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Capítulo 6: Manadas

¡Por fin había llegado el fin de semana! Por fin habían llegado esos dos días en los que cualquier estudiante aprovechaba para despertarse más tarde de lo habitual, poder descansar cuanto quisiera sin que el despertador le sacase de su apacible sueño y le torturara devolviéndole a la realidad. Así debería ser la mayoría de los que acudían al instituto, pero no para Sasuke.

La noche anterior, el menor de la familia Uchiha había programado la alarma para que le despertarse temprano el sábado también, por eso, en ese momento se encontraba en su cuarto preparando todo su equipamiento de natación. Esa mañana tenía una competición contra varios equipos de otros institutos. Podía sentir los leves nervios que siempre le invadían antes de enfrentarse a otros nadadores del mismo o mayor nivel que el suyo, pero no eran nervios por miedo a fracasar, sino más bien todo lo contrario, eran de excitación y emoción.

Medirse con otros competidores siempre le alentaba a esforzarse y mejorar sus marcas, por eso cuando llegaba el momento de hacerlo, no podía evitar sentir esos nervios en el estómago al saber que pronto averiguaría si todo su esfuerzo había dado los frutos deseados. Y qué decir de cuando ganaba, era la mejor sensación del mundo, pero no por el hecho de ganar sino por ver que había merecido la pena tanto sacrificio.

Detuvo lo que hacía durante un instante cuando una sensación de paz le invadió al comprobar que al menos, algo no había cambiado y aún tenía cierta normalidad en su vida tras la semana tan surrealista que había tenido. Pese a que poco a poco iba aceptando y adaptándose a su nueva normalidad, le alegraba sentir que parte de la antigua seguía ahí, que aún había cosas simples y cotidianas en su vida que no tenían nada de sobrenatural, y eso le daba cierta seguridad y estabilidad.

La verdad era que con tanto drama y jaleo, había faltado a varios entrenamientos y su entrenador no estaba muy contento con él, y menos tras el ridículo que había hecho la última vez nadando al estilo perro, pero confiaba en que su rendimiento no hubiera bajado.

- Sasuke – oyó que su hermano le llamaba desde el piso inferior interrumpiendo sus pensamientos – vamos, o llegarás tarde y sé lo quisquilloso que llegas a ser cuando no eres puntual, sobre todo cuando hay competición.

- Ya voy – le contestó terminando de guardar su gorro en la bolsa de deporte.

Tras coger las llaves de casa y echarse la bolsa sobre el hombro, salió de su habitación y bajó las escaleras que llevaban a la planta baja. Iba a pasar al lado de su hermano, quien le esperaba apoyado en la pared, pero antes de que pudiera hacerlo, sintió cómo dos dedos se acercaban hacia su frente, pero antes de que llegasen a su destino, Sasuke los esquivó sin apenas esfuerzo y casi sin darse cuenta.

- Vaya reflejos, hermanito – comentó asombrado Itachi - ¿desde cuándo eres un ninja? - bromeó mientras atacaba de nuevo a Sasuke con sus dedos, pero éste los apartó de un manotazo.

- Déjate de tonterías. No quiero llegar tarde y que me descalifiquen por tus payasadas – se quejó y trató de seguir su camino pero el mayor se lo impidió una vez más.

- Sabes que a mí no me puedes ocultar nada – le dijo con el rostro y tono de voz llenos de seriedad.

Sasuke sintió miedo y nervios invadir su cuerpo al creerse descubierto por culpa de sus nuevas habilidades y que no había empezado a controlar todavía, aunque trató de mantener el rostro impasible. No podía ser que su hermano hubiese descubierto su secreto solamente porque le había esquivado, era imposible... ¿cierto?

Su hermano le escudriñó con la mirada, lo cual lo único que conseguía era que Sasuke se inquietara más y empezara a sentirse raro.

- Aunque trates de ocultarlo con tu mal humor, sé que estás nervioso. Siempre lo estás antes de competir – le dijo Itachi con una sonrisa.

Tras esas palabras, la tensión que había en el cuerpo de Sasuke desapareció al instante y éste casi suelta un suspiro de alivio al saber que su secreto aún lo era.

- Por eso necesitas tu amuleto de la suerte – continuó Itachi sin darse cuenta del cambió de actitud de su hermano.

- ¿Mi amu...?

Antes de que pudiera entender de qué hablaba su hermano y pudiera terminar la frase, dos dedos chocaron contra su frente sin que esa vez pudiera hacer nada por evitarlo.

- ¡Itachi! - gritó malhumorado cuando vio a su hermano salir corriendo de la casa. Todo había sido un truco para salirse con la suya.

Sasuke no tardó demasiado en ir tras Itachi para vengarse, pese a que una parte de él estaba feliz de no haber sido descubierto.

***

Sasuke se quitó las gafas y las tiró al suelo con malhumor, notando cómo los nadadores a su alrededor le miraban confusos sin entender el motivo de su enfado ya que había ganado cada carrera en la que había participado. Algunos pensaron que quizás se debía a que había un nadador que le estaba pisando los talones y siempre iban casi empatados, aunque hasta ahora, había sido Sasuke quien se había llevado el triunfo. Era posible que no le gustara que alguien estuviera tan cerca de quitarle el puesto número uno.

