Capitulo IX
Mackenna.
Cuando su abuela iba a cuidarla algunas noches cuando era mas pequeña, le encantaba relatarle la historia sobre la casa Benson. No era una historia agradable, y por supuesto, no era una historia que a sus padres le gustara que contaran, pero a la abuela de Murphy no le importaba eso. Su abuela se pasaba horas contándole la historia, cada vez que la pequeña niña se la pedía, y aunque muchas noches se asustaba, podía imaginarlo.
Su abuela era joven en aquella época cuando una familia adinerada se mudó, se apellidaba Benson, eran tan blancos que murmuraban que podían ser vampiros, era un hombre con cabello y ojos tan oscuros que llamaba demasiado la atención, seguido de una menuda esposa de cabello café claro y dos niños. Los niños no hablaban con nadie, no jugaban con nadie, y en las noches, mas de una vez, la policía habia ido a parar a la casa Benson porque escuchaban gritos. Fue una oscura y lluviosa noche cuando todo ocurrió, cuando los gritos se hicieron tan fuertes, cuando se escucharon ruidos de disparos, y cuando el hijo menor salió huyendo, su pijama blanco manchado de sangre, su cabello negro ensuciado con la misma, y sus ojos cafés completamente inexpresivos. Al parecer, en un ataque de locura por el padre de la familia, pensando que su esposa le era infiel, la mato cruelmente, asesino a su hijo mayor, y el menor huyó a tiempo aunque se manchó con la sangre de la familia, y él, se suicido.
La casa Benson estuvo en venta desde entonces, una sola vez fue comprada, pero sus habitantes se fueron al pasar dos semanas. Contaban que se sentían los espíritus de la esposa y el hijo mayor, que escuchaban los gritos, contaban que el fantasma del hombre aparecía.
Y una tradición nació en los niños del pueblo, cada Halloween, los niños de trece años entraban a la casa y debían pasar una noche ahí. Nadie lo lograba, nadie podía quedarse una noche solo en la casa Benson.
Mackenna recordaba como temblaba cuando su abuela le contaba aquella historia, Poppy no las oía porque en ese entonces era demasiado pequeña.
Mackenna había pasado incontable veces frente a la casa Benson, muchos decían que la niebla tapaba la casa en invierno provocando que apenas se pudiera ver el camino de adoquines, muchas personas hablaban y hablaban de esa casa. Y lo mas cerca que ella estuvo, fue en la puerta de entrada, donde se encontraba nuevamente. La voz de su abuela relatando el cuento aparecía en su memoria mientras que sus ojos estudiaban la puerta, en su espalda colgaba su mochila cargado de libros, el cielo en ese entonces se encontraba gris con espesas y grandes nubes, la chica tenía unas botas marrones, pantalones azules y se había colocado un sweter bordo que le quedaba grande, la temperatura había disminuido demasiado aquel día.
Llevaba su cabello suelto, con solo una media cola atada a lo alto de su cabeza. Con la mano temblando, toca la puerta de la casa, se queda esperando del otro lado, hasta que la misma es abierta por un hombre. Era alto, y delgado, con el cabello castaño y lacío, sus ojos eran redondos y una mezcla entre girses y azules. Como los ojos de Connell. El hombre tenía una corta barba en su rostro, y labios gruesos.
Pero al igual que sus hijos, tenía la línea de su mandíbula dándole un aire bastante atractivo.
-Tu debes ser Mackenna Murphy.-dice el hombre y extiende su mano.-Aspen Johansson.
Y ahí estaba el último miembro de la familia que a ella le faltaba conocer, la chica sonríe agarrando su mano y la estrecha mientras ingresa a la casa. Fue inevitable no hacer todo un recorrido panorámico a la misma, se alcanzaba a ver las estructuras antiguas que formaban la casa, sin contar por una gran escalera que los guiaba al segundo piso, la entrada principal era sencilla, con un perchero para los abrigos, cuadros de obras famosas .
Se escuchaba una melodía de piano ser tocada, era bastante suave y hermosa. Te invitaba a bailar con ella, Aspen guía a Mackenna por el pasillo hasta una sala, donde un gran piano de cola negro estaba en medio de la habitación, sentada en un sillon, se encontraba Jane usando un simple vestido negro y sandalias, mientras que en el piano, se encontraba Connell, a su lado estaba el niño castaño tocando el instrumento.
La chica se quedo estática viéndolos, no sabía que Connell se desenvolvía tan bien con un instrumento, ambos hermanos tocaban en conjunto la canción que leían en la partitura.
