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VII- Moverse como diosa.

Brooke.

La alarma de mi celular acompañada por los rayos de sol que se colaban por la persiana me avisaron que ya eran las ocho de la mañana del jueves.

Rastreé con la mano derecha mi teléfono en la mesa de noche que estaba a la izquierda de mi cama. Una vez la tuve en mis manos desactivé la alarma: me senté en la cama y estiré mis brazos hacia arriba, haciendo tronar un par de huesos de mi espalda y liberando un fuerte bostezo.

Aún tenía muchísimo sueño, por lo que me acosté mi torso y mi rostro sobre mis piernas.

— ¡¿Brooke?! —llamó mi madre en la puerta, tocando dos veces.

— ¡Hmmmm! —hice.

Mi madre abrió la puerta de mi habitación y entró en ella, dirigiéndose a la canasta con ropa sucia.

—Tienes que despertarte, tu padre te está esperando —dijo, metiendo la ropa sucia en una cesta.

—Ya estoy despierta —dije, volviéndome a sentar.

Toda mi negra cabellera cubrió mi rostro.

—Tienes que levantarte —insistió mi mamá, caminando nuevamente a la puerta.

— ¿No podemos hacer esto otro día? —pregunté, pasando mi brazo derecho por debajo de mi cabello para llevarlo hacia atrás.

—Ya tuvimos esta conversación cariño —dijo mi madre, mirándome con desaprobación.

—Tú la tuviste con él —corregí—. Si me llevó ayer al cementerio es porque no quería que fueras al entierro de la persona que destruyó a nuestra familia.

—Cariño, tu padre y yo... —dijo mi madre, poniendo la cesta sobre la cómoda blanca que estaba a la derecha de la puerta.

—No trates de justificar lo que hizo mi papá —pedí, atando mi cabello en forma de cebolla

Mi madre suspiró y caminó hacia mi cama, sentándose junto a mí.

—No estoy tratando de justificarlo, lo que hizo no tiene nombre... —dijo mi madre.

—Sí tiene, se le llama infidelidad —corregí.

—Pero a la que le juraron lealtad en un altar hace quince años fue a mí —corrigió mi madre.

—Pero formo parte de la familia que él destruyó —justifiqué.

—Cariño, ya sabes que tu hermano no le habla —dijo mi madre—. Tengo miedo de que tu padre, ya sabes...

—No sería capaz —interrumpí—. Es un infiel, no un cobarde.

— ¿Sabes las agallas que hay que tener para hacer eso? —cuestionó mi madre. Ambas quedamos en silencio durante un par de segundos—. No puedo creer que RU haya declarado la muerte de Meghan como un suicidio.

—Supongo que un asesinato doble sería muchísima mala publicidad para una universidad —dije, agarrando mi celular para revisar la nube.

— ¿Doble asesinato? —dijo mi madre asombrada.

—Unas cuantas puñaladas equivalieron a una sobredosis de drogas —dije, recordando la charla que nos habían dado la mañana siguiente a los asesinatos.

— ¿Qué quisiste decir? —cuestionó mi madre.

—Hubo otro cadáver además del de Meghan. En la universidad dijeron que ella fue una suicida y él un drogadicto que tuvo una sobredosis —expliqué, mientras deslizaba las fotografías.

— ¡Vaya! —exclamó mi madre asombrada.

Llegué a las fotografías de mis tiempos del instituto, deteniéndome en una en particular.

—Esa chica destrozó a tu hermano y a nuestra familia —dijo mi madre, mirando la fotografía de reojo.

En la foto aparecíamos Meghan, mi hermano y yo.

Era de noche y estábamos en la fuente de soda local sentados en una de las mesas junto a la ventana luego de un interesante partido intercolegial. Ambas vestíamos el uniforme de las animadoras, mientras que mi hermano llevaba puesto un suéter vinotinto con el emblema de PFH en dorado.

Estábamos haciendo un brindis con nuestras malteadas y riéndonos de algo que había pasado durante el juego, un amigo de mi hermano se había encargado de tomar la fotografía.

¿Enserio se le cayeron los pantalones en pleno partido? —Preguntó Drake —mi hermano—, por milésima vez entre risas.