Lo que no sabían era que estaban equivocados. Sí, era cierto que había un chico de otro instituto que le estaba poniendo las cosas difíciles, pero no por sus propios méritos, sino porque se había dedicado a hacer todo lo posible por entorpecer a Sasuke tanto dentro del agua como fuera. ¡La había tomado con él desde el inicio de la competición y nadie parecía haberse dado cuenta!

A Sasuke no le hubiese importado perder si su competidor ganaba limpiamente y gracias a su esfuerzo, porque realmente era mejor nadador que él, pero no por hacer trampas.

El moreno intentó tranquilizarse y concentrarse en su cometido, que era ganar la última carrera y ya no tendría que aguantar a ese tramposo. Se agachó para coger las gafas que había tirado anteriormente y cuando ya las tenía en la mano, sintió cómo alguien se tropezaba con él haciendo que perdiera el equilibrio. Si no llega a ser porque salieron los reflejos de su parte animal y logró poner las manos para frenar la caída, su cara estaría ahora mismo estampada contra el suelo.

Cuando giró la cabeza pudo ver cómo el chico que trataba de sabotearle se alejaba tranquilamente como si nada hubiera ocurrido, y lo peor era que nadie se había percatado de que le había empujado a propósito.

Apretó con fuerza las gafas que tenía en la mano debido a la rabia que sentía que comenzaba a recorrer su cuerpo, sin darse cuenta que había dejado escapar un leve gruñido de advertencia. Se puso de pie, colocándose las gafas y se dirigió a su calle para prepararse viendo que, cómo no, ese bastardo estaba a su lado. Trató de ignorarle y centrarse en la carrera, tomando la posición de salida para cuando escuchase el silbato, lanzarse al agua y dejar atrás a ese capullo.

Y así fue, en cuanto todos estuvieron listos, se escuchó el silbato y Sasuke no perdió ni una milésima de segundo en empezar la última carrera. Sonrió satisfecho al notar que el tramposo había tardado un poco más en tirarse a la piscina, lo cual significaba que le sacaba cierta ventaja, aunque fuese poca.

Estaba tan centrado en su respiración y en dar la vuelta lo más rápido posible en el momento en que llegó al final de la calle, que le pilló por sorpresa cuando sintió que alguien tiraba de él justo en el momento en que sus pies tocaban la pared para impulsarse, logrando que trastabillara y perdiera unos segundos al recuperarse, consiguiendo sacarle una cabeza de ventaja.

Se imaginó quién había sido y no pudo evitar que una rabia incontrolable comenzara a invadirle con una fuerza que nunca antes había sentido. Un único pensamiento inundó su mente y era ganar a ese cabrón, por lo que no perdió tiempo y nadó lo más rápido que los músculos de sus piernas y brazos le permitían.

Sasuke estaba tan ofuscado y cabreado que no se paró a pensar cómo era posible que, no sólo había reducido la distancia que le había sacado aquel tramposo gracias a su treta, sino que le había dejado varios metros atrás.

El moreno pudo escuchar los gritos y aplausos en cuanto su mano tocó el borde de la piscina indicando que había llegado a meta. Pese a la sonrisa de satisfacción que se dibujó en su rostro, aún podía sentir la rabia en su interior, parecía no querer irse, aunque no le dio mayor importancia. Se impulsó para salir del agua, pero en cuanto su rodilla derecha tocó la superficie, se quedó un momento en esa posición ya que algo había captado su atención.

¡Vello! Podía ver un ligero vello en su muslo, lo cual le extrañó ya que esa misma mañana se había afeitado por completo para la competición. Era imposible que le hubiese crecido ya, a no ser que...

- No, no, no – murmuró inquieto, pero su corazón casi se le sale del pecho cuando notó los incipientes colmillos rozar con su lengua en el momento en que dijo aquellas sílabas de negación.

Aquello disparó todas las alarmas de su interior y salió corriendo sin pensarlo dos veces, dejando anonadados a sus compañeros de equipo y entrenador que iban a felicitarlo. Para Itachi, tampoco pasó desapercibido ese extraño comportamiento, incluso viniendo de su hermano, por lo que se levantó de las gradas y se abrió camino para seguirle.

Mientras Sasuke corría todo lo que podía hacia los vestuarios, se quitó el gorro de natación liberando así su cabello y cubriendo cualquier cambio que pudiera haber en su rostro.

En cuanto divisó la puerta que conducía a los vestuarios, la abrió de un golpe y la cerró casi con la misma fuerza, apoyándose en ésta durante un instante, observando y escuchando el interior de la estancia. Tras cerciorarse de que no había nadie más con él, se giró para echar el pestillo y que así nadie pudiera entrar.

- ¡Joder! - exclamó cuando vio su mano estaba cubierta casi por completo de pelo y las uñas le habían crecido demasiado.

Debía hacer algo para detener la transformación o alguien le descubriría. Entonces recordó las palabras de Naruto: el dolor les hacía humanos. El rubio le había roto la muñeca en el momento que dijo aquello... ¿se suponía que tenía que romperse él mismo la muñeca?

- ¿Por qué me tienen que pasar a mí estas cosas? - se preguntó frustrado y asustado.

Suspiró un par de veces ante de llevarse la mano derecha hacia la muñeca izquierda. Cerró los ojos tratando de mentalizarse de lo que tenía que hacer, aunque también era para evitar ver cómo se rompía su propia muñeca. Aun así, giró la cabeza por si acaso abría los ojos sin querer.

