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Capítulo 45: Silencio abrumador

Notas importantes: Ésta historia está creada por dos autoras: Kaoru Himura y Fullbuster.



Tobirama estacionó su coche en el aparcamiento del pub-restaurante "The Rock of Twain Harte" y apagó el motor. Al salir del vehículo, vio cómo el coche patrulla que le acompañaba aparcaba a su lado izquierdo. En ese establecimiento hacían una comida deliciosa, la cual no le importaría probar en aquel momento, pero no podía. Era una pena que estuviera ahí por asuntos oficiales.

La verdad era que le hubiese encantado tomarse un descanso y llenar su estómago con alguno de los fabulosos bistecs que cocinaban a fuego lento y tradicional. Nadie podía decir que no se lo mereciese tras la semana llena de trabajo que había tenido investigando los antecedentes de los miembros de la manada de Zabuza y arrestándolos.

A muchos, había sido fácil pillarles por delitos que habían cometido en Twain Harte y por los que parecía que ni se habían preocupado. Las personas a las que ya había arrestado eran tan tontas que se creían que no les pasaría nada por ello.

Claro, porque la policía no se iba a preocupar de unos borrachos que hacían exhibicionismo delante de unas jóvenes que habían salido a divertirse y a las que habían incomodado, o eso parecían creer esos cavernícolas. Por suerte, no había pasado a mayores porque otro hombre, aparentemente un amigo de ellos, les había detenido y los había alejado del lugar. Eso era lo que los testigos habían dicho, y él suponía que debía de tratarse de otro miembro de la manada de Zabuza que intentaba que no se metieran en líos y así atraer la atención innecesariamente.

A unos pocos, había sido más complicado llevarlos ante la justicia porque habían cometido delitos en otros estados donde ellos no tenían jurisdicción, pero tras mucho papeleo y la insistencia de Hashirama, habían logrado obtener las órdenes de arresto en tiempo récord. No era nada habitual conseguir todo eso en tan poco tiempo, la burocracia era lenta y un asco, pero parecía que habían tenido mucha suerte o su hermano era el mejor camelándose a jueces y otros policías.

En general, habían pillado a varios miembros de la manada de Zabuza por delitos como hurto, conducción temeraria, extorsión, agresión... Tobirama estaba convencido de que algunos de ellos también habían cometido algún homicidio, aunque no había encontrado ninguna acusación de ese estilo en su contra; seguramente, no había pruebas que los relacionasen con ningún asesinato porque los habrían cometido transformados en lobos.

A Tobirama le hubiese encantado encerrarles durante una larga temporada por crímenes de ese calibre, pero debía conformarse con quitarlos de la calle por otros delitos.

- La información que tenemos es que el sospechoso suele venir a comer a este lugar más o menos a esta hora, así que prestad atención y localizadle. Ya sabéis qué aspecto tiene – les dijo Tobirama a los otros dos policías cuando estos bajaron del coche patrulla y se reunieron con él.

Ambos agentes asintieron con la cabeza y se encaminaron hacia la zona exterior del local, donde había un par de pequeños grupos de personas disfrutando de la comida que les habían servido. El detective les siguió muy de cerca, aunque observando en dirección contraria por si veía al sospechoso. Peinó la zona con la mirada, pero no le vio. Volteó la mirada hacia los agentes y estos terminaron de revisar la zona contraria antes de girarse hacia él y negar con la cabeza.

- Peterson, enseña la foto del sospechoso a estas personas y pregunta si le han visto. Si obtienes información importante sobre su localización, infórmame de inmediato. Gregson, tú vienes conmigo a revisar dentro – ordenó Tobirama.

Ambos oficiales obedecieron al detective. Peterson se dirigió al grupo de personas más cercano para preguntarles sobre el sospechoso, mientras que Gregson se unía a Tobirama y ambos se dirigían al interior del local.

Al entrar en el restaurante, Tobirama pudo ver que todo seguía igual a la última vez que estuvo ahí. No era un restaurante grande, pero tampoco era pequeño; tenía el tamaño justo para celebrar alguna fiesta con amigos. La barra estaba cerca de la puerta a mano derecha, mientras que, a la izquierda, había un pequeño comedor con mesas y sillas para los comensales, y un muro bajo de madera separaba ambos espacios. De hecho, casi todo en el local era de madera: la barra, el suelo, las paredes...

- Yo miraré por la barra; tú, revisa el comedor – le dijo Tobirama a Gregson, quien asintió y se dirigió a esa zona para buscar al sospechoso.

