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La Trampa (36)

—¡Tori! —Justin volvió a golpear la puerta con mayor urgencia— Tori, por favor, abre. Puedo explicar lo que pasó...

No hubo respuesta. 

Se había despertado sumamente temprano, pretendiendo encontrar a Victoria antes de que ella se ocupara durante el día, pero había pasado los últimos diez minutos llamándola fuera del departamento con el silencio como única compañía.

Había pensado que estaría más calmada y dispuesta a hablar con él sobre el malentendido de ayer, pero comenzaba a sospechar que ella ni siquiera estaba allí, así que sacó su teléfono del bolsillo y marcó el número de la chica. Fue directo al buzón.

Justin inhaló profundamente, intentando calmar el enojo que hervía en su interior al pensar que se hallaba en medio de ese desastre por culpa de Jason. Su gemelo había tomado ventaja de su parecido físico y había seducido a esa actriz, sabiendo que el rumor llegaría a oídos de Victoria.

Justin no había parado de maldecir a su hermano desde que descubrió lo sucedido. Le hubiera gustado gritar esos improperios en su rostro, pero era mayor su necesidad de encontrar a Vicky y explicarle la situación a ella.

Volvió a marcar su número y se sorprendió al escuchar los pitidos que marcaban la llamada saliente. Finalmente, la chica atendió y él suspiró, expresando su alivio.

—Tori, al fin...

—No es un buen momento para hablar, Justin.

La voz de Victoria sonaba resquebrajada y él sintió un nudo formarse en la boca de su estómago.

—¿Qué sucedió?

—¡Solo deja de llamarme! ¿Quieres?

—Estoy preocupado por ti, ¿dónde estás?

Justin oyó la respiración forzada de la chica a través del teléfono antes de que respondiera con un tono cansino:

—Estoy en nuestra ciudad. Jamie... Ella no se sentía bien.

—¿Es su estómago otra vez?

—¡Solo déjame en paz, Justin!

El breve traqueteo que produjo la llamada cuando Victoria colgó trazó un corte en el corazón de Justin. Su novia estaba pasando un mal momento y él no era capaz de estar allí para ella...

Por culpa de Jason.

Al fin, dejó que la furia emanara de su interior. Sus ojos se estrecharon, su respiración se aceleró y soltó un gruñido. Iba a asegurarse de que su hermano no volviera a meterse en su relación. Nunca más.

A paso determinado, marchó hacia el estacionamiento y se subió a su coche. Condujo hacia la casa de su madre al límite de velocidad permitido, por lo cual llegó más temprano de lo usual. 

—¡Justin! —su madre lo recibió con una sonrisa que pronto se extinguió en cuanto notó su expresión severa— ¿Qué ha pasado?

—¿Dónde está Jason? —Justin observó los alrededores de la sala, esperando que su mirada pudiera localizar a su hermano.

—En... No lo sé. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?

El chico refregó su rostro con ambas manos, provocando que su piel adoptara un tinte más rojizo del que ya poseía debido al enojo. Pattie notó el brillo en sus ojos, las lágrimas acumuladas en sus cuencas a punto de ser derramadas y repitió su pregunta:

—Justin, ¿qué ha pasado?

Él le contó todo, procurando enfatizar en las maliciosas acciones de su gemelo y cuánto lo había afectado. Su madre lucía consternada por la historia, sus ojos más abiertos de lo normal y su piel pálida.

—Voy a matarlo —culminó Justin.

—Hijo, por favor...

—Voy. A. Matarlo.

—¿A quién?

Justin se giró en la dirección en que procedía la voz y descubrió a Jason en el umbral que iniciaba el pasillo de las habitaciones.

—¿A quién vas a matar, eh? —desafió Jason.

Al ver la cínica sonrisa que portaba, Justin se precipitó hacia él, mas fue detenido por el agarre de su madre. 

—¡No! Detente.

Justin podría haberse librado con suma facilidad, pero por respeto a ella, decidió no hacerlo.

—Tú... —su voz salió como un gruñido— Tú eres un...

No podía encontrar un calificativo lo suficientemente despectivo para describir a su hermano, quien seguía sonriendo como si hubiera ganado algún premio.

