III- Caída Libre
Meghan
¿Qué han oído de mí?
Que esparcí el rumor de que Jake Carter y Connor Blake eran más que mejores amigos, que me acosté con Jason McKinley cuando era novio de Ellie Adkins solo por molestarla, y que un par de semanas después arrollé "accidentalmente" a Jason porque amenazaba con quitarle la beca deportiva que mi novio de ese entonces necesitaba.
Y no contenta con eso me tiré al hermano y al papá de Brooke Cosgrove, quien en ese entonces era mi mejor amiga. Que también inventé que Chloe Ryan consumía drogas e hice que la enviaran a rehabilitarse en una escuela católica de señoritas con ayuda Brooke; además de que soy la razón por la que una chica de cursos inferiores —la cual era hermana de Logan Hyland—, se suicidara.
Suena duro.
Deben estar pensando que soy una perra psicótica, una completa maldita...
¿La encarnación del diablo en persona?
Pues adivinen qué.
No están ni cerca de saber quién soy.
Y si tienen alguna opinión sobre mí o quién soy dígansela a quien le importe, no pierdan su tiempo intentando hacerme sentir mal.
No son lo suficiente como para afectarme.
Supe desde pequeña que estaba destinada a grandes cosas y que mi camino no sería fácil, pues fui víctima de bullying en la primaria por mis gruesos lentes y enormes ortodoncias debido a mis dientes desviados.
Aunado a los acontecimientos anteriormente mencionados, mis padres siempre le dieron prioridad a mi hermano mayor, por lo que mi infancia no fue más que una completa mierda.
Cada vez que quería hacer algo para divertirme de pequeña siempre había algo de mi hermano, un torneo de deletreo, un partido de fútbol americano, un concurso de preguntas televisado, las competencias matemáticas.
Sí, su vida era tan perfecta
Pero no todo fue sombras para mí, pues tenía un abuelo muy consentidor del cual era su nieta favorita y tenía una cercanía increíble, hasta que a los diez años murió a causa del cáncer metastástico, luego de que la célula cancerígena no sólo se quedara en su próstata, sino que se regó por el resto de sus órganos los cuáles eventualmente dejaron de funcionar.
Fue algo muy difícil de enfrentar a mi corta edad, perder al pilar de mi vida.
La única persona que parecía quererme, al único que parecía importarle simplemente se había ido del plano terrenal.
A pesar de ello siempre estuve preparada para cualquier escenario que tendría que enfrentar, y ya que estamos en pleno siglo XXI, no hay nada que no pueda resolverse con cirugía.
Exceptuando un corazón destrozado.
Luego de un par de operaciones con láser en la córnea pudieron reducir mi fórmula a lentes de contacto, al igual que me despedí de mi horrible ortodoncia luego de un diseño de sonrisa.
Al comenzar el bachillerato— luego de las intervenciones médicas anteriormente mencionadas—, era el centro de atención de todo el bachillerato: pasé de ser a patito feo marginado un cisne.
Un gran y hermoso cisne.
De mi abuelo aprendí a ser fuerte, su lema siempre había sido:
"La vida es dura y no hay lugar para los débiles"
Lo repetía una y otra vez, por lo que se me quedó grabado en mi memoria. Y adivinen qué.
Lo volví mi lema de vida.
Pongamos de ejemplo una película.
Maléfica.
Hermosa y alada hasta que fue traicionada.
¿Era ella la mala de la película realmente?
Adivinen qué, es obvio que no, y de ser así ¿Por qué rayos tendría su propia película explicando de dónde vendría su maldad?
O Medusa, quien fue abusada sexualmente y castigada por ello con una melena de serpientes y ojos que convertirían en piedra a cualquiera que se atreviese a mirarlos, para posteriormente ser decapitadas.
Ambas fueron víctimas de la sociedad castigadas injustamente, pero pasaron a ser victimarias cuando no se dejaron de nuevo.
Dos personajes realmente icónicos.
Y si algo había aprendido de ellas dos es a actuar al momento, a hacer las cosas antes de que puedan hacértelas a ti.
Además de eso —como ya mencioné antes—, mi transformación total del verano me volvió literalmente otra persona, me empezaron a invitar a fiestas, clubes y eventos sociales; el revuelo que mi nueva belleza era tal que lo que decía era ley.
