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El Reconocimiento (25)

Victoria cerró el grifo apenas lavó el último plato. Justin lo tomó de su mano y comenzó a secarlo, pero sus ojos nunca se apartaron de ella. Estaban pegados a su amiga como imanes atraídos a su rostro.

-Eres un gran cocinero. Charlie es afortunado de tenerte como compañero de cuarto -comentó la joven, mirándolo.

Él le sonrió, dejando el plato y la toalla sobre la mesada.

-En realidad, no. Jamás le cocino. Él siempre llega tarde, si es que llega en absoluto.

-¿Siempre de fiesta?

-Así es la vida de una estrella de rock, supongo -respondió el chico, encogiéndose de hombros.

-Seguro fue difícil para ustedes acoplarse al principio, ¿no?

Justin se rió.

-Más de lo que te imaginas. Pero todo es cuestión de acostumbrarse.

Victoria notó que la mirada de su amigo se deslizaba a sus labios por un fugaz instante antes de retomar el contacto visual.

-¿Quieres ver una película? -se apresuró a preguntar.

Vicky asintió, sintiéndose incapaz de hablar por los nervios que de repente la asaltaron. Quiso ignorarlos mientras se sentaban en el sofá, uno junto a otro, y centrarse en las imágenes exhibidas en la pantalla, pero no le resultó posible.

A los pocos minutos de película, Justin puso su brazo en el respaldo del sofá justo detrás de ella. Fingió no percatarse del detalle hasta que sintió los dedos de su amigo acariciar su hombro. Contuvo el primer impulso de dar un respingo por la electricidad que sintió en todo su cuerpo ante el mínimo contacto. Se quedó tiesa en la misma posición, mirando fijamente el televisor sin siquiera prestar atención al mismo. Lo único que acaparaba sus sentidos eran las caricias del chico.

No fue más allá esa noche, lo que Victoria agradeció y maldijo por igual. Se había sentido tan bien, con todas sus percepciones encendidas, cobrando vida bajo el tacto de Justin, por más nimio que fuera. No podía evitar querer más. Sin embargo, le asustaba pensar que pasaría si eso sucediera. Estaba mal en muchos niveles y ella no sabría cómo reaccionar.

Ya no podía negarlo. Ese cosquilleo en su estómago y en su pecho, el mismo que había sentido muchas veces cerca de Justin, incluso cuando aún era novia de Jason. No era estrés, ni falta de sueño, ni otra reacción meramente biológica. No. Era emocional... Y provocada por el mismo Justin.

Reconocer eso la impactaba y le causaba remordimiento, aun así, no podía alejarse de su amigo. Ya no. Era como una necesidad dentro de ella que la empujaba a estar cerca de él, sin importar qué. Por eso, a pesar de su malestar, continuó frecuentando su departamento e invitándolo al suyo. Se volvió habitual para ellos pasar tiempo a solas en sus residencias, de tal forma que ambos ya se sentían cómodos en el lugar del otro.

-¿Fresa o tradicional? -preguntó Justin.

Victoria sonrió. El chico estaba recostado en su sofá, con los pies descalzos sobre uno de los cojines. Cuando ella divisó las dos latas de bebida energizante que él sostenía, entrecerró sus ojos.

-Ambas son tradicionales -observó.

Una sonrisa se extendió con lentitud en los labios de Justin.

-Sabía que querrías tradicional -confesó.

Ella rió y se sentó a su lado.

-Entonces, ¿para qué preguntaste?

-No quería parecer abrumador -explicó, bajando sus piernas del sofá y posicionándose correctamente- Aquí tienes.

Vicky tomó la bebida y abrió el seguro. Luego de dar un trago, se pasó la lengua por sus labios y descubrió a Justin contemplando fijamente aquella zona de su rostro.

Carraspeó y miró hacia otro lado, fingiendo inspeccionar el paisaje en la ventana, aún cuando la nieve cayendo no permitía distinguir mucho.

-Tori... -emitió la voz de Justin en un murmullo ronco.

El tono profundo hizo cosquillear el vientre de Victoria. Lentamente, ella giró su rostro para enfrentarlo hasta que sus ojos hicieron contacto y percibió la cercanía de sus rostros.

-Quiero pedirte algo... -anunció él.

La intensidad del momento absorbía a Victoria, quien solo atinó a asentir con la cabeza.

-Tengo que entregar mi próximo proyecto audiovisual en dos semanas, y quiero que seas la protagonista.

La aludida se sorprendió.

-¿Yo? Justin, no soy actriz.

Él sonrió.

-No se trata de la historia en esta ocasión. Lo importante es experimentar con la paleta de colores, la estética de la fotografía. Y yo... bueno, luces tan bien en mi lente, tus ojos... Es el único color en el que puedo pensar.

Algo se retorció con exquisita dulzura en el pecho de Victoria.

-E... Está bien -balbuceó su afirmación.

Una vez más, Justin miró sus labios, no obstante, en esa ocasión no retractó su mirada de inmediato. Continuó observándolos mientras susurraba un "gracias". Y también, en esa ocasión, Victoria no se apartó, ni siquiera cuando la mano de su amigo tocó su mejilla y comenzó a acariciarla. Ni siquiera cuando las caricias se trasladaron a su mentón antes de subir un poco.

Cuando los dedos de Justin entraron en contacto con sus labios, inhaló profundamente, presa de la más agradable ansiedad. Todo lo demás se desvaneció de su mente, lo único que existía para ella era aquel instante, ese momento, con él.

Su amigo se inclinó hacia adelante cerrando la escasa distancia que separaba sus rostros... y la besó...

Casi.

Aún tenía el pulgar sobre su boca cuando la pegó a la suya, así que impedía que se convirtiera en un verdadero beso. Sin embargo, sus labios se tocaban en los costados y Victoria sintió más con aquel contacto que con cualquier beso real que hubiera dado en toda su vida.

Escuchó el sonido de placer ahogado que salió de la garganta de Justin cuando sus labios se pegaron aún más, aplastando el dedo entre ellos. La chica quería con desesperación que lo quitara, por primera vez sin experimentar el miedo que sus sentimientos por el chico le gestaban.

Como si él adivinara sus deseos o, más probable, como si él tuviera los mismos, finalmente dejó caer la mano.

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