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VI-Los muertos no textean

Connor

— ¿A quién le habrá parecido gracioso mandarnos este mensaje? —cuestioné, leyendo nuevamente la pantalla de mi celular.

De: Blocked ID
De mí no se libran tan fácil.
Cuidado con lo que dicen y en quién confían, pues uno de los receptores de este mensaje fue quien me mató.
¡Nos vemos en el infierno!
Besos, Meghan.

Eran las cinco de la tarde del miércoles.

Dos días antes me había enterado de que varios de mis excompañeros del instituto habían aplicado a la misma universidad en la que yo había entrado, incluyendo a la más odiosa de todos: Meghan Green.

A pesar de que estaba preparándome para confrontarla y que la historia del instituto no se repitiera, me llevé la enorme sorpresa esa noche en la fiesta de inauguración de una nueva hermandad en el campus, cuando Meghan fue brutalmente asesinada y cayó desde el primer piso al piso principal, donde la fiesta se estaba celebrando.

¿Quién diría que una fiesta de inauguración de una hermandad universitaria terminaría en dos asesinatos?

—Sinceramente no sé qué me inquieta más —admitió Jake—. El que recibiéramos este mensaje de un número anónimo o que sugiriera que uno de los que lo recibimos es el asesino de Meghan.

— ¡Aquí tienen su orden! —anunció la mesera, colocando nuestro pedido en la mesa.

Luego del interrogatorio en la comisaría esa tarde, quedé con Jake en una fuente de soda local que lucía salido de la década de los 60's: las luces eran tenues, la cerámica del piso era de ajedrez, paredes blancas con una franja de ajedrez justo a la mitad, sillones y bancas altas tapizados con falso cuero turquesa, incluso había una rocola.

Estábamos sentados en una de esas mesas que estaban pegadas a las ventanas del local, de las que tienen un mueble acolchado en lugar de sillas.

La amable mesera vestía un uniforme turquesa acorde a la temática del lugar, con un delantal blanco y una placa en su pecho derecho con su nombre. Sus ojos eran café claros, piel pálida, rostro en forma de corazón y su cabello negro azabache atado en una apretada cola de caballo.

— ¡Muchísimas gracias...! —Dije, haciendo una pausa para leer su nombre—. Sam.

— ¡A su orden! —dijo con un tono cálido, esbozando una sonrisa amable y retirándose.

Me quedé mirando atontado como se marchaba la camarera mientras Jake tomaba una fotografía de nuestro pedido: una cerveza para Jake, una Coca-Cola para mí y una ración grande de nachos con queso.

—Cierra la boca que hay moscas —bromeó Jake, mirándome de reojo.

Negué repetidas veces con la cabeza apenado, sintiendo mis mejillas arder.

— ¿Crees que lo notó? —cuestioné, llevándome un nacho a la boca.

—Si tuviera ojos en la espalda, sí —respondió Jake, dándole un sorbo a su cerveza.

—Gracias a Dios que no —dije aliviado.

—Límpiate aquí —dijo Jake, pasando su dedo índice por la comisura inferior izquierda de su labio—. A tu izquierda —corrigió—. Perfecto, ya te limpiaste la baba.

Blanqueé mis ojos, bufé y tomé un nacho del tazón para arrojárselo a Jake, quien cruzó sus brazos frente su rostro a modo de escudo.

—Ridículo —dije mientras Jake reía. Tomé un sorbo de mi gaseosa y puse mi celular en el bolsillo de mi pantalón—. ¿Vas a negarme que está linda?

—Uhmmmm... —hizo Jake, volteando de forma disimulada hacia donde estaba la camarera y frunciendo los labios—. Si es linda, pero no es para tanto. No es mi tipo.

Abrí mis ojos como platos, asombrado con lo que Jake acababa de decir.

— ¡Ja! —reí a boca cerrada—. Tienes un tipo —añadí, agarrando un nacho de la bandeja.

—Así es —dijo, asintiendo con la cabeza—. Pero bueno, para los gustos los colores.

— ¿Cuál es tu tipo exactamente? —cuestioné, mirándolo fijamente.

Jake quedó pensativo un par de segundos, pasando su mano derecha por su cabello castaño.

—Me gusta que tengan ojos claros, ya sean azules o verdes —dijo Jake—. Pueden ser blancas o bronceadas, cabello rubio.

