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La tentación de la sangre

Luego de la peor vergüenza que he pasado en mi corta vida, regreso a la habitación, traigo la cabeza gacha y me siento abochornada. Tengo diarrea. He apestado el baño de Charlie, luego para limpiar y eliminar el mal olor me gasté un litro de desinfectante, el aromatizador y hasta un desodorante de hombre. Es que tiene una ventana muy pequeña. Deben ser los nervios por todo lo que me ha sucedido.

Edward no está ¿Tan poderosa soy que ahuyento vampiros?

Me recuesto en la cama a esperarlo, no tengo otra cosa que hacer. Apenas cierro los ojos me sobresalta el sonido de un celular. La melodía parece ridícula. Busco en el bolso de Bella hasta que lo encuentro. Es un ladrillo, de esos de teclitas que mi mamá tenía cuando yo era niña. Había olvidado que crepúsculo fue publicado en el 2005, Meyer lo escribió un poco antes claro... Si Bella nació en 1987, debe ser... ¡No me lo creo! ¡Estoy en el año 2004!

¡Además de alucinar, retrocedí en el tiempo! Me pregunto si tomara un avión a mi casa ¿Qué encontraría?

Nada ¿Qué voy a encontrar? Si esto sucedió en la mente de Meyer y ahora sucede en la mía. Estoy en un sueño profundo o caí en coma.

El maldito aparato no para de pitar y no recuerdo que teclita debo presionar para recibir la llamada, en mi Smartphone solo tenía que deslizar el dedo. Dudo entre la del centro y la verde. Opto por la verde.

— ¡Bella! ¿Bella estás allí?— escucho una femenina y juvenil voz. ¿Es Renée? Vaya que se oye muy joven.

—Hola Renée— contesto.

—No has contestado mis correos. Lo prometiste. Ya sé, ya se. ¿No me digas que no hay internet? Le dije a Charlie que consiguiera una computadora buena y conectara el internet.

—Lo siento, la computadora no enciende— digo recordando que Bella tenía un cacharro súper viejo y lento.

—Ese tacaño— suspira la madre de Bella. — ¿Cómo te fue en tu primer día de escuela? Anda cuéntame— exige. Quisiera decirle lo que Bella respondía, que bien. Sólo eso.

—Bueno, conocí a mucha gente— suspiro.

—Ya nena sé más precisa. ¿Algún galán?— vuelve a preguntar y sonrío. Qué madre más linda. La mía se entera que alguien me gusta y seguro le ve defectos por todos lados.

—Bueno, sí. Pero no puedo hablar ahora— le dije cuando vi a Edward materializarse casi de la nada. Estúpida velocidad vampírica. –Debo colgar. Yo te llamo— busqué la tecla roja mientras Renée seguía diciéndome algo que no entendí.

—Todo está despejado, no hay nómades cerca— me confirma.

—Qué alivio— intento sonreírle pero fracaso. Aún se me acelera el corazón cuando me mira.

—El jefe Swan está por llegar, creo que espera que haya algo de comer— me dice frunciendo la frente. Debe estar escuchando la voz de Charlie.

—Uy si, la comida. Voy a ver que puedo preparar— digo levantándome de la cama.

—Estaré aquí por si me necesitas— me dice antes que yo salga de la habitación.

"Qué bueno que no puedes oír mis pensamientos Edward Cullen porque a ti te necesito para algunas cosas que no son muy decorosas" pienso mientas bajo las escaleras.

—Hola hija ¿Y tú auto?— pregunta Charlie mientras entra a la casa.,

—Se malogró en la escuela, no quiso arrancar— mentí.

— ¿Cómo regresaste?

—Me trajo una amiga nueva que hice. Alice Cullen—respondí.

—Debe ser la hija del doctor Cullen, buenos muchachos los que tiene— dice olisqueando lo que estoy a punto de empezar a preparar.

—Voy a hacer pasta— le digo, me sonríe en aprobación y se marcha. Suspiro. Hacer pasta no es tan difícil solo tengo que poner a hervir un poco de agua y echarle la pasta... ¡Ah! Y hacer alguna salsa. Reviso el refrigerador pero no hay nada. ¿Qué clase de hombre es Charlie? Oh ya lo recuerdo, es un soltero empedernido. Necesito al menos unos cuantos ingredientes ¿Qué puedo hacer? Afuera hay dos clanes vigilando el bosque.

Rebusco en la alacena, encuentro una lata de salsa y aceite de olivo. Esto bastará por hoy, no quiero movilizar a los Cullen y a los Quileute porque no tengo ingredientes para hacer la cena.

Luego de comer frente al televisor, Charlie me pregunta algunas cosas sobre mi primer día. Le digo que todo va muy bien, que me gusta el lugar y la gente. Intento ser lo menos comunicativa posible, él tampoco es buen conversador.

Finjo un bostezo y le digo que tengo sueño, me desea buenas noches y me voy a la cama. ¡Por fin! ¡Voy a ver al dios vampiro otra vez!

Apenas entro noto que el espejo ha sido removido de su lugar. Está muy cerca de mi cama. Veo el reloj que está sobre la mesita de noche, apenas van a ser las diez.

— ¿Edward?— murmuro muy despacio.

—Aquí— me dice al lado de las cortinas. No lo vi al entrar.

— ¿Hay que esperar?— pregunto aunque sé la respuesta, solo quiero escuchar su voz, si pronto he de despertar o volver a mi mundo quiero escuchar esa aterciopelada y sensual voz lo más posible.

—Si— responde secamente.