Apretó con fuerza la muñeca, pero cuando iba a tirar de ella para romperla, no pudo. No se veía capaz, era demasiado. Quizás era mejor empezar por algo más pequeño como... un dedo. Sí, mejor un dedo, al ser una parte más pequeña, sería más rápido y no dudaría tanto.

- Allá vamos. Una... dos... y... ¡tr...!

- Sasuke, ¿estás bien? - oyó la voz de su hermano al otro lado de la puerta.

- Mierda – murmuró – sí, enseguida salgo – alzó la voz para que pudiera oírle.

Pese a haber tratado de sonar lo más normal posible, por dentro estaba hecho un flan. Esperaba haber ganado algo de tiempo, aunque sabía que no el suficiente, porque su hermano seguiría insistiendo si no salía cuanto antes, incluso era capaz de echar la puerta abajo con tal de comprobar que se encontraba bien.

Podía sentir los latidos de su corazón palpitando con gran rapidez debido al miedo y los nervios al pensar en aquella posibilidad, lo cual sólo consiguió empeorar la situación ya que aceleró el proceso de transformación. Lo supo porque su vista se había nublado y su mente parecía como si empezase a sumergirse en una inmensa niebla.

Aquello era una muy mala señal. Si perdía su capacidad de razonar, si perdía el control... no quería ni imaginar el peligro que podía correr las personas que se encontraban en ese recinto en ese mismo instante.

- Sasuke, ¿seguro que estás bien? ¿Por qué has salido corriendo? - escuchó de nuevo a su hermano y pudo notar la preocupación en su voz.

Escuchó cómo tiraba del pomo tratando de abrir la puerta y entrar. Sasuke se acercó a las duchas y abrió el agua de una de ellas, tratando de disimular.

- ¡Me estoy duchando! - le gritó sin moverse de allí para que pareciera que así era. Al menos su cerebro seguía funcionando lo mínimo como para pensar en aquello, aunque debía hacer algo ya o...

Empezaba a entrar en pánico, por lo que no atinaba a agarrarse bien los dedos de la mano para romperlos, e Itachi no le ayudaba en nada llamándole desde el pasillo, parecía que no se había tragado lo de la ducha. Por suerte, sus ojos captaron de forma borrosa lo que parecía ser unas pesas de tobillo al lado de una de las bolsas de alguno de sus compañeros.

No lo pensó dos veces y se lanzó a ellas, sin saber si sería suficiente peso para hacerle el daño necesario como para detener sus transformación, sólo esperaba que sí y que la fuerza de gravedad hiciera bien su trabajo.

Se llevó el brazo izquierdo a la boca y levantó las pesas lo más alto que pudo con el otro brazo dejándolas caer sobre uno de sus pies. No pudo evitar el grito de dolor que salió de sus labios cuando gran parte de esos tres o cuatro kilos de peso cayeron sobre sus dedos del pie. Por suerte esperaba que tanto su boca como el ruido del agua al caer lo hubiese camuflado y que su hermano no lo hubiera escuchado.

Casi sin perder tiempo, se fue cojeando hacia la ducha y se dejó caer al suelo, no sin antes cerrar la mampara para evitar que el agua salpicara más de lo que ya lo había hecho. Sasuke se fijó en cómo ese líquido incoloro se teñía de rojo al llevarse la sangre que salía de su brazo izquierdo cuando unos segundos antes se había clavado los colmillos sin darse cuenta. Sin embargo, casi al instante, cerró los ojos cansado.

Estaba agotado física y mentalmente y por fin podía relajarse un poco, porque podía notar cómo su cuerpo volvía a la normalidad. Por suerte, el dolor había sido el suficiente por lo que ahora sólo le quedaba esperar a que su cuerpo volviera a su forma original e inventarse alguna excusa para su hermano.

Poco a poco, su mente se iba despejando y comenzó a pensar que esto no podía volver a ocurrir, que debía empezar a aprender a controlar estos cambios, por lo que debía empezar cuanto antes los entrenamientos con Naruto. Así que, se puso de pie para ducharse de verdad e ir a casa del rubio en cuanto estuviera aseado y con ropa limpia.

***

Mientras caminaba lo más rápido posible hacia el domicilio de Naruto, pensaba en la suerte que había tenido de que su hermano se hubiese contenido de forzar la cerradura del vestuario porque era un lugar público y había mucha gente alrededor que le podía haber pillado. Aunque eso no le libró de su interrogatorio en cuanto puso un pie en el pasillo.

La excusa que le había puesto para que saliera corriendo era que necesitaba calmarse para no golpear al chico que le había estado incordiando toda la mañana y así evitar que le descalificaran y sancionaran. Le había contado todas las artimañas que había usado y de las que nadie parecía haberse percatado. Puede que no fuese toda la verdad, pero tampoco estaba mintiéndole.

Su hermano quiso que fuera a hablar con el juez, pero él le había convencido de dejarlo pasar; ya había terminado todo y tampoco tenía pruebas, sería su palabra contra la de ese chico. Además, le había ganado pese a todo, así que creía que era suficiente castigo para su ego.

