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Capítulo 8: Relaciones

En cuanto la puerta de su dormitorio se cerró, Sasuke se dejó caer sobre el colchón de su cama y se llevó el dorso de la mano sobre su rostro, tapándose los ojos. Desde el día anterior, no había dejado de darle vueltas al asunto del beso con Naruto, por eso había decidido no ir al entrenamiento ese día, por la vergüenza de haber sobrepasado la línea con su alfa. Además, necesitaba pensar sobre su impulso, pero no se le había pasado por la cabeza que Naruto podría ir a verle; su visita le había pillado desprevenido.

Al menos había sabido controlar sus nervios y vergüenza y había actuado con bastante naturalidad cuando le tuvo frente a él, o eso pensaba. Por suerte, la conversación no se había centrado demasiado en el beso, además, se había disculpado por su comportamiento en cuanto tuvo ocasión ya que no quería que hubiese malentendidos y que su relación con Naruto se tornase incómoda, ahora que habían comenzado a llevarse bien.

Podría decirse que todo había salido bien, ya que Naruto había aceptado sus disculpas y además le había tratado de tranquilizar y resolver sus dudas, por lo que debería sentirse aliviado tras la charla con el rubio, pero, lo cierto era que no sabía cómo sentirse realmente.

Sí, le había resuelto algunas dudas, sin embargo, le había creado otras y se había visto muy tentado a indagar en la confesión del alfa sobre sus pasados sentimientos hacia su beta, pero había notado que no era un tema fácil para Naruto, incluso le había costado contarle aquello.

Una leve sonrisa se escapó de los labios del moreno. Que el rubio le hubiese contado aquello le indicaba que había cierta confianza entre ellos, tanto como para compartir algo tan personal, y el sentimiento que le provocaba fue directo a su orgullo y ego; sin embargo, casi de inmediato, se reprendió y sus labios volvieron a formar una fina línea, al recordar lo mucho que le había costado a Naruto soltar aquello y también su lenguaje corporal indicándole que todo el tema de Gaara era duro para él. No, no podía sentirse contento con su sufrimiento.

Al recordar la expresión de Naruto, no pudo evitar preguntarse la razón por la que éste no actuó cuando tuvo sentimientos hacia Gaara y no le pidió que fueran pareja, como se suponía que debían ser todo alfa y beta de una misma manada de lobos. ¿Acaso sería porque sabía que Gaara no sentía lo mismo? Pero, ¿cómo podía estar seguro de que el pelirrojo no le correspondía? ¿Habría lanzado algunas indirectas sobre el tema para tantear el terreno y la respuesta de su beta no había sido positiva? ¿O creía saberlo por algún otro motivo?

¡Joder! Tenía muchas preguntas y le gustaría tener las respuestas ya, pero se ponía en la piel del rubio y entendía que no estuviera preparado para contar lo que tuviese guardado en su interior o que... no quisiera compartirlo con él.

Pensar que fuese la última opción le provocaba una sensación que no le gustaba, pero quiso animarse pensando que Naruto ya había dado un primer paso contándoselo, aunque fuese un poco a la fuerza con tal de tranquilizarle; sólo debía darle tiempo y esperar a que quisiera y estuviera listo para hablar más del tema con él.

Por otra parte, no le agradaba la idea de que pudiera pasar algo entre Naruto y Gaara, pese a las palabras del rubio, porque esas llamas podían reavivarse y esta vez podía decidir hacer algo al respecto y dar el primer paso, descubriendo que siempre hubo alguna posibilidad de estar juntos, de que Gaara siempre le quiso pero que, por alguna razón, tampoco actuó.

Sasuke trataba de convencerse de que era porque no quería causar problemas entre ellos, pero siendo sincero consigo mismo, ése no era el motivo por el que le desagradaba ese pensamiento. Debía admitir que sentía cierta atracción por su alfa y por eso no le gustaba pensar que pudiera ser pareja de otra persona, por mucho que ésta tuviera derecho a estar con él y fuera lo que se esperaba por su rango en la manada.

Comprendía que era su parte animal, era lo único que tenía sentido porque apenas conocía a Naruto como para que pudiera sentir algo real por él. Seguramente, todo comenzó cuando descubrió y vio con sus propios ojos la fuerza que Naruto ocultaba, ahí su parte animal debió sentirse atraída por ese inmenso poder. Toda la atracción que sentía debía ser puro instinto animal, aunque eso no quitaba que Naruto le cayese mejor de lo que se podría haber llegado a imaginar hacía prácticamente una semana, cuando creía que era algún friki que trataba de meterle en algún extraño club.