Y créanme que supe cómo usarlo a mi favor.
—Justo cuando creí que no podrías lucir más patética vienes y te vistes así —dije, mirando a Ellie de arriba a abajo en forma despectiva.
Ella blanqueó sus ojos ante mi comentario—. ¿Qué tiene de malo como estoy vestida? —Cuestionó, mirándose al espejo—. No es que me importe, porque en lo absoluto lo hace.
Inspeccioné su vestido rosa pálido floreado, sus tenis blancos y finalmente me detuve en sus patéticos lentes.
Solté una risa ahogada—. Eres tan patética y predecible —dije con la vista en mi espejo, mientras me aplicaba mi labial carmesí.
—Y tú una perra sin remedio —escupió ella.
—Como sea, ni te molestes en aparecer en la fiesta —dije, mientras terminaba de aplicarme mi máscara de pestañas.
—Es una convocatoria a puertas abiertas, cualquiera tiene oportunidad —se excusó, mirándome con desdén.
—Cualquiera que no vista como una virginal —dije, esbozando una sonrisa pícara.
—El que no sea una zorra como tú, que se tira todo lo que se mueve no significa que sea virgen —escupió ella—. Además, te recuerdo que fui novia de Jason, y...
—Hasta que yo me acosté con él —interrumpí—. Y créeme cuando te digo que te hice un favor, porque además de que no se movía bien, lo tenía pequeño.
Ella blanqueó sus ojos ante mi comentario—. ¿Quién sabe? —cuestionó ella.
—¿Quién sabe qué? —inquirí, cruzando mis brazos sobre mi pecho.
—Tal vez estás tan usada que su no sentiste su pito cuando estuvo dentro de ti —dijo ella, sonriendo con suficiencia—. Es más, tal vez su pito apenas entró en tu caverna se deslizó tan rápido que dijo "Por aquí ya pasaron"
— ¡Ja-ja! —reí sarcásticamente—. Me vas a matar de risa.
—Ojalá alguien te matara enserio —escupió sin pensar.
Un silencio incómodo surgió entre ambas, por lo que el ambiente se volvió pesado de la nada. Me centré en terminarme de maquillar y vestir, y cuando ya estaba lista me encaminé a la puerta.
—Meghan, lo de antes... —murmuró Ellie—. Lo he dicho sin pensar.
— ¿Crees que le voy a tomar importancia a un insulto viniendo de alguien que viste como tú? —cuestioné, mirándola de arriba a abajo de forma despectiva—. Hasta mi abuela tiene más estilo. Parece que hubieras escogido tu atuendo con las luces apagadas.
—El que no te guste mi forma de vestir no significa que me cambiaré —sentenció ella.
—Y el hecho de que me desees la muerte no significa que pase —dije.
—Tendría mucha suerte si pasara.
—Lástima que hierba mala nunca muere —reflexioné, curvando mis labios en una sonrisa y saliendo de la habitación.
Antes de cerrar la puerta por completo, pude notar por el reflejo del espejo que Ellie se estaba cambiando de atuendo.
Después de todo la perra me hizo caso.
El pasillo de los dormitorios estaba completamente desolado, algunas bombillas parpadeaban, la iluminación se volvió tenue, y luego de escuchar sólo el sonido de mis tacones mientras caminaba por el pasillo, un apagón ocurrió.
—Mierda —murmuré, sacando mi teléfono del bolsillo y encendiendo la linterna.
Respiré hondo y negué repetidas veces con la cabeza, tratando de alejar los recuerdos de películas de horror con respecto a pasillos y apagones.
Caminé escasos pasos de vuelta a la habitación hasta que escuché algo rodar por el piso tras de mí; me giré rápidamente en mi sitio, alumbrando con la linterna de mi celular.
— ¡Hola! —exclamé, sin recibir respuesta. Bufé y negué con la cabeza.
Claramente nadie te va a contestar Meghan, te estás volviendo loca y ya.
Pensé, dando unos cortos pasos hacia adelante. Una notificación llegó a mi celular y de la impresión lo dejé caer al suelo. La linterna iluminaba mi rostro dado a que había caído con la pantalla contra el piso.