Primero, Tobirama observó a las personas más próximas a él buscando a su objetivo, pero al no verlo sentado ahí, fue avanzando a lo largo de la barra, fijándose si alguien encajaba con las características del hombre al que buscaba.

Cuando llegó al final, frunció el ceño al no haber localizado al sujeto. Se giró buscando con la mirada a Gregson y lo vio inspeccionando el último par de mesas. Al terminar, hizo lo mismo que Tobirama y se volteó buscándole con la mirada y, con un gesto de cabeza, le indicó que no había ni rastro de Warren Kent, el miembro de la manada de Zabuza que buscaban.

Tobirama, contrariado, volvió a echar un vistazo por el local. Debería estar ahí, o al menos, ésa era la información que manejaba. ¿Se habría ido ya o aún no había llegado? Debería preguntar a los presentes para conocer la respuesta, y después, se reuniría con Peterson para ver lo que había averiguado.

Iba a comenzar con la mujer sentada en la barra y que veía las noticias de la tele del restaurante mientras se tomaba una cerveza, cuando un ruido a su espalda le llamó la atención. Tobirama se giró y vio que alguien acababa de salir de los aseos: su objetivo.

- ¿Warren Kent? – preguntó el detective pese a saber perfectamente que se trataba de él.

- ¿Quién lo pregunta? – le respondió mirándole con desconfianza; muy pocos en aquel lugar conocían su nombre, por lo que ese hombre no debería saberlo, aunque había algo en él que le resultaba familiar, pero no sabía de qué o por qué.

Tobirama se apartó la gabardina de tres cuartos marrón para dejarle ver su placa, a la vez que se llevaba la mano a la funda donde estaba guardada su pistola por si la situación se complicaba.

- Soy el detective Senju – le informó.

En este instante, tras ver la placa y oír su nombre, Warren supo de qué le sonaba tanto. Unos meses atrás, Zabuza les advirtió sobre ese hombre y les dio una descripción para que le evitaran en la medida de lo posible si se cruzaban con él. Además, creía haber escuchado a Ameyuri hablar sobre él cuando vigilaba la comisaría, en especial estos últimos días, pero no solía prestarle atención a lo que la mujer decía.

- Tengo una orden de arresto contra usted – continuó Tobirama al no obtener ningún tipo de respuesta por parte del hombre-lobo – así que, si no le importa, me gustaría hacer esto sin armar ningún revuelo – añadió enseñándole las esposas.

Warren se imaginó que se trataba de eso ya que muchos de sus compañeros habían estado cayendo como moscas esa última semana por culpa de la policía. Parecía que le había llegado el turno.

El hombre-lobo evaluó la situación en la que se hallaba. Su instinto le gritaba que se cargara a todo el que se le pusiera delante y huyera de allí a toda prisa, no sin antes darle una lección a ese detective por encerrar a sus compañeros. Sin embargo, matar a tantas personas, sobre todo después de que le hubieran visto en su forma humana, atraería demasiado la atención, algo que intentaban evitar en la manada, pese a no siempre lograrlo.

- No compliquemos las cosas – Tobirama interrumpió sus pensamientos al notar cómo, de forma inconsciente, había sacado sus garras – no es eso lo que quiere tu alfa, ¿no? – susurró para que solamente el hombre-lobo pudiera escucharle.

Warren abrió los ojos sorprendido al descubrir que ese policía sabía lo que era y que formaba parte de la manada de Zabuza. ¿Su alfa y los demás estaban enterados de eso? ¿Zabuza o alguno de sus compañeros habían informado de ese hecho en alguna de las reuniones? No lo recordaba, pero era posible, solamente que su maldita costumbre de no escuchar le impedía saber si así era. Quizás debería haber prestado más atención sobre lo que se hablaba en la manada, si así hubiese sido, era posible que no estuviese metido en ese lío en aquel instante.

- Mierda – soltó frustrado Warren al ver que no tenía alternativa.

Tobirama se acercó al hombre-lobo cuando éste se dio la vuelta y puso las manos tras su espalda para que pudiera ponerle las esposas.

- Buen chico – dijo Tobirama con un tono que no gustó a Warren; era como si le estuviese tratando como a un perro.

- No tientes la suerte – le advirtió el hombre-lobo, pero Tobirama le ignoró leyéndole sus derechos para que no pudiera librarse de la cárcel por tecnicismos.