Pese a entender que todo era culpa de su parte de lobo y saber que apenas conocía a Naruto, no podía evitar sentirse unido a él. Quería estar a su lado, ayudándole a cargar el peso que llevaba sobre sus hombros, quería aligerar esa pesada carga que era ser el líder de una manada, ser su apoyo, ser... su amigo.

Sasuke nunca había tenido amigos, al menos verdaderos. Siempre había habido gente que se acercaba a él por interés, ya fuese por sus cualidades deportivas o intelectuales o para acercarse a Itachi cuando descubrían que eran hermanos, pero nadie se había molestado en intentar verle a él por lo que era, ninguno de los que se habían proclamado sus amigos se había quedado a su lado cuando los necesitaba ni se habían preocupado realmente por él; por eso siempre había pensado que no necesitaba amigos, pero... ahora, tras conocer a Naruto, sentía que él no era como los demás y que podía confiar en él, que podía llegar a ser su amigo.

Estaba seguro que ese pensamiento no era debido al aspecto social de su lado animal, porque, por ahora, no sentía lo mismo por el resto de la manada. Era porque, en el poco tiempo que le conocía, Naruto le había demostrado que podía contar con él pese a todos los desplantes que le había hecho.

Pese a que su cabeza era un completo desastre en ese momento, había algo de lo que estaba seguro y era que sólo había una forma de estar al lado de Naruto y ser su apoyo. Sabía que debía dejar de ser el omega de la manada y empezar a escalar en la manada, así Naruto se sentiría más predispuesto a confiar en él y dejarse ayudar.

Sabía que no sería una tarea fácil y que seguramente le llevaría un tiempo, que tendría que entrenar más, incluso cuando no estuviera con los demás, sobre todo porque aún apenas controlaba sus nuevas habilidades, pero todo aquello no importaba porque cuando se proponía algo, podía llegar a ser muy terco. Mañana mismo empezaría a llevar a cabo su plan.

Con aquella decisión tomada, Sasuke se acomodó en su cama dispuesto a descansar un rato antes de que llegase la hora de la cena.

***

Estaba desayunando como todas las mañanas, esperando al sonido que se había vuelto toda una rutina. Dejó el tazón de leche sobre la mesa y observó a su madre lavando los platos antes de cambiar su mirada al reloj de la pared. El sonido de las agujas era intenso, lo escuchaba como si lo tuviera justo en su oreja y supo que sus sentidos se estaba afinando más.

Tres, dos, uno y... un leve grito y el golpe de alguien que caía sobre las orquídeas recién plantadas de su madre. Ella ni siquiera entendía por qué todas las plantas que últimamente plantaba se marchitaban y morían. Era la tercera vez esta semana que cambiaba las flores.

Sasuke sonrió. Su hermano estaba pasando una etapa complicada. Era uno de los mejores tenistas de la facultad, pero el tenis no era deporte que llamase mucho la atención entre las chicas, sin embargo, para Itachi daba igual; por alguna razón inexplicable, todas iban tras él.

Casi toda la semana había escuchado cómo una de sus fans subía por el árbol cercano a su ventana y se colaba en su habitación. Ahora, pese a no querer escuchar nada, gracias a sus desarrollados sentidos y al entrenamiento con Naruto, escuchaba cómo mantenía relaciones sexuales, lo que le provocaba ciertas ojeras.

Escuchó cómo la chica huía con rapidez para no ser descubierta a la vez que la puerta del dormitorio de su hermano se abría. Itachi no tardó mucho en bajar las escaleras y entrar por la puerta de la cocina como si no pasase absolutamente nada fuera de lo normal.

- Buenos días, tonto hermanito – le saludó nada más cruzar la puerta.

- Itachi – le regañó Mikoto.

- Buenas días, mamá – se acercó a ella y le dio un beso en la mejilla ignorando su mirada de advertencia.

- No importa, mamá, ya sabemos que no tiene solución – se mofó Sasuke de su hermano.

- Ja, ja, ja – soltó Itachi con tono sarcástico – parece que alguien se ha levantado de buen humor. Me pregunto si tendrá que ver con la visita de cierto rubio – dijo con burla ganándose la malhumorada mirada de su hermano pequeño.

- ¿Visita de cierto rubio? - preguntó Mikoto interesada.