— ¡No me digas que te gusta...! —exclamé, siendo interrumpido por una voz femenina.

— ¿Puedo acompañarlos? —dijo Ellie Adkins, interrumpiéndome.

—Claro —accedió Jake, haciéndose a un lado en su mueble.

Ellie —al igual que nosotros—, aún vestía la ropa que llevaba esa mañana durante el entierro de Meghan. Puso un tazón con papas a la francesa en la mesa, al igual que un vaso de gaceosa y luego se sentó a la derecha de Jake.

— ¿Cómo están? —preguntó Ellie, llevándose una papa a la boca.

—Bien, ¿Y tú? —respondió Jake.

—Un poco asustada, pero bien —respondió Ellie.

— ¿Por qué estás asustada? —cuestioné, tomando un nacho de mi bandeja.

Ellie acomodó sus lentes—. No hay razón para estar tranquilos —aseguró—. Meghan fue asesinada y el responsable sigue por ahí.

—Tampoco es como que mataron a la Madre Teresa de Calcuta —dijo Jake. Ambos lo vimos con desaprobación—. No pretenden que me disculpe por decir la verdad, ¿O sí?

—Bueno, sé que Meghan no era precisamente un ángel, pero tampoco es como para que celebremos su muerte —difirió Ellie de la opinión de Jake.

Un silencio incómodo se generó entre los presentes; Ellie bebió un sorbo de su bebida, perdiendo su mirada en las papas, hasta que sus pensamientos fueron interrumpidos porque algo hacía ruido en su pequeño bolso de mano.

Ellie rastreó con su mano izquierda el interior del bolso en busca del objeto que estaba sonando. Patee a Jake por debajo de la mesa, captando su atención de inmediato.

— ¿Te gusta Ellie? —gesticulé sin emitir ningún sonido, recordando su descripción anterior de su tipo de chicas.

— ¿Ellie? —gesticuló él, frunciendo el ceño. Asentí en respuesta—. ¡No! —exclamó, llamando la atencinón de Ellie.

Ellie sacó su celular del bolso sin despegar la vista de Jake, viéndolo confundida.

—Lo siento —se disculpó él—. Es que aún no puedo creer que hoy me trataron como si hubiera matado a Meghan.

—Con permiso —dijo Ellie, levantándose y dejando sus cosas en la mesa.

— ¿Qué fue eso? —pregunté a Jake una vez que Ellie se allejó.

—Pensé en voz alta, supongo —dijo Jake, llevando un nacho a su boca.

—Solo era una simple pregunta —dije, tomando un sorbo de mi gaseosa.

—Ahora que lo pienso es chistoso —dijo Jake.

— ¿Por qué? —cuestioné, mirando a Ellie a través de la puerta de cristal del local mientras me llavaba un puñado de nachos a la boca.

—Porque si mal no recuerdo tú eras quien gustabas de ella antes —dijo Jake.

Comencé a toser dado a que me ahogué con los nachos ante el comentario de Jake, por lo que me di un par de golpes en el pecho con el puño cerrado.

—Y si no fuera por Meghan tal vez si habrías podido llegar a algo con Ellie —continuó Jake—. Ya sabes, por el maldito rumor que inventó.

—Era mi mamá —informó Ellie, sentándose nuevamente con nosotros—. Está algo paranóica luego de lo de Meghan.

— ¿Quién no lo estaría? —dije, bebiendo un sorbo de mi vaso.

—Están hablando de ella —dijo Jake, mirando por sobre el hombro de Ellie.

Ellie y yo nos volteamos al televisor, era el noticiero local el que estaba puesto en él.

— ¿Podría subirle un poco de volumen? —pedí al barista.

Pine falls está de luto —leyó Ellie en la franja noticiaria.

Esta mañana se llevó a cabo el entierro de los restos de la adolescente Meghan Green en el cementerio local —dijo la reportera—. Recordemos que la joven de dieciocho años había ganado recientemente el concurso anual de belleza Señorita Pine Falls, donde se le otorga a la ganadora una beca universitaria en Ridgewood University.

No puedo creer que yo la haya ayudado a ganar —murmuró Ellie.

— ¿Lo hiciste? —cuestionó Jake.

—Justo antes de que se metiera con Jason —dijo Ellie.