Itachi no había insistido más, aunque cuando le vio darle su bolsa de deporte para que se la llevara a casa y tomaba el camino había la salida del recinto, se había extrañado y le había preguntado que a dónde iba, que la piscina estaba al otro lado y debía recoger su medalla.

"Si vuelvo a ver la cara de ese capullo, no podré controlarme, así que prefiero dar una vuelta. Puedes recoger la medalla por mí, aunque si no te apetece, no pasa nada; seguro que mi entrenador se hace cargo de todo", recordaba que le había contestado.

No se quedó a comprobar si su respuesta había convencido a su hermano mayor o no, solamente quería salir de allí y hablar con Naruto cuanto antes.

Cuando llegó a la calle que llevaba a casa del alfa, aceleró el paso casi sin pensar. No tardó más de un par de minutos en alcanzar la vivienda y tocar con demasiada insistencia la puerta de madera.

- Ya voy, ya voy – escuchó la voz de Naruto al otro lado - ¿Sasuke? - preguntó extrañado al verle allí.

No tenía ni idea del motivo, pero una mezcla de emociones le dominaron en ese momento. El temor e inquietud que había experimentado esa mañana volvieron a él, pero también podía sentir alivio al pensar que por fin podía hablar con alguien de lo sucedido que le podía comprender y no lo tacharía de loco.

- Casi me transformo delante de todos, por eso he huido, pero mi hermano no paraba de llamarme y golpear la puerta, encima era incapaz de hacerme daño y no sabía qué más hacer y no quería herir a...

- Respira, Sasuke, respira – Naruto le sujetó de los hombros para que se tranquilizara y hablara más despacio porque era incapaz de seguir la velocidad con la que salían las palabras de su boca – cálmate – le dijo con un tono de voz suave y pausado.

Sasuke no supo si fue ese simple toque en sus hombros, la calidez de la voz del rubio o la seguridad que le transmitía, pero sea lo que fuere, consiguió relajarle.

- Ahora pasa, y me cuentas tranquilamente lo que te ocurre. Mis padres no están, por lo que no tienes que preocuparte de que alguien te pueda oír – le informó cuando vio que el moreno miraba el interior de la casa con ciertas dudas.

- De acuerdo.

***

- Mierda – murmuró Naruto tras escuchar la historia de Sasuke – tienes razón, no podemos postergar por más tiempo tu entrenamiento. Necesitas saber qué hacer si te vuelve a pasar algo similar. Empezaremos hoy mismo. Mandaré un mensaje a Gaara para que avise al resto y se reúna con nosotros en nuestro escondite.

- Gracias – le dijo Sasuke.

- No tienes que dármelas – le comentó Naruto mientras sacaba su teléfono para escribir a su beta – es mi deber y no lo he hecho muy bien hasta ahora, pero te prometo que eso va a cambiar, te lo aseguro. Perdona por no haber estado ahí hoy.

- Lo estás haciendo bien, es sólo que yo no te lo he puesto fácil precisamente. Y no hace falta que te disculpes, no sabías lo que iba a ocurrir, además no puedes estar pendiente de mi las veinticuatro horas del día.

- Debería, es mi deber proteger a todos los miembros de mi manada.

- Y lo estás haciendo, en serio.

Ambos se quedaron mirándose durante unos largos segundos hasta que Naruto se levantó de la silla de la cocina en la que estaba sentado y se llevó las tazas con té que había preparado.

- Vamos, será mejor que nos pongamos en marcha – le dijo con una sonrisa.

***

Ambos caminaban prácticamente uno al lado del otro, aunque Naruto unos centímetros más atrás de Sasuke. Como alfa, debía ir en última posición para tener visión del área y vigilar a toda su manada, pero como sólo iba con Sasuke, no le parecía correcto alejarse de él y menos después de la mañana que había tenido.

- ¿Puedo hacerte una pregunta? - Sasuke rompió el silencio pero no mantuvo contacto visual con el rubio.

- Claro.

- ¿Cuál es la función del beta? Me dijiste que tradicionalmente es la pareja del alfa, o eso es lo que entendí, pero... ¿solamente ése es su papel? ¿Ser la pareja del alfa te convierte automáticamente en beta?

- No, no tiene por qué. A ver por dónde empiezo...

Sasuke observó de reojo cómo Naruto entrecerraba los ojos y se rascaba la mejilla como buscando las palabras correctas.

- Para ser beta, debes ir escalando posiciones en la manada.

- ¿Cómo? - preguntó como si no lo supiese aunque Sai ya se lo había explicado.

- Se podría decir que mediante peleas en las que vayas derrotando uno a uno a los miembros que están por encima de ti, en principio porque son más fuertes, rápidos o tengan cualquier otra capacidad más desarrollada. No por ser la pareja del alfa te convierte en beta, ni tampoco ser beta significa que ya seas la pareja del alfa, como ya te comenté. Antes era más bien porque los betas solían ser mujeres, o en el mundo animal, hembras para asegurar las camadas. Pero los betas o las betas no sirven solamente para que el alfa tenga descendencia.

- ¿Entonces?

Naruto trató de recordar la explicación que le había dado Kakashi hacía años, así que prefirió usarla antes que tratar de decirlo con sus palabras y liar aún más a Sasuke.