¿Cuántas veces debo repetirlo? —Cuestionó Meghan, colocando nuevamente su vaso en la mesa.

Fue de locos —dije, bebiendo de mi malteada de chocolate por el pitillo.

¿Cuándo sucedió eso? —preguntó Joel, el amigo de mi hermano.

Un poco antes de que ustedes llegaran —dijo Meghan, jugando con su cola de caballo—. Drake, ¿Podrías ir por más papas?

—A ti lo que pidas —dijo mi hermano—. ¿Podrías darme un permiso? —pidió a Meghan.

Ella se levantó del sillón y mi hermano salió en busca de las papas que había pedido previamente.

Lo hiciste bien Brooke —dijo Joel, esbozando una sonrisa amable.

¡Gracias! —dije, curvando mis labios en una sonrisa.

Y eso que no has visto sus mejores movimientos —dijo Meghan, viéndome con picardía.

Pateé a Meghan por debajo de la mesa y me sonrojé de inmediato.

¿Enserio? —cuestionó Joel, levantando su ceja derecha y apoyando su mejilla derecha en su puño.

Bueno... —murmuré—. Las coreografías no son taaaan difíciles.

— ¿No lo son? —Cuestionó Meghan—. Haces que luzcan tan fáciles. Se mueve como una diosa.

Estábamos sentados en las mesas con muebles acolchados junto a las ventanas con Drake y Joel; esa noche nuestro instituto había ganado un juego de fútbol contra los chicos del colegio privado, lo cual había sido un grandísimo logro en meses.

¿Podrías acompañarme al tocador? —pregunté, mirando a Meghan fijamente a los ojos.

Meghan se levantó del sillón y yo salí tras de ella, dirigiéndonos al baño del lugar.

— ¿Me puedes decir qué coño estás haciendo cuestioné, cruzándome de brazos y recostándome de la encimera de mármol donde estaban los lavamanos.

—Te estoy haciendo un favor —dijo Meghan, viendo su reflejo en el espejo y acomodándose un poco.

—Se mueve como una diosa —dije, imitando su voz—. ¿Crees que no me he dado cuenta de a qué te refieres?

—Cariño, no veo nada de malo en... —dijo Meghan, sacando su labial de su mochila y retocando su maquillaje.

— ¿Cómo que no ves nada de malo? —interrumpí—. Me estás describiendo como una zorra.

—Cariño, ¿Crees que a los chicos le gustan las santurronas? —cuestionó Meghan, viéndome por el reflejo del espejo.

—No, pero... —murmuré.

—Pero nada —dijo Meghan, interrumpiendo su maquillaje.

Meghan caminó hacia mí y me tomó de la mano, llevándome hasta estar junto a la encimera de mármol, justo frente al espejo.

—Brooke, soy tu mejor amiga —dijo Meghan, peinando mi cabello—. Te conozco.

— ¿A qué te refieres? —cuestioné, mirándola confundida por el espejo.

—Cariño, hasta el peor de los ciegos se da cuenta de que se te cae la baba por Joel —sugirió Meghan.

— ¡¿QUÉ?! —Espeté, girando sobre mis talones y viendo a Meghan de frente—. ¿A qué te refieres?

—Niégamelo —dijo Meghan, cruzando sus brazos sobre su pecho.

Blanqueé mis ojos y bufé—. Tienes que admitir que está guapo —dije, pensando en los ojos acaramelados de Joel.

Meghan me tomó de los hombros y me giró, poniéndome nuevamente de frente al espejo.

—Tiene lo suyo, pero no es mi tipo —admitió Meghan, sacando otro labial de su bolso y aplicándolo en mi boca—. Cariño, tienes que mentalizarte que lo que quieres lo consigues. Riégalo —ordenó, por lo que apreté y moví mis labios para regar mi labial—. Joel es presa fácil. Te ríes un poco de sus chistes.

— ¿Incluyendo los malos? —cuestioné.

—Esos tienen que ser los más graciosos —dijo Meghan, aplicando un poco de rubor en mis mejillas—. Un poco de jijiji, jajaja, y en menos de lo que te imaginas lo tendrás en tu cama.