- Sí, nuestro pequeño Sasuke por fin tiene un amigo y ayer vino a jugar con él – siguió burlándose.

- ¿Es eso cierto, Sasuke? - le preguntó Mikoto a su pequeño – no sabes lo que me alegra saber que por fin tienes un amigo.

Si las miradas matasen, Itachi ya estaría más que muerto en ese instante.

- No es el primer o único amigo que tengo – se quejó.

- Pues hasta ahora, no te había visto socializar con nadie o que vinieran a casa a pasar el rato contigo – siguió metiendo cizaña Itachi.

Sasuke estaba muy molesto, pero pensó que cabrearse más y empezar a discutir con su hermano no iba a servir de nada, por lo que decidió usar otra estrategia.

- Me pregunto por qué las flores de mamá no paran de estropearse últimamente – comentó como si nada mirando hacia la ventana que daba al exterior.

Para su madre, aquel comentario sonaría a una excusa para cambiar de tema, pero para Itachi significaba otra cosa, una indirecta que captó al instante. Itachi le lanzó una mirada a Sasuke de "no te atreverás" y éste simplemente sacó una sonrisa que decía "ponme a prueba". Itachi no quiso arriesgarse y por primera vez, fue derrotado por su hermano.

- ¿Tienes clase hoy? Creía que con la huelga de profesores no tendrías – cambio de tema Itachi.

- Sólo tengo una, porque una profesora ha elegido no ejercer su derecho a huelga.

- Entonces, ¿vendrás directo a casa después o tienes natación? - intervino su madre.

- No, después de esa clase, me iré con unos compañeros a dar una vuelta, pero no volveré muy tarde.

No estaba seguro de si así sería, pero imaginaba que Naruto y los demás aprovecharían para pasar el tiempo juntos, así que él iría con ellos y seguiría con su entrenamiento.

- ¿Y estará Naruto entre esos compañeros? - comenzó de nuevo Itachi, pero Sasuke tan sólo tuvo que gesticular la palabra "flores" para que su hermano se centrara en su desayuno y le dejase en paz.

- Oh – exclamó sorprendida Mikoto – de acuerdo. ¿Vendrás a comer?

- No creo, pero ya te avisaré con tiempo si hay un cambio de planes.

- De acuerdo, cielo – le dijo antes de girarse y seguir con sus quehaceres, dando la conversación por finalizada.

***

- Hoy nos vamos a centrar en estimular y trabajar tu sentido del olfato – le explicó Naruto de pie frente a él.

Como Sasuke había predicho, tras terminar las clases antes ese día, se habían reunido todos en la "cueva" a pasar la mañana, aunque Naruto no tenía intención de que todos vaguearan a su antojo, sino que había preparado una actividad en la que todos participarían.

- Primero empezaremos por algo sencillo como es que deberás oler a todos nosotros y después, con los ojos vendados – enseñó un pañuelo de tela – nos cambiaremos de posiciones, volverás a olernos y tendrás que decir quién crees que es cada uno por su olor.

- ¿Tan sólo eso? - Sasuke no pudo evitar decir con un poco de decepción. El quería hacerse más fuerte en el menos tiempo posible y así, no iba a conseguirlo.

- Paciencia, novato – soltó Kiba y ambos se fulminaron con la mirada.

Naruto se dio cuenta de eso y se puso en medio mientras sacudía la cabeza... a esos dos les iba a costar llevarse bien, aunque al menos ya no la liaban tanto como antes.

- Hay que empezar por lo básico, Sasuke. Sin una buena base, no se puede cimentar una casa – le dijo Naruto – no es lo único que tengo pensado, tengo un par de variantes para esta actividad, pero solamente las haremos cuando consigas hacer bien esta primera parte, ¿de acuerdo?

- De acuerdo – contestó algo más motivado.

- Bien, pues empecemos.

Sasuke se fue acercando uno por uno a los miembros de la manada y los olisqueó tratando de reconocer y recordar cómo olía cada uno. Cuando llegó el turno de Naruto, Sasuke no pudo evitar ponerse nervioso, pero trató de disimularlo lo mejor posible. Acercó su rostro hacia el rubio para captar su olor y, en cuanto éste entró por sus fosas nasales, sin percatarse de lo que hacía, cerró los ojos y se inclinó hacia el tostado cuello como buscando más de esa embriagante fragancia.

