.
Pilar, aún aturdida, se sujetó del brazo de su madre sintiendo un leve mareo que amagó con hacerla tropezar. Era como si su cuerpo se rindiera a una fuerza externa que pretendía arrastrarla al suelo para retenerla contra su voluntad. Su mente parecía nublarse mientras avanzaba y sentía como su madre intentaba mantenerla de pie, aunque sus pequeñas piernas parecían querer rendirse.
──¿Qué...? ¿Mami...? ──murmuró, no estaba segura siquiera de lo que intentaba comunicarle, quizá la inestabilidad que sentía en todo su cuerpo, pero las palabras no salían de sus labios.
──Estamos cerca ──le aseguró su madre. Ambas corrieran por el pasillo del santuario en busca del salón principal──. Debemos llegar a Kamar-Taj. Ahí estaremos seguras, ahí te podrán proteger.
Un quejido escapó de los labios de Pilar como una respuesta desganada. La penumbra del santuario parecía haberse trasladado a sus pensamientos, nublando por completo su consciencia. Pilar sintió como sus piernas se rendían, mientras su madre la sujetaba con fuerza entre sus brazos e imploraba repetidamente que se mantuviera despierta. Sus parpados pesaban, mientras la criatura se acercaba a grandes zancadas a ambas con la seguridad de que estaban atrapadas.
──Pilar... por favor, no cierres los ojos. Quédate despierta ──suplicó su madre. Sus brazos cargaron el pequeño cuerpo de Pilar avanzando con la fuerza que aún le quedaba hasta la sala principal del santuario.
──Lenore... ──habló la criatura, su voz grave y profunda como un susurro amenazante que retumbó por toda la habitación.
La madre de Pilar se detuvo en seco al escuchar su nombre resonar con esa voz gutural, como si la criatura se alimentara del miedo que provocaba. Lenore dejó a Pilar nuevamente de pie a su lado, aunque sus brazos la sostenían para evitar que se cayera. Sus ojos buscaron desesperadamente una salida, cualquier cosa que pudiera ayudarlas a ganar tiempo.
──No puedes escapar de mí. Tu hija... me pertenece ──continuó la criatura, su tono burbujeante cargado de una satisfacción oscura. Las luces del santuario parpadeaban mientras él se acercaba a Lenore.
──No ──la mujer le respondió con determinación──. Ella jamás irá contigo.
──No puedes impedir que llegue a ella para siempre, Lenore ──gruñó la criatura. Alzando una de sus imponentes manos, el aire alrededor de Lenore y Pilar comenzó a vibrar con una energía oscura encerrando la habitación en penumbras.
──Ella está bajo mi protección ──Lenore apretó la mandíbula, su mirada desafiando la oscuridad que se cernía sobre ellas──. No podrás tocarla mientras yo esté aquí.
Repentinamente, el santuario se desvaneció frente a los ojos de Lenore y fue reemplazado por un paisaje desolado y sombrío. El suelo era árido y agrietado, como si toda la flora que se encontraba anteriormente se hubiera hecho cenizas bajo sus pies. El cielo estaba cubierto de nubes negras y oscuras, generando una energía amenazante. Dentro de la poca consciencia que todavía intentaba pelear contra el poder de la criatura, Pilar se sintió aún más débil y desconcertada. Lenore, sin embargo, se mantenía firme en su lugar mientras sostenía a su hija con fuerza a su lado.
──Última oportunidad, Lenore ──advirtió la criatura, su voz resonando como un eco interminable en aquel paisaje infernal──. Entrega a la niña.
──Nunca ──dijo con firmeza, su voz resonando en el aire pesado. La criatura emitió un gruñido bajo, casi como una risa áspera, sus ojos brillando con una furia contenida.
Avanzando lentamente hasta ellas, su presencia convirtiéndose en una sombra opresiva que parecía absorber la poca luz restante alrededor de ellas. Lenore se colocó por delante de Pilar, sus manos se elevaron en posición, sus largos y finos dedos estirados dejando ver el anillo dorado que los abrazaba en su mano izquierda.
──Entonces, te destruiré a ti primero ──gruñó la bestia, levantando ambas manos. Una tormenta de energía oscura se formó entre sus dedos, relámpagos negros que chisporroteaban con una malevolencia palpable.