- Cuando un alfa tiene algún problema, acude a su beta para pedirle consejo, para que le ayude cuando es necesario tanto si es en batalla como si es para cualquier otro asunto; es su apoyo, la persona en quien más confía, con quien más a gusto se siente y con quien se permite bajar la guardia. Por eso, es o era común, que el alfa y el beta terminaran siendo pareja...

Naruto dejó de hablar cuando se percató de una cosa. Al pensar en Kakashi y su explicación, trató de relacionarla con la forma en que trataba a Kurenai, su beta, pero no era con ella con quien se comportaba de esa manera sino con... su padre. Estaba describiendo exactamente la actitud que tenía su mentor hacia su propio padre. ¿Por qué Kakashi le trataba como si fuera su beta? ¿Era posible que ellos...?

- ¿Naruto? ¿Estás bien? - le preguntó Sasuke preocupado.

- ¿Eh? Sí, sí, no te preocupes – le contestó saliendo de su ensimismamiento – es sólo que me acabo de dar cuenta de algo en lo que hasta ahora no había reparado.

- ¿Y tú tienes ese tipo de relación con Gaara? ¿Es tu apoyo? ¿Solamente te permites bajar la guardia con él?

- Confío en Gaara y es mi mano derecha – le contestó Naruto, pero a Sasuke no le terminaba de convencer su respuesta porque no le había respondido realmente a sus preguntas, así que decidió insistir.

- Pero me dijiste que tu beta era diferente. ¿A qué te referías?

- Ya hemos llegado – le avisó Naruto señalando el granero – Vamos.

Para Sasuke, no había pasado desapercibido el evidente cambio de tema, pero no comentó nada y siguió al alfa. Sabía que había algo que Naruto no le contaba y parecía no tenía intención de hacerlo por ahora, así que sólo le quedaba esperar a que él mismo se lo contara o buscar otro momento en que pudiera sacarle la información.

***

Naruto cogió una de las sillas del fondo y la colocó en medio de la sala, invitando a Sasuke entonces a tomar asiento. Las dudas le asaltaron a Sasuke, sin embargo, tras haber presenciado todo lo que su alfa podía hacer y cómo trataba de ayudarle, decidió guardarse su sarcasmo y simplemente, sentarse y dejarse ayudar.

- Necesito que te relajes – comentó Naruto – voy a vendarte los ojos y quiero que escuches mi voz. ¿De acuerdo?

- ¿Seguro que no es algún fetiche tuyo?

- Sasuke... - susurró Naruto su nombre a modo de queja, captando la atención de Sasuke al instante mientras colocaba la venda sobre sus ojos y la anudaba.

- Lo siento – susurró – no más sarcasmos ni ironías.

- Céntrate, ¿vale? Necesito que sólo escuches mi voz.

Naruto observó a Sasuke allí sentado, intentando relajarse, sin poder ver nada pero confiando en él y en que no ocurriría nada malo mientras él estuviera a su lado. Era complicado tener que enseñar a Sasuke, Naruto lo sabía demasiado bien y quizá por eso... le había pedido un poco de ayuda a Kakashi. Tan sólo era un crío cuando él fue mordido, apenas recordaba su adiestramiento y el resto de su manada... ninguno era un rastreador, no sabía cómo sacar el potencial de uno de ellos. Kakashi le había dado una pequeña clave, no podía recurrir a la rabia, ni a la ira, quizá para la batalla eso le sirviera pero... no para sacar plenamente sus instintos. Necesitaba relajarse.

- Sólo escúchame – le recordó Naruto dando vueltas a su alrededor – quiero que lentamente, empieces a dejar a un lado mi voz, como en un segundo plano, quiero que intentes visualizar el exterior.

- Tengo los ojos vendados, no puedo ver nada.

- Sasuke... los ruidos de los animales, la vegetación, el viento, los olores... todo puede ayudarte a hacer una imagen de lo que hay a tu alrededor sin necesidad de verlo. Quiero que intentes situarte y que me digas lo que puedes sentir, sea poco o mucho.

- Oigo... tu voz – le dijo Sasuke con una sonrisa, haciendo sonreír a Naruto también – y la contraventana de madera con ese ligero ruido golpeando por el viento, no es mucho pero... está mal equilibrada y... golpea.

Naruto miró hacia arriba, viendo la ventana cerrada pero escuchando ese ligero sonido que Sasuke estaba captando.

- También oigo la ardilla que está comiendo esa avellana en el árbol de enfrente, la oigo correr a esconderse.

- ¿Por qué se esconde, Sasuke? – le preguntó Naruto.

- No estoy seguro.

- Escucha.

- Creo... que oigo algo, no es muy nítido pero me parece que hay animales por abajo. No puedo reconocerlo.

- Céntrate en lo que hay bajo el árbol, en sus pisadas, en cómo se mueve, en lo que hace... incluso en su olor.

- Es un zorro – comentó Sasuke – creo que es un zorro, sigiloso e inteligente, está buscando algo.

- Muy bien, Sasuke.

- Tengo una pregunta, Naruto... ¿Por qué no puedo sacar la rabia? Tú decías antes que...

- Olvídate de todo lo que te dije. Eres un rastreador, Sasuke, serás bueno pero tienes que aprender a entender el entorno y todo lo que te rodea. Eres listo, no sólo será tu fuerza bruta lo que voy a enseñarte a mejorar, voy a enseñarte a utilizar todo lo que te rodea. Tienes mejores instintos que nosotros. Olerás a más distancia, escucharás cosas antes que los demás, serás capaz de utilizarlo a tu favor.