- Sasuke – sintió el cálido aliento de Naruto sobre su mejilla, fue entonces cuando se dio cuenta de la cercanía de ambos.

- Lo siento – susurró apartándose con tal brusquedad que parecía que le habían golpeado en la cara con el puño.

Continuó con su tarea, intentando esconder la vergüenza que tenía. Estaba tan centrado en ello que, cuando llegó el turno de Sai, no se dio cuenta de cuando éste se agachó y comenzó a olisquear su entrepierna hasta que escuchó un par de voces decir su nombre con molestia.

- ¡Sai! - gritaron al mismo tiempo Ino y Naruto.

Inmediatamente, Sasuke se apartó con rapidez del moreno.

- Es de mala educación no oler a alguien cuando te está oliendo.

- No te inventes tus propias normas – se quejó la única chica de la manada antes de levantar a Sai del suelo tirándole de la oreja.

- Eso duele – dijo Sai con el rostro impasible.

- Pues te aguantas – le soltó la rubia – puedes continuar, Sasuke, le controlaré para que no vuelva a hacer de las suyas – le dijo con un tono más amable.

- No hace falta, creo que ya he captado su olor, así que podemos pasar con la siguiente fase de la actividad.

- ¿Seguro? ¿No quieres oler un poco más? - le preguntó Naruto y el moreno le indicó que no era necesario – de acuerdo, entonces sigamos.

El alfa se acercó al omega y se colocó tras él para pasarle la venda por los ojos y atarla por detrás. Fue imposible para Sasuke no recordar lo que acababa de pasar unos minutos atrás, sobre todo cuando el aroma del rubio estaba impregnado en ese trozo de tela y le impedía concentrarse en algo más.

- Listo – escuchó su voz muy cerca del oído, mandándole una descarga eléctrica por todo su cuerpo – ahora nos mezclaremos y tendrás que adivinar quién es quién por su olor – le escuchó hablar de nuevo, pero esta vez se encontraba en la dirección contraria y más lejos de él.

Pese a tener los ojos vendados, Sasuke los cerró para tratar de concentrarse mejor. Aún podía sentir los estragos que había provocado Naruto en él y ese trozo de tela con su olor no le estaba ayudando en nada.

- Ey, ey, no puedes quitártelo – oyó que el rubio se acercaba a él para volver a ponerle el pañuelo que se acababa de desatar y tirar lejos de él.

- Me molesta – fue su única explicación – pero prometo no abrir los ojos – afirmó con los párpados fuertemente apretados.

- Vale, si así estás más cómodo – accedió el alfa tras unos segundos de silencio.

Antes de que Sasuke se pusiera manos a la obra, oyó varios pasos y supuso que se estarían mezclando entre sí. Casi sin esfuerzo, siguió ese aroma que le atraía y que tenía grabado en su cerebro.

- Naruto – dijo su nombre y éste se quedó momentáneamente sin habla.

- Eh... sí. Fenomenal, Sasuke – le felicitó y, aunque Sasuke no podía verlo, sabía que estaba sonriendo con orgullo y felicidad, lo cual hizo que él también sonriera satisfecho – pero aún quedan más personas por identificar.

Tras aquello, Sasuke trató de apartar la fragancia de Naruto a un lado y se centró en el más cercano, conectando ese olor con los que había memorizado momentos antes.

- Neji - dijo colocándose frente a él.

- Sí, bien hecho, novato – le contestó el susodicho, aunque a diferencia de Kiba, Neji no dijo novato como un insulto.

- Wow, Sasuke, estás que lo bordas – escuchó a Naruto y su sonrisa se ensanchó.

Así, poco a poco, Sasuke fue identificando a cada uno de los miembros de la manada por su olor sin prácticamente problemas.

- Lo has hecho genial, Sasuke – Naruto volvió a felicitarle cuando terminó la actividad.

- Gracias.

- Bah, no ha estado mal, pero tampoco ha sido para tanto – intervino Kiba.

- Dice el que estuvo confundiendo durante semanas mi abrigo y el de Neji – comentó Gaara con su habitual tono tranquilo de voz.

- No es mi culpa que tengáis los mismos gustos y os compraseis los mismos abrigos – se quejó.

- Pero podrías haberlos diferenciado por el olor – añadió Gaara.

Como no podía rebatir aquello, Kiba tan sólo refunfuñó molesto mientras se sentaba en el sillón con los brazos cruzados.