— ¡MEGHAN! —espeté, abriendo mis ojos como platos.

— ¿No se supone que ese es el objetivo? —Cuestionó, a lo que respondí con mi silencio—. ¿Estás en un programa de abstinencia sexual o algo así? ¿Piensas llegar virgen hasta el matrimonio?

Una lágrima se deslizó por mi mejilla derecha, mientras que con mi pulgar inconscientemente acariciaba el rostro de Meghan en la fotografía.

—Cariño, yo... —murmuró mi madre, abrazándome de lado—. No te he preguntado, ¿Cómo te sientes con el asunto de Meghan?

Apoyé mi cabeza en su hombro derecho y comencé a llorar.

—Yo... No... —murmuré—. No sé cómo sentirme —admití finalmente, rompiendo en llanto.

—Sé que no es fácil —dijo mi madre con tono condescendiente.

—No sé si estar triste porque murió, si gritar, llorar... —dije entre llanto—. ¡Diablos! ¿Por qué sigue metiéndose con mis emociones hasta después de muerta?

—Más allá de lo que pasó con tu padre, tu hermano y Meghan... —dijo mi madre con aspereza. Suspiró y aclaró su garganta—. El punto es que ustedes fueron mejores amigas, y a pesar de traicionar tu confianza aún quedan sentimientos dentro de ti hacia ella.

—Me hice la dura durante tanto tiempo con respecto a Meghan y todo lo que pasó, pasé tanto tiempo odiándola... —dije, rompiendo nuevamente en llanto—. Es increíble que esté muerta.

—Ya no puedes hacer más nada —dijo mi madre, sobando mi espalda—. Solo nos queda esperar que atrapen al culpable lo antes posible.

Me rompí en llanto en las piernas de mi madre mientras ella sobaba mi espalda.

—Ese mal nacido merece morir —dije, secándome las lágrimas con el dorso de mi mano derecha y enderezándome.

—La muerte sería una salida demasiado fácil para alguien que cometió un crimen como este —dijo mi madre—. Tal vez Meghan no era precisamente el mejor ser humano en el planeta, pero nadie merece que le quiten la vida —agregó—. Ahora alístate, yo me pondré a lavar ropa —añadió, dándome dos palmadas en la espalda y dirigiéndose a la puerta—-. Todo va a estar bien —concluyó, agarrando la cesta con ropa y saliendo de la habitación.

Me levanté de la cama y estiré mis piernas, agarrando mi toalla blanca y saliendo de mi habitación para bañarme. Quince minutos después estaba bajando las escaleras y dirigiéndome a la sala.

— ¿Cómo la ves Akina? —preguntó una voz masculina que reconocí de inmediato.

Era mi padre.

Me escondí en la pared del pasillo junto a la sala de estar para escuchar la conversación

—Está en shock, Ralph respondió mi madre—. La muerte de Meghan, la forma en que la mataron...

—Te entiendo —dijo mi padre—. No tienes que terminar la idea, ya entendí a tu punto.

—Tengo miedo de que se encierre de nuevo —dijo mi madre en tono preocupado—. ¿Crees que tengamos que...?

—No tenemos que precipitarnos Akina —interrumpió mi padre—. Aquella vez la llevamos por la manera en que influyó nuestra separación en su comportamiento.

—Lo sé, pero no quiero que eso se vuelva a repetir —dijo mi madre—. Quiero lo mejor para mis hijos, y por más que nada quiero que Brooke esté bien. No es fácil para ella asistir al funeral de alguien que en algún momento de su vida significó algo para ella.

—En eso tienes razón, pero lo va a superar —insistió mi padre.

—Estamos separados, pero ambos somos sus padres —dijo mi madre—. ¿Estás seguro de que no quieres llamarle al...?

— ¡Estoy lista! —interrumpí, entrando en la sala.

Mi padre se levantó de golpe del sillón.

— ¡Cariño! —Exclamó, caminando hacia mí y dándome un abrazo—. Despídete de tu madre.

—Nos vemos en el almuerzo mamá —dije a modo de despedida.