Lenore sintió un escalofrío recorrer su columna, pero no se movió. Con una respiración profunda, susurró unas palabras en un idioma antiguo que apenas recordaba. De pronto, un escudo brillante en color dorado emergió a su alrededor, formando una barrera de luz protectora que contrastaba con la oscuridad circundante. La criatura lanzó su ataque, un torrente de sombras que impactó contra el escudo de Lenore, haciéndolo temblar y vibrar bajo la presión. Lenore cerró los ojos, concentrándose en mantener la barrera a cualquier costo. Pilar se aferró a ella con la fuerza que todavía tenía en su pequeño cuerpo, escondiendo su rostro y cerrando sus ojos ante el impacto.
La criatura, observó cómo su ataque rebotaba contra el escudo dorado de Lenore, una chispa de irritación brillando en sus ojos incandescentes. Con un gesto de su mano, la realidad que las rodeaba empezó a distorsionarse. El paisaje desolado se retorció, los colores se desvanecieron en una mezcla de sombras y neblina, y el suelo bajo sus pies comenzó a desmoronarse, dejando a Lenore y Pilar rodeadas de un vacío sin fin.
──¿Piensas que un simple escudo puede detenerme, Lenore? ──la voz de la criatura resonó con un eco múltiple, como si viniera de todas partes y de ninguna a la vez. Con un movimiento de su mano, las sombras se condensaron, atacando nuevamente con el objetivo de derrumbar la barrera que Lenore había creado.
Sintiendo la presión que iba en aumento, el aire tornándose espeso y sofocante, Lenore cerró con fuerza sus ojos, sabía que no podía ceder. Sabía que si ambas quedaban atrapadas bajo su poder, todo estaría perdido. Pilar se aferraba a ella con fuerza, sin el valor suficiente para poder enfrentar a la criatura que estaba frente a ambas.
──Pilar, escucha con atención ──dijo, su voz sonando casi como un susurro tembloroso solamente dirigido a la pequeña──. No importa lo que pase, recuerda que te amo.
La pequeña levantó la mirada del suelo, abriendo sus ojos para encontrarse con la mirada cargada de cariño de su madre. Un par de lágrimas habían comenzado a bajar por sus mejillas y podía ver que los ojos de su madre estaban cristalinos. Un mal presentimiento la embargó, casi como si pudiera leer la mente de Lenore y lo que ella intentaba decirle.
──Mamá...
──¿Confías en mi...? ──su voz se quebró con aquella pregunta. Pilar asintió, sintiendo un nudo de angustia en su pequeña garganta──. Te amo más que a nada en este mundo. Siempre estaré contigo.
Sin previo aviso, un círculo de luz dorada se desplegó bajo los pies de Pilar, como un sol naciente en la asfixiante penumbra, irradiando un poder tan fuerte como el escudo forjado por su madre. Mirando por encima de su hombro a Pilar, mientras sus manos temblaban bajo el peso de mantener el escudo en pie, una sola mirada fue suficiente para que la niña comprendiera lo que su madre deseaba que hiciera. Pero Pilar, con el corazón anclado al temor, se negaba a abandonarla.
──¡Pilar, no hay tiempo!
La realidad alrededor de ambas se distorsionaba con cada segundo, transformándose en una pesadilla sin fin. El cielo había desaparecido, sustituido por una oscuridad que parecía devorar el mundo entero. Pilar, congelada por el terror, se aferró con desesperación a su madre, pero Lenore sabía que no podía perder ni un instante. Con una última mirada llena de determinación, dejó que la luz dorada del portal se intensificara, envolviendo a Pilar en su cálido fulgor, como si fuera su propio escudo.
Contemplando a su hija una última vez, con lágrimas que ardían en sus ojos, Lenore levantó una de sus manos hacia Pilar y, con un susurro en un antiguo idioma que resonaba como un eco atrapado en la oscuridad, obligó a Pilar a cruzar el portal, siendo arrastrada por la luz dorada que abrazó su pequeño cuerpo antes de cerrarse. Lenore cerró sus ojos dejando las que las lágrimas corrieran por sus mejillas cuando la silueta de Pilar desapareció en una chispa dorada que se apagó tan rápido como fue encendida.
«Te amo... Estarás bien...»
──¡NOOO! ──el grito de la criatura estremeció todo el lugar. Pero Lenore, con un último esfuerzo, canalizó toda su energía en el escudo que aún sostenía, redirigiéndolo en su dirección.
La fuerza de la luz dorada se intensificó y Lenore comenzó a avanzar en dirección a la criatura buscando envolver su imponente silueta. Exhausta, no sabía por cuanto tiempo podría retenerlo en aquel lugar. No obstante, sabía que él jamás se rendiría y que su fuerza jamás podría compararse con la de él. Un ataque de oscuridad terminó derribando la barrera que había creado, haciéndola caer de rodillas sobre el suelo. Sus sollozos llenaban el aire mientras la luz dorada se desvanecía lentamente a su alrededor.