Me agaché y lo recogí, viendo que en su pantalla lo causante del mini-infarto que acababa de tener.
NUEVO MENSAJE
Blocked ID
Fruncí el ceño en modo de confusión y luego desbloqueé el celular, metiéndome en mi bandeja de mensajes.
De: Blocked ID
De esta noche no pasas.
Soy tu karma, maldita perra.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo y un sentimiento de miedo se había apoderado de mí.
Esa semana había estado recibiendo mensajes de ese número privado, entre ellos habían cosas tipo:
¿Te sientes poderosa humillando a los demás?
Algún día tus creaciones se volverán en tu contra, así como Brooke lo hizo.
Respira hondo, nunca sabes cuándo será tu último aliento.
Algún día sabrás qué se siente estar del otro lado.
¿Has pensado en el daño que has causado?
A pesar de parecer un poco específicos nunca les había tomado importancia, pues pensé que se trataba de alguna especie de broma de un idiota con muchísimo tiempo libre.
Además, le había hecho daño a tanta gente que adivinar quién estaba detrás de los mensajes sería una total pérdida de tiempo, y nunca había recibido uno como este.
Tan amenazante.
Tan directo.
Tan a oscuras.
— ¿Quién eres? —tecleé, y presioné enviar.
Y a diferencia de las veces anteriores, el mensaje sí puedo ser enviado. Tan pronto como fue posible otro mensaje llegó.
De: Blocked ID
Tu peor pesadilla.
Escuché algo rodar frente a mí, y me encontré con una lata —de lo que parecía ser una gaseosa—, girando sobre el suelo hacia mí, de forma muy lenta.
Caminé con cautela hasta la lata y la detuve con mi tacón, agachándome para recogerla: era una Coca-Cola Diet.
Pero tenía la palabra Coca-Cola y la t tachada con marcador, por lo que solo SE LEÍA UNA COSA.
DIE.
Die es el inglés para muerto.
Dejé caer la lata y unos deportivos la detuvieron. Me levanté de forma rápida e iluminé a la persona frente a mí.
Suéter negro que decía Ridgewood University en dorado.
Tenía una gorra y una capucha sobre ella.
Pantalones ajustados negros.
Guantes negros.
Zapatos deportivos negros.
Y una horrible máscara blanca con la forma de un rostro, con los orificios de la nariz para respirar y los de los ojos tapados con una tela negra.
Vacilé un par de pasos hacia atrás, y no fue hasta que vi su cuchillo que salí corriendo con dirección a mi habitación, y habría llegado de no ser traicionada por mis tacones.
Pisé mal y caí al suelo como una estúpida, pero los pasos a mis espaldas se habían detenido. La luz llegó nuevamente al edificio, y ahí estaba yo.
Sola en el pasillo desierto.
Sentí como el alma me volvió al cuerpo cuando me encontré sola y con energía en el edificio; sin embargo, seguí mi camino de vuelta a la habitación y esperé a que Ellie estuviera lista para ir con ella a la fiesta. Pues no quería irme sola.
Y menos con lo que acababa de pasar.
***
La noche había avanzado progresivamente y el ambiente en la fiesta estaba tan genial, aunque estaría mintiendo si negara que no me hacía falta Brooke a mi lado.
Después de todo éramos mejores amigas antes.
Pero hace un rato me había dejado muy en claro que nunca podríamos retomar la amistad que teníamos. Es una inmadura.
¿Por qué no supera que me acosté con su padre y su hermano?
Como si fuera la gran cosa.
Y que Chloe no supere aún que por mí la enviaran a un colegio católico.
Que Connor y Jake aún me odien por inventar que eran novios.
Ellie culpándome de su rompimiento con Jason porque me acosté con él para molestarla.
Logan creyendo que su hermana se suicidó por mi culpa, y no por estúpida.
Jason culpándome de haberlo atropellado y que nadie le creyera, lo cual es ilógico porque es algo que claramente sí hice.
Y que todos estuvieran ahí, esa noche, bajo un mismo techo y en una misma fiesta que yo era algo un tanto...
¿Perturbador?
Es como si la vida estuviera recordándome los peores pecados que había cometido.
¿Los siete pecados capitales?