Las personas que estaban en el restaurante, ajenas a lo que ocurría hasta ese momento, centraron su atención en ambos hombres. Les vieron caminar hacia la salida, uniéndose a ellos otro policía, Gregson, quien había abandonado la zona de mesas, acercándose hasta su superior por si necesitaba refuerzos.

Ya en el exterior, Tobirama llamó a Peterson y éste se acercó hasta los tres hombres. Los policías y el hombre-lobo caminaron hasta el coche patrulla de los agentes. Peterson quitó el cierre del mismo y abrió una puerta de la parte trasera, donde Tobirama metió al detenido.

Tras encerrar a Warren en el coche, los policías se metieron en sus respectivos vehículos y los pusieron en marcha en dirección a la comisaría.

No muy lejos de allí, un par de ojos observaban la escena con preocupación. Un único pensamiento rondó por la mente del dueño de esos ojos: debía informar cuanto antes de lo ocurrido.

***

Tumbado en aquella enorme y antigua cama, Zabuza se hallaba perdido en sus pensamientos. Su ceño fruncido indicaba que no eran agradables precisamente, más bien, todo lo contrario. La preocupación comenzaba a apoderarse de él.

Había decidido subir a su habitación para meditar y con el jaleo que su manada solía armar, era imposible, así que había ordenado que nadie le molestara hasta que él avisara de lo contrario. Necesitaba estar solo para poner en orden sus ideas.

Esa última semana había sido complicada. Recordaba lo feliz que se había puesto cuando le informaron de que Minato estaba de nuevo en Twain Harte. ¡Por fin podría terminar lo que empezó!

No tardó en regresar él también a la pequeña ciudad para verlo enseguida y convertirlo para que se uniera a su manada. Sin embargo, nada salió como esperaba. No sólo Minato estaba equivocado con sus intenciones, sino que su pequeño cachorro también. ¡Ambos rubios pensaban que quería muerto a Minato! Nada más lejos de la realidad.

Por supuesto, Naruto hizo todo lo posible por defender a su padre y plantarle cara, aunque no le sirvió demasiado cuando usó su llamada del alfa. Pese a habérselo pasado genial viendo cómo casi mataba a un amigo suyo, no podía evitar sentir cierta preocupación porque la palabra clave era "casi".

A pesar de obedecerle sin rechistar, podía notar que Naruto oponía resistencia a su voz ya fuese de manera consciente o no, porque de no ser así, habría acabado con la vida de ese joven de pelo largo y negro en un instante. Si su pequeño cachorro aprendía cómo liberarse de su yugo e ignorar sus órdenes... bueno, le supondría un gran inconveniente. Era más fácil si Naruto le hacía caso a ciegas para su propósito de morder a Minato y que ambos se unieran a él.

Por desgracia, la diversión esa noche se acabó cuando Minato amenazó con matarse si no dejaba a Naruto en paz. Esos dos rubios eran unos testarudos y se lo estaban poniendo realmente difícil para convertirse en una familia.

Lo dejó pasar porque no quería a Minato muerto, sino vivo a su lado. Pensó que ya tendría tiempo para pillarle desprevenido y llevar a cabo lo que tanto tiempo llevaba deseando. Sin embargo, esa semana se había torcido demasiado.

Había tratado de acercarse al rubio, pero éste estaba más protegido que nunca, ¡si hasta tenía escolta personal por parte de la policía! Y para rematar esa situación, su manada estaba siendo mermada por culpa de la policía también. A ese ritmo, perdería la ventaja sobre Kakashi.

¡Joder! ¿Por qué ese maldito lobo ártico siempre se ponía en medio de su sueño? Porque estaba seguro de que lo que estaba pasando era por culpa de ese desgraciado.

Primero, le quitó a Minato en su juventud; después, aniquiló a casi toda su antigua manada y, por poco, le mata a él; luego, le impidió hacerse con él hacía unos tres años atrás; un año más tarde, no sólo su beta le fastidió cuando ya tenía a Minato a su merced, sino que además, hizo que se marchara de Twain Harte y lo escondió a saber dónde; y ahora que estaban de nuevo en el mismo lugar, seguía fastidiándole para impedir que Minato fuese suyo.

Pero no se iba a rendir, eso lo tenía muy claro. Hallaría la forma de llegar hasta el rubio y morderle, y cuando fuera uno de los suyos, le haría su beta y entonces, lo tendría a su lado, en esa mansión, en aquella habitación y... en esa misma cama...

