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XI. Cuando nos reunamos en el infierno.

Logan.

— ¿Estás listo para irnos al lago? —inquirió una voz femenina entrando en mi habitación de forma abrupta.

Era mi hermana.

Entró —como ya tenían acostumbrado—, sin tocar la puerta antes de adentrarse en mí cuarto. Su cabello lo llevaba atado en una coleta de caballo con dos mechones de él que pasaban por su frente, lo que me causaba algo de gracia.

— ¿Y ese peinado de hormiga? —dije, burlándome de los delgados mechones rubios que se cruzaban por su frente.

Ella blanqueó sus ojos ante mi comentario—. ¿Y ese disfraz que llevas puesto aunque falten meses para Halloween? —Dijo, deslizando sus lentes ovalados con cristal rosa a la punta de su nariz—. Disculpa, que es tu cara —dijo, mirándome de arriba a abajo.

— ¿Sacas tus insultos de una página web? —bromeé.

—Peor —dijo, acomodando nuevamente sus lentes—. Los saco de mamá.

Ambos nos reímos por lo bajo.

— ¿Qué sacaste de mí? —preguntó mi madre, adentrándose en mi habitación con una cesta de ropa sucia.

—El encanto, obvio —dijo mi hermana sagazmente.

—Eso es más que notorio —dijo, sentándose en la silla de mi escritorio—. Eres una señorita muy bella Daphne —agregó, adulando a mi hermana.

Mi madre estiró los brazos hacia Daphne hizo un gesto para que ella se acercara, poniendo la cesta con ropa sucia en el piso junto a ella.

—Porque tuve la dicha de parecerme a ti —dijo Daphne, sentándose en las piernas de mamá—. No como el feo de Logan, que se parece al tío Donald.

— ¡Ja-ja! —reí sarcásticamente, lanzándole una media sucia a mi hermana y esta la atajó con sus manos, poniéndola en la cesta.

—Nadie es tan feo como el tío Donald —dijo mi madre.

Por un segundo la imagen del tío Donald se me vino a la mente, recordando la horrible verruga peluda que tenía en la mejilla derecha. Hice una mueca de desagrado ante lo que mi mente acababa de recordar.

—Tienes razón, nadie es tan desagradable como el tío Donald —agregué.

—Y mucho menos mis dos hijos —dijo mi madre, abrazando a Daphne—. Están creciendo demasiado rápido, ¿O yo estoy envejeciendo?

—No estás vieja mamá —dije, guardando una toalla en mi mochila gris.

—Pues así me siento —dijo, por lo que Daphne la abrazó con un poco más de fuerza—. En un par de años irán a la universidad, no tendrán tiempo para visitarnos a su padre y a mí porque estarán muy ocupados con sus nuevos amigos, parejas y ya nosotros no formaremos parte de su vida porque tendrán una propia.

— No te apresures mamá, que no estamos ni en nuestro último año y ya nos estás echando de casa —dije, mirando rápidamente a mi alrededor para asegurarme de que no se me quedara nada—. Pareciera que la que está loca porque crezcamos eres tú.

Mi madre rio por lo bajo sin decir nada.

—Nos vamos —dije, poniéndome mis lentes de sol.

— ¿A dónde van? —preguntó mi madre, inspeccionando mi aspecto con la mirada.

—Vamos al lago —dijo Daphne, levantándose de las piernas de esta última y depositándole un beso en la frente.

—Cuida de tu hermana —dijo mi madre, haciéndome un gesto con sus manos para que me acercara a darle un beso en la frente también.

Imité la acción de mi hermana y ambos salimos de la habitación adentrándonos por el pasillo hasta las escaleras principales, donde pisé un escalón mal y rodé hasta el piso de abajo.

La risa de chillona y escandalosa de Daphne no tardó en hacer resonar por todo el lugar.

— ¡¿QUÉ FUE ESO?! —gritó mi madre preocupada corriendo hacia Daphne, quien aún estaba en la planta superior riéndose

— ¡Logan se cayó! —Exclamó mi hermana entre risas-

Ambas corrieron escaleras abajo, posicionándose a mis laterales. Por alguna razón las piernas y los brazos no me daban para levantarme del suelo alfombrado donde caí.

Se sentía tan cómodo.