-Mackenna, que bueno que viniste.-dice Jane sacando la vista de su libro, haciendo que ambos jóvenes se detengan. Dean se da vuelta, tenía una máscara de un power ranger puesta, con los agujeros se podían ver sus ojos.
El rubio le sonríe.
-Llego tu nueva maestra.-le dice al menor, el niño agarra el brazo de su hermano.
-Tu puedes seguir enseñándome.-dice el niño, al parecer, la idea de que Murphy le enseñara no parecía de su agrado, pero la chica no se sintió ofendida por ello. Como dijo Travis, era educado en casa, entonces debía estar mas acostumbrado a la presencia de sus padres y hermanos para explicarles cosas de la materia que con la pelirroja.
-Murphy es inteligente amigo, podrás seguirle en ritmo. Menos en matemática, ahí le gano.
-Te crees tan listo.-hablo la pelirroja provocando una sonrisa burlona del rubio que se levanta de su silla, agarra la mano de Dean para que caminen junto a Mackenna.
-No me creo listo, lo soy.-dice y la pelirroja rueda los ojos.
-Mejor mostrémosle donde puede enseñarle a Dean-dice Jane atrayendo la miradas de todos. Los cinco caminan hasta el comedor de la casa, una larga mesa rectangular de color madera los esperaba con unas lindas sillas, el centro de mesa estaba compuesto por velas que parecían ser aromáticas.
En la mesa, había varios libros de la materia, sin contar que incluso se encontraba una jarra de limonada con hielo en la espera.
-Estaremos cerca, si nos necesitas-habla Aspen acariciando el cabello de su hijo menor.
-Puedo quedarme si quieres.
-¿No tenías tarea que hacer?-replica su madre, provocando que Connell vuelque sus ojos. Mackena descarta amablemente la idea de que se queden. El resto de la familia se retiran del comedor, Aspen echa una última mirada y tras una leve sonrisa, cierra la puerta detrás de él. Mackenna se voltea para encontrarse con Dean, quien la estaba observando.
-Bueno, Dean...puedes decirme Murphy si quieres, todos me llaman así.
Dean no responde, simplemente se sienta en una silla, sus ojos a través de la mascara la siguieron mientras que ella suspiraba tomando asiento. En los pocos minutos de clases, Mackenna alcanzo a notar que Dean era un niño bastante inteligente para su edad, su caligrafía era tan prolija que parecía la de un adulto, y aunque no hablaba demasiado, su voz sonaba firme cuando contestaba una de las preguntas de Mackenna.
-Muy bien, estaba pensando que podía dejarte algo de tarea.-dice ella.-¿Te gusta leer Dean?.
El niño asiente.
-¿Qué te gusta?.
-Los libros de aventura.-dice él-Aunque leí unos libros de poemas de mamá, no los entiendo demasiado.
-¿Por qué?.
-Son tan...complejos.
-Entonces, ¿Qué te parece si de tarea, buscas una frase de uno de esos poemas y me haces un análisis? Cuando vuelvas, lo leemos y vemos lo que ralmente significa.
Dean asiente y coloca su mano bajo la mascara rascándose la mejilla. Murphy ladea su cabeza viéndolo.
-¿Puedo preguntar porque usas eso?.
-Evita que la gente aparte la mirada cuando me mira.-contesta el menor.
-¿La gente aparta la mirada al verte?.-pregunta y Dean asiente.-¿Por eso no vas al colegio?.
-Los niños son malos-dice encogiéndose de hombros.
La pelirroja ríe levemente ante su afirmación de decir que "si los niños son malos" no quería ir a un colegio presencial.
-Bueno, yo no apartaría la mirada.
-¿Ni harías gestos?.-pregunta el pequeño, Murphy niega mientras lleva su mano a la mascara de Dean, se la estaba por levantar cuando una mano se aferra a su agarre. Alza la vista encontrándose con la mirada molesta de Alice.
-¿Qué es lo que hacías? No le gusta, no lo hagas.-dice la castaña retirando la mano de su hermano menor. Connell no tarda en aparecer.
-¿Qué pasa?.
-Mackenna iba a sacarle la máscara a Dean.
-Creo que ya fue mucha clase por hoy-dice Connell viendo su reloj.-Uh mira la hora, tiempo de merendar, ¿te ocupas Alice?.
La castaña frunce el ceño ante su hermano mayor, pero aun así, le hace caso, agarra la mano de Dean mientras se lo lleva con ella a la cocina.
-Lo siento-dice Mackenna.
-Si que eres una chica curiosa, Murphy.-comenta Connell.-¿No quieres curiosear en mi cuarto?.