Pensar en Minato tumbado junto a él provocó que su mente echara a volar y que pensamientos impuros se apoderaran de él. Sintió cómo su miembro despertaba al imaginarse al rubio desnudo a su lado, sonriéndole de forma seductora mientras le acariciaba el torso y su mano descendía lentamente hasta el botón de su pantalón.

Dejándose llevar por aquella fantasía, Zabuza comenzó a acariciarse el miembro pensando que era la mano de Minato la que se movía de arriba a abajo, apretándole ligeramente su hombría.

El Minato de su fantasía ya había desabrochado el pantalón, había sacado su polla de la ropa interior y se lo había llevado a su boca, succionando la punta.

Zabuza estaba a punto de liberar también a su miembro en la realidad y darse placer pensando en Minato, cuando unos golpes en la puerta cortaron sus fantasías de forma abrupta.

- ¡He dicho que no quería que nadie me molestara! – gritó cabreado Zabuza al ser interrumpido durante su momento de placer.

- Lo siento, señor – se escuchó una voz temblorosa al otro lado – pero Kurosuki ha vuelto y dice que tiene noticias urgentes. Zetsu me ha pedido que le avisase.

Zabuza chasqueó la lengua ofuscado. Estaba convencido de que no se trataban de buenas noticias si mandaban al omega a buscarle. Ninguno quería sufrir su ira por desobedecer una orden e interrumpirle y preferían que Haku pagara los platos rotos.

- Ahora bajaré – soltó con fastidio por no poder terminar lo que había empezado –. Más vale que todos estén presentes si no quieren enfadarme más – le dijo para que advirtiese a los demás de que no trataran de huir.

- Sí, señor – escuchó responder a Haku antes de oír sus pisadas alejándose con rapidez.

El alfa se miró la entrepierna con molestia. Ahora tendría que pensar en algo desagradable para que se le bajase cuanto antes y bajar a escuchar las malas noticias. Más vale que fuese realmente urgente o si no, sufrirían el doble de su ira, por interrumpirle en el mejor momento.

***

Sentado en el viejo sillón mugriento y anticuado en el centro de la sala, Zabuza mantenía el silencio pensativo mientras observaba a lo que quedaba de su manada: Fuguki Suizakan, Jinin Akebino, Jinpachi Munashi, Kushimaru Kuriarare, Juzo Biwa, Ameyuri Ringo, Zetsu, Haku y, el portador de las malas noticias de hoy, Raiga Kurosuki.

Este último le acababa de informar que había visto cómo Tobirama había arrestado a Warren, aunque era algo que se había imaginado al no verle regresar con él. Otro idiota que se dedicó a delinquir en su forma humana y encima había sido tan idiota como para dejar pruebas tras él.

Zabuza se levantó del sillón y se acercó hasta una mesa donde había una estropeada lámpara. La cogió con la mano derecha y la lanzó con fuerza hasta el otro lado de la sala, impactando el objeto contra la pared y haciéndose añicos en el impacto. ¡Sólo se rodeaba de idiotas!

- ¿Vosotros también habéis sido tan estúpidos de cometer algún crimen dejando pruebas con los que os puedan encerrar? – preguntó Zabuza irritado.

- No, mi alfa – respondió casi de inmediato Ameyuri – nosotros no somos unos descuidados como los demás.

- Somos más listos que todos ellos – añadió Jinpachi.

- Más os vale que así sea – advirtió Zabuza todavía enfadado.

El alfa comenzó a andar de un lado a otro pensativo bajo la atenta mirada de los miembros de la manada restantes, quienes se mantenían en tensión por si su alfa tenía otro arrebato que, en ese caso, fuera contra ellos.

Zabuza cavilaba sobre la situación. Parecía que ese detective al que tuvo engañado durante un tiempo se había llevado a más o menos la mitad de su manada. Con los que aún seguían con él, todavía superaba en número a la manada de Kakashi, por lo que aún tenía ventaja. Sin embargo, sabía muy bien que Naruto haría lo que fuera por proteger a su padre, y si el rubio se unía a Kakashi, el resto de su manada también. Ahí perdería su superioridad numérica.

Sin embargo, siempre podía usar la llamada del alfa contra Naruto y ordenarle atacar a los demás. Eso le daría cierta ventaja, aunque sería momentánea, porque Kakashi o alguien de su manada podría dejarle inconsciente o alejarlo para que no fuese un inconveniente. Todo eso considerando que su voz siguiera afectando a Naruto, porque si dejaba de funcionar debido a que su pequeño cachorro aprendía algún método para que no le afectara... todo se complicaría demasiado y tendría las de perder.