La criatura demoniaca se acercó a ella, el cuerpo de Lenore yacía sobre el suelo oscuro, mientras sus brazos hacían todo lo posible por obligarla a ponerse de pie. Ahora en completa soledad, solamente en manos de él, Lenore sintió el agotamiento tomar control de su cuerpo. Pero había un destello de paz en su interior al saber que Pilar estaba a salvo. La criatura la observó, envolviendo su cuerpo con una de sus inmensas manos para levantarla del suelo y obligarla a mirarlo.
──¿Así es como me pagas? ──preguntó, aunque no esperaba una respuesta. Una risa ronca abandonó su garganta──. No puedes mantenerla a salvo eternamente, Lenore.
──T-tú... jamás vas a encontrarla...
La criatura sonrió.
──No tengo que hacerlo ──dijo, con evidente seguridad──. Ella vendrá por ti. Y cuando lo haga, no podrás evitarlo.
Lenore no respondió; simplemente observó cómo él alzaba su mano libre y la oscuridad giraba en torno a sus dedos. Con un último gesto, envolvió a Lenore por completo.
📌 QUEENS, Nueva York.
tierra 616 ── 2010
LA NOCHE SE CERNÍA FRÍA Y LLUVIOSA SOBRE LA CIUDAD, PINTANDO LAS CALLES CON UN AURA DE OSCURIDAD Y MISTERIO. Apenas un puñado de personas se aventuraba a cruzar las avenidas, regresando con paso cauteloso de sus jornadas laborales, sus paraguas desplegados como escudos contra la persistente lluvia. Otros, habían sido sorprendidos por la repentina tormenta, enfrentándose al desafío de volver a casa empapados.
En el corazón de la metrópolis, el bullicio constante solía reinar, dejando a los suburbios envueltos en un silencio melancólico. Pero en medio de la serenidad de la noche, un sonido singular emergía en la distancia: los pequeños sollozos de una joven niña que, en completa soledad, había llegado a la ciudad completamente desorientada.
Las luces de las farolas proyectaban un tono anaranjado tenue sobre las calles, reflejándose en los charcos de agua, aunque gradualmente la lluvia empezaba a disminuir su intensidad después de lo que habían parecido horas de tormenta. Pero nada se comparaba al huracán que atormentaba la mente de la pequeña en la oscuridad de la noche. En tan sólo un parpadeo, lo había perdido absolutamente todo.
De pie en la vereda, Pilar se abrazó a sí misma sintiendo el vestigio de lluvia mojando su cuerpo. Se había alejado apenas un par de pasos del lugar donde el portal la había transportado, esperando antes por alguna señal de su madre. Mirando a ambos lados de la calle, se encontró con los suburbios de la ciudad, cuadras y cuadras de casas, y negocios ahora cerrados. Intentó buscar con la mirada alguna señal del lugar donde se encontraba, pero no parecía reconocer siquiera el más mínimo árbol que estaba cerca a ella.
Deteniendo su andar, Pilar observó un edificio que emergía modestamente entre los suburbios. El letrero suspendido revelaba el nombre del lugar seguido de la palabra "orfanato", delineado de forma sencilla pero aún legible en la oscuridad. A través de las ventanas, se filtraba una luz cálida y acogedora que contrastaba con la frialdad del exterior. Pilar, exhausta y temblando, observó desde la penumbra de la calle el pequeño edificio de ladrillos. La lluvia había cesado por completo, pero la sensación de angustia y desesperanza en su corazón era palpable.
Frente a la fachada del edificio, Pilar vaciló, con el peso del miedo y la incertidumbre paralizándola. Instintivamente, su mano buscó el collar que colgaba bajo su ropa y sus dedos se cerraron sobre la pequeña piedra dorada. No podía estar segura de cuánto tiempo había pasado desde que se había separado de su madre; los eventos se mezclaban en su mente, desdibujados por la confusión y el dolor. Convirtiéndose en pequeños fragmentos de una situación donde Pilar había perdido por completo el sentido de lo que era real y no, como una amnesia repentina que pretendía protegerla.
Pilar sabía que tenía que moverse, que el frío y la soledad de la noche no le darían tregua. Con pasos vacilantes, comenzó a subir la escalera que conducía a la entrada del orfanato, sus pasos resonando en el pavimento mojado. Dudosa, se mantuvo de pie frente a la puerta. No obstante, luego de pensarlo, extendió una mano temblorosa, sus dedos fríos apenas rozando la madera y se dispuso, con tres pequeños golpes que resonaron en el aire, a llamar a la puerta.