- Esta primera parte ha sido pan comido para ti, pero creo que la siguiente no lo va a ser tanto – le dijo Naruto a Sasuke.

- ¿En qué consiste? - le preguntó.

- Ahora que sabes cómo identificarnos por nuestro olor, nos esconderemos por el bosque y tendrás que encontrarnos usando solamente tu olfato.

- ¿El bosque? - dejó escapar su inquietud.

Aún no había superado su miedo al bosque, era cierto que cuando iba acompañado no le suponía gran problema cruzar ciertas partes, pero ir solo era otro cantar.

- No te preocupes, nos esconderemos por los alrededores y no nos alejaremos demasiado del granero – le tranquilizó – no pasará nada, te lo prometo, siempre te tendré localizado. Si noto cualquier cosa inusual, iré a buscarte – le dijo colocando una mano sobre su hombro y aprentándolo ligeramente.

Todavía se sentía un poco nervioso, pero confiaba en Naruto y sabía que no le pondría en peligro y que acudiría en su ayuda sin dudarlo.

- De acuerdo, confío en ti.

- Bien, espera aquí. En el momento en que salgamos, cuenta hasta veinte y después sal. Buena suerte – le deseó Naruto antes de reunirse con los demás y desaparecer tras la puerta que conducía al exterior.

Tal y como Naruto le había dicho, Sasuke contó hasta veinte y salió fuera del granero. Nada más poner un pie sobre la tierra llena de hojas secas, supo que esa parte del entrenamiento iba a ser mucho más complicada. Allí en el bosque, se mezclaban miles de olores. Intentó concentrarse en el aroma de Naruto y tratar de captarlo entre tantos olores diferentes, pero no era nada fácil.

Después de varios largos minutos, por fin lo localizó, así que sin perder tiempo, lo siguió.

- Joder – murmuró frustrado cuando a medio camino perdió el rastro – Esto va a ir para largo.

***

- Tampoco ha estado tan mal, Sasuke. Es la primera vez que haces algo similar, no puedes conseguirlo al primer intento – Naruto trataba de animarle.

¡Horas! Eso había tardado en localizar a todos. Era un auténtico desastre, así tardaría años en escalar un solo puesto en la manada.

- La segunda vez has tardado unos minutos menos – siguió con su intento de animarle – quizás tener el estómago lleno te ha ayudado.

- Más bien las pistas que Sai me daba cuando no te dabas cuenta – admitió derrotado Sasuke dejándose caer sobre el sillón.

- Eh... sí me daba cuenta – le confesó el rubio rascándose la mejilla con el dedo índice.

- ¿Y por qué no has dicho nada? - le preguntó asombrado.

- Porque he pensado que sería bueno para cuando entrenemos el trabajo en equipo – Naruto se sentó a su lado – en serio, lo has hecho bien, así que no te desanimes.

La intensidad con la que le miraba el rubio era demasiado para Sasuke, quien tuvo que apartar la mirada y cerrar los ojos para controlarse y no dejarse llevar por la atracción que sentía, la cual le había llevado a buscarle y encontrarle el primero las dos veces que habían realizado la actividad.

- Estoy agotado.

- ¿Tanto como para no acudir a una barbacoa que prepara mi madre esta noche en mi casa? - le preguntó Naruto con una sonrisa.

- ¿Me estás invitando? - dijo sorprendido y también halagado de que le tuviera en cuenta para algo así.

- Creía que había sido bastante obvio – se rió – irán los demás y algunos amigos de mis padres, entre los que están Kakashi y su manada – le avisó para que no le pillara desprevenido – a mi madre le gusta hacer estos eventos sociales de vez en cuando para pasar un buen rato, así que espero que te animes y vengas.

- No lo sé, estoy agotado.

No lo admitiría en voz alta, pero se había sentido un poco decepcionado al saber que solamente le invitaba porque era un miembro más de la manada.

- Venga, te aseguro que habrá buenos filetes – bromeó.

- Si me lo vendes de esa forma... - dijo con una sonrisa y Naruto se la devolvió.

- Naruto, ¿nos vemos para las ocho entonces? - interrumpió el momento Ino.

- Sí, intenta que Kiba no llegue tarde.

- Tranquilo, mientras haya comida, llega a todos los sitios puntuales.

- De acuerdo.

- Me encargaré de que Sai no se presente desnudo en tu casa.

- Dios, gracias, menos mal que te has acordado de su... particular manía.

- No te preocupes. Hasta luego.

