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El Engaño (35)

Tal como habían acordado, al día siguiente Justin recogió a Victoria de la Facultad. El viaje hacia su dormitorio fue silencioso. Su desgano por participar en cualquier tipo de conversación trivial era evidente, por lo que Justin la miraba de soslayo cada veinte segundos para constatar que realmente se encontraba bien, como le había asegurado las tres veces que él se lo había preguntado. 

Por supuesto, era una mentira. Vicky no estaba bien en absoluto. Desde que esa chica, Irina, se había presentado en la puerta de su departamento la noche anterior, ella había fluctuado entre varios estados de ánimos. Las dudas asaltaban su mente, torturándola.

¿Y si Irina decía la verdad? ¿Y si Justin la había engañado?

Victoria conocía a Justin. Creía que el chico sería incapaz de algo así, mas también había pensado lo mismo de Jason... Y se había equivocado.

Llegaron a la residencia y fueron saludados por el silencio apenas cruzaron la puerta. Charlie tenía clases durante la tarde, por lo que se encontraban solos.

-¿Quieres café y panqueques? -ofreció él.

Ella asintió, aunque no había prestado atención a la pregunta.

Sabía que confrontar a su novio era la única forma de aclarar la situación, pero se encontraba incapacitada para traer el tópico a colación. Cada vez que abría la boca para tocar el tema, un dolor agudo cerraba su garganta.

Temía oír una confirmación. Temía pasar por ese dolor desgarrador de nuevo.

Se sentaron en los altos taburetes, uno junto al otro. Justin se ubicó de costado para poder mirarla a los ojos.

-Tori, ¿qué pasa? -interpeló con suavidad.

Ella mordió su labio inferior y se tomó unos segundos antes de contestar:

-Hace... Hace mucho no me muestras ninguno de los cortos que haces.

Las cejas de Justin se juntaron en un gesto de evidente desconcierto.

-Eh... ¿sí? No lo había notado. No hemos estado haciendo mucha práctica, realmente. Este período fue más de trabajos teóricos.

-Y... ¿puedo ver lo último que hiciste?

Tras esa petición, los nervios fueron tan patentes en la postura de su novio que Victoria sintió a su corazón hundirse en su pecho. Justin carraspeó y se removió en el asiento, incómodo. Desvió su mirada para evitar el contacto visual.

-¿Por...? ¿Por qué?

-¿Por qué no? Siempre me lo muestras.

-Sí... sí. Seguro. Ah... Te lo enviaré más tarde por correo.

El modo en que Justin se comportaba era demasiado extraño y delataba con suma notoriedad que estaba ocultando algo. Cada observación que su novia hacía provocaba que un grado mayor de dolor se asentara dentro suyo. 

Inhaló con fuerza y parpadeó para secar las lágrimas que empezaban a acumularse en sus ojos.

-¿Quién es Irina? -lo confrontó finalmente.

Los ojos de Justin se agrandaron, al punto que sus orbes ambarinas quedaron exhibidas en toda su longitud. Sus labios se abrieron, formando una pequeña abertura entre ellos causada por el estupor.

-Eh... Yo... ¿Quién?

-Solo dímelo, Justin.

Victoria no tenía fuerzas para gastar en emociones potentes, como el enojo o la indignación. Su voz sonó abatida, cansada.

-¿Quién te contó sobre ella?

Eso fue todo.

Esas palabras emitidas por la voz de su novio fueron todo lo que necesitó para que el dolor en su pecho terminara por explotar y las lágrimas empezaran a resbalar por sus mejillas.

Tomó su mochila, que descansaba en el piso al lado del taburete, y la colgó en su hombro al tiempo que se ponía de pie, dispuesta a abandonar el dormitorio.

-¡Espera! Tori -él la tomó del brazo- ¿Qué pasa? ¿Por qué lloras?

-¿Por qué lloro? ¿Es en serio, Justin?

Victoria se zafó del agarre y continuó su camino hacia la puerta.

-¡Tori! ¿Qué es lo que está mal?

-No puedo creer que me hicieras esto... ¡Dios! Soy tan estúpida. Jason tenía razón. Estar contigo es un error.

-¡Espera ahí! -Justin la obligó a voltearse para enfrentarlo, su semblante denotaba un profundo enojo- ¿Qué acabas de decir? ¿Hablaste con Jason?... ¡¿Hablaste con él a mis espaldas?!

-¡No tengas la hipocresía de hacerte el indignado por eso!

-¿Que no me...? -el chico soltó una carcajada incrédula, interrumpiéndose a sí mismo- ¿Que no me haga el indignado? ¡Tú hablas con tu maldito ex a escondidas y yo no tengo derecho a sentirme indignado!

-No hice nada malo, en cambio ¡tú te acostaste con esa chica vete a saber cuántas veces, mientras te reías de mí!

-¡¿Que yo qué?!

-No. Es muy tarde para que te hagas el desentendido ahora, Justin.

Confundido, el muchacho bajó el volumen de su voz, el cual se había elevado durante la pelea:

-Por Dios, Victoria, no tengo la más maldita idea de lo que estás hablando.

-¡Me engañaste!

-¡No! Eso no es cierto, ¿de dónde sacaste eso?

-Irina vino a mi departamento anoche a contármelo.

-¿Qué? No... Tiene que ser un error.

-¿Un error, eh?

-Tori, créeme. Yo no te haría eso -le aseguró, dando un paso más cerca de ella.

Vicky, sin embargo, se alejó, yéndose hacia atrás.

-Ya no sé qué creer, Justin... Tu hermano, tu padre...

-¿Mi padre? ¿Qué tiene que ver mi padre aquí?

La muchacha se dio cuenta de su error. Había hablado de más. Negó con la cabeza, apretando sus labios. Giró rápidamente sobre su eje y abrió la puerta, escapándose por el pasillo.

-¡Tori!

Justin dio unos pasos tras ella, pero se detuvo, sin saber qué hacer. La situación había sido un completo caos. Ni siquiera podía procesar bien lo que había pasado o todo lo que su novia había dicho.

Era claro que los dos necesitaban un tiempo para despejar sus mentes antes de volver a enfrentarse.

Sacudiendo la cabeza para desenredar los pensamientos aglomerados en su cabeza, ingresó al dormitorio para tomar las llaves de su auto. La Facultad de Arte Dramático estaba a pocos minutos de distancia y necesitaba encontrar a una de sus alumnas. No tardó mucho en dar con su paradero. 

Apenas vio a Irina salir de una clase, se acercó a ella.

-¿Se puede saber por qué le dijiste a mi novia que tú y yo estuvimos juntos?

La chica pareció sorprendida, mas se compuso con velocidad para responderle con orgullo:

-No podía dejar que le mintieras. Ella merecía saberlo.

-¿Saber qué cosa? ¡Si eso no es verdad!

-No puedo creerlo, ¿vas a jugar la carta de la negación?

-No estoy negando nada -repuso él, exasperado- Te vi solo dos veces en mi vida y fueron para grabar un video musical, que era una sorpresa, precisamente, para mi novia.

-Realmente estás enfermo. ¿A quién intentas engañar? O es que planeas decirme que todas las veces que me buscaste fueron una alucinación.

Justin abrió la boca para confirmarle que sí. Él jamás se había acercado a Irina fuera del set de filmación y que ella afirmara con tanta seguridad que así había sido, solo le daba la pauta de que esa actriz sufría delirios graves.

Pero, entonces, la revelación de lo que estaba ocurriendo lo golpeó con fuerza.

Se dio la vuelta, temblando a causa de la furia que llenaba su pecho mientras murmuraba:

-Hijo de puta.

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