Hurgué dentro de mi bandolera de Louis Vuitton negra.

—Olvidé algo en mi habitación, espérame en el auto —dije a mi padre, quien ya estaba en la puerta principal.

—No demores —pidió, girando el pomo de la puerta.

Subí un par de escalones y los bajé una vez mi papá estuvo fuera de la casa.

— ¿Me estás diciendo que yo sí tengo que pasar tiempo con mi papá y Drake puede librarse de él?

—Sabes perfectamente que desde que pasó lo de Meghan y tu padre, Drake no quiere verlo ni en pintura —justificó mi madre—. No puedo obligarlo a pasar tiempo con él.

—Drake perdió a una novia, pero yo perdí a una mejor amiga —dije con brusquedad—. Y ahora la perdí para siempre —añadí, caminando hacia la puerta y abriéndola.

—Brooke —dijo mi madre, pero ya era muy tarde.

Azoté la puerta principal al salir, bajé los escalones del porche y caminé por el sendero de piedra que se extendía desde las escaleras hasta la acera. Me subí en el BMW M3 negro de mi padre, poniéndome el cinturón de seguridad al sentarme de copiloto.

— ¿Todo en orden? —preguntó.

Asentí en respuesta y mi padre arrancó el auto. Al principio guardé silencio, mirando a través de la ventana las mismas casas de los mismos suburbios en los que llevaba viviendo desde que tenía uso de razón.

— ¿Cómo estás? —preguntó, mirándome de reojo.

—Bien, supongo —respondí con tono neutro.

—Sé que asistir ayer al funeral de Meghan fue más difícil para ti de lo que quieres admitir —dijo mi padre en tono comprensivo—. Todo esto tampoco ha sido fácil para mí

—Ya —dije, con brusquedad—. Es que no puedo imaginar lo difícil que fue para ti asistir al entierro de tu amante la rompe hogares.

—Brooke... —murmuró mi padre.

—No, es que te entiendo —interrumpí—. Porque obvio perdiste a la persona en quien más confiabas cuando te metiste con Meghan.

—Brooke... —volvió murmurar.

—También tuviste que enfrentar el divorcio de tus padres provocado por tu mejor amiga —interrumpí nuevamente.

—Brooke... —murmuró mi padre.

—Y también tuviste que lidiar con el hecho de que a tu mejor amiga le valió madres deshacer tu vida en mil pedazos —interrumpí nuevamente, lágrimas se deslizaban por mi rostro—. Lamento tanto lo que le sucedió a Meghan, pero ella más que nadie merecía morir.

— ¡BROOKE! —gritó mi padre, frenando el auto con brusquedad.

Me fui hacia adelante y atrás como consecuencia del freno imprevisto, lo mismo hizo mi padre.

—No te voy a permitir que hables así de alguien que fue importante en tu vida alguna vez —dijo mi padre.

— ¿Tanto te duele que hable mal de tu amante? —escupí sin pensar—. Era una zorra y tú un infi...

Fui interrumpida por mi padre, quien me dio una fuerte bofetada en mi mejilla izquierda. Llevé mi mano izquierda temblorosa al sitio donde mi padre dio el golpe. Mi boca se mantenía abierta por el asombro, al igual que mis labios no paraban de temblar. Un sentimiento de terror se apoderó de mí y una lágrima se deslizaba por mi mejilla derecha.

—Hija... Yo... —murmuró mi padre. Estaba tan asombrado como yo por lo que acababa de pasar—. Yo... Lo lamento, no quería hacerlo.

Me quedé en silencio y mi padre volvió a encender el auto.

—Hija, perdóname... Yo... —murmuró mi padre—. Yo realmente lo lamento.

Me quedé silencio mirando hacia la nada, estaba en shock.

Mi padre me había levantado la mano.

El resto del camino ambos guardamos silencio, hasta que luego de unas cuantas calles mi padre se detuvo en la fuente de soda local. Se estacionó cerca de la entrada y fue el primero en bajarse del auto, dando la vuelta hasta mi puerta para abrirla.