—Levántate —dijo mi madre, jalándome del brazo derecho.

—No quiero —murmuré con aspereza.

Mi madre continuó jalándome del brazo, haciendo cada vez más fuerza. La risa nada delicada de Daphne comenzó a sonar cada vez más lejana, mientras que mi madre forcejeaba conmigo.

— ¡Esta no es tu habitación, tienes que levantarte! —espetó mi madre molesta.

La risa de mi hermana se volvió inaudible.

Abrí los ojos y me senté bruscamente en la cama, mirando el lugar a mi alrededor: paredes lilas con rebordes de madera blancos, cama queen size con dosel estilo princesa blanca, sábanas a juego con el color de las paredes, repisas con luces navideñas y llenas de peluches, fotografías, perfumes y alguna que otra cosa de decoración.

En definitiva no era mi habitación.

Miré el sitio donde estaba acostado, encontrándome una fotografía enmarcada de mi hermana junto con una botella de vodka vacía.

—Perdón —murmuré.

Mi cabeza daba vueltas y tenía repetidas punzadas en ella.

Mi estómago dio un vuelco.

—Mamá, realmente lo siento —volví a disculparme.

—Sólo sal de su habitación —ordenó mi madre con brusquedad.

Recogí la botella que estaba sobre la cama, mi celular y los zapatos que tenía puestos la noche anterior.

—Mamá, realmente lo siento —volví a disculparme, caminando hacia la puerta blanca.

Una vez di un paso fuera de la habitación mi madre la cerró desde adentro; un poco de llanto se escuchaba a través de la puerta por lo que me sentí realmente culpable.

Había llegado ebrio nuevamente e irrumpido entre las paredes del cuarto de mi hermana.

Cuando alguien cercano se suicida —en mi caso se trataba de mi pequeña hermana—, te deja un enorme vacío que difícilmente podrás superar, además de que te deja con la cabeza llena de dudas sobre el por qué lo hizo.

¿Alguna vez sintió que no recibía apoyo, que le daba la espalda o que simplemente su vida no me interesaba?

¿Pudimos haber hecho algo para detenerla?

¿Fuimos malas personas?

¿El amor que le dábamos no era suficiente?

Muchas veces me preguntaba qué pude haber hecho diferente para que esa situación no hubiera pasado.

¿Qué habría pasado si tan solo no hubiéramos ido a aquella fiesta?

¿Cómo sería la vida de mi pequeña hermana ahora?

Vi la hora en mi celular encontrándome con que eran las siete de la mañana del viernes, por lo que me dispuse a tomar una ducha para posteriormente seguir durmiendo.

***

Sweather Weather de The Neighbourhood sonaba en la radio local mientras manejaba mi auto convertible cerca del lago Pine Falls. Una muy cálida brisa típica del pueblo soplaba mi cabello, pues el techo lo tenía descapotado.

Pasar por el lago me traía muchísimos recuerdos con Daphne, pues era su lugar favorito en todo el pueblo. Algo tenía sus aguas frías y cristalinas que le resultaban sumamente atrayentes a mi hermana.

Recapitulando un poco lo que había pasado el día anterior recordé a Chloe Ryan, con quien coincidí en mi paseo por el muelle del pueblo, donde la gente usualmente suele bañarse.

Recordar a Chloe también hacía que se me viniera a la mente nuestro punto en común —a pesar de que apenas nos estábamos conociendo—: Meghan Green.

Ella hizo daño a tanta gente y alguien finalmente se cansó de ser una más de sus víctimas.

Meghan Green muerta...

¿Cuántas veces no había soñado con esa situación desde que mi hermana se había suicidado por su culpa?

Una cuantas calles después finalmente llegué a mi destino; miré al asiento del copiloto y suspiré, agarrando el ramo de rosas rojas y la caja de bombones que había comprado hacía apenas unos minutos para posteriormente bajarme del auto.

Las verjas metálicas de estilo gótico que comprendían los límites del cementerio local se cernían ante mí, por lo que me adentré en sus espacios una vez que estuve en su reja. Debido a que la tumba de mi hermana no estaba tan lejos de la entrada principal del cementerio dejé el auto estacionado afuera.

El cementerio estaba desolado.