Brooke sería Ira.
Ellie Envidia.
Jason Avaricia.
Jake Lujuria.
Chloe Gula.
Connor Soberbia.
Y Logan sería Pereza en combinación con Ira.
¿Por qué estoy pensando tales estupideces?
—Ya vengo —dije con un tono de voz elevado debido a la música que sonaba de la fiesta en la hermandad al chico que había conocido hace un rato, despegándome del beso que estábamos teniendo.
Podría estar borracha, pero sabía que él besaba mal y realmente necesitaba salir de esa situación.
— ¿A dónde vas? —inquirió él, recostándose sobre sus codos en la cama.
—Me pondré linda para ti —dije, esbozando una sonrisa coqueta—. ¿Sabes dónde queda el baño? —añadí, agarrando mi bolso de mano.
—En esa puerta —señaló a la derecha.
¡Genial!
Había un baño en la habitación.
—Vuelvo enseguida —le susurré al oído de forma coqueta.
Caminé tambaleándome hacia la puerta anteriormente mencionada, giré el pomo y la empujé para introducirme en ella, cerrando la puerta a mis espaldas.
Bufé y blanqueé los ojos, reflexionando sobre la situación en la que me encontraba. El baño era realmente lindo, con azulejos blancos y negros en el piso, bañera clásica y un hermoso espejo victoriano sobre el lavabo blanco, el cual estaba empotrado sobre mármol negro.
Perdí un poco el equilibrio debido a mi estado de ebriedad, por lo que me apoyé en la mesada del mármol frente al espejo.
— ¿Qué pasó compañera? —Dije a mi reflejo—. ¿Estás borracha?... No, no lo estás. O bueno, sí lo estás... ¿Si estuviera borracha pudiera hacer esto? —me pregunté a mí misma, dibujando un 4 con mis piernas.
Perdí un poco el equilibrio, por lo que volví a bajar mi pierna derecha y a sujetarme del lavabo.
— ¿Cómo te vas a librar de ese imbécil? —me pregunté a mí misma.
En situaciones como esta recurría a Brooke: la llamaba para decirle que me enviara un mensaje de texto diciendo que algo horrible le estaba ocurriendo a algún familiar y así me libraba de la situación.
Pero esa vez era diferente.
Esa vez estaba sola.
Y debía arreglármelas sola para librarme de él.
Retoqué un poco mi maquillaje, cepillé con mis manos mi lacio cabello negro y caminé nuevamente hacia la puerta, bufando y sacudiendo mi cuerpo antes de abrirla, y al hacerlo quedé petrificada ante lo que mis ojos estaban viendo.
Oscuridad total.
Lo único que iluminaba la habitación era la luz del baño y las luces que entraban desde las ventanas.
— ¡Hola! —Exclamé con un elevado tono de voz, dado a que la música exterior de la fiesta resonaba en la habitación; no obtuve respuesta ante mi llamado—. No es gracioso, tarado —bufé y me acerqué a la puerta de la habitación, pero al girar el pomo estaba cerrada—. ¿Puedes dejarme salir? Porque definitivamente no tendré sexo contigo —sentencié, con el mismo tono de voz elevado.
Blanqueé mis ojos y rastreé con mis manos un interruptor junto a la puerta, consiguiéndome con el pecho del chico.
— ¿Puedes abrir la puerta? —Pregunté, sin obtener respuesta—. Eres un imbécil.
Seguí rastreando en la pared hasta encontrar el interruptor, y al hacerlo encendí las luces de la habitación. Gritando ante el horror que mis ojos estaban viendo.
Era la persona que me había atacado temprano en el pasillo de los dormitorios.
Miré hacia la cama donde yacía el cuerpo sin vida del chico con el que estaba besándome hace un rato, y al voltear nuevamente hacia el atacante, este tenía elevada su mano derecha sujetando un cuchillo ensangrentado.
Por instinto —y dado a que la puerta de la habitación estaba cerrada—, corrí de vuelta hacia el baño cerré a medias la puerta al entrar, dado a que fue empujada con fuerza desde afuera; caí sobre mis nalgas y grité de desesperación.
¿Eran esos mis últimos minutos de vida?
Nunca había experimentado tal sentimiento de miedo.