- Yo también me voy a casa. Quiero darme una ducha y descansar – informó Sasuke.

- Te acompaño.

- No hace falta.

- Insisto. Aprovecha que haré de guardaespaldas gratis por hoy – bromeó el rubio.

- Hoy me estás ofreciendo unas ofertas difíciles de rechazar – le siguió la broma poniéndose de pie y comenzando a andar hacia la salida.

Naruto le siguió de cerca, y antes de salir del granero, se despidió de los que aún no se habían marchado y les recordó que no llegasen tarde o sufrirían la ira de su madre.

***

La puerta estaba frente a él. Tan sólo quería entrar en casa y tirarse en la cama durante un par de horas antes de ir a la barbacoa a la que Naruto le había invitado. Naruto seguía a su espalda, observando cómo el moreno buscaba las llaves de casa en el bolsillo trasero de su pantalón.

- ¿Vendrás entonces? – preguntó Naruto.

- Sí, iré a la barbacoa.

- ¿Qué vas a hacer hasta entonces?

- Darme una buena ducha y dormir – sonrió – sobre todo... dormir. Estoy agotado.

- Entonces te veré allí.

Naruto levantó la mano a modo de despedida, empezando a bajar los primeros peldaños del porche cuando la puerta se abrió con rapidez, dejando ver a una hermosa mujer de cabello oscuro.

- Oh, Sasuke, menos mal que estás aquí. El coche de tu hermano estaba en el taller, acaban de traerlo pero me es imposible ir a recogerle a la universidad. Por favor, ¿puedes ir a recogerle? Su coche está aparcado justo enfrente – comentó su madre que salía con rapidez de la casa para ir hacia el garaje y coger su coche.

- Mamá... no creo que sea buena idea.

- Sasuke, por favor, tengo mucha prisa. Vamos, acabas de sacarte el carné.

- Por eso mismo, no me siento seguro conduciendo yo solo – le aseguró algo confuso.

- Yo confío en ti y en el profesor que te examinó y te dio el aprobado. Te quiero, cielo – le dio un beso su madre en la frente justo antes de bajar con rapidez las escaleras.

- Mierda – dejó escapar Sasuke al ver cómo su madre se alejaba calle abajo con su coche.

- Se acabó tu plan de relax – sonrió Naruto.

- Ya ves. Me saqué el carné hace una semana y ni siquiera he vuelto a tocar un coche desde entonces.

- Te irá bien.

- Sí. Nos vemos en la barbacoa, Naruto.

Sasuke abrió la puerta de la casa durante un segundo, el tiempo justo para coger las llaves del coche de encima de la cómoda del hall y salir nuevamente, cerrando la puerta tras él con llave. Observó a Naruto caminar por su jardín en dirección a la acera. Seguramente caminaría hasta casa.

El coche de su hermano estaba frente a la puerta. Un Ford Focus oscuro que su hermano cuidaba con mucho cariño pese a ser ya bastante viejo. Abrió las cerraduras del vehículo y entró en el asiento del conductor. Sus manos temblaban hasta para meter la llave en el contacto y ese aroma de temor fue captado al instante por Naruto. El rubio se detuvo en seco, girándose para mirar hacia el coche que se ponía en marcha pero se calaba al instante siguiente, dejándole escuchar una maldición por parte de Sasuke.

Una sonrisa se escapó de los labios de Naruto, quien volvió sobre lo andado con pasos firmes y seguros, llegando hasta la puerta del copiloto y abriéndola de golpe para sentarse junto a un sorprendido Sasuke que intentaba arrancar nuevamente.

- ¿Qué haces aquí? ¿No te ibas? – preguntó Sasuke.

- A mí también me costó al principio cogerle el truco a esto – comentó – relájate, respira hondo y arranca. Voy a acompañarte.

- Estás loco.

- Es posible, pero no iba a dejarte solo en este estado. Hemos practicado mucho, Sasuke. Venga... relájate y destensa las manos antes de que claves las uñas en el volante – sonrió Naruto al ver cómo las manos de Sasuke estaban empezando a cambiar.

- Lo siento – comentó al instante, apartándolas del volante y ocultándolas.

- No tienes por qué sentirlo. Es algo normal al principio. Sólo... pon en práctica lo que hemos practicado, encuentra tu sonido y relájate.