Necesitaba aumentar su manada de nuevo. El problema era que no tenía tiempo de reclutar nuevos miembros, ni tampoco podía sacar de la cárcel a los que estaban detenidos, porque a algunos ya se los habían trasladado a la cárcel del condado, además de que era complicado planear una fuga y no dejar rastro alguno. Menos aún, podía ir mordiendo al primero que pasara por la calle, porque no siempre funcionaba la mordedura y tantos muertos atraería la atención de cazadores, sin contar el entrenarlos.

- ¡Mierda! – se escuchó el grito del alfa seguido del sonido de una silla rompiéndose. Otro objeto de la sala había pagado la ira de Zabuza.

Nadie se atrevía a hablar por miedo a que el hombre-lobo dirigiera su enfado hacia ellos. Era mejor dejar que el alfa se desquitara con los muebles a que lo hiciera con ellos.

Zabuza siguió metido en sus pensamientos tratando de calmarse para poder pensar mejor y trazar algún plan. Tras largos minutos estrujándose los sesos, sólo una idea factible le vino a la cabeza, aunque no era para nada su favorita y su rostro así lo reflejó con una mueca de disgusto.

No le gustaba esa opción porque prefería hacer las cosas a su manera y no depender de nadie, pero si quería llegar hasta Minato y realizar su sueño, tendría que tragarse su orgullo y hacer algún tipo de pacto con otra manada de la ciudad.

Por suerte para él, no tendría que perder el tiempo investigando cuántas manadas había en Twain Harte porque ya lo hizo cuando volvió hacía meses. Era mejor conocer el terreno y estar prevenido por cualquier cosa que pudiera pasar en el futuro. Le iba a venir bien ahora haber hecho sus deberes a tiempo.

De todas las que conocía, no creía poder convencer a sus alfas con algo beneficioso como para que les hiciera plantearse unirse a él en una batalla que ni les importaba. Tampoco podía matar a todos esos alfas e intentar reclutar a sus miembros, porque lo más probable era que quisieran vengarse y al final se unieran entre ellas para darle caza a él. No, no le interesaba iniciar una guerra tan grande.

Sin embargo, había una manada en concreto que había tenido algún roce con la de Naruto. Quizás, podría engañar a su alfa de alguna manera para una alianza temporal. Merecía la pena intentarlo si así se libraba de Kakashi y conseguía a Minato.

- Zetsu – Zabuza llamó al hombre-lobo y éste dio un respingo del susto.

- ¿Sí? – preguntó tras tragar saliva, esperando lo peor.

- Necesito la dirección del tal Pain. Creo que va siendo hora de hacerle una visita a nuestro... compañero – comentó con una sonrisa siniestra.

***

Pensar en hablar con Naruto de todas las decisiones que había tomado ese último año en el que él decidió desaparecer le provocaba un nudo en el estómago. Apenas tenía hambre y, aun así, sentado en la mesa del salón, comía en silencio tras haber movido unas cuantas veces las verduras y la carne de un lado a otro del plato. Para Itachi, que le observaba, ese jugueteo con la comida antes de llevarla a su boca sólo significaba una cosa: su hermanito estaba nervioso.

Los abrumadores silencios de Sasuke, a Itachi le estresaban. Odiaba que fuera tan introvertido y estaba convencido de que era una cualidad que Naruto también debía estar empezando a detestar. Cuando Naruto era su alfa, seguramente todo era mucho más sencillo porque Sasuke no le ocultaría las cosas, pero ahora todo había cambiado. Secretos y más secretos. Por más que la manada quisiera desvelar qué estaba ocurriendo tras los actos tan extraños que Sasuke llevaba a cabo, sólo parecían salir más dudas y ninguna respuesta. Nadie entendía a Sasuke... nadie... o quizá... sólo una persona: ¡Sai!

¡Sai era mucho peor que Sasuke!

Itachi entornó los ojos al pensar en Sai. A él sí que sería imposible sonsacarle nada de lo que realmente ocurría. Itachi no era idiota tampoco, una parte de él suponía que Konan debía ser un punto clave para Sasuke, pero... dudaba que sólo fuera por ella. Si hubiera sido así, Sasuke quizá habría buscado otra solución y no irse a la manada de Pain. Debía haber más cosas ocultas, pero por más que pensaba o hiciera sus conjeturas, nunca podría estar seguro de si eran las correctas o se equivocaba en ellas.