Ni siquiera cuando iba a ser operada de la córnea.
Recibí un golpe en mi mejilla derecha a puño cerrado, seguido de un jalón de cabello que me puso de pie nuevamente; antes de que pudiera recibir otro golpe, empuje a la persona con todas mis fuerzas.
No iba a perder mi vida sin pelear por ella.
Fui empujada nuevamente hacia el baño, donde caí sentada en el inodoro.
Se acercó a mí y antes de que pudiera hacerme algo pateé su entrepierna, haciendo que cayera de rodillas frente a mí; me levanté con rapidez y salté sobre la persona, dando unos cortos pasos dado a que mi pantorrilla fue jalada por mi atacante.
Caí sobre mi pecho y me giré sagazmente, pateando su máscara, pero esta no se movió en lo absoluto; me puse nuevamente de pie, corriendo en dirección a la puerta con miras a forzarla. Su cuchillo se clavó en ella justo al lado derecho de mi cabeza.
Volteé y la persona corrió hacia mí, por lo que corrí hasta una peinadora que estaba frente a la cama. Mientras la persona estaba desclavando su cuchillo de la puerta, buscaba entre las cosas que estaban sobre él algo que pudiera usar como arma.
Al descuidarme, mi cabello fue agarrado con fuerza y mi rostro clavado contra el espejo tres veces seguidas, seguido de una puñalada en el estómago para luego ser arrojada al suelo.
Sentí como partículas de vidrio atravesaban mi bello y delicado rostro, saboreé el sabor metálico de la sangre cuando esta llegó a mis labios. Presioné la punzante y sangrienta herida de mi estómago en un vago intento de no perder sangre rápidamente.
—No hagas esto... Por favor —supliqué por mi vida—. No tienes que hacer esto.
La persona quitó su máscara, revelando su rostro para mí.
—No puede ser... —murmuré—. Es, simplemente... Imposible.
Volvió a colocarse la máscara y me tendió la mano, ayudándome a levantarme.
Metió una llave la puerta de la habitación y le sacó el seguro, por lo que caminé presionando mi estómago hacia ella.
¿Estaba realmente a salvo?
Al llegar a la puerta mi cabello fue jalado con fuerza nuevamente, sintiendo como un profundo corte atravesaba mi cuello, por lo que sujeté con fuerza tratando de evitar una hemorragia. A continuación, la puerta fue abierta.
En el pasillo se encontraban unas cuantas personas que en lo absoluto me estaban prestando atención; perdí el equilibrio, por lo que caminé recostándome de la pared. Mi visión se nubló completamente y la música comenzó a sonar cada vez más lejana.
—A-a-ayuda —balbuceé.
La sangre estaba corriendo por todo mi estómago y mi cuello, manchando mi ropa. Cada paso me sentía más débil.
¿Estaba muriendo?
Llegué hasta una especie de balcón que daba hacia el salón donde estaba sucediendo la fiesta en la casa de la hermandad, y donde estaban las escaleras. Me sostuve de la baranda y me volteé, mirando el rastro de sangre que había dejado en el pasillo.
No pude más.
Respiré hondo y simplemente me dejé llevar. Caí sobre la baranda y comencé a caer desde el primer piso hasta la planta inferior, donde había un montón de gente bailando.
Después de tantos años finalmente cumplía mi sueño de volar, pero...
¿Saben que es lo malo de volar alto?
Que la caída siempre será dura.
Sentí como los huesos de mi espalda se quebraron al momento en que esta hizo contacto con el duro suelo. La gente se abrió paso y la música se detuvo
— ¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA! —gritó una voz femenina.
Las voces se volvieron confusas mientras miraba a mí alrededor, viendo a todos y cada uno de mis pecados capitales regados por la habitación.
Brooke sería Ira.
Ellie Envidia.
Jason Avaricia.
Jake Lujuria.
Chloe Gula.
Connor Soberbia.
Y Logan sería Pereza en combinación con Ira.
Era como si la vida quisiera pasarme factura por todo el daño que mis acciones habían causado, recordándome a la vez que hace unos instantes uno de ellos se atrevió a acabar con mi vida.
Tomé un último aliento y dejé atrás el plano terrenal.
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