—Soy lo mismo que tú —sentenció Jason.

—Nunca seremos iguales—respondió Justin, contundente— ¿Sabes cuál es la principal diferencia entre tú y yo? ¿Ah? Que yo sí la amo de verdad. La amo. Y tú no eres capaz de sentir nada por nadie más que ti mismo.

—¡Justin, basta! —exigió su madre.

—No, mamá, déjalo. Deja que continúe hablando. Que haga lo que quiera, de todas formas, no recuperará a la chica. Nuestro apellido lo precede.

Aquel comentario distrajo a Justin de su enojo, pues hizo que rememorara algo que Victoria había dicho durante su discusión. Había mencionado a su padre por algún motivo que él no entendía. En ese momento, su mente empezó a atar cabos y sintió como su sangre se helaba, volviendo débil cada parte de su cuerpo.

Lentamente, inclinó la cabeza para mirar a su madre.

—Papá... —murmuró, mas elevó el volumen de su voz para ser oído— ¿Qué pasó con papá? ¿Qué significa eso?

—Sí, mamá —escupió Jason con amargura— ¿Qué significará eso?

Patrice tenía la nariz fruncida al igual que su entrecejo, como si estuviera experimentando una especie de dolor físico. Negó con la cabeza despacio.

—Sé lo que tu padre hizo, Jason —remarcó con seriedad— Y lo he perdonado. El perdón existe —esta vez, los miró a los dos—, deberían implementarlo.

—Mamá, no entiendo —susurró Justin.

Su madre suspiró.

—Tu padre... Él... —costaba hacer esa declaración a través de la constricción en su garganta—Tu tuvo una aventura... con su secretaria... hace muchos años —procuró adoptar mayor determinación en su voz— Pero se arrepintió sinceramente —agregó, mirando a Jason.

La confesión de su madre hizo eco en la cabeza de Justin. Por varios segundos, sintió que no podía moverse hasta que, al fin, fue capaz de parpadear.

Él siempre había admirado la relación de sus padres. En ese momento, sentía como si aquello en lo que siempre había creído no fuera más que una mentira.

—No entiendo... ¿Por qué...? ¿Por qué papá te haría eso?

—Porque es un pedazo de mierda, por eso —intervino Jason, despectivo.

Justin lo observó fijamente, con los ojos muy abiertos.

—Tú le hiciste lo mismo a Vicky —murmuró.

Su hermano gemelo abrió la boca, mas ninguna palabra salió de ella. La cerró para luego volver a abrirla y, entonces, cerrarla una vez más. Por primera vez en demasiado tiempo, Justin vio algo de vulnerabilidad en él.

—Basta con esto —determinó Pattie— Su padre es un ser humano, como todos. Yo decidí perdonarlo, porque somos una familia —señaló a sus dos hijos— ¡Ustedes dos son familia! Y ya estoy harta de ver que fingen lo contrario. Mi corazón ya no soporta que las dos personas que más amo en este mundo se destruyan una a otra.

Ella exhaló, el aire abandonó sus labios de forma entrecortada.

—Así que... ¿lo supiste todo el tiempo? Que papá te engañaba —interrogó Jason, genuinamente curioso.

—No todo el tiempo. De hecho, fue él quien me lo confesó.

Justin no quería seguir escuchando. La angustia en su pecho comenzaba a convertirse en enojo y caminó directo al pasillo que contenía las habitaciones, sin importarle que tenía que empujar a su gemelo para atravesarlo. Por supuesto, en cuanto lo hizo, Jason le devolvió el golpe, haciendo que su hombro doliera por el impacto.

Entonces, recordó el verdadero motivo por el que estaba ahí. 

Tomó el cuello de la remera de su hermano, hizo que se diera vuelta hasta enfrentarlo y le dio un puñetazo en la cara con tanta fuerza que él se tambaleó hacia atrás y golpeó la pared del pasillo.

—Me importa una mierda lo que quieras hacerme a mí —escupió— Pero no vuelvas a lastimar a Victoria en tu maldita vida, ¿o a quién creías que de verdad estabas dañando con esta estúpida jugarreta tuya?

Así, se marchó a su habitación, encerrándose al dar un portazo.

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