Al cabo de unos segundos, una mujer de cabello castaño emergió desde el umbral con una sonrisa amable. Llevaba un suéter grueso de lana, y un aroma suave a lavanda y té la envolvía. Bajando la mirada, se encontró con los ojos temerosos de Pilar.
──Oh... Hola, pequeña── dijo con voz suave, inclinándose un poco para estar a su altura──. ¿Estás bien? ¿Estás perdido?
Pilar abrió la boca para responder, pero las palabras parecían atascadas en su garganta. Quería decirle todo, contarle sobre su madre, sobre el portal, sobre el peligro que la acechaba, pero se contuvo. Finalmente, con su mano aún aferrada al collar, asintió ligeramente, sintiendo cómo sus ojos se llenaban de lágrimas.
──Todo está bien... ──la mujer rodeo sus hombros con uno de sus brazos de manera protectora, pero sin invadir demasiado a Pilar──. Ven, entra. Hace frío afuera. Vamos a ponerte cómoda, y luego podemos hablar.
La calidez y amabilidad en la voz de la mujer le recordó por un instante a su madre, y Pilar sintió una punzada en el pecho mientras ingresaba al interior del orfanato. No sabía si debía confiar en ella, pero estaba tan agotada y abrumada que no vio otra opción. Con un último vistazo a la calle desierta y al oscuro cielo, Pilar observó como la puerta se cerraba frente a sus ojos.
Dentro, el orfanato era pequeño pero acogedor, con paredes empapeladas en un viejo papel tapiz con pequeñas flores celestes, adornadas con dibujos infantiles y fotos enmarcadas. Pilar podía escuchar el sonido lejano de risas y conversaciones provenientes de alguna habitación cercana, pero no podía concentrarse en los detalles. Se sentía extrañamente desconectada, como si estuviera observando todo a través de un cristal empañado.
──Ven conmigo, cariño ──la mujer le habló desde el pasillo mientras comenzaba a caminar por delante de ella. Aún dudosa, Pilar la siguió dejando siempre una distancia prudente de por medio.
La mujer la guió por un pasillo y la llevó a una pequeña cocina, donde el calor de una estufa encendida llenaba el aire. Le sirvió una taza de té caliente y le ofreció lo que Pilar reconoció como unas galletas de chocolate. Pilar se sentó en la mesa, sintiéndose rodeada de la calidez del lugar, que amenazaba con brindarle comodidad. No obstante, no podía deshacerse del frío que aún sentía por dentro.
──Mi nombre es Eva ──dijo la mujer, tomando asiento frente a ella──. ¿Puedes decirme de donde vienes? ¿Tú nombre...?
Pilar tragó saliva, su voz apenas un susurro tembloroso cuando finalmente habló.
──Pilar... me llamo Pilar.
──Pilar ──repitió Eva, sonriendo──. Es un nombre hermoso ──dijo con sinceridad, observando como Pilar apartaba la mirada y volvía a dar un sorbo al té aún con cierto nerviosismo──. Mira, no necesito saber cómo o porqué estabas en la calle. No tienes que contarme nada si no quieres. Sólo quiero ayudarte.
Pilar volvió a mirarla, sus manos se aferraban a la calidez de la taza. Hizo un pequeño esfuerzo para no volver a llorar, aunque podía sentir las lágrimas picando en sus ojos. Eva le dedicó una sonrisa honesta, demostrando que, aunque estaba preocupada, no iba a presionarla para saber la verdad detrás de su repentina llegada a la puerta del orfanato.
──Este es un lugar seguro, Pilar.
Pilar asintió lentamente, aunque las palabras de Eva apenas llegaban a ella, amortiguadas por la niebla de emociones que la envolvía. El concepto detrás de la seguridad que Eva le ofrecía se sentía distante, casi irreal. Una parte de ella no podía dejar de preguntarse si había llegado al lugar correcto, o si el peligro del cual había escapado encontraría una manera de alcanzarla aquí también.
━━━━ GIULY'S NOTE !! PROLOGO EDITADO Y COMPLETAMENTE RENOVADO 💫 Honestamente, estoy súper conforme respecto a ésta nueva versión y espero la disfruten. Como siempre, les agradezco por leer amores ❤️🌌
Les aviso que seguramente estaré editando en estos días el resto de capítulos que ya tenía escritos, para que puedan leerlos editados y ya nos pondremos con las actualizaciones reales jsjsjsjs
Nos leemos próximamente entonces amores, las amodoro! ❤️
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