Tras terminar de cenar, Sasuke agradeció la comida, dejó los platos en la pila de fregar y se marchó hacia el recibidor. Sus padres estaban trabajando, pero no tardarían demasiado tiempo en volver.

- ¿Vas a salir? – preguntó Itachi a su hermanito. Su herida había sanado bastante después de una semana de descanso, aunque había tardado más de lo normal pese a la velocidad con la que se regeneraba su cuerpo, seguramente debido a la falta de sueño y la mala alimentación que había estado llevando su hermano. Sin embargo, allí estaba Sasuke, sentado en el primer peldaño de las escaleras mientras se colocaba y abrochaba una de sus zapatillas.

Itachi llevó su plato a la pila también y salió de la cocina para poder verle mejor. Apoyó su hombro y brazo contra el marco de la puerta del pequeño pasillo que llevaba de la entrada principal a la escalera y miró a su hermano.

- Sí. Tengo que ir...

- ¿Con Pain? – preguntó –. Realmente estás muy mal de la cabeza.

- Me dijiste que confiarías en mí.

- Y lo hago, pero no confío lo más mínimo en ese bastardo al que ahora llamas "tu alfa".

- Y no te pido que lo hagas.

- Me preocupas y lo sabes.

Sasuke resopló. Explicarle a su hermano lo que estaba ocurriendo le pondría en un grave problema. ¡No! La solución era fácil. Tenía que ir a ver cómo estaba todo el ambiente en la manada tras su ataque y después, hablar con Naruto de todo el problema. Entre los dos podrían tomar la mejor decisión posible sobre cómo proceder. Itachi tendría que esperar un poco más para saber qué estaba ocurriendo. No podía ponerles a todos en peligro, no a estas alturas tras todo el tiempo que había estado aguantando aquello.

- Vas a necesitar tener paciencia – susurró finalmente Sasuke – no puedo ponerme ahora a hablar contigo, Itachi. Lo siento, pero tengo que marcharme. Después de una semana estando en casa recuperándome, Pain debe de estar ansioso. No ha parado de mandarme mensajes en todo este tiempo, demasiado es que no haya aparecido por aquí para llevarme a su mansión.

Terminando de anudarse el cordón de la otra zapatilla, Sasuke se puso en pie y caminó hasta la puerta principal.

- No hagas locuras, Sasuke.

Esas palabras protectoras de su hermano hicieron sonreír a Sasuke pese a que ya le daba la espalda a Itachi. Con una mano sosteniendo el pomo de la puerta y la otra en el marco, Sasuke finalmente abrió.

- Estaré bien. No te preocupes.

Sasuke se perdió en el interior de su coche. Era la primera vez que, en vez de convertirse en lobo y correr por el bosque hasta la mansión de Pain, iba a conducir hasta ella, pero con la herida sin estar por completo curada, prefería prevenir antes de que se le volviera a abrir.

Al llegar a la mansión, otro nudo se apoderó de su estómago. Odiaba esa casa. Era hermosa por fuera y siniestra por dentro. Pensar en volver a ver el rostro de Pain le aterraba, pero no asistir tras su último mensaje habría levantado todavía mayores sospechas en su alfa. No le quedaba más remedio que regresar al único sitio al que no quería volver.

Siempre había intentado mantener cierto distanciamiento con Pain, incluso trataba de ser positivo y algo sarcástico o gracioso con él para demostrarle que no le tenía miedo cuando, en realidad, Pain le aterraba. Había visto cómo trataba a los de su manada, incluso Sasuke había sentido en su piel el terror que desprendía su alfa. No le gustaba, pero fingía que le apreciaba. Hoy no estaba seguro de si podría mantener la misma actitud que siempre con él; seguramente no.

Bajó del vehículo tratando de aparentar que no sentía dolor ni miedo y cerró la puerta tras él. Subir las escaleras del jardín le costó un poco y aunque su rostro reflejaba dolor, no dejó de subirlas hasta llegar a la puerta principal. Estaba abierta, algo normal en la mansión de Pain. Nadie allí temía la intromisión de otras personas, ellos se habrían encargado de acabar con cualquiera que creyeran una amenaza.

