Capítulo 51: Única opción
En el silencio de la noche, la carcajada proveniente del cuarto de Minato provocó en primera instancia, un sobresalto en el fino oído de Kakashi y posteriormente, un terror sin igual cuando la carcajada fue sustituida por una tos incontrolable.
Sin siquiera tener tiempo a pensar, el cuerpo de Kakashi reaccionó al instante entrando en el edificio creyendo que algo malo sucedía pese a que a sus fosas nasales no llegaba el aroma de ningún otro lobo que no fuera Naruto. Aun así, atemorizado como estaba, prefirió salir de dudas creyendo que Minato podía necesitar ayuda.
Subió las escaleras de la casa como alma que lleva el diablo y justo en la puerta, se encontró con Naruto. Con la mano en el pomo, la respiración agitada y su corazón desbocado, Naruto ni siquiera pensó en hablar con Kakashi en ese instante, sólo deseaba abrir la puerta y comprobar que todo estaba bien. Aquella carcajada seguida de la tos había provocado que saliera de su profundo sueño y se alarmase al instante. En pijama y con el gorrito de dormir sobre su cabeza, Naruto abrió la puerta adentrándose en la oscuridad del cuarto. Al fondo, una única luz les indicaba a ambos lobos el camino hacia donde debía estar Minato: la luz proveniente de la mesilla de noche.
Los dos se observaron un segundo antes de salir corriendo hacia el otro lado de la cama para comprobar que realmente, sus olfatos no les engañaban y el aroma a muerte venía de ese lado. Al rodear la cama, sentado en el suelo, Minato se miraba la palma de la mano con algo de sangre.
- ¿Papá? ¿Estás bien? Deja que te ayude a levantarte.
- Estoy bien, Naru. Estoy bien. Lamento haberte asustado.
Agarrándose a los fuertes brazos de su hijo, se dejó ayudar por él a levantarse, aunque en cuanto estuvo a la altura suficiente, se sentó en el colchón. Se agotaba con facilidad y últimamente apenas podía estar de pie unos minutos sin necesitar un asiento.
Minato trató de calmarse durante unos segundos, sin embargo, al mirar a su hijo y posteriormente a Kakashi, que permanecía de pie al otro lado de la cama cerca de la puerta, se dio cuenta por la mirada de ambos de que estaban realmente preocupados.
- Estoy bien, en serio – trató de sonreír para que le creyeran aunque parecía complicado por la sangre que había escupido tanto en su mano, como en el suelo.
- Voy por tu medicación – susurró Naruto un poco mas relajado pese a que todavía estaba angustiado en su interior. Ver a su padre morirse lentamente no era algo que le gustase y esa misma idea se la hizo saber a Kakashi cuando al pasar por su lado, le miró con esos ojos desafiantes y penetrantes.
En cuanto Naruto se alejó por el pasillo, Minato miró a Kakashi. Seguía de pie sin saber muy bien qué hacer. Cuando sus miradas se cruzaron, ambos quisieron hablar al mismo tiempo entorpeciéndose y haciéndoles sonreír al haberse atropellado.
- Lo siento – dijo finalmente Kakashi ante el silencio que reinaba tras aquel tenso momento – no debí entrar por aquí de esta forma tan brusca, pero...
- Estoy bien, te prometo que me encuentro bien. De hecho, iba a levantarme porque deseaba hablar contigo de algo importante.
- Si es sobre el mordisco... mi opinión no ha cambiado al respecto en todos estos años – susurró Kakashi creyendo que los tiros irían por ahí. Minato sonrió.
Kakashi siempre había tenido una idea muy clara sobre la mordedura y desde luego, nunca fue algo que quisiera para Minato, pero era cierto que, en parte, tras enterarse de su enfermedad, le pasó por la cabeza un par de veces, aunque siempre acababa rehusándola.
- No era sobre eso. Sé muy bien lo que opinas sobre ese tema y lo entiendo. Es sólo que siento que se me agota el tiempo y necesito sacar todos estos sentimientos que guardo en mi interior y he tratado de ocultar durante todo este tiempo. Necesito decirte todo antes de marcharme.
- Sabes que no permitiré que te ocurra nada. Kurenai y Asuma están revisando todos los libros de medicina para encontrar una solución a esto y...