- Yo... ¿Podré controlarme?

- Si te concentras lo suficiente... sí. Cuando tus instintos animales surjan, tendrás dos opciones, o el dolor para volver a ser humano o intentar relajarte y evitar el cambio. El dolor a veces puede fallar y sólo hace enfurecerte más, así que voy a intentar que te centres en otras cosas para que evites la transformación. ¿Qué es lo que te relaja, Sasuke?

Sasuke buscó entre todos los sonidos algo que realmente pudiera relajarle, realmente sólo estaba atento a todo, estaba nervioso y no sabía dónde fijar su oído hasta que escuchó algo inmutable. Naruto observó cómo Sasuke empezaba a relajarse de verdad, no como antes, no estaba atento a todo, sólo a una cosa.

- ¿Lo tienes?

- Sí – dijo Sasuke escuchando aquel "bum bum" constante del corazón de Naruto.

- No lo pierdas, cuando tus instintos salgan... intenta centrarte en ese sonido, ¿vale? Recuérdalo o intenta oírlo esté donde esté y relájate. Olvídate de todo, sólo mantén ese sonido.

- ¿Este truco me servirá en luna llena? – preguntó Sasuke.

- Lo siento, Sasuke, pero en luna llena... apenas nos sirven trucos. Tardé casi cinco años en aprender a controlar mis instintos y no cambiar, nuestra manada aún está aprendiendo a intentar controlarse bajo sus efectos. Cambiarás en luna llena, no podrás impedirlo.

- ¿Y qué haremos entonces?

- Te encadenaré – sonrió Naruto.

- ¿Otro fetiche tuyo? – sonrió Sasuke entonces.

- Puede - se rió Naruto – ahora concéntrate.

- ¿Mi cuerpo va a cambiar mucho?

- Bastante.

- Podrías explicarme un poco en qué lo notaré – comentó apartándose la venda de los ojos, observando cómo Naruto cogía otra silla y se sentaba frente a él.

- No vas a ponerte enfermo, nada de resfriados o cosas así, tenemos un sistema inmunológico muy fuerte. Sanas con rapidez pero de eso ya has sido testigo. Serás más ágil, más rápido, podrás escalar y hacer cosas que antes no podías... tendrás que tener cuidado con tu fuerza y sobre todo... tus instintos.

- ¿Así que podré trepar?

- ¿Sólo te has quedado con eso?

- No... pero eso me llamaba la atención – sonrió Sasuke.

- Vente... te lo enseñaré.

Sasuke se levantó de la silla para seguir a su alfa, caminando nuevamente entre el bosque hasta llegar a una gran roca, prácticamente plana.

- Los escaladores suelen venir por aquí a practicar – sonrió Naruto – pero no creo que vayas a necesitar una cuerda.

- ¿Quieres que lo escale?

- Claro. Tienes algunas rocas algo más salientes, agárrate bien a ellas y para arriba.

- ¿Y si me caigo?

- Es una pared de quince metros, en principio te recuperarías si te caes y te fracturas algo, aunque dolerá igualmente – sonrió Naruto – intenta no caerte. Créeme... ahora tienes mejor habilidad, deja salir tu instinto, los lobos tenemos un instinto de supervivencia superior al de los humanos, ese instinto nunca te fallará.

- No puedo dejarlo salir, podría hacer daño a alguien.

- A mí no me lo harás, Sasuke – le susurró Naruto cerca de su rostro – sólo estamos tú y yo y si pierdes el control... te ayudaré a recuperarlo. Ahora déjalo salir.

Naruto se giró hacia la pared y se enganchó del primer saliente para empezar a subir. Ni siquiera Sasuke podía creerse lo que veía, a la velocidad a la que ese chico podía escalar aquella pared prácticamente plana, sin apenas agarres y llegar a la cima donde le esperaba.

- Vale... espero no matarme – susurró para sí mismo, colocando el primer pie en un pequeño hueco que había en la pared y buscando algún lugar donde agarrarse con la mano derecha.

Estaba alto, los pocos agarres que veía estaban tan separados que hasta le daba miedo dar un pequeño impulso para agarrarse al siguiente. ¡Dolor! Eso era lo que sentía en sus dedos, dolor por tener que aguantar su propio peso en un agarre tan pequeño. Impulsarse hacia arriba cada vez costaba más y ni siquiera había llegado a la mitad de la pared. El suelo aún estaba relativamente cerca y Naruto... demasiado lejos. Podía ver su rostro allí arriba cada vez que elevaba la mirada, observándole.

Por momentos, creía que sus manos debían estar sangrando y aunque no era así, el dolor era demasiado intenso. No podía concentrarse en sus instintos con ese dolor. Y para colmo... Naruto ni siquiera le daba consejos, tan sólo esperaba allí pacientemente. Continuó hacia delante, subiendo aquella pared hasta que llegó aproximadamente a la mitad, fue allí donde notó que los agarres se alejaban aún más. Tendría que saltar para cogerse al siguiente pero no tenía fuerzas para ello y encima... el miedo se unía, miedo a la caída si no era capaz de agarrarse.

- Vamos, Sasuke, ya casi estás arriba – le animó Naruto.