La investigación por el homicidio de la joven ha comenzado, y la persona detrás de tan atroz crimen sigue en libertad —continuó la reportera, mientras pasaban fotos de Meghan a lo largo de su vida en la pantalla—. ¿No estamos enfrentando ante un asesinato único o sólo es el inicio de algo más grande? Los habitantes de Pine Falls y Ridgewood están asustados y quieren que este horrible crimen se resuelva lo antes posible.

Luego de eso pasaron otro reportaje, por lo que el volumen del televisor fue bajado nuevamente por el barista.

—Es muy loco, ¿No lo crees? —cuestionó Jake.

— ¿Qué cosa? —inquirí, mirándolo con atención.

—Meghan creía tener el control sobre su vida, pero Dios tenía otros planes —dije, agarrando un puñado de nachos del tazón.

—Eso es lo que obtienes cuando juegas a ser Dios —dijo Ellie, llevando un puñado de papas a su boca—. Ella creía que podía controlar la vida de los demás a su antojo.

—Eso es lo malo de la manipulación —dijo Jake, agarrando un par de nachos—. Nunca sabes cuándo una de tus creaciones se va a volver en tu contra.

— ¿A qué te refieres? —Cuestioné, bebiendo un sorbo de mi vaso—. Ellie, puedes agarrar nachos si quieres.

—Tranquilo. Soy alérgica al queso —dijo Ellie.

—Si el mensaje que recibimos en el cementerio es cierto... —dijo Jake.

— ¿Realmente le tomarán importancia al mensaje que recibimos esta mañana? —interrumpió Ellie.

— ¿Por qué no habríamos de hacerlo? —preguntó Jake.

— ¡Por Dios Jake! Los muertos no mandan mensajes —señaló Ellie—. De seguro fue algún idiota molestándonos.

— ¿No crees que fue demasiado específico? —Cuestionó Jake—. "Uno de los receptores de este mensaje fue quien me mató" —leyó de la pantalla de su celular—. Lo recibimos los siete que estábamos esa noche ahí... Los que más la odiábamos.

— ¿Qué nos asegura que fuimos los únicos en recibir este mensaje? —Dijo Ellie—. No fuimos los únicos que a los que Meghan dañó. Este mensaje pudo haberlo enviado y recibido cualquiera.

—Tienes razón —concordé—. No hay que darle importancia a un mensaje anónimo.

— ¿Podríamos dejar de hablar de esto? —Pidió Ellie—. Ya fue lo suficientemente malo lidiar con ella estando viva, como para que nos siga atormentando ahora que no está.

—Ya vuelvo —dije, moviéndome en mi sillón.

Dejé a los chicos en la mesa y me dirigí al baño, pues tenía un rato orinándome y mi vejiga estaba por reventar. Entré en el baño y la decoración era igual a la del resto de la fuente de soda, tenían el lugar muy bien conservado.

Me acerqué al urinal y bajé el cierre de mi pantalón, sacando mi entrepierna para posteriormente vaciar mi vejiga. Una vez lo hice, me acerqué al lavamanos y evalué mi aspecto en el espejo.

Abrí el grifo del lavabo, me eché jabón líquido en mis manos y las froté para posteriormente enjuagarlas. Mi teléfono sonó en mi bolsillo, por lo que cerré el grifo para sacudir mis manos, secarlas con una toalla de papel y posteriormente revisar mi teléfono.

NUEVO MENSAJE
Blocked ID.

Desbloqueé mi celular y me fui directo a la bandeja de mensajes, dándome cuenta que se trataba del mismo remitente de esa mañana en el entierro.

De: Blocked ID.
Los muertos no textean, pero las leyendas nunca mueren.
¡Ten cuidado!
No todos son lo que parecen, nunca sabes que tan cerca estás de la muerte.
Besos, Meghan.

***

Nota de autor

¡Actualización semanal!

¡Hola peopleeeeeeee!

Espero estén bien.

¡Muchísimas gracias por el apoyo y la paciencia!

Perdonen la demora.

Saben que los amo.

¿Qué les está pareciendo el libro?

¿Qué les gustaría que pasara?

¡Todo será tomado en cuenta!

Si quieren leer algo que esté terminado mientras actualizo Twisted Games, les recomiendo The Liars, disponible en mi perfil.

¡Está imperdible!

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¡Nos leemos luego!

Expossito.



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