- No hay solución, Kakashi. Lo sabes bien. Intentas mentirte, darte esperanzas a ti mismo, pero todos sabemos cómo acabará esto. Una vez me dijiste que los humanos jamás podrían estar con un hombre–lobo y tenías razón – susurró Minato para asombro de Kakashi.
- No iba en serio. Sólo quería...
- Mantenerme alejado del peligro. Lo sé, pero en parte, tenías razón. Aun así, si todavía sientes algo por mí, me gustaría poder pasar mis últimos días junto a ti.
- Me halaga saberlo, Minato.
Con un tono melancólico, Kakashi tomó una de las sillas del cuarto y la colocó frente a Minato para sentarse en ella. Su amor por Minato jamás había desaparecido, pero era consciente de que a él se le terminaba el tiempo y todo lo ocurrido con su mujer no se podía eliminar de un plumazo.
- ¿Pero? – preguntó Minato creyendo que Kakashi diría algo así.
- Pero ambos sabemos que la muerte de tu esposa sigue demasiado presente en ti y que quizá, todavía guardas cierto resentimiento hacia mí por todo lo que hice y dije en el pasado. Puede que creyera que mis intenciones eran correctas pero no evitaron tu sufrimiento, sino todo lo contrario. Cometí errores y...
- Y deberían quedar en el pasado. Kakashi... me queda poco tiempo, ahora mismo lo único que me preocupa es no ser sincero conmigo mismo sobre lo que siento por ti y no disfrutar los últimos momentos. Tú fuiste mi primer novio, a ti te entregué mi corazón desde el inicio y aunque a Kushina la amé con la locura y aún lo hago, a ti tampoco he podido olvidarte. Contigo puedo estar ahora porque pronto me reuniré de nuevo con Kushina. Quiero aprovechar el poco tiempo que me queda.
Al ver el rostro cargado de seguridad de Minato, Kakashi sonrió. Desde la muerte de su esposa, él trató de alejarse al mismo tiempo que intentó seguir siendo un apoyo cuando lo necesitase, pero siempre intuyó que Minato jamás volvería a estar listo para el amor. Minato era de esos chicos que se entregaban en cuerpo y alma para toda la vida. Quedaban pocos como él y la muerte de su esposa se llevó una gran e importante parte de él que jamás recuperaría, pero allí estaban, rememorando en esas últimas semanas el pasado. Todos esos sentimientos que seguían fluyendo entre ellos y que trataron de ocultar durante años, florecían con mayor fuerza en estos momentos.
- Claro – susurró finalmente Kakashi estirando el brazo hacia delante con la palma de la mano abierta hacia arriba, lo cual dio pie a Minato a que colocase su mano encima y Kakashi pudiera cerrar sus dedos entorno a ella con suavidad –. Ya sabes que yo jamás he podido olvidarte y tampoco he sido capaz de negarte nada.
- No es cierto, me niegas cosas cada dos por tres – sonrió Minato consiguiendo que Kakashi sonriera también, sin embargo, el inicio de la tos de Minato provocó que Kakashi volviera a su tono serio y preocupado.
- Voy a ver si Naruto ha encontrado la medicación. Ahora vengo.
- Vale.
Por el aroma de Naruto, Kakashi supo al instante que el chico se encontraba en la planta inferior, concretamente en la cocina pero apenas se movía. Era muy posible que hubiera encontrado la medicación y, a la vez, se hubiera negado a subir para no interrumpir. Naruto siempre tuvo un buen oído.
Al bajar las escaleras, le encontró con las manos apoyadas sobre la encimera con el bote de pastillas en medio de ambos brazos. Lo observaba en silencio y entonces, cuando Kakashi se acercó para cerciorarse de que todo estaba bien, fue Naruto el que rompió aquel silencio nocturno.
- Tienes que hacerlo – dijo sin más.
- ¿Hablamos del mordisco? – preguntó Kakashi.
- ¿De qué otra cosa íbamos a hablar sino?
- No es tan sencillo, Naruto.
- Lo es. Siempre he respetado tu ideología y sigo haciéndolo. No mordemos a la gente, no la convertimos y sabemos que hacerlo conlleva un gran riesgo que...