Mackenna abre y cierra la boca antes de negar y acomoda los libros que había traido dejando los ejercicios de Connell.
-Tu hermano es inteligente.
-Él mas listo de la familia, según yo.-dice el rubio.-Su rostro esta mal...el lado izquierdo solamente, fue un incendio, no llego al ojo por suerte, pero si un poco a la ceja, su oreja y cerca del labio...como no es tan reciente no se ve tan mal solo...muchas personas hacen que los niños se sientan mal por no ser perfectos.
-Quieren protegerlo.-dice Murphy asintiendo.-Lo entiendo, no quería...
-Tranquila, Alice exagera un poco las cosas. Se que no tuviste malas intención.
-¿Dijiste que fue un incendio?-pregunta ella y Connell asiente.-¿Cómo?.
El rubio sonríe de lado antes de abrazar a Murphy por los hombros y llevarla a la cocina, donde Alice estaba dejando budines en un plato y dejándole una chocolatada al menor de los hermanos, y Dean comía.
El aliento de Connell susurra en su oído como si fuera la voz de un sueño.
-Es una historia para otra ocasión.
-¿Qué haces?.-pregunta Poppy mientras bajaba al sótano sosteniendo a Piper en sus brazos, deja al gato en el suelo que comienza a olfatear. El sotano causaba escalofríos en las hermanas, mas teniendo en cuenta que el foco de la luz no alumbraba demasiado bien.
La mayor de las hermanas estaba sacando cajas y cajas.
-¿Te acuerdas cuando la abuela Amelie me regalo un casco de astronauta?, bueno...pensé en dársela al hermano de Connell.
-¿Por qué?.
-Porque ya no lo uso, y...Dean le dará un mejor uso que yo.-contesta la chica mientras sigue moviendo todas las cajas. Poppy se une a su búsqueda, ambas hermanas comienzan a mover cajas llenas de ropa vieja, disfraces y viejos álbumes de fotografías.
Poppy comienza a distraerse con un álbum de fotos y se sienta en el suelo viéndolo mientras movía las fotografías.
-Mack, ¿Quién es esta bebe?.-pregunta Poppy mostrándole la foto de una bebe pelirroja con mejillas llenas y rosadas, vistiendo un conjunto rosado y el ceño fruncido de algo que no le gustaba.
-Bueno, claramente no soy yo.-dice ella.-¿No dice nada?.
-No-contesta Poppy.-Le preguntare a mamá.
Mackenna asiente hasta que da con el casco de astronauta, le saca el polvo y sonríe. El mismo era de color blanco, y tenía una calcomanía de estrella en la parte trasera. Sin contar, que en una letra desprolija podía leerse "Mackenna", esperaba que le gustara su regalo.
Las luces del sótano parpadearon, y las hermanas lo tomaron como buen momento para retirarse. Ambas caminan hacia la cocina, Mackenna tenía el casco de astronauta bajo su brazo, y Poppy la fotografía.
-Mamá, ¿Quién es esta bebe?.-pregunta Poppy mostrando la foto, su madre deja de cortar los vegetales para prestar atención a su hija. Mackenna creyo que por un segundo, paso un semblante serio en el rostro de su madre, una mirada algo nostálgica.
-¿Estuvieron rebuscando en cajas?.-pregunta la mujer.
-Mackenna buscaba el casco de astronauta que le regalaron, quiere dársela a Dean.
-¿Quién es Dean?.
-El hermano menor de Connell-habla la pelirroja, su madre la mira antes de fruncir los labios.
-Creo que lo mejor no es involucrarnos tanto con esa familia, escuche que no todos estan demasiado bien de la cabeza. Sin contar, que los padres vienen de Inglaterra.
-Entonces no nos podemos relacionar con ellos, ¿pero si con Travis?.-pregunta la pelirroja cruzada de brazos.-Eso es tan injusto.
Su madre suspira, y se voltea a ver a sus hijas. Saca la foto de las manos de Poppy y la mira unos segundos, luego la dobla en cuatro guardándola en su bolsillo.
-Es hija de unos viejos amigos, ustedes no habían nacido todavía.
-¿Y quien es la niña?.
-Hace mucho que no hablo con sus padres, se mudaron a Bruselas.-dice su madre.-Ahora déjense de tantas preguntas, y pongan la mesa.
Ninguna de las hermanas volvió a emitir palabra, ya sea porque su madre ocultaba algo, o porque no querian mencionar el tema nuevamente. Mackenna deja el casco en su escritorio mientras suelta un suspiro, cuando su madre vuelve a llamarla, baja las escaleras para comer.
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