Sasuke apoyó mejor la espalda contra el respaldo, cerrando los ojos mientras su cabeza golpeaba contra la cabecera del sillón y se dejaba llevar por la voz de Naruto, por esa voz que le decía que se tomase su tiempo, que se calmase, que no había prisa alguna. Lentamente, esas palabras fueron quedando atrás, cada vez más lejanas, con menos sonido hasta que el sonido de la palpitación de su corazón empezó a ser audible para él. Ahí estaba ese latido que le hacía relajarse. Respiró al mismo tiempo que el latido y abrió los ojos encendiendo nuevamente el motor.

Esta vez no se le caló el coche, consiguió salir y conducir con lentitud por la calle hacia la universidad. Naruto aprovechó que Sasuke parecía relajado para mantener el silencio, dejando que él siguiera escuchando ese sonido que le mantenía centrado pero relajado. Abrió la ventanilla y dejó que entrase el viento, revolviendo más su rubio cabello.

Al llegar a la universidad, su hermano ya les esperaba allí. Sasuke detuvo el coche cerca de la acera y observó cómo Itachi alzaba los ojos por encima del libro que llevaba, fijándose en una chica del fondo, una de cabello azulado sentada junto a un grupo de chicos, uno de ellos lleno de piercings.

- Ey, Itachi... no tengo mucho tiempo – le dijo Sasuke desde el coche.

Por un instante, ambos chicos desde el coche, se quedaron mirando al resto de chicos del fondo, a esos que Itachi había mirado con anterioridad y que ahora les miraban también a ellos. El olor de ellos era extraño, tanto... que Sasuke se giró hacia Naruto antes de que su hermano subiera al coche.

- Son... ¿Lobos? – preguntó Sasuke.

- Sí – afirmó Naruto con seriedad – lo son. Al menos tu instinto está mejorando – sonrió hacia él.

- ¿Y por qué me da que no son muy amigables?

- Vámonos, anda – le añadió Naruto apartando la mirada de aquellos chicos.

Itachi subió al vehículo, causando una gran sonrisa en Sasuke. Unos segundos mantuvieron el silencio mientras Sasuke arrancaba el vehículo de nuevo, sin embargo, no pudo evitar fijarse una última vez en aquella chica de cabello azulado que miraba con seriedad hacia el vehículo.

- Hermanito... a esa chica no puedes lanzarla por la ventana – se rió Sasuke, llevándose un golpe en la cabeza del libro que Itachi todavía llevaba en la mano.

- Cállate, mi tonto hermanito – sonrió, causando una sonrisa también en Naruto al ver cómo esos dos tenían una relación muy próxima pese a sus ligeras bromas.

- Ey, Itachi, voy a llevarme a tu hermano a una barbacoa esta tarde. ¿Te apuntas? – preguntó Naruto.

- Barbacoa... Sí, estaría bien. Mejor que quedarme solo en casa – sonrió.

***

¡Dubitativo! Así era cómo Kurenai veía a Kakashi. Sentado en su roca habitual, frente al estanque central de aquel bosque, en mitad de la noche y mirando cómo la media luna se reflejaba en la cristalina agua. Muchas familias iban de día allí a hacer picnics, sin embargo, por la noche... era el lugar que Kakashi más frecuentaba por su tranquilidad y belleza.

Todo era difícil y confuso. Ella que había ascendido hasta la posición de beta ni siquiera se sentía como tal. No era capaz de liberar algo de la pesada carga que sostenía su alfa como líder. Era cierto que solía escucharla, que a veces le pedía algún consejo, pero Minato siempre estaría por delante de ella, ese humano que ni siquiera pertenecía a la manada era lo más importante para su líder.

Se acercó a él pese a que parecía estar meditando. ¡Algo le preocupaba! Le preocupaba demasiado y seguramente iría sobre Minato. Quizá la gente pensaría que ser beta era algo importante o sencillo, pero no lo era. Apreciaba a Kakashi, pero ni él la amaba, ni ella le amaba a él. Las normas de los lobos eran sencillas pero rigurosas. No podía estar con nadie más que no fuera el alfa, el beta siempre pertenecería al macho dominante de la manada, sin embargo, amaba a Asuma, el lobo más fuerte de la manada después de Kakashi.

- Por fin te encuentro – susurró Kurenai – me ha costado dar con tu olor.

- Lo siento.

- Da igual. ¿Él está bien? – preguntó.

- Sí, por ahora.

- ¿Qué está ocurriendo, Kakashi?