- Naruto, sólo un porcentaje muy bajo superan el mordisco. Los condenamos a morir y lo sabes y los que sobreviven... ya sabes lo duro que son los adiestramientos. Mira Sasuke, ¿no te dolió verlo con ese collar de púas las primeras veces? Y ni siquiera a día de hoy controla la luna llena todavía.
- Lo sé y no se lo deseo a nadie pero... se muere. Siempre has dicho que la única excepción para morder a alguien era de vida o muerte. Pues ahora mismo estamos en esa situación. Mira cómo Sasuke mordió a su hermano porque se moría.
- Es diferente, Naruto.
- No lo es para mí. Mi padre se muere, el amor de tu vida se muere.
- Ésa es la gran diferencia, Naruto. Itachi pudo morir por el mordisco de Sasuke, sí, pero estaba muy grave y la situación requería actuar rápido, aun así, estoy seguro de que Sasuke, en más de una ocasión, se habrá cuestionado si hizo lo correcto por todas las consecuencias que ha acarreado su decisión.
- Es posible, pero estoy convencido de que, al final, no se arrepiente porque su hermano está vivo gracias a lo que hizo – le rebatió Naruto.
- Itachi tuvo suerte, pero si no hubiese sido así... – Kakashi se tomó un segundo para pensar cómo transmitirle sus temores y dudas a Naruto para que entendiera su postura –. ¿Qué harías tú en mi caso? ¿Qué decidirías si a día de hoy Sasuke fuera humano, se estuviera muriendo y tuvieras que decidir si morderle o no?
- Le mordería sin dudarlo – sentenció Naruto – porque le perdería igualmente. Lucharía por intentar mantenerle a mi lado.
- ¿Y si muriera en tus brazos, Naruto? ¿Querrías seguir con esa idea si le vieras morir en tus brazos en un gran dolor por tu mordedura? Son las peores veinticuatro horas de su vida. Verías su sufrimiento durante veinticuatro horas y cuando echases la vista atrás, sabrías que tú le mataste.
Naruto agachó el rostro de nuevo hacia la medicación. Entendía el debate interno de su maestro. Ver sufrir a Minato era algo que no deseaba pero... se moría y no estaban peleando por él.
- Si tú no vas a morderle, no me dejarás más opción que hacerlo a mí – sentenció Naruto –. Volvimos aquí al enterarnos de su enfermedad porque mi padre quería pasar sus últimos días en su hogar, pero mi intención era otra. Creí que, al no acceder mi padre a mi petición de que se dejase morder, tú podrías convencerle de lo contrario y, también supuse que querrías ser tú quien lo hiciera.
Encarando de nuevo la mirada hacia su afligido maestro, Naruto se dio cuenta de cuánto odiaba tratar ese tema del mordisco, pero era necesario hablarlo cuanto antes. A su padre se le acababa el tiempo.
- Te recuerdo también que Zabuza aún anda por ahí y no descansará hasta morderle. Cuando se entere de su enfermedad y seguramente no tardará en hacerlo, se dará mucha más prisa para tratar de convertirle y si el mordisco resultase efectivo, él sería su alfa. ¿De verdad quieres que Zabuza pueda ser su alfa? Usaría su voz con él, le tendría como a su esclavo. ¿Cómo crees que se sentiría entonces mi padre viéndose en esa situación con el asesino de su esposa? – Naruto suspiró pensando en todas las opciones – y tampoco quiero ser yo su alfa si te soy sincero. Soy su hijo, un hijo no debería mandar sobre su padre. Él me ha cuidado toda su vida y yo no sería capaz de verle en la jerarquía como alguien inferior a mí que deba acatar mis normas. En cambio... contigo todo es diferente. Él acabaría convirtiéndose en tu beta y lo sabes, sería casi tu igual, como Sasuke lo es para mí. Podríais estar juntos toda la vida.
- Sólo si el mordisco funcionase. Ya te he dicho que no suele funcionar.
- ¿Y entonces le dejamos morir sin intentar nada? Piénsalo bien, Kakashi, pero no tardes demasiado. Sé que odias este tema pero tienes que afrontarlo. Su vida recae ahora en tus manos. Voy a subirle la medicación.
Naruto se marchó dejando que su mentor pensara en la conversación que acababan de tener y, con suerte, cambiase de parecer.