La cálida brisa que soplaba movía los árboles y arbustos del lugar tranquilamente, al igual que los pequeños y coloridos molinetes de aire que tenían algunas tumbas giraban con suavidad. Algunos cuervos sobrevolaban por la zona.

La grama del lugar brillaba con el reflejo de la luz solar: a la lejanía se podían ver algunos rociadores activos. Habían criptas regadas por el lugar, al igual que algunas esculturas de porcelana sobre figuras bíblicas o pequeños y regordetes ángeles bebes.

La mayoría de las tumbas de niños tenían de esos ángeles.

Finalmente me encontré ante la hilera de lápidas donde estaba la tumba de mi hermana, por lo que me acerqué y me senté frente a su lápida, viendo las flores marchitas y la caja de chocolates —ya rancios—, que le había llevado hace una semana.

—Soy yo otra vez —saludé con la mirada fija en la lápida, como si esperara una respuesta de su parte—. No eres más cliché porque no naciste un poco después. Te trajes las flores y chocolates que tanto te gustan —agregué, poniéndolos a un lado.

Miré a mi alrededor el desolado cementerio, tal parecía que era el único que estaba ahí.

—Si la borrachera de anoche hubiera sido un poco más fuerte podríamos ser roomies en el cielo, porque si no me estrellé en el auto mamá podría enviarme pronto a hacerte compañía—bromeé, mofándome un poco—. Sé que me despedí hace una semana porque me iba a la universidad pero adivina qué. Es un poco torpe hacer que adivines porque evidentemente no me vas a contestar, y si lo haces probablemente aún esté algo borracho o me haya dado un infarto y no me he dado cuenta. Como sea, ya estoy hablando muchas estupideces para el tiempo que nos conocemos, así que volveré a mi punto: finalmente la perra culpable de que ya no estés con nosotros está ardiendo en el infierno. Así es, Meghan está muerta.

Mi estómago rugió de la nada y dio un vuelco, por lo que posé mi mano derecha sobre mi barriga.

—Bueno, tengo un poco de hambre así que con tu permiso voy a robarte algunos de los chocolates que te traje porque tienes que aprender a compartir —bromeé, llevándome uno a la boca—. ¿Por qué tan callada? Ahora eres tímida o qué.

Extrañaba tantísimo escuchar la risa de Daphne.

—Aunque bueno, si escucho que me respondes debería preocuparme... ¿Tienes chocolates allá arriba? —Pregunté, mirando al cielo—. O donde sea que estés, porque tengo entendido que las personas que se suicidan no pueden entrar al cielo, pero me gusta pensar que estás allá más tranquila. De todas formas no me hagas mucho caso, no leo un libro común y mucho menos una biblia —agregué, llevándome otro chocolate a la boca—. Debes creer que estoy loco por venir a hablarte a tumba, pero sentir que me tal vez me estás escuchando donde quiera que estés me hace estar bien.

Guardé silencio durante un par de segundos mientras dirigía mi vista al cielo azul de Pine Falls, viendo como algunas nubes se desplazaban en él.

—Sé que ya ha pasado poco más de año y medio desde que partiste, pero es que aún no nos acostumbramos —dije, sintiendo como la voz se me quebraba de a poco—. Papá y mamá no están bien, y yo evidentemente tampoco. No tienes idea de lo mucho que te echamos de menos.

Mis ojos comenzaron a picar gracias que algunas lágrimas comenzaron a brotar de ellos, llevé otro chocolate a mi boca y lo mastiqué despacio.

—Sabes, de alguna forma creí que ahora que Meghan está muerta yo finalmente estaría en paz porque la culpable de que tú no estés aquí conmigo ahora mismo está tres metros bajo tierra —dije, sintiendo como la voz se me quebraba cada vez más. Tragué el chocolate con dificultad, sintiendo un nudo en la garganta—. Pero ahora me di cuenta de que eso no te devuelve aquí. Esta mañana desperté nuevamente en tu habitación ebrio y tú no estabas. Tus peluches, tus fotografías, ropa, zapatos, perfumes, colección de barbies intacta, posters, todo estaba ahí... Pero tú no, y no sabes lo jodido que se siente el no tenerte en la habitación de al lado... El no poder escuchar tu voz, tu risa, el tener que ir a tu habitación para que le bajaras volumen a tu música porque tocar la pared para que lo hicieras no servía de nada. El cómo te colabas a mi habitación después de que por necia hubieras visto una película de terror sola y no podías dormir, y Dios... Cuando cantabas a todo pulmón las canciones de Pitch Perfect creyéndote una Barden Bella más.