Los sirvientes con los que se cruzó ni siquiera le miraron, pero en el fondo, Sasuke sabía que sentían cierta curiosidad por verle allí después de lo sucedido la última vez. Las risas e insultos que venían del último cuarto del pasillo que tenía la puerta ligeramente entornada le hizo caminar directamente hacia ella. Todos debían estar allí o, al menos, la gran mayoría. Al acercarse, escuchó claramente la voz de Pain; estaba hablando con alguien.

Sasuke empujó la puerta y accedió al interior silenciando a su alfa. Estaba sentado en uno de los cómodos sofás presidiendo la sala y tenía un libro en su mano, aunque no lo leía. Pain podía ser duro, algo sádico e incluso temible, pero nadie dudaba que también era un hombre culto e inteligente.

- Sasuke, qué alegría verte por aquí. Creía que hoy tampoco aparecerías – soltó con cierta molestia por sus días de ausencia –. ¡Largaos! – ordenó Pain al resto de la manada –. Sasuke, entra aquí.

Sasuke miró el ambiente pero no obedeció, lo cual hizo enarcar una ceja a Pain. Estaba acostumbrado a que todos le hicieran caso y al ver a Sasuke todavía de pie cerca de la puerta con la mirada fija en el sofá destrozado donde hacía apenas unos días le había atacado, comprendió que recordar aquello le había paralizado en la puerta. Todas las risas, bromas e insultos cesaron. La manada pasaba sus miradas del uno al otro tratando de descifrar qué ocurriría ahora entre alfa y beta tras aquel altercado, pero todos se levantaron y se marcharon para dejar al invitado con Pain y Sasuke.

- Zabuza ha venido de visita a proponernos algo.

Sasuke desvió la mirada al invitado. Ambos se reconocieron enseguida, ese tipo era el alfa biológico de Naruto, ese tipo le había abordado ya una vez e, instintivamente, la boca de Sasuke se movió como si fuera a lanzar un gruñido amenazante, sin embargo, se quedó en una simple mueca. Pain enseguida vio las dudas de Zabuza, que miraba a ese chico con desconfianza y, a la vez, a su beta todavía en la puerta negándose a entrar.

Pain sonrió, cerró el libro y se levantó tirando el libro de tapa dura sobre el asiento donde antes estuvo él sentado.

- Conozco a ese chico. Tiene una relación con Naruto Namikaze – sonrió Zabuza como si eso fuera un dato de sumo interés que pudiera aprovechar para poner a Pain en su contra. Quizá pensaba que Sasuke estaba allí infiltrado. Pain sonrió.

- Tenía una relación con Naruto Namikaze – le corrigió Pain – hasta que ese chico le rompió el corazón y decidió alejarse. ¿Verdad, Sasuke?

Sasuke no respondió. Miraba fijamente a Zabuza sin fiarse ni un pelo de él ni de lo que estaba haciendo allí.

- Puedes hablar con total confianza. Sasuke es mi beta.

Aquello pilló más de sorpresa todavía a Zabuza. No quería conversar un tema que parecía delicado con Sasuke delante. Quizá Pain se fiase de él, pero Zabuza no lo hacía.

- Preferiría hablar este asunto en privado – sugirió Zabuza.

- No sé cómo funciona tu manada, pero yo no tengo secretos con mi beta. Si tienes algo que decir, te escucharemos.

Zabuza entornó los ojos nada confiado en tratar un tema tan delicado con alguien a quien consideraba casi un traidor. No se fiaba de Sasuke sabiendo la relación sentimental que, pese a ya no tenerla, llegó a tener con Naruto. ¡No tenía otra opción! Así que tras dejar escapar una larga exhalación, se acercó a Pain para explicarle la situación.

***

De pie como seguía cerca de la puerta cerrada, Sasuke se apoyaba en ella para evitar caer. El dolor seguía presente, pero no quería sentarse por temor a lo que sucedió la última vez. De pie tenía posibilidades al menos de poder defenderse con mayor facilidad de ambos alfas.

Durante toda la reunión, mantuvo el silencio, sin embargo, sus gestos fueron cambiando a medida que el tema avanzaba a uno de asombro total. Zabuza había llegado hasta allí para pedir una alianza con Pain. Él hablaba de unir fuerzas para conseguir sus objetivos, sin embargo, Sasuke no tenía tan claro que los objetivos de ambas manadas fueran el mismo. Pain pareció darse cuenta por cómo había rechazado de forma cortés y educada la propuesta, aunque tras la insistencia de Zabuza, el tema se zanjó en un "dame tiempo para pensar en tu propuesta".