***
Un gran bostezo, que se cubrió con una de sus manos, se escapó de su boca mientras con la otra mano pasaba otra página de aquel libro que llevaba hojeando durante la última hora. Se llevó un par de dedos al puente de la nariz y apretó con fuerza con intención de aclarar su vista y apartar el cansancio que se apoderaba de ella.
- ¿Estás bien? – la voz de Asuma llegó hasta sus oídos.
- Sí, no te preocupes – le tranquilizó Kurenai.
- Es tarde. Deberíamos dejarlo por hoy y continuar mañana – sugirió su compañero.
- No, aún puedo seguir un poco más – rechazó amablemente su oferta.
Asuma miró con preocupación a la mujer frente a él y después, desvió la mirada al montón de libros y papeles esparcidos sobre la mesa.
Gracias al acceso de Kurenai en el hospital, habían podido hacerse con algunos libros de medicina especializada y se los habían llevado prestados para mirarlos con detenimiento. Aunque no era la única ayuda que habían obtenido: algunos médicos del hospital encontraron unas investigaciones y estudios respecto a la enfermedad que tenía Minato y se las pasaron a Kurenai también.
Por desgracia, nada de eso había servido de mucho; seguían sin encontrar algo que ayudase ahora a su amigo. El que el tiempo de incubación se hubiera reducido tan drásticamente y los síntomas se desarrollaran con gran rapidez era un gran inconveniente para encontrar algún tratamiento que pudiera funcionar.
- Llevamos horas aquí encerrados sin parar de mirar todos esos libros, ni siquiera nos hemos tomado un descanso. No pasa nada por...
- Sí pasa, la vida de Minato depende de esto – le interrumpió Kurenai malhumorada por el comentario de Asuma. Parecía como si no se tomara ese asunto con la seriedad que merecía.
- Lo sé, y estamos haciendo todo lo posible para hallar una manera de ayudarle con su enfermedad, pero si nos exprimimos hasta la extenuación, no seremos de ninguna ayuda para él. También tenemos que cuidar de nosotros mismos para poder hacer lo mismo por Minato – le contestó Asuma en un intento por convencer a su amiga para que se tomara un descanso al menos.
Kurenai alzó la mirada para posarla sobre su compañero con determinación.
- No pude hacer nada para salvar a Kushina, pero aún puedo hacer algo por Minato. No voy a dejar que muera sin haber hecho todo lo posible para salvarle – en su voz se podía notar el dolor de los recuerdos de la muerte de su amiga, así como el pesar que le producía la situación del rubio. No podía perder a otro ser querido, no si estaba en sus manos evitarlo.
La preocupación de Asuma aumentó tras ver la presión que se estaba poniendo Kurenai sobre sus hombros debido a la culpa que aún tenía por la muerte de su mejor amiga. Levantándose del asiento, el hombre-lobo bordeó la mesa y se sentó en la silla que había al lado de Kurenai.
- Escúchame – le dijo apartándole la mano que pasaba otra página y tomándola entre las suyas – no estás sola en esto, no eres la única que quiere ayudar a Minato, que quiere encontrar una cura a su enfermedad, por lo que no cargues con toda la responsabilidad de hallar una solución; es una tarea que compartimos entre todos los que queremos a Minato. Sé que es duro, también estoy a punto de perder a mi amigo por culpa de la enfermedad que el maldito de Zabuza le transmitió sin saberlo, pero no puedes poner sobre tus hombros todo el peso de salvarle porque no es justo para ti ni para él. No conviertas esto en tu obligación o castigo para mitigar la culpa que crees que tienes. Además, Minato no querría que te sintieras así o que cayeras enferma también por intentar ayudarle.
- Sé que es así, pero no puedo evitar sentir que se lo debo a él y a Kushina. Si le pierdo a él también, no...
- No pienses en eso ahora – la cortó atrayéndola hacia su pecho para rodearla con su brazo libre – aunque nos quede poco tiempo, todavía nos queda algo y nadie se va a dar por vencido, así que seguro que encontraremos una solución.
Pese a saber que las posibilidades de que hallaran algo que pudiera salvar a Minato eran casi nulas, las palabras de Asuma la reconfortaron. Quizás necesitaba un poco de esperanza.
- Como he dicho, tenemos que cuidarnos también nosotros y descansar, de esa manera no pasaremos nada por alto por culpa del agotamiento, así que seguiremos por media hora más, pero después de eso, lo dejamos por hoy, ¿de acuerdo? – le ofreció Asuma.