- No tiene importancia – intentó sonreír el de cabello plateado, tratando de quitarle importancia a un asunto que parecía preocuparle demasiado.

- ¿Sigo siendo tu beta? – preguntó Kurenai, bloqueando así la sonrisa de Kakashi, dándole a entender cómo se sentía.

- Lo siento. Cuando te convertiste en beta todo...

- Sé lo que sientes y sé que amas a ese chico. Si hubiera sido uno de los nuestros, habría sido él tu beta y lo entiendo. Sin embargo, no es una opción ahora mismo y, por tanto, me gustaría que pudieras apoyarte en mí de la misma forma que lo haces en él.

- Sabes que no puedo – sonrió Kakashi – no es sencillo. Conozco las normas, sé que debería tener descendencia contigo, que serás la líder si me ocurriera algo, que cuidarás de toda la manada en mi ausencia, que eres mi segunda al mando ahora mismo pero... la tranquilidad que me da Minato no puedo elegirla.

- No te pido que delegues todo en mí, Kakashi, pero sí me gustaría que pudieras contarme las cosas en lugar de encerrarte en ti mismo. Intentas arreglar todo por tus medios sin contar conmigo y... eso duele. Soy tu beta, nunca te traicionaría y, aun así, siento como si no confiases en mi del todo.

- Confío en ti...

- Pero corres con Minato – le aclaró Kurenai – lo entiendo, le amas y estás a gusto a su lado pero... él no puede ayudarte en algunas cosas.

- Es cierto.

- Déjame ayudarte. Cuéntame lo que te preocupa y lo haremos juntos.

- Me preocupan varias cosas – agregó – una es no cumplir las normas de la manada y la otra... es la seguridad de Minato. Zabuza estuvo por su consulta, llevó a un chiquillo de su manada gravemente herido, envenenado y estoy casi convencido de que él lo envenenó adrede para acercarse a Minato. Es tan terco que ni siquiera quiere a nadie que ocupe la recepción de su clínica.

- Lo entiendo, en parte. Los humanos no son capaces de entender nada de nuestras transformaciones y Minato preferirá estar solo a que otro humano pueda descubrirlo.

- Y a mí me preocupa que esté sin protección.

- Un humano no le protegería de todas formas – sonrió Kurenai – deja que yo me ocupe de ese problema, ¿de acuerdo?

- ¿Qué vas a hacer?

- ¿Confías en mí?

- Sí.

- Entonces no preguntes. ¿Cuál es el otro asunto que te preocupa?

- Pues... las normas de la manada. Siempre las he seguido al pie de la letra, pero los lobos no se enamoran, es algo biológico, engendran con sus betas y se emparejan de por vida pero... Sé que amas a Asuma y yo me interpongo. Él no haría nada contra su alfa, menos quitarle a la hembra pero... también es injusto para ti porque yo no te amo y encima te impido poder estar con él por esta estúpida norma.

- Enamorarse es algo humano, Kakashi. A veces las normas animales no concuerdan con las humanas pero nos adaptamos como podemos. Hay manadas que no cumplen las normas, otras que sólo las que les interesan y otras... que ni siquiera tratan bien a los omegas. Eres un buen alfa y Naruto ha aprendido unas buenas costumbres y normas tuyas.

- Y sigue teniendo el mismo problema que yo con su beta. Se lo he trasmitido al final.

- No somos sólo lobos, Kakashi – sonrió Kurenai – también tenemos nuestra parte humana y si alguna norma la vemos anticuada, estoy convencida de que lo arreglaréis, tanto tú como él. Sólo necesitáis un poco de tiempo. Estoy convencida de que algún día podré estar con Asuma, pero por ahora, yo decidí estar aquí, ser tu beta y sólo necesito que confíes en mí.

- Haz lo que veas. Minato nos ha invitado hoy a una barbacoa.

- Allí estaré. Tengo ganas de ver a Kushina. Además... habría que hacer algo, cada vez hay gente más joven convirtiéndose en lobos.

- Y demasiados muertos. Las manadas se están descontrolando.

- Asuma es bueno entrenando a los novatos, quizá podría proponerle algo a Minato, algo en su consulta, creo que tiene una habitación libre que podríamos utilizar como despacho. Mataríamos dos pájaros de un tiro, un lugar donde entrenar o donde los jóvenes pudieran venir a preguntar sus dudas y protegeríamos a Minato, trabajaríamos junto a él en su clínica.

- Me parece una buena idea mientras Minato esté a salvo.

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