Cuando Zabuza salía de la estancia, con la mano apoyada en la robusta puerta de madera, se detuvo unos segundos a observar a Sasuke con la cabeza cabizbaja, los párpados cerrados como si pensase y sus brazos cruzados sobre su pecho mientras su espalda reposaba contra la pared. Mostraba serenidad, pero él podía oler mucho más allá de su semblante, estaba nervioso y esa postura... pese a que mantener sus ojos cerrados era señal de confianza, en el fondo ese chico estaba aterrorizado. Podía oler la química de su cuerpo. Con una escueta sonrisa, Zabuza salió finalmente del lugar.

Con la puerta cerrada dejando atrás a Pain y a Sasuke, la estancia se cargó de un tenso silencio. Sasuke abrió los párpados y ladeó ligeramente el rostro hacia su alfa, sin embargo, sus brazos seguían cruzados sobre su pecho como si eso pudiera protegerle de él. Para Pain, no pasaba desapercibido su miedo, pero tampoco era algo que le importase, más bien, le gustaba porque era la forma en que tenía controlado a su beta.

- ¿Y bien? ¿No vas a decir nada? – preguntó Pain desde su lugar.

- ¿Sobre la propuesta? ¿Qué quieres que diga? Ya has tomado una decisión, ¿no es así?

- Prefiero escuchar lo que opina mi beta.

Aquello parecía una trampa o eso pensó Sasuke. Ir en contra de la alianza podría hacerle pensar a Pain que protegía a la manada de Naruto, pero no decir las cosas claramente como las pensaba, le pondría en un aprieto si le descubría mintiendo para salvar su pellejo. Era una decisión complicada.

- Supongo que una alianza con Zabuza nos ahorraría problemas con otras manadas. Sé que la manada que más te preocupa en estos momentos es la de Naruto, pero hay que tener en cuenta que ellos tienen aliados como la de Kakashi y es una manada llena de lobos veteranos con la que sería mejor no enfrentarnos, así que por una parte, creo que la alianza no está mal.

- ¿Pero? – susurró Pain con una sonrisa al darse cuenta de que Sasuke seguramente indicaría un pero a su planteamiento.

- Pero no está siendo sincero – susurró Sasuke –. Zabuza no quiere aniquilar a la manada de Naruto y creo que ése era tu propósito, Zabuza quiere aniquilar a la de Kakashi, pero le interesa mantener a la de Naruto viva. Seguramente querría que sus miembros se unieran a su manada. Así que me parece que los intereses de nuestra manada no van acorde a los suyos.

- Es un buen planteamiento – suspiró Pain dejando de mirar el libro que había dejado sobre el asiento de su sillón y caminando hacia su beta –, aunque aún no estoy seguro de aceptar. No me gusta compartir el liderazgo.

Sasuke se tensó en cuanto vio que su alfa se acercaba. Apartando su espalda de la pared, descruzó los brazos de su pecho por si los necesitaba para atacar, sin embargo, cuando Pain se acercó a él, su corazón latió con mayor intensidad. Su sangre se iba directo a las piernas por si debía salir corriendo del lugar y un sudor frío resbaló por su nuca. Sin previo aviso, Pain agarró el rostro de Sasuke con una sola mano y volvió a empujar su espalda contra la pared con una sonrisa en su rostro. La otra mano levantó la camiseta de Sasuke para ver la herida.

- Parece que está sanando bien, aunque vas a tener que descansar un tiempo más esa herida. Supongo que no pasa nada si no vienes a entrenar durante un par de días. Ahora hazme el favor de ir a la enfermería y que Konan te revise esa herida y cuando acabe, espero verte desnudo en mi cama. Subiré en breve.

Con su rostro firmemente agarrado por la mano de Pain, Sasuke no pudo evitar el pasional beso que llegó de parte de su alfa. Cerró los párpados con fuerza pese a que todo su cuerpo temblaba de miedo y dejó que le besase. Era mejor no oponer resistencia en ese momento, sin embargo, todos sus planes acababan de cambiar. Tenía que avisar a Naruto del plan de Zabuza, pero a la vez... si Pain cambiaba de opinión y aceptaba esa propuesta, alguien debería estar al tanto de los problemas que surgirían. Le tocaba quedarse y eso implicaba que no sabía cómo llevaría la información hasta Naruto sin que Pain ni Zabuza le descubrieran.

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