- De acuerdo – accedió la mujer todavía arropada por los fuertes brazos de su compañero, sin ser ninguno consciente de que, no muy lejos de allí, alguien los había estado espiando.
***
Con un último movimiento, Zabuza se corrió en el interior del integrante más joven de su manada y, tras quedarse vacío, salió de Haku y se dejó caer en el colchón, sin importarle que el chico no hubiese alcanzado el clímax.
- Vete a tu cuarto y te desahogas allí – le dijo al ver que se disponía a masturbarse para liberar todo la carga acumulada en aquella sesión de sexo.
Por un instante, Haku se quedó paralizado creyendo que había oído mal o que su alfa no lo decía en serio, pero por las siguientes palabras que pronunció, supo que iba muy en serio.
- No es mi culpa que seas lento y no hayas acabado antes. Ahora ve a terminar a otra parte, no quiero que manches las sábanas con tu semen.
Avergonzado y dolido, Haku agarró su ropa del suelo y salió corriendo de allí todavía con una erección entre sus piernas. Estaba acostumbrado a que le echara de inmediato cuando, en ocasiones esporádicas, mantenían relaciones sexuales y no le dejaba dormir con él, pero era la primera vez que le había hecho sentir de aquella manera.
Sabía que sólo le usaba para desfogarse cuando su libido estaba por las nubes y aceptaba su papel, pero no se esperaba que ni siquiera le dejara terminar antes de decirle que se marchara de la habitación.
Por su parte, Zabuza ni se inmutó cuando el chico se marchó cabizbajo de allí. No le importaba lo más mínimo lo que pudiera sentir ni se preocupaba por el placer del chico, solamente del suyo propio, por eso no se sentía culpable por la manera en que le acababa de echar.
No le gustaba acostarse con otras personas, solamente quería hacerlo con Minato, pero como esa opción no era viable por el momento y tenía necesidades como cualquier ser vivo, eligió a Haku como su desahogo sexual. No podía ni imaginarse tener sexo con algún otro miembro de su manada, ni tampoco le solían atraer los humanos, a excepción de Minato. Además, solía gustarle el sexo duro y violento y un humano no aguantaría sus gustos y necesidades, por lo que la única opción era Haku.
Tras pasar un par de minutos, escuchó unos ligeros golpes en la puerta de su habitación. Sabía de quién se trataba y también sabía que había estado esperando a que acabara con Haku para hablar con él. Por las horas que eran, más le valía que fuese importante.
- Puedes pasar – le dio permiso a acceder al interior una vez se tapó la parte inferior de su cuerpo con las sábanas.
Cuando la puerta se abrió, vio a la figura de Raiga Kurosuki pasar.
- La próxima vez que esté ocupado, aléjate un poco más. Podía sentir tu presencia, lo cual me ha cortado bastante el rollo – le recriminó Zabuza –. Al menos no has sido tan idiota como para interrumpirme.
- Lo siento, señor. No ocurrirá una próxima vez – le aseguró Raiga.
- ¿Y bien? ¿Qué has descubierto durante tu vigilancia de esta noche que no puede esperar a mañana? – le instó el alfa a que fuera directo al grano.
Como no podían acercarse directamente a Minato debido a la seguridad extra que siempre le acompañaba, Zabuza había ordenado a algunos de sus subordinados que vigilaran a los que se interponían entre él y Minato, para así obtener cualquier información que pudiera serle útil e ir conociendo cómo se organizaban las vigilancias, para después trazar un plan y llegar hasta el rubio sin involucrar la muerte de policías y civiles. No quería atraer la atención de los medios y de los posibles cazadores que hubiera por la zona.
- No son buenas noticias – le advirtió el otro hombre-lobo.
- ¿Y cuándo lo son? – replicó con cierto sarcasmo, ya que últimamente solamente recibía malas noticias.
- Por lo que he podido escuchar esta noche, Minato Namikaze tiene una enfermedad mortal.
El mundo de Zabuza se detuvo por completo al escuchar aquellas últimas palabras. ¿Minato, enfermo? No era posible, no había olido nada diferente estando cerca de él. Raiga debía haber escuchado mal o...
- Es una trampa – Zabuza afirmó con rotundidad.