- Es muy fácil decirlo para ti – comentó Sasuke frustrado – tú ya estás arriba.

No pudo evitar que se le escapase una simple sonrisa. Naruto sabía de sobra que hasta que no estuviera realmente en peligro, su mente humana seguiría allí, no era capaz de librarse de ella ahora mismo, pero en algún momento, sus fuerzas flaquearían y entonces... tendría que sacar ese instinto de supervivencia, tendría que dejar salir al lobo que llevaba dentro. No tardaría en ocurrir. Podía oler desde allí cómo su adrenalina estaba cambiando, las feromonas eran diferentes.

Sasuke cerró los ojos unos segundos antes de concentrarse en el salto que debía dar hasta el agarradero siguiente y entonces, los abrió fijándose bien donde estaba y cogiendo aire, saltó hacia él. Sonrió al sentir que lo había cogido, estaba bien y podía continuar, sin embargo, al hacer fuerza con su pie para poder subir al siguiente agarre, éste se rompió haciendo que cayese.

Cuando abrió los ojos nuevamente, Naruto observó ese cambio en él, esos ojos dorados que le indicaban que, en ese instante, no era precisamente Sasuke, sino su parte de lobo agarrándose un poco más abajo y evitando caerse, elevándose con fuerza esta vez y terminando de escalar lo que le faltaba hasta llegar a él.

Naruto se apartó ligeramente para dejarle subir, pero cuando ya estaba casi arriba, vio desaparecer esa fuerza y furia en sus ojos, ese tono dorado que volvía a ser completamente negro y entonces... el miedo dibujado en el rostro de ese chico que caía hacia atrás. Extendió su brazo y agarró la camiseta de Sasuke impulsándole hacia él, ayudándole a alcanzar la cima antes de que cayese. ¡Era suficiente para su primer día! Al menos había podido sacar ese instinto en un momento de debilidad, lo que le indicaba que en caso de peligro... aún podría defenderse.

Las manos de Sasuke se agarraron también con fuerza al brazo de Naruto, dejándose ayudar a subir el último tramo que le quedaba. Una vez con los pies en tierra firme, intentó recuperar el aire, un aire que le faltaba por la escalada y a la vez... un aire que necesitaba y que parecía no querer entrar al estar tan cerca de ese alfa. Su corazón no bajaba las pulsaciones, parecía acelerarlas. Intentó centrarse en las de Naruto, pausadas, rítmicas pero no funcionaba, su corazón seguía latiendo demasiado rápido, no podía apartar sus ojos de la intensidad azul de los de Naruto y entonces... ¡ni siquiera lo pensó! Se había lanzado sobre él, rozando sus labios entre los suyos, en un beso rápido y furtivo, movido por una adrenalina que no podía bajar, movido por unos instintos que no controlaba.

No fue al único que pilló por sorpresa, también Naruto se había paralizado al sentir aquel rápido beso. ¿Qué ocurría allí? Ya no estaba seguro de nada, pero olía las dudas en Sasuke, olía el miedo, la vergüenza y la indecisión.

- Oh, mierda – susurró Sasuke – lo... siento, ¡joder! Lo siento, en serio. Olvidemos esto – dijo apresuradamente, mirando al suelo como si buscase si algo se le había caído – yo... me voy a casa.

- Sasuke... vamos... no pasa nada, hablemos esto.

- Tengo que irme – dijo nervioso y atemorizado, tocándose los bolsillos y marchándose tras escuchar que llevaba las llaves de su casa.

- Sasuke, por favor... no te vayas así, hablémoslo – comentó Naruto intentando calmar a su omega por aquel error que ni él había podido evitar por la rapidez de los hechos.

Estaba claro que un omega no debía haberse comportado así con un alfa, que no debería lanzarse de esas formas pero... había ocurrido y tendría que arreglar ese malentendido. Seguramente sólo había sido adrenalina, Sasuke no estaba acostumbrado a sentirla y se había dejado llevar por ella. Iba a ir tras él para hablar del tema cuando sintió que su manada estaba cerca, demasiado. Todos ellos aparecieron por uno de los extremos, mirando hacia arriba de la pared donde estaba Naruto, sonriendo y bromeando sobre algún comentario de Kiba.

- Ey, Naruto... ¿Qué tal ha ido? – escuchó que gritaba Ino desde abajo.

Naruto alzó las manos y las dejó caer hasta que golpearon sus muslos, en un intento por decirle... "no tengo ni idea", porque realmente... no sabía cómo calificar aquello. Nunca le había pasado algo semejante con ninguno de su manada. Gaara, sin embargo, le observaba con seriedad, con una mirada como si intentase ver a través de él o como... si estuviera analizando las señales de su cuerpo para identificar qué ocurría allí.

***

Apagó la última de las luces de la consulta y caminó por la desierta sala de espera, pasando junto al mostrador mientras buscaba sus llaves en el bolsillo de su pantalón. Se quitó la bata blanca dejándola sobre el perchero y entonces... un escalofrío recorrió su columna. Sentía algo, una ligera respiración, una que conocía muy bien... como cuando los perros dormían y resoplaban en sueños. Caminó cerca del mostrador y cogió el bate de béisbol que tenía dentro del paragüero para dar la vuelta a la mesa de recepción. Elevó el bate y con un movimiento rápido, giró la mesa dispuesto a atacar al que estuviera allí, frenando al ver a Kakashi durmiendo bajo su mesa.