Bajé del auto y mi padre cerró la puerta a mis espaldas; agarró mi mano y yo solté la de él, por lo que caminó delante de mí y yo seguí sus pasos.

— ¿Puedes pedirme lo de siempre? —murmuré—. Tengo que ir al tocador.

—Está bien —dijo mi padre.

Lo dejé atrás y caminé directo hasta el final del sitio donde se encontraban los baños, entrando en el de damas. Me aseguré que el baño estuviera vacío y me encerré en la casilla del medio, sentándome en el inodoro y rompiendo en llanto.

En dieciocho años que tenía de vida mi padre nunca me había levantado la mano, y lo hizo porque ofendí a la zorra con la que había tenido relaciones, quien en algún momento de su vida fue mi mejor amiga, pero ahora estaba muerta.

Una notificación llegó a mi celular, por lo que este comenzó a sonar en mi bandolera. Hurgué dentro de mi bolsa y conseguí mi celular, leyendo lo que salía en la pantalla de bloqueo.

NUEVO MENSAJE
Blocked ID

Sequé mis lágrimas con el dorso de mi mano izquierda mientras que con la derecha desbloqueaba mi celular. Me levanté del inodoro y salí de la casilla, caminando hasta los lavamanos que estaban frente a estos.

Entré en la bandeja de mensajes y abrí el que me había llegado recién, leyendo la pantalla de mi celular.

De: Blocked ID.
¡CUIDADO!
Nunca terminas de conocer a la gente, y puede no ser la primera vez que cierta persona le levanta la mano a una chica.
¿Estás segura de que lamenta golpearte?
Besos, Meghan.

Lavé mi cara y la sequé con toallas de papel, perdiéndome unos segundos en mi reflejo.

"Puede no ser la primera vez que cierta persona le levanta la mano a una chica"

Esa frase daba vueltas una y otra vez por mi cabeza.

Entré nuevamente a la nube de mi celular, encontrándome nuevamente con la foto de antes.

¡Mierda! —Exclamó Meghan, hurgando en su mochila—. Olvidé mi chaqueta en los vestidores —agregó.

La buscas mañana y ya está —dije.

Mañana es sábado Brooke —dijo Meghan—. Si llego sin eso a casa mi madre va a matarme.

—Ya el instituto debe estar cerrado, de todas formas —dije.

Conozco una manera de entrar —insistió Meghan—. Tienes que acompañarme.

—Pero, ¿Y los chicos? —cuestioné.

Les decimos que ya volvemos y ya está —dijo Meghan—. Vamos en mi auto, no necesariamente tienen que ir con nosotros.

Una notificación que llegó a mi celular me trajo de vuelta a la realidad; me acerqué a la papelera y deseché las toallas de papel, guardando nuevamente el teléfono en la bandolera. Caminé hasta la puerta del baño, tomé un profundo suspiro y la abrí.

— ¿Tú? —dije, viendo a la persona que estaba de pie ante mí—. ¿Qué haces aquí?

***

GLOSARIO

RU: Ridgewood university

PFH: Pine Falls High

Bandolera: Una bandolera es un tipo de bolso que recibe su nombre de la correa o «bandola» que tradicionalmente servía para colgar algo y que se sujetaba sobre el hombro o bien cruzada sobre el pecho y la espalda descendiendo hasta la cadera opuesta.

Louis Vuitton: Louis Vuitton Malletier es una casa fundada en 1854 por Louis Vuitton. El monograma LV de sus etiquetas aparece en la mayor parte de sus productos.

***

Nota de autor.

¡Hola peopleeeee!

Tres semanas actualizando semanalmente, orgulloso de mí mismo.

Quiero agradecerles por tenerme paciencia a lxs que me leen desde hace un tiempo, al igual que darle la bienvenida a lxs nuevxs lectorxs.

¡Bienvenidxs a la locura!

Gracias por darle una oportunidad a mis libros.

¿Qué les está pareciendo Twisted Games?

¿Es el primer libro que leen de mi autoría o ya leyeron The Liars?

Si no han leído The Liars. 

¿Qué están esperando?

Está disponible en mi perfil.

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¡Los amo, nos leemos luego!

—Expossito

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