- ¿Una trampa? – repitió Raiga confuso –. No entiendo.
- Quieren hacerme salir, que cometa un error actuando sin pensar y yendo a comprobar si es verdad.
- Con todo mi respeto, señor, no creo que se trate de una trampa – le contradijo Kurosuki –. No sabían que yo estaba vigilándoles ni...
- Eso es lo que te han hecho creer – le interrumpió –. Kakashi y sus amiguitos saben muy bien cómo engañar a los demás. No, lo que sea que hayas escuchado es mentira, se trata de alguna treta de Kakashi para pillarme con la guardia baja, pero no pienso caer.
Raiga se sorprendió al ver lo reacio que estaba su alfa a aquella noticia. Parecía que se negaba a aceptar aquello, pero él sabía lo importante que era Minato para su alfa, por lo que debía hacerle ver la verdad aunque se expusiera a su ira y a un terrible castigo por llevarle la contraria.
- Señor, se equivoca – se atrevió a pronunciar.
Aquellas palabras sorprendieron y enfurecieron a Zabuza por igual. Tanto que, en un rápido movimiento, se puso al lado de Raiga con sus garras sobre el cuello del susodicho, en una clara amenaza.
- ¿Qué has dicho? – le dijo con voz amenazadora.
- Que se equivoca – le contestó sin acobardarse.
- O eres muy valiente o muy estúpido.
- Sólo miro por los intereses de mi alfa.
- ¿Desafiarme es mirar por mis intereses? – preguntó Zabuza con sorna.
- Minato es lo más importante para usted, lo quiere en la manada a su lado y, si no acepta que está enfermo, no podrá llevar a cabo lo que siempre ha deseado antes de que sea demasiado tarde.
Sin estar del todo convencido, Zabuza aflojó el agarre sobre su subordinado hasta liberarlo del todo.
- Tienes un minuto para convencerme de que no es una trampa de Kakashi – le advirtió mientras se acercaba a una silla para tomar una bata y cubrir su desnudez.
- El miedo y la preocupación que podía oler en Asuma y Kurenai eran reales. Podía notar la desesperación en esa mujer por encontrar una cura o algo que pudiera ayudar a Minato. Realmente temen que va a morir, no fingen. Su angustia era genuina. Además, si quisieran tendernos una trampa, dudo que usaran a Minato como cebo por si acaso su supuesto plan no funcionara como ellos esperaran.
Zabuza escuchó los argumentos de Raiga. Él era uno de los que mejor olfato e instinto tenían entre los miembros de su manada, por eso solía mandarlo a misiones de vigilancia y espionaje, así que si Kurosuki decía que el miedo que tenían a perder a Minato era real, entonces debía creerle a pesar de esa parte de su cerebro que se negaba a aceptar que podía perder a Minato antes de que cumplir con su objetivo.
- ¿De qué enfermedad se trata? – preguntó dando a entender que le había convencido.
- No lo sé, no han mencionado el nombre, sólo que se ha desarrollado más rápido de lo normal, empeorando su esperanza de vida y que... – dudó en si contarle el detalle que había escuchado.
- ¿Que qué? – Zabuza cuestionó con impaciencia.
- Que usted se la había transmitido – le reveló.
Zabuza le miró con sorpresa y confusión. Pensó cómo y cuándo había pasado, pero no había estado tan cerca de Minato como para transmitirle algo desde... desde que mató a su esposa y trató de morderle. El alfa se miró las manos pensando qué tenía por aquel entonces o podía seguir teniendo como para hacerle enfermar a tal grado.
- Por lo visto, ha estado ocultándoselo a sus amigos hasta hace poco – continuó hablando Raiga mientras Zabuza se perdía en sus cavilaciones – de ahí, la urgencia con la que buscan una solución. Al parecer no le queda mucho tiempo.
- Que sigan perdiendo el tiempo y así se mantengan apartados de mi camino. Si yo le provoqué esto, yo lo solucionaré – proclamó Zabuza.
No necesitó añadir ni una palabra más para que Raiga captara al instante la idea que tenía su alfa en la cabeza. Zabuza sabía que su única opción era morder de una vez a Minato y convertirlo en uno de ellos de una vez por todas, pero para eso, debía mover ficha y rápido. Tendría que hacer una visita a Pain y poner en marcha su alianza.
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