Miro la mesita de noche donde Bella acomodó sus fotografías de niña y sus objetos personales. En el primer cajón está el libro Sentido y Sensibilidad de Jane Austen. Sonrío al verlo, lo leí el año pasado en PDF porque no lo encontré en ninguna librería. En este libro se inspiró Meyer para darle nombre al más hermosos vampiro. En Edward Ferrars.

—Tu nombre proviene de aquí— murmuro. Al instante él está a mi lado con la mano puesta en el libro.

— ¿Me permites?— dice interesado.

—Naciste en Chicago en 1901— dije acercándome a la ventana recordando las tantas veces que leí y releí aquellas hojas de mis libros favoritos. Y como si fuese la cosa más natural de mundo empecé a hablar. —Sé que te enviaron a una buena escuela, que tomaste clases de piano. Creciste durante la primera guerra mundial, querías ser soldado pero aún no tenías la edad de enlistarte... la gripe española azotó chicago, tu padre enfermó primero, luego tu madre y finalmente tú. Carlisle te conoció en el hospital, tu madre, Elizabeth le pidió que te salve... ella intuía lo que él era...

— ¿Cómo es que sabes tanto?— dice con la voz apagada. –Carlisle nunca me dijo eso. Lo vi en su mente pero jamás me dio detalles de lo que pasó en aquel hospital, no era necesario para mí— su voz se hace más fuerte hasta sentirla sobre mi oído. Está parado justo detrás de mí.

— ¿Carlisle nunca te lo dijo?— sonrío.

—No.

—Yo... lo leí en Luna Nueva, luego que Jasper intentó atacar a Bella... atacarme... ashh— resoplo frustrada.

— ¿Jasper intentará matarte?— pregunta.

—Es el más débil. Además Bella tuvo la culpa, se cortó con un papel ¿Lo imaginas? Con un trozo de papel.

—Hablas del futuro como si fuese pasado.

—Ya no es el futuro o tal vez sólo lo estoy echando a perder con mi presencia. Si no estuviera tan obsesionada— suspiro.

—Cuéntame más— me pide.

—Odio los spoilers— bromeo. Escucho que respira fuerte como si estuviera molesto, me giro a verlo pero está sonriendo.

—Yo también odio los spoilers— confiesa. –Aunque es raro que encuentre uno— agrega. Sonrío al imaginarlo leyendo a velocidad vampírica. Con el tiempo que tiene, más de noventa años, sin dormir por las noches. Ya debe haberse leído la mitad de todos los libros del mundo.

Quisiera tener algo afilado en este momento, hacerme un corte y obligarlo a beber de mí para que así pueda convertirme en su compañera por toda la eternidad.

— ¿Qué hora es?— pregunto en lugar de seguir pensando tonterías. Yo debo volver a mi vida y Bella a la suya. O despertar de este sueño tan hermoso.

—Casi a las once— mira su reloj. Ha sido la hora más feliz de toda mi insípida vida. Y espero que podamos compartir una más, solo una más.

—Te diría que juguemos ajedrez, damas chinas, cartas o algo pero sé que eres muy bueno en todo— intento bromear.

—No en todo. En realidad me frustra no saber lo que piensas— dice a lo cual río.

—Lo sé. Sé lo frustrante que es no poder leer mi mente. Me imagino que tener todas las voces de tu familia, la de los estudiantes de la escuela y la gente de la calle ha de ser muy molesto.

—He aprendido a silenciarlas un poco.

—Pero mis pensamientos son tan superficiales e insignificantes como los de cualquier otro ser humano— le digo citando sus propias palabras en Sol de Media Noche. — ¿Estás respirando? ¿Mi sangre aún te golpea como una bola de demolición?—continúo. Sus ojos dorados, un tanto oscurecidos por la tenue luz se tornan completamente negros. Miro fijamente el imperceptible movimiento de las aletas de su nariz al llevar aire a sus pulmones. Su cuerpo se tensa, sus manos se cierran en puños.

Vamos Edward Cullen, deja que esos largos años sin probar sangre humana, te pasen factura. Libera al monstruo, sacia tu sed, apaga el fuego que recorre tu garganta...

Y sin pensárselo más, el león acorrala a su presa. La más estúpida de las ovejas ha ido a ofrecerse en sacrificio. Todo ocurre en un segundo, siento la pared en mi espalda, cuando un momento antes estaba parada en medio de la habitación. Sus manos heladas como mármol me aprisionaron las muñecas, mi rostro se ladea levemente esperando el ataque.

Estoy más que dispuesta a ofrecerle mi vida si él la quiere.

Medio segundo después, sin provocar ruido, siento el forcejeo. Me libera cuando sus labios rozan la delgada y blanquecina piel de mi cuello, sobre mi carótida, apenas pude ver el cabello rubio de Carlisle, moviéndose con elegancia, sujetando a su hijo adoptivo.

-¡No Edward!- le escucho decir al patriarca de los Cullen.

Retroceden muy rápido, demasiado veloces para mi propio bien. Edward aún forcejea, intentando volver conmigo, sin haberse arrepentido totalmente de lo que iba a hacer. Entonces... ambos golpean el espejo que yace expuesto junto a mi cama, éste se tambalea y antes que ninguno pueda hacer nada por salvarlo, cae al suelo con un golpe seco y aquel cristal antiguo, que fue forjado hace muchos años atrás y me trajo a este mundo, se quiebra.

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Hola, aquí nuevamente, retomando la costumbre de la escritura. Ahora tengo más tiempo libre para continuar con este loco pasatiempo.

Gracias por leer

PATITO


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