- ¡Me cago en la leche! – gritó Minato sobresaltando y despertando a Kakashi – casi me da un infarto. Creía que eras...

- ¿Que a ti casi te da un infarto? Casi me lo da a mí al saber que tu recepción sigue vacía. Estoy aquí para defenderte.

- ¿Defenderme? Venga ya... no tengo tantos casos sobrenaturales, os curáis rápido, no me necesitáis todo el tiempo.

- Eres el único veterinario que sabe sobre nuestro secreto, todos vienen a ti y eso hace que me preocupe. Necesitas a alguien en recepción.

- ¿Quién me iba a defender contra algo sobrenatural? – preguntó Minato – primero tendría que confesar que existe algo sobrenatural y no es precisamente lo mejor. No quiero que me tomen por loco. La gente no entiende estas cosas y no quiero tener que ir ocultando secretos hasta a mi propia secretaria.

- Es cierto que no puedes poner a un humano aquí, tampoco estaría tranquilo, no podría defenderte contra los sobrenaturales pero... puedo buscarte a alguien de los nuestros.

- ¿Ahora quieres ponerme escolta? – preguntó Minato algo dubitativo - ¿En serio, Kakashi? Soy veterinario... no el presidente de los Estados Unidos.

- Estoy preocupado por ti – le habló esta vez con seriedad – no quiero que te ocurra nada y ahí fuera hay manadas que... son peligrosas, ¿vale?

- Entiendo que te preocupe, Kakashi, pero son personas que necesitan ayuda también. No puedo elegir a quién ayudo y a quién no. Soy veterinario y si puedo salvarles... lo haré.

- Puedo entenderte... aunque no me gusta la idea de que puedas ayudar a enemigos nuestros.

- ¿Nuestros o de tu manada?

- Ya me entiendes – intentó escapar Kakashi – hay lobos que te desgarrarían el cuello si pudieran, que quizá quisieran convertirte en uno de los suyos, no quiero... esta vida para ti y lo sabes. Sólo intento cuidarte.

- Estoy bien, Kakashi. De verdad.

- Te acompaño a casa – dijo Kakashi quitándole de las manos el bate de béisbol que siempre tenía en la consulta – por cierto... esto no te ayudará a protegerte contra una de los nuestros. Lo sabes, ¿verdad?

- Bueno... al menos algún golpe se llevará – sonrió Minato.

- Acónito – dijo Kakashi caminando hacia la puerta – deberías rodear toda la consulta con acónito para evitar a los hombre–lobo. Nos debilita el acónito. También la plata o bueno... más bien podemos morir por heridas con armas de plata. Siempre será mejor que un bate – comentó abriendo la puerta de la consulta.

- ¿Y dónde narices quieres que encuentre acónito? No es precisamente la planta popular – sonrió Minato, saliendo de la consulta seguido por Kakashi.

- Te encontraré algo, ¿vale? Pero busca a alguien para la recepción, alguien de los nuestros que no tengas que ocultarle las cosas. No puedo dormir tranquilo sabiendo que puedes estar en peligro.

- Dormías muy tranquilo hace dos minutos – sonrió Minato.

- Porque tú consigues relajarme – le susurró cerca de su rostro, escuchando los latidos de aquel humano que tanto le atraía, de ese chico al que siempre protegería de lo que fuera.

- Deberías confiar más en tu beta – le susurró Minato, sintiendo cómo su corazón se aceleraba ligeramente.

- Sabes muy bien que tú has sido mi beta siempre.

- Yo no soy de tu manada, no soy tu beta ni tu omega, no soy nada, tan sólo un humano – le tocó el hombro Minato – tu beta es Kurenai.

- No la amo a ella, ni quiero engendrar descendencia con ella, lo sabes bien, Minato. Siempre te he pedido consejo a ti, puede que no seas mi beta oficialmente pero... siempre te he tratado como tal, me siento bien a tu lado.

- Soy tu consejero, pero nada más – le aclaró Minato con una sonrisa, apoyando su mano sobre su mejilla y su frente contra la suya – sólo tu consejero.

- Mentiroso – susurró Kakashi al ver que Minato se alejaba de él, sintiendo cómo los latidos de ese rubio se intensificaban a cada segundo más.

Un olor conocido hizo que Kakashi abriera los ojos enseguida, cogiendo del brazo a Minato y alejándole de la calle, colocándose delante y gruñendo. Minato supo que algo ocurría al ver la reacción de Kakashi y entonces... entre la niebla, una figura apareció, cargando a otra a cuestas.

- Ve dentro – le dijo Kakashi.

- Necesita ayuda – comentó Minato.

- Es Zabuza – le agregó pero Minato no pareció escucharle, tan sólo se quedó allí dejando que ambos se acercasen.

- Por favor... le han atacado, necesita un veterinario enseguida – comentó Zabuza, con sus ojos fijos en Kakashi, quien no dejaba de gruñir.

- Llévalo dentro – comentó Minato – le echaré una ojeada.

- Gracias – agradeció Zabuza.

- Vete a casa, Kakashi, puedo ocuparme.

- Ni de coña. No voy a dejarte solo con un hombre-lobo en tu consulta – dijo con seriedad – me quedo.

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