Rompí en llanto.

Daphne y yo éramos tan unidos antes de su muerte que parecía que no teníamos vida propia, pues donde estaba yo también iba ella. Era la que ponía música en el auto cuando íbamos al instituto, la que siempre estaba riéndose contigo o de ti.

Inclusive se reía de sí misma.

Su pie de limón tenía algo que sólo ella podía hacer, haciendo que fuera el mejor —y evidentemente mi favorito—, de todos los que había probado en mi vida.

Cuando mi hermana murió una gran parte de mí se fue con ella.

Mi teléfono sonó en mi bolsillo.

Me sequé las lágrimas con el dorso de mi mano izquierda mientras que con la derecha rastreé mi celular en mis pantalones, sacándolo de su interior una vez lo tuve en mis manos.

NUEVO MENSAJE MULTIMEDIA.
BLOCKED ID.

Desbloqueé mi celular y me metí en mi bandeja de mensajes, leyendo el que me acababa de llegar.

De: Blocked ID.
Si hubieras estado más pendiente de la perra tal vez no hubieran abusado de ella.
Espero que no hayas olvidado lo bien que te la pasaste conmigo, pero de ser así estaré más que dispuesta a recordártelo pronto cuando nos reunamos en el infierno.
¿Tus padres perdonarían el descuido que tuviste que pasó factura con la vida de Daphne?
Supongo que tal vez lo sabremos.
Besos, Meghan.

Seguido al texto había una imagen, y al abrirla quedé en shock ante lo que mis ojos estaban viendo: éramos Meghan y yo.

La foto fue tomada al espejo que estaba en la habitación, donde claramente nos reflejábamos Meghan —quien estaba sobre mí—, y yo.

Miré a mí alrededor rápidamente, encontrándome con que algunos arbustos a lo lejos se movían como si alguien se acabara de apartar de ellos. Tragué grueso y me levanté, agarrando las flores y los chocolates que había dejado hace una semana para botarlos en el basurero de camino a mi auto.

Una vez estuve dentro miré nuevamente el mensaje, encontrándome con que se trataba de la misma conversación en la que estaba el mensaje que me llegó aquél día en el entierro de Meghan.

¿Quién estaba detrás de aquellos mensajes?

***

GLOSARIO.

Roomies: Compañero de cuarto es una persona con quien se comparte una vivienda, como una habitación o dormitorio, excepto cuando se trata de una familia o una relación sentimental.

The Neighbourhood: Grupo de musica alternativa rock estadounidense creado en agosto de 2011.

Barbies: Marca de muñecas fabricada por la empresa estadounidense de juguetes Mattel Inc., formada en marzo de 1959.

Pitch Perfect: Es una franquicia de medios de comedia musical estadounidense creada por Kay Cannon, basada libremente en el libro de no ficción Pitch Perfect: The Quest for Collegiate a Cappella Glory de Mickey Rapkin.

Barden Bellas: Grupo musical de música ficticio perteneciente a la franquicia de Pitch Perfect.

***

NOTA DE AUTOR.

¡ACTUALIZACIÓN SEMANAL!

¡Hola peopleeeeeeee!

¿Cómo han estado?

Espero les haya gustado muchísimo este nuevo capítulo de Twisted Games tanto como a mí escribirlo.

Poco a poco lxs voy adentrando en el mundo individual de cada personaje para que lxs conozcan, y es algo que me está gustando

¿Qué les pareció el nuevo capítulo?

¿Qué tal les caen los personajes?

¿Les gustaría haber conocido a Daphne?

¡No olviden votar y compartir este capítulo con todos sus amigos lectores!

Espero que les esté gustando la historia.

¡Recuerden que también pueden leerme en The Liars —disponible en mi perfil—, y seguirme en mis redes sociales!

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Tal vez pronto también esté en tiktok.

¡No olviden que lxs amo!

Nos leemos